Constantino I (emperador)

Constantino I (emperador)
Para otras personas del mismo nombre, véase Constantino I.
Constantino I
Emperador del Imperio romano
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Busto de la estatua colosal de Constantino en la Basílica Nova de Roma (Museos Capitolinos).
Reinado 25 de julio de 306 – 29 de octubre de 312 (aclamado como Augusto en Occidente, oficialmente nombrado César por Galerio con Severo como Augusto, por acuerdo con Maximiano, rechazó la relegación a César en 309)
29 de octubre de 312 – 19 de septiembre de 324 (Augusto de Occidente sin disputa, principal Augusto en el Imperio)
19 de septiembre de 324 – 22 de mayo de 337 (emperador del imperio unificado)
Nombre real Flavio Valerio Aurelio Constantino
Nacimiento 27 de febrero c. 272[1]
Naissus (moderna Niš, Serbia)
Fallecimiento 22 de mayo de 337
Nicomedia (moderna Izmit, Turquía)
Entierro Mausoleo de Augusto
Predecesor Constancio Cloro
Sucesor Constantino II, Constancio II y Constante
Consorte Minervina, disuelto por muerte o divorcio antes de 307,
Fausta
Descendencia Constantina, Helena, Crispo, Constantino II, Constancio II y Constante
Dinastía Constantiniana
Padre Constancio Cloro
Madre Helena

Flavio Valerio Aurelio Constantino[2] (Naissus, 27 de febrero de c. 272[1]Nicomedia, Bitinia y Ponto, 22 de mayo de 337) fue Emperador de los romanos desde su proclamación por sus tropas el 25 de julio de 306, y gobernó un Imperio romano en constante crecimiento hasta su muerte. Se le conoce también como Constantino I, Constantino el Grande o, en la iglesia ortodoxa, las antiguas iglesias orientales y la iglesia católica bizantina griega, como San Constantino.

Legalizador de la religión cristiana por el Edicto de Milán en 313, Constantino es conocido también por haber refundado la ciudad de Bizancio (actual Estambul, en Turquía), llamándola «Nueva Roma» o Constantinopla (Constantini-polis; la ciudad de Constantino). Convocó el Primer Concilio de Nicea en 325, que otorgó legitimidad legal al cristianismo en el Imperio romano por primera vez. Se considera que esto fue esencial para la expansión de esta religión, y los historiadores, desde Lactancio y Eusebio de Cesarea hasta nuestros días, le presentan como el primer emperador cristiano, si bien fue bautizado cuando ya se encontraba en su lecho de muerte, tras un largo catecumenado.

Contenido

Biografía

Estatua de Constantino en York, ciudad donde fue proclamado emperador.

Constantino nació en Naissus (la actual ciudad de Niš), hijo de Constancio Cloro, y su primera esposa Helena. En 292 el padre de Constantino se casó, en segundas nupcias, con Flavia Maximiana Teodora, hija del emperador romano de occidente Maximiano. Teodora daría a Constantino seis hermanastros.

Primera tetrarquía

Al principio del siglo IV, el imperio estaba gobernado por una tetrarquía: dos augustos, Diocleciano y Maximiano, y dos césares, Constancio Cloro y Galerio, compartían el poder. El joven Constantino sirvió en la corte de Diocleciano en Nicomedia tras el nombramiento de su padre como uno de los dos césares de la Tetrarquía en 293.

Segunda tetrarquía

El año 305 marcó el final de la primera tetrarquía con la renuncia de los dos augustos Diocleciano y Maximiano. De esta forma los dos césares accedieron a la categoría de augusto y dos oficiales ilirios fueron nombrados nuevos césar. La segunda tetrarquía quedaba así formada: Constancio Cloro y Severo II, como augusto y césar respectivamente, en occidente y Galerio y Maximino Daya en la parte oriental del imperio.

Sin embargo, Constancio Cloro cayó enfermo durante una expedición contra los pictos en Caledonia, muriendo el 25 de julio de 306. Su hijo Constantino se encontraba junto a él en su lecho de muerte en Eboracum (actual ciudad de York, Inglaterra), en la Britania romana, donde su leal general Croco, de ascendencia alemana, y las tropas leales a la memoria de su padre le proclamaron augusto (emperador). Simultáneamente, el césar occidental Severo II, era proclamado augusto por Galerio. Ese mismo año el pueblo de Roma nombra emperador a Majencio, hijo del anterior tetrarca Maximiano. Este último regresa también a la escena política reclamando el título de Augusto.

Comienza así un período de 20 años de conflicto que culminará con la asunción del poder absoluto por Constantino el Grande. De este primer grupo de contendientes el primero en caer fue Severo traicionado por sus tropas; mientras que por su parte Constantino y Maximiano concertaban una alianza. Al final del año 307 había 4 augustos: Constantino, Majencio, Maximiano y Galerio y un solo césar, Maximino Daya.

A pesar de la mediación de Diocleciano, al final del año 310 la situación era aún más confusa con 7 Augustos: Constantino, Majencio, Maximiano, Galerio, Maximino, Licinio al que había introducido en la pugna Diocleciano y Domicio Alejandro, vicario de África autoproclamado Augusto.

En este entorno convulso comenzaron a desaparecer candidatos: Domicio Alejandro fue asesinado por orden de Majencio; Maximiano se suicidó asediado por Constantino y Galerio falleció por causas naturales.

Triarquía (311–313)

Finalmente, Majencio fue relegado por los tres augustos restantes y finalmente vencido por Constantino en la batalla del Puente Milvio, en las afueras de Roma, el 28 de octubre de 312. Una nueva alianza entre Constantino y Licinio selló el destino de Maximino que se suicidó tras ser vencido por Licinio en 313.

Diarquía (314–326)

A partir de este punto el imperio quedaba dividido entre Licinio, en occidente, y Constantino en oriente. Tras los enfrentamientos iniciales, ambos firmaron la paz en Serdica en 317. Durante este período ambos nombraron césares según su conveniencia entre los miembros de su familia y círculo de confianza. En el año 324, nuevos enfrentamientos terminaron con la victoria de Constantino sobre Licinio en Adrianópolis y Crisópolis.

Gobierno individual (326–337)

Constantino representa el nacimiento de la monarquía absoluta, hereditaria y por derecho divino. Durante su reinado se introdujeron importantes cambios que afectaron a todos los ámbitos de la sociedad del bajo imperio. Reformó la corte, las leyes y la estructura del ejército. Constantino trasladó la capitalidad del imperio a Bizancio a la que cambió el nombre por Constantinopla. Falleció, por enfermedad en 337, 31 años después de haber sido nombrado emperador en Britania. Al final de su vida y sólo antes de morir se bautizó para morir como un cristiano.

Constantino y el cristianismo

San Constantino
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Mosaico representando a Constantino I el Grande en Hagia Sofía, Estambul
Equiapóstolico , 13.º apóstol
Nombre Flavius Valerius Aurelius Constantinus
Nacimiento 27 de febrero de 272
Fallecimiento 22 de mayo de 337
Venerado en Iglesia Ortodoxa, antiguas iglesias orientales e Iglesias católicas orientales
Principal Santuario Iglesia de los Santos Apóstoles
Festividad 21 de mayo, junto a Santa Elena de Constantinopla (Iglesia ortodoxa)
Atributos In hoc signo vinces, Lábaro (Crismón)
El Crismón o Lábaro, estandarte militar de Constantino tras su conversión.

Seguramente Constantino sea más conocido por ser el primer emperador romano que permitió el libre culto a los cristianos. Los historiadores cristianos desde Lactancio se decantan por un Constantino que adopta el cristianismo como sustituto del paganismo oficial romano. A pesar de ello, Constantino no fue bautizado hasta hallarse en su lecho de muerte. Su conversión, de acuerdo con las fuentes oficiales cristianas, fue el resultado inmediato de un presagio antes de su victoria en la batalla del Puente Milvio, el 28 de octubre de 312. Tras esta visión, Constantino instituyó un nuevo estandarte para marchar a la batalla al que llamaría Lábaro (?). La visión de Constantino se produjo en dos partes: En primer lugar, mientras marchaba con sus soldados vio la forma de una cruz frente al Sol. Tras esto, tuvo un sueño en el que se le ordenaba poner un nuevo símbolo en su estandarte, ya que vio una cruz con la inscripción «In hoc signo vinces» («Con este signo vencerás»). Mandándolo pintar de inmediato en los escudos de su ejército, venció a Majencio. Se dice que tras estas visiones y por el resultado militar de la batalla del Puente Milvio, Constantino se convirtió de inmediato al cristianismo.

Se piensa que la influencia de su familia fue en parte la causa de su adopción del cristianismo. Se dice de Elena que probablemente naciera en una familia cristiana, aunque no se sabe prácticamente nada de su entorno, exceptuando que su madre era hija de un mesonero y que su padre fue un exitoso soldado, una carrera que excluía la práctica abierta del cristianismo. Se sabe sin embargo que Elena realizó en sus últimos años numerosas peregrinaciones. (Véase: Fiesta de las Cruces)

Constantino, siguiendo una extendida costumbre, no fue bautizado hasta cerca de su muerte en 337, cuando su elección recayó sobre el obispo arriano Eusebio de Nicomedia, quien a pesar de ser aliado de Arrio, aún era el obispo de la región. Eusebio era también amigo íntimo de la hermana de Constantino, lo que probablemente asegurara su vuelta desde el exilio.

Poco después de la batalla del Puente Milvio, Constantino entregó al papa Silvestre I un palacio romano que había pertenecido a Diocleciano y anteriormente a la familia patricia de los Plaucios Lateranos, con el encargo de construir una basílica de culto cristiano. El nuevo edificio se construyó sobre los cuarteles de la guardia pretoriana de Majencio, los Equites singulares, convirtiéndose en sede catedralicia bajo la advocación del Salvador, substituida ésta más tarde por la de San Juan. Actualmente se la conoce como Basílica de San Juan de Letrán. En 324 el emperador hizo construir otra basílica en Roma, en el lugar donde según la tradición cristiana martirizaron a San Pedro: la colina del Vaticano, que actualmente acoge a la Basílica de San Pedro.

El Edicto de Milán, promulgado por Constantino y Licinio en 313, despenalizó la práctica del cristianismo y se devolvieron las propiedades de la Iglesia. Anteriormente a este edicto, muchos cristianos habían sido martirizados en las diferentes persecuciones a las que se habían visto sometidos.

Tras el edicto se abrieron nuevas vías de expansión para los cristianos, incluyendo el derecho a competir con los paganos en el tradicional cursus honorum para las altas magistraturas del gobierno, así como también ganaron una mayor aceptación dentro de la sociedad civil en general. Se permitió la construcción de nuevas iglesias y los líderes cristianos alcanzaron una mayor importancia (como ejemplo de ello, los obispos cristianos adoptaron unas posturas agresivas en temas públicos que nunca antes se habían visto en otras religiones).

Aunque el cristianismo no se convertiría en religión oficial del Imperio hasta el final de aquel siglo (un paso que daría Teodosio en el 380 con el Edicto de Tesalónica), Constantino dio un gran poder a los cristianos, una buena posición social y económica a su organización, concedió privilegios e hizo importantes donaciones a la Iglesia, apoyando la construcción de templos y dando preferencia a los cristianos como colaboradores personales.

Ícono donde aparece Constantino presidiendo el Primer Concilio de Nicea.

Como resultado de todo esto, las controversias de la Iglesia, que habían existido entre los cristianos desde mediados del siglo II, eran ahora aventadas en público, y frecuentemente de una forma violenta. Constantino consideraba que era su deber como emperador, designado por Dios para ello, calmar los desórdenes religiosos, y por ello convocó el Primer Concilio de Nicea (20 de mayo al 25 de julio de 325) para terminar con algunos de los problemas doctrinales que infectaban la Iglesia de los primeros siglos, especialmente el arrianismo. Los historiadores señalan que la principal preocupación era la unidad del Imperio, la cual se podría ver resquebrajada debido a estas divergencias en la iglesia primitiva. Muchos consideran que Constantino «creó» la Iglesia Católica, e impulsó la doctrina de la Santísima Trinidad presionando a los obispos reunidos en el Concilio. Y al remitirnos a los hechos y evidencias, podemos concluir que no es así. Los defensores de la Iglesia Católica sostienen que las bases de la doctrina ya estaban en la iglesia primitiva unos 200 años de Constantino, como el nombre «católico», lo cual es cierto, el término «católico» proviene del griego καθολικός (katholikós), que significa 'universal'. Ignacio de Antioquía da en el año 110 el testimonio más antiguo de este nombre: «Donde esté el obispo, esté la muchedumbre, así como donde esté Jesucristo esté la Iglesia Católica» (Carta a los Esmirniotas 8:2). En los tres primeros siglos de la Iglesia los cristianos decían «Cristiano es mi nombre, católico mi sobrenombre».[cita requerida] Posteriormente se usó el término «católico», para distinguirse de otros grupos cristianos cuyas doctrinas diferían de la línea principal (como los gnósticos).

La veneración a María, las imágenes, la Trinidad, la naturaleza de Cristo, y otras creencias que serían dogmáticas luego, se formaron durante las discusiones de carácter teológico en el consejo de Nicea. Lo cierto es que, por el análisis de las cartas escritas por Constantino, se evidencia una gran carencia de formación teológica, y los estudiosos descartan la posibilidad de que él pudiese haber influido en la doctrina de la Iglesia debido justamente a este desconocimiento en teología. Muchos se preguntan por qué el papa Silvestre I no asistió a dicho concilio, quien era el mas indicado para presidirlo.[3] Por esto algunos creen que Constantino establecía una nueva religión, con una mezcla de elementos paganos y cristianos, la Iglesia Católica.[4] De todos modos, él inauguró el concilio vestido imponentemente, dio un discurso inicial ataviado con telas y accesorios de oro, para demostrar justamente el poderío del Imperio por un lado, y el apoyo e interés al concilio desde el estado, por el otro. El estado proveyó de comida y alojamiento, e incluso de transporte, a los obispos que convergieron a Nicea para el concilio. Por otro lado, si bien habían existido concilios antes que el de Nicea, éste fue el primer Concilio Ecuménico (universal), con la participación de alrededor de 300 obispos (la mayoría de habla griega), lo cual represento una minoría ya que en todo el territorio del Imperio había cerca de 1000 obispos.[5] La importancia del mismo reside en la formulación del Credo Niceno (redactado en griego, no en latín) que esencialmente permanece inalterado en su mensaje 1700 años después, y en establecer la idea de la relación estado-iglesia que permitiría la expansión del cristianismo con una vitalidad inédita.

En sus últimos años de vida también ejerció como predicador, dando sus propios sermones en el palacio ante su corte y los invitados del pueblo. Sus sermones pregonaban el principio la armonía, aunque gradualmente se volvieron más intransigentes hacia los viejos modos paganos. Las razones para este cambio de postura son meras conjeturas. Sin embargo, aun al final de su vida siguió permitiendo que los paganos recibieran nombramientos públicos. Ejerciendo su poder absoluto, hizo recitar al ejército sus pregones en latín en un intento de convertir a la clase militar al cristianismo, cosa que no consiguió. Comenzó un extenso programa de construcción de iglesias en Tierra Santa, lo que expandió de forma crucial la fe cristiana y permitió un considerable incremento del poder y la influencia del clero.

Veneración como santo

La Iglesia Ortodoxa venera a Constantino I como santo y le dio el título de Equiapóstolico por sus servicios a la iglesia.[6] Su fiesta es el 21 de mayo. Las Iglesias católicas orientales también lo consideran un santo, pero no la Iglesia latina.

La persecución a los paganos

En el año 314, inmediatamente después de su plena legalización, la Iglesia cristiana ataca a los paganos: en el Concilio de Ancyra, se denuncia el culto a la diosa Artemisa. En 326 Constantino ordenó la destrucción de todas las imágenes de los dioses, y la confiscación de los bienes de los templos. Ya en 319 había prohibido la construcción de nuevas estatuas de los dioses y que se rindiera culto a las existentes. Muchos templos paganos fueron destruidos por las hordas cristianas y sus sacerdotes fueron asesinados. Entre el año 315 y el siglo VI miles de creyentes paganos fueron asesinados.[7] Entre 316 y 326 se proclaman una serie de disposiciones que favorecen al cristianismo frente a la religión tradicional (prohibición de las haruspicia, la magia y los sacrificios privados, exención fiscal a los clérigos cristianos, se otorga jurisdicción a los obispos...), aunque el cristianismo no se convierte en la religión oficial del Imperio romano hasta el Edicto de Tesalónica de 380.[8] En Dydima, Asia Menor, es saqueado el oráculo del dios Apolo y torturados hasta su muerte sus sacerdotes paganos. También son desahuciados todos los paganos del monte Athos y destruidos todos los templos paganos de ese lugar.

En el año 326, El emperador Constantino, siguiendo las instrucciones de su madre Helena, destruye el templo del dios Asclepio en Aigeai de Cilicia y muchos más de la diosa Afrodita en Jerusalén, en Afka en el Líbano, en Mambre, Fenicia, Baalbek, etc.

En el año 330 el emperador Constantino roba todos los tesoros y las estatuas de los templos paganos de Grecia, para llevárselos y decorar su Nova Roma (Constantinopla), su nueva capital del Imperio romano.

La reacción sasánida

Más allá de los límites del Imperio, al este del Éufrates, los gobernantes sasánidas del Imperio persa habían sido por regla general tolerantes con sus cristianos. Pero ahora los cristianos de Persia podían ser identificados como aliados del antiguo enemigo y fueron por ello perseguidos. En una carta atribuida a Constantino para Sapor II que se supone escrita en 324, se urgía a Sapor a proteger a los cristianos de su reino, tras lo que Sapor II escribió a sus generales:

Arrestaréis a Simón, jefe de los cristianos. Le detendréis hasta que firme este documento y consienta en recaudar para nosotros un impuesto doble y un doble tributo de los cristianos. Nosotros debemos llevar por los dioses el peso de la guerra mientras ellos únicamente se dedican al descanso y el placer. Habitan nuestro territorio y son amigos del César, nuestro enemigo. (cita de Roma en el Éufrates, Freya Stark 1967, p. 375)

Cortesanos y funcionarios

Constantino respetaba la cultura y el cristianismo, y su corte estuvo compuesta por viejos, respetados y honorables hombres. A aquellas familias romanas que rehusaban el cristianismo se les denegaban las posiciones de poder, si bien dos tercios de los altos cargos del gobierno siguieron siendo no cristianos.

Constantino retiró su estatua de los templos paganos. La reparación de estos templos fue prohibida, y los fondos fueron desviados en favor del clero cristiano. Se suprimieron las formas ofensivas de adoración, fueran cristianas o paganas. En la reinauguración de Constantinopla en 330 se efectuó una ceremonia mitad pagana y mitad cristiana. En la plaza del mercado se impuso la cruz de Cristo sobre el carro del Dios Sol.

El reinado de Constantino

Política interior

Constantino fue también conocido por su falta de piedad para con sus enemigos políticos, ejecutando al Emperador Romano Oriental Licinio, su cuñado, por estrangulación en 325, a pesar de que había prometido públicamente no ejecutarle antes de su rendición en 324. En 326, Constantino ejecutó también a su hijo mayor, Crispo y unos meses después a su segunda esposa Fausta (Crispo era el único hijo que tuvo con su primera esposa Minervina). Corrieron rumores sobre una presunta relación entre hijastro y madrastra que supuestamente podría haber sido la causa de la ira de Constantino, sin embargo, estos rumores sólo se encuentran documentados por los historiadores Zósimo (siglo V) y Juan Zonaras (siglo XII) y sus fuentes no han sido establecidas. Otra de las teorías sobre la muerte de Crispo fue que Fausta estaba envidiosa ya que el hijo de Constantino no era hijo de ella y era un gran comandante militar y posible sucesor del Imperio y falsamente le dijo al emperador que su hijo no respetaba el cristianismo. Luego Constantino se arrepintió y vivió atormentado por la muerte de Crispo hasta que fue bautizado, ya que le prometieron que esta ceremonia lavaría sus pecados.

Leyes de Constantino

Las leyes de Constantino mejoraron en muchas facetas las de sus predecesores, aunque también son un reflejo de una época más violenta. Algunos ejemplos de estas leyes son:

  • Por primera vez, las niñas no podían ser secuestradas.
  • Se ordenó la pena de muerte para todos aquellos que abusaran de la recaudación de impuestos recaudando más de lo autorizado.
  • No se permitía mantener a los prisioneros en completa oscuridad, sino que era obligatorio que pudieran ver la luz del día.
  • A un hombre condenado se le podía llevar a morir a la arena, pero no podía ser marcado en la cara, sino que debía serlo en los pies.
  • Los padres que permitieran que sus hijas fueran seducidas serían quemados introduciéndoles plomo fundido por la garganta.
  • Los juegos de gladiadores fueron eliminados en 325, aunque esta prohibición tuvo poco efecto.
  • El propietario de un esclavo tenía sus derechos limitados, aunque aun podía golpear a éste o matarle.
  • La crucifixión fue abolida por razones de piedad cristiana, aunque el castigo fue sustituido por la horca para mostrar que existía la ley romana y la justicia.
  • La pascua podía ser celebrada públicamente.
  • El domingo fue declarado día de reposo el 7 de marzo del 321 sustituyendo así el sábado por el domingo,[9] en el cual los mercados permanecerían cerrados, así como las oficinas públicas (excepto para el propósito de la liberación de esclavos). No había restricciones para el trabajo en las granjas.

Reforma militar

Véase también: Ejército romano tardío

Constantino continuó la reforma introducida por Diocleciano que separaba el poder civil y militar (Ferrill 1986). Como resultado, generales y gobernadores poseían menos poder que durante la anarquía militar. Criterios tanto económicos como de seguridad llevaron a la modificación de la Gran Estrategia del Imperio romano durante la primera época del siglo IV. Constantino convirtió el viejo sistema de frontera fortificada en un sistema de defensa elástica en profundidad con la formación de una gran reserva central (Comitatenses Palatini) en detrimento de las tropas de frontera (limitanei o ripenses) y el fortalecimiento de la caballería. El mando del nuevo ejército móvil era compartido por dos mariscales de campo.

Constantino disolvió la guardia pretoriana y en su lugar estableció las Scholae Palatinae; cuerpos de caballería de élite, principalmente de origen germánico. Por otra parte, el tamaño de la legión se redujo a 1.000 soldados.

Este cambio en la estrategia, criticada por historiadores como Zósimo y Edward Gibbon y defendida por otros como Mommsen, permaneció hasta la caída del Imperio romano de Occidente.

Acciones militares

Su victoria en 312 sobre Majencio en la batalla del Puente Milvio le convirtió en gobernante de todo el Imperio romano de Occidente. Gradualmente fue consolidando su superioridad militar sobre sus rivales de la ya desmenuzada tetrarquía. Ya ocupada Roma celebró un triunfo por sus victorias contra los germanos del Danubio (296) y Rin (305-306), persas en Siria (297-299) y pictos (306). Su éxito más importante en esas campañas fue sometimiento de Chrocus, rey de los alemanes (306).

En 320, Licinio, emperador de la parte oriental del Imperio, renegó de la libertad de culto promulgada en el Edicto de Milán en 313 e inició una nueva persecución de los cristianos. Esto suponía una clara contradicción, ya que su esposa Constancia, hermanastra de Constantino, era una influyente cristiana. Esto derivó en una disputa con Constantino en el oeste, que tuvo su clímax en la gran guerra civil de 324. Los ejércitos implicados fueron tan grandes que no se tiene constancia en Europa de una movilización similar al menos hasta el siglo XIV. Licinio, ayudado por mercenarios godos, representaba el pasado y la antigua fe del paganismo. Constantino y sus francos marcharon bajo el estandarte cristiano del lábaro, y ambos bandos concibieron el enfrentamiento como una lucha entre religiones. Supuestamente rebasados en número, aunque enaltecidos por su celo religioso, el ejército de Constantino resultó finalmente victorioso, primero en la batalla de Adrianópolis en 324 y más tarde su hijo Crispo dio el golpe de gracia a Licinio en la batalla naval de Crisópolis. Ahora era el único emperador de un Imperio romano reunificado (MacMullen 1969).

Constantinopla

Esta batalla representó el final de la vieja Roma y el inicio del Imperio Oriental como centro del saber, de la prosperidad y de la preservación de la cultura. Constantino reconstruyó la ciudad de Bizancio, cuyo nombre procedía de los colonos que la fundaron en el 667 a. C. precedentes de la polis griega de Megara bajo el mando de Byzas. Constantino renombró la ciudad, poniéndole el nombre de «Nueva Roma» (Nova Roma), otorgando a ésta un senado y oficiales civiles de forma similar a la antigua Roma, y bajo la protección de la supuesta Vera Cruz, la vara de Moisés y otras reliquias sagradas. Las imágenes de los viejos dioses fueron reemplazadas o asimiladas con la nueva simbología cristiana. sobre el lugar donde se levantaba el templo de Afrodita se construyó la nueva Basílica de los Apóstoles. Varias generaciones más tarde se difundió una historia sobre la visión divina que llevó a Constantino a reconstruir la ciudad, según la cual un ángel que nadie más podía ver le condujo en un circuito a través de los nuevos muros. Tras su muerte, la ciudad volvió a cambiar su nombre por el de Constantinopla, «la Ciudad de Constantino», y se convirtió de forma gradual en la capital del Imperio (MacMullen 1969).

Constantino pasaría también a la historia por las leyes que convirtieron los oficios de carnicero y panadero en hereditarios, y más importante aún, por convertir a los colonos de las granjas en siervos, sentando las bases de la sociedad feudal europea de la Edad Media.

Reforma monetaria e iconografía

A lo largo de su reinado, Constantino introdujo un importante número de cambios en el sistema monetario (Sear 1988). El tradicional áureo dio paso a una nueva moneda, el sólido de 4,50 gramos, como moneda estándar del Imperio romano. Otras nuevas monedas de oro fueron el semis o medio sólido y el scripulum (3/8 de sólido). En cuanto a las monedas de plata, introdujo el miliarense (de 7,50 a 8,50 gramos) con un valor e 1/18 de sólido y la siliqua con un valor de 1/24 de sólido. El follis, moneda de bronce con baño de plata sufrió varias reducciones de tamaño; se desconoce el nombre de las nuevas monedas resultantes y se ha adoptado para ellas un nombre en código en función de su tamaño.

Las monedas acuñadas por los emperadores revelan con frecuencia su iconografía personal. Durante la primera parte del gobierno de Constantino, las representaciones de Marte y posteriormente de Apolo como Dios Sol aparecen de forma constante en el reverso de las monedas. Marte había sido asociado con la tetrarquía, y Constantino quiso con este simbolismo enfatizar la legitimidad de su gobierno. Tras la ruptura con el viejo colega de su padre Maximiano en 309-310, Constantino comenzó a reclamar su legitima descendencia del emperador del siglo III Claudio Gótico, el héroe de la batalla de Naissus (septiembre de 268). La Historia Augusta del siglo IV dice que la abuela paterna fue hija de Crispo, siendo este Crispo hermano tanto de Claudio Gótico como de Quintilo. Sin embargo, los historiadores sospechan que todo pueda formar parte de una «fabricación genealógica» para favorecer a Constantino.

Claudio Gótico había pedido la divina protección del invicto Apolo/Sol. A mediados de 310, dos años antes de su victoria en el puente Milvio, Constantino experimentó una visión en la cual Apolo se le apareció con presagios de victoria. Tras este hecho, el reverso de sus monedas estuvieron dominados durante muchos años con la leyenda «al aliado Sol Invictus» (SOLI INVICTO COMITI). La descripción representa a Apolo con un halo solar al modo del dios griego Helios y con el mundo en sus manos. En 320, el mismo Constantino aparece con un halo. También existen monedas mostrando a Apolo conduciendo el carro del sol sobre un escudo que Constantino sostiene y en otras de 312 se muestra el símbolo cristiano del lábaro sobre la armadura de Constantino.

Los grandes ojos abiertos y fijos son una constante en la iconografía de Constantino, aunque no era un símbolo específicamente cristiano. Esta iconografía muestra cómo las imágenes oficiales cambiaban desde las convenciones imperiales de los retratos realistas hacia representaciones más esquemáticas: el emperador como emperador, no simplemente como Constantino, con su amplia y característica barbilla. Esos grandes ojos abiertos y fijos se harían aún más grandes a medida que progresara el siglo IV.

El legado de Constantino

Cabeza de bronce de Constantino I (Museos Capitolinos).

Además de haber sido llamado honoríficamente «El Grande» por los historiadores cristianos tras su muerte, Constantino podía presumir de dicho título por sus éxitos militares. No sólo reunificó el imperio bajo un solo emperador, sino que obtuvo importantes victorias sobre los francos y los alamanes (306-308), de nuevo sobre los francos (313-314), los visigodos en 332 y sobre los sármatas en 334. De hecho, sobre 336, Constantino había recuperado la mayor parte de la provincia de Dacia, perdida durante largo tiempo y que Aureliano se había visto forzado a abandonar en 271. Al morir Constantino, planeaba una gran expedición para poner fin a la rapiña de las provincias del este por parte del Imperio sasánida.

Fue sucedido en el Imperio por los tres hijos de su matrimonio con Fausta: Constantino II, Constante y Constancio II, quienes se aseguraron su posición mediante el asesinato de cierto número de partidarios de Constantino. También nombró césares a sus sobrinos Dalmacio y Anibaliano. El proyecto de Constantino de reparto del Imperio era exclusivamente administrativo. El mayor de sus hijos, Constantino II, sería el destinado a mantener a los otros tres supeditados a su voluntad. El último miembro de la dinastía fue su yerno Juliano, quien trató de restaurar el paganismo.

Leyendas y donaciones de Constantino

En sus últimos años, los hechos históricos se mezclan con la leyenda. Se consideraba inapropiado que Constantino hubiese sido bautizado sólo en su lecho de muerte y por un obispo de dudosa ortodoxia (se dice que Eusebio de Nicomedia era arriano), y de este hecho parte una leyenda según la cual el papa Silvestre I (314-335) habría curado al emperador pagano de la lepra. También según esta leyenda, Constantino habría sido bautizado tras haber donado unos edificios al papa. En el siglo VIII aparece por primera vez un falso documento conocido como «Donación de Constantino», en el cual un recientemente convertido Constantino entrega el gobierno temporal sobre Roma, Italia y el occidente al papa. En la Alta Edad Media, este documento se usó para aceptar las bases del poder temporal del papa de Roma, aunque fue denunciado como apócrifo por el emperador Otón III, y mostrado como la raíz de la decadencia de los papas por el poeta Dante Alighieri. En el siglo XV nuevos expertos en filología demostraron la falsedad del documento.

Referencias

Bibliografía

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  • Asimov, Isaac (1967). El Imperio romano. ISBN 84-206-3548-0. 
  • Herbermann, Charles G.; Grupp, Georg (1908). «Constantine the Great». En Robert Appleton Company. Catholic Encyclopedia. 
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Notas

  1. a b La fecha de nacimiento varía pero la mayor parte de los historiadores modernos usan circa 272. Lenski, «Reign of Constantine» (CC), 59.
  2. Nacido Caius Flavis Valerius Constantinus, desde el 25 de julio de 306 Flauius Valerius Constantinus Caesar Herculius, a partir de 307 Imperator Constantinus Augustus y, a su muerte, Divus Constantinus Augustus. En latín, el título imperial oficial de Constantino era IMPERATOR CAESAR FLAVIVS CONSTANTINVS PIVS FELIX INVICTVS AVGVSTVS, Imperator Caesar Flavius Constantine Augustus, el pío, el afortunado, el invicto. Después de 312 añadió MAXIMVS ('el más grande'), y después de 325 reemplazó INVICTVS por VICTOR, debido a que invictus recordaba al dios Sol Invictus.
  3. The American Encyclopaedia, tomo 8, página 85.
  4. Essay on the Development of Christian Doctrine de John Henry Newman, cardenal católico romano.
  5. Vease The Oxford Dictionary of Popes (Diccionario Oxford de los Papas).
  6. Arquidiócesis Ortodoxa Griega de Buenos Aires y Sudamérica: Santos Emperadores Constantino y Elena
  7. Bergallo, Sergio: La Desaparición De Los Dioses, pag. 461 y ss.
  8. Gibbon, Edward: Decadencia y caída del Imperio romano.
  9. Bible Readings for the Home - Sabbath Legislation

Véanse también

Enlaces externos


Predecesor:
Constancio I, Severo II, Majencio y Licinio
Emperadores romanos
306337
Sucesor:
Constantino II, Constante y Constancio II


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