Obras hidráulicas en México en las épocas prehispánica y colonial.

Obras hidráulicas en México en las épocas prehispánica y colonial.

Contenido

Obras hidráulicas en México en la época prehispánica y colonial.

Introducción.

El agua es un recurso vital para el desarrollo de la civilización, la historia lo ha demostrado mediante el florecimiento de las culturas Mesopotámica, Egipcia, Hindú y China. Sin embargo, también la historia ha sido testigo de las graves catástrofes que el agua puede causar. Es por esto que resulta primordial para cualquier cultura tener un adecuado manejo de este recurso, tanto para su abastecimiento, como para evitar siniestros. Las culturas mesoamericanas no son la excepción y debieron enfrentar un gran reto al establecerse ya sea en zonas lacustres o con escasez del líquido. Para el aprovechamiento del agua debieron construir desde pequeñas estructuras hidráulicas hasta colosales obras. Cabe mencionar que estos pueblos lograron propósitos como la distribución del agua, el abastecimiento y el riego, siguiendo técnicas sustentables para minimizar su impacto ambiental.[1]

Obras hidráulicas en la historia de México.

La historia de México puede ser contada a través de sus obras hidráulicas. Éstas han respondido a las necesidades de captación, conducción, almacenamiento, distribución e irrigación durante las diferentes épocas históricas por las que ha pasado el país. Los mexicas, una de las sociedades prehispánicas más representativas del modo de vida lacustre, tuvieron una relación indisoluble con sus recursos hídricos. Como muestra de ello, su ciudad fue diseñada para funcionar en el agua mediante la red de comunicación acuática formada por chinampas, canales y acequias lograron solucionaron un problema recurrente de las culturas mesoamericanas: el transporte. A su llegada los españoles registraron este modus vivendi de los indígenas mediante sus informes, cartas y crónicas.[2] Algunos de los datos tomados por los conquistadores sobre las obras hidráulicas del valle de México fueron la existencia de:[3]

  • puertos de canoas,
  • acequias hondas para navegación,
  • ciudades fundadas totalmente en el agua (sobre chinampas),
  • ciudades fundadas parte en agua y parte en tierra firme,
  • calzadas que atravesaban las lagunas,
  • andenes, jardines, estanques y huertos en la orilla de la laguna salobre de México.

Con el choque entre los conquistadores y los autóctonos, las técnicas de construcción europeas se mezclaron con las habilidades de construcción y conocimientos de una cultura agrícola. Durante la toma de “México-Tenochtitlan” se destruyó el acueducto de Chapultepec dejando a la ciudad sin su más importante fuente de abastecimiento.[4]

Obras hidráulicas en la época prehispánica.

Durante esta etapa, las chinampas, acequias, calzadas, diques, albarradones y acueductos fueron las obras hidráulicas más representativas. Los principales materiales para su construcción fueron la madera, la piedra y el lodo así como plantas y tules.[5]

Obras hidráulicas para usos domésticos.

En Mesoamérica gran parte del abastecimiento de agua se logró a través de la recolección y almacenamiento del agua pluvial. El agua era captada mediante canales y zanjas y conducida desde los techos de las casas por canoas, canalitos o canjilones hacia depósitos de barro, cal y canto o piedra. Existían también con este fin almacenes subterráneos como los de San José Mogote (1000 a.C.) y Tierras Largas (1000-900 a.C.) Oaxaca, dentro de éstos depósitos también están los chultunes o cisternas mayas.[6] Los jagüeyes eran otra estructura determinante para el abastecimiento de agua, consistían bordos de tierra compactados, que recibían el agua de los escurrimientos de los cerros cercanos. Éstos cumplían funciones tanto para distribución y consumo humano como para abrevadero de animales.[7] También durante esta época se construyen los primeros acueductos, dentro de estos, podemos mencionar la historia de los acueductos mexicas que tuvieron distintas etapas. En la primera etapa se construyó un conducto abierto hecho de lodo y carrizo con la finalidad de traer agua de los manantiales de Chapultepec. La segunda consistió en su renovación mediante escombros y estuco. En la tercera se construyó finalmente el acueducto que incluyó dos canales y para la cuarta se construyó el acueducto sur.[1]

Obras hidráulicas para la irrigación agrícola.

En Mesoamérica, el riego persiguió dos fines principales: 1) el incremento del rendimiento agrícola de plantas cultivadas y de mano de obra y, 2) la ampliación de la “frontera agrícola”. Es la construcción de la presa de Purrón, la obra que marca el inicio de la agricultura de riego en Mesoamérica, esta es la estructura monumental es la más antigua de su tipo que se haya encontrado.[7]

Sistemas de riego con instalaciones permanentes.

En estos sistemas, el agua era generalmente capturada desde su nacimiento utilizando estructuras llamadas “cajas” para regular el flujo de los canales y para favorecer la elevación del nivel del agua logrando un riego en una mayor superficie de tierra. Del canal principal, se originaba una red de distribución de pequeños canales y acequias con depósitos secundarios de almacenamiento, muchos de estos canales se encontraban impermeabilizados con estuco y calicanto. Debido a la topografía fue necesaria la construcción de acueductos para librar barrancas y desniveles. Evidencias de este tipo de sistemas se han encontrado en el área de Texcoco, Chalco, Coyoacán y Tacubaya.[4]

Sistemas de riego con presas derivadoras transitorias.

Éstas eran bordos o “empalizadas” para represar el agua, construidas con troncos, cañuela o varas entretejidas, piedras, tierra y pasto, servían para obligar a las aguas a desviarse a un canal que ya se había construido. Esta agua era utilizada durante la temporada de secas y sus estructuras son destruidas al llegar los temporales cuando los ríos aumentan su caudal haciendo el riego innecesario.[8]

Sistemas de riego con agua pluvial.

En el valle de Teotihuacán se encontraron paredes de piedra que cumplían, además de la función del aterrazamiento y protección de la erosión de cerros, la de la contención de agua de lluvia y su conducción hacia canales de riego. Esta fue una técnica hidráulica especializada para adaptar el régimen de cultivos a las condiciones específicas de lugares como el valle de México donde las lluvias eran irregulares.[9]

Sistemas hidráulicos y formación de lagunas artificiales.

Dentro del quehacer de los prehispánicos, también se encontró la formación de “lagunas” artificiales que en realidad eran embalses o presas. Tres de los casos más conocidos son: la “laguna-presa” de Totoltepec en la cuenca de México, el sistema de Coatepec-Tula en Hidalgo y el de Amanalco en el Estado de México. En el mismo renglón, las sequías estacionales impulsaron la construcción de camellones agrícolas, éstos cumplían dos funciones importantes: por un lado, conservar el agua de depósitos naturales y por otro lado, la habilitación de vías de navegación mediante canales.[10]

Obras hidráulicas para la conducción, el control y drenaje de aguas pluviales.

Las antiguas ciudades mesoamericanas generalmente se encontraban provistas de desagües subterráneos, los cuales en muchas ocasiones estabas conectados hacia acequias en las orillas para irrigar parcelas agrícolas, algunos ejemplos son: La Venta, Tabasco y San Lorenzo Tenochtitlan, Veracruz. En la Venta hubo canales y alcantarillas de piedra, mientras que en San Lorenzo Tenochtitlan el sistema hidráulico se componía de alcantarillas, tuberías de barro y acueductos subterráneos de piedra basáltica labrada, pozos, cisternas, estanques y otros depósitos de agua.[10]

Obras hidráulicas para el control de los niveles de agua en zonas lacustres, pantanosas e inundables.

Las lagunas fueron en Mesoamérica una importante fuente de recursos, determinante para el florecimiento de grandes ciudades como Teotihuacan y Tenochtitlan. Paradójicamente, los sistemas lagunares también representaban una constante amenaza de inundaciones. Para enfrentar este riesgo, se realizaron una serie de obras hidráulicas colosales destinadas al control de los niveles de agua que iban de la inundación a la desecación. Por ejemplo en el Lago de México, los mexicas construyeron calzadas y diques para moderar el flujo de las aguas de lagos y ríos para evitar por un lado inundaciones y por otro, que los lagos de Chalco y Xochimilco se mezclaran con las aguas saladas del de Texcoco.[1] Una de las obras más notables de la época fue el Albarradón de Nezahualcóyotl construido en 1449. Éste cumplió la función de contener las aguas del lago de Texcoco, que anteriormente ya habían causado graves inundaciones y además, la de separar las aguas dulces de las salobres. La importancia de este sistema radica en que permitió la vida urbana, la comunicación lacustre, pero sobre todo, la construcción de chinampas. Las chinampas o jardines flotantes constituyeron una de las obras hidráulicas con mayor importancia, vitales para el desarrollo de imperios como el Mexica, ya que estos islotes de tierra cultivable, permitieron la actividad agrícola dentro del lago de Texcoco.[11]

Obras hidráulicas en la época colonial.

A la llegada de los españoles, muchos de los sistemas hidráulicos continuaron utilizándose sin grandes cambios, sin embargo, después de cierto periodo de tiempo éstos empezaron a sufrir transformaciones. Con la conquista, se terminó el régimen de organización social existente y se implantó la organización en haciendas, por lo cual, la compleja red de canales que sirvió para irrigar los valles fue inutilizada. En cambio, sí se siguió aprovechando el agua pluvial mediante presas derivadoras y se introdujeron nuevas técnicas de desviación de corrientes de agua como las galerías filtrantes o qanats de origen persa.[7]

Innovaciones tecnológicas.

Entre las más importantes innovaciones tecnológicas en las estructuras hidráulicas de la época colonial se pueden mencionar: Entre las más importantes innovaciones tecnológicas en las estructuras hidráulicas de la época colonial se pueden mencionar:[10]

  1. El empleo de máquinas como la palanca y la rueda para la extracción de agua de pozos por un solo hombre y para mover maquinaria con fuerza hidráulica. Son ejemplos las ruedas hidráulicas, las poleas y los tornos.
  2. La construcción de acueductos sobre arquerías sencillas, dobles o triples, para sustituir los acueductos sobre terraplenes evitando así complicaciones a causa de la topografía. Ejemplo de éstos son los “arcos de Tembleque” en Hidalgo, el acueducto de Chihuahua, el de Querétaro y el de Zacatecas, entre otros.
  3. El almacenamiento de agua en pilas y fuentes para el abastecimiento como las de Chiapa de Corzo, Tochimilco y Texcoco.

Nuevas estructuras hidráulicas.

Los acueductos subterráneos o qanats fueron usados en el país durante esta época, éstos se usaron para irrigación o para conducir agua de consumo humano, esto mediante la excavación de pozos hasta encontrar agua freática y un canal con una pendiente suficiente para el escurrimiento de agua por gravedad, las también llamadas galerías filtrantes, sirvieron tanto para la captación de agua como para mejorar su calidad al ser infiltrada en el suelo. Sistemas de este tipo se han encontrado en Parras, Viesca y Saltillo, Coahuila, en las ex-haciendas de San Luis Potosí Pardo y el Peñasco y en la zona Tlaxcala-Puebla en Acatzingo y Tepeaca, Tehuacán y Valsequillo.[12]

Obras hidráulicas para la formación y desecación de lagunas.

Los españoles al igual que los indígenas, tuvieron entre sus obras hidráulicas las necesarias para la formación de lagunas artificiales y de la desecación de otras. En el primer caso, se tiene la laguna de Yuriria en Michoacán que se formó a partir de la excavación de una acequia ancha y honda que llevaba hasta ciénegas ya existentes que se secaban estacionalmente. En cuanto a la desecación, el caso más estudiado es el de la cuenca de México, la cual después de cuatro graves inundaciones que causaron afectaciones a la ciudad, fue drenada mediante la apertura del desagüe de Huehuetoca a principios del siglo XVII.[10]

El futuro de las obras hidráulicas prehispánicas y coloniales.

Hoy en día, existen en el norte del país algunas estructuras hidráulicas que datan de las épocas prehispánica y colonial. Sistemas como el de transporte de agua por gravedad y las galerías filtrantes cuentan con miles de años de existencia en Mesoamérica y durante este tiempo han sido usados para la derivación de agua para su aprovechamiento agrícola, a estas obras se les conoce como sistemas de riego pequeños. Estudios sobre este tipo de sistemas han demostrado que tienen un alto grado de sostenibilidad, bajos costos económicos y altos rendimientos de producción agrícola, pudiéndose considerar como una importante alternativa de generación de desarrollo. A pesar de estas características, estos sistemas se encuentran en decadencia debido en gran parte a su desconocimiento tanto en la parte técnica como en la organizacional. Algunos de los problemas que enfrentan los sistemas pequeños de riego son su dependencia del mantenimiento y control de los bosques para favorecer la infiltración del agua, la desaparición de comunidades indígenas y rurales que se encarguen de su operación y mantenimiento, y finalmente, la expansión del proceso de distribución de agua por redes entubadas. A pesar de estos factores, hoy en día existen casos exitosos del funcionamiento de sistemas pequeños de riego. Entre los más importantes podemos mencionar a Parras de la Fuente en Coahuila, Bustamante en Nuevo León y Valle de San Bartolomé en Chihuahua. La importancia del estudio de dichos sistemas no sólo estriba en la recuperación de las estructuras hidráulicas históricas, sino también en la ayuda que pueden brindar en la continuidad y conservación de mantos acuíferos y en la generación de tecnologías sustentables.[13]

Referencias

  1. a b c González-Rodríguez, Carlos A. (2011). Centro del Agua para América Latina y el Caribe. ed. Trabajos de Abastecimiento de agua en la antigua ciudad de México, el origen de una civilización majestuosa. 
  2. García-Sánchez, Magdalena A. (2004). Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social. ed. Mestizajes Tecnológicos y cambios culturales en México. pp. 21-32. 
  3. Rojas-Rabiela, Teresa. (1974). Instituto Nacional de Antropología e Historia. ed. Nuevas noticias sobre las obras hidráulicas prehispánicas y coloniales en el valle de México. pp. 27-69. 
  4. a b Palerm, Ángel. (1973). Instituto Nacional de Antropología e Historia. ed. Obras hidráulicas prehispánicas en el sistema lacustre del valle de México. pp. 19-44. 
  5. Tortolero-Villaseñor, Alejandro. (2000). El agua y su historia: México y sus desafíos hacia el siglo XXI. Siglo XXI. pp. 19-51. 
  6. Zapata-Peraza, Renée Lorelei. (1982). Los chultunes. Sistemas de captación y almacenamiento de agua pluvial. INAH. 
  7. a b c Hernández, Raúl. (2003). Patricia Ávila García. ed. Agua, medio ambiente y desarrollo en el siglo XXI: México desde una perspectiva global y regional. El Colegio de Michoacán. pp. 135-140. 
  8. Obras hidráulicas en la América Colonial. Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas y Urbanismo. 1993. 
  9. Palerm, Ángel. (1970). Carmen Viqueira. ed. México prehispánico. Evolución ecológica del valle de México. Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. pp. 58-197. 
  10. a b c d CONAGUA (2009). SEMARNAT. ed. Semblanza Histórica del Agua en México. pp. 9-26. 
  11. Tortolero-Villaseñor, Alejandro. (2000). El agua y su historia: México y sus desafíos hacia el siglo XXI. Siglo XXI. pp. 19-51. 
  12. Palerm Viqueira, J. (2004). Las galerías filtrantes o qanats en México: Introducción y tipología de técnicas. pp. 133-145. 
  13. Martínez-Saldaña, Tomás. (2007). El uso del riego ancestral en la agricultura contemporánea, el caso de los sistemas de riego en el árido mexicano. Red Iberoamericana de riegos. 

Wikimedia foundation. 2010.

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