Tractatus logico-philosophicus

Tractatus logico-philosophicus
Tractatus logico-philosophicus
Tractatus title page 1922 Harcourt.png
Página de título de la primera edición inglesa de 1922
Autor Ludwig Wittgenstein
Género Ensayo
Tema(s) Filosofía analítica
Idioma Alemán
País Austria
Fecha de publicación 1921

El Tractatus Logico-Philosophicus es el título de una obra de Ludwig Josef Johann Wittgenstein. Resultado de sus notas (y de correspondencia mantenida con Bertrand Russell, George Edward Moore y Keynes), escritas entre 1914-16 mientras servía como soldado en las trincheras y después como prisionero de guerra en Italia durante la Primera Guerra Mundial, el texto evolucionó como una continuación y una reacción a las concepciones de Russell y Frege sobre la lógica y el lenguaje. Aparecido originalmente en alemán en 1921 bajo el título de Logisch-Philosophische Abhandlung, después en inglés un año más tarde con el título actual en latín. Junto a sus Investigaciones filosóficas, este texto es una de las obras mayores de la filosofía de Wittgenstein.

Obra bastante breve en extensión (alrededor de 70 páginas) pero muy compleja, el Tractatus dio lugar a numerosas malinterpretaciones. Mientras que el significado más profundo del texto era ético para Wittgenstein, la mayor parte de las lecturas han destacado su interés para la lógica y la filosofía del lenguaje. No fue sino hasta mucho más tarde que estudios más recientes han empezado a destacar el aspecto místico de la obra como algo central.

Considerado ampliamente como uno de los libros de filosofía más importantes del siglo XX, este texto ejerció una influencia crucial en el positivismo lógico y en general sobre el desarrollo de la filosofía analítica. Junto a Bertrand Russell, hizo del joven Wittgenstein uno de los exponentes del atomismo lógico.

Contenido

Naturaleza y estructura

El libro se enfrenta a los problemas centrales de la filosofía que tienen que ver con el mundo, el pensamiento y el lenguaje, y presenta una "solución" (como la denomina Wittgenstein) a estos problemas, la cual está fundada en la lógica y en la naturaleza de la representación. El mundo está representado por el pensamiento, el cual es una proposición con significado, puesto que todos (el mundo, el pensamiento y la proposición) comparten la misma forma lógica. Por lo tanto, el pensamiento y la proposición pueden ser imágenes de los hechos.

A pesar de su título (Tratado lógico-filosófico), el Tractatus no se supone una "obra de enseñanza".[1] Según el autor, el libro no contiene entonces tesis propiamente dichas. Este aspecto no doctrinario explica en parte el carácter globalmente no argumentativo de la obra: Wittgenstein enumera una gran cantidad de sus aforismos sin presentar ni argumentos ni ejemplos. Los pensamientos que expresa no pudiendo quizás comprenderse más que por alguien que ya los haya pensado con antelación, argumentar pues, no es lo esencial.

La obra se compone de siete aforismos principales, ordenados del menos al más importante. Cada aforismo, con excepción del último, está seguido de observaciones que lo atañen. La numeración de sus observaciones puede parecer desconcertante a primera vista: Así, el aforismo 2 está seguido de 2.01 luego de 2.1, e igualmente el aforismo 3 está seguido del 3.001, 3.01, ... 3.03, 3.031, etc. De hecho esta numeración retoma la lógica matemática de la proximidad numérica para indicar el grado de la observación efectuada en relación al aforismo o a la observación que la precede: Así, 3.001 es más cercano a 3 que 3.01: Una interpretación posible es que 3.001 indica una relación tenue del tipo de una definición conceptual de los términos del aforismo, mientras que 3.01 señala las implicaciones inmediatas del aforismo, 3.1 amplía los campos de comprensión del aforismo...

Podríamos desprender la estructura del libro de la siguiente manera:

  • Las secciones 1. y 2. tratan sobre cuestiones ontológicas; presentan la metafísica del Tractatus.
    • 1. trata sobre el mundo.
    • 2. trata sobre la naturaleza de los hechos.
  • Las secciones 3. a 6. tratan sobre la imagen del mundo.
    • 3. desarrolla la noción de imagen.
    • 4. expone la filosofía del lenguaje y la concepción de la filosofía de Wittgenstein.
    • 5. y 6. presentan una "teoría" de la lógica y de su naturaleza.
  • La última proposición 7. hace referencia al aspecto inefable del contenido del Tractatus.

En contra de la estructura del libro real, podemos también concebir otro plan de la obra apoyándonos en una declaración de Wittgenstein:

Mi libro consiste de dos partes: la aquí presentada, más lo que no escribí. Y es justamente esta segunda parte la más importante. Mi libro traza, por así decirlo, desde el interior los límites de la esfera ética, y estoy convencido que esta es la ÚNICA forma rigurosa de trazar sus límites. En pocas palabras, considero que ahí en donde tantos otros hoy peroran, me las arreglé para poner todo bien en su sitio callándome sobre ese asunto.[2]

Podríamos entonces considerar el plan del libro como articulándose alrededor de la distinción parte escrita/parte no-escrita.

Propósito del libro

El Tractatus Logico-philosophicus es una obra acerca del significado. Se trata de trazar los límites del significado, de separar lo que puede decirse y lo que no puede decirse. En efecto, no todo puede decirse de forma sensata, existen para Wittgenstein límites a la expresión de los pensamientos. El autor no sostiene aquí que haya pensamientos en sí mismos desprovistos de significado, sino más bien que todos los pensamientos no son expresables. La obra tiene entonces por objeto establecer los criterios que hacen que una exposición tenga sentido, determinar lo que podemos decir y lo que debemos callar. El veredicto de Wittgenstein es claro: el ámbito de lo que puede decirse y el del significado se traslapan, intentar expresar lo indecible en el lenguaje no lleva sino a una exposición carente de significado. El Tractatus es entonces una obra de delimitación: Wittgenstein expone los criterios del significado y en qué casos no se cumple con dichos criterios.

Esta demarcación no es sin embargo una desvalorización de lo inefable. Wittgenstein reconoce la importancia de lo inefable, pero es reconociéndolo como tal que lo "ponemos en su sitio". Para darle su importancia real a lo indecible, hace falta comprenderlo como tal y no tratar de comunicarlo por medio del lenguaje. La fórmula de la introducción resume entonces de buena manera el libro: "Todo lo que puede ser expresado en absoluto puede ser expresado claramente, y sobre aquello que no puede ser expresado debemos guardar silencio".

Los aforismos

1. El mundo es todo lo que acaece.
[3] Die Welt ist alles, was der Fall ist.
2. Lo que acaece - un hecho - es la existencia de estados de asuntos. 
Was der Fall ist, die Tatsache, ist das Bestehen von Sachverhalten.
3. Una representación lógica de hechos es un pensamiento.
Das logische Bild der Tatsache ist der Gedanke.
4. Un pensamiento es una proposición con significado.
Der Gedanke ist der sinnvolle Satz.
5. Una proposición es una función de verdad de las proposiciones elementales. (Una proposición elemental es una función de verdad de sí misma).
Der Satz ist eine Wahrheitsfunktion der Elementarsätze.
6. La forma general de una función de verdad es: [p, ξ, N(ξ)]. Esta es la forma general de una proposición.
Die allgemeine Form der Wahrheitsfunktion ist: [p, ξ, N(ξ)]. Dies ist die allgemeine Form des Satzes.
7. Sobre lo que no podemos hablar debemos guardar silencio.
Wovon man nicht sprechen kann, darüber muß man schweigen.

La metafísica del Tractatus

El Tractatus empieza con una serie de aforismos sobre la ontología, pero ya que dichas proposiciones no se presentan como tesis, hablar de una "ontología" Wittgensteniana no sería del todo adecuado desde la perspectiva del autor.[4] De forma resumida empezando sin embargo, con lo que parece ser una metafísica, Wittgenstein ve el mundo como conformado (1) por hechos, en lugar de objetos en la concepción atomista tradicional. Los hechos son (2) estados de asuntos existentes, los cuales a su vez son combinaciones de objetos. Los objetos pueden acoplarse de varias maneras determinadas; pueden tener diversas propiedades y pueden mantener diversas relaciones entre sí. Los objetos se combinan entre sí de acuerdo a sus propiedades lógicas internas, las cuales, en otras palabras, determinan las posibilidades de sus combinaciones con otros objetos, i.e., su forma lógica. De modo que los estados de asuntos, en tanto están compuestos de objetos en combinación, son inherentemente complejos. Los estados de asuntos que efectivamente existen podrían haber sido de otro modo. Lo cual significa que los estados de asuntos son o bien factuales (existentes) o posibles. Y es la totalidad de los estados de asuntos (los existentes y los posibles) que integran el conjunto de la realidad. El mundo es justamente aquellos estados de asuntos que efectivamente existen.

Hechos

Una de las nociones más importantes del Tractatus es la noción de hecho, que aparece desde la segunda proposición (1.1).

"1.1. El mundo es la totalidad de los hechos, no de las cosas".
"1.2. El mundo se descompone de hechos".

El mundo no es un conjunto de objetos: de árboles, de personas, de ciudades, etc.; el mundo está compuesto de hechos como "la nieve es blanca", "él corre deprisa", etc. Esto pone de manifiesto el aspecto atomista de la filosofía de Wittgenstein, el mundo se compone de elementos simples (los hechos), y gracias al análisis llegamos a esos elementos. Contrario a la opinión de Russell, Wittgenstein considera que es el hecho, y no los objetos, el elemento lógico fundamental del mundo.

El hecho queda definido como "lo que es el caso". El hecho responde a un criterio de independencia: un hecho puede o no ser el caso sin que esto influya en el resto de lo que existe (1.21).

Hecho y objeto

Aunque el hecho sea la unidad básica para Wittgenstein, el hecho está a su vez compuesto de objetos. Pero esta composición es teórica: el objeto no existe más que en un hecho, y no es posible acceder a el de otra manera. Es virtud de que el objeto no se puede considerar como ajeno al hecho lo que hace al hecho (y no al objeto) el elemento de base señalado por Wittgenstein. No podemos conocer directamente a la "nieve" o a lo "blanco"; los dos objetos se abstraen a partir del hecho; la "nieve" se perfila a través de hechos tales como el "ser blanca", o el "ser fría", etc.

Wittgenstein distingue dos tipos de objetos:

  • Las particulares
  • Las propiedades y relaciones

Por ejemplo la "nieve" es un particular,[5] y el "ser blanca" es una propiedad. El hecho "la nieve es blanca" se compone entonces de dos objetos: un particular y una propiedad. Para el hecho "él corre deprisa" tenemos un particular "él", una propiedad "deprisa" y una relación "corre", es decir tres objetos. La "ontología" de Wittgenstein está pues fuertemente ligada a una concepción lógica, los dos tipos de objetos que propone corresponden a dos tipos de componenetes lógicos: las funciones y los argumentos.

Esta teoría atomista implica sin embargo un problema: si el hecho se decompone en objetos, entonces ciertos hechos tendrán la misma composición. "Julio ama a Julia" tiene los mismos componentes de "Julia ama a Julio". Contrario a Russell que admite que existe un componente suplementario en el hecho que permite diferenciar a estas dos proposiciones, Wittgenstein sostiene que no existe diferencia en el contenido. Defiende la idea de que los hechos poseen una estructura, y que es esta estructura lo que permite distinguirlos. Pero esta estructura no es ella misma un componente del hecho.

Sean "R", "a", y "b" los componentes de dos hechos diferentes "Rab" y "Rba". Russell lo analiza de la siguiente manera:

C1(R, a, b)
C2(R, b, a)

Es el elemento C el que diferencia a "Rab" de "Rba". En un caso la composición es C1 y en el otro es C2, la diferencia está contenida en el hecho como un elemento suplementario. Es justamente a esta solución a la que se opone Wittgenstein al afirmar que los hechos están estructurados.

Hechos y estados de asuntos

Según Wittgenstein los objetos están conectados entre ellos de forma determinada. Wittgenstein nombra a una conexión de objetos "hechos" (Tatsache) o "estado de asuntos" (Sachverhalt). La distinción entre Tatsache et Sachverhalt no es sin embargo fácil de establecer, y ha significado numerosos problemas para los comentaristas del Tractatus.

Se han propuesto dos interpretaciones:

  1. El hecho es lo que es complejo; el estado de asuntos es lo que es simple.
  2. El hecho es lo que es real; el estado de asuntos es lo que es posible.
Complejo y simple

La primera interpretación es la de Russell en el prefacio del Tractatus, que ha también sido respaldada por otros críticos. Se apoya en proposiciones como las siguientes:

"4.2211 Aun si el mundo es infinitamente complejo, de modo que cada hecho consiste en una infinidad de estados de asuntos y que cada estado de asuntos esté compuesto por una infinidad de objetos, haría falta aun que haya objetos y estados de asuntos".

O esta otra en una carta a Russell en los Carnets 1914-1916:

"¿Cuál es la diferencia entre Tatsache (hecho) y Sachverhalt (estado de asuntos)? Un Sachverhalt es lo que corresponde a un Elementarsatz (proposición atómica) si es verdadera. Un Tatsache es lo que corresponde al producto lógico de las proposiciones elementales cuando el producto es verdadero. La razón por la cual introduzco la Tatsache antes del Sachverhalt exigiría una larga explicación".[6]

Habría que comprender entonces la diferencia entre Tatsache y Sachverhalt como una diferencia de lo complejo y lo simple. Esta interpretación justifica que se traduzca 'Sachverhalt como "hecho atómico". El Sachverhalt no es sino un hecho más simple. Tenemos entonces tres niveles: el hecho, que se decompone en hechos atómicos, los cuales a su vez se decomponen en objetos.

Real y posible

La segunda interpretación propone considerar que la Tatsache es un Sachverhalt que existe, que es el caso. Se apoya en otras proposiciones como las siguientes:

"1.1. El mundo es la totalidad de los hechos, no de las cosas".
"2.04. La totalidad de los estados de asuntos existentes es el mundo".
"4.24. La proposición más simple, la proposición elemental, afirma la existencia de un estado de asuntos".

Un Sachverhalt se convertiría entonces en un Tatsache cuando éste sea el caso. No habría diferencia entre ambos, con excepción de la existencia. Sería el hecho de ser real (de existir) o no lo que determinaría su estatus. Un estatus posible es entonces un Sachverhalt y un estatus real es un Tatsache.

El Tractatus presenta entonces aforismos para respaldar las dos interpretaciones. Brian McGuinness, uno de los traductores de la versión en inglés del Tractatus, propone una versión interesante de la segunda interpretación que resolvería la dificultad. Según él los hechos no están compuestos de estados de asuntos en el sentido en que los estados de asuntos formarían parte del hecho. Los estados de asuntos presuponen a los hechos como posibilidades de actualización. El hecho es un estado de asuntos que se realiza, un posible que se vuelve real.

"Un hecho (real por definición) presupone que una o varias posibilidades se han realizado. Esto a su vez no es concebible a menos que nos sea posible aprehender estas potencialidades independientemente de su realización. En otras palabras, no podemos afirmar un hecho cualquiera salvo si tenemos acceso a una reserva de posibilidades que aprehendemos mentalmente."[7]

Es de esta manera como el Tractatus es hoy interpretado. La primera interpretación, que proviene del interés inicial en el libro, supone en efecto ciertas dificultades. Si el hecho está realmente compuesto de estados de asuntos pierde su carácter de simplicidad: Ya no sería entonces el átomo lógico del mundo, papel que quedaría para los estados de asuntos. En adelante, privilegiamos entonces la segunda interpretación.

Hecho positivo y hecho negativo

Wittgenstein parece distinguir entre dos tipos de hechos, los hechos positivos y los hechos negativos.

"2.Lo que es el caso, el hecho, es la existencia del estado de asuntos."
"2.06 La existencia de los estados de asuntos y su no existencia es la realidad. A la existencia de los estados de asuntos y su no existencia las denominamos respectivamente también hecho positivo y hecho negativo)".

De nuevo aquí el Tractatus presenta una ambigüedad; se podría pensar que Wittgenstein realiza una división real entre dos tipos de hechos:

  • Los hechos positivos, tales como "El Tractatus es un libro".
  • Los hechos negativos, tales como "El Tractatus no es una fruta".

El hecho positivo correspondería a una expresión lógica del tipo "Pa"; el hecho negativo a una expresión del tipo "¬Pa".

Sin embargo, esta posición no es la del autor. Wittgenstein niega el que la negación (¬) tenga un correlato en la realidad. El signo (¬) no corresponde a algo en la realidad. Si este fuera el caso, tendríamos que admitir que las proposiciones "Pa" y "¬¬Pa" no son equivalentes. La primera expresión contiene en efecto dos signos menos que la segunda. Si dichos signos tuvieran un correlato en el mundo, las dos proposiciones no representarían la misma cosa.[8] Sin embargo para Wittgenstein las proposiciones "Pa" y "¬¬Pa" sí tienen el mismo contenido de representación.

Hace falta comprender que para él "Pa", "¬Pa" y "¬¬Pa" resultan en el mismo estado de asuntos. No existe más que un estado de asuntos, del cual estas proposiciones afirman o niegan la realización. "Pa" y "¬¬Pa" afirman la realización de "Pa", "¬Pa" afirma la no realización de "Pa". La diferencia entre un hecho positivo y uno negativo es entonces una cuestión de lenguaje, y es únicamente en el lenguaje que la distinción se realiza. Hablando propiamente, no existen pues lo hechos negativos.

Objeto

Junto al concepto de hecho y de estado de asuntos, el concepto de objeto es uno de los pilares de la ontología del Tractatus. A diferencia del hecho, el objeto no es parte del mundo; se le postula pero no se puede nunca llegar a él.

Objeto y hecho

Según Wittgenstein el hecho es el elemento más simple al cual se puede llegar por medio del análisis. Sin embargo el hecho está definido como una conexión de objetos, es decir como un complejo compuesto de partes más simples, los objetos. No hay en esto ninguna contradicción. El hecho es lo que es más simple realmente (en la realidad), el objeto es lo que es más simple teóricamente (en la teoría).

El residuo del análisis del mundo es un conjunto de hechos, pero los hechos suponen a los objetos que los constituyen. Wittgenstein se ve llevado entonces a postular los objetos. Si existe lo complejo, debe existir lo simple. El análisis debe llegar a un fin, no podría continuar infinitamente. Vemos aquí nuevamente una manifestación de su atomismo.

El objeto es entonces simple, pero no podemos considerarlo en su simplicidad. El objeto está siempre conectado a otros objetos, no se le puede aprehender más que en la ocurrencia de dicha conexión. Es en este aspecto que el hecho es realmente el elemento más simple: El objeto es simple, pero no podemos llegar a ella directamente, no podemos más que abstraerla a partir del hecho.

Forma del objeto

Wittgenstein afirma que los objetos poseen una forma; y ésta consiste en su posibilidad de ocurrencia en los estados de asuntos (2.0141). O en otras palabras, un objeto no puede estar en conexión con otro objeto cualquiera. No aparece más que en ciertas conexiones, con ciertos otros objetos preestablecidos. Esta forma es inherente a los objetos: La posibilidad de combinar los objetos con tales otros objetos está ya inscrito en el objeto.

Si conocemos un objeto, sabemos en qué estados de asuntos puede aparecer y en cuáles no. Este conocimiento de los estados de asuntos en los cuales un objeto puede suceder se manifiesta en la utilización de los nombres. Cuando sabemos utilizar la palabra "crayón", quiere decir que sabemos en qué proposiciones podemos encontrarlo; lo cual significa que conocemos los estados de asuntos en los cuales el objeto crayón podría aparecer.

Objeto y nombre

Wittgenstein establece un paralelismo entre el mundo y el lenguaje. Las proposiciones representan los hechos y los nombres los objetos. Desde esta perspectiva puede sostener que el objeto es el "significado" del nombre (aunque Bedeutung también se podría traducir como "referencia" o "denotación"). El objeto es aquello a que nos envía el nombre.

El papel del objeto es crucial para la determinación del significado: Una proposición en la que los nombres no nos envían a objetos es considerada por Wittgenstein como una pseudo-proposición carente de significado.

La idea que el nombre significa el objeto no se debe comprender como la posición real de Wittgenstein: Ni el objeto ni el nombre pueden aprehenderse directamente. En consecuencia no es sino teóricamente que "el nombre significa el objeto" (3.203). El significado de un nombre es de hecho el uso de ese nombre, las proposiciones en las que puede encontrarse. "Si un signo no tiene un uso, no tiene significado" leemos en el aforismo 3.328.

Objeto y sustancia

"2.021 Los objetos contienen la sustancia del mundo".

La sustancia está definida como lo que subsiste independientemente de lo que es el caso (2.024). Cualesquiera que sean los estados de asuntos realizados, la sustancia permanece la misma. Todos los mundos posibles tienen entonces en común sus objetos.

La postulación de la sustancia es primordial para el Tractatus. Wittgenstein defiende una concepción de la verdad como correspondencia que supone que podemos comparar la proposición con el hecho. Si no hay sustancia, no podemos comparar la proposición con la realidad, el valor de verdad de la proposición depende entonces del sistema de proposiciones en el cual se encuentre (2.0211).

La sustancia no se postula pues gratuitamente: Juega un papel central en la obra. Sin la sustancia, se desvanece la posibilidad misma del significado. Sin objeto al cual referir el nombre, el nombre deja de tener significado, lo cual pondría fin al proyecto de delimitar las fronteras del significado y del no significado.

Naturaleza de los particulares

Mencionamos arriba dos tipos de objetos: Los particulares y las propiedades/relaciones. Y dimos ejemplos de particulares: "La nieve", "Julio", etc. Estos ejemplos no son sin embargo literalmente los particulares tal como los entiende Wittgenstein. No fueron mencionado más que con un fin pedagógico.[5]

Dado que el objeto es simple y los estados de asuntos mutuamente independientes,[9] los particulares no pueden corresponder sino a elementos precisos. Si un objeto está en un estado de asuntos de modo tal que podamos sacar una consecuencia de este estado de asuntos concerniente al resto de estados de asuntos, entonces no se trata de un particular.

Por ejemplo, un punto espacial no puede ser un particular. Si un punto está situado en el espacio, esto significa que no está situado en otro lugar en el espacio: Podemos pues deducir de su situación elementos concernientes a otros estados de asuntos. Lo mismo ocurre con los puntos situados en el tiempo; todo lo espacio-temporal no puede ser entonces un particular Wittgensteiniano.

El Tractatus no desarrolla el tema de a qué podría corresponder un particular. Dicha cuestión no tiene interés desde la perspectiva del libro. Sin embargo desde nuestra perspectiva existen dos interpretaciones posibles: Podríamos pensar que los particulares son los puntos masivos de la física o bien los puntos del campo de percepción. En ambos casos tenemos elementos que poseen propiedades sin que podamos deducir de estas propiedades cualquier cosa sobre el resto del mundo.

Teoría de la imagen

Para Wittgenstein una imagen se caracteriza por el hecho de que representa alguno. Esta capacidad de representar supone un punto en común entre la imagen y lo que representa, y este punto en común es la forma. Si una imagen es imagen de algo, lo es porque existe una identidad en la forma de las dos partes. Existe un isomorfismo entre el representante y el representado.

Este isomorfismo no se debe tomar en un sentido "concreto": Tener la misma forma no significa "parecerse". Lo que permite decir que dos objetos tienen la misma forma es el que podamos establecer una correspondencia entre cada uno de los elementos de estos dos objetos. Debe existir una correlación bi-unívoca entre la imagen y aquello de lo cual es la imagen: A cada elemento de la imagen debe corresponder un solo elemento en el representado.

Una proposición "Rab" es la imagen de un hecho Rab si todos los componentes de la proposición tienen un correlato en el hecho. El signo "R" corresponde a R, el signo "a" a a, etc.

Señalemos que para Wittgenstein las imágenes forman parte del mundo, son hechos ellas mismas. Una ilustración sencilla de esta idea puede darse al pensar en una fotografía o en un mapa topográfico. Las fotografías y los mapas están en el mundo, y se trata de imágenes en el sentido de Wittgenstein: Podemos establecer una correspondencia punto a punto con el mapa de una ciudad y la ciudad real.

Según el Tractatus, la posibilidad de representar yace en la identidad de la forma. Sin embargo esta forma no es representable. No podemos producir una imagen de lo que le permite representar a una imagen. Si este fuera el caso, la forma tendría ella misma una forma, lo cual es rechazado por Wittgenstein.

Filosofía del lenguaje

El lenguaje como imagen

Comparada con la concepción del lenguaje desarrollada más tarde por Wittgenstein, la del Tractatus parece más pobre. El lenguaje tiene como objetivo representar el mundo, proveer una imagen. Se le compara con lo real, con el cual comparte la forma.

Existe entonces un paralelismo estricto entre lo real y el lenguaje. Lo que es válido para el hecho y el objeto es válido igualmente para sus representantes en el lenguaje: La proposición es el nombre. Al nombre no se le puede considerar independientemente de una proposición y no puede insertarse en todos los contextos.

El carácter combinatorio está ya presente: De la misma forma que diferentes combinaciones de objetos permiten obtener diferentes hechos, las diferentes combinaciones de nombres resultan en diferentes proposiciones.

Esencialmente imagen, al lenguaje únicamente se le puede considerar entonces con respecto a la proposición (4.001). Las funciones pragmáticas del lenguaje quedan totalmente ocultas, lo que no es representación no se le toma en cuenta. En contraste, el último Wittgenstein se interesa mucho más por la práctica lingüística abandonando de esa forma la concepción "representacionalista" del Tractatus.

Signo y símbolo

Aun si existen ambigüedades semánticas, Wittgenstein distingue el signo del símbolo. El signo es el elemento material del símbolo. Símbolos diferentes pueden corresponder a un mismo signo, y un mismo símbolo puede corresponder a varios signos.

La circunstancia de que en un idioma natural el mismo signo pueda vincularse a símbolos muy diferentes está en el origen de las confusiones filosóficas. La función de la lógica es entonces esclarecer dichas equivocaciones. El signo "es" no corresponde a los mismos símbolos en "Sócrates es", "Sócrates es el maestro de Platón" y "Sócrates es un filósofo". La primera expresión expresa la existencia de un individuo, la segunda expresa una identidad y la tercera expresa la posesión de una propiedad. Cada una de estas proposiciones tiene una forma lógica diferente.

"el idioma disfraza al pensamiento. Y de tal forma que no podemos, a decir por la forma exterior del vestido, descubrir la forma del pensamiento al que viste" (4.002)

Esta idea recuerda elementos del pensamiento de Russell y evoca su teoría de las descripciones definidas. Habría cierta desconfianza para con el lenguaje compartida por ambos, pero la postura de Wittgenstein es sin embargo más compleja. A diferencia de Russell no tiene voluntad alguna de reformar los idiomas naturales en beneficio de la lógica; critica únicamente el empleo filosófico del idioma.

Los diferentes tipos de proposiciones

El Tractatus busca determinar los límites de lo que puede decirse de forma sensata.

Distingue entre tres tipos de enunciados:

  • Las proposiciones sensatas o provistas de significado (sinnvoll).
  • Las proposiciones insensatas o desprovistas de significado (unsinnig).
  • Las proposiciones fuera de significado o vacías de significado (sinnlos).

Únicamente la primera categoría incluye "proposiciones" estrictamente hablando. Las otras dos categorías contienen "pseud-proposiciones". Para Wittgenstein una proposición auténtica tiene significado, si no lo tiene no es una "proposición".

Condiciones del significado

Significado y uso

Los criterios que propone Wittgenstein para afirmar que un expresión tiene un significado son bastante estrictos. Toda expresión en la cual los términos no refieren a algo quedan entonces excluidos del significado: Esto incluye a la metafísica pero también todos los enunciados de la ficción. Según el Tractatus, una frase como "Ulises fue depositado sobre el suelo de Itaca en un profundo estado de sueño"[10] no tiene ningún significado: El signo "Ulises" no denota nada.

Vimos sin embargo que los signos no pueden considerarse fuera de las proposiciones: Este criterio de sinsentido tiene entonces otra formulación. Una expresión es insensata cuando hace un uso incorrecto de los signos. Si un signo es utilizado en un contexto donde no puede aparecer (en virtud de su forma), la expresión carece de significado. "Pedro se come un número primo" es insensata: El término "número primo" no puede combinarse de esa forma con "comer".

La teoría de Wittgenstein es sin embargo útil. "Lluvia la cae" no tiene significado, pero "lluvia", "la" y "cae" pueden ponerse en relación. "Cae la lluvia" es una proposición sensata: Lo que importa es la forma en la cual se combinan los signos. Aun si algunos nunca pueden entrar en relación, para otros es suficiente que la conexión obedezca a ciertas restricciones para que el enunciado tenga sentido.

Verificabilidad

Para el Wittgenstein del Tractatus las proposiciones sensatas obedecen a un criterio de verificabilidad. No se trata aquí de la posibilidad efectiva de verificar un enunciado o del conocimiento de un método que permitiría verificarla[11]

Vacío de sentido y sinsentido

Los enunciados que no son sensatos son pseudo-enunciados, pero el ser un pseudo-enunciado no equivale a ser insensato. De forma bastante sorprendente, el Tractatus no hace coincidir "lo que no es sensato" con "lo que es insensato"; cuando una expresión carece de sentido no necesariamente es un sinsentido.

Wittgenstein establece dos categorías entre las pseudo-proposiciones que corresponden a elementos muy diferentes:

  • unsinnig, que están en el sinsentido, que son insensatas.
  • sinnlos, que no están en el ámbito del sentido.
Vacío de significado
Esta sección apela a nociones de lógica: véase Cálculo de proposiciones.

Las proposiciones vacías de significado, o fuera del significado, son proposiciones formales. No tienen ningún contenido y no pretenden proveer información. Wittgenstein piensa en expresiones de la lógica y de las matemáticas.

Estas "proposiciones" no tienen que ver con lo real, lo que expresan es más bien la forma de nuestro pensamiento. A \rightarrow A[12] no dice nada de lo que existe: En todos los mundos posibles la expresión es verdadera. Es una tautolgía lógica: Su tabla de verdad da siempre el valor "verdadero" (o 1).

El estatus que el Tractatus les confiere a estos enunciados es muy original. En realidad las tautologías no son literalmente "verdaderas". Para que una proposición sea verdadera es necesario que un hecho le corresponda. La proposición verdadera sitúa al mundo real en el conjunto de los mundos posibles: Si Rab es un hecho, la proposición que afirma que "Rab" distingue el hecho (llevado a cabo) de los estados de asuntos que no se han llevado a cabo. Indica algo sobre lo que es el caso y lo que no lo es.

Por el contrario, las tautologías llenan el conjunto del espacio lógico sin distinción. No dicen nada sobre lo que es el caso o no lo es, puesto que dicen que algo es el caso. Lo que expresan es necesario. Wittgenstein las excluye entonces del ámbito del significado. Cuando sé que "2+2=4" no hago más que reconocer la forma de mi pensamiento. No se está transmitiendo ninguna información sobre el mundo. Pero lo que afirma Wittgenstein implica que ocurre lo mismo con expresiones más complejas: "2 + 185462 − 3 = 200 000 − 165461" no es más informativa que "A = A".

Wittgenstein resuelve entonces la cuestión del conocimiento de los objetos lógicos mediante el absurdo. No existe conocimiento lógico: Solo existe conocimiento de lo contingente. Lo que es necesario no tiene el mismo estatus, no lo "conocemos".

Por supuesto este diagnóstico vale para las contradicciones. "Falsas" en todas las situaciones, son el inverso de las tautologías y se les considera de la misma forma.

Sinsentido

Lo que Wittgenstein llama sinsentido comprende una gran cantidad de proposiciones heteróclitas. Vimos que las proposiciones de la metafísica y la ficción son insensatas, pero lo mismo ocurre con las de la ética y la estética. La distinción entre lo decible y lo indecible adquiere aquí toda su importancia. Las proposiciones vacías de significado son indecibles, pero no significan un problema: No tienen ninguna pretensión informativa. No ocurre lo mismo con las proposiciones del sinsentido. Son enunciados que creen afirmar cosas sobre lo real cuando no lo hacen, y sobre todo no pueden hacerlo. Los criterios del significado planteados por el Tractatus rechazan todo enunciado que no describa hechos del ámbito del significado.

El sinsentido no se identifica sin embargo con el absurdo. No es porque una proposición sea insensata que aquello de lo que trata de hablar carezca de importancia. Por el contrario, aquello de lo que intentan hablar ciertas pseudo-proposiciones es crucial: El error reside únicamente en la tentativa de expresarlo por medio del idioma. El Tractatus permite entonces que aparezcan categorías diferentes entre las pseudo-proposiciones insensatas.

Entre ellas podríamos encontrar a los enunciados metafísicos, los absurdos, pero también los enunciados éticos y estéticos, los cuales gozan de un estatus muy particular. El caso de los enunciados filosóficos será abordado después, pero está claro que la filosofía solo produce pseudo-proposiciones.

Al Tractatus Logico-philosophicus se le menciona a menudo por su aspecto anti-metafísico. Wittgenstein la critica de hecho en tanto la considera absurda. La metafísica no puede cumplir con las condiciones del significado. Hace uso de términos carentes de significado; pero emplea también palabras comunes en usos que no son posibles. Reutiliza palabras del idioma ordinario sin reasignarles un significado que convenga a su nuevo contexto de uso. Y quebranta entonces de esta manera la condición fundamental del discurso sensato.

Al igual que la filosofía, cae en la trampa del lenguaje ordinario y es ciega a la estructura real del pensamiento. Se apega a la gramática natural y no ve la gramática lógica de las palabras. Confunde el signo con el símbolo y conduce a absurdos.

Por el contrario, la ética y la estética son valoradas por Wittgenstein. Aunque dichos temas sean únicamente abordados al final de la obra en unas cuantas proposiciones, no son menos dignos de interés. El Tractatus los acerca a la lógica. Al igual que la lógica, la ética y la estética son condiciones del mundo: No menos de lo que podemos concebir un mundo sin lógica, podemos concebir un mundo sin ética y sin estética. En esto la ética y la estética son trascendentales (6.13, 6.421). El hecho que no podamos hablar de ellas no les resta ninguna importancia.

Concepción de la filosofía

Expuesta principalmente en los aforismos 4.003 a 4.116, la concepción de la filosofía del Tractatus forma parte de los elementos que serían los más influyentes. Proponiendo al mismo tiempo una nueva visión de la disciplina y una crítica de la filosofía anterior, Wittgenstein estableció a la filosofía como una actividad directamente ligada al lenguaje y al significado.

Ciencia y filosofía

La filosofía se diferencia estrictamente de la ciencia. No es ni el método ni la precisión lo que conforman esta distinción: Simplemente la filosofía y la ciencia no tienen el mismo propósito. La Ciencia busca producir descripciones verdaderas del mundo, su objetivo es lo real. La filosofía no tiene por objeto lo real, no habla del mundo ni se propone hacerlo.

La filosofía no produce entonces ninguna proposición verdadera. A diferencia de la ciencia que produce teorías, la filosofía se presenta como una actividad. Una teoría es un conjunto de proposiciones, y esto precisamente es lo que la filosofía no es. La filosofía produce esclarecimientos sobre proposiciones, y no nuevas proposiciones. No existen proposiciones "filosóficas" en la forma en que existen proposiciones "científicas". La filosofía tiene un role secundario, vuelve al contenido de las proposiciones de otras disciplinas. Wittgenstein rechaza la idea de un metalenguaje, los enunciados de la filosofía no son metaenunciados, son únicamente pseudo-proposiciones. La filosofía está entonces condenada a no producir otra cosa que el sinsentido.

La filosofía como actividad

La filosofía se presenta como una actividad de esclarecimiento lógico. La filosofía desvela la forma lógica de los enunciados detrás de su expresión en el lenguaje natural. Permite entonces encontrar las pseudo-proposiciones mostrando que sus términos no se utilizan de acuerdo a la forma de las palabras o poniendo de manifiesto la ausencia de significado de los nombres. Es una "crítica del lenguaje"[13] (4.0031).

Esta actividad de crítica no ocurre sin embargo en todos los usos del lenguaje. Wittgenstein no considera defectuoso al lenguaje ordinario; por el contrario, "todas las proposiciones de nuestra lengua usual están de hecho, tal como están, ordenadas de forma lógicamente perfecta" (5.5563). Donde el autor condena los errores y los sinsentidos es en el discurso filosófico y en la metafísica.

La filosofía pone de manifiesto lo que siempre tuvimos frente a los ojos y que por esta razón no veíamos. En este sentido, la concepción de la filosofía tal como la presenta el joven Wittgenstein está en consonancia con la que defenderá en sus Investigaciones filosóficas, donde escribirá que "La filosofía se conforma con poner todo frente a nosotros, sin explicar ni deducir nada. - Como todo está ahí, ofrecido a la vista, no hay nada que explicar" (§126).

Crítica de la filosofía

La concepción de la filosofía de Wittgenstein le sirve principalmente para denunciar la filosofía tal como ha sido practicada antes que él. Los filósofos hacen un uso inapropiado del lenguaje, enuncian proposiciones insensatas y utilizan términos sin referentes. Y peor aún, se equivocan en cuanto a la naturaleza de lo que realizan: Creen hablar de lo real cuando no es este el caso. La filosofía se toma entonces como una teoría, como una ciencia.

En lo que respecta a Wittgenstein el estatus de la filosofía que defiende no está explícitamente definido. La filosofía de Wittgenstein se une a la mala filosofía en cuanto tampoco habla de lo real. Si el Tractatus no se ilusiona sobre el estatus de lo que dice, viola sin embargo las condiciones del significado que el mismo estableció. El estatus final de la filosofía es entonces ambiguo: Wittgenstein ataca un tipo de filosofía, pero la suya no está tampoco en condición de enfrentar sus propias críticas.

Cualquiera que sea la filosofía no hace más que enunciar pseudo-proposiciones. Pero si la filosofía que ataca el Tractatus enuncia pseudo-proposiciones absurdas, la filosofía del Tractatus podría sostener proposiciones insensatas sin ser objeto de ataque. Estas proposiciones estarían entonces próximas de las de la ética y la estética. Wittgenstein no trata abiertamente sobre este asunto y su silencio después de la publicación de su obra no nos provee ninguna respuesta.

Sentido de la filosofía

La filosofía no se limita a exponer los sinsentidos, sino que es sobre todo la actividad que delimita el sentido del sinsentido. Es ella la que determina lo que, en el ámbito de lo pensable, puede decirse. Tiene entonces un papel crucial en la perspectiva del Tractatus. Plantea las condiciones del discurso sensato y del discurso insensato. Su utilidad más allá de eso no queda establecida. La filosofía podría o bien detenerse habiendo realizado la demarcación, o bien continuar en un papel regulador. La crítica del lenguaje podría entonces operarse de una vez por todas en la delimitación de los criterios del significado o bien renovarse permanentemente mediante el análisis efectivo del lenguaje con respecto a los criterios planteados.

Ética

Dada la ausencia explícita del asunto ético en el Tractatus y lo críptico de muchas de las observaciones, es quizás más apropiado limitarse a consignar las palabras del propio Wittgenstein en el prefacio: "todo lo que puede ser expresado en absoluto puede ser expresado claramente, y sobre aquello que no puede ser expresado debemos guardar silencio". Además del aspecto místico de lo inefable, entre lo que no puede ser expresado está también incluido la ética (y la estética), tal como lo expresa claramente en una carta a von Fickler:[14]

"El punto del libro es ético. En un momento tuve la intención de incluir en el prefacio una frase que no se encuentra ahora ahí pero que escribiré para ti aquí, ya que será quizás algo clave para tu trabajo. Lo que quise escribir entonces fue esto: Mi trabajo consiste de dos partes: La que está presentada aquí más todo lo que no escribí. Y precisamente esta segunda parte es la importante. Puesto que en mi libro lo ético tiene sus límites dibujados desde adentro, por así decirlo; y estoy convencido de que esta es la ÚNICA forma rigurosa de trazar ese límite. En pocas palabras, creo que ahí donde muchos otros están hoy simplemente suponiendo, he logrado en mi libro poner firmemente todo en su lugar al guardar silencio sobre ello. … Por ahora te recomendaría leer el prefacio y la conclusión, pues contienen la expresión más directa de este punto".

Influencia del Tractatus

A pesar de su carácter a veces enigmático, el Tractatus tuvo un éxito considerable en ciertos entornos. Llamó principalmente la atención de los miembros del Círculo de Viena y en particular de Rudolf Carnap y Moritz Schlick. Los neopositivistas llegarían a adoptar como emblema la frase de Wittgenstein que afirma que "Todo lo que se deja decir se deja decir claramente". Pero prescindieron sin embargo de la segunda parte del enunciado: "De aquello de lo que no podemos hablar debemos guardar silencio". A diferencia de Wittgenstein los positivistas lógicos no consideraban que hubiera algo sobre lo que se debiera callar, no existía en ellos la dimensión mística.

Aunque ligeramente diferente, la concepción de la filosofía asumida por los miembros del Círculo de Viena le debe bastante al Tractatus. La filosofía no es una ciencia, no habla del mundo sino del lenguaje sobre el mundo, su vocación es la de esclarecer el discurso de la ciencia. El método de la filosofía estará para ellos vinculado al lenguaje: El análisis del lenguaje y de los conceptos de la ciencia permitirán la claridad buscada.

Sin embargo se debe matizar la influencia de Wittgenstein de acuerdo a cada miembro, ya que se manifiesta de forma diferente en cada uno. Fue muy marcada en Carnap por medio de su concepción de los enunciados y la posibilidad de comparar los enunciados con lo real; y más difícil de establecer en Neurath, para quien las proposiciones no se comparan sino con otras proposiciones.

Independientemente de su herencia teórica, Wittgenstein jugó un papel particular para el Círculo de Viena. Un estudio línea por línea del Tractatus fue realizado por el grupo durante los años 20, y Wittgenstein participó incluso en algunas reuniones del Círculo. Quería sobre todo reunirse con ciertos miembros como (Schlick, Carnap, Waisman). A menudo se rehusaba a discutir de filosofía e insistía en recitar la poesía de Tagore con su silla volteada hacia el muro. Wittgenstein terminó rompiendo sus relaciones con el Círculo al percatarse que Carnap había utilizado y malinterpretado algunas de sus ideas sin su autorización.[15]

Transición y crítica del Tractatus

El Tractatus debía resolver definitivamente los problemas de los cuales trataba y terminar relegando la filosofía. Wittgenstein volvió sin embargo a la filosofía en 1929 después de siete años de silencio. Después de su regreso Wittgenstein abandonó una parte de las tesis presentadas en su primera obra. De su Tractatus logico-philosophicus Wittgenstein rechaza cuatro tesis principales:

  • El atomismo lógico: Los enunciados elementales son independientes los unos de los otros.
  • La extensionalidad: El valor de verdad de una proposición depende del valor de verdad de las proposiciones que la componen.
  • El papel del lenguaje es representar el mundo.
  • La lógica es el único lenguaje perfecto.

El cambio es real y substancial pero existe sin embargo una continuidad entre el Wittgenstein del Tractatus y el Wittgenstein posterior. Puesto que no es aquí nuestro objetivo exponer la filosofía tardía de Wittgenstein, no mencionaremos más que lo que se puede poner en relación directa con el Tractatus.

  • La filosofía no debe ocuparse de un lenguaje ideal, debe interesarse del lenguaje ordinario.
  • El método de la filosofía no tiene nada que ver con el de la ciencia, la filosofía no establece leyes. Es una "fenomenología" (en el sentido de Husserl).
  • El significado del nombre no es el objeto. El significado reside en el uso semántico.

Se produce además un cambio en el método: Mientras que en el Tractatus no hay casi ejemplos, su filosofía posterior los utilizará abundantemente. Dicha filosofía tiene entonces tanto un propósito como un método diferentes, pero continúa siendo una filosofía sobre el sentido, tema omnipresente en Wittgenstein. Aunque la ruptura es real y determinante, exagerarla sería un error.

La idea de que la filosofía no es una doctrina y que por lo tanto no se justifica el dogmatismo es una de los más importantes aportes del Tractatus. Sin embargo, ya desde 1931 Wittgenstein se refería al Tractatus como una obra dogmática. Emplea el término para designar toda concepción que permite la existencia de una brecha entre la pregunta y la respuesta, de modo tal que la pregunta se pueda determinar en un momento posterior a la respuesta. El complejo edificio del Tractatus está construido sobre el supuesto de que el propósito del análisis lógico era descubrir las proposiciones elementales, cuya forma era aún desconocida. Lo que marca su transición hacia el Wittgenstein posterior puede resumirse en el rechazo total del dogmatismo, esto es, en establecer todas las consecuencias de este rechazo. El desplazamiento del ámbito de la lógica hacia el del lenguaje ordinario como el eje de la atención filosófica; el pasar de un énfasis en la definición y el análisis hacia el "parecido de familia" y los "juegos del lenguaje"; y el reemplazar la escritura filosófica sistemática por un estilo aforístico. Todos aspectos que tienen que ver con esta transición hacia el anti-dogmatismo llevado al extremo. Y es en las Investigaciones filosóficas que se culmina finalmente el proceso de las transiciones, pero está ya presente en otros de sus escritos del mismo período, como por ejemplo, en su aplicación a la filosofía de las matemáticas o a la psicología filosófica.

Anécdotas

  • El título "Tractatus logico-philosophicus" podría ser una referencia al Tractatus Theologico-Politicus de Baruch Spinoza. Fue propuesto por G.E.Moore al momento de la primera traducción al inglés. Sin embargo es poco probable que Wittgenstein haya leído esa obra de Spinoza.[16] La primera publicación del Tractatus fue en la revista alemana Annalen der Naturphilosophie (XIV, 3-4, págs. 185-262), bajo el título “Logisch-Philosophische Abhandlung”. Un año más tarde (en 1922) aparecería la primera edición bilingüe (alemán-inglés) en la editorial Kegan Paul de Londres, acompañado de una introducción de Russell, y ya bajo el título en latín que hoy conocemos: Tractatus Logico-Philosophicus. La traducción de un texto como el Tractatus no es cosa fácil, ya que se trata de un lenguaje muy técnico y usado con total rigor. Por ello, desde el principio se han acompañado todas las traducciones con el texto original en alemán, y esa fue la principal razón esgrimida por Moore para poner el título en latín, pues se considera el latín un idioma neutral
  • Wittgenstein declaró a propósito de su obra: "Al lado de cosas buenas y originales, mi libro, el tratado log.phil., contiene también su parte de kitsch".[17] También dijo que:“Es un libro que consta de dos partes: la aquí presentada y lo que no escribí. Justamente esa segunda parte es la más importante”.[18]
  • En una conversación con Frank Ramsey le confesó que "había olvidado lo que tenía en mente" al escribir ciertos pasajes.Plantilla:Referencia necesaria
  • El músico finlandés Mauri Antero Numminen realizó una adaptación musical del Tractatus en 1966. La obra retoma frases en diversos estilos musicales: jazz, rock, valse, música atonal y marcha.
  • Existen quince "proposiciones fantasma" que deberían estar presentes en el texto si la secuencia proposición principal/observación sobre esta proposición fuera perfecta. Dichas proposiciones "faltantes" son: 2.0, 2.020, 2.20, 3.00, 3.0, 3.20, 4.00, 4.0, 5.0, 5.10, 5.50, 5.530, 6.00, 6.0, 6.120.[19]

Traducciones

Traducciones al inglés

La traducción de C. K. Odgen de 1922 es históricamente la primera. Fue preparada con la ayuda de Frank P. Ramsey, G. E. Moore y el mismo Wittgenstein.[20] Adolece sin embargo de debilidades como el hablar de "hechos atómicos", con la problemática mencionada arriba. En la edición Ogden el texto de Wittgenstein está precedido de un prefacio de Russell, en el cual afirma que "seguramente merece (...) ser considerado como un evento importante en el mundo filosófico". Sin embargo, el prefacio decepcionó a Wittgenstein pues mostraba que su obra no había sido comprendida, al punto de oponerse a que fuera publicado en la edición alemana. En una carta a Russell del 6 de mayo de 1920 se expresa de la siguiente manera:

"Tu Introducción no será impresa, y en consecuencia es probable que tampoco lo sea mi libro. Porque cuando tuve frente a mí la traducción alemana de la Introducción, no puede decidirme a dejarla imprimirse con mi libro. La fineza de tu estilo inglés, como es natural, en efecto se había perdido en la traducción, y lo que quedaba no era sino superficialidad e incomprensión".[21]

Sin embargo, el prefacio de Russell se imprimió en las ediciones posteriores del Tractatus, tanto en inglés como en otros idiomas. La edición Ogden es bilingüe y presenta el texto alemán al lado de la traducción inglesa.

La segunda traducción inglesa, que implica una mejora sensible, se debe a David Pears y Brian McGuinness, e introduce el término "state of affairs" (estado de asuntos) para restituir Sachverhalt y tiene el mérito de contar en Brian McGuinness a uno de los más reconocidos críticos de Wittgenstein.

Traducciones al francés

Puesto que la mayor parte de este artículo se tradujo desde la entrada francesa, se menciona la segunda traducción francesa publicada en 1993, de Gilles-Gaston Granger, considerada mejor que la precedente. Sin embargo, se le reprocha a veces el haber restituido bestehen por "sustancia" y no por "existencia", cuya elección se explica por el hecho de que bestehen no hace referencia en el texto a la existencia empírica sino más bien a la existencia en el ámbito lógico.

Traducciones al español

Existen al menos tres traducciones del Tractatus al español: la de Enrique Tierno Galván (Revista de Occidente), la de Luis Valdés Villanueva (Tecnos) y la de Jacobo Muñoz e Isidro Reguera (Alianza y Gredos).

Véase también

Notas y referencias

  1. Tractatus Logico-philosophicus, Paris, Gallimard, Avant propos, p.31
  2. Lettre à Ludwig von Fricker, citada por C. Chauviré, L. Wittgenstein, Paris, Seuil, p. 75 (a su vez esta referencia proviene de ce site)
  3. Citamos aquí las siete proposiciones principales en la traducción parcial disponible en Wikisource
  4. "También es acaso un malentendido el ver en el Tractatus la presentación de una ontología sistemática o incluso de forma exclusiva un tratado sobre la sintaxis lógica. Ciertamente los temas ontológicos están presentes y los análisis sintácticos juegan un papel importante, pero la función de las operaciones que les corresponden no puede ser ignorada". Joachim Schulte, Lire Wittgenstein. Dire et montrer, cité dans Frédéric Nef, Qu'est ce que la métaphysique?, Gallimard, Paris, 2004, p. 420
  5. a b Hablando propiamente este ejemplo no señala un particular sino un objeto complejo. La sección Naturaleza de los particulares de este artículo muestra lo inadecuado de este ejemplo, el cual se introduce aquí únicamente con fines pedagógicos.
  6. Carnets 1914-1916, Apéndice III : Extraits de lettres de Wittgenstein à Russell, 1912-1920, p.233
  7. Brian Mc Guinness, Wittgenstein, I : Les années de jeunesse, Seuil, 1991, p.370.
  8. Diferenciamos los hechos/estados de asuntos de las proposiciones utilizando itálicas para los hechos que quedan anotados Pa, y las proposiciones sobre ese hecho con comillas "Pa" (se utilizará esta notación para el resto del artículo).
  9. Cf 2.02 y 2.061
  10. Tomamos este ejemplo de Gottlob Frege en Sentido y denotación. Frege considera que este enunciado tiene significado.
  11. Un enunciado como "Existen extraterrestres viviendo fuera del sistema solar" no puede verificarse en la actualidad, pero podemos conocer el método para verificarla, a saber, ir fuera del sistema solar a ver si existen extraterrestres.
  12. La expresión se lee A entonces A. Para mayores detalles véase: Implicación.
  13. Wittgenstein mismo pone esta expresión entre comillas en el texto.
  14. Wittgenstein: Sources and Perspectives, ed. C.G. Luckhardt (Hassocks: Harvester, 1979), p.94.
  15. Cf. en:Tractatus Logico-Philosophicus#Reception and effects of the work
  16. Brian Mc Guinness, Wittgenstein, I : Les années de jeunesse, Seuil, 1991, p.364-365
  17. MS 183 p. 30.
  18. «Página/12 :: Contratapa :: El aplauso de una sola mano».
  19. véase la sección The Phantom Propositions
  20. Para un recuento más detallado sobre la preparación de la traducción Ogden véase esta página.
  21. Carnets 1914-1916, Appendice III : Extraits de lettres de Wittgenstein à Russell, 1912-1920, p.234-235

Bibliografía

Bibliografía principal

Bibliografía secundaria

Enlaces externos


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