Consenso de Barcelona

Consenso de Barcelona
Consenso de Barcelona
Estatus legal Organización No Gubernamental sin fines de lucro
Fundación 2008
Sede Barcelona, España
Administración Martí Olivella
Sitio web http://consensus.nova.cat/
Para otros usos de este término, véase Consenso (desambiguación).

El "Consenso de Barcelona" o "Barcelona Consensus" es un agrupamiento de instituciones sociales y de personas con sensibilidad humanística, creado en el año 2008, y especialmente impulsado por Martí Olivella desde la institución catalana “Centro para la Innovación Social”[1] (Nova). El nombre adoptado expresamente quiere hacer alusión al llamado "Consenso de Washington", ya que precisamente el inicialmente citado movimiento social pretende elaborar un conjunto de propuestas, que sirvan como una mejor alternativa al enfoque neoliberal de la política y de la economía. Este emprendimiento a veces es llamado "Consenso de Barcelona Segunda Etapa" a efectos de diferenciarlo del "Consenso de Barcelona 2004" (destacado precedente desarrollado en el marco del "Fórum Universal de las Culturas 2004" de Barcelona).

Contenido

Primeras inquietudes

La elaboración del llamado “Consenso de Washington” en 1989, por parte del economista John Williamson, indudablemente supuso un muy correcto paso adelante al menos en algún sentido. Por primera vez, en forma relevante surgió a nivel mediático y a nivel de las jerarquías, una sincera inquietud respecto de la marcha de la economía mundial, a la que se intentó dar respuesta estableciendo un decálogo (o un conjunto reducido) de recomendaciones, sencillas, prácticas, generales, orientadoras, congruentes, encaminadas a garantizar el crecimiento económico y el progreso en aquellos países en desarrollo que las aplicaran. Y en esa línea pronto se involucraron especialistas, altos directivos, políticos, e instituciones económicas internacionales.

Tiempo después, y en vista de los magros resultados alcanzados en los países que siguieron esta línea orientadora, políticos y expertos en economía comenzaron a hacer críticas a la formulación ortodoxa del "Consenso de Washington", desarrollando también sus propias recomendaciones.

Dentro de este marco general de variadas inquietudes y propuestas, corresponde particularmente mencionar la convocatoria en su momento realizada y concretada por el "Primer Fórum Universal de las Culturas" (pensamiento con piel de alternativa), con el propósito de analizar las consecuencias de las medidas arriba citadas y plantearse su vigencia. El referido y multitudinario evento se realizó desde mayo a septiembre de 2004 en la ciudad de Barcelona, y dentro del mismo se propició una reunión para el particular análisis del "Consenso de Washington".

La citada y particular Reunión-debate se celebró del 22 al 26 de septiembre 2004, y fue especialmente impulsada y organizada por la Fundación CIDOB (Centro Internacional de Estudios y Documentación de Barcelona), contando con la presencia de insignes economistas y analistas de países en vías de desarrollo así como de países desarrollados, entre los que pueden citarse Jeffrey D. Sachs (asesor especial del Secretario General de Naciones Unidas sobre los Objetivos del Milenio), Joseph Eugene Stiglitz (Premio Nobel de Economía del año 2001), José Saramago (escritor y periodista portugués), Javier Solana (Alto Representante del Consejo para la Política Exterior y de Seguridad Común de la UE), e incluso el propio John Williamson.

Las diferentes sesiones de ese Diálogo-debate se organizaron en cinco bloques, cuyos objetivos fueron: (1) Introducir los contenidos del "Consenso de Washington"; (2 y 3) Analizar aquellos asuntos de política interior e internacional que determinan el desarrollo; (4) Debatir nuevas propuestas de crecimiento y desarrollo y, por último, (5) Sacar conclusiones de los principios de una nueva gobernanza mundial; respecto de estos asuntos, se recomienda muy especialmente leer los documentos "Del Consenso de Washington a una nueva gobernanza mundial" y "El consenso como realidad".

Antecedentes

Después de más de diez años, el Foro Social Mundial ha ayudado a la sociedad civil a desarrollar contactos, emprendimientos, organizaciones, redes, que en ciertos casos han logrado continuidad, y han pasado a ser reconocidos mecanismos de intercambio y cooperación internacional.

Pero sin duda la vocación del FSM no se ha orientado a la acción, pues principalmente es una tribuna, una vitrina, un espacio de intercambio y diálogo, de expresión de ideas, de contestación y protesta.

Esto, a lo largo de los años, dio lugar a cierta frustración comprensible entre los participantes asiduos a esas reuniones, que querían ir más allá de la mera discusión y de los creativos planteamientos, y que se canalizó en la consolidación de redes y de organizaciones con vida propia, e independientes del Foro Social Mundial,[2] a pesar de que muchos de los participantes en estas nuevas estructuras también estaban activos en el propio FSM.

Tal es el caso de uno de estos movimientos sobre el que aquí queremos llamar particularmente la atención, integrado por varios emprendedores vinculados con el citado FSM,[3] quienes sintieron la necesidad de unirse a otras fuerzas sociales así como a otros especialistas con sensibilidad humanitaria, creando e impulsando una acción que llamaron el “Consenso de Barcelona”.

Organización y objetivos

El “Consenso de Barcelona” es una iniciativa que específicamente comenzó en el año 2008, bajo la dirección y el especial impulso de Martí Olivella, del “Centro para la Innovación Social” (Nova), con sede en Barcelona, Cataluña, España.

Este emprendimiento nace de la voluntad de actuar y construir alternativas viables y sostenibles a las políticas neoliberales, con un sesgo más amigable y más efectivo respecto de los aspectos sociales.

Cumplida la etapa inicial de reflexión y planificación, en el año 2010, en torno a estas ideas de base se nuclean 250 pensadores y líderes de movimientos sociales de todo el mundo, quienes comenzaron así a trabajar en torno a inquietudes y objetivos comunes.

Este esfuerzo de reflexión, de crítica, y de síntesis, se extiende con singular intensidad a lo largo de varios meses, concretándose finalmente el 3 de mayo 2011, en la firma de un documento titulado “Declaración 1.0 del Consenso de Barcelona”.[4]

Obviamente, a partir de ese momento, se comenzó a dar una mayor difusión a este emprendimiento, a la par de invitar a personas e instituciones a unirse al mismo, adhiriendo y explícitamente firmando el documento recién aludido, y eligiendo algunos de los 67 objetivos que se desean implementar a través de un determinado “Plan de Transición”.

Esa es una manera concreta de participar, y de hacer posibles otros mundos, otras organizaciones societarias, asegurándose dentro de límites razonables que las acciones y alternativas que se vayan concretando, estarán firmemente arraigadas en planes concretos y viables, y en el desarrollo local sostenible.

El acto público para lanzar la ya citada Declaración 1.0 (que se espera sea el primero de una serie de documentos que con el tiempo se irán elaborando y aprobando), fue un evento verdaderamente multicultural, donde se manejaron cuatro idiomas con traducción simultánea (catalán, castellano, inglés, y francés), y donde algunos de los delegados que participaron en la ceremonia, también leyeron parte del documento final en su respectiva lengua nativa: kiswahili, bambara, birmano, chino-mandarín, kikuyu, hindi, lituano, filipino, y togolés. Permitir a las personas expresarse en su propia lengua materna, es un hecho de significativo alcance simbólico-cultural, en el marco de lo que el “Consenso de Barcelona” (BC) pretende transmitir, reafirmar, y concretar.

El citado acto académico y público fue realizado el 3 de mayo 2011 en el “Palacio Centelles”, en la ciudad de Barcelona, Cataluña, España.

Y ya para terminar estas notas, y a modo de mensaje final para los lectores, expresemos con más claridad en qué ha fallado el "Consenso de Washington", y qué podría concretamente aportar el "Consenso de Barcelona".

Con toda notoriedad, el mundo ha tenido más que suficiente con el “Consenso de Washington”. Es hora de imponer un nuevo marco, una nueva práctica, un consenso renovado, sobre la base de pragmatismo, sentido común, soluciones eficientes con presupuestos equilibrados y mas bien modestos, justicia razonable acorde a circunstancias, honestidad pública, y además por cierto, dar por fin una oportunidad a la gente de los países menos adelantados.

Cuando hace algo más de una década tuvo lugar la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas para los "Países Menos Adelantados" (Third United Nations Conference on Least Developed Countries -LDC III-, Bruselas, 14-20 mayo 2001), el "Consenso de Washington" fue "Rey", fue el indiscutido "monarca". El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional fueron sus principales arquitectos, y con profundidad desarrollaron sus reglas y sus componentes.

Y algunos de los principales ejes vectores entonces defendidos y con disciplina recomendados y aplicados, pueden ser repasados en la siguiente lista:

•• El ámbito privado es siempre mejor y más eficiente que el público, por lo que se deben privatizar los servicios públicos, y en lo posible evitar que los gobiernos se embarquen en cualquier cosa que los sectores privados puedan desarrollar.

•• Se debe integrar al país en la economía mundial, sin importar el nivel de desarrollo que ese país haya alcanzado.

•• Se debe impulsar la "libertad" y la “desregulación” en distintos ámbitos, léase, liberalización del comercio y del flujo de capitales, y en toda circunstancia dar bienvenida a la inversión extranjera en todos los sectores y por parte de cualquier grupo empresario, incluso si el mismo es mucho más poderoso que el propio país.

•• Se debe flexibilizar al máximo el mercado de trabajo, cualquiera sea el nivel de capacitación requerido para los trabajadores.

•• Y por encima de todo, se debe reconocer que el mercado sabe mejor y regula mejor. El libre juego de oferta y demanda evita tensiones y desajustes, y por ello deben evitarse las regulaciones y las trabas.

Durante al menos unos veinte años, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional han generosamente dispensados estos consejos a todos los países endeudados en el Hemisferio Sur, incluso a los países menos adelantados y con infraestructuras menos desarrolladas. Incluso argumentaban que cuanto más débil era el país, menos se podían discutir o resistir esos lineamientos.

Casi una única receta, cualquiera fuere el país considerado. Con insistencia esa era la recomendación difundida a los cuatro vientos.

Cada país debe ganar divisas mediante las exportaciones, en el caso de los países del Tercer Mundo por lo general materias primas y cultivos comerciales, a fin de así poder reembolsar sus préstamos.

El acceso social a los servicios, incluso educación y salud, deben ser suprimidos o restringidos, pues en casi todos los casos se deben "recuperar costos". Todos o casi todos los sectores deben tener presupuestos equilibrados, y cada núcleo familiar debe financiar sus propias necesidades.

Al menos en teoría, cabría esperar que esos lineamientos permitieran una mejor situación económica, reduciendo las desigualdades dentro y entre países, reduciendo también o eliminando la pobreza extrema y el hambre, y brindando mayores oportunidades de "trabajo decente" con “salarios acordes”. Y ello debido a que cada persona y cada familia tendrían gran interés en mejorar su respectiva situación paricular y en salir adelante.

En realidad, las políticas del “Consenso de Washington” no inducen los resultados que vienen de expresarse.

De hecho, sociedades tercermundistas exitosas como Corea del Sur,[5] [6] [7] China,[8] [9] [10] o India,[11] [12] [13] que han salido del subdesarrollo y han obtenido un buen nivel de progreso, han logrado esta transición con políticas exactamente opuestas a los lineamientos neoliberales, pues (al menos inicialmente) interfirieron con los mercados como una cosa natural, mediante subsidios, reglamentaciones laborales, y controles de precios, además de imponer altas barreras arancelarias, de también promover inversión pública masiva en la educación, etcétera, etcétera.

En contraste, los países menos adelantados que siguieron las recomendaciones del FMI y del BM tienen hoy día, en el mejor de los casos, una situación similar a la de hace una década. Y más a menudo su situación ha empeorado.

Con toda evidencia, los "Objetivos de Desarrollo del Milenio" no podrán cumplirse en el plazo previsto, y a las tendencias actuales, necesitaríamos unos cien años para reducir el hambre a la mitad.

Por otra parte, tampoco el grueso de los países que siguieron los lineamientos neoliberales consiguieron el desarrollo auténtico, como pronosticado por la teoría de los organismos internacionales. Por el contrario, la mayoría de estas naciones sufren una pesada deuda paralizante, y continuadamente siguen pagando a sus acreedores públicos y privados. Los servicios de la deuda se han constituido en un idóneo mecanismo de enriquecimiento de unos y de pobreza de otros.

Ésta es la situación que se visualiza desde el "Consenso de Barcelona" y que se pretende modificar, con soluciones pragmáticas y novedosas.

Cierto, no se podrán generar cambios significativos de la noche a la mañana, pero cuanto antes se inicien las nuevas prácticas, tanto mejor.

En alguna medida, desde el Barcelona Consensus se desea llamar la atención sobre ciertos grandes pensadores del siglo XX, como por ejemplo Lord John Maynard Keynes (1883-1946), Agustí Chalaux de Subirà (1911-2006), Ernst Friedrich Schumacher (1911-1977), e incluso el propio controvertido personaje Hjalmar Horace Greeley Schacht (1877-1970).

Llegado a este punto, convendría dejar bien en claro que el "Consenso de Barcelona" es una estructura internacional de cooperación e investigación aún muy joven, que avanza con pasos firmes y seguros pero pequeños, y de la que por tanto no deben esperarse aún resultados excesivamente ambiciosos.

De hecho, en realidad el único documento que actualmente ha cumplido con todas las etapas de elaboración, de refinamiento, de evaluación, y de consenso, es la anteriormente citada “Declaración 1.0 del Consenso de Barcelona”.

El resto de las propuestas por el momento solamente forma parte de la "lluvia de ideas" sugeridas hasta hoy día por los participantes, y que actualmente es objeto de evaluación, de compatibilización, y de crítica.

Y precisamente, las ideas que se quieren rescatar y actualizar, en su momento por ejemplo sugeridas y defendidas por los cuatro grandes pensadores del siglo XX antes citados, son las que se indican seguidamente.

De Lord John Maynard Keynes convendría traer a debate a nuestros días, la idea de la implantación de una verdadera "divisa internacional" no especialmente ligada en forma rígida con ninguna moneda nacional o cesta de monedas (léase: bancor), así como la propuesta de prácticamente eliminar el cobro de intereses compensatorios en los circuitos de la "economía internacional", sustituyendo este mecanismo del interés por la percepción de una tasa, que se aplicaría tanto a posiciones deudoras como acreedoras de las balanzas de pago. Así, con el uso de una verdadera "moneda internacional" para la regulación de los intercambios comerciales y de capitales entre los distintos países, se podrían suprimir las injustas e incongruentes asimetrías hoy día presentes, y que en líneas generales favorecen las economías de donde proceden las "divisas de reserva", en claro detrimento de las economías del Tercer Mundo. Y así, con la sustitución de los servicios de deuda externa por la aplicación de un mecanismo internacional regulatorio, se suprimiría el actual e injusto flujo de recursos de los países subdesarrollados a los países desarrollados, originando un flujo de recursos que desalentaría (por gravamen) los intercambios internacionales desequilibrados, y que bien se podría orientar a fortalecer a los países menos adelantados y con poblaciones más frágiles y debilitadas.

De Agustí Chalaux de Subirà, convendría tener en cuenta tanto la idea de incidir sobre la naturaleza del dinero, para que poco a poco todas las monedas se conviertan en digitales (virtuales), nominativas, y telemáticas, así como también la sugerencia de que se instale en el universo de las transacciones, un muy eficiente sistema de información, que permita el cómodo y eficiente seguimiento de largas cadenas de transferencias monetarias.

En cuanto a las enseñanzas y propuestas que convendría rescatar del economista Ernst Friedrich Schumacher, naturalmente se vinculan ellas con los sistemas multilaterales de pagos, ya que en esta materia y a pesar del tiempo transcurrido, este destacado economista alemán aún tiene lecciones que transmitir.

Por último y en lo que respecta a Hjalmar Schacht, convendría tener en cuenta dos aspectos de sus doctrinas, uno por lo positivo, y otro por lo negativo.

Por lo positivo, corresponde tener en cuenta y valorar la prudencia de este economista alemán en lo que respecta a los endeudamientos, o a cualquier otra maniobra destinada a que los problemas o el confort de una generación fueran en alguna manera traspasados a las siguientes. Ello llevó por ejemplo a Hjalmar Schacht, incluso en tiempos de guerra, a recomendar una manera sana de administrar económicamente y financieramente la guerra, léase, a intentar no pagar el esfuerzo bélico en buena medida a través de empréstitos, sino hacerlo mayoritariamente a través de ingresos fiscales regulares. Por otra parte, el citado también insistentemente alertaba en contra de abusos de poder, tan comunes por cierto en época de guerra en los territorios ocupados. Mantener economías racionales, operativas, y relativamente sin dolor de explotación, ayuda -decía- a poner a punto una maquinaria productiva eficiente y beneficiosa, aún cuando se trate de territorios ocupados, de colonias, o de potenciales zonas dependientes. Pues los abusos podrían tener un efecto inicial beneficioso para quienes hacen las reglas, pero luego la riqueza fluye cada vez más lenta y con más dificultad, perjudicando tanto a explotadores como a explotados.

Y por lo negativo, conviene también repasar los artificios financieros en su momento recomendados por Hjalmar Schacht, en relación a la administración de las zonas ocupadas, pues este inteligente personaje argumentaba que una organización eficiente, con apariencia de ordenada y justa, que respete los usos comerciales y las reglamentaciones internacionales, sería mucho más beneficiosa para la administración alemana de la época, pues permitiría contar con el concurso de muchas empresas y de muchos comerciantes, y no porque ellos colaboraran deliberadamente con el ocupante, sino porque la mayoría ni siquiera se daría cuenta que se vendía beneficiando al enemigo, cuando los bienes y servicios tranzados no presentaran ningún caracer militar directo. Y así Hjalmar Schacht recomendó a Hitler de siempre pagar lo que se compraba o se confiscaba, en moneda nacional del país correspondiente o en "marcos de ocupación", los que circulaban localmente junto con el franco francés, el florín, o la corona.

La articulación de ese sistema reposaba sobre dos pilares: (1) los "marcos de ocupación", que circulaban en paralelo con la moneda del país ocupado, y con libre intercambio previsto entre ambas divisas; y (2) un "clering" multilateral de cambios, entre el marco alemán, las divisas de los países ocupados, y las divisas de otros países aliados.

Como se comprenderá, si bien en teoría el sistema mencionado parecía ser justo y equilibrado, en la práctica favorecía discretamente muy mucho a la economía de la Alemania nazi, en forma bastante similar a como hoy día, el sistema surgido de los acuerdos de Bretton Woods favorece a las economías desarrolladas cuyas respectivas monedas nacionales son aceptadas como divisas de reserva.

Referencias y notas

  1. Sitio oficial. «Centro para la Innovación Social (NOVA,Barcelona)» (en español).
  2. Sitio oficial. «¿Qué es el Foro Social Mundial?» (en español).
  3. Sitio oficial. «Carta de Principios del Foro Social Mundial» (en español).
  4. Sitio oficial. «Declaración del Consenso de Barcelona 1.0 en castellano, catalán, francés, e inglés».
  5. Wikipedia. «Economía de Corea del Sur» (en español).
  6. Wikipedia. «Desarrollo económico de Corea del Sur» (en español).
  7. «Corea del Sur: las transiciones múltiples de una economía posdesarrollista» (en español).
  8. Wikipedia. «Economía de la República Popular de China» (en español).
  9. «Economía de China» (en español).
  10. «China enseña capitalismo» (en español).
  11. Wikipedia. «Desarrollo económico de India» (en español).
  12. Wikipedia. «Economía de la India» (en español).
  13. Wikipedia. «Desarrollo económico de la India» (en español).

Véase también

Enlaces externos


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