Revolución rumana de 1989

Revolución rumana de 1989

Revolución rumana de 1989

Artículo bueno
Revolución Rumana de 1989
Revoluţia română din 1989
Fecha 16-22 de diciembre de 1989
Lugar Timişoara y Bucarest (Rumania)
Resultado Fin de la República Socialista de Rumania y ejecución de Nicolae y Elena Ceauşescu
Beligerantes
Flag of Romania (1965-1989).png República Socialista de Rumania Romania flag 1989 revolution.svg Grupos opositores al régimen de Ceauşescu
Bajas
1.104 muertos
3.352 heridos


La Revolución Rumana de 1989 fue una serie de conflictos y enfrentamientos en los últimos días de diciembre de 1989. La conclusión de este episodio de la historia de Rumania fue el final del régimen stalinista de Nicolae Ceauşescu. Los actos violentos que ocurrieron en varias localidades rumanas en aquellos días condujeron al dictador al abandono del poder y su huida de Bucarest, en compañía de su esposa, Elena Ceauşescu. Capturados en Târgovişte, fueron enjuiciados por un tribunal militar creado ex-profeso bajo los cargos de genocidio, daños a la economía nacional y abuso del poder para ejecutar acciones militares contra el pueblo rumano.[1] Hallados culpables de todos los cargos, fueron ejecutados el 25 de diciembre de 1989. Rumania fue el único país del Bloque del Este donde la transición desde el Estado socialista a uno de mercado implicó la ejecución de los líderes del país.

El número total de muertes en la Revolución Rumana fue de 1.104,[2] de los que 162 decesos ocurrieron en las protestas que pusieron punto final al régimen de Nicolae Ceauşescu (protestas ocurridas del 16 al 22 de diciembre de 1989) y las restantes 942 en los disturbios ocurridos antes de la toma del poder por parte de una nueva estructura política, llamada Frente de Salvación Nacional (FSN). La mayoría de las muertes ocurrieron en ciudades como Timişoara, Bucarest, Sibiu y Arad, donde las protestas alcanzaron magnitudes mayores. El número de heridos llegó a 3.352, de los que 1.107 corresponden al período en que Ceauşescu aun detentaba el poder, y los restantes 2.245 corresponden al período posterior a la toma del poder por parte del Frente de Salvación Nacional.[3]

Contenido

Preludio a la revolución

Bandera de la República Socialista de Rumania.

Como en otros países vecinos, en 1989 una buena parte de la sociedad rumana se encontraba en desacuerdo con el gobierno socialista de Ceauşescu. Sin embargo, había una cuestión que hacía diferente el caso de Rumania, y es que esa república balcánica no había iniciado nunca el proceso de desestalinización del régimen político. Las políticas impuestas por Ceauşescu en el campo de la economía y el desarrollo —incluida la construcción de grandes obras y un plan de austeridad draconiana que debía favorecer la capacidad de Rumania para liquidar su deuda nacional en el lapso de unos cuantos años— fueron señaladas con frecuencia como uno de los factores que contribuyeron al incremento de la pobreza en el país. En modo paralelo a este aumento de las tasas de pobreza, la policía secreta de Rumania (Securitate) comenzó a hacerse cada vez más ubicua, de modo que el país se convirtió en un estado policíaco.

A diferencia de otros líderes de los países miembros del Pacto de Varsovia, Ceauşescu no era demasiado pro-soviético, y había optado por una política exterior independiente. Cuando el presidente de la Unión Soviética, Mijaíl Gorbachov hablaba de reformas, Ceauşescu se inclinaba por el estilo de los dictadores comunistas de Asia Oriental, como Kim Il Sung de Corea del Norte, caracterizados por su política de línea dura y el culto a su personalidad. Poco antes de la caída del Muro de Berlín y la remoción del búlgaro Todor Zhivkov del gobierno de su país, el ex-presidente rumano ignoraba que su posición como el último líder socialista de la vieja guardia en la Europa Oriental estaba amenazada.

Revuelta en Timişoara

Catedral Ortodoxa de Timişoara. De este edificio partió la noche del 16 de diciembre de 1989 una manifestación popular, toda vez que pocas horas antes, la Securitate había dispersado a los simpatizantes de Tőkés de las inmediaciones de la casa de ese sacerdote magiar.

El 16 de diciembre estalló una protesta en Timişoara (occidente de Rumania) en respuesta a un intento del gobierno socialista de desahucio en contra de László Tőkés, pastor luterano magiar,[4] y su esposa, que a la sazón se encontraba embarazada. Por aquellos días, Tőkés había emitido ciertas críticas hacia el régimen de Ceausescu en un medio internacional. En su discurso, el religioso acusaba al gobierno rumano de propiciar el odio racial. Tőkés fue destituido de su cargo eclesiástico por el obispo de su iglesia, a petición expresa del gobierno. Además, se le privó del derecho a ocupar un piso al que tenía derecho en tanto fuera miembro de la congregación religiosa. Durante algunos días, los simpatizantes del religioso se concentraron en las inmediaciones de dicha vivienda, con el propósito de evitar el desalojo y desahucio de Tokés. Las personas que pasaban por las inmediaciones de los manifestantes, incluidos algunos estudiantes religiosos de la ciudad, ignoraban los detalles del asunto, pero los simpatizantes del pastor les habían arengado para unirse a la protesta, diciendo que se hallaban frente a un nuevo intento del gobierno para restringir la libertad de culto en Rumania.

Habida cuenta que los manifestantes no iban a dispersarse por su propia voluntad, el alcalde de Timişoara, Petre Moţ, había declarado que la orden de desalojo contra Tőkés había quedado sin efecto. Mientras tanto, los impacientes manifestantes —y sobre todo cuando el alcalde evitó confirmar la supuesta revocación del desahucio contra el pastor magiar— comenzaron a vocear consignas anticomunistas. Ello provocó la intervención de la policía local y de la Securitate. A las 7:30 pm, la protesta había sido dispersada, pero también es cierto que para entonces el motivo original de la revuelta popular había quedado en segundo plano: algunos participantes de la manifestación intentaron prender fuego a la sede del Comité Distrital del Partido Comunista Rumano (PCR) en Timişoara. La Securitate respondió con gas mostaza y chorros de agua, mientras la policía de la ciudad golpeaba y arrestaba a varios de los amotinados. Alrededor de las nueve de la noche, el motín en las inmediaciones del Comité del PCR se había dispersado, pero varios de los participantes se reagruparon en las inmediaciones de la Catedral Ortodoxa de Timişoara e iniciaron una marcha de protesta por las calles de la ciudad. Nuevamente, se enfrentaron a las fuerzas de la seguridad pública.

Los disturbios en Timişoara continuaron al día siguiente (17 de diciembre). Los manifestantes tomaron la sede del Comité Distrital del PCR, y posteriormente destruyeron documentos oficiales, propaganda política, textos escritos por Ceauşescu y otros símbolos del régimen socialista. Por segunda ocasión, la multitud intentó incendiar el edificio, pero en esta ocasión se enfrentaron con el ejército. La presencia de las fuerzas militares en las calles de la ciudad era significativa: implicaba que habían recibido órdenes de un comando de alto nivel, presumiblemente el presidente Ceauşescu.

Aunque los militares no pudieron imponer orden a los manifestantes, su participación implicó que Timişoara se convirtiera en un polvorín: disparos, muertes, peleas, carros incendiados, tanquetas antimotines enfrentándose a los civiles. Después de las ocho de la noche, las calles entre la Plaza de la Libertad (rumano: Piaţa Libertăţii) y la Ópera de Timişoara —incluidos el Puente Decebal y las avenidas Lipovei y Girocului— se convirtieron en escenario de sangrientos enfrentamientos entre civiles y militares. Tanquetas, camionetas de redilas y vehículos blindados bloquearon los accesos a la ciudad, mientras en el cielo, los helicópteros del ejército rumano vigilaban los acontecimientos. Después de la media noche las protestas habían bajado de intensidad. Ion Coman, Ilie Matei y Ştefan Guşă inspeccionaron la ciudad, que parecía haber sido escenario de una guerra en algunas zonas.

Banderas rumanas vacías exhibidas en el Museo Militar de Bucarest. En Timisoara, los manifestantes cortaron el escudo socialista de la bandera rumana, que lució con un agujero en la banda amarilla como rechazo al régimen socialista.

La mañana del 18 de diciembre de 1989, el centro de la ciudad había sido ocupado por soldados y agentes de la Securitate, vestidos de civil. El alcalde Moţ convocó una manifestación en la Universidad de Occidente en Timisoara (rumano: Universitatea de Vest din Timişoara), con el propósito de condenar los actos vandálicos del día anterior. Además, Moţ decretó la ley marcial en la ciudad, con lo que quedaron prohibidas las reuniones de más de dos personas en la ciudad, so pena de cárcel. Desafiando el decreto del alcalde, un grupo de treinta jóvenes se concentraron en la Catedral de Timişoara, donde izaron y ondearon la bandera de la Revolución Rumana, que no era otra que la bandera de la república socialista con un agujero en el sitio donde debía portar el escudo. Sabiendo que podrían ser atacados por las fuerzas del orden, comenzaron a cantar Deşteaptă-te, române! (en español, ¡Despierta, rumano!), antigua canción nacionalista proscrita desde 1947 y actual himno nacional de Rumania. Los manifestantes de la catedral fueron atacados por las fuerzas del orden, algunos de ellos murieron y sus cadáveres fueron ultrajados en la Plaza de la Victoria. Otros, con mejor suerte, pudieron escapar con vida.

El 19 de diciembre Radu Bălan y Ştefan Guşă visitaron a los obreros de las fábricas de la ciudad, pero fallaron en su objetivo de impulsarlos a tomar nuevamente sus trabajos. Al día siguiente, grandes contingentes de obreros marcharon por la ciudad. Cien mil obreros se apostaron en la Plaza de la Opera —llamada actualmente Plaza de la Victoria (rumano: Piaţa Victoriei)— y emitieron protestas en contra del régimen socialista: Noi suntem poporul! ("¡Nosotros somos el pueblo!"), Armata e cu noi! ("¡El ejército está con nosotros!"), Nu vă fie frică, Ceauşescu pică! ("¡No tenemos miedo, Ceauşescu caerá!").

Entre tanto, Emil Bobu y Constantin Dăscălescu fueron enviados por Elena Ceauşescu —puesto que el presidente rumano se encontraba en esos días de gira por Irán— a resolver el conflicto. Los comisionados se reunieron con una delegación de los manifestantes, y aceptaron liberar a un buen número de los arrestados en los días anteriores. En contraste, se negaron a presionar para el cumplimiento de la principal demanda de los amotinados, a saber, la renuncia de Nicolae Ceausescu. De esta suerte, la situación política en Rumania continuó siendo esencialmente la misma que en los días anteriores.

El 21 de diciembre llegaron a Timişoara varios trenes cargados de obreros procedentes de Oltenia. La intención del gobierno rumano era emplearlos para reprimir las protestas en Timisoara, aunque finalmente los obreros oltenos terminaron por unirse a los manifestantes de la ciudad. Uno de ellos comentó que

Ayer, el jefe de nuestra fábrica y el Partido Comunista nos reunieron en el campo, nos armaron con garrotes y dijeron que magiares y hooligans estaban destruyendo Timisoara, y que por ello debíamos venir aquí para ayudar a controlar los disturbios. Pero hoy, se que eso no era cierto.

El ejército rumano intervino nuevamente y Timişoara fue declarada ciudad libre de modo oficial. Nuevos ataques a manifestantes opositores al régimen de los esposos Ceauşescu se registraron en las ciudades de Sibiu, Brasov, Arad y Tirgu Mureş después de las manifestaciones en Timişoara.

Revuelta en Bucarest

Emblema del Partido Comunista Rumano, ilegalizado después de la Revolución de 1989.

Los sucesos de las revueltas anticomunistas en Bucarest —capital de Rumania— fueron ampliamente difundidos por Radio Free Europe, Voice of America y por estudiantes que salieron de Rumania con motivo de las fiestas de Navidad. Hay varios puntos de vista encontrados en las narrativas sobre los acontecimientos en Bucarest, mismos que llevaron a la conclusión del régimen socialista de Rumania y el ajusticiamiento de Ceauşescu en 1989. Uno de ellos es que una parte del Concejo Político Ejecutivo del PCR (CPE-PCR) intentó fallidamente una transición similar a la de otros países del Bloque del Este, donde los líderes socialistas dimitieron de sus cargos en masa luego de la caída del Muro de Berlín. Esto permitió que en países como Checoslovaquia —hoy desaparecida— los nuevos sistemas de gobierno emergieran de una manera pacífica. Otra versión señala que los oficiales del ejército rumano habían planeado una conspiración en contra de Ceauşescu. Varios mandos militares del ejército rumano de aquella época han señalado que habían tomado parte en dicha conspiración, pero la evidencia de apoyo a estas declaraciones es escasa en el mejor de los casos. Esta versión es apoyada por las declaraciones del coronel Dumitru Burlan (realizadas en 2003 y 2004[5] ), jefe de la Securitate en 1989 y antiguo guardia personal de Ceauşescu. Ambas teorías no se excluyen necesariamente.

En noviembre de 1989, Ceauşescu había visitado a su homólogo ruso Mijaíl Gorbachov, quien lo había invitado a dejar el poder: Ceauşescu simplemente se rehúso a hacerlo. La cuestión de una posible renuncia del presidente rumano tomó nuevos aires el 17 de diciembre de 1989, cuando Ceauşescu reunió al Concejo Político Ejecutivo de su partido para tomar medidas sobre las manifestaciones en Timişoara. Algunas páginas de la minuta de la reunión desaparecieron, incluidas aquéllas donde supuestamente se habría registrado la discusión sobre la renuncia de Ceauşescu.

De acuerdo con el testimonio Paul Niculescu-Mizil y Ion Dincă, antiguos miembros del CPE, dado en el juicio que se les siguió, en la reunión del 17 de diciembre dos de los miembros del Concejo se mostraron en desacuerdo con el empleo de la fuerza pública para reprimir las manifestaciones en Timişoara. En respuesta, Ceauşescu ofreció su renuncia, y solicitó a los presentes la elección de un nuevo líder. Sin embargo, algunos de ellos, incluidos Gheorghe Oprea y Constantin Dăscălescu habrían instado a Ceauşescu a no dimitir de su cargo y a expulsar a los miembros disidentes. Ese mismo día, Ceauşescu salió de Rumania a una gira por Iran, dejando en manos de su esposa y otros miembros del partido la resolución del conflicto político iniciado en Timişoara.[6]

Ceauşescu regresó a Rumania sólo para encontrar que el conflicto se había complicado más. A las siete de la noche de esa jornada, emitió un discurso por televisión desde la sede del Comité Central del PCR, en el que calificó de enemigos de la revolución socialista a los paticipantes en las manifestaciones de Timisoara.[7]

En la mañana del 21 de diciembre, encabezó una asamblea organizada por el PCR, en que participarían miles de personas para condenar a la disidencia de Timişoara. Ubicado en uno de los balcones del Comité Central del PCR, Ceauşescu habló de los beneficios de la revolución socialista y la multilateralmente desarrollada sociedad socialista de Rumania. Pero en la plaza donde se encontraba reunida la asamblea, frente a un anodadado Ceauşescu, la multitud lanzó vivas a los disidentes de Timişoara —a quienes el dictador había llamado hoolligans& en otras ocasionesmdash; y le increpaba de diversas manera. Ceauşescu intentó tranquilizar a la asamblea con un gesto manual, y luego intentó llamar al orden mediante frases como Alo, Alo! (¡Hola, hola!, dicho con energía). Elena le pedía a su esposo que contuviera la situación: Vorbeşte-le, vorbeşte-le! (¡Háblales, háblales!) y luego, dirigiéndose a la multitud pedía a los asistentes que se calmaran y se sentaran. Finalmente, Ceauşescu fue conducido al interior de la sede del Comité Central del PCR.[8]


Silbidos y aplaudos surgieron espontáneamente entre los participantes en el acto oficial. Poco a poco, fueron abandonando la plaza, pero se apostaron por las calles de la ciudad, tomándola de hecho como había pasado unos días antes en Timişoara. Algunas personas gritaron consignas en contra del dictador, que se extendieron bien pronto entre la multitud. Decían Jos dictatorul!, moarte criminalului! (¡Abajo el dictador, muerte a los criminales!), Noi suntem poporul, jos cu dictatorul! (¡El pueblo somos nosotros, abajo con el dictador!) Ceauşescu cine eşti?: criminal din Scorniceşti! (Quién eres tú, Ceauşescu: ¡un criminal de Scorniceşti!). Más tarde, la manifestación popular ocupaba prácticamente todo el centro de Bucarest. Cerca de la Universidad de Bucarest los jóvenes ondeaban banderas rumanas cuyo escudo había sido cortado, tal como había ocurrido en Timişoara.

Habían pasado algunas horas, y las calles bucarestinas habían sido ocupadas por los habitantes de la ciudad. Bien pronto, los manifestantes debieron enfrentar a soldados, agentes de la policía y de la Unidad Especial para la Lucha Antiterrorista (rumano: Unitate Specială pentru Lupta Antiteroristă) así como agentes encubiertos de la Securitate. La multitud en las calles fue atacada por francotiradores desde varios edificios en la ciudad, y cercada en las calles por vehículos blindados y tanquetas. Hubo una gran cantidad de decesos por los ataques contra los civiles, incluidos periodistas que cubrían los sucesos en Bucarest. Los agentes antimotines atacaron a los manifestantes con chorros de agua, y luego los policías arrestaron a algunas personas, a las que sometieron a golpes. Por su parte, los opositores al régimen de Ceauşescu decidieron hacerse fuertes en una barricada construida frente a un restaurante, donde resistieron hasta la media noche del 21 de diciembre, para ser finalmente sometidos por las fuerzas del gobierno. La balacera en las calles de Bucarest continuó hasta las tres de la madrugada del 22 de diciembre.

Es probable que en la mañana del 22 de diciembre de 1989, el dictador rumano todavía considerara la posibilidad de controlar la manifestación opositora que había estallado en varias partes de Rumania por esos días: había convocado a una segunda asamblea para la mañana siguiente. Sin embargo, también muy temprano en ese día, su esposa, Elena Ceauşescu fue puesta en conocimiento de nuevas manifestaciones de grupos opositores, en esta ocasión, trabajadores de las zonas industriales de la ciudad. Las columnas de obreros se dirigían en ese momento hacia el centro de Bucarest.

Las barricadas que la policía había instalado en los accesos a las plazas de la Universidad y del Palacio resultaron insuficientes para contener la manifestación. A las 9:30 a.m., la plaza de la Universidad estaba rebosante de gente. Agentes de seguridad pública entraron en escena, pero sólo para unirse casi todos a la manifestación. Media hora más tarde, la radio local anunciaba el establecimiento de ley marcial y la prohibición de reuniones de más de cinco personas. Pero a pesar de la prohibición, miles de personas ya se encontraban en las calles de Bucarest.

Ceauşescu intentó dirigirse a la multitud desde uno de los balcones de la sede del Comité Central del PCR, pero sólo obtuvo abiertas muestras de rechazo. Entre las nueve y once de la mañana del 22 de diciembre, el ministro de defensa del gobierno de Rumania, Vasile Milea fue asesinado bajo circunstancias que no han sido esclarecidas. Un escrito de Ceauşescu establecía que Milea fue hallado culpable de traición y que se habría suicidado antes de que su traición hubiera sido descubierta públicamente.

Sabiendo que Milea se había suicidado, Ceauşescu nombró a Victor Stănculescu como ministro de Defensa. Ya al frente del ejército rumano, Stănculescu ordenó a las tropas deplegadas que volvieran a los cuarteles, orden que por cierto fue emitida sin el conocimiento de Ceauşescu. Además, el nuevo ministro de defensa persuadió al dictador de abordar en un helicóptero para fugarse de la ciudad que había salido de su control. Al haberse negado a seguir la orden de represión de Ceauşescu, el general Stănculescu jugó un papel central en el desenlace de la revolución.

Tras la huida de Ceauşescu, la gente concentrada en la Plaza del Palacio (Bucarest) estalló en celebraciones, especialmente intensas a causa de la violencia vivida en esa semana de diciembre de 1989. A continuación, sobrevino la ocupación de la sede del Partido Comunista. La gente destruyó escritos de Ceauşescu, retratos oficiales del líder rumano, lanzó libros por las ventanas del edificio. Pronto, algunos de ellos se aprestaron a derribar las grandes letras de la palabra communist (comunista) en el lema Trăiască Partidul Communist Român! (¡Viva el Partido Comunista Rumano!) que coronaba el edificio. Nuevamente aparecieron las banderas rumanas a las que se les había cortado el escudo de la república socialista.

Mientras esto ocurría en el centro de Bucarest, más tropas militares arribaron al Aeropuerto Internacional Henri Coandă de la capital, a los que como antes en Timişoara se les había dicho que iban a combatir a terrotristas. De acuerdo con un libro del guardaespaldas de Nicolae Ceauşescu y coronel de la Securitate, Dumitru Burlan, los miembros del ejército que formaron parte de la conspiración contra el dictador intentaban crear una atmósfera de ataques terroristas con el propósito de inducirles miedo y hacer que los algunos soldados se unieran a los opositores.

A pesar de lo anterior, la toma del poder político por parte del Frente de Salvación Nacional (FSN) —surgido de la segunda fila del PCR con apoyo de los militares disidentes del gobierno de Ceauşescu— no estaba completa todavía. Grupos leales al régimen socialista de Rumania —tildados por los participantes en el golpe de Estado de terroristas— abrieron fuego contra los manifestantes en las calles de Bucarest y arremetieran contra algunos puntos clave de la vida política y social de esa ciudad, especialmente contra la Plaza del Palacio, la Universidad de Bucarest y la Plaza de la Universidad, los aeropuertos y el Ministerio de Defensa.

La noche del 22 de diciembre, los bucarestinos aún permanecían peleando en las calles, especialmente en las áreas de la ciudad que habían sido atacadas por los simpatizantes del régimen socialista. Con la participación del ejército en ambos bandos, las peleas en las calles arrojaron un saldo de varias decenas de muertos. A las nueve de la noche del 23 de diciembre llegaron hasta el Palacio de la República algunos tanques y unidades paramilitares. Tildados de terroristas, la identidad de estos grupos continúa desconocida. Ninguna persona fue procesada de modo oficial por el cargo de terrorismo, y existen sospechas de que dichas unidades pudieron haber tenido relación con el nuevo gobierno rumano.

Juicio y ejecución de Nicolae y Elena Ceauşescu

Nicolae Ceauşescu (izq.), en un retrato del año 1978 con Jimmy Carter.

Ceauşescu y su esposa Elena abandonaron Bucarest por medio de un helicóptero. En su huida, fueron acompañados por dos colaboradores muy cercanos: Emil Bobu y Tudor Postelnicu. Éstos dos acompañaron a los Ceauşescu a su residencia de Snagov, de donde se dirigieron a Târgovişte. En Boteni, localidad cercana a Târgovişte, Ceauşescu y sus acompañantes abandonaron el helicóptero, puesto que, según los pilotos, los mandos del ejército rumano les habían ordenado aterrizar inmediatamente. Para entonces, también se había ordenado el cierre del espacio aéreo rumano.

Los Ceauşescu y sus acompañantes llegaron a Târgovişte a bordo de un automóvil. Habiendo entrado por los complejos industriales de la localidad, los fugitivos decidieron refugiarse en un edificio cercano a una planta siderúrgica. Un ingeniero que trabajaba en el lugar llamó a la policía. Poco tiempo después, Nicolae y Elena Ceauşescu fueron capturados y conducidos al cuartel militar a través de las calles de la ciudad. Sólo cuando llegaron al cuartel, el dictador y su esposa fueron informados de que estaban oficialmente presos.

El 25 de diciembre de 1989, tanto Nicolae como Elena fueron juzgados y condenados a muerte. La sentencia fue emitida por un tribunal creado ex profeso para procesarlos por cargos como genocidio —más de sesenta mil víctimas, y una de las pruebas principales fue el descubrimiento de unas fosas clandestinas apócrifas en Timişoara, unos días antes—, daño a la economía nacional, enriquecimiento injustificable y uso de las fuerzas armadas en acciones en contra de civiles. En el estenograma del juicio, Ceauşescu responde con fecuencia a sus interlocutores que él no reconoce la autoridad de esa corte, y que sólo declarará ante la Gran Asamblea Nacional,[9] que había sido abolida por el gobierno de Iliescu y el FSN. Ese mismo día fueron fusilados en el pueblo de Târgovişte. Las primeras imágenes de los cadáveres de Elena y Nicolae fueron difundidas días después del ajusticiamiento.

Transición hacia un nuevo régimen político

Tras conocerse en el extranjero la noticia de la fuga de Ceausescu en el contexto de las revueltas en Bucarest, llegaron al país mensajes de apoyo de varios países; entre ellos hay que citar el de George Bush (presidente de Estados Unidos), de la Unión Soviética, del Partido Socialista de Hungría, del gobierno de Alemania Oriental, de los partidos comunistas de Bulgaria y Checoslovaquia, de François Mitterrand, de Margaret Thatcher, del Partido Comunista de Japón y de varios países más, principalmente de Europa Occidental.

Al apoyo moral proporcionado a los rumanos se sumó en los días posteriores el apoyo material. Grandes cantidades de alimentos, fármacos, ropa, equipo médico y otros bienes necesarios fueron enviados desde múltiples países a Rumania. Alrededor del mundo, los acontecimientos en Bucarest ocupaban espacios importantes en los medios de comunicación.

El 24 de diciembre, Bucarest fue nuevamente escenario de enfrentamientos entre la disidencia y los grupos leales a Ceausescu. La ciudad continuaba bajo vigilancia de la policía y el ejército. Las así llamadas actividades terroristas continuaron hasta el 27 de diciembre, cuando concluyeron abruptamente.

Ion Iliescu, antiguo miembro del PCR caído en desgracia y uno de los personajes más representativos del movimiento que derrocó a Ceausescu, fue elegido líder del FSN, que como se ha dicho, fue la formación política que se encargó del gobierno del país después del abandono del poder por parte del dictador. El FSN estaba conformado en su mayoría por miembros de la segunda línea del PCR. Ellos asumieron inmediatamente el control de las instituciones estatales, incluidos los medios. Emplearon esta posición de poder para lanzar virulentos ataques contra los opositores al nuevo régimen, especialmente contra los antiguos partidos liberales y demócratas que habían permanecido en la clandestinidad desde la instauración de la República Popular en 1947 —como el Partido Nacional Liberal y el Partido Democrático de los Campesinos—. Algunos autores opinan que el ascenso al poder de otros miembros del PCR tuvo repercusiones en la nueva organización política de Rumania:

Las consecuencias de este hecho son obvias: por una parte, las dificultades para pensar más allá de su adoctrinamiento comunista, lo que da lugar a una falta de una estrategia clara para el paso al capitalismo, y, por otra, las demoras legislativas y en la toma de decisiones con respecto a otros países vecinos en la adopción de reformas y la integración en las estructuras europeas y euro-atlánticas.[10]

El Frente de Salvación Nacional estaba compuesto por representantes de diversos sectores de la sociedad rumana, pero la presencia de los antiguos miembros del Partido Comunista Rumano fue copando prácticamente los principales espacios del poder. Una prueba de ello es que en mayo de 1990, en las primeras elecciones de la era post-comunista de Rumania, Ion Iliscu fuera elegido presidente con 85% de los sufragios. Se asocia este hecho con el uso parcial por parte del grupo dominante del FSN, que dejó casi sin espacios mediáticos a los partidos de oposición. En virtud de lo anterior, las elecciones rumanas de 1990 fueron tildadas de antidemocráticas, tanto por la oposición como por los medios extranjeros.

Aunque el Frente de Salvación Nacional se ganó la simpatía de varios agentes políticos en todo el mundo, bien pronto el gobierno de Iliescu y Mănescu fue perdiendo credibilidad, tanto en lo interno como en lo externo. El aprovechamiento de la coyuntura con fines personales fue una constante entre varios de los miembros del gobierno provisional.[11] Ejemplo de ello es la Mineriada de enero de 1990, cuando los mineros de Valea Juilui acompañados por la policía y convocados por el propio gobierno de Iliescu invadieron las calles de Bucarest para arremeter contra las protestas opositoras al nuevo régimen del FSN.[12] Antes de las elecciones, Rumania ya enfrentaba a conflictos interétnicos — especialmente en Transilvania, donde el movimiento nacionalista magiar encabezado por László Tőkés[13] provocó el enfriamiento de las relaciones rumano-húngaras—; conflictos entre la Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa, amén de varios retrocesos en la economía nacional.[14]

Notas

  1. Stenograma procesului Ceauşescu (en rumano), en ro:Wikisource, consultado el 24 de febrero de 2007.
  2. "La revolución rumana y sus víctimas", en el sitio en internet de Radio Romania International, consultada el 18 de febrero de 2007.
  3. [1]. Marius Mioc, Revoluţia din Timişoara aşa cum fost, 1997.
  4. Andreescu, Gabriel Páginas de la Reconciliación Rumano-Húngara, 1989-1999: El Papel de las Organizaciones Cívicas , en el sitio en Internet del Institute of International Education, consultado el 18 de febrero de 2007.
  5. "Conspiratia Securitatii - Marturii pentru trecut", en el sitio en internet de HotNews.ro, consultado el 18 de febrero de 2007.
  6. Por cierto que fue durante esta ausencia cuando se descubrieron unas fosas en Timişoara, donde supuestamente había cadáveres de personas torturadas durante el régimen comunista. Después se habría de descubrir que fue un fraude, aun cuando fueron una de las principales evidencias empleadas en contra del dictador rumano en el juicio militar que se le siguió en Târgovişte el 25 de diciembre de 1989 (Ramonet, Ignacio: "Información y conflictos armados", en Analítica Venezuela).
  7. [2] [3]
  8. Chavero Pozo, José Javier (2001): "La revolución rumana de 1989", en Papeles del Este, Universidad Complutense de Madrid, consultada el 17 de febrero de 2007.
  9. Stenograma procesului Ceauşescu (en rumano), en ro:Wikisource, consultado el 24 de febrero de 2007.
  10. Stefanescu, Barbu (2004), "La transición de la dictadura a la democracia. El caso de Rumania", versión electrónica de Pasado y Memoria. Revista de Historia Contemporánea, en el sitio en internet de la Universidad de Alicante, consultado el 27 de febrero de 2007.
  11. Stefanescu, Barbu, op. cit., p. 21.
  12. Stefanescu, Barbu, op. cit., p. 21.
  13. El mismo pastor luterano que fue motivo del inicio de los sucesos de Timisoara.
  14. Stefanescu, Barbu, op. cit., pp. 21-25.

Bibliografía

Nota: la mayor parte de este artículo es una traducción de las versiones en inglés y rumano de Wikipedia.

Véase también

Enlaces externos

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