Segunda Batalla de Nanawa

Segunda Batalla de Nanawa
Segunda batalla de Nanawa
Parte de Guerra del Chaco
Nanawa 2da batalla.jpg
Situación inicial al 4 de julio de 1933
Fecha Desde el día 4 al 7 de julio de 1933
Lugar Chaco boreal
Resultado Victoria ejército paraguayo
Beligerantes
Bandera de Bolivia República de Bolivia Bandera de Paraguay República del Paraguay
Comandantes
Hans Kundt
Gerardo Rodríguez
Enrique Frías
Julio Quiroga
Ballón
José Félix Estigarribia
Luis Irrazábal
Bajas
2 000 (muertos, heridos, prisioneros) 636 (muertos, heridos)

La Segunda Batalla de Nanawa correspondiente a la Guerra del Chaco, entre Bolivia y el Paraguay, se libró en el Chaco Boreal desde el 4 al 7 de julio de 1933. Fue el segundo intento del Gral. Hans Kundt por capturar el estratégico fortín Nanawa. Fue el ataque frontal más importante llevado a cabo por el ejército boliviano durante toda la guerra y en la que empleó, masivamente, todos sus recursos disponibles: artillería, aviación, tanques, morteros y lanzallamas.

Contenido

Preparativos

Defensa Paraguaya

La preparación boliviana para el segundo asalto no fue un secreto para nadie y mucho menos para el comando paraguayo. Las informaciones de inteligencia indicaban que el comando boliviano había movido nuevamente su centro de gravedad al sur. Estigarribia preparó convenientemente las defensas de Nanawa con la convicción estratégica de impedir a cualquier precio que esa posición cayera en manos bolivianas. Esto era inusual en él teniendo en cuenta su concepción general de que las operaciones en el Chaco debían ser de movimiento y a las cuales era, además, muy afecto.

A finales de junio, prisioneros bolivianos y patrullas lejanas paraguayas confirmaron a Estigarribia que era inminente que Kundt realizara otro poderoso ataque a Nanawa. Desde mucho antes, el Tte. Cnel. Irrazabal, comandante de la 5ta. División, con la experiencia recogida en enero, había tomado medidas para reforzar su posición.

Como no se disponía de armamento apropiado para contrarrestar el blindaje de los tanques bolivianos, se ubicaron piezas de artillería de 75 mm. en posición rasante para destruirlos con tiros directos. Las primeras trincheras se ahondaron hasta convertirlas en reglamentarias para tiradores de pie. Frente a las mismas se colocaron una compleja red de alambradas rastreras, reforzadas con minas de alto poder explosivo, a intervalos de 30 a 40 metros. Frente a la Isla Fortificada o Isla del Diablo (como le llamaban los bolivianos) y sobre la ruta Nanawa-Mariscal López se construyeron obstáculos antitanques consistentes en grandes y profundas zanjas. Los tramos de trincheras que inicialmente estaban aislados se unieron paulatinamente formando una fortificación de varios kilómetros de extensión.

La disposición de las fuerzas paraguayas era la siguiente: La brigada de caballería RC-4 (con 943 hombres), integrada con los regimientos Acá Verá y Acá Carayá, ocupaba posiciones en el ala sudeste de Nanawa, su extrema izquierda llegaba hasta 3 kilómetros al sudeste. La Quinta División paraguaya (1.500 hombres), integrada con los regimientos RI-7 (ala norte) y RI-13 y RC-3 (ala sur), era la responsable de defender todas las posiciones que circundaban a Nanawa. Por afuera del sistema defensivo, hacia el norte, fuerzas desprendidas de la 4ta. División, integrada con los regimientos Boquerón, 12 y una compañía de zapadores, mantenían el enlace con la 4ta. División que defendía Gondra. El diagrama defensivo semejaba una V con el vértice apuntando hacia el oeste y apoyado en el fortín "viejo". Desde ese vértice las trincheras se abrían en dos hacia atrás, un lado se dirigía hacia el noreste (unos 2,5 Km. hasta la Isla 1) y el otro hacia el sureste (unos 3 Km.) casi todas apoyadas en los bordes del bosque e islas dejando un amplio campo de tiro delante.

Completaba la defensa el Grupo de Artillería Roa con una batería de cañones 105 y dos de 75 mm. La reserva estaba integrada por el Batallón de Rifleros Nº 1, el Batallón Nº 2 y un escuadrón divisionario.

Plan de ataque boliviano

Grandes eran las ventajas tácticas que tenía el ejército boliviano para llevar adelante este segundo ataque a Nanawa con relación al primer ataque de enero de 1933: 1)La protección de las trincheras que disponía como base de partida, muchas de ellas a menos de 100 metros de distancia del enemigo y a las cuales se podía volver en el hipotético caso de que el ataque fracasara; 2)La artillería disponía de una excelente red telefónica con los puntos de observación avanzados, campos de tiro y había ajustado con anticipación los reglajes sobre las posiciones enemigas; 3)La estación de las lluvias había finalizado meses antes, el terreno estaba seco, la temperatura era baja. El terreno despejado se prestaba a la utilización de los tanques e impedía ataques sorpresivos o de cerco; 4)Se contaba con abundante dotación de recursos y con nuevas armas (granadas de mano, morteros Stokes-Brandt, lanzallamas, tanques Vickers); 5)La aviación había realizado un detallado relevamiento de las nuevas mejoras hechas por el enemigo mediante observación directa y fotografías aéreas;[1]

El Cnel. Toro, en su libro "Mi actuaación en la Guerra del Chaco", dice que él se opuso al ataque y que sus esfuerzos para convencer a Kundt fueron estériles. [2] El 1 de julio el general Kundt dictó la detallada Orden de Operaciones para la captura de Nanawa:

El ataque se realizaría el 4 de julio. A las 08:30, todas las unidades deberán encontrarse en posición de partida y en la formación correspondiente. En el sector norte, la señal para el avance de la infantería lo dará la explosión de la mina. Las trincheras deberán ser arrolladas por grupos de combate haciendo uso resuelto de los lanzallamas (una de las armas novedosas que se usaron en esta batalla), granadas de mano, ametralladoras ligeras y armas blancas; las fracciones que se encuentren a la cabeza deberán avanzar arrastrando a los que se encuentren en la retaguardia y no deberán detenerse para hacer prisioneros o capturar material bélico enemigo, dejando este trabajo a las unidades que vengan detrás.

Se deberá construir zanjas de comunicación entre las líneas propias y las enemigas una vez que estas fueran capturadas. Previendo que la batalla se pueda prolongar algunos días más se deberá ahorrar las municiones desde el primer día. Esta advertencia de Kundt estaba dirigida contra la tendencia de las fuerzas bolivianas a derrochar exageradamente las municiones. Los dos grupos de tanques maniobrarán con total libertad por el campo de batalla, asignándose dos unidades al sector norte , y dos al sector sur. La misión de estos blindados era ver y analizar, con mucho cuidado, la situación y el avance de la infantería, apoyando con su fuego donde éstas se vieran paralizadas en su avance. A las 08.50 toda la artillería romperá sus fuegos; el fuego de sus obuses debe ser de demolición; para las baterías KK es suficiente un fuego de asalto, los morteros romperán el fuego a las 8.50, con granadas de potencia. A las 09.05 debe hacerse explotar la mina; desde el comienzo del fuego de la artillería todas las ametralladoras pesadas hostigaran con su fuego las posiciones enemigas a su frente. La continuación de los fuegos de la artillería después de la irrupción de la infantería dependerá de la situación. La destrucción de las fuerzas de artillería enemiga se deja exclusivamente al Cuerpo Aéreo.

Las fuerzas bolivianas de la 7ma. División al mando del Cnel. Gerardo Rodríguez estaban dispuestas de la siguiente manera: la columna norte, al mando del Tcnel. Julio Quiroga estaban constituidas por seis regimientos (RI.: 3,7,22,38,39; RC. 7), un grupo de artillería, un grupo de tanques (von Kries y Kohn) sumando 3.500 hombres. La columna sur, al mando del Tcnel. Enrique Frías contaba con siete regimientos (RI.: 16, 42, 43; RC.:1,3,5), un grupo de artillería (Seleme) y un grupo de tanques (Brandt) sumando 3.500 hombres. En el sector central, al mando del Tcnel Balllón estaba el RI-8 más el destacamento 111. Al poder de fuego de la infantería se sumaba el apoyo de 29 cañones, 12 morteros, 8 lanzallamas y 4 tanques (3 Vickers y 1 tanqueta Carden-Lloyd). Desde el aire una docena de aviones tenía la misión de apoyar el avance ametrallando las posiciones y lanzando bombas sobre todo el sector.

El plan de ataque no contemplaba ninguna acción sobre los caminos que partían de Nanawa, hacia Bullo, a Florida y o hacia el este con dirección a Concepción. Cómo las fuerzas bolivianas, después del ataque en enero, habían quedado formando un semicírculo delante de Nanawa, en la nueva tentativa se contemplaba el avance sobre ambos extremos del herraje con un ataque demostrativo en el centro. En el sector norte el ataque tenía que seguir a la explosión de una mina subterránea que se había preparado cavándose un túnel desde la Punta de los 4 Degollados (llamada así luego de la batalla de enero donde se encontraron los cuerpos degollados de cuatro bolivianos después de un contraataque paraguayo), hasta la Isla Fortificada (Punta Mojoli).

Desarrollo de las operaciones (4 al 6 de julio de 1933)

4 de julio

Situación inicial 4 de julio de 1933

A la hora señalada, las baterías y ametralladoras pesadas iniciaron el fuego. Una hora más tarde, al mismo tiempo que 12 aviones lanzaban sus bombas sobre el fortín intentando silenciar a la artillería enemiga, la mina subterránea explotó con gran estruendo y los infantes iniciaron su avance en los tres sectores. El ataque de tantos regimientos a todo lo largo del frente tuvo un efecto espectacular.

La explosión retumbante de los proyectiles de artillería concentrados en determinados puntos, las fulguraciones de los lanzallamas, el crepitar de las ametralladoras, el avance estrepitoso y terrorífico de los tanques, el zumbido de doce aviones que lanzaron 8 toneladas de modernas bombas guiadas por hélice de 80 kilos y ametrallaban desde el aire, todo esto en un espacio de pocos kilómetros, constituyeron un cuadro dantesco, nunca visto antes en una acción bélica sud-americana y que los que participaron en ella, y pudieron sobrevivir, no lo olvidarían jamás.

El ataque en el sector sur no duró más de una hora, la artillería efectuó su bombardeó durante 30 minutos sobre la posición principal de resistencia. Las fuerzas de asalto, retrasadas en su progresión por el fuego enemigo y la maraña del bosque llegaron a las trincheras paraguayas cuando la artillería ya había alargado sus tiros hacia la retaguardia enemiga, dejando a los atacantes a merced de la defensa que pudo contenerlos cómodamente. Los lanzallamas, bajo el fuego de las ametralladoras, perdieron a casi todos sus efectivos; de los dos tanques que actuaron en ese sector, uno avanzó orillando el bosque por donde penetraba la infantería y llegó resueltamente hasta el parapeto de la trinchera paraguaya pero al encontrarse peligrosamente aislado por el retraso de los infantes, tuvo que regresar y no volvió a aparecer. El otro incursionó un poco más al este hasta detenerse en un lugar, al parecer empantanado o con alguna avería mecánica, de donde también regreso a retaguardia. El fracaso de este ataque se debió, en gran parte, a la falta de coordinación entre la artillería, los tanques y la infantería boliviana en el punto de ruptura.

La batalla más intensa se desarrolló en el sector norte, en los alrededores del "Reducto", en una extensión lineal de 2.000 metros aproximadamente. La mina subterránea que dio la señal para el asalto, explotó 30 metros delante de las trincheras paraguayas que habían sido enderezadas días antes con un retroceso de esa distancia por lo que el efecto fue nulo; los dos tanques avanzaron por la derecha, desplazándose de un lado a otro y concentrado su fuego sobre otras dos islas de monte, uno de ellos llegó hasta 60 metros de los defensores hasta que el tiro directo de una granada de cañón o de mortero lo paralizó. El otro evolucionó en el campo, al parecer desorientado y por averías o agotamiento de la munición, retrocedió para no actuar más.

Los regimientos de infantería bolivianos avanzaron resueltamente sobre el terreno descubierto y con gran derroche de heroísmo y fuertes pérdidas lograron conquistar sectores de la isla Mojoli y las trincheras enemigas de ambos costados del "Reducto" más una segunda línea de trincheras ubicadas en la Punta Norte. En el último tramo de una zanja, uno de los lanzallamas que precedía el asalto se enfrentó a un nido de ametralladoras pesadas instalado en la punta del bosque, el chorro de fuego cubrió el nido, penetró por la tronera y chamuscó a sus ocupantes quienes, sorprendidos, abandonaron la posición.


La penetración boliviana llegó hasta los bordes del cementerio del RI-7 "24 de mayo", e hizo peligrar la defensa de todo el fortín. Cundió el temor en todos los sectores. El Tte. Cnel. Francisco Brizuela, responsable inmediato de la defensa de ese sector, fue recibiendo partes cada vez más alarmantes:

“las cosas van mal”, “los bolivianos han roto la línea”, “las cosas empeoran”, “todo está perdido, los bolís ya se infiltran”.

El comandante preparó la destrucción de los archivos y ordenó con determinación: “soldado que huya, se lo mata, y soldado que llegue hasta aquí, lo mato yo”. Por teléfono, Brizuela alertó al Cnel. Luis Irrazábal, su jefe de división, que tenía su puesto de mando a menos de 2 kilómetros del lugar donde se había producido la ruptura:

“mi coronel, las cosas van muy mal, pronto quizás quedaremos incomunicados”.

La respuesta de Irrazabal fue:

“En seguida ordeno al regimiento Boquerón y todas las reservas que acudan a proteger su retirada, para salvar 5ta. Div. procure mantener enlace”.

Sin embargo una compañía del RI-7 (Tte. Eloy Cañiza)se mantuvo firmemente en una parte del sector conocido como "Reducto", pese a que las defensas de sus dos costados y la de atrás habían caído y que a sólo 30 metros delante las tropas bolivianas habían ocupado el cráter producido por la explosión de la mina subterránea.

A las 14:00 horas(a 4 de iniciado el violento ataque boliviano) y tras evaluar que el ataque principal tendía a disminuir en intensidad, Irrazabal ordenó el contra-ataque con las reservas que tenía en el sector central del sistema defensivo para recuperar el terreno perdido y equilibrar la situación.

En las trincheras tomadas por los bolivianos reinaba una nerviosa euforia con el grito de “Viva Bolivia” repetido sin cesar. El comando boliviano había aumentado sus fuerzas en el sector capturado, pero, apretujados en esas zanjas y sin poder progresar fueron sometidos a un letal ataque de morteros y granadas de mano paraguayas. La lucha se mantuvo sin cesar hasta la 17:00 horas, momento en que la tremenda sangría obligó a los infantes bolivianos a ceder el terreno ganado a la derecha y detrás del "Reducto". El día concluyo con los bolivianos sosteniendo sólo las zanjas conquistadas en el otro extremo del "Reducto". Durante la noche continuó el intenso hostigamiento de ambos bandos en todo el frente.

5 de julio

Al atardecer del día 4 cuando el RI-7 "24 de Mayo" retomaba la "Isla Mojoli", se preparó un grupo integrado por el II/RI-7, el escuadrón divisionario y 2 compañías de fusileros, todos al mando del Capitán Plá, para retomar el “Reducto” al día siguiente. Durante toda la noche se presionó contra esa posición para evitar que recibiera refuerzos. Antes del amanecer, tras una corta pero precisa cortina de fuego del GA-2 Gral. Roa, el grupo Plá inició el ataque con bayonetas, machetes y granadas de mano. Atacantes y atacados se trenzaron luego en una feroz lucha cuerpo a cuerpo: el entreveró finalmente concluyó cuando la infantería boliviana quedó reducida al teniente Félix Reyes Laguna y 25 soldados, los que fueron hechos prisioneros. A mediodía el “Reducto” había sido retomado por las fuerzas paraguayas.

En ese momento "comenzó el enemigo con un nervioso hostigamiento, preludio tradicional de una próxima salida de sus refugios. Al entrar el sol comienza un nutrido disparo de artillería enemiga que fue el comienzo de otra arremetida contra las posiciones del RI-7. De inmediato pedí a nuestra artillería fuego de contención frente a Punta Mojoli, tiros que fueron tan bien dirigidos por su absoluta eficacia, pues el enemigo al salir de sus trincheras fue liquidado".(Fernández, 1962, p. 134)

Este ataque fue realizado por las fuerzas al mando del Cnel. Quiroga (Sector norte) a las 18:00 horas al que siguió otro más intenso a las 19:00 horas siendo rechazados por los defensores del RI-7 paraguayo al terminar el día 5.

6 de julio

Pese a los resultados el comando boliviano seguía confiado en que los ataques frontales (tipo Primera Guerra Mundial) lograrían quebrar las defensas de Nanawa. El día 6, los regimientos Pérez, RI-7 y Chichas, atacaron nuevamente la Isla Fortificada pero todos los esfuerzos, sacrificios y bajas no dieron ningún resultado.

Resultados

El 14 de julio, Estigarribia personalmente inspeccionó el campo de batalla encontrando el cuadro más macabro que vio en su vida. En todo el sector en que los bolivianos habían roto la línea y habían hecho su más profunda penetración en el sistema defensivo paraguayo, partes de brazos y piernas cercenados por la artillería todavía colgaban de los árboles. El general observó en cierto lugar que el cuerpo de un boliviano y un paraguayo habían caído abrazados luchando furiosamente cuerpo a cuerpo hasta que la granada del paraguayo había estallado, esto lo suponía puesto que la cadera del paraguayo estaba destrozada en el costado donde llevaba la bolsa de explosivos. Los paraguayos al ver el campo sembrado de tantos cadáveres decidieron incinerarlos por cuestiones sanitarias, y en lugar de utilizar leños los rociaron con kerosén, mientras había kerosén el fuego se mantenía pero cuando éste se terminó, quedó un apiñamiento de carne humana a medio quemar que despedía un olor insoportable.

No existe un total acuerdo sobre las bajas bolivianas. El historiador Querejazú Calvo lo calcula en más de 2.000 soldados (muertos, heridos y prisioneros)[3] , mientras que el Cnel. Fernández estima que los paraguayos tuvieron 189 muertos y unos 447 heridos.[4] . Este resultado debe ser evaluado a la luz de lo que implica un "ataque frontal" contra posiciones fortificadas. El ataque a Nanawa afectó sensiblemente al comando boliviano acostumbrado hasta entonces a la táctica del ejército paraguayo de maniobrar rápidamente en retirada cuando la relación de fuerzas no lo favorecía. El hecho de que Estigarribia decidiera defender nuevamente Nanawa a toda costa sorprendió al comando boliviano. A partir de este resultado los planes ofensivos de Kundt tuvieron que posponerse para recuperar fuerzas permitiendo que el ejército paraguayo retomara lentamente la iniciativa, primero con operaciones de alcance limitado (Gondra, Campo Grande), luego con operaciones de gran alcance (Alihuatá-Campo Vía).

Después de la batalla

Desde el 6 de julio y durante meses se luchó en forma intermitente, con hostigamiento de ambas partes, con combates de trinchera a trinchera, choques de patrullas y duelos de artillería. La artillería boliviana trató inútilmente de destrozar el tanque que había quedado paralizado a 60 metros de las trincheras enemigas. Se supone que finalmente los paraguayos le colocaron debajo una carga de dinamita y lo hicieron volar en pedazos para que no lo recuperaran los bolivianos.

El 6 de agosto de 1933, en conmemoración del día de la Patria en Bolivia, y para distraer la atención del enemigo mientras se operaba sobre Rancho 8, Pirijayo y sobre todo Falcón, un escuadrón del regimiento Chichas se lanzó al ataque en el sector sur, bajo la protección de las baterías Cuellar y Seleme. La aventura les costó la vida a los dos oficiales que comandaban la unidad, el Capitán Enrique Pantoja y el subteniente Antonio Araníbar. El escuadrón, que había llegado hasta 50 metros de las trincheras paraguayas, se paralizó por la muerte de sus oficiales y se replegó de inmediato.[5]

Frente a Nanawa, quedaron únicamente los regimientos Chichas, Castrillo, 8, Sucre y Azurduy, con el Colorados, Abaroa y el Pérez como reserva, las demás unidades fueron sacadas para atender las necesidades en otros puntos del frente (Gondra y Alihuatá).

Notas

  1. Casabianca, Ange-Francois. Un guerra desconocida. La campaña del Chaco Boreal. Vol 3-4.(1999). Asunción. Editorial El lector. Cap. 13
  2. Díaz Machicao, Porfirio. Historia de Bolivia. vol 3 (1954). Ed. Tejerina. p. 179
  3. Querejazu Calvo, Roberto. "Masamaclay. Historia política, diplomática y militar de la guerra del Chaco". (1981) Cochabamba-La Paz, Edit. Los Amigos del Libro. p.220
  4. Fernández, Carlos José. La Guerra del Chaco: Zenteno-Gondra, del 15 de abril al 11 de diciembre de 1933. 1962. Buenos Aires. Impresoras Oeste. pag 141
  5. Fernández,C.J., 1962, p160

Bibliografía

  • Casabianca, Ange-Francois. Un guerra desconocida. La campaña del Chaco Boreal. Vol 3-4.(1999). Asunción. Editorial El lector.
  • Fernández, Carlos José. La Guerra del Chaco: Zenteno-Gondra, del 15 de abril al 11 de diciembre de 1933. 1962. Buenos Aires. Impresoras Oeste
  • Querejazu Calvo, Roberto. "Masamaclay. Historia política, diplomática y militar de la guerra del Chaco". (1981) Cochabamba-La Paz, Edit. Los Amigos del Libro.

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