Geografía de la provincia de León

Geografía de la provincia de León

La provincia de León se localiza en la parte noroccidental de la península Ibérica, en la comunidad autónoma de Castilla y León (España).

Contenido

Localización

Limita por el norte con el Principado de Asturias y con Cantabria, donde la Cordillera Cantábrica juega el papel de frontera natural entre la Meseta Norte y la costa cantábrica. Por el oeste, son distintas unidades del Macizo Galaico-Leonés quienes ejercen de frontera con las provincias gallegas de Orense y Lugo. Al sur limita con las provincias de Zamora y Valladolid y al este con la provincia de Palencia, sin que exista una frontera natural entre ellas.[1]

El material calizo de las montañas Cantábricas favoreció el origen de formaciones kársticas como la cueva de Valporquero.
Noroeste: Provincia de Lugo Norte: Principado de Asturias Noreste: Cantabria
Oeste: Provincia de Lugo y
Provincia de Orense
Rosa de los vientos.svg Este: Provincia de Palencia
Suroeste Provincia de Orense Sur: Provincia de Zamora Sureste: Provincia de Valladolid

Geología

El territorio de la provincia de León no constituye una unidad homogénea sino que se pueden diferenciar tres grandes unidades geológicas. Al norte, coincidiendo con la unidad morfológica de la Cordillera Cantábrica, aflora el zócalo paleozoico, constituido por materiales sedimentarios levantados en los movimientos terciarios y deformados en pliegues. Al oeste de la provincia nos encontramos con la depresión del Bierzo y el conjunto constituyente del Macizo Galaico-Leonés, procedente de la deformación del zócalo de la era primaria y rejuvenecido en la era terciaria.[2]

Ilustración del desnivel (2.200 metros) presente entre el punto más alto de la provincia, Torrecerredo, y el pueblo de Caín.

El resto del territorio lo constituye la cuenca sedimentaria que ocupa la mayor parte de la comunidad autónoma y en la que se distinguen dos tipos de roquedo, los materiales del viejo zócalo del Primario que aparecen sobre todo en el oeste de la cuenca y los materiales sedimentarios, como arcillas, yesos o calizas de los páramos, depositados durante el Terciario y el Cuaternario en el centro de la misma.[2]

Relieve

Los ríos que nacen en Picos de Europa han horadado gargantas y desfiladeros como el de Los Beyos.

Desde el punto de vista estructural, el relieve de la provincia se organiza en torno a tres grandes unidades morfológicas: la Cordillera Cantábrica, el Macizo Galaico-Leonés y la Meseta. Las formaciones montañosas ocupan una parte importante del relieve, estando más del 50% de la superficie total por encima de los 1.000 metros de altitud.[3]

Cordillera Cantábrica

La Cordillera Cantábrica limita a la provincia por el norte y está representada por el llamado Macizo Asturiano, compuesto de rocas duras (cuarcitas y calizas) y blandas (pizarras) paleozoicas. De entre todo el conjunto destacan los Picos de Europa donde los contrastes topográficos resultado de la orogenia hercínico-alpina se han visto acentuados por el encajonamiento de la red fluvial, y donde encontramos cumbres que pasan de los 2.500 m de altitud como Torre de Cerredo (2.648 m), Torre del Llambrión (2.642 m) o Torre Santa (2.596 m). Las formas verticales, los circos glaciares, los complejos kársticos, las gargantas, los neveros, los , las dolinas y las simas son los elementos más significativos.[3]

En la zona occidental, las alineaciones se disponen de oeste a este, dejando corredores fluviales que en ocasiones se elevan por encima de los 2.000 metros, como Peña Ubiña (2.417 m); así, los ríos Luna y Omaña abrieron las depresiones que conforman las comarcas de Babia y Omaña. En el sector central, otros cursos de agua como el Bernesga, Torío, Curueño o Porma abrieron valles transversales de disposición norte-sur, llegando a formar en algunas ocasiones gargantas como las Hoces de Vegacervera o las Hoces de Valdeteja. El modelado glaciar y el modelado kárstico dejaron su impronta con formaciones como la Cueva de Valporquero.[4]

El Teleno, cumbre más alta de los Montes de León, visto desde Astorga.

En el sector de Picos de Europa destacan los valles de Valdeón y Sajambre, atravesados por los ríos Sella y Cares, en su recorrido hacia el Cantábrico, a través de profundas hoces como el desfiladero de Los Beyos y la garganta del Cares.

Macizo Galaico-Leonés
Vista de los montes de Ancares, en el límite occidental de la provincia.

Los montes galaico-leoneses cierran a la provincia por el oeste, separándola de Galicia. Constituyen un abombamiento del antiguo macizo paleozoico que en los movimientos del Terciario se fracturó en distintas unidades, culminando a más de dos mil metros en el Teleno. Se trata de una unidad compleja y variada que continúa hacia el oeste por las sierras de Queija, Segundera y Trás-os-Montes.

Los materiales predominantes son las cuarcitas y pizarras, dispuestas de noroeste a sureste. Los empujes terciarios los rompieron, conformando distintas unidades: la sierra de Gistreo, con el pico Catoute (2.117 m), los Montes de León, con el Teleno (2.188 m), La Cabrera, con el Vizcodillo (2.122 m), y las montañas occidentales como los Ancares, con el Cuiña (1.992 m), y el Caurel, con el Montouto (1.541 m). En el centro de todas ellas se formó la hoya del Bierzo, cubeta tectónica encubierta bajo depósitos terciarios de materiales blandos, que modificados por el modelado cuaternario dieron lugar a un paisaje de campiñas y vegas.[5] En ella, los desniveles son considerables, como los existentes entre la garganta de Cobas (400 m) y el pico Catoute (2.114 m).

Las cuarcitas se corresponden con los relieves culminantes, mientras que las pizarras se vaciaron formando depresiones paralelas. La red fluvial se ha encajado a través de las fallas, y durante el Período Cuaternario, el glaciarismo introdujo el modelado existente. Las cumbres son aplanadas, interrumpidas por alineaciones de crestones de cuarcitas (picones, altos, peñas), y las formas glaciares se manifiestan con ejemplos de valles en U y lagos y lagunas, como los lagos de Truchillas y La Baña. Las tierras bajas corresponden a la hoya del Bierzo y a los valles encajados, que se abren paso por gargantas y angosturas. La hoya se extiende a lo largo de unos 50 kilómetros de oeste a este y de unos 30 a 40 kilómetros de norte a sur, con altitudes, en algunas zonas, por debajo de los 500 metros.

La Meseta
El relieve del sector mesetario de la provincia es prácticamente horizontal.

El sector leonés de la Meseta ocupa la parte central y sureste de la provincia, siendo el extremo noroeste de la cuenca sedimentaria que ocupa el interior de España. Con una altitud media entre 700 y 1.000 metros de altitud, es un relieve casi horizontal de páramos con suaves ondulaciones tan sólo interrumpidos por terrazas e interfluvios.[3]

En la parte oeste, el roquedo antiguo se hunde progresivamente en los sedimentos de la cuenca en un borde que se extiende entre Astorga y la sierra de la Culebra. En esta parte de la cuenca afloran los materiales del viejo zócalo del Primario: cuarcitas, pizarras, granito y gneis.

En la parte norte, las arcillas miocenas han sido cubiertas por materiales procedentes de las montañas cantábricas. El manto de cantos, gravas y arenas ha protegido, de igual manera, los materiales débiles inferiores. Los ríos que descienden, tanto de la Cordillera Cantábrica como del Macizo Galaico-Leonés, se han ido encajando en los depósitos, formando valles entre los que destacan los interfluvios. A estos relieves planos y elevados se les conoce como páramos de rañas o chanas. Desde el norte de la provincia descienden hacia el centro de la cuenca, rompiéndose en bandas paralelas, y donde el páramo de rañas ha desaparecido se forman relieves de lomas, cerros y colinas.[6]

En la zona sur los materiales sedimentarios predominantes son las arcillas y las arenas. Sobre ellos la erosión provocó amplios valles con interfluvios que apenas destacan. Estas llanuras onduladas, al entrar en contacto con los páramos del centro de la cuenca, dejan de ser espacios abiertos al ser interrumpidas por cerros testigo, tesos o alcores.

Vista desde el puerto de San Glorio, en el límite entre León y Cantabria, con los Picos de Europa a la derecha de la imagen.

Hidrografía

De la unión de los ríos Luna y Omaña nace el Órbigo.
El río Esla a su paso por Gradefes.
Nacimiento del Cabrera en las inmediaciones del lago de La Baña.
El lago Ausente, lago de origen glaciar cercano a la estación de esquí de San Isidro.
Vista general del embalse de Riaño.
Presa del embalse del Porma.
Ríos

Debido a su estructura montañosa, la provincia leonesa reparte su territorio entre tres cuencas hidrográficas: Cantábrico, Miño-Sil (hasta 2008, ambas conformaban la Confederación Hidrográfica del Norte),[7] y Duero.[8]

La cuenca del Cantábrico representa tan sólo el 2,2% de la superficie, limitándose, por un lado, a los valles de Sajambre y Valdeón, situados en plenos Picos de Europa y drenados por los ríos Sella y Cares, y por otro, a los valles de Balouta y Suárbol en los Ancares, en el extremo noroccidental de la provincia, con los ríos Balouta y Moreira, que fluyen hacia el río Navia. Se enclava en plena Cordillera Cantábrica, la cual ha sufrido a lo largo del tiempo procesos que han dejado huella en los valles y montañas, destacando la erosión fluvial. Estos ríos tienen una alta capacidad erosiva debido a su cercanía al mar Cantábrico, reflejándose en los distintos encajamientos que podemos observar, como por ejemplo la garganta del Cares.[9] Son cursos fluviales de pequeño recorrido y régimen nivopluvial, con un máximo en primavera tras la fusión de las nieves y otro en otoño, con lluvias abundantes.

La cuenca del Miño-Sil se extiende por 3.959 km2 (el 27,7% de la superficie de la provincia) y está separada de la cuenca del Duero por los Montes de León, a partir de los cuales, y hacia el oeste, se expande el sistema del Sil. Éste, que nace a más de 1.500 metros de altitud en la vertiente leonesa del puerto de Somiedo, atraviesa las comarcas de Laciana y El Bierzo (del cual es su eje vertebrador) y tiene como aportes principales, dentro de la provincia, a los ríos Boeza, Cúa, Burbia, Selmo y Cabrera.[8] La génesis de estos ríos y su proceso erosivo sobre materiales muy resistentes provocaron la formación de valles profundos y estrechos como los Cañones del Sil. Éste es de régimen pluvial, con un caudal regular durante todo el año, aunque con un máximo en invierno y un mínimo en verano, que, junto a una orografía escarpada, favoreció su aprovechamiento hidroeléctrico.[10]

La cuenca del Duero representa el 72,1% de la superficie provincial y tiene como eje principal el río Esla, uno de los principales afluentes del Duero con 5.040 hm3 al año.[11] A él vierten sus aguas la mayor parte de cursos fluviales de la cuenca a través de sus afluentes Porma (con su afluente el Curueño), Bernesga (con su afluente el Torío), Cea y Órbigo, formado a partir de la unión de los ríos Luna y Omaña, con sus afluentes Tuerto, Turienzo, Duerna, Jamuz y Eria (desembocando éste último ya en tierras zamoranas). También forman parte de la cuenca el río Valderaduey, que vierte sus aguas al Duero en las cercanías de Zamora, y el río Grande, que desde los valles de Besande y Valverde de la Sierra, desagua en el Carrión, ya en la provincia de Palencia.[8] La mayor parte de ellos nacen en la Cordillera Cantábrica, siguiendo una dirección norte-sur, y el resto en los Montes de León, en dirección noroeste-sureste, y tienen un régimen nivo-pluvial o pluvial, con máximos en otoño y primavera tras el deshielo, y mínimos en verano debido al estiaje.[11]

Lagos

Entre los lagos y lagunas de origen natural podemos distinguir dos tipos, los de origen glaciar y los esteparios. A los primeros corresponden la laguna de Las Verdes en Cabrillanes, los lagos Ausente e Isoba en Puebla de Lillo, las lagunas de los Hoyos de Vargas en Boca de Huérgano, la laguna de Lago de Babia, el lago de La Baña, el lago de Truchillas, el Pozo Cheiroso en Valdeprado y la laguna del Malicioso en Truchillas.[8]

De tipo estepario son, entre otras, La Laguna en Quintana y Congosto, la laguna de Chozas de Arriba, la laguna de Antimio de Arriba, las lagunas de Saelices del Payuelo, la laguna Som en Méizara, la laguna de Cal en Fontecha, la laguna de Antimio de Abajo, la laguna de Villagán en San Miguel de Montañán, la laguna de las Barreras en Villacalabuey, la Laguna Grande en Bercianos del Real Camino, la Laguna Grande en Valverde-Enrique y la laguna de Villadangos del Páramo.[8]

El deterioro de la capa freática ha provocado la desaparición de muchos de los humedales que existían en la provincia, al igual que la desecación de lagunas en el Páramo tras la concentración parcelaria y la puesta en marcha del regadío artificial. En su obra de 1948, Luis Pardo describió 125 en León,[12] de los cuales sobreviven tan sólo medio centenar.[8]

Embalses
Véase también: Anexo:Embalses de la provincia de León

Varios cauces fluviales, de mayor o menor envergadura, tienen regulado su caudal mediante pantanos, embalses y presas, lo que asegura un caudal regular todo el año. En la cuenca del Miño-Sil se encuentran los de La Campañana, Las Rozas, Matalavilla y Bárcena. Excepto este último, que también se usa para abastecimiento y regadío, todos ellos sirven para generar energía hidroeléctrica.[13]

En la cuenca del Duero se sitúan los de Barrios de Luna, Casares, Porma, Riaño y Villameca. La mayoría de ellos genera también energía hidroeléctrica además de su uso como abastecimiento y regadío; así por ejemplo el de Villameca riega la comarca de La Cepeda y el de Barrios el Páramo Leonés. Algunos de ellos, como los de Barrios de Luna, Porma y Riaño, son usados también para la práctica de deportes naúticos, y así en el del Porma se encuentra la Escuela de Deportes Naúticos de Castilla y León.[14]

Principales embalses de la provincia[15]
Embalse Capacidad Río Cuenca Municipio Año de construcción
Bárcena 341 hm3 Sil Miño-Sil Ponferrada 1960
Barrios de Luna 308 hm3 Órbigo-Luna Duero Los Barrios de Luna 1956
Casares 37 hm3 Casares Duero Villamanín
La Campañana 14 hm3 Arroyo Balen Miño-Sil Carucedo 1963
Las Rozas 28 hm3 Sil Miño-Sil Villablino, Páramo del Sil 1968
Matalavilla 65 hm3 Valseco Miño-Sil Páramo del Sil 1967
Porma (Juan Benet) 318 hm3 Porma Duero Boñar 1968
Riaño 664 hm3 Esla Duero Crémenes 1988
Villameca 20 hm3 Tuerto Duero Quintana del Castillo 1947

Clima

En invierno, las nevadas son habituales en parte de la provincia, especialmente en las montañas.

En términos climáticos, la provincia de León sirve de transición entre la Meseta y las zonas montañosas. El clima predominante es el mediterráneo continentalizado, aunque matizado en algunas zonas, como el noroeste, de influencia atlántica, y la hoya berciana, de temperaturas más suaves. En general, son características una elevada amplitud térmica (desde los 12 a los 20ºC), inviernos fríos y largos, primavera y otoño cortos, heladas y veranos cortos y calurosos.[16]

Las precipitaciones se reparten de forma irregular a lo largo del año y dependiendo de la zona. Así, en la franja norte y noroeste se alcanzan los 1.500 mm anuales mientras que en determinadas zonas del sur de la provincia apenas llegan a los 500 mm. Dichas precipitaciones se concentran sobre todo en otoño y primavera con un mínimo en verano, especialmente acentuado en la llanura, y en forma de nieve en invierno.[16] [17]

En cuanto a las temperaturas, en general es un clima frío debido a la altitud y la abundancia de heladas (que persisten de noviembre a mayo), siendo más intenso en las zonas montañosas llegando a alcanzar los -18ºC por ejemplo en Villamanín. Los veranos son cortos, siendo los días más calurosos entre el 15 de julio y el 15 de agosto en que se pueden llegar a superar los 30ºC.[18]

Más detalladamente, según las variables de temperatura y precipitación, se pueden disntinguir varias zonas climáticas dentro de la provincia.[19] Así, aparece un clima mediterráneo templado en El Bierzo y la Meseta, con temperaturas suaves y entre 400 y 900 mm, un mediterráneo templado fresco al sur de La Bañeza, limitando con Zamora, y en La Cabrera, Montes de León, Tierra de León y norte de Sahagún, con temperaturas más bajas y mayor precipitación excepto al sur de La Bañeza, y un mediterráneo templado frío en la Cordillera Cantábrica y Montes Aquilanos, con temperaturas bajas y precipitaciones abundantes.

Datos climatológicos de León y Ponferrada
Nuvola apps kweather.svg  Parámetros climáticos promedio de León Weather-rain-thunderstorm.svg
Mes Ene Feb Mar Abr May Jun Jul Ago Sep Oct Nov Dic Anual
Temperatura diaria máxima (°C) 7.0 9.5 12.8 14.3 18.0 23.2 27.2 26.8 22.9 16.4 11.2 8.0 16.4
Temperatura diaria mínima (°C) -0.8 0.3 1.5 2.9 6.2 9.5 12.0 12.0 9.9 6.4 2.7 0.6 5.3
Precipitación total (mm) 58.0 46.0 29.0 50.0 58.0 39.0 28.0 24.0 39.0 56.0 58.0 70.0 556.0
Fuente: Instituto Nacional de Metereología[20]
Nuvola apps kweather.svg  Parámetros climáticos promedio de Ponferrada Weather-rain-thunderstorm.svg
Mes Ene Feb Mar Abr May Jun Jul Ago Sep Oct Nov Dic Anual
Temperatura diaria máxima (°C) 8.1 11.4 15.0 16.8 20.4 25.4 28.9 28.4 24.3 17.8 12.1 8.7 18.1
Temperatura diaria mínima (°C) 1.0 2.3 3.7 5.5 8.5 11.8 14.1 13.6 11.4 7.9 4.3 2.2 7.2
Precipitación total (mm) 71.0 64.0 43.0 51.0 59.0 34.0 24.0 26.0 49.0 74.0 76.0 92.0 668.0
Fuente: Instituto Nacional de Metereología[21]

Edafología

Los vertisoles se pueden encontrar en el sureste de la provincia.

La parte correspondiente de la cuenca del Duero dentro de la provincia presenta distintos tipos de suelos según las unidades morfoestructurales que nos encontramos. Así, en la Cordillera Cantábrica, sobre materiales ígneos, se desarrollan cambisoles districos, y sobre materiales sedimentarios son frecuentes cambisoles cútricos y leptosoles réndsicos. Sobre éstos últimos se encuentran gleysoles móllicos, especialmente materiales calcáreos, y en zonas paleozoicas se observan histosoles. Allí donde se degradan los suelos, pasando del estrato arbóreo a los matorrales, aparecen manchas de podzoles y leptosoles úmbricos.[22]

En los montes de León los suelos más representativos son los leptosoles, gleysoles y cambisoles. Dentro de éstos, los más extensos son los cambisoles dístricos, seguidos de húmicos y oleicos. Los depósitos de piedemonte, cuya superficie más característica se encuentra en el norte de la provincia, en los páramos de raña, enlazan el borde montañoso con la cuenca sedimentaria. En estos terrenos se hallan los perfiles más ácidos de la cuenca, debido al clima húmedo, la topografía llana o el humus moda.[22] Destacan las extensiones de acrisoles húmicos (en zonas forestales), acrisoles háplicos (en zonas cultivadas) y acrisoles oleicos (en zonas llanas). Por problemas de drenaje, son frecuentes los gleysoles úmbricos y los planosoles districos.

Al sureste de la provincia, en conexión con Tierra de Campos, se encuentran las campiñas arcillosas. Son suelos destinados al cultivo, neutros o alcalinos, sin horizontes de humus. Las unidades más extensas son de vertisoles cútricos y calcáneos, luvisoles crómicos, calcáneos, háplicos, vérticos y oleicos, cambisoles vérticos, eútricos y calcáricos y regosoles eútricos y calcáneos. Por último, las terrazas y vegas fluviales, donde la evolución de los suelos aumenta desde las zonas más bajas a las superiores. En las terrazas inferiores aparecen perfiles poco desarrollados, en general cambisoles. En las superiores se encuentran luvisoles y, en menor medida, acrisoles y planosoles. En las vegas de los ríos aparecen fluvisoles y gleysoles. Los primeros están en el cauce de los ríos y son los más fértiles, por lo que son cultivados intensamente.[22]

Flora

Castaño en las inmediaciones de Las Médulas.
En aquellas zonas donde no están presentes los árboles, crecen, entre otros arbustos, las escobas.
El níscalo es común encontrarlo en los pinares de la provincia.

La flora de la provincia de León es muy variada, con unas 3.000 especies distintas que representan el 20% de las que nos encontramos en toda la península Ibérica.[23]

Las formaciones vegetales presentes muestran una diferenciación entre la llanura y la montaña, aunque en ambos dominios predominan las especies mediterráneas y de transición a la vegetación atlántica. Durante siglos, las roturaciones y la explotación agraria transformaron la fisonomía vegetal de la Meseta siendo los montes y bosques reducidos a los sectores menos favorables para el cultivo. Tras la última glaciación, se implantó un clima más árido propiciando el desarrollo de vegetación xerófila y así, el hayedo, que ocuparía buena parte de la cuenca sedimentaria durante la glaciación, retrocedió a las montañas Cantábricas.[24]

Allí donde se retiró el hayedo, la encina colonizó tanto espacios posteriormente dedicados a tierras de cultivo como marginales, estando actualmente presente sólo en rodales dispersos, muchas veces en forma de monte bajo, ya que la mayor parte desapareció al sustituirse por tierras de cultivo.[25] Son montes de pies raquíticos, utilizados tradicionalmente para carboneo y leña y explotación de los pastos, de los cuales el más extenso es el encinar de Becares.[26]

Junto a la encina, y mejores adaptados al riguroso clima de la meseta, se desarrollan el quejigo, que se localiza en lugares más fríos y húmedos, y las sabinas, que se encuentra en espacios más áridos y de más baja temperatura, como los sabinares de Crémenes y Mirantes de Luna.[27] En las zonas más húmedas, por encima de los 500 metros de altitud, con bajas temperaturas y en suelos sobre todo silíceos, se desarrolla el rebollo, ocupando grandes superficies (siendo la provincia leonesa la que mayor extensión presenta de ellos)[23] como monte degradado que ha perdido su porte original tanto en los páramos de rañas como por los depósitos cuaternarios al oeste de Astorga, así como en los interfluvios al borde de la cuenca sedimentaria.

En cuanto a la zona montañosa, el conjunto de especies está representado por formaciones propias del dominio mediterráneo continental, pero estando presentes espacios de transición hacia modelos atlánticos. La montaña ofrece matices como la altura, la temperatura o la humedad, a los cuales habría que añadir la orientación de la montaña y la situación en la vertiente umbría o solana. Hasta los 1.400 metros de altitud se desarrollan los rebollares, que enlazan con las repoblaciones de pino silvestre (o en estado natural como en Cofiñal),[26] y en la base con los robledales de carballo y albar, o con los bosques de castaños en El Bierzo o los hayedos de las montañas Cantábricas, entre los cuales destaca el Faedo de Ciñera, considerado en 2007 el bosque mejor cuidado de España.[28] Todo este conjunto se completa con otras especies, también muy comunes, como el tejo, el abedul o el acebo, además de las especies típicas de ribera como olmos, álamos, fresnos, alisos o sauces.[23]

El sotobosque de estos bosques está cubierto por formaciones de matorrales constituidas por helechos (muy dispersos por la provincia, con más de cuarenta especies, entre las que destaca la cola de caballo, sólo presente en León), brezo o tojo. Por encima del límite altitudinal, donde los árboles no pueden crecer por efecto del frío y de los vientos, se encuentra una vegetación de matorral constituida por piornos, enebros, escobas o retamas.[29] Tal variedad de masa forestal favorece la aparición de distintas especies de musgos y líquenes, como barbas de capuchino, trompetas antiguas, pulmonarias o musgo de Islandia, así como una abundante flora micológica.[23]

En cuanto a las plantas con flor, el mayor número de ellas se corresponden con herbáceas, entre las que se encuentran rarezas como la Petrocoptis glaucifolia (conocida únicamente en la provincia) y otras cuyo nombre científico hace referencia a pueblos o comarcas como Saxifraga babiana o Campanula arbatica. Entre el resto de especies están presentes ejemplos como la árnica, el té de monte y los tomillos y las mentas, los cuales están representados por varias subespecies.[23]

Fauna

El oso pardo es una de las especies más emblemáticas de León.
El urogallo está en retroceso, habiendo perdido el 70% de sus individuos en la provincia.

La provincia cuenta con una fauna rica y variada debido a su situación de transición entre el mundo mediterráneo y el eurosiberiano y entre la llanura y la montaña.[30] Así, en cuanto a los íctidos, las aguas leonesas sustentan especies autóctonas como trucha común, tenca, barbo y lamprehuela o alóctonas como el lucio. En relación a los distintos medios acuáticos están presentes anfibios como la rana común, el tritón jaspeado o el gallipato, mamíferos como el desmán o la nutria, y aves como el mirlo acuático, distintas especies de ánades y lavanderas, el martín pescador o las agachadizas.[31]

En las zonas llanas de la provincia, dedicadas desde hace siglos al cultivo, se encuentran aves como la avutarda, el sisón, la perdiz roja o el cernícalo y pequeños mamíferos como la liebre o los topillos y, en zonas arboladas, la comadreja o el armiño. En el entorno de los núcleos de población son comunes las cigüeñas blancas, los estorninos, la golondrina, el vencejo, distintas especies de páridos, las grajas, que en España tan sólo se reproducen en la zona centro-sur de la provincia,[32] o rapaces como el milano real o el ratonero. En las zonas que, desde las vegas, dan paso a campiñas o bosques, están presentes mamíferos como el jabalí, el zorro, el corzo o el lobo y aves como los alcaudones o el petirrojo. Por último, en las zonas de montaña, ya sea en pastizales o en bosques, habitan el ciervo, la cabra montés, el rebeco, la perdiz pardilla o la garduña y aves como el azor, el gavilán o el águila real.[30]

Sin embargo, las especies más emblemáticas en este ecosistema dentro de la provincia son el oso pardo y el urogallo. Respecto al oso pardo, en su núcleo occidental, en el que habitan unos 140 individuos, se extiende, dentro de la provincia, por Los Ancares, Laciana, Babia y Omaña, y en su núcleo oriental, en el que habitan unos 30 ejemplares, ocupa la Montaña de Riaño.[33] Amenazado de peligro de extinción, en los últimos años su población se ha incrementado gracias al apoyo de las administraciones y el trabajo de organizaciones como la Fundación Oso Pardo con proyectos de conservación y educación medioambiental.[34] En cuanto al urogallo, desde principios de los años ochenta ha venido sufriendo dentro de la provincia un retroceso de su población de hasta el 70% debido a la fragmentación de su hábitat, la baja tasa de reproducción y el alto grado de depredación[35] por lo que se están llevando a cabo programas de conservación mediante mejoras del hábitat o cría en cautividad, entre otros.[36] Además, desde 2005 se viene constatando la existencia de una población de urogallos en los montes de León, los situados más al sur de todas las poblaciones conocidas, cuya adaptación a un ecosistema mediterráneo resulta única en su especie, viviendo en condiciones de sequía estival y con una dieta distinta a la habitual.[37]

Por último, señalar algunas especies de aves que habitaron en la provincia pero que por diversos motivos ya no es posible observarlas, como el quebrantahuesos, cuya población declinó debido al uso excesivo de venenos, la ganga, perjudicada por la intensificación de los cultivos en la Meseta Norte, la perdiz nival o el águila perdicera.[38]

Espacios de interés medioambiental

Véase también: Anexo:Espacios naturales protegidos de la provincia de León
La reserva de la biosfera del Valle de Laciana fue creada en 2003.
Vista del Sil desde el puente de las Palomas, en la reserva de la biosfera de Babia.
Red de Espacios Naturales

Desde que en 1991 la Junta de Castilla y León se adscribió al marco legal que permitía la protección y regulación de sus espacios naturales, se ha ido configurando una red que, a fecha de 2010, integra cerca de cuarenta espacios bajo distintas figuras de protección.[39] De todos ellos, la provincia de León alberga ocho espacios entre Parques Nacionales (1), Parques Regionales (1), Espacios Naturales (4) y Monumentos Naturales (2).

Los más destacados son el Parque Nacional de Picos de Europa, creado en 1995 a partir de la ampliación del Parque Nacional de la Montaña de Covadonga, y el Parque Regional de Picos de Europa, creado en 1994. Compartidos con Asturias y Cantabria, los Picos de Europa son de un alto interés botánico, zoológico (con especies en peligro como el oso pardo o el urogallo), geológico y geomorfológico, llegando a ser declarados reserva de la biosfera en 2003.[40] En cuanto a Espacios Naturales están la Sierra de Ancares, ejemplo de convivencia de influencias gallegas, leonesas y cantábricas, tanto en lo natural como en lo cultural, Las Médulas, con su característico modelado antrópico fruto de la minería romana, el Valle de San Emiliano, ejemplo de zona de transición entre la flora y fauna eurosiberiana y la mediterránea, y las Hoces de Vegacervera, de alto valor geomorfológico.

Por último, los monumentos naturales del lago de La Baña y del lago de Truchillas, situados en la vertiente norte de la sierra de La Cabrera y declarados conjuntamente en 1990, que destacan por sus valores botánico, faunístico y geomorfológico, pero que en la actualidad se encuentran amenazados por la presencia de explotaciones mineras a cielo abierto.[41]

Reservas de la Biosfera

Las áreas catalogadas como Reserva de la biosfera, reconocidas por la Unesco por su interés científico y su riqueza natural y cultural, están representadas en León por los siguientes siete espacios, que ocupan un total de 3.290,253 km2 (un 21,12% del total de la superficie provincial):

Reservas de la Biosfera de León[42]
Reserva Año Superficie (ha)
Alto Bernesga 2005 33.442
Ancares Leoneses 2006 56.786
Los Argüellos 2005 33.260
Laciana 2003 21.700
Picos de Europa 2003 64.660
Babia 2004 38.018
Omaña y Luna 2005 81.159,3
Red Natura 2000

La Red Natura 2000 es una red ecológica europea de áreas de conservación de la biodiversidad, cuyo objetivo es asegurar la supervivencia de las especies y hábitats más amenazados de Europa, que consta de Zonas de especial conservación (ZEC), catalogadas previamente como Lugares de Importancia Comunitaria (LIC), de acuerdo con la Directiva de Hábitats, y de Zonas de especial protección para las aves (ZEPA), dadas en virtud de la Directiva de Aves.[43] En la provincia hay catalogados 16 LIC (Alto Sil, Hoces de Vegacervera, Lagunas de los Oteros, Montaña Central de León, Montes Aquilanos y Sierra del Teleno, Omañas, Picos de Europa, Picos de Europa en Castilla y León, Rebollares del Cea, Riberas del río Cea, Riberas del río Esla y afluentes, Riberas del río Órbigo y afluentes, Riberas del río Sil y afluentes, Sierra de la Encina de la Lastra, Sierra de los Ancares y Valle de San Emiliano)[44] y 11 ZEPA (Alto Sil, Montes Aquilanos, Omañas, Oteros-Campos, Oteros-Cea, Páramo Leonés, Picos de Europa, Picos de Europa en Castilla y León, Sierra de los Ancares, Valdería-Jamuz y Valle de San Emiliano).[45]

Véase también

Referencias

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  2. a b Sánchez Zurro, Domingo (2008). Geografía de Castilla y León. Ámbito.  pp. 22-23. ISBN 978-84-8183-156-6. 
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  4. Sánchez Zurro, Domingo (2008). Geografía de Castilla y León. Ámbito.  pp. 31-33. ISBN 978-84-8183-156-6. 
  5. Sánchez Zurro, Domingo (2008). Geografía de Castilla y León. Ámbito.  pp. 30-31. ISBN 978-84-8183-156-6. 
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