Transexualidad

Transexualidad

Una persona transexual es aquella que encuentra que su identidad sexual está en conflicto con su anatomía sexual. Es decir, se produce una discordancia entre su sexo biológico y su sexo psicológico. En estas personas suele darse la necesidad de modificar las características sexuales que no se corresponden con el sexo con el que se sienten identificadas. Por eso, algunas de estas personas suelen pasar por un proceso llamado transición, en el cual la persona ya sea mediante una terapia de reemplazo hormonal y cirugías, para adaptar las características de su cuerpo al sexo psicológico al cual pertenece, este puede incluir o no en una cirugía de reconstrucción genital, "cambio de sexo".


Contenido

Terminología

Los términos y conceptos en torno a la transexualidad no están muy consensuados de momento, sobre todo porque se trata de una minoría poco atendida y estudiada. De hecho, probablemente los mayores esfuerzos por avanzar en su estudio están surgiendo por parte de la misma comunidad de personas transexuales. Sin embargo, en esta misma comunidad tampoco existe un consenso con respecto a los términos.

- Hasta las características para considerar a una persona como transexual son debatidas. Algunos piensan que para considerar a alguien transexual debe haber pasado por operaciones quirúrgicas de reconstrucción genital o -al menos- haber comenzado la terapia hormonal.[cita requerida]| Otros incluso consideran que una persona transexual es aquella que ha completado su proceso de reasignación de sexo. Sin embargo, lo más común es que se considere transexual a la persona que simplemente encuentra una disconformidad entre su sexo psicológico y algunos o todos los demás caracteres sexuales.

- También se debate si la forma más correcta de denominar a la transexualidad es transexualismo, transgénero o transgenerismo. El género gramatical de los términos utilizados para describir a las personas transexuales siempre se refiere al sexo de destino, es decir, al sexo con el que se sienten identificados (su sexo psicológico). Por ejemplo, un varón transexual es alguien que fue identificado como mujer al nacer debido a sus genitales, pero que se identifica como varón.

Los investigadores del tema deberían ser conscientes de que los textos médicos anticuados[cita requerida] a menudo se refieren al sexo anatómico original de la persona; en otras palabras, se refieren en masculino a una mujer transexual y viceversa. Este uso en la actualidad es fuertemente denunciado.

- La palabra "travesti" en general es considerada ofensiva[cita requerida], ya que confunde los términos de travestismo y transexualidad.

- En vez de "transexual", algunas personas prefieren decir "transexualizada/o", puesto que piensan que el término -sexual (contenido en "transexual") da lugar a confusiones. Otra justificación dada para esta preferencia es que sienten que es una palabra más en línea con el término "intersexual", dado que muchos grupos transexuales acogen a las personas intersexuales en su grupo puesto que piensan tienen mucho en común.

Causas de la transexualidad

No hay pruebas científicas de las causas de la transexualidad. Sin embargo, muchas teorías proponen que su causa tiene origen en la biología.[1] Por eso, los profesionales de la salud cada vez más ven la transexualidad no como un asunto psicológico, sino como una cuestión física. Actualmente algunos sectores, entre los que se incluyen entidades religiosas[2] o grupos políticos aún creen que las causas de la transexualidad son predominantemente psicológicas, aunque tampoco se han presentado pruebas concluyentes a este respecto. La transexualidad está relacionada con la identidad de género del individuo y ésta se ve afectada tanto por factores psicológicos como no psicológicos, pero estos últimos influyen en mayor medida.[3]

Causas psicológicas propuestas

Durante la historia se han propuesto muchas causas psicológicas del origen de la transexualidad; incluyendo la de la existencia de "madres dominantes y la ausencia de la figura paterna", "padres que han deseado tener un hijo del otro sexo", "homosexualidad reprimida", "alteración emocional", "abuso sexual"[cita requerida]

Ninguna de estas teorías, sin embargo, han sido aplicadas con éxito a la mayoría de las personas transexuales y a veces ni a una minoría significativa. Muchas teorías también son desarrolladas para describir a las mujeres transexuales y, en el momento de aplicarlas a los varones transexuales, pierden su utilidad [cita requerida].

Por otro lado, muchas de estas teorías han sido previamente aplicadas a personas homosexuales, en las que tampoco funcionó [cita requerida]. Tales fracasos llevaron a considerar las razones físicas.[cita requerida]

Experiencias con individuos que han pasado por la reasignación de sexo desde el nacimiento, para corregir deformidades causadas por una castración accidental o por darse en su anatomía caracteres intersexuales, sugieren con mayor fuerza que la identificación con el sexo biológico se determina en el nacimiento y que ésta probablemente predomina sobre el resto de caracteres que definen la identidad sexual[cita requerida].

Según Silvia Bleichmar:[4]

El planteo acerca de que la identidad sexual es arbitrariamente atribuida a partir de una lógica de la bipartición es tan cierto como falaz. Guarda en sí la ilusión libertaria pero imposible, residual del siglo XIX, de que los seres humanos pueden elegir al margen de sus determinaciones y sin constricciones. La respuesta filosófica, política y científica a esto consiste en reconocer que esta arbitrariedad no es eterna ni fijada para siempre
Hemos mostrado en capítulos anteriores cómo aun en las sociedades que reconocen una tercera categoría, sexualmente intermedia —como los berdaches entre los cheyennes, los xanith de Omán y lo mahu tahitianos,[5] donde los casos de género andrógino funcionan en una tripartición-, los individuos deben escoger una identidad para toda la vida y atenerse a las reglas prescriptas de comportamiento[6] sexual.
Si (bien) masculino y femenino corresponden al orden de la creencia, de los enunciados compartidos con los cuales toda sociedad establece sus premisas sosteniéndose en una lógica de la disyunción, sería reductivo y banalizante suponer que por ello son fácilmente descartables.
La distribución de género se establece, usualmente, a partir del correlato con el sustrato anatómico del niño, regido por formas de clasificación sostenidas por los modos con los cuales ciertas reglas de cultura imponen esta distribución.
Hemos hablado en otros capítulos de los cambios profundos que se han producido en la actualidad, sobre todo respecto a las nuevas cuestiones propuestas por el transexualismo y el travestismo, que hacen estallar la cómoda bipartición y los enlaces instituidos. El rehusamiento a que la anatomía defina el destino del deseo marca, de manera absolutamente inédita en la historia, el carácter no natural ni determinado biológicamente de la sexuación, poniendo de relieve, por una parte, que no hay contigüidad entre la naturaleza y la cultura.


"Cura" de la transexualidad

Históricamente, los tratamientos psicológicos orientados a "curar" la transexualidad han sido un rotundo fracaso. En 1972, la American Medical Association Committee on Human Sexuality hizo pública la opinión médica dominante de que la psicoterapia no es efectiva para personas transexuales y que, además, la terapia de reasignación de sexo era más útil.

Un buen número de tratamientos que se utilizaron en el pasado son hoy en día considerados inefectivos para las personas con una significativa y persistente disforia de género, incluyendo la terapia de aversión, las medicaciones psicoactivas, la terapia electroconvulsiva, tratamientos hormonales permanentes con el género anatómico de nacimiento y psicoterapia sólo[cita requerida].

La terapia reparativa orientada a personas homosexuales también ha sido aplicada a personas transexuales, ya que en ocasiones la transexualidad es vista como una homosexualidad extrema. Esta visión ha desaparecido hace mucho de casi todos los discursos científicos.

Mientras la escala de Kinsey expresaba una visión similar, la comunidad científica ahora rechaza esta parte de la teoría de Alfred Kinsey, considerando inútil esta terapia reparativa tanto para personas homosexuales como para personas transexuales.

Aunque muchas de las más importantes asociaciones profesionales de medicina han condenado repetidamente la terapia reparativa no sólo como ineficaz, sino como realmente dañina, ésta continúa siendo defendida como un tratamiento para la homosexualidad y la transexualidad por varias organizaciones con vínculos al movimiento cristiano conservador[cita requerida].

Sin embargo, para algunas personas transexuales, las terapias orientadas a resolver estos conflictos, distintas de los tratamientos somáticos para reasignar el sexo físico, pueden ser eficaces y útiles. Algunas personas pueden tener conflictos más leves entre la identidad sexual y sus características sexuales físicas. Estos individuos pueden no desear realmente someterse a un proceso de reasignación de sexo, pero pueden buscar asistencia para superar los conflictos a los que se enfrentan.

Si los individuos expresan su deseo de asistencia psicológica sin CRS, el asesoramiento de apoyo y psico-educativo puede ser de ayuda. Sus razones para renunciar al proceso pueden incluir preocupaciones familiares o profesionales, percepciones de la dificultad del proceso, miedo a la pérdida de su posición o rol social, firmes creencias religiosas, real o percibida incapacidad para financiar el proceso y una avanzada edad o problemas médicos crónicos, que pueden, en algunos casos, considerarse contraindicaciones médicas para la terapia hormonal o la cirugía de reasignación de sexo.

Sin tener en cuenta su razonamiento, si su decisión es consistente, debería ser respetada. Estos individuos a menudo buscan métodos alternativos con los que puedan mejorar su vida, promoviendo la aceptación de su identidad sexual y mejorar su baja autoestima causada por el conflicto. Estos métodos pueden ser tratamientos somáticos parciales como sólo terapias de reducidas dosis hormonales, que permite a los pacientes a vestir y vivir parcialmente en el rol de género que se corresponde con su identidad sexual, e incluso -simplemente- permitir a la persona una válvula de escape segura para expresarse como varón o mujer puede proporcionar una gran satisfacción a los pacientes que, por una razón u otra, eligen no someterse al proceso de reasignación de sexo[cita requerida].

Causas físicas

Muchas personas transexuales han asumido que hay una causa física para la transexualidad porque aseguran que, desde que recuerdan, siempre han sido varones o mujeres. Varios estudios han mostrado evidencias de que -de hecho- sí existen causas físicas:

En un estudio de J.-N. Zhou, M.A. Hofman, L.J. Gooren y D.F. Swaab, de la Universidad de Ámsterdam se indican similitudes estructurales y neuroquímicas entre el cerebro de las personas transexuales y el cerebro típico de las personas del sexo con el que se sienten identificadas.[7] [cita requerida] Tras este estudio, un segundo proyecto de Kruijver ha presentado idénticos resultados del primero e incluido controles que ayudan a resolver defectos que se alegaban al anterior.[8] Sin embargo, un reciente estudio de I. Savic y S. Arver, del Departamento de Neurociencia Clínica del Stockholm Brain Institute, realizado con 48 hombres y mujeres heterosexuales y 24 mujeres transexuales (H>M) no pudo confirmar los resultados anteriores.[9] Por otro lado, los resultados muy similares a los dos obtenidos en 1995 y 2000 por el grupo de Swaab, y publicado por investigadores de Estados Unidos y Alemania, dan nuevamente evidencia clara que la transexualidad, manifestada en mujeres transexuales, está asociada con alteraciones cerebrales.[10] Estos resultados se han confirmado por el análisis de reacciones localizadas en el cerebro a través de estudios realizados por electroencefalograma (EEG) y han mostrado que los del grupo transexual H>M fueron similares a los del grupo de mujeres biológicas y heterosexuales, comparado con hombres.[11]

También existen interesantes evidencias en numerosos estudios sobre animales que demuestran que una exposición a hormonas del sexo contrario, durante el desarrollo, puede producir en los animales comportamientos relacionados con el sexo contrario.[cita requerida]

Por otra parte, estudios parecidos han demostrado una fuerte tendencia a la herencia. (Concordance for Gender Identity Among Monozygotic and Dizygotic Twin Pairs. Diamond, M and Hawk, S. American Psychological Association 2004 Annual Meeting. July 28 - August 1, 2004, Honolulu, Hawaii.)[cita requerida].

Objeciones a la investigación de las causas

Muchos profesionales y activistas de los derechos de las personas transexuales consideran "muy racional" la búsqueda de una "causa" de la transexualidad. El supuesto básico en el que se basan es que la transexualidad es un hecho arraigado. Las críticas citan, entre otras cosas, descubrimientos historiográficos y antropológicos que apuntan al hecho de que en diferentes culturas había diferentes conceptos sobre el género, entre los que se incluyen la existencia de tres o más géneros[cita requerida].

El principal argumento contra la búsqueda de una "causa" de la transexualidad es que esto supone asumir a priori la legitimidad de la identidad de género impuesta socialmente, es decir, la que corresponde con los genitales externos. Esto, según los críticos de la investigación, es una controversia que no ha sido probada aún[cita requerida].. Investigaciones históricas muestran que la relación entre los genitales y la identidad de género varía a través de las culturas[cita requerida].. Asumir a priori que una variante es anómala (y que por tanto sus causas deben ser investigadas) distorsiona la visión científica del género y contribuye a la estigmatización[cita requerida].

Muy relacionada con este argumento, existe la creencia de muchas personas de que la transexualidad no es una enfermedad ni un desorden (trastorno) mental y que no debería intentar curarse la transexualidad psicológicamente[cita requerida].

DSMIV y CIE10

El Manual de Diagnóstico Psiquiátrico DSM IV clasifica la transexualidad como Trastornos de la Identidad Sexual [F64], razón por la cual, organizaciones transexuales de todo el mundo se manifestaron públicamente el 16 de octubre de 2009 para que en la revisión del IV Manual Diagnóstico y Estadístico de Enfermedades Mentales de la Asociación Psiquiátrica Americana, (la nueva edición: DSM-5 en mayo del 2013) desaparezca la transexualidad como patología[12]

La CIE-10 define tres trastornos diferentes: trastorno de la identidad sexual de la infancia, transvestismo de rol doble y transexualismo; en el DSM IV, estas tres entidades están recogidas dentro de una misma categoría, denominada trastorno de la identidad sexual. Según el DSM IV la insistencia por parte de un individuo de ser del otro sexo no debe ser considerada delirante. Existen dos componentes en el trastorno de la identidad sexual que deben estar presentes a la hora de efectuar el diagnóstico. Debe haber pruebas de que el individuo se identifica, de un modo intenso y persistente, con el otro sexo, lo cual constituye el deseo de ser, o la insistencia en que uno es, del otro sexo. Esta identificación con el otro sexo no es únicamente el deseo de obtener las supuestas ventajas relacionadas con las costumbres culturales. Deben existir también pruebas de malestar persistente por el sexo asignado o un sentido de inadecuación en el papel de su sexo. El diagnóstico no debe establecerse si el individuo padece una enfermedad física intersexual pues los individuos con trastorno de la identidad sexual tienen genitales normales (en contraste con los genitales ambiguos o el hipogonadismo encontrados en las enfermedades físicas intersexuales, como p. ej., síndrome de insensibilidad a los andrógenos o hiperplasia suprarrenal congénita) . Para efectuar el diagnóstico de trastorno de la identidad sexual deben existir pruebas de malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo. Muchos individuos con trastorno de identidad sexual acaban socialmente aislados. El aislamiento y el ostracismo conducen a una baja autoestima y pueden contribuir a sentir aversión por la escuela y a abandonarla. El rechazo y las burlas de los compañeros producen secuelas frecuentes que persisten en estos niños. Los intentos de suicidio y los trastornos relacionados con sustancias se encuentran frecuentemente asociados a este cuadro. Los adolescentes están predispuestos a sufrir depresión, a presentar ideación suicida. En los adultos puede haber síntomas de ansiedad y de depresión. Los datos de los países más pequeños de Europa, con acceso a las estadísticas de la población total, sugieren que 1 de cada 30.000 varones y 1 de cada 100.000 mujeres desean tratamiento quirúrgico. Los problemas de identidad en los niños y adolescentes no se definen como trastornos mentales en el DSM IV.

Proceso de reasignación de sexo

La mayor parte de las personas transexuales sienten un sufrimiento psicológico y emocional debido al conflicto entre su identidad sexual y el sexo que les ha sido impuesto al nacer. Encuentran como única solución un Proceso de Reasignación de Sexo. Este proceso puede incluir tomar hormonas o someterse a la Cirugía de Reasignación de Sexo para modificar sus características sexuales primarias y secundarias.

La asociación internacional Harry Benjamin (en inglés, Harry Benjamin International Gender Dysphoria Association) publica cada año un manual de estándares especializados de asistencia y tratamiento de la transexualidad.

Requisitos para el tratamiento de reasignación de sexo

En España, para comenzar el tratamiento de reasignación se precisa un informe positivo por parte de un profesional (psicólogo, sexólogo, psiquiatra) en el que reconozca la necesidad de la persona a adoptar el nuevo rol de género y la adaptación de sus caracteres sexuales primarios y secundarios (mediante tratamientos hormonales o cirugías) para conseguir una mejor adaptación a la sociedad y a desenvolverse en ella. En dicho informe se hace constar además que la persona no presenta ningún trastorno mental que la induzca a tomar dicha decisión. El que no se tenga ningún trastorno mental no implica que la transexualidad no sea un problema de salud al que haya que dar respuesta médica, tal como reconoce la OMS.[cita requerida]

Además, se recomienda que la persona pase durante uno o dos años un test de vida real o experiencia de vida real, que consiste en comenzar a vivir de acuerdo a la propia percepción de la identidad sexual, es decir, conforme al rol de género del sexo contrario al que le fue asignado a la persona transexual en el momento del nacimiento.

Este test no siempre es posible, ya que -sin hormonas y sólo mediante maquillaje y ropa- puede complicarse adaptar el físico a la anatomía deseada y pasar inadvertido en sociedad. Para ello, los varones transexuales necesitarán al menos acceder a la terapia hormonal; mientras que la mayoría de las mujeres transexuales -además de una terapia hormonal- también necesitarán eliminar su vello facial, entrenar su voz y, a veces, cirugía facial feminizante.

Tratamiento psicológico

Más que tratamiento psicológico se trata de realizar un seguimiento y acompañamiento a la persona transexual durante su proceso. Es deseable este seguimiento debido a que durante ese primer período se pueden producir muchos cambios, y es necesario el ir asimilándolos al tiempo que ocurren.

También debido a que pueden producirse actitudes de rechazo en el entorno (trabajo, vecindad, familia,...) es función del psicólogo el dotar al sujeto de los mecanismos psicológicos necesarios para sobrellevar estas contingencias.

La necesidad de tratamiento psicológico se subraya también debido tanto al alto índice de problemas de salud, incluidos la depresión, ansiedad y diferentes adicciones, como a la gran tasa de suicidios entre la población transexual que no ha podido acceder al tratamiento. Muchos de estos problemas, en la mayoría de los casos, desaparecen o se reducen significativamente tras el proceso.

Muchos activistas transexuales y especialistas defienden que estos problemas normalmente no están relacionados con su identidad sexual, sino con los problemas que surgen por la discriminación social que sufren. También se piensa que estos problemas son diagnosticados más habitualmente en personas transexuales que en la población no transexual porque los primeros tienen que pasar obligatoriamente por las manos de un profesional para obtener el aprobado que les facilite el acceso a la terapia hormonal y a la cirugía, mientras que el resto de población no visita con tanta regularidad a los profesionales de la salud mental.[cita requerida]

Terapia hormonal sustitutiva

Tanto para las mujeres como para los varones transexuales la Terapia Hormonal Sustitutiva (THS) provoca el desarrollo de algunos de los caracteres sexuales secundarios del sexo deseado. Sin embargo, muchos de los preexistentes caracteres sexuales primarios y secundarios no pueden desaparecer mediante la THS. Por ejemplo, el pecho crecerá en las mujeres transexuales, pero no desaparecerá en los varones transexuales. El [vello] facial de los varones transexuales crecerá, pero normalmente no dejará de hacerlo para las mujeres transexuales[cita requerida].

Sin embargo, algunos caracteres (como la distribución corporal de la grasa y los músculos así como la menstruación en los varones transexuales) pueden ser revertidos mediante el tratamiento hormonal. Desgraciadamente, algunos de esos caracteres que pueden ser reversibles, volverán a aparecer al cesar el tratamiento hormonal, a no ser que una castración quirúrgica haya tenido lugar.

Además, especialmente en las mujeres transexuales, pero también en algunos varones transexuales, se precisa de la cirugía para un resultado físico satisfactorio. Las mujeres transexuales a menudo requieren depilación intensiva para hacer desaparecer el vello facial, y, en su caso, el corporal.

La terapia hormonal dura toda la vida[cita requerida].

Cirugía de reasignación de sexo (CRS)

La cirugía de reasignación de sexo consiste en procesos quirúrgicos que las mujeres y los varones transexuales llevan a cabo para armonizar su sexo anatómico con su identidad sexual. Puede centrarse en los genitales, denominada cirugía de reconstrucción genital, y en la que se pueden distinguir operaciones como la vaginoplastia, la metadoioplastia o la faloplastia. Pero también existen operaciones femenizantes o masculinizantes de caracteres sexuales no genitales, como puede ser una cirugía facial o una mastectomía.

La cirugía es muy cara, y excepto en los casos de España en las Comunidades Autónomas de Extremadura, Andalucía, Madrid, Aragón y Cataluña no está cubierta por la Seguridad Social o por los seguros médicos privados en todos los lugares. El precio varía notablemente, dentro del ámbito de la medicina privada. En España, la operación de vaginoplastia cuesta entre 12.000 y 18.000 €; mientras que la faloplastia es mucho más cara y puede alcanzar un precio de entre 24.000 y 36.000 €.

En otros países, los precios oscilan desde cifras similares en Canadá, Estados Unidos y la Unión Europea; a la mitad en Tailandia, e incluso menos en algunos países latinoamericanos.

En ningún caso se deberá asumir que un precio más elevado es una garantía de una mejor intervención, y es recomendable informarse bien y comparar resultados antes de tomar una decisión.

No todas las personas transexuales se someten a la cirugía de reasignación de sexo (bien por el alto coste de la operación, bien por riesgos médicos o por razones personales), a pesar de que vivan permanentemente en el rol de género del sexo con el que se identifican.

Reversibilidad

Generalmente, si una persona que ha realizado el proceso quiere revertirlo es debido a que hubo un mal diagnóstico psicológico.[cita requerida] Es tan malo someterse al proceso sin necesitarlo como no hacerlo necesitándolo.[cita requerida]

También puede darse casos de deseo de reversión si una persona transexual ha sufrido un gran rechazo en su entorno a su cambio y no ha podido aguantar la presión social. En estos casos se suele volver a intentar más tarde porque se vive entre la necesidad y el miedo al rechazo social.

Aspectos sociales y legales

En España no se han realizado estudios sobre la prevalencia de la transexualidad en la población. Por ello, para poder establecer una cifra aproximada, debemos utilizar los datos del estudio realizado por Bakker, Van Kesteren, Gooren y Bezemer en Países Bajos en 1993 y realizar una extrapolación de las cifras, y que se han comprobado en 2007 para la Bélgica: la prevalencia es una persona transexual en 19.000 habitantes en todo el país (1:12.900 para mujeres transexuales y 1:33.800 para hombres transexuales), pero con diferencias significativas entre zonas urbanas (Bruselas) y más rurales, y entre Flandres y Walonia[13] Sin embargo, las cifras calculadas para el año 2011 por "gires - the Gender Identity Research and Education Society" del Reino Unido, muestran una prevalencia actual y futura mucho más alta de personas que podrían mostrar una disforia de género[14]

Según el INE, en enero de 1998 la población española estaba formada por 39.852.651 personas, de las cuales 19.488.465 eran varones y 20.364.186 eran mujeres. El 90'62% del total de la población tenía más de 15 años, y si sólo consideramos la población mayor de 15 años y extrapolamos los datos del estudio holandés, la estimación de personas transexuales en España es de 2.087 personas, de las cuales habrá 1.408 mujeres transexuales y 607 varones transexuales.[15]


En el terreno legal y social, las personas transexuales suelen reivindicar dos derechos. Uno, mayor facilitad para modificar el sexo legal y, por otro lado, la cobertura sanitaria integral.

Sexo legal

Las personas transexuales que han comenzado a vivir en el rol de género del sexo con el que se sienten identificados suelen tener muchas dificultades a la hora de identificarse con documentos oficiales. Para ellos, ya que su documento de identidad indica un sexo legal diferente al que muestra su apariencia física, se complican desde gestos tan cotidianos como utilizar la tarjeta de crédito o comprar un billete de avión hasta gestiones tan básicas como acceder a un puesto de trabajo.

En España, la ley 3/2007, de 15 de marzo, reguladora de la rectificación registral de la mención relativa al sexo de las personas[16] permite el cambio de la mención de sexo en los documentos oficiales, incluyendo el registro civil y el D.N.I.. siempre que se cumplan los requisitos expuestos en la ley, es decir tener la nacionalidad española, ser mayor de edad y poseer capacidad suficiente, acreditada por los correspondientes informes médicos.

El cambio se realiza por vía administrativa presentando en el registro civil correspondiente al lugar de residencia del interesado una solicitud acompañada de la documentación correspondiente.

Asistencia sanitaria integral

Se trata de la reivindicación histórica de la comunidad transexual. En 1989, ya el Parlamento Europeo instaba a los estados miembro el posibilitar el acceso a las personas transexuales a una asistencia sanitaria integral, cosa que en España de momento no se ha cumplido más que en la comunidad andaluza, que dispone de una unidad especializada en el hospital Carlos Haya de Málaga, y en la comunidad de Madrid en el Hospital Ramon y Cajal.

Transfobia

Artículo principal: Transfobia

Probablemente, una de las grandes luchas pendientes para la comunidad transexual es la lucha por concienciar a la población de que la transexualidad no es una amenaza ni una aberración ni una enfermedad, es decir, la lucha contra la discriminación que genera la transfobia: el odio, miedo irracional o desprecio hacia las personas transexuales.

La transfobia tiene muy diferentes manifestaciones. Puede darse en el terreno laboral, en el contexto familiar, en el social o incluso en la misma persona transexual que no se acepta a sí misma. Sea cual sea la forma en que se manifieste, la base de la transfobia siempre es la negación de la identidad sexual de las personas transexuales, el prejuicio de que por haber nacido con los genitales del otro sexo "no son realmente mujeres" (las mujeres transexuales) o "no son verdaderamente hombres" (los hombres transexuales): cuando se acepta que sexo de una persona es su sexo psicológico, que son mujeres u hombres exactamente igual que el resto de mujeres y hombres, deja de verse con rechazo, desprecio u odio el que una mujer (transexual) viva como la mujer que es o un hombre (transexual) viva como el hombre que es.

En esta batalla, la comunidad que defiende los derechos de estas personas ha instaurado el 17 de mayo como Día mundial tanto contra la homofobia como contra la transfobia.

El movimiento transexual

A medida que se han articulado asociaciones en defensa de sus derechos, los términos se han ido definiendo y aclarando con mayor precisión. Actualmente, el movimiento sigue en desarrollo dentro de asociaciones de personas homosexuales, pero también con una fuerte tendencia a formar organizaciones independientes e, incluso, asociaciones específicas para varones transexuales unas, y otras para las mujeres transexuales.

Transexualidad y homosexualidad

Los varones y las mujeres transexuales presentan la misma variedad de orientaciones sexuales que presentan las personas no transexuales[cita requerida]. Es decir, existen mujeres transexuales bisexuales, homosexuales, heterosexuales o asexuales; así como varones transexuales, bisexuales, homosexuales, heterosexuales o asexuales.

Es decir, la transexualidad está relacionada con la identidad sexual -el sexo con el que el individuo se identifica-, mientras que la homosexualidad se relaciona con la orientación sexual -el sexo por el que el individuo siente atracción sexual[cita requerida].

Sin embargo, incluso hoy en día se siguen confundiendo ambos términos, como ocurría hace décadas. Textos médicos anticuados describían la orientación sexual en relación con el sexo asignado, no con el sexo de identificación; en otras palabras, refiriéndose a una transexual de varón-a-mujer que se sentía atraída por varones, como "un transexual masculino homosexual"[cita requerida].

De nuevo, hay que decir que este uso confuso de los términos es científicamente inexacto y clínicamente insensible hoy en día, y una persona como la descrita sería llamada actualmente y ella misma se consideraría una "mujer transexual heterosexual".

Crítica a la transexualidad desde el feminismo

Desde un sector transfóbico[cita requerida]. del feminismo, principalmente el feminismo lésbico, se ha criticado a la transexualidad, considerándola como "una forma de perpetuar los roles de género y el heterosexualismo" (exigiendo a las mujeres transexuales una negación de los roles de género que no se exigen al resto de mujeres, y olvidando que hay mujeres transexuales lesbianas y hombres transexuales gays). Desde estas posición ha destacado especialmente Sheila Jeffreysquien considera (despreciando los sentimientos y la necesidad de las mujeres y hombres transexuales de adecuar sus genitales a su sexo psicológico[cita requerida]) a la cirugía de reasignación de sexo como una forma de "auto-mutilación" y "sadomasoquismo",[17] y opina que es consecuencia de la desigualdad de las mujeres, de la violencia masculina y de la opresión lésbica;[18] sus planteamientos sobre el tema son desarrollados en la obra Unpacking Queer Politics: A Lesbian Feminist Perspective. Un análisis similar ha sido realizado por Janice G. Raymond en su ensayo The Transsexual Empire: The Making of the She-Male.

La transexualidad en la juventud

Los individuos pueden hacerse conscientes de su identidad sexual en muchas etapas diferentes de su vida.[cita requerida].En la mayor parte de los casos, la condición transexual se hace aparente en algún momento de la infancia, a veces en la infancia más temprana, en la que el niño o la niña puede expresar un comportamiento incongruente o una insatisfacción relacionada con el sexo asignado.[cita requerida].

La mayor parte del tiempo, sin embargo, estos niños intentan ocultar su ser diferente tan pronto como experimentan un rechazo como consecuencia de sus diferencias[cita requerida].

El descubrimiento

Las personas con TIG comienzan a ser conscientes y a sufrir este trastorno a partir de los cinco años, donde encuentran los primeros conflictos, situaciones de sufrimiento personal y problemas de adaptación, como consecuencia de la disociación entre su aspecto externo y el sentimiento de pertenencia al sexo opuesto
Dr. Francisco Giraldo cirujano plástico de la Unidad de Trastornos de Identidad de Género (UTIG) de Andalucía, Entrevista de María Jesús Ribas, EFE

Puesto que la transexualidad no está ampliamente aceptada en muchos países, la juventud transexual puede pensar que necesita resignarse al sexo asignado al nacer hasta que encuentre un momento apropiado para revelar a sus padres su identidad sexual -algo comprensible, puesto que los padres tienen una gran influencia en la vida de sus hijos.[cita requerida].

Algunos padres pueden reaccionar negativamente mientras otros pueden mostrarse receptivos. La juventud transexual también afronta muchas dificultades cuando se trata de obtener tratamiento médico para su condición. Los psiquiatras y los endocrinos son bastante reacios a dar tratamiento hormonal a jóvenes transexuales menores de 16 años, y conseguir la cirugía de reasignación de sexo es casi imposible.[1]

La seguridad del niño/a

Sólo en los últimos años, algunos niños y niñas transexuales han recibido asistencia y, en su caso, tratamiento médico, así como la posibilidad de cambiar su rol social. (Especialmente en Reino Unido y Países Bajos[19] )

Las familias con un niño, que se pueda identificar ya como miembro "del sexo opuesto", y que decida cambiar su rol de género mediante el vestido o el comportamiento, pueden decidir respetar la decisión del niño y mudarse a otra área o ciudad a fin de proporcionar al menor la mejor oportunidad de vivir en el rol de género deseado entre nuevos compañeros y en una nueva comunidad. Esto ayuda a evitar rechazos, abusos y acosos por parte de los sectores intolerantes de la sociedad.[1]

Gwen Araujo, de Newark, California, era una joven que intentó vivir como mujer, el sexo opuesto al que le habían asignado al nacer. Fue víctima de violentos crímenes que acabaron con su muerte, tras asistir a una fiesta en la que su sexo de nacimiento fue revelado.[20]

Películas como Ma Vie En Rose (1997), de Alain Berliner, o la película documental Creature (1999), de Parris Patton, describen escenarios de la transexualidad infantil.

La decisión de una mudanza, sin embargo, depende mucho del ambiente social y de la forma de manejar la situación de los cuidadores y de otros adultos. Hay también varios casos en donde no se considera necesaria una relocalización, especialmente en Europa Occidental.

Pubertad

La pubertad es especialmente difícil para los jóvenes transexuales ya que, mientras otros púberes se sienten excitados por sus cambios corporales y encantados con su crecimiento, los jóvenes transexuales llegan a quizás el peor estado de desarrollo anatómico de sus vidas: aquel que acentúa los caracteres sexuales que no corresponden con el sexo con el que se identifican.

Para empeorarlo, muchos endocrinólogos insisten en que las personas transexuales deben pasar la pubertad antes de que se les prescriba la terapia hormonal que podría haber prevenido la masculinización o femenización de su anatomía[cita requerida]. Debido a esto, las personas transexuales deben someterse a difíciles procesos que podrían simplificarse mucho más con una intervención temprana.[cita requerida].

Durante la pubertad, además, algunas transexuales femeninas intentan autocastrarse, a menudo sin éxito, y automedicarse. Ambas opciones se consideran extremadamente peligrosas[cita requerida].

Véase también

Referencias

  1. a b c Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (2002), Trastornos de identidad de genero : Guía clínica para el diagnostico y tratamiento, SEEN.
  2. Evangelical Alliance report (2000) Transsexuality
  3. Sarah Seton M.D.(1991), An Open Letter to Physicians
  4. La atribucion de identidad sexual y sus complejidades, Capitulo 8 del libro Paradojas de la sexualidad masculina, Silvia Bleichmar ,Buenos Aires : Paidós, 2006, ISBN 978-950-12-4251-5
  5. Sherry B Ortner; Harriet Whitehead, Sexual meanings, the cultural construction of gender and sexuality , Nueva York,Cambridge University Press, 1981, ISBN 978-0-521-28375-5
  6. David D Gilmore, Hacerse hombre:concepciones culturales de la masculinidad, Barcelona : Paidós,1994, ISBN 978-84-493-0084-4
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Bibliografía

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