Ataque a Pearl Harbor

Ataque a Pearl Harbor
Ataque a Pearl Harbor
Parte de la Guerra del Pacífico de la Segunda Guerra Mundial
USSArizona PearlHarbor.jpg
El USS Arizona ardió durante dos días tras ser bombardeado; partes del barco fueron recuperadas.
Fecha 7 de diciembre de 1941
Lugar Pearl Harbor, HawáiBandera de los Estados Unidos
Resultado Victoria táctica japonesa.
Estados Unidos declara la guerra a Japón.
Alemania e Italia declaran la guerra a Estados Unidos.
Beligerantes
Bandera de los Estados Unidos Estados Unidos Bandera de Japón Imperio del Japón
Comandantes
Bandera de los Estados Unidos Husband E. Kimmel
Bandera de los Estados Unidos Walter Short
Bandera de Japón Chuichi Nagumo
Bandera de Japón Isoroku Yamamoto
Fuerzas en combate
8 acorazados
6 cruceros
29 destructores
9 submarinos,
390 aviones
6 portaaviones
2 acorazados
3 cruceros
9 destructores
441 aviones
5 minisubmarinos
Bajas
3.403 muertos
5 acorazados hundidos
3 dañados
3 cruceros hundidos
3 destructores hundidos
188 aviones destruidos
155 aviones dañados
29 aviones destruidos
55 aviadores muertos
5 minisubmarinos hundidos
9 marinos muertos
1 prisionero.

El ataque a Pearl Harbor fue ejecutado por la Armada Imperial Japonesa en la mañana del 7 de diciembre de 1941. El ataque sorpresa a Pearl Harbor, en la isla de Oahu en Hawái, fue dirigido contra la Flota del Pacífico de la Armada de los Estados Unidos y las fuerzas aéreas que defendían la zona.

El almirante Isoroku Yamamoto planeó el ataque como el inicio de la Campaña del Pacífico de la Segunda Guerra Mundial.

El objetivo del ataque, dirigido por el vicealmirante Chuichi Nagumo, era neutralizar la flota enemiga por un largo período, con el objetivo de ocupar las colonias occidentales en el sudeste de Asia, para poder romper el embargo económico al que Japón estaba siendo sometido desde el año anterior. Una vez debilitados los Estados Unidos militarmente, Japón buscaría negociar la paz con condiciones favorables. El Alto Mando japonés deseaba evitar una guerra larga, pero aunque el Imperio Japonés salió victorioso en la acción, no logró obtener una victoria decisiva.

El ataque destruyó 13 buques de guerra y 188 aeronaves, y mató a 2.403 militares y 68 ciudadanos estadounidenses. Sin embargo, los tres portaaviones estadounidenses de la Flota del Pacífico no estaban en el puerto y por lo tanto no fueron atacados. La flota estadounidense en el Pacífico tardó en recuperarse entre seis meses y un año. Los japoneses perdieron 64 militares.

Después del ataque, el presidente Franklin Delano Roosevelt declaró la guerra a Japón, y cuatro días después, Hitler declaró la guerra a los Estados Unidos. La opinión pública estadounidense vio el ataque como un acto de traición, y la fuerza aislacionista perdió el apoyo popular, que se volcó fuertemente a favor de la guerra contra las Potencias del Eje.

Contenido

Antecedentes

Motivación del ataque

Desde la Primera Guerra Chino-Japonesa, en 1895, el ejército japonés dirigió sus miras a China en busca de recursos, presionando al gobierno japonés para su pronta ocupación. La resistencia europea, especialmente rusa, a compartir el "melón chino" despojó a Japón de algunas de las ganancias obtenidas en la guerra.[1] Japón respondió atacando por sorpresa a la flota rusa en Port Arthur, dando inicio a la Guerra Ruso-Japonesa, en 1905. El pequeño país asiático logró vencer al imperio más grande del mundo, y afianzó su posición en China.

La Gran Depresión generó pobreza en el campo y desempleo en las ciudades. Aunque surgieron movimientos de izquierda y de trabajadores, más importantes fueron los movimientos nacionalistas. Muchos jóvenes, molestos por los escándalos de corrupción, se unieron al Ejército y la Armada, al ser incapaces de apoyar una revuelta comunista contra el Emperador.[2] Estos jóvenes oficiales llegaron a constituir un poder político opuesto al gobierno civil, cada vez más independiente de este último, llegando a asesinar al Señor de la guerra Zhang Zuolin, en 1928, y hasta invadir Manchuria, en 1931, sin notificar al gobierno de Tokio.

La flota japonesa se movilizó sin ser detectada, rumbo a Pearl Harbor.
Almirante Isoroku Yamamoto.

El inicio de la Segunda Guerra Chino-Japonesa, en 1937, generó roces entre el Imperio Japonés, los Estados Unidos y el Imperio Británico. Los Estados Unidos y el Reino Unido reaccionaron ante las acciones militares del Japón en China imponiendo un embargo de metal en bruto seguido por uno de petróleo, además, enviaron ayuda militar encubierta al gobierno del Kuomintang. Cuando Japón ocupó la Indochina, colonia francesa en 1940, las potencias occidentales respondieron con una congelación de bienes y el cierre del canal de Panamá para naves japonesas. El petróleo era especialmente importante para Japón, pues carecía de recursos petrolíferos propios.

Estas medidas amenazaban con estrangular la economía nipona, por lo que se iniciaron negociaciones diplomáticas para levantarlas. Las negociaciones diplomáticas alcanzaron su punto culminante con la Nota de Hull el 26 de noviembre de 1941, la cual fue descrita por el primer ministro Hideki Tōjō como un ultimátum, ya que se les solicitaba salir de China. Los estadounidenses declararon después de la guerra que no incluían a Manchuria dentro del término China, pero esto no fue claro para Tojo, que consideró que solicitar la salida de Manchukuo, (Manchuria), era un insulto.[3]

Los líderes japoneses decidieron que sólo les quedaban dos opciones: ceder ante las demandas de los Estados Unidos y el Reino Unido y retirarse de China, o aumentar las dimensiones del conflicto e intentar adquirir las fuentes de petróleo del Sudeste asiático. Retrasar la decisión sólo debilitaría la posición japonesa. Finalmente se decidieron por ir a la guerra.

Planificación del ataque

Durante los años 30, la estrategia japonesa para una eventual guerra con los Estados Unidos consistía en permitir que la Armada estadounidense realizase el primer movimiento. Submarinos japoneses deberían hostigar a la flota estadounidense desde Pearl Harbor, disminuyendo la capacidad ofensiva de la misma. Los restos de las fuerzas navales estadounidenses serían destruidos en una gran batalla naval entre Saipán e Iwo Jima.[4]

En agosto de 1939, el almirante Isoroku Yamamoto fue designado Comandante de la Flota Combinada del Pacífico. En la primavera de 1940, Yamamoto decidió modificar el plan de guerra después de observar el progreso en las maniobras de portaaviones. Yamamoto sugirió que un único y fulminante ataque contra Hawái era una alternativa para intentar destruir la flota enemiga en el Pacífico, y ocupar las colonias europeas y estadounidenses de Asia y Oceanía mientras los estadounidenses reconstruían la flota. El almirante Yamamoto predijo con gran precisión que el Reino Unido, Francia y los Países Bajos no contaban con fuerzas para defender sus colonias debido a la guerra paralela en Europa.

Una estrategia similar, de un único ataque sorpresivo y decisivo, fue la que utilizó el almirante Heihachirō Tōgō, un héroe japonés, cuando atacó sin declaración de guerra a la flota rusa en Port Arthur, dando inicio a la guerra Ruso-Japonesa. Dicho ataque permitió que Japón tuviera la superioridad naval durante el resto de la guerra.

Un precedente más cercano se encontraba en la batalla de Tarento, donde unos cuantos biplanos Swordfish ingleses lanzaron un ataque desde un portaaviones, comandado por el almirante Andrew Browne Cunningham, mucho más cercano a los objetivos que la base principal británica en Alejandría, inhabilitando a la mitad de la flota italiana y forzando su retirada a Nápoles.

Yamamoto envió una delegación naval a Italia, que concluyó que una versión más grande y mejor apoyada que la brillante maniobra de Cunningham podría forzar a la flota estadounidense a retirarse hasta California, dando tiempo para alcanzar la "Gran Esfera de Co-Prosperidad del Sudeste Asiático", lo que implicaría tomar el control de las reservas petroleras de las Indias Orientales Holandesas, que permitiría incrementar la capacidad defensiva. Más importante aún, la delegación regresó a Japón con el secreto de los torpedos de poca profundidad que los ingenieros de Cunningham habían ideado.

A inicios de febrero de 1941, Yamamoto solicitó, de manera no oficial, al almirante Takijiro Onishi, Jefe del Estado Mayor de la 11ª Flota Aérea, que estudiara la posibilidad de realizar un ataque con portaaviones contra Hawái. Onishi se dirigió a su vez al legendario Minoru Genda, cuya opinión era altamente respetada debido a los resultados brindados por sus cazas en la guerra con China.

Genda determinó que el plan tenía posibilidades de éxito, pero era muy arriesgado. Esto fue suficiente para Yamamoto, que ordenó al capitán Kameto Kuroshima que organizara un plan detallado. Kuroshima entregó posteriormente un plan bautizado Operación Kuroshima, donde se indicaba que era necesario que la flota enemiga se encontrase en Hawái en el momento del ataque y que también era necesario que la flota de portaaviones nipona llegase hasta la base naval enemiga sin ser detectada. Yamamoto era consciente de lo arriesgado de su ataque y declaró:

Si fallamos, es mejor que finalicemos la guerra.

En abril, la Operación Kuroshima fue renombrada Operación Z, haciendo referencia a la bandera Z utilizada por el almirante Togo para indicar el inicio del ataque japonés en la decisiva batalla de Tsushima.

El contraalmirante Ryunosuke Kusaka, Jefe del Estado Mayor de la 1ª Flota Aérea, recibió las notas de la operación para que lo utilizase como plan operacional. Kusaka decidió reescribir el plan con la ayuda de los comandantes Tamotsu Oishi y Minoru Genda, quien ya había estudiado la viabilidad del mismo.

A inicios de septiembre, los estrategas de la Armada Imperial Japonesa entregaron los planes detallados de la operación. La decisión de usar cuatro portaaviones en lugar de seis fue polémica y generó la protesta de varios altos oficiales. El contraalmirante Tamon Yamaguchi, comandante de los dos portaaviones que habían quedado excluidos, el Hiryu y el Soryu, no sólo no se conformó con protestar ante el vicealmirante Chuichi Nagumo, sino que al rehusar éste último a acceder, Yamaguchi le aplicó una llave alrededor del cuello. La intervención de Kusaka logró calmar los ánimos, pero Yamaguchi no sufrió ningún perjuicio por su actuación. Días después, Nagumo decidió finalmente incluir los dos portaaviones de Yamaguchi.

El comandante de bombarderos del portaaviones Akagi, Mitsuo Fuchida, recibió el mando de todos los bombarderos de todos los portaaviones.

El entrenamiento para el ataque a Pearl Harbor se realizó en la isla Kyushu.

El ataque dependía de los torpedos, pero las armas de la época requerían de aguas profundas cuando eran lanzados desde el aire. El capitán Fumio Aiko diseñó un nuevo torpedo, Torpedo tipo 91, que podía ser arrojado en aguas poco profundas. Este torpedo causó la mayoría de los daños a las naves estadounidenses. Los técnicos de armas japoneses también produjeron bombas especiales de penetración de blindaje, al incorporar aletas en proyectiles navales de 14 y 15 pulgadas. Lanzadas desde 10.000 pies (~ 3000 m), serían capaces de penetrar las cubiertas blindadas de los destructores y cruceros estadounidenses estacionados en Pearl Harbor.

El 5 de noviembre de 1941, Yamamoto emitió una orden secreta, de 151 páginas, donde se indicaba la estrategia a seguir para invadir las colonias británicas y estadounidenses en el Lejano Oriente, mientras se realizaba el ataque a Pearl Harbor.

Poco después, Yamamoto emitió una nueva orden, fijando el 8 de diciembre como la fecha de inicio de operaciones. En Hawái sería domingo 7, y la inteligencia nipona había informado de que la flota estadounidense permanecía en Pearl Harbor los domingos. Se aclaró que en caso de que la diplomacia rindiera resultados, el ataque debería ser cancelado de inmediato.

Labor de Inteligencia

Al iniciarse la guerra en Europa, el mayor Kumao Imoto fue enviado al sudeste de Asia. Imoto realizó el primer bosquejo de planes de invasión de Hong Kong y Singapur, colonias británicas. También se enviaron oficiales a Sumatra, Java y las Filipinas, pero aunque no se obtuvieron muchos detalles para realizar un plan de ataque práctico, se determinó que la mayoría de la población buscaba librarse de la dominación occidental. En 1941, Yamamoto envió a Takeo Yoshikawa a Hawái, para recolectar información sobre la base naval de Pearl Harbor.

A partir de informes de inteligencia, Kusaka decidió que la flota atacante debería seguir una ruta ubicada 800 kilómetros al norte de Pearl Harbor y 800 kilómetros al sur de Dutch Harbor, ya que estas latitudes no estaban dentro del alcance de las patrullas enemigas y ningún navío circulaba por allí en invierno. De esta manera, Kusaka esperaba que la flota de portaaviones avanzase desde el norte hacia Pearl Harbor sin ser detectada.

A inicios de 1941, el capitán Shigeharu Asaeda fue enviado a Tailandia, un reino independiente, para estudiar la frontera con Birmania, colonia británica. Asaeda determinó que Tailandia era clave para capturar Birmania, y su información fue útil para la eventual invasión de Tailandia, que se realizó casi sin lucha. Luego, el coronel Masanobu Tsuji sobrevoló Malasia, colonia británica, el 22 de octubre, reportando la presencia de importantes aeródromos enemigos. Dos divisiones, la 5ª y la 18ª, fueron destinadas para capturarlos.

Estado de preparación de Estados Unidos

El "Canal de los Destructores" presentó una concentración vulnerable de blancos.

Las fuerzas estadounidenses de inteligencia civil y militar reunieron entre ambas información suficiente para anticipar la agresión japonesa semanas o tal vez meses antes del ataque. Hubo numerosas advertencias para las fuerzas armadas en Pearl Harbor el día del ataque. Estas fuentes de información hubieran podido aumentar el nivel de alerta y hacer que el ataque hubiese sido un fracaso o por lo menos no tan dañino.

De alguna manera, el Dr. Ricardo Rivera Schreiber, diplomático peruano en Tokio, se enteró de los planes contra Pearl Harbor. El 27 de enero de 1941, el embajador estadounidense en Japón, Joseph Grew, informó que el Dr. Rivera Schreiber había informado acerca de un ataque sorpresa contra Hawái. La Inteligencia Naval estadounidense desestimó esta información, basándose en la ubicación actual de la flota nipona.

Desde noviembre del año 1940, el espionaje estadounidense conocía la clave secreta nipona, permitiéndole descifrar mensajes diplomáticos y militares entre Tokio y su consulado en Honolulú, acerca de la situación de Pearl Harbor, la isla de Oahu y la escuadra del Pacífico estadounidense.

El Ejército y la Marina estadounidenses habían interceptado varios mensajes significativos pero la distribución de esta información fue incompleta, contradictoria o insuficiente. Se enviaron avisos a las fuerzas estadounidenses en el océano Pacífico durante noviembre de 1940. A pesar de la creciente información insinuando una nueva fase de agresión japonesa, hubo poca información específica sobre Pearl Harbor.

Los comandantes estadounidenses fueron advertidos de que el lanzamiento de torpedos en aguas poco profundas era posible, pero no apreciaron completamente el peligro planteado por los torpedos secretos japoneses. Pensando que Pearl Harbor tenía defensas naturales ante ataques de torpedos, la Marina estadounidense decidió que era innecesario proteger adicionalmente el puerto con redes y desconcertadores de torpedos. Debido a una escasez de aviones, no se patrullaba el puerto con mucha frecuencia y en el momento del ataque, el ejército estaba entrenando en lugar de estar en alerta. La mayoría de las armas defensivas estaban guardadas y sin munición, ya que ésta se almacenaba en otras armerías. Para no ofender a los propietarios de las armas, los oficiales no las dejaron dispersas en propiedad privada.

Rompiendo negociaciones

Bombarderos japoneses preparándose para despegar.

Parte de los planes japoneses para el ataque incluía el romper negociaciones con los Estados Unidos 30 minutos antes del ataque. Diplomáticos de la embajada japonesa en Washington, incluyendo al embajador japonés, almirante Kichisaburo Nomura y al representante especial Saburo Kurusu, habían estado conduciendo extensas charlas con el Departamento de Estado acerca de las reacciones de los Estados Unidos al movimiento japonés sobre Indochina en el verano.

Justo antes del ataque, un largo mensaje fue enviado a la Embajada desde la Oficina de Relaciones Exteriores en Tokio (codificado con la máquina criptográfica PURPLE), con instrucciones de enviarlo al secretario de Estado Cordell Hull poco después de que el ataque planeado empezara (13:00 horas de Washington). Debido a las demoras en el descifrado y la transcripción, el personal de la Embajada no pudo cumplir con sus instrucciones. El largo mensaje de ruptura de las negociaciones fue enviado mucho después de que el ataque empezara.

Los registros japoneses admitidos como evidencia en una audiencia del Congreso mostraron que los japoneses no habían siquiera escrito una declaración de guerra hasta después que oyeron noticias del ataque exitoso a Pearl Harbor. La declaración de guerra de dos líneas finalmente fue entregada al embajador Grew unas diez horas después que finalizara el ataque. Se le permitió enviarla al gobierno de Estados Unidos donde fue recibida el lunes por la tarde.

Estados Unidos había descifrado ambas partes del mensaje final mucho antes que la Embajada japonesa hubiera terminado. El decodificar la segunda parte fue lo que llevó al general George Marshall a enviar su famosa advertencia a Hawái esa mañana, la cual terminó siendo entregada por un joven mensajero japonés-estadounidense, al general Walter Short en Pearl Harbor varias horas después de la finalización del ataque. El retraso se debió a que el general Marshall había salido de maniobras cuando la Marina pidió usar el sistema de comunicación del Ejército y a las dificultades con las comunicaciones del Ejército, por lo que fue finalmente transmitido por cable comercial y de alguna manera perdió carácter de urgente.

Fuerzas japonesas

El 16 de noviembre, la flota que debía atacar Pearl Harbor, la Kidō Butai, se reunió a la entrada del mar de Seto. Estaba formada por:

La flota partió siguiendo rutas separadas hacia la isla Iturup en las Kuriles. De allí partieron hacia Hawái.

El ataque

Explosión de un torpedo en el USS West Virginia, visto desde un avión japonés.

Los primeros disparos estadounidenses de la II Guerra Mundial y las primeras bajas del ataque a Pearl Harbor ocurrieron cuando el Ward atacó y hundió un minisubmarino a las 06:37. Cinco minisubmarinos de la clase Ko-hyoteki planeaban atacar naves estadounidenses con torpedos después del comienzo del bombardeo aéreo. Ninguno de estos cinco submarinos regresó sano y salvo a su base, y solamente los restos de cuatro de ellos habían sido hallados. En el año 2002 se localizó el submarino que hundió el Ward. Del total de diez tripulantes de los cinco submarinos, nueve murieron y el único sobreviviente, Kazuo Sakamaki, fue capturado, siendo el primer prisionero de guerra de los estadounidenses en la II Guerra Mundial. Un reciente análisis fotográfico del Instituto Naval de los Estados Unidos indica como muy probable que un minisubmarino lograra entrar a puerto y disparar con éxito un torpedo al West Virginia. Se desconoce la disposición final de este submarino.[5]

Las dos oleadas del ataque aéreo japonés se aproximaron desde direcciones diferentes. El radar estadounidense que los detectó a una distancia de 200 millas (320 km) estaba en el extremo superior de este mapa.

En la mañana del ataque, la estación de radar "Opana Point" del Ejército estadounidense detectó a la fuerza japonesa, pero la alerta fue confundida con la prevista llegada de aviones estadounidenses B-17 y fue descartada. Algunos navíos comerciales pudieron haber informado de tráfico "inusual" de radio. Numerosos aviones estadounidenses fueron derribados a medida que el ataque se aproximaba; al menos uno de ellos transmitió por radio una alerta algo incoherente. Otras alertas estaban aún siendo procesadas o en espera de confirmación cuando comenzó el ataque.

El ataque a Pearl Harbor empezó a las 7:53 del domingo, 7 de diciembre, hora de Hawái, es decir, a las 3:23 del 8 de diciembre, hora de Japón. Los aviones japoneses atacaron en dos oleadas; un total de 353 aviones llegaron a Oahu. La primera oleada era conducida por Mitsuo Fuchida.

Los vulnerables aviones torpederos encabezaron la primera oleada de 183 máquinas, aprovechando los primeros momentos de sorpresa para atacar lo que se esperaba fueran portaaviones y acorazados, mientras que los bombarderos atacaban en picado las bases aéreas estadounidenses en Oahu, comenzando por Hickam Field, la más grande, y Wheeler Air Field, la principal base de aviones de caza. Los 170 aviones de la segunda oleada atacaron Bellows Field y Ford Island, una base aeronaval y de infantería de marina en el centro de Pearl Harbor. La única oposición provino de aviones P-36 Hawk y P-40 Warhawk que realizaron 25 salidas y del fuego de la artillería naval antiaérea.

Minisubmarino varado en Oahu.

Los tripulantes de los barcos despertaron con el sonido de las bombas y los gritos de "Equipos de incendio y rescate tomen posición" y "Todos a cubierta, nos bombardean". A pesar de la falta de preparación, que incluía depósitos de municiones cerrados y aviones agrupados, hubo personal militar estadounidense que prestó servicios distinguidos durante la batalla. El contraalmirante Isaac C. Kidd y el capitán Franklin Van Valkenburgh, comandante del Arizona, se precipitaron al puente de ese navío para dirigir las operaciones de defensa, hasta que ambos resultaron muertos por la explosión de la santabárbara (depósito donde se almacena la munición en las embarcaciones) de proa causada por una bomba antiblindaje, que estalló junto a una de las torretas de la batería principal de cañones de proa. A ambos se les galardonó a título póstumo con la Medalla de Honor. Durante el ataque, el alférez Joe Taussig puso a su navío, el Nevada, en línea de navegación desde un arranque en frío. Un destructor logró ponerse en marcha con sólo cuatro oficiales a bordo, todos ellos alféreces, ninguno de los cuales contaba con más de un año de servicio. Esta nave operó en el mar durante cuatro días hasta que su comandante pudo abordarla. El capitán Mervyn Bennion, comandante del West Virginia, dirigió con calma a sus hombres durante la batalla hasta que fue alcanzado por las esquirlas de una bomba que estalló en el Tennessee, que se hallaba fondeado junto al West Virginia. Probablemente el héroe más famoso sea Doris "Dorie" Miller, un cocinero del West Virginia, quien yendo más allá de su deber tomó control de una ametralladora antiaérea que no estaba siendo utilizada, tarea para la cual no tenía entrenamiento, y la utilizó para abrir fuego contra los aviones atacantes, derribando al menos uno, mientras las bombas estallaban a su alrededor. Se le otorgó la Cruz de la Armada. En total, catorce marineros y oficiales recibieron la Medalla de Honor. Una condecoración especial, la Medalla Conmemorativa de Pearl Harbor, fue posteriormente otorgada a todos los veteranos militares del ataque.

Noventa minutos después de iniciarse, el ataque había concluido. Habían perdido la vida 3.435 estadounidenses, entre ellos 68 civiles, muchos de ellos alcanzados por proyectiles antiaéreos que cayeron sobre Honolulu, y otros 1.178 habían sido heridos. Dieciocho navíos habían sido hundidos, incluyendo cinco acorazados.[6]

Casi la mitad de los muertos estadounidenses —1.102 hombres— fueron a causa de la explosión y el hundimiento del Arizona. Fue destruido cuando una bomba de 40 cm fue soltada desde un bombardero a gran altitud, que atravesó ambas cubiertas blindadas y detonó el compartimento frontal donde se almacenaban las armas. El casco del Arizona se convirtió en un monumento para todos los que fallecieron ése día, la mayoría de los cuales todavía están dentro del barco.

USS Nevada en llamas.

El Nevada intentó salir hacia el mar, pero se le ordenó permanecer amarrado para evitar bloquear la entrada del puerto. El Nevada, que ya había sido dañado por un torpedo y por el fuego de proa, fue el objetivo de muchos bombarderos japoneses mientras se alejaba navegando. Soportó más impactos de las bombas de 250 libras (113 kg) que cuando estaba amarrado en puerto.

El California fue tocado por dos bombas y dos torpedos y la tripulación lo habría podido mantener a flote si no se les hubiera ordenado abandonarlo, ya que estaban aumentando la potencia de las bombas de achique. La corriente estaba arrastrando hacia el barco combustible ardiendo del Arizona y del West Virginia. El Utah, desarmado, fue agujereado dos veces por los torpedos.

El West Virginia fue tocado por no menos de siete torpedos, el séptimo de los cuales destrozó el timón del barco. El Oklahoma fue golpeado por cuatro torpedos, de los que los dos últimos impactaron por encima del cinturón de su armadura lateral. El Maryland fue tocado por dos bombas de 40 cm, pero ninguna de ellas causó daños graves.

Aunque los japoneses se centraron en los acorazados principales, no ignoraron el resto de los objetivos. El crucero ligero Helena fue torpedeado y la conmoción de la ráfaga volcó el dragaminas vecino Oglala. Dos destructores en dique seco fueron destruidos cuando las bombas penetraron en sus tanques de combustible. El fueloil derramado se incendió y provocó la inundación del dique seco lo que hizo que el combustible subiera de nivel y quemara por completo los barcos. El crucero ligero Raleigh fue golpeado y agujereado por un torpedo. El crucero ligero Honolulu fue dañado pero volvió al servicio. El destructor Cassin zozobró y el Downes, también un destructor, fue gravemente dañado. El navío de reparaciones Vestal fue también gravemente dañado y encallado. El portahidroaviones Curtiss fue dañado.

La mayoría de los 188 aviones estadounidenses que fueron destruidos y de los 155 que fueron dañados, recibieron los impactos en tierra. Los ataques a los cuarteles mataron a más pilotos. El fuego amigo derribó varios aviones. Entre los japoneses 55 aviadores y nueve tripulantes de submarino sucumbieron durante el ataque. De los 441 aviones de Japón (350 de los cuales tomaron parte en el ataque) se perdieron 29 durante la batalla (nueve en la primera oleada y veinte en la segunda) y otros 74 fueron dañados por fuego antiaéreo desde tierra. Más de veinte de los aviones que aterrizaron a salvo en los portaaviones eran irreparables.

Reacciones inmediatas

Pocas horas después de que se iniciase el ataque a Pearl Harbor (sin embargo, al día siguiente, 8 de diciembre de 1941, al otro lado de la línea internacional de cambio de fecha), las tropas japonesas iniciaron un ataque matutino en los Nuevos Territorios de Hong Kong, seguidos de ataques en las Filipinas, la isla Wake, Malasia, Tailandia así como el hundimiento del HMS Prince of Wales y del HMS Repulse.[7]

El presidente Roosevelt firma la Declaración de Guerra contra Japón el día después del ataque.

El 8 de diciembre, el Congreso de los Estados Unidos declaró la guerra a Japón, siendo el único voto en contra el de Jeannette Rankin. Los Estados Unidos estaban iracundos por el ataque y porque no habían recibido una notificación de ruptura de relaciones previa, considerando ambas acciones como traicioneras. Roosevelt firmó la declaración de guerra el mismo día, refiriéndose al anterior como "una fecha que vivirá en la infamia" al dirigirse a la sesión conjunta del Congreso. Continuando la intensificación de la movilización militar, el gobierno de los EE.UU. comenzó a adoptar una economía de guerra.

El ataque a Pearl Harbor unió a una nación dividida como casi nada más pudo haberlo hecho. De la noche a la mañana, unió a los estadounidenses contra Japón y probablemente hizo posible la posición de rendición incondicional tomada por las Fuerzas Aliadas. Por ello, algunos historiadores creen que el ataque a Pearl Harbor condenó a Japón a la derrota puesto que despertó al gigante dormido, ya que, independientemente de que los depósitos de combustible o los talleres de máquinas hubieran sido destruidos, o de que los portaaviones hubieran sido sorprendidos en puerto y hundidos, la capacidad industrial de los Estados Unidos, una vez movilizada, fue capaz de proveer gran cantidad de recursos en los escenarios tanto del Pacífico como del Atlántico.

La percepción de la naturaleza traicionera del ataque a Pearl Harbor también despertó temores de sabotaje o espionaje acerca de los estadounidenses de ascendencia japonesa y fue un factor en el subsiguiente confinamiento de los japoneses en los Estados Unidos.

La Alemania nazi declaró la guerra a Estados Unidos el 11 de diciembre, cuatro días después del ataque japonés. Aunque Hitler no tenía la obligación de hacerlo bajo los acuerdos del Pacto Tripartito, lo consideró una mera formalidad debido a que la Armada estadounidense llevaba meses participando en la batalla del Atlántico.[8] Hitler había subestimado la capacidad industrial y militar estadounidense, y pensaba que la guerra con Japón aliviaría su situación. Esto indignó doblemente al pueblo estadounidense lo que permitió a los Estados Unidos entrar abiertamente al escenario europeo de la guerra apoyando al Reino Unido, acciones que retardaron por un tiempo una respuesta completa de Estados Unidos en el Pacífico.

Tanto el comandante de la Marina, el contraalmirante Husband E. Kimmel, como el comandante del Ejército, el teniente general Walter Short — cuyo cuerpo de la Fuerza Aérea tenía la responsabilidad sobre las defensas aéreas de la base— fueron relevados de sus cargos poco después del ataque. Fueron acusados de abandono del deber por no haber dispuesto preparativos de defensa suficiente. Algunos historiadores han sugerido que Kimmel y Short fueron utilizados como "chivos expiatorios", ya que la inteligencia no les había revelado información crucial, pero los militares rechazaron exonerar de forma consecuente a los oficiales.

En cuanto a sus objetivos principales, el ataque a Pearl Harbor fue un éxito táctico que superó las expectativas planeadas. Su ejecución tiene pocos ejemplos semejantes en la historia militar de cualquier época, al menos a corto y medio plazo. Ni siquiera el ataque sorpresa de los británicos a la base naval de Tarento fue tan devastador en términos de daño causado (aunque tuvo mayores implicaciones estratégicas al neutralizar la flota italiana). Debido a las graves pérdidas en Pearl Harbor y la subsiguiente invasión a las Filipinas, el Ejército estadounidense fue incapaz de llevar a cabo acciones significativas en el Pacífico durante los siguientes seis meses. Con la flota estadounidense fuera de acción, Japón estuvo temporalmente libre de preocupaciones sobre la potencia naval de su rival. Se lanzó a conquistar el sureste de Asia, el Pacífico suroccidental y extendió su alcance al océano Índico.

Efectos a largo plazo

El ataque inflamó los sentimientos de los Estados Unidos ("Vengad Pearl Harbor - Nuestras balas lo harán").

Una opinión común es que los japoneses fueron víctimas del llamado mal de la victoria debido a la facilidad con que obtuvieron sus primeras victorias. A pesar de la percepción de esta batalla como un golpe devastador contra los Estados Unidos, sólo cinco embarcaciones de la Marina se perdieron de forma definitiva. Estas cinco embarcaciones fueron los acorazados Arizona, Oklahoma, el viejo acorazado Utah (el cual era usado como barco objetivo) y los destructores Cassin y Downes; además, mucho material útil pudo ser salvado de la destrucción, incluyendo dos torretas principales del Arizona. Las mayores pérdidas se debieron a la explosión del polvorín del Arizona y al vuelco del Oklahoma. Cuatro barcos que se hundieron durante la batalla fueron posteriormente reflotados y devueltos a la actividad, incluyendo los acorazados California, West Virginia y Nevada. California y West Virginia tenían un efectivo sistema de defensa contra torpedos que aguantó excepcionalmente bien, a pesar de la dureza de los ataques que tuvieron que soportar, permitiendo que la mayoría de sus respectivas tripulaciones pudiese salvarse. Muchos de los acorazados que se salvaron, fueron reparados y reforzados de nuevo, permitiéndoles hacer frente a las amenazas japonesas.

De los 22 navíos japoneses que tomaron parte en el ataque, sólo uno sobrevivió a la guerra. A fecha de 2005, el único barco de los Estados Unidos que aún seguía a flote y que estuvo en Pearl Harbor durante el ataque era el guardacostas Taney.

A largo plazo, el ataque sobre Pearl Harbor fue una estrategia no disimulada que resultó errónea para Japón. En efecto, el almirante Yamamoto, quien concibió el ataque a Pearl Harbor, había predicho que incluso un ataque exitoso sobre la flota estadounidense no permitiría ganar una guerra contra los Estados Unidos, ya que la capacidad de producción estadounidense era demasiado grande. Uno de los principales objetivos japoneses era destruir los tres portaaviones estadounidenses que se encontraban en el Pacífico, pero estos realmente no estaban presentes —el Enterprise volvía de una travesía, el Lexington había partido unos días antes y el Saratoga se encontraba en San Diego siendo reparado en el Puget Sound Naval Shipyard. El hecho de poner la mayoría de los navíos de guerra de los Estados Unidos fuera de circulación era considerado —en los dos ejércitos y por la mayoría de observadores en todo el mundo— como un éxito tremendo para los japoneses.

El ataque a Pearl Harbor y el acorazado como concepto bélico

La eliminación de los acorazados, casi todos anticuados respecto a los que tenía Japón, dejó a los Estados Unidos sin otra elección que confiar en los pocos portaaviones (tenía 3) y sus submarinos, siendo éstos la mayor parte de lo que había quedado indemne. También fueron éstos las armas con las que los Estados Unidos frenaron y revirtieron el avance japonés: solamente la acción del USS Enterprise hundió a un mayor número de naves japonesas y derribó a un mayor número de aviones que cualquiera de sus pares japoneses. La pérdida de los acorazados resultó ser realmente menos importante de lo que Japón había pensado antes del ataque y también menos relevante que lo que tanto Japón como los Estados Unidos habían pensado justo después del ataque. De hecho, el ataque japonés a Pearl Harbor dio literalmente como resultado el hundimiento del concepto del acorazado como arma principal. En efecto, el Japón tenía en sus modernísimos e impresionantes acorazados, su fortaleza: después de los Yamato, no se construyeron nunca más acorazados en todo el mundo.

Una de las proyecciones de la estrategia japonesa fue pensar que la última y decisiva batalla del Pacífico sería entre navíos de ambos bandos, un enfrentamiento épico al estilo de la Batalla de Tsushima; de hecho siempre el entrenamiento y la construcción misma de la batalla, comandada por Isoroku Yamamoto estuvo pensada para esa ocasión, es decir, asestar en una batalla decisiva un ataque contundente a la flota estadounidense. (Esta batalla se predecía en las cercanías de las islas Marshall). Como resultado Yamamoto construyó, entrenó y puso a punto a sus acorazados para una batalla decisiva que nunca tuvo lugar.

Importancia histórica

Sólo tuvo un pequeño impacto militar debido al fallido intento de la Marina japonesa por hundir portaaviones de Estados Unidos, pero aunque los portaaviones hubieran sido hundidos, no hubiera ayudado significativamente a Japón. El ataque arrastró firmemente a los Estados Unidos y a su economía industrial y de servicio a la Segunda Guerra Mundial, lo que llevó a la derrota del Eje en todo el mundo. El primer ministro del Reino Unido, Winston Churchill, al enterarse de que el ataque a Pearl Harbor había por fin dirigido a Estados Unidos hacia la guerra, escribió "Estando saturado y saciado con emoción y sensación, fui a la cama y dormí el sueño de los seguros y agradecidos". (Winston Churchill, The Second World War, vol. 3, p. 539). La victoria aliada en esta guerra y el subsiguiente surgimiento de Estados Unidos como una potencia mundial dominante le ha dado forma a la política internacional desde entonces.

En términos de historia militar, el ataque a Pearl Harbor marcó el surgimiento del portaaviones como el centro del poder naval, reemplazando al acorazado como piedra angular de la flota. Sin embargo, no fue sino hasta después de las batallas del Mar del Coral y Midway, cuando este adelanto se hizo patente para los poderes navales del mundo.

Punto de vista japonés sobre el ataque

torpedo y volcó pronto en la batalla. Los restos permanecen en Pearl Harbor.

Yamamoto estaba descontento con la sincronización de la ruptura de las negociaciones. Comúnmente se piensa que dijo: "Me temo que todo lo que hemos hecho no es sino despertar a un gigante durmiente y haberle forzado a tomar una resolución terrible", pero parece que esta frase fue escrita para la película de 1970 Tora! Tora! Tora!. Aunque quizá las palabras no fueron pronunciadas por Yamamoto, la frase parece recoger sus sentimientos acerca del ataque. Hay una grabación suya del año anterior en la que dice "Puedo moverme a mis anchas durante seis meses... después de eso no albergo esperanzas de tener éxito".

En 1942, Saburo Kurusu, antiguo embajador japonés en Estados Unidos, hizo unas declaraciones en la que trazó la "inevitabilidad histórica de la guerra en Asia oriental".[9] Dijo que la guerra era una respuesta a la larga agresión de Washington hacia Japón. De acuerdo con Kurusu, las provocaciones empezaron con el incidente de la San Francisco School y las políticas racistas de los Estados Unidos hacia los inmigrantes japoneses, y culminaron con el beligerante asunto del metal de desecho y el boicot petrolero de Estados Unidos y los países aliados. Sobre el ataque de Pearl Harbor en sí mismo dijo que fue originado en respuesta directa al ultimátum virtual (Nota de Hull), del gobierno de los Estados Unidos y que el ataque sorpresa no fue a traición porque cabía haberlo esperado. De hecho, en Pearl Harbor, la flota había comenzado a realizar juegos de guerra y entrenamientos antes del ataque japonés. Sin embargo, los estadounidenses nunca habían imaginado que el ataque viniera sin ninguna declaración de guerra, además de que habían infravalorado las capacidades japonesas. Finalmente, Pearl Harbor y las circunstancias diplomáticas que la rodearon se convertiría en otro de los factores que impulsarían la decisión del gobierno estadounidense de Harry Truman en 1945 de atacar Japón lanzando bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki para forzar la rendición incondicional y, después, en la justificación estadounidense frente a las posteriores recriminaciones por parte del gobierno de posguerra japonés sobre dicho ataque.

USS Arizona hundido en Pearl Harbor, el 7 de diciembre de 1941, los restos continúan en Pearl Harbor.

Sesenta años después esas opiniones siguen siendo válidas en Japón. Por ejemplo, el periódico Japan Times, el primer diario de Japón en lengua inglesa, ha publicado una serie de columnas a principios de los 2000 que se hacen eco de los comentarios de Kurusu en referencia a Pearl Harbor.[10] Situando Pearl Harbor en su contexto, los escritores contrastan repetidamente los miles de soldados estadounidenses muertos en el ataque con los cientos de miles de civiles japoneses muertos más tarde como resultado de los ataques aéreos de Estados Unidos.[11] Un columnista disculpa el ataque de esta manera:

"El ataque de Pearl Harbor no fue una táctica brillante, sino una parte de la estrategia basada en la creencia de que un espíritu firme como el hierro y hermoso como la flor del cerezo podía superar a la superioridad material de Estados Unidos. Esta estrategia resultó defectuosa y la derrota total de Japón la seguiría."[12]

En 1991 se rumoreaba que Japón iba a presentar una disculpa oficial a Estados Unidos por el ataque. Por el contrario, la disculpa no vino en la forma que muchos esperaban. El Ministerio japonés de Asuntos Exteriores hizo unas declaraciones en las que decía que en 1941 Japón había intentado hacer una declaración de guerra formal a Estados Unidos a la 1 de la tarde, hora de Washington, 25 minutos antes de la hora en que había sido previsto que comenzaran los ataques a Pearl Harbor. Parece ser que el gobierno japonés se estaba refiriendo al "mensaje de 14 partes" que no rompió ni siquiera formalmente las negociaciones, permitiendo declarar la guerra. Sin embargo, debido a los numerosos retrasos, el embajador japonés fue incapaz de hacer la declaración hasta mucho después de que los ataques hubieran comenzado. La disculpa del gobierno japonés de 1991 sólo hacia referencia a este retraso.

Recreaciones cinematográficas

El ataque ha surgido en el cine con frecuencia. Ejemplos:

  • From Here to Eternity (1953) Se trata de los asuntos sociales dentro del ejército. Tiene lugar en la ciudad de Honolulú en 1941, y el ataque sale de rol menor.
  • Tora! Tora! Tora! (1970) Se considera el mejor retrato cinematográfico del ataque de Pearl Harbor.
  • The Final Countdown (1980) Es una película de ciencia-ficción en la cual los protagonistas regresan al pasado al momento del ataque y tienen que decidir si deben intervenir.
  • Pearl Harbor (2001) Es un romance ambientado en el ataque, pero de incierta precisión histórica.

Videojuegos

  • Pearl Harbor: Zero Hour Juego para PC en el que se tiene una recreación del ataque y una serie de batallas aeronavales que son (luego del entrenamiento y el primer ataque): Secuelas de Pearl Harbor, Guadalcanal, Midway, Truk, Islas Solomón, Filipinas, Okinawa, Japón, y una misión secreta.
  • Medal of Honor: Pacific Assault (2004). En esta edición se recrea en primera persona a un soldado de nombre Tom Conlin. La trama trata principalmente el conflicto de Pearl Harbor hasta la Batalla de Tarawa.
  • Medal of Honor: Rising Sun (2003). El juego recrea desde el principio de manera sorpresiva el ataque a Pearl Harbor. El jugador inicia de inmediato la acción al despertar el personaje en medio del bombardeo. Posteriormente, las batallas van desde Guadalcanal hasta Singapur.
  • Battlestations Pacific (2003). En la primera misión de la campaña japonesa.

Notas

  1. Toland, John (2003). The Rising Sun. Modern Library. pp. 7. 0-8129-6858-1. 
  2. Shirer, ibid., pág. 11.
  3. Shirer, ibid., pág. 144.
  4. Shirer, ibid., pág. 149.
  5. John Rodgaard et al., "Pearl Harbor—Attack from Below," Naval History, December 1999 (consultada el 10 de junio de 2005).
  6. Stetson Conn et al, "Chapter 7 - The Attack on Pearl Harbor" Guarding the United States and It's Outposts, Center of Military History United States Army, Washington, D.C., 2000
  7. Kelley L. Ross, "The Pearl Harbor Strike Force" (accessed June 10, 2005).
  8. Glantz, David M. - Jonathan M. House. When Titans Clashed. 
  9. Saburo Kurusu, Historical inevitability of the war of Greater East Asia, Foreign Broadcast Intelligence Service, Tokyo, November 26, 1942 (consultada el 10 de junio de 2005).
  10. Charles Burress, "Biased history helps feed U.S. fascination with Pearl Harbor," Japan Times, July 19, 2001 (consultada el 10 de junio de 2005); Burritt Sabin, "The War's Leagacy: Dawn of a tragic era," Japan Times, February 8, 2004 (consultada el 10 de junio de 2005); Gregory Clark, "Shedding imposed war guilt," Japan Times, April 15, 2005 (consultada el 10 de junio de 2005); Hiroaki Sato, "The View From New York: Debunking America's 'Good War' myth," Japan Times, June 25, 2001 (consultada el 10 de junio de 2005).
  11. Hiroaki Sato, "The View From New York: Debunking America's 'Good War' myth," Japan Times, June 25, 2001 (consultada el 10 de junio de 2005); Kiroku Hanai "U.S. War Conduct: No sense of proportionality," Japan Times, September 28, 2004 (consultada el 10 de junio de 2005); Gregory Clark, "Shedding imposed war guilt," Japan Times, April 15, 2005 (consultada el 10 de junio de 2005).
  12. Burritt Sabin, "The War's Leagacy: Dawn of a tragic era," Japan Times, February 8, 2004 (consultada el 10 de junio de 2005).


Lecturas para profundizar

  • Mark Emerson Willey (December 2000) Pearl Harbor: Mother of All Conspiracies. Xlibris Corporation ISBN 0-7388-6889-2
  • Antonio Solís, José. (2001). Pearl Harbor, la verdad. El arca de papel editores.
  • Rusbridger, James y Nave, Eric. (1991). Betrayal at Pearl Harbor.
  • Gordon W. Prange, At Dawn We Slept (McGraw-Hill, 1981), Pearl Harbor: The Verdict of History (McGraw-Hill, 1986), and December 7, 1941: The Day the Japanese Attacked Pearl Harbor (McGraw-Hill, 1988). Esta monumental trilogía, escrita con dos colaboradores, Donald M. Goldstein y Katherine V. Dillon, es considerada un documento de referencia sobre el tema.
  • Walter Lord, Day of Infamy (Henry Holt, 1957). De fácil lectura y enteramente anecdótica y conmemorativa de los sucesos que acaecieron aquel día.
  • W. J. Holmes, Double-Edged Secrets: U.S. Naval Intelligence Operations in the Pacific During World War II (Naval Institute, 1979). Contiene material interesante. Según el autor, si la Marina de los Estados Unidos hubiera sido advertida del ataque y hubiera salido al mar, seguramente habría habido un desastre aún mayor como resultado, ya que todos los barcos hundidos se habrían perdido completamente en aguas profundas, y por consiguiente habría habido una mayor pérdida de vidas humanas. En la época del ataque a Pearl Harbor, Holmes era un oficial de la inteligencia estadounidense que trabajaba próximo a los criptógrafos establecidos en Hawái.
  • Michael V. Gannon, Pearl Harbor Betrayed (Henry Holt, 2001). Es un examen reciente acerca de la sorpresa del ataque.
  • Frederick D. Parker, Pearl Harbor Revisited: United States Navy Communications Intelligence 1924–1941 (Center for Cryptologic History, 1994). Contiene una descripción detallada de lo que la Marina de los Estados Unidos sabía antes del ataque gracias a las comunicaciones japonesas interceptadas y descifradas.
  • Henry C. Clausen and Bruce Lee, Pearl Harbor: Final Judgement, (HarperCollins, 2001). Es un relato del propio Clausen acerca de la ‘investigación secreta de Clausen’ emprendida de forma tardía por orden del secretario de guerra en el congreso Stimson. El esfuerzo de Clausen fue extraordinario, debido al chaleco de explosivos que llevó mientras viajaba y al sorprendente salvoconducto que Stimson le dio. Su historia apoya las teorías sobre los trapicheos de Washington y los trapicheos en Hawái, pero no la variante de Roosevelt/Marshall. También piensa que Kimmel y Short fracasaron en su deber de prepararse como se les ordenó hacer en noviembre. Culpabiliza también al general Marshall por perjurio intencionado. Clausen admiró a MacArthur a pesar de las pérdidas en las Filipinas, área de responsabilidad de MacArthur, varias horas después de la incursión en Pearl Habor, en parte porque ambos eran masones. El escrito de investigación de Clausen sobre Stimson no incluye el hecho de que éste fue cogido por sorpresa en las Filipinas.
  • Robert A. Theobald, Final Secret of Pearl Harbor (Devin-Adair Pub, 1954) ISBN 0-8159-5503-0 ISBN 0-317-65928-6 Foreword by Fleet Admiral William F. Halsey
  • Albert C. Wedemeyer, Wedemeyer Reports! (Henry Holt Co, 1958) ISBN 0-89275-011-1 ISBN 0-8159-7216-4
  • Hamilton Fish, Tragic Deception: FDR and America's Involvement in World War II (Devin-Adair Pub, 1983) ISBN 0-8159-6917-1
  • John Toland, Infamy: Pearl Harbor and Its Aftermath (Berkley Reissue edition, 1986 ISBN 0-425-09040-X) — excelente recuento de este autor ganador de un Premio Pulitzer.
  • Robert Stinnett, Day of Deceit : The Truth About FDR and Pearl Harbor (Free Press, 1999). Tal y como lo describió un crítico: "Horneado durante 17 años de investigaciones y habiendo usado más de doscientas mil entrevistas y documentos recientemente desclasificados, Stinnett hace revelaciones devastadoras".
  • Andrew Krepinevich, [1] (Center for Strategic and Budgetary Assessments). Contiene un pasaje que concierne al ataque de Yarnell así como citaciones de referencia.
  • Manuel Leguineche, Recordad Pearl Harbor (Temas de Hoy, 2001). Leguineche relata los antecedentes del ataque a Pearl Harbor, el desarrollo del propio ataque y la posterior campaña del Pacífico, poniendo el acento sobre las responsabilidades del emperador Hirohito en cuanto al ataque a Pearl Harbor y la política de expansión imperialista japonesa desde la invasión de Manchuria en 1931 hasta la capitulación de Japón en la Segunda Guerra Mundial, en 1945. Para fundamentar sus argumentos sobre la directa implicación de Hirohito en el estallido de la guerra, Leguineche acude a las nuevas pruebas que sobre dicha implicación se han hecho públicas desde 1989 (documentos japoneses inéditos, así como diarios y memorias de colaboradores cercanos del emperador), y a la obra de los autores que, antes o después de la publicación de las citadas pruebas, escribieron sobre las responsabilidades del emperador, destacando David Bergamini, Edward Behr, Herbert Bix o Akira Yamada.

Véase también


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