Surgimiento del Estado Argentino

Surgimiento del Estado Argentino
«Independencia Argentina» redirige aquí. Para otras acepciones, véase Declaración de independencia de la Argentina.

Se conoce como el surgimiento del Estado Argentino al período de la historia de la Argentina durante el cual la autoridad de la monarquía española llega a su fin en el virreinato del Río de la Plata, el cual se disgrega en diversas unidades políticas y se produce la conformación jurídico-política de lo que hoy es la República Argentina. Con el primer antecedente en las invasiones inglesas, este proceso se inicia propiamente con la Revolución de Mayo y culmina con la sanción de la Constitución Nacional en 1853.

Contenido

Invasiones inglesas

Artículo principal: Invasiones inglesas

En 1806 se produjo la primera de las invasiones inglesas. El 25 de junio de ese año una fuerza de aproximadamente mil seiscientos ingleses desembarcó en las costas de Quilmes, en Buenos Aires y avanzó sin oposición hacia el Riachuelo. El 27 de junio las autoridades del virreinato entregaron Buenos Aires a los británicos.

El 12 de agosto, una fuerza compuesta por milicianos criollos y un ejército regular acorralaron y vencieron a los ingleses, y el 20 de agosto éstos firmaron la capitulación. Ante la posibilidad de una nueva invasión, se instó al pueblo a organizarse en milicias.

En 1807 se produjo la segunda de las invasiones inglesas: el 3 de febrero los británicos tomaron la ciudad de Montevideo, y el 28 de junio desembarcaron otra vez en Buenos Aires. Los ingleses ordenaron el avance de las tropas, pero la defensa de los criollos y la desorganización de los británicos hicieron estragos en las columnas enemigas. Finalmente, el 7 de julio los invasores se rindieron, lo que provocó su retiro del Río de la Plata.

Las invasiones inglesas mostraron la resistencia de los criollos y la incapacidad de los españoles para defender a sus colonias, convirtiéndose en uno de los catalizadores de la causa emancipadora en los territorios de la actual Argentina.

Revolución de Mayo

Artículo principal: Revolución de Mayo

El 13 de mayo de 1810 llegó a Buenos Aires una fragata comunicando la noticia de que las tropas de Napoleón Bonaparte habían invadido España y apresado al rey Fernando VII. Cuando estas noticias se conocieron en Buenos Aires desencadenaron el proceso revolucionario, no existían autoridades con derecho en América. Sin embargo, las causas de la revolución son más profundas y anteriores. Entre éstas se encuentran la debilidad y el desprestigio de la monarquía; el sistema de funcionarios, que favorecía casi exclusivamente a los españoles peninsulares, y la rivalidad entre criollos y peninsulares por ello generada; el monopolio económico de España; la muestra de fuerza de los criollos y la evidencia de la debilidad de las autoridades españoles producto de las Invasiones inglesas; y los movimientos ideológicos del Iluminismo sumado a las ideas de la Revolución francesa.

La Semana de Mayo

Luego de la llegada de las noticias acerca de la caída del rey español, el viernes 18 de mayo de 1810 el grupo revolucionario formado por Juan José Castelli, Manuel Belgrano, Nicolás Rodríguez Peña, Juan José Paso, Antonio Luis Beruti y otros sostuvieron reuniones con Cornelio Saavedra, jefe del Regimiento de Patricios, en las que decidieron solicitar una convocatoria a Cabildo abierto.

El 20 de mayo el virrey del Virreinato del Río de la Plata, Baltasar Hidalgo de Cisneros, se reunió en el fuerte con los jefes militares para saber si contaba con su apoyo. Sin embargo, éstos se mostraron partidarios de la convocatoria a Cabildo abierto. Finalmente, sin apoyo militar, el 21 el Virrey autoriza el Cabildo para el día siguiente.

El Cabildo abierto del 22 de mayo de 1810.

El Cabildo abierto del día 22 de mayo tuvo como tema fundamental la legitimidad o no del gobierno español y la autoridad del Virrey. Se enfrentaron dos posiciones: la de Castelli y Paso, revolucionaria, y la del Obispo Benito Lué y el fiscal Villota, conservadora. Los revolucionarios sostenían la teoría de la retroversión de la soberanía, que reconocía que, desaparecido el legítimo monarca, el poder volvía al pueblo y éste tenía derecho a formar un nuevo gobierno. Luego de la votación se decidió la destitución del Cisneros y el día 23 se comunicó al pueblo el cese del Virrey.

El 24 de mayo se formó una Junta Provisional Gubernativa, integrada por: Baltasar Hidalgo de Cisneros (Presidente y comandante de armas) y los vocales: Cornelio Saavedra, Juan José Castelli, Juan Nepomuceno Solá y José Incháurregui. Al enterarse el pueblo de que Cisneros era el presidente mostró su descontento y finalmente Saavedra y Castelli renunciaron, seguidos por los demás vocales.

El 25 de mayo de 1810 el Cabildo se reunió dispuesto a rechazar la renuncia de los miembros de la Junta; pero los revolucionarios proclamaron que esa Junta era nula. Cisneros renunció y una diputación se presentó en el Cabildo para requerir la formación de una nueva junta presidida por Cornelio Saavedra. El Cabildo exigió que la petición se hiciera por escrito. Horas más tarde la diputación presentó el documento llamado la Petición del Pueblo en el cual los “vecinos, comandantes y oficiales” en nombre del pueblo, reasumieron la soberanía delegada en el Cabildo y exigieron que se diera a conocer la formación de una Junta de Gobierno integrada por:

Presidente

Secretarios

Vocales

Además, se dispuso el envío de una expedición de quinientos hombres para auxiliar a las provincias del interior argentino. El Cabildo exigió la ratificación del pedido por parte del pueblo reunido en la plaza. Los revolucionarios amenazaron entonces con recurrir a las armas, con lo cual los cabildantes debieron acceder y nombrar a la nueva junta, conformándose entonces la Junta Provisional Gubernativa o Primera Junta.

Primera Junta

Artículo principal: Primera Junta

La Junta Provisional Gubernativa, o Primera Junta, juró en la tarde del 25 de mayo de 1810. Su formación marcó el comienzo del ejercicio del poder por parte de los criollos, prescindiendo de las autoridades existentes en España. El resto de la organización virreinal siguió intacta: audiencias, gobernadores, intendentes y cabildo permanecían en sus funciones. La Junta envió una circular a las provincias solicitando la designación de representantes para unírseles. El 28 de mayo la Junta dictó su propio reglamento. Las milicias fueron transformadas en regimientos regulares, dando origen al ejército de la revolución.

Medidas frente a la Contrarrevolución

Los funcionarios españoles se resistieron al desplazamiento de Cisneros. Surgió así el problema de la contrarrevolución.

En Buenos Aires los principales núcleos de oposición fueron la Audiencia, el Cabildo y el ex virrey. La Audiencia no reconoció a la Junta. Ésta dispuso, en junio de 1810, la detención de Cisneros y de los miembros de la Audiencia y su embarque hacia España. El Cabildo continuó en la oposición, hasta que sus integrantes fueron reemplazados por partidarios de la revolución.

En el Interior, las autoridades de los cabildos de Corrientes, Mendoza, Provincia de Misiones (Cabildo de Yapeyú) y Tarija reconocieron la proclama de La Primera Junta mientras que los cabildos de Córdoba, Potosí, Cochabamba, La Paz, Chuquisaca, Asunción y Montevideo desconocieron el poder de la Junta Gubernativa. Se organizaron movimientos contrarrevolucionarios, el más peligroso por su cercanía de Buenos Aires fue el de Córdoba que, dirigido por Liniers, estableció contactos con las autoridades alto peruanas y reunió fuerzas para resistir.

La Junta trató de disuadir a los complotados, al no lograrlo recurrió a la acción armada y a los castigos ejemplares. La medida más controvertida fue el fusilamiento de los contrarrevolucionarios de Córdoba, ejecutada durante la Primera Campaña al Alto Perú.

Tres campañas militares se organizaron para terminar con la oposición de los funcionarios metropolitanos: Campaña al Interior y al Alto Perú (1810-1811); Campaña del Paraguay (1811) y la Campaña a la Banda Oriental (1811-1812).

Situación interna

A medida que la revolución se consolidaba, Mariano Moreno señalaba la necesidad de la reunión de un congreso general de los pueblos para la organización definitiva del Estado. Este proyecto que aspiraba a la organización constitucional (basándose en la soberanía popular) contaba con el apoyo de Belgrano, Castelli, Paso, Larrea, Azcuénaga y de la juventud porteña, conformándose el grupo “Morenista”.

Sin embargo, amplios sectores de la sociedad adoptaron una posición más moderada, postergando la definición sobre la forma de gobierno. Este grupo ha sido denominado moderado o “Saavedrista”, porque lo encabezaba Saavedra, el presidente de la Primera Junta, y contaba con el apoyo de los cuerpos militares.

Las tensiones entre ambos grupos crecieron cuando Moreno presentó un proyecto para reservar los honores a la Junta, eliminando los destinados al presidente.

Las ciudades del interior, cumpliendo lo dispuesto en la circular del 27 de mayo, enviaron sus representantes a la capital, para ser incorporados a la Junta. Gregorio Funes, diputado de Córdoba, lideró el grupo. Moreno se opuso a integrarlos a la Junta, consideraba que debían formar el Congreso General de los pueblos para sancionar la constitución y establecer la forma definitiva de gobierno. Advertía que aumentar el número de integrantes del ejecutivo atentaría contra la unidad de criterio y la rapidez de la toma de decisiones.

Alejamiento de Moreno

Finalmente, se decidió votar la incorporación de los diputados del interior. Lo hizo en primer lugar el presidente a favor de la integración por razones de “conveniencia pública”. Su voto fue seguido por el resto de los vocales con excepción de Paso.

Mariano Moreno consideró que la decisión era contraria al bien general del Estado, aceptó la voluntad de la mayoría y presentó su renuncia, que no fue aceptada. Posteriormente, se le encomendó realizar gestiones en el exterior, pero murió en ultramar. Finalmente, los diputados fueron integrados y se constituyó la Junta Grande.

La Revolución en las Provincias

El reconocimiento de la Junta se hizo rápidamente en la Provincia de Santa Fe, Concepción del Uruguay, Gualeguay, Gualeguaychú, y la Provincia de Corrientes.

  • Gobernación intendencia de Córdoba del Tucumán

Córdoba, capital de intendencia y punto clave de las comunicaciones con el Alto Perú y Chile, fue centro de la reacción contrarrevolucionaria organizada por el gobernador intendente, el obispo y el ex virrey Liniers; sin embargo, el pueblo no los apoyó. Ante el avance de las fuerzas revolucionarias, los contrarrevolucionarios se dispersaron; la Junta nombró gobernador intendente a Juan Martín de Pueyrredón. Dados los sucesos de Córdoba, La Rioja decidió reconocer la Junta.

En Mendoza, las autoridades rechazaron la Junta; no obstante, el Cabildo, de mayoría criolla, bregó por el reconocimiento. San Juan y San Luis también reconocieron a la Junta.

En Salta se disponían a acatar a la Junta, pero la rebelión del Alto Perú fortaleció al grupo contrarrevolucionario. Finalmente, el gobernador-intendente Feliciano Chiclana se hizo cargo de la situación con apoyo del ejército revolucionario.

El Cabildo de Tarija fue uno de los primeros en adherir a la Revolución de Mayo, pero su territorio fue pronto reocupado, parcialmente, por los "realistas".

La situación de Jujuy era comprometida por el temor a la intervención de las fuerzas del Alto Perú; pero con el avance de las fuerzas revolucionarias se juró a la Junta.

Catamarca reconoció a la Junta y ayudó al ejército revolucionario con hombres, armas y animales. Tucumán también juró y colaboró con el ejército auxiliar del Norte. En Santiago del Estero hubo cierta tensión entre los partidarios y los opositores de la revolución, sin embargo, se decidió acatar a la Junta.

La Junta Grande (1810-1811)

Artículo principal: Junta Grande

Con la integración de los diputados del interior por orden de ésta, la Primera Junta se transformó en la Junta Grande, constituyéndose el primer gobierno con representación nacional el 18 de diciembre de 1810. Sin embargo, el excesivo número de sus miembros y las múltiples tendencias internas dieron lentitud a sus tareas.

La juventud porteña, seguidora de las ideas de Mariano Moreno, insistía en la necesidad de un congreso general que sancionara la constitución y abordara el tema de la independencia. Estos jóvenes organizaron la Sociedad Patriótica para difundir sus principios.

Frentes de la Guerra por la Independencia

La guerra iniciada contra los funcionarios españoles que no reconocían el nuevo gobierno se extendió, principalmente al mando de Manuel belgrano, al Alto Perú, el Paraguay y la Banda Oriental y luego, mediante accionar naval a puntos tan remotos como California o, con el Plan Continental llevado a cabo por José de San Martín a Chile, logró libertar a Perú y llegó en su accionar hasta los territorios de la actual República de Ecuador.

  • En el Alto Perú las fuerzas revolucionarias, enviadas por la Primera Junta, obtuvieron la victoria de Suipacha (7 de noviembre de 1810) liberaron Potosí y expandieron la revolución en la región. Sin embargo, el triunfo no pudo mantenerse, el ejército español recibió refuerzos del Perú y logró vencer en Huaqui (20 de junio de 1811). Los revolucionarios debieron retirarse hasta Jujuy y los absolutistas recuperaron la región.
  • En el Paraguay una expedición dirigida por Belgrano debía lograr el reconocimiento del gobierno de Buenos Aires. Las fuerzas porteñas fueron derrotadas en Paraguarí (9 de enero de 1811) y Tacuarí (9 de marzo de 1811). No obstante, el 14 de mayo de 1811 estalló en Asunción una revolución liderada por liberales que destituyó al gobernador y estableció una Junta local. Belgrano logró una Confederación paraguayo-rioplatense, pero la contumaz actitud de los centralistas en la ciudad de Buenos Aires provocaron desacuerdos con el gobierno de Buenos Aires e impusieron una política aislacionista que mantuvo al Paraguay al margen de la guerra por la independencia, la dictadura establecida en Paraguay ante el centralismo porteño rechazó la Confederación en el año 1813.
  • En la Banda Oriental estalló una insurrección de la población rural contra las autoridades españolas de Montevideo. El movimiento cobró fuerza bajo la jefatura de José Gervasio Artigas.

El gobierno de Buenos Aires decidió el envío de fuerzas que, junto con los orientales, vencieron en Las Piedras a las tropas de Francisco Javier de Elío (gobernador realista de Montevideo) y pusieron sitio a Montevideo en junio de 1811. Sin embargo, la ciudad estaba perfectamente amurallada y resistió. La flota española dominó el río y bloqueó el puerto de Buenos Aires.

Transformación del Gobierno

A mediados de 1811 la situación militar se tornó desfavorable. La derrota de las fuerzas revolucionarias en Huaqui dejó el Alto Perú en manos enemigas e interrumpió el comercio con Potosí. La Junta decidió enviar a Saavedra al Norte para reorganizar el ejército y frenar la posible invasión española; el gobierno quedó así sin su principal autoridad. En la Banda Oriental, el ejército revolucionario había puesto sitio a Montevideo. Elío, designado virrey del Río de la Plata, contaba con la flota de Montevideo, con la cual dominaba los ríos y bloqueaba Buenos Aires.

En este contexto, se decidió el 8 de septiembre de 1811 la creación de un Ejecutivo de tres miembros, responsables ante la Junta.

El Primer Triunvirato (1811-1812)

Artículo principal: Primer Triunvirato (Argentina)

El Primer Triunvirato asumió el 23 de septiembre de 1811, integrado por Feliciano Chiclana, Juan José Paso y Manuel de Sarratea, con Bernardino Rivadavia, José Julián Pérez y Vicente López y Planes como secretarios. La Junta Conservadora se abocó a la tarea de elaborar un documento para establecer las atribuciones de cada poder y el funcionamiento del gobierno, redactando el 22 de octubre de 1811 un Reglamento de división de poderes. El Poder Ejecutivo se delegaba en el Triunvirato, que respondía ante la Junta Conservadora.

El Triunvirato disolvió esta Junta por considerar que ella se reservaba excesivos poderes, dejó sin efecto el Reglamento Orgánico, lo reemplazó por un Estatuto provisional y asumió la totalidad del gobierno. En diciembre de 1811 estalló un golpe contra el Triunvirato y tropas del gobierno lo reprimieron. El Triunvirato suprimió las juntas provinciales, demostrando su tendencia centralista. También postergó la definición del tema de la independencia y la Constitución.

Desarrollo de la Guerra por la Independencia

El Triunvirato mantuvo la política de aparentar fidelidad a Fernando VII, aunque la guerra continuó. En el Norte una invasión de fuerzas absolutistas fue vencida en Tucumán por Belgrano, quien había desobedecido órdenes que lo obligaban a retroceder hasta Córdoba.

En el Litoral, fuerzas portuguesas avanzaron sobre la Banda Oriental, en apoyo de los realistas de Montevideo. El Triunvirato decidió negociar un armisticio el 20 de octubre de 1811, mediante el que puso fin al sitio de Montevideo y tanto las tropas de Buenos Aires como las portuguesas se retirarían de la Banda Oriental. Artigas rechazó el acuerdo y se trasladó con gran parte de la población oriental al Campamento de Ayuí, episodio conocido como el éxodo del pueblo oriental.

Logia Lautaro

La Logia Lautaro era una sociedad secreta, integrada por un grupo de jóvenes americanos, con la finalidad de luchar por la independencia y la organización constitucional de América. La Logia matriz residía en Buenos Aires y estaba presidida por Carlos María de Alvear.

Revolución del 8 de octubre de 1812

Finalmente, la Logia decidió dar un golpe de fuerza. Movilizó a las tropas exigiendo una renovación de los miembros del gobierno y la Sociedad Patriótica (quien en un principio apoyaba al gobierno, pero luego comenzó a criticarlo) recurrió a las peticiones públicas y a la movilización de vecinos. El 8 de octubre de 1812 la Logia Lautaro, no conforme con la postura conservadora del gobierno, organizó un movimiento que lo derrocó y formó el Segundo Triunvirato con personas de su confianza.

El Segundo Triunvirato (1812-1814)

Artículo principal: Segundo Triunvirato

El nuevo gobierno, integrado por Nicolás Rodríguez Peña, Antonio Álvarez Jonte y Juan José Paso asumió el 8 de octubre de 1812. Su disposición más importante fue la convocatoria a la Asamblea General Constituyente de 1813.

Desarrollo de la Guerra

El triunvirato ordenó la reanudación del sitio de Montevideo, lo que provocó un enfrentamiento con Artigas. En el Norte apoyó con auxilios a Belgrano, quien recuperó el territorio después de la victoria de Salta (20 de febrero de 1813) e inició la segunda campaña al Alto Perú, recuperando las provincias norteñas y alto peruanas.

Asamblea General Constituyente de 1813 (1813-1815)

Artículo principal: Asamblea del Año XIII

La Asamblea se formó por disposición del Segundo Triunvirato, asumiendo el ejercicio de la soberanía y la representación de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

Desarrolló una obra legislativa tendiente a reafirmar la soberanía del Estado, tomando medidas como el reemplazo del sello real y el escudo de armas por uno propio; aprobó una única Marcha Nacional y ordenó la acuñación de monedas con los símbolos del nuevo Estado. Por otra parte, prohibió el uso de tormentos, suprimió los títulos de noblezas, abolió el Tribunal de Inquisición, declaró la libertad de vientres (es decir, que los hijos de esclavos pasaban a ser libres), entre otras medidas. También reorganizó el Poder Judicial y en su sesión del 27 de febrero de 1813 aprobó el Estatuto del Supremo Poder Ejecutivo, mediante el cual se organizó el Poder Ejecutivo y se fijaron sus facultades, reemplazando en esa forma al Estatuto Provisional de 1811.

La Asamblea tuvo que resistir divisiones internas. Las tropas anglo españolas estaban logrando la recuperación de la península y la liberación de Fernando VII era previsible.

Una posición encabezada por Alvear sostenía la necesidad de negociar con Fernando VII. Proponía postergar la declaración de la Independencia y la definición de la forma de gobierno y apoyaban el centralismo. Esta posición fue la que finalmente predominó. San Martín lideraba la otra posición, proponía declarar la Independencia, reorganizar el ejército y combatir a los españoles. Era también centralista, pero estaba dispuesto a negociar con los caudillos locales de las provincias.

Artigas, caudillo de la Banda Oriental, organizó un Congreso en 1813. En éste se decidió reconocer a la Asamblea y enviar seis diputados, pero con instrucciones específicas. Estas eran de un proyecto político diferente al de Buenos Aires. Respondían a los principios de Independencia, federalismo y república en lo político; libertad de comercio e igualdad de puertos en lo económico. Querían que el gobierno central estuviera fuera de Buenos Aires y que los gobiernos locales conservaran el derecho a su propia administración.

Los diputados orientales fueron rechazados por no haber sido elegidos en la forma establecida en el decreto de convocatoria. Si bien formalmente esta razón era aceptable, en realidad respondía a diferencias políticas y a cierto temor por la formación de un bloque opositor a los seguidores de Alvear. A principios del año siguiente, esas desavenencias llevarían a la primera de las guerras civiles argentinas.

Directorio de Posadas (1814-1815)

Gervasio Antonio de Posadas, primer Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata

Ante la liberación de Fernando VII y la derrota de la Segunda Campaña al Alto Perú en las batallas de Vilcapugio y Ayohuma se fue acentuando la necesidad de un sistema que obrase con energía y se impusiese a los peligros internos y externos. El Triunvirato solicitó a la Asamblea la concentración del Poder Ejecutivo.

En enero de 1814, la Asamblea dispuso la creación del cargo de Director Supremo, que ejercería el Poder Ejecutivo, duraría dos años en su cargo y sería elegido por la Asamblea. Para ejercer el puesto fue designado Gervasio Antonio de Posadas, quién asumió el 31 de enero de 1814.

Posadas gobernó en circunstancias muy difíciles: la derrota de las fuerzas revolucionarias, la restauración de Fernando VII en el trono y la preparación de una expedición española para recuperar sus colonias. Posadas designó a San Martín jefe del Ejército del Norte en reemplazo de Manuel Belgrano, derrotado en la Segunda Campaña al Alto Perú. Mientras, Martín Miguel de Güemes pudo detener la invasión realista mediante la guerra de guerrillas.

Para evitar el envío de la proyectada expedición española al Río de la Plata era vital tomar el puerto de Montevideo. El Directorio dispuso la creación de una escuadra, que bajo la jefatura de Guillermo Brown logró derrotar a la flota española en El Buceo y bloquear el puerto de Montevideo. Reforzó el Ejército de Operaciones que sitiaba la plaza y lo puso bajo el mando de Alvear; Montevideo capituló en junio de 1814.

Con el objetivo de lograr apoyos externos para la revolución, envió una misión integrada por Belgrano y Rivadavia a Río de Janeiro, Londres y Madrid.


Rebelión del Ejército del Norte

Con las fuerzas recobradas al levantar el sitio en Montevideo, Alvear proyectó reforzar el Ejército del Norte e iniciar una ofensiva sobre el Alto Perú. Posadas lo designó jefe de ese cuerpo desplazando a Rondeau, quien había asumido por renuncia de San Martín.

La oficialidad se sublevó y decidió sostener a Rondeau, lo cual llevó a Posadas a renunciar. Alvear, en viaje al Norte, regresó a la capital y exigió a la Asamblea la implantación de una dictadura.

Inicio de las guerras civiles

Artículo principal: Guerra Civil Argentina

Como resultado de las desinteligencias del gobierno con Artigas, éste se retiró del sitio de Montevideo en enero de 1814, poco antes del ascenso de Posadas al gobierno. Esto inició el largo período de las guerras civiles argentinas, con la guerra entre Artigas y el Directorio. Como resultado de las acciones de los caudillos federales, pocas semanas más tarde, éstos controlaban las provincias de Entre Ríos, Corrientes y Misiones, además de buena parte del interior de la Banda Oriental.

Posadas respondíó declarando la creación de las provincias de Entre Ríos y Corrientes, pero sin ninguna autonomía, que era lo que pretendían los federales. La respuesta fue el recrudecimiento de la guerra civil.

Directorio de Alvear (enero-abril de 1815)

La Asamblea designó a Alvear director supremo con amplios poderes. Contaba, además, con el apoyo de la logia y de un poderoso ejército acantonado en la capital. Sin embargo, su autoridad fue desconocida en las provincias del interior.

El breve período de su gobierno se caracterizó por el despotismo. Decidido a mantenerse por la fuerza dispuso la pena de muerte para quien se opusiese a su autoridad o formulase críticas a su gobierno. Envió a Manuel José García en misión secreta a Río de Janeiro para solicitar el protectorado británico.

Sitio de Montevideo, Artigas y la Liga de los Pueblos Libres

En enero de 1815, en la Banda Oriental, las fuerzas de Buenos Aires que ocupaban Montevideo fueron derrotadas en Guayabos por los artiguistas. Alvear decidió negociar y envió a Herrera en misión ante Artigas, el caudillo oriental, quien exigió la entrega de Montevideo. Alvear accedió. Las fuerzas porteñas se retiraron llevándose las armas y el tesoro.

Las negociaciones proponían la Independencia de la Banda Oriental y la provincia de Entre Ríos tomando como línea divisoria el Paraná. Artigas rechazó las propuestas, ya que sus propósitos no incluían la Independencia de una parte de las Provincias Unidas, sino su organización bajo el sistema federal.

En los primeros meses de 1815, el poder de Artigas se extendía por las provincias de Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, la Banda Oriental, Misiones y Córdoba, conformando una alianza, llamada la Liga de los Pueblos Libres, dispuesta a marchar sobre Buenos Aires.

Caída de Alvear

Para terminar con Artigas, Alvear decidió enfrentarlo, disponiendo el avance del ejército sobre Santa Fe. La vanguardia se sublevó, exigiendo la renuncia del director y el fin de la guerra fratricida.

Alvear renunció al cargo de director pero conservó el mando militar. El pueblo de Buenos Aires se movilizó. El Cabildo exigió la renuncia de Alvear a todos sus cargos y declaró la caducidad de los poderes de los diputados de la Asamblea, originando su disolución. Alvear se dispuso a resistir y sitiar la ciudad. La mediación del comandante de la fragata inglesa Haspur logró su renuncia.

Electores nombrados por los vecinos de Buenos Aires y su Cabildo designaron director supremo, con carácter provisorio, a José Rondeau, jefe del Ejército del Norte. La renuncia de Alvear significó un cambio fundamental en lo político: la revolución volvió a tomar el camino hacia la Independencia.

Situación de las provincias unidas hacia 1815

Como consecuencia de la revolución de 1815, Ignacio Álvarez Thomas fue elegido director supremo en reemplazo de Rondeau. La decisión fue bien recibida por los pueblos del interior. Para evitar una nueva dictadura, el Cabildo de Buenos Aires designó una Junta de Observación.

Un Estatuto provisional de 1815 estableció que la Junta de Observación ejerciera el Poder Legislativo y fiscalizaría al Ejecutivo. Este sería ejercido por un director que duraría un año en su cargo.

El Estatuto Provisional autorizaba al director de Estado a convocar un Congreso Constituyente que se reuniría en la ciudad de Tucumán.

Litoral: Liga de los Pueblos Libres

En gran parte del Litoral argentino, esto es: en la Litoral y en la provincia de Santa Fe, Artigas ejercía la jefatura de la federalista Unión de los Pueblos Libres dentro de las Provincias Unidas del Río de la Plata, pero no había podido lograr una organización política estable. Después de la revolución de 1815 se manifestó dispuesto a tomar medidas conducentes a la unión y la paz. Convocó a un Congreso en Arroyo de la China: el Congreso de Oriente, con el objetivo de establecer la posición de los pueblos (en especial, las provincias) frente a la política del gobierno centralista de la ciudad de Buenos Aires; es de notar que el Congreso de Oriente fue el primero -antes que el de Tucumán- que declaró la independencia de Argentina ante todo poder extranjero.

Álvarez Thomas envió una delegación ante Artigas para gestionar la paz. Las negociaciones fracasaron y el gobierno central resolvió el envío de una expedición para recuperar su autoridad sobre Santa Fe. Cuando las fuerzas porteñas ocuparon la ciudad, los pobladores reaccionaron; el teniente Estanislao López venció a los centralistas y recuperó la capital; Mariano Vera fue elegido gobernador.

El director Álvarez Thomas envió una nueva fuerza, al mando de Manuel Belgrano, quien decidió negociar para evitar la guerra. Las gestiones estuvieron a cargo de Eustoquio Díaz Vélez, el cual, excediendo sus instrucciones a fin de evitar una guerra civil, firmó el Pacto de Santo Tomé (9 de abril de 1815), que disponía la destitución del director Álvarez Thomas y la de Belgrano en la jefatura del ejército.

Directorio de Antonio González Balcarce

Álvarez Thomas renunció. La Junta de Observación designó director supremo al brigadier Antonio González Balcarce, con autoridad solo sobre Buenos Aires, mientras el Congreso, reunido en Tucumán, elegía al director de Estado definitivo.

Un nuevo grupo político opositor surgió en la capital: el federalismo porteño, que propuso la transformación de Buenos Aires en una provincia. Sus jefes fueron Dorrego, Soler y Agrelo.

Por entonces, los portugueses del Imperio del Brasil invadieron la Banda Oriental sin que el director tomara medidas para impedirlo. Los federales porteños lo acusaron de complicidad y González Balcarce debió renunciar. El Cabildo designó una comisión para gobernar hasta la llegada del director elegido en Tucumán.

El ejército de observación desconoció las nuevas autoridades e inició operaciones sobre Santa Fe; Artigas quedó entre dos frentes: Los portugueses al Este y las fuerzas de Buenos Aires al Oeste. Convencido de la complicidad entre ambos, rechazó las negociaciones y buscó poner fin al poder del gobierno de Buenos Aires. Las provincias del Litoral, separadas de las Provincias Unidas, no enviaron representantes al Congreso Nacional de Tucumán.

El Norte, continuación de la guerra por la Independencia

La Tercera Campaña al Alto Perú dirigida por Rondeau, terminó en el desastre de Sipe Sipe. El Alto Perú quedó definitivamente en manos españolas y los realistas empezaron a preparar una nueva ofensiva.

En ese peligroso momento, estalló un conflicto entre dos jefes criollos: Güemes, representante del localismo porteño y José Rondeau, jefe del Ejército del Norte. Estaban en juego la autoridad y la dirección de la guerra en esa región del país. Güemes, desplazado de la vanguardia del Ejército del Norte durante la Tercera Campaña al Alto Perú, se retiró a su provincia, Salta, donde tomó las armas del ejército nacional para organizar la defensa de su provincia, haciéndose nombrar gobernador.

A su regreso del Alto Perú, Rondeau lo enfrentó, pero aunque tomó la ciudad de Salta no logró vencerlo. El Congreso de Tucumán consiguió solucionar el conflicto: reconoció la autoridad de Güemes, le encomendó la defensa de la frontera Norte y ordenó el retiro del ejército hacia Tucumán. El caudillo norteño se transformó en un aliado del gobierno central y pilar de la Guerra de la Independencia en la frontera Norte.

Tucumán, elegida sede del Congreso Nacional y del Ejército del Norte, fue otro de los puntos de apoyo del gobierno nacional.

En La Rioja y Santiago del Estero, el federalismo originó movimientos contra las autoridades que fueron sofocados, siguiendo órdenes del Congreso, por el Ejército del Norte.

Córdoba

Por su ubicación, Córdoba tuvo una posición de nexo entre el Norte y el Litoral, entre Buenos Aires y las provincias del Interior. La opinión de la provincia estaba dividida entre los que reconocían el protectorado de Artigas y entre quienes sostenían la necesidad de mantener la unidad nacional. Finalmente, se decidió el envío de diputados al Congreso de Tucumán.

Cuyo

San Martín, gobernador de la región de Cuyo, fue el principal impulsor del Congreso. Mientras elaboraba el proyecto de guerra continental a los españoles, exigió la reunión del Congreso General de los Pueblos, la declaración de la Independencia y la organización constitucional.

Campaña de San Martín en América

Tras 1812, las victoriosas batallas que Manuel Belgrano libró en Tucumán y Salta, aseguraron el éxito de la independencia, y promovieron que José Gervasio Artigas, reuniera un primer Congreso de la Independencia argentina en Arroyo de la China (actual Concepción del Uruguay) en marzo y abril de 1815. Las campañas militares lideradas por el general José de San Martín y Simón Bolívar entre 1814 y 1817 incrementaron las esperanzas de independencia de España, que fue declarada finalmente en Tucumán el 9 de julio de 1816. El desorden reinaba en las provincias de la actual Argentina. En 1820, José de San Martín preparaba un ejército destinado a liberar Chile y Perú declarando su independencia. El 26 de junio de 1822 celebró la histórica reunión con Simón Bolívar.

Declaración de la Independencia (1816)

La Casa de Tucumán, donde se declaró la independencia

El Congreso de Tucumán, reunido con el objetivo de declarar la independencia, inició sus sesiones el 24 de marzo de 1816. En él participaron representantes de las provincias que admitían la autoridad del Directorio; es decir, no estaban representadas las de la Liga Federal ni las ocupadas por los realistas.

El Congreso Nacional tomó como primera medida la elección de un Director Supremo capaz de mantener el orden y restaurar la autoridad central. Era importante que este hombre fuera apoyado tanto por el interior como por la capital, para evitar conflictos y divisiones. Finalmente fue elegido Juan Martín de Pueyrredón, hombre aceptado tanto por las provincias como por Buenos Aires.

La consolidación de la unión Nacional fue otro de los objetivos del Congreso, por lo que se dispuso la intervención del ejército en las provincias en que se manifestaban movimientos localistas.

Finalmente, la Declaración de independencia de la Argentina se concretó públicamente en la sesión del 9 de julio de 1816. El secretario Juan José Paso leyó la proposición y preguntó a los diputados si querían: “Que las provincias de la Unión sean una Nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli”. Los diputados la aprobaron por aclamación y luego individualmente.

Se fijó la fórmula de juramento y se ordenó que en todos los lugares de las Provincias Unidas se procediese a proclamar y jurar la Independencia. Debían hacerlo las autoridades, el ejército, las corporaciones y el pueblo.

La Independencia significó la voluntad de la Nación de asumir su soberanía y conducir sus destinos y fue un paso fundamental para organizar el Estado Nacional.

El día 19 de julio el diputado Pedro Medrano propuso agregar al texto del acta, a continuación de la propuesta de emancipación, “de los reyes de España, sus sucesores y metrópoli”, la expresión “y de toda otra dominación extranjera”. Su propósito era desvirtuar los rumores de un acuerdo con los portugueses para establecer un protectorado lusitano. La propuesta fue aprobada por unanimidad.

El 25 de julio el Congreso decidió la oficialización de la bandera celeste y blanca, en el rango de bandera menor. La bandera mayor, llamada de ceremonias en la actualidad, fue aprobada el 25 de febrero de 1818, incorporándose el sol en el centro de la franja blanca.

El Problema de la Organización del Estado

Si bien siempre habían existido, al declararse la independencia y hacerse patente el hecho de que era necesario organizar el país, se plantearon dos posturas con respecto a la organización de la América Española: la Americanista y la Localista.

La posición Americanista proponía la unión entre los pueblos de la América hispana; sus objetivos eran unir fuerzas para terminar con las guerras de independencia y organizar un sistema político estable que garantizase la unión.

La posición localista defendía a la unión de los hombres con una ciudad o región; y temían que una unión que abarcase tantos países y tanto terreno demorase la recuperación y organización regional. Los localistas temían perder poder o fuerza con esta integración. Rivadavia era uno de los principales representantes de esta posición.

También surgió el problema de la forma de gobierno; entre las distintas opciones había un sector que defendía la monarquía constitucional por considerarla un sistema estable que garantizaba el orden y los derechos de los hombres.

Belgrano propuso establecer una monarquía constitucional que recayese en un descendiente de los Incas; si bien el proyecto fue bien recibido por representantes del Alto Perú y ciudades norteñas y contaba con el apoyo de San Martín y de Güemes, los hombres de Bs. As. se manifestaron en contra, ante la posibilidad de perder su posición hegemónica. Los representantes de Buenos Aires propusieron ofrecer la corona a un príncipe europeo. El más despectivo de tales diputados ante la entronización de un rey quechua fue Tomás de Anchorena, diputado por Buenos Aires, que no obstante defendió el sistema federal.

A comienzos de 1817, el Congreso se trasladó a Buenos Aires y postergó el tratamiento de la forma de gobierno, pero los planes monárquicos continuaron en el seno del mismo.

Directorio de Pueyrredón (1816-1819)

Artículo principal: Directorio de Pueyrredón

El Congreso Nacional nombró Director a Juan Martín de Pueyrredón en mayo de 1816. El principal objetivo de este fue la realización de la expedición libertadora a Chile y Perú, para lo cual dispuso la creación del Ejército de los Andes, nombrando a San Martín general en jefe.

Pueyrredón se abstuvo de intervenir en Entre Ríos y Santa Fe, pero a medida que el poder de Artigas comenzó a declinar por las derrotas ante los portugueses, se puso en contacto con caudillos menores, dispuestos a separarse. Con el objetivo de restablecer la autoridad de Buenos Aires, dispuso el envío de expediciones. En Entre Ríos, Francisco Ramírez, lugarteniente de Artigas, derrotó a las fuerzas porteñas; la invasión a Santa Fe fue neutralizada por Estanislao López. Finalmente se firmó una tregua, el Armisticio de San Lorenzo. Las tropas nacionales evacuaron las dos provincias; Santa Fe aseguró el tránsito entre Bs. As. y el interior por su territorio. Este acuerdo implicaba el reconocimiento de la autonomía santafesina.

Pueyrredón fue duramente criticado por tolerar la invasión portuguesa a la Banda Oriental, por el destierro de los jefes del partido federal porteño y por la constitución centralista de 1819. Finalmente, Pueyrredón renuncia en junio de 1819, siendo el director de Estado de acción más trascendente. Luego de su renuncia, asumió José Rondeau.

La batalla de Cepeda (1820)

Artículo principal: Batalla de Cepeda

El corto gobierno de José Rondeau

El Congreso nombró a José Rondeau director de Estado; su autoridad no fue acatada por las provincias. Artigas, derrotado por los portugueses en la Banda Oriental, instaba a sus aliados del Litoral a atacar a Buenos Aires, derrocar al Directorio y lograr el nombramiento de autoridades dispuestas a combatir a los portugueses.


Reanudación de la Guerra

En octubre de 1819, un convoy de carretas con armas que se dirigía de Buenos Aires a Córdoba fue interceptado por los santafesinos, con lo que se violaba el Armisticio de San Lorenzo. La guerra se reanudaba.

Rondeau, dispuesto a sostenerse por la fuerza de las armas, ordenó a los ejércitos nacionales que bajasen al Litoral para hacer frente a los caudillos que se aprestaban a atacar la Capital.

El Ejército de los Andes, instalado en Chile, preparaba la expedición al Perú. Frente a la orden del gobierno nacional, San Martín decidió desobedecer y mantener el objetivo inicial de la lucha: la independencia. Sin embargo, dispuso el envío de una división del Regimiento Número 1 de Cazadores de los Andes, que se sublevó al llegar a San Juan

La Batalla de Cepeda

Las autoridades nacionales habían perdido poder, agotadas en la lucha por la independencia y en los enfrentamientos internos contra los pueblos partidarios de la federación.

Las fuerzas federales, comandadas por los caudillos Estanislao López y Francisco Ramírez se aprestaron a invadir a Buenos Aires, no conformes con la constitución y la política centralista del gobierno, su posición ante la invasión portuguesa a la Banda Oriental y el destierro de los jefes federales.

El 1 de febrero de 1820 se libró la batalla de Cepeda, donde la caballería directorial se desbandó ante la primera carga de los federales. Los caudillos marcharon sobre Buenos Aires y el pánico se apoderó de la ciudad. Sin embargo, acamparon en sus inmediaciones e iniciaron negociaciones con el Cabildo, exigiendo la disolución del gobierno nacional y el establecimiento de un gobierno representativo de la voluntad popular.

Las fuerzas porteñas apoyaron lo solicitado y el Cabildo tuvo que ceder. El 11 de febrero de 1820 cesó el Directorio. Terminó el centralismo y los planes monárquicos se desvanecieron.

Al tiempo de la Batalla de Cepeda, el proceso de disgregación territorial se acentuó: el Alto Perú quedó en manos de los españoles; el Paraguay siguió su política independiente y la Banda Oriental continuaba en manos de los portugueses

La Guerra Civil

Las luchas entre las provincias surgidas a partir del desmembramiento del antiguo Virreinato se sucedieron por más de cuarenta años. Los caudillos provinciales dominaron el mapa político a mediados del Siglo XIX y manejaban sus reductos con ejército propio. Tenían motivaciones unos contra otros, que se distinguían según la bandería política que perseguían, unos en el Unitarismo y otros en el Federalismo. La mayoría de éstos no eran militares sino civiles y otros, grandes hacendados, con mucho poder económico como Juan Manuel de Rosas y Justo José de Urquiza.

1820: Autonomías Provinciales e intentos de organización

Luego de la batalla de la Cepeda el estado nacional se disolvió y todas las provincias iniciaron un período llamado de “autonomías provinciales”, en el cual cada provincia se autogobernó, eligiendo su propia constitución, leyes, etc. En la década del ‘20 casi todas las provincias proclamaron su autonomía.

Buenos Aires: Después de Cepeda fue elegido gobernador Manuel de Sarratea, en febrero de 1820. Sarratea firmó el Tratado del Pilar (febrero de 1820), para asegurar la Paz entre las provincias que lucharon en Cepeda (Buenos Aires, Entre Ríos y Santa Fe), entre otras cosas.

Luego de un corto período de virtual anarquía en Buenos Aires, fue elegido gobernador Martín Rodríguez, que contaba con el apoyo de los propietarios rurales de la campaña y de la clase media-alta y alta de la ciudad. Rodríguez contaba con “el lleno de las facultades”, con las cuales pudo devolverle el orden a la ciudad. Rodríguez también firmo el Tratado de Benegas (noviembre de 1820), para asegurar la paz con Santa Fe, a cambio de 25.000 cabezas de ganado como indemnización por los gastos de la guerra.

Ver:


Las Provincias: En esta época la mayoría de ellas declaró su autonomía y sancionó su constitución. Algunas regiones debieron soportar guerras civiles, otras el empobrecimiento causado por las guerras, mientras que otras tuvieron gobiernos que se ocuparon de conservar la paz.

Gobierno de Martín Rodríguez (1820–1824)

Artículo principal: Gobierno de Martín Rodríguez

En Buenos Aires fue nombrado gobernador de la provincia Martín Rodríguez en 1820. El objetivo de este gobierno fue el de organizar internamente a Buenos Aires para que creciera como un estado eficiente y rico. La tendencia de este gobierno fue unitaria y uno de sus principales objetivos fue la centralización del poder.

Martín Rodríguez nombró secretario de hacienda a García y secretario de Gobierno a Rivadavia; este último elaboro un conjunto de reformas políticas, económicas y culturales para el desarrollo de la provincia. Entre los hechos más importantes se cuentan la aplicación del sistema de enfiteusis|, la creación del banco de descuento, la expansión de la frontera con el indio, la ley de reforma del clero y la supresión de los cabildos.

Luego del gobierno de Martín Rodríguez, fue elegido gobernador Juan Gregorio de Las Heras.

Gobierno de Juan Gregorio de Las Heras (1824-1826)

La Junta de Representantes eligió gobernador a Juan Gregorio de Las Heras, destacado militar de la guerra de la independencia pero de limitada capacidad política. El nuevo gobernador pretendió mantener el ministerio anterior, pero Rivadavia decidió viajar a Londres; García asumió las carteras de Gobierno y Hacienda y Fernández de la Cruz mantuvo la de guerra. Durante el gobierno de Las Heras cobraron importancia algunos problemas externos como la guerra del Brasil y el proceso de secesión del Alto Perú. En el orden interno, el acto más importante del nuevo gobierno fue inaugurar el 16 de diciembre de 1824 un nuevo Congreso Nacional.

El Congreso General (1824-1827)

Artículo principal: Congreso General de 1824

Por iniciativa de Rivadavia, a finales de 1824 se convocó a las provincias a integrar un Congreso General. Las dos obras más relevantes de este Congreso fueron la “Ley Fundamental” y la “Ley de Presidencia”.

La primera reconoció la vigencia de las instituciones de cada provincia -hasta la sanción de la Constitución- y creó un Poder Ejecutivo Nacional Provisorio que recaería sobre el gobernador de Buenos Aires. Las Heras, al hacerse cargo del Poder Ejecutivo Provisorio, manifestó su voluntad de respetar los gobiernos locales.

La tensión con el Imperio del Brasil planteó la necesidad de, por un lado, un gobierno nacional capaz de conducir el conflicto internacional y tomar decisiones rápidas y, por otro, de un líder que gobierne y una a las provincias. La Ley de Presidencia (sancionada en febrero de 1826) creó un Poder Ejecutivo Nacional Permanente, con el título de Presidente de las Provincias Unidas del Río de la Plata, designado por el Congreso. Con esta ley sancionada, Rivadavia asumió la presidencia.

Meses después, instado por Rivadavia, el Congreso sancionó la Constitución de 1826.

Presidencia de Rivadavia (1826-1827)

Artículo principal: Presidencia de Rivadavia

Rivadavia asumió el gobierno de la Nación por decisión del Congreso General a comienzos de 1826, llevando consigo un proyecto fuertemente centralizador.

La Ley de Capitalización establecía que la ciudad y gran parte de la campaña circundante se convertirían en Capital Federal, lo cual generó la fuerte oposición de los federales porteños. Las Heras cesó en el cargo de gobernador por decreto del Poder Ejecutivo; la Junta de Representantes fue disuelta; se nacionalizó el ejército de la provincia, las tierras públicas, la aduana y todas las propiedades provinciales.

Diferencias ideológicas y económicas separaron al gobierno de Buenos Aires de los gobiernos provinciales y se formó una oposición encabezada por Bustos y Quiroga.

Guerra Del Brasil

Artículo principal: Guerra del Brasil

Desde 1820 Brasil controlaba la Banda Oriental (actual Uruguay), y la recuperación del territorio perdido era una cuenta pendiente de los gobiernos nacionales. La guerra se inició a fines de 1825; cuando una expedición denominada Los Treinta y Tres Orientales desembarcó en las costas uruguayas y venció a las fuerzas imperiales. El Congreso Nacional aceptó la reincorporación de la Banda Oriental el 25 de octubre de 1825.

Brasil declaró la guerra y las Provincias Unidas respondieron el 1° de enero de 1826. Si bien inicialmente la posición del Imperio del Brasil fue más ventajosa, los rebeldes orientales lograron imponerse. Las fuerzas eran parejas y la guerra se alargaba, transformándose en una carga económica. Luego de que las fuerzas argentinas vencieran en los triunfos parciales de Ombú y Bacacay; obtuvieron el triunfo en Ituzaingó (20 de febrero de 1827), sin embargo, la falta de recursos impidió definir la contienda, tanto por tierra como por mar.

Finalmente, Rivadavia envió al ministro Manuel García a gestionar la paz; sin embargo, García firmó un tratado que luego sería conocido como el “tratado deshonroso”, ya que reconocía la soberanía del Imperio sobre la Banda Oriental y se comprometía a pagarle a Brasil una indemnización de guerra. El presidente Rivadavia rechazó el convenio y posteriormente presentó su renuncia.

El conflicto continuó hasta 1828 cuando, durante el gobierno de Manuel Dorrego y con la presión de Inglaterra, se llegó a una Convención preliminar de paz, donde se dispuso la independencia de la Banda Oriental y el cese de las hostilidades.

Renuncia de Rivadavia

La Constitución de 1826 (fuertemente centralista), el “tratado deshonroso” de Manuel García que le otorgó la Banda Oriental al Imperio Brasileño y todas las medidas centralistas que tomó, hicieron que Rivadavia renunciara el 27 de junio de 1827.

Al renunciar este, el Congreso nombró a Vicente López y Planes como presidente. Este convocó a elecciones y fue elegido Manuel Dorrego como gobernador de Buenos Aires; Vicente López presentó su renuncia y el Congreso decidió, entonces, su disolución. La conducción de la guerra con el Brasil (que en ese entonces no había terminado) y la reunión de una convención nacional se delegó en el gobierno de Buenos Aires.

Dorrego gobernador de Buenos Aires (1827-1828)

Dorrego era un federal porteño con ideas muy democráticas para la época. Durante su gobierno contó con la oposición de los unitarios, las clases altas, los militares y los intelectuales. Durante su gobierno envió misiones a las provincias para restablecer la unidad interior y lograr un acuerdo sobre la organización federal. Se suscribieron Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos, las cuales se comprometieron a contribuir en la guerra con el Brasil, reconocer la integridad nacional y a enviar diputados a una Convención Nacional que se reuniría en Santa Fe.

La Convención Nacional tenía por objetivo crear un poder ejecutivo interino para manejar las relaciones exteriores, decidir la guerra o la paz y establecer las bases para un Congreso Constituyente. Sin embargo, la Convención -que se reunió en Santa Fe en 1828- no trató los temas propuestos y resultó un fracaso. Se limitó a aprobar la paz con el Brasil sin tomar ninguna medida de trascendencia a escala nacional.

Paz con el Brasil

Dorrego envió a Tomás Guido y Marcos Balcarce a Río de Janeiro; el 27 de agosto de 1828 firmaron la Convención Preliminar de Paz, que reconocía la Independencia de la Banda Oriental.

Las consecuencias políticas del tratado para Dorrego fueron nefastas, ya que se lo responsabilizó por pérdida de la Banda Oriental. El partido unitario desató una campaña en la prensa para desprestigiarlo y comenzó a idear una revolución para sacarlo del poder.

Golpe unitario y reanudación de la guerra civil (1828-1829)

Los unitarios, dirigidos por Agüero, del Carril y Varela, lograron comprometer a dos jóvenes generales del ejército. Uno era Juan Lavalle -porteño- y el otro era José María Paz -cordobés- que había integrado desde su adolescencia el Ejército del Norte.

Los planes unitarios consistían en accionar en forma conjunta sobre el país: Lavalle en Buenos Aires y el litoral; Paz en el interior; derrotar a los caudillos e imponer una organización constitucional centralizada.

El 1° de diciembre de 1828 estalló el golpe en Buenos Aires, las fuerzas de Lavalle avanzaron sobre el centro de la ciudad. Dorrego, carente de fuerzas, huyó a la campaña y en Cañuelas se reunió con Juan Manuel de Rosas, comandante general de la campaña.

Lavalle fue nombrado gobernador al margen de las leyes vigentes. Inmediatamente salió a la campaña y derrotó a Dorrego en Navarro (9 de diciembre de 1828). Rosas se dirigió a Santa Fe, en busca del apoyo de Estanislao López; Dorrego no quiso salir de la provincia, pero traicionado por sus propias fuerzas fue entregado a Lavalle, en el campamento de Navarro. El 13 de diciembre fue fusilado sin juicio previo, por orden del jefe unitario, quien asumió la responsabilidad por el hecho. Lejos de terminar con el federalismo, el asesinato de Dorrego generalizó las guerras civiles.

Guerra en el litoral: Lavalle contra López y Rosas

La Convención Nacional declaró fuera de ley el gobierno de Lavalle. López y Rosas asumieron la jefatura del ejército federal que debía operar en Buenos Aires.

Lavalle invadió Santa Fe antes de la organización definitiva de las tropas federales. López, conocedor del terreno, eludió el combate y agotó a las tropas unitarias en marchas y contramarchas, que finalmente debieron regresar a Buenos Aires.

López y Rosas salieron en persecución de Lavalle, derrotándolo en Puente de Márquez (26 de abril de 1829), y poniendo sitio a Buenos Aires. Lavalle, reducido a la ciudad, dispuso la prisión de sus enemigos políticos y organizó la defensa mediante el servicio militar obligatorio, aun para los extranjeros. Esta medida provocó un conflicto con el cónsul francés y la intervención de la división naval francesa en el Río de la Plata, en defensa de los ciudadanos franceses.

Campaña en el interior: Paz contra Bustos y Quiroga

Paz, al mando del segundo cuerpo de ejército, llegó a comienzos de 1829 y se entrevistó con Lavalle, pero no pudieron acordar una acción conjunta. Siguió camino a Córdoba, venció a Bustos en Hacienda de San Roque (23 de abril de 1829) y marchó sobre la ciudad, donde fue designado gobernador.

Quiroga, hombre fuerte del interior, no estaba dispuesto a aceptar la presencia de Paz y del ejército nacional, así que apoyó a Bustos e invadió Córdoba, llegando a tomar la ciudad. Sin embargo, Paz lo venció en La Tablada (22 de junio de 1829), por lo que debió regresar a su provincia para reorganizar sus fuerzas.

Pactos de Cañuelas y Barracas: fin de la crisis porteña

La impopularidad del movimiento unitario comenzó a manifestarse en Buenos Aires. El desorden se apoderó de la administración; el sitio de la ciudad paralizó el comercio e interrumpió las relaciones con el interior.

Lavalle, sin fuerzas, buscó una solución negociada. Algunos unitarios, disconformes, emigraron, entre ellos Rivadavia y Agüero. La retirada de López a su provincia para evitar la acción de Paz, dejó al ejército bajo la jefatura de Rosas.

Después de algunas mediaciones fracasadas, Lavalle se entrevistó con Rosas en el campamento de éste. Como consecuencia se firmó el Pacto de Cañuelas (24 de junio de 1829), por el cual Lavalle se comprometió a llamar a elecciones para integrar la Junta de Representantes, la que designaría al futuro gobernador.

Los unitarios no acataron lo acordado por Lavalle. Fortalecidos por el triunfo de Paz en Córdoba, decidieron presentarse en las elecciones con una lista opositora que triunfó. Lavalle anuló las elecciones y firmó con Rosas el Pacto de Barracas, el 24 de agosto de 1829, por el cual se retiraba del gobierno y se nombraba interinamente a Viamonte, quién debía convocar a nuevas elecciones.

Gobierno provisional de Viamonte

El gobernador Viamonte, federal moderado, estaba decidido a respetar el acuerdo, pero sectores del partido federal, exigieron la restauración de la legislatura disuelta por el golpe de diciembre de 1828. Esta solución, respaldada por Rosas, se impuso.

Viamonte convocó a la legislatura de tiempos de Dorrego, que eligió gobernador a Juan Manuel de Rosas, el 5 de diciembre de 1829, otorgándole facultades extraordinarias e iniciando una nueva etapa en la historia argentina.

Etapa rosista (1829-1852)

Primer gobierno de Rosas (1829-1832)

El primer gobierno de Rosas como gobernador de Buenos Aires tuvo lugar de 1829 a 1832. Además de ser gobernador con facultades extraordinarias (es decir que, además de ejercer el poder ejecutivo, podía dictar leyes), tenía el título de Representante de las Relaciones Exteriores del País, es decir que cualquier tratado con otro país, conflicto externo y cualquier acuerdo comercial era decidido y negociado por él.

Primeras medidas

  • Uso obligatorio de la divisa punzó para empleados civiles, militares y eclesiásticos.
  • Militares y sacerdotes debían tener en sus divisas la frase “federación o muerte”.
  • Removió de sus cargos a los funcionarios públicos, militares y eclesiásticos sospechosos de ser unitarios.
  • Censuró periódicos no federales.
  • Mediante un decreto acusó de rebelión a todos los que participaron de la revolución de Lavalle, castigándolos con detenciones y hasta fusilamientos.
  • Firmó el pacto federal en 1831 para iniciar la lucha contra la liga unitaria del Gral. Paz.
  • Redujo el gasto público y expandió la actividad ganadera.

Liga unitaria y Liga federal

Mientras Rosas iniciaba su gobierno en Buenos Aires, el unitario Paz, como gobernador de Córdoba, consolidaba su poder en el interior. El caudillo Quiroga atacó Córdoba en 1830, siendo totalmente derrotado en Oncativo (25 de febrero de 1830).

Paz extendió su influencia en el interior. Mediante los tratados del 5 de julio y del 31 de agosto de 1830, las provincias del interior –Córdoba, Tucumán, Salta, Mendoza, San Juan, San Luis, La Rioja, Santiago del Estero y Catamarca- se aliaron integrando una liga ofensiva-defensiva con el propósito de organizar constitucionalmente la Nación mediante un congreso. Se entregaba a Paz el poder militar. Si bien no se hablaba de unitarismo, ese era el sistema político propiciado por su organización; pero a diferencia de las experiencias anteriores, este proyecto tenía su centro en el interior y se oponía a la hegemonía de Buenos Aires, liderada por Rosas.

Ante el ascenso de Paz en el interior, Buenos Aires y las provincias del litoral buscaron establecer una alianza. Se creó una Comisión Representativa de los gobiernos del Litoral y se pospuso la convocatoria de un congreso.

Pacto federal

El Pacto Federal se redactó el 4 de enero de 1831, siendo firmado por Santa Fe, Entre Ríos y Buenos Aires; Corrientes lo hizo con posterioridad. El Pacto establecía, entre otras cosas, una alianza defensiva-ofensiva, libre tránsito de personas y comercio y la creación de una Comisión Representativa de los gobiernos de las provincias litorales, compuesta por un representante de cada una de ellas, que residiría en Santa Fe. Las atribuciones de la Comisión eran: celebrar tratados de paz, declarar la guerra e invitar a las demás provincias a unirse por medio de un Congreso que organizase la administración general del país bajo el sistema federal.

La Comisión declaró la guerra a Paz y nombró a López jefe de las fuerzas que debían enfrentarlo. Después de la guerra, todas las provincias adhirieron al tratado, que se transformó en el documento fundamental de la Confederación Argentina hasta la sanción de la Constitución Nacional.

Guerra entre las Ligas Unitarias y Federal

Las acciones contra Paz se iniciaron simultáneamente en diversos frentes: Quiroga, invadió Córdoba, venció en Río Cuarto, ocupó San Luis y Mendoza y se dirigió a La Rioja. López, a cargo de las fuerzas que debían atacar por el Este, rehuyó el combate a la espera de refuerzos de Buenos Aires. En Santiago del Estero y Salta se produjeron rebeliones contra los gobernadores que respondían a Paz. Para evitar la lucha en dos frentes, Paz decidió atacar a López y se adelantó con su ejército para presentarle batalla, pero boleado su caballo por una partida santafesina cayó prisionero (11 de mayo de 1831).

Desaparecido Paz, Lamadrid quedó al frente de la Liga unitaria. Quiroga lo derrotó en La Ciudadela (4 de noviembre de 1831) y reafirmó su autoridad en el interior. Ibarra recuperó el gobierno de Santiago del Estero. López y las fuerzas de Buenos Aires entraron en Córdoba. El gobierno de la provincia recayó en José Vicente Reinafé, que respondía a las directivas del gobernador de Santa Fe, López. La expansión de la influencia política de éste disgustó a Quiroga, que había llevado casi todo el peso de la lucha.

Terminada la guerra, el federalismo se impuso en todo el país. Tres hombres ejercieron el poder en distintas zonas: Rosas, López y Quiroga.

Luego del triunfo federal, los representantes de Santa Fe y Corrientes creyeron llegado el momento de la organización nacional e invitaron a las provincias a unirse al Pacto Federal. López, que aspiraba a la organización de la República se reunió con Rosas en Rosario (Santa Fe) en octubre de 1831, sin embargo, el gobernador de Buenos Aires dejó claro que consideraba prematura la organización constitucional. Finalmente, Rosas exigió también la disolución de la Comisión Representativa (que cesó en julio de 1832) y sus funciones fueron delegadas a él mismo.

Transición política (1832-1835)

Terminado su período de gobierno el 5 de diciembre de 1832, Rosas fue reelegido sin facultades extraordinarias, por lo que renunció en forma indeclinable.

Gobierno de Balcarce

Ante la renuncia de Rosas, fue elegido gobernador de Buenos Aires Juan Ramón Balcarce. Durante su gobierno se produjo una división en el partido federal porteño, entre apostólicos –partidarios de un gobierno fuerte que apoyara a Rosas- y los cismáticos o doctrinarios –que aspiraban a la organización constitucional de la provincia, evitando la concentración del poder-.

Expedición al desierto

Luego de renunciar y dejarle el gobierno a Balcarce, Rosas emprendió la llamada “campaña al desierto”. Se denominaba “desierto” a los territorios en donde el hombre blanco no ejercía su dominio: territorios ocupados por tribus aborígenes. Entre los objetivos de la campaña se cuentan el incorporar tierras para la ganadería y el acabar con los malones que asolaban la frontera. Finalmente, la columna de Rosas -única que logró sus objetivos- llegó hasta el Río Negro, incorporando 2900 leguas cuadradas de terreno y reduciendo la acción de los indígenas. Por otra parte, Rosas ganó prestigio político y el apoyo de los hacendados y de la población de la campaña.

Revolución de los restauradores

La revolución de los restauradores es el nombre con el que se conoce a un hecho sucedido a fines de 1833 (durante el gobierno de Balcarce) que demostró que a pesar de no estar en el poder, Rosas seguía teniendo una gran influencia.


Rosas era conocido como “El restaurador de las leyes”, dado que durante su 1° gobierno había contado con el poder legislativo; pero por otra parte, existía un periódico llamado “El restaurador de las leyes”.

Cuando se le realizó un juicio al diario “El restaurador de las leyes”, la esposa de Rosas, Encarnación Ezcurra, organizó una maniobra para que la gente entienda que el juicio era en realidad contra Rosas, lo que produjo una revuelta popular el 11 de octubre exigiendo la renuncia del gobernador y que Rosas no fuera juzgado. Finalmente, el 3 de noviembre la Legislatura aceptó la renuncia de Balcarce y designó en su reemplazo al general Juan José Viamonte.

Gobierno de Viamonte y Maza (1833-1835)

Viamonte se propuso organizar constitucionalmente a la provincia y llevar una política conciliadora, pero no contó con la aprobación de Rosas y no logró garantizar el orden y la paz interior.

Por otra parte, Doña Encarnación organizó la Sociedad Popular Restauradora –organismo integrado por federales apostólicos- con el objeto de apoyar a Rosas. Sus integrantes pertenecían a distintos grupos sociales; la mazorca fue su símbolo y dio nombre al grupo de choque que tuvo a su cargo la intimidación de los enemigos políticos. Los federales doctrinarios comenzaron a emigrar. Un rumor de complot unitario ganó la ciudad. Rivadavia fue expulsado al regresar al país. Viamonte renunció en 1834. Se lo eligió a Rosas gobernador, pero este no aceptó.

Finalmente el doctor Manuel Vicente Maza, presidente de la legislatura, asume el poder ejecutivo.

Guerra civil en el Norte y asesinato de Quiroga

Después de la derrota de la Liga Unitaria, Quiroga se estableció en Buenos Aires. Si bien su prestigio se mantuvo, en su ausencia surgieron otros caudillos en el interior y se reanudaron los conflictos interprovinciales.

A fines de 1834 estalló la guerra entre Salta y Tucumán. El gobierno de Buenos Aires decidió mediar en virtud del Pacto Federal y envió a Quiroga en misión pacificadora. Reunidos Rosas, Quiroga, y Maza, establecieron las líneas políticas a seguir. La mediación debía desbaratar todo intento de secesión de las provincias norteñas y hacer ver a los pueblos que no era tiempo para la organización nacional.

La guerra se definió con el triunfo de Tucumán; el gobernador Latorre, de Salta, fue tomado prisionero y ejecutado. Quiroga, al llegar a Santiago del Estero, reunió al gobernador Ibarra, a Heredia de Tucumán y a José Antonio Moldes, representante de Salta, quienes firmaron un tratado de paz y amistad entre las tres provincias.

Al regreso de su misión, una partida, atacó la galera en que viajaba Quiroga y lo asesinó en el paraje denominado Barranco Yaco, jurisdicción de Córdoba, el 16 de febrero de 1835. A nadie escapó que se trataba de un crimen político.

Rosas gobernador con la suma del poder público

La noticia del asesinato de Quiroga conmovió a Buenos Aires. Maza renunció a su cargo. La Junta de Representantes, ante el temor de la anarquía designó a Rosas gobernador con la suma del poder público (además de tener el poder ejecutivo podía intervenir en el legislativo y el judicial) y por un plazo de cinco años.

Segundo gobierno de Rosas (1835-1852)

El 2° gobierno de Rosas abarcó de 1835 a 1852, ya que este era renovado en su cargo cada cinco años, siempre con la suma del poder público. El flamante gobernador realizó una votación en Buenos Aires con el objetivo de saber si el pueblo estaba de acuerdo, o no, con su elección. La votación resultó ampliamente favorable: de 9316 sufragios, solo 4 se manifestaron en contra.[1] Surgió entonces una “dictadura legal”, ya que la concentración de poderes se basaba en una ley de la Junta de Representantes refrendada por el voto de los ciudadanos.

Características del gobierno rosista

  • Política: Rosas restableció el uso de la divisa punzó y persiguió a los enemigos políticos; “La Mazorca” incrementó su acción contra los opositores, muchos de los cuales se vieron obligados a emigrar. Montevideo se convirtió en el centro donde se núcleo la oposición, formada por los antiguos unitarios emigrados en 1829 y los federales cismáticos, que lo hicieron desde 1833 en adelante. A ellos se sumaron los jóvenes de la generación del ’37.

La Junta de Representantes era informada cada año por el Ejecutivo y debía aprobar el presupuesto provincial. Las elecciones para integrar la Legislatura, repetidas anualmente, siempre confirmaban la lista oficial; Rosas era reelegido y se le confería, otra vez, la suma del poder. A su vez, Rosas publicaba el estado de la Hacienda Pública en la Gaceta Mercantil.

Numerosos jueces fueron removidos, pero los tribunales de justicia mantuvieron sus atribuciones, aunque Rosas se ocupó personalmente de las causas que consideraba importantes. En esos casos nombraba jueces especiales bajo su dirección.

  • Economía: La economía rosista se basó en la expansión de la ganadería y la exportación de productos como cuero, tasajo, cebo y crines. Los saladeros también fueron muy importantes. El gobierno mantuvo a Buenos Aires como puerto y aduana única y no permitió la libre navegación de los ríos. También otorgó subsidios a las provincias. En los últimos años del gobierno de Rosas el comercio exterior fue bueno y se logró a un equilibrio en la balanza comercial. El comercio interior se reactivó.

En 1835 se dictó la Ley de Aduana, que duraría hasta 1852. La ley aumentaba los aranceles de la aduana para que los productos importados suban sus precios y tengan más dificultades al competir con los nacionales.

Las finanzas de Buenos Aires estuvieron equilibradas debido a que Rosas impuso un control estricto sobre los gastos y los impuestos. Para controlar los gastos eliminó el presupuesto de educación y sanidad y emitió moneda sin respaldo, que mantuvo gracias a su poder.

Durante su segundo gobierno Rosas exigió el pago de la renta de enfiteusis y luego las ofreció en venta. De esta forma, los enfiteutas se convirtieron en férreos opositores hasta alzarse en armas en 1839.

  • Sociedad: Durante el segundo gobierno de Rosas, el uso del color rojo punzó se hizo muy popular, ya que era símbolo de federalismo y de apoyo al gobernador. El rosismo tomó un carácter telúrico y nacional, opuesto a los ideales europeos de Rivadavia, que careció de respaldo mayoritario. La defensa de la religión católica fue otra de las premisas del gobierno: se reabrieron conventos y se devolvieron a las órdenes religiosas bienes confiscados por la reforma rivadaviana.

El gobierno rosista se caracterizó por contar con un gran apoyo por parte del pueblo: hacendados, comerciantes, viejos militares de tiempos de la Independencia, sectores medios y bajos apoyaron incondicionalmente al “restaurador de las leyes”. Los grandes terratenientes y comerciantes se beneficiaron económicamente con la exclusividad de la aduana porteña y la venta de tierras públicas. En las ciudades, Rosas compartía bailes, fiestas y juegos con los sectores bajos de la sociedad, quienes lo sentían cercano a ellos. Rosas estableció el Paternalismo político, es decir, el generar en las clases bajas el sentimiento de ser un “padre” que cuida, conoce y protege a sus “hijos”.

Los sectores que se opusieron a Rosas fueron los unitarios y los intelectuales (escritores, abogados y periodistas) quienes debieron exiliarse en países limítrofes para evitar la persecución rosista.

Confederación Argentina

Rosas impuso una organización nacional de hecho, basada en el Pacto Federal de 1831, a la que llamó Confederación Argentina. A lo largo de su gobierno mantuvo su posición sobre la inconveniencia de reunir un congreso y sancionar una constitución.

Bajo el nombre de federación, realizó una política de intensa intervención en las provincias, utilizando desde el apoyo político y financiero a la persuasión, la amenaza y la acción armada. Estanislao López, carente de fuerzas, aceptó su política.

Felipe Ibarra en Santiago del Estero, Alejandro Heredia en Tucumán, Pedro Molina en Mendoza, Tomás Brizuela en La Rioja y Nazario Benavídez en San Juan fueron acatando las directivas de Rosas y extendiendo el federalismo rosista en el interior.

Sin que se hubiera sancionado una constitución, por delegación de las atribuciones de las provincias y por acción propia, Rosas ejerció de hecho el poder nacional, apoyado en la fuerza de Buenos Aires.

Generación del ‘37

La llamada “Generación del 37” fue un grupo constituido por jóvenes intelectuales nacidos en tiempos de la revolución, educados en universidades y con ideales romanticistas, liberalistas y nacionalistas. Su líder era Esteban Echeverría y se reunían en la trastienda de la librería de Marcos Sastre a discutir sobre literatura y arte, pero también sobre temas políticos, como la Nación y las formas de organización. Durante el bloqueo francés, sus reuniones no fueron bien vistas por la Mazorca -la policía de rosas- por lo cual las reuniones se discontinuaron y Sastre debió liquidar su librería.

Sin embargo, con la finalidad de organizar a la juventud para trabajar por la patria y luego de la disolución de su lugar de encuentro, crearon la Asociación de la Joven Generación Argentina. Se declararon herederos de la Revolución de Mayo y continuadores de sus principios de libertad, igualdad y fraternidad, entre otros. Renegaron de unitarios y federales, a los cuales responsabilizaron de los males que sufría la patria. Sus ideales se extendieron por el país mediante diversas filiales: Vicente Fidel López creó una en Córdoba; Sarmiento y otros una en San Juan; Marco Avellaneda integro la de Tucumán. Sus reuniones no pasaron inadvertidas para la policía rosista. La Mazorca presionó y la Asociación tuvo que disolverse. Casi todos sus integrantes debieron emigrar.

Ocupación de las Islas Malvinas

Las Islas Malvinas adquirieron importancia como punto de recalada. España, descubridora de las islas, había mantenido una población, pero luego fue trasladada como consecuencia de la guerra de la Independencia. En 1820 Martín Rodríguez tomó posesión de las islas y en 1829 Lavalle emitió un decreto que proclamaba los derechos argentinos sobre las islas, nombrando a Luis Vernet comandante político y militar. Un grupo de colonos se estableció en las islas, dedicados a la explotación del ganado existente y la pesca.

Cuando Vernet exigió el pago de derechos de pesca a las naves extranjeras, una fragata norteamericana saqueó Puerto Soledad y apresó a los pobladores en 1831 como represalia. El reclamo argentino fue rechazado y el cónsul estadounidense expulsado de Buenos Aires, interrumpiéndose las relaciones diplomáticas.

Gran Bretaña, interesada en las islas, aprovechó el momento para ocuparlas. Una fragata inglesa se presentó en Puerto Soledad e intimó a la rendición. Así, en 1833 los británicos, cuyas fuerzas eran superiores, tomaron posesión de las islas sin batalla alguna.

Los reclamos de Buenos Aires no obtuvieron respuesta satisfactoria alguna; sin embargo, las relaciones diplomáticas –y comerciales- no se interrumpieron.

En 1838 Rosas ofreció cederle a Gran Bretaña los derechos sobre las islas a cambio de la cancelación de la deuda del empréstito Baring, contraída en tiempos de Rivadavia. El gobierno británico no aceptó, ya que ejercía la soberanía de facto y se consideraba con derecho a hacerlo

Bloqueo francés (1838-1840)

En 1838 Francia comenzó un bloqueo al Río de la Plata con el objetivo de que sus productos pagasen menos impuestos en la aduana y para presionar a Rosas para que acepte la libre navegación de los ríos interiores. En 1838 utilizaron como excusa el encarcelamiento de un ciudadano francés y el hecho de que los ciudadanos franceses debían realizar el servicio militar.

Los franceses bloquearon el puerto de Buenos Aires y el litoral fluvial argentino. Además, se aliaron con los enemigos de Rosas, pactaron con los emigrados de Montevideo y apoyaron la rebelión del Litoral y la expedición de Lavalle. Rosas se mantuvo firme en su posición. Inglaterra, viendo perjudicados sus intereses comerciales en Buenos Aires, presionó al gobierno francés, quién envió un ministro a gestionar un acuerdo.

Finalmente, se firmó el Tratado Arana-Mackau, que establecía, entre otros puntos, el levantamiento del bloqueo, el pago de indemnizaciones por parte de Buenos Aires y el “trato de nación más favorecida” para los ciudadanos franceses, aunque Rosas no accedió a ninguna concesión territorial, comercial, ni de libre navegación interior.

Bloqueo anglo-francés (1845-1850)

Artículo principal: Bloqueo anglo-francés al Río de la Plata

A partir de 1843, Rosas intervino directamente en el Uruguay, con el objetivo de terminar con el Partido Colorado y su alianza con los unitarios refugiados en Montevideo. Esta política alertó a las grandes potencias que temían por sus intereses comerciales en ese puerto. A esto se le sumó la presión de comerciantes y políticos británicos que exigían la libre navegación de los ríos Paraná y Uruguay para concretar su expansión comercial.

Para llevar a cabo el sitio de Montevideo, Rosas reorganizó la escuadra y ordenó el bloqueo al puerto oriental. Las comunidades extranjeras organizaron la defensa de la ciudad y reclamaron la intervención de los gobiernos de Gran Bretaña y Francia. Ante la negativa de Rosas de retirar sus tropas, la flota anglo-francesa se apoderó de la flotilla de la Confederación Argentina y declaró bloqueado el puerto de Buenos Aires en septiembre de 1845. Los aliados tomaron la Isla Martín García y remontaron el Río Uruguay, saqueando los puertos entre Gualeguaychú y Salto.

La flota anglo-francesa decidió remontar el Paraná, con la finalidad de dominar los ríos e iniciar el comercio directo con los puertos interiores. Rosas ordenó resistir el avance. Un contingente obstruyó el paso en el paraje conocido como la Vuelta de Obligado; allí se produjo un encarnizado combate entre las fuerzas de tierra y las naves de guerra, el 20 de noviembre de 1845. Finalmente, la flota logró forzar el paso y la expedición llegó hasta las proximidades de Asunción. Sin embargo, no obtuvieron beneficios comerciales importantes.

Rosas mantuvo firme su posición. Las importaciones inglesas cayeron estrepitosamente y los comerciantes británicos en Bs.As mostraron su descontento: el mercado bonaerense era más importante que Montevideo y los puertos interiores. A mediados de 1847 el gobierno inglés decidió levantar el bloqueo. El tratado Arana-Southern, firmado a comienzos de 1849, estableció que las relaciones se restaurarían, volviendo a su estado anterior. Gran Bretaña se comprometía a evacuar la isla Martín García, devolver los barcos tomados a la flota de Buenos Aires y reconocer la soberanía Argentina en los ríos y el derecho de intervenir en Uruguay en salvaguarda de su propia soberanía. Francia se resistió a aceptar las condiciones, pero llegó a un acuerdo similar en 1850.

Conflictos externos

Guerra con la Confederación peruano-boliviana: Hacia 1838 se organizó la Confederación peruana-boliviana, que entró en guerra con Chile. Este país gestionó la alianza de la Confederación Argentina y Rosas apoyó a los chilenos. El peso de las guerras recayó en las provincias del Norte. Sin embargo, las operaciones dirigidas por el gobernador de Tucumán no lograron definir el conflicto. Finalmente, los chilenos vencieron en la batalla de Yungay, en 1839, y exigieron la disolución de la Confederación. Rosas no aprovechó la victoria para reincorporar Tarija, cuya posesión se reclamaba, dejando pendiente el conflicto.

Relaciones con Chile, estrecho de Magallanes: A pesar de la alianza con Chile, las relaciones con el país trasandino presentaron ciertas dificultades, debido al asilo brindado a los emigrados de la zona cuyana, entre los cuales se cuenta Domingo Faustino Sarmiento.

Sin embargo, el problema de mayor trascendencia, iniciado en este período, fue el expansionismo chileno hacia el Sur, dirigido a la ocupación del Estrecho de Magallanes, punto estratégico que cobraba importancia con el incremento de la navegación en el océano Pacífico. En 1843, Chile tomó posesión del estrecho y fundó Fuerte Bulnes. El gobierno de Buenos Aires presentó sus reclamos en 1847 sosteniendo los derechos argentinos, pero Chile rechazó los términos del documento.

Paraguay: Después de la muerte del dictador Gaspar Rodríguez de Francia, el Congreso General de Paraguay ratificó la Independencia de ese país. Carlos Antonio López, elegido presidente en 1840, gestionó el reconocimiento por parte de la Confederación Argentina. Rosas se negó a ello, por lo que el gobierno de Asunción inició tratos con los enemigos de Rosas.

Uruguay: En Uruguay, luego de su Independencia, continuaban los conflictos entre los partidos Colorado y Blanco. Rosas extendió su accionar al Uruguay, a fin de terminar con la oposición argentina emigrada a Montevideo y con el poder de Rivera, jefe del partido colorado. Justificaba su intervención en la necesidad de sostener los derechos de Oribe, jefe del Partido Blanco, depuesto del cargo de presidente.

En 1843 el ejército de la Confederación Argentina, dirigido por Oribe, puso sitio a Montevideo, lo cual originó la intervención de Francia e Inglaterra. Superado el conflicto con las dos potencias, el sitio prosiguió hasta 1851, cuando Urquiza le puso fin antes de marchar contra Rosas.

Brasil: La intervención de Rosas en el Uruguay, su posición ante la navegación de los ríos interiores y los triunfos ante las potencias europeas despertaron preocupación en la corte de Río de Janeiro, que buscó contrarrestar el poderío rosista apoyando al partido Colorado de Rivera y reconociendo la Independencia del Paraguay. Por último, entró en contactos con Urquiza e integró la alianza que puso fin al sitio de Montevideo y que combatió en la batalla de Caseros.

Situación interna y levantamientos anti-rosistas

La oposición estaba integrada por distintos sectores: unitarios; federales cismáticos expulsados por los rosistas; federales del Litoral que reclamaban el federalismo económico y la libre navegación de los ríos; federales del interior que se oponían a la intervención de Rosas en detrimento de las autonomías provinciales; y los románticos de la generación del 37.

Durante el período 1838-1843 se produjeron diversas reacciones y levantamientos internos de los opositores a Rosas.

  • Conspiraciones y levantamientos en el Litoral: La política de puerto único desarrollada por Bs. As perjudicaba el comercio de las provincias del Litoral, principal centro de resistencia contra Rosas. El Bloqueo francés a Bs. As dio oportunidad a Santa Fe y a Corrientes para intentar una acción armada. Por otra parte, los franceses aportarían armas y su escuadra, los hacendados del sur de la provincia de Bs. As. colaborarían y se gestionó una alianza con Rivera, presidente del Partido Colorado y proclamado presidente del Uruguay.

El plan era llevar a cabo una acción conjunta entre Berón de Astrada, gobernador de Corrientes (que se pronunciaría contra Rosas); Cullen, ministro de López (que lo apoyaría desde Santa Fe); Rivera (que invadiría Entre Ríos, aliada del gobierno); los hacendados del sur de la provincia de Buenos Aires y Lavalle, que invadiría Buenos Aires. Un grupo de complotados intentaría un golpe contra Rosas en la capital. Sin embargo, los complotados fueron vencidos uno a uno. En Santa Fe, a la muerte de López, Cullen fue elegido gobernador, pero Rosas intervino en apoyo de Juan Pablo López, que se mostraba más dócil a su influencia. Cullen huyó a Santiago del Estero, pero Ibarra debió entregarlo y dejar que lo fusilaran por orden de Rosas. El levantamiento de Corrientes fue vencido por Pascual Echagüe, gobernador de Entre Ríos, en Pago Largo (31 de marzo de 1839). La rebelión de los hacendados del sur (enemistados con Rosas por el pago de la enfiteusis) fue vencida antes de que llegara el apoyo francés. Sus principales jefes fueron degollados en noviembre de 1839. Por otra parte, el complot contra la vida de Rosas en la capital fue descubierto y se asesinó a los conspiradores.

  • Invasión de Lavalle al Litoral: Los emigrados de Montevideo convencieron a Lavalle para que dirigiese una expedición contra Rosas, con el apoyo francés. Lavalle se impuso en Yeruá, pero fue derrotado en Entre Ríos por Echagüe, en la batalla de Sauce Grande (16 de julio de 1840). Sin embargo, Lavalle decidió invadir Buenos Aires, pero ante la indiferencia de la población se retiró a Santa Fe. Allí se notificó de la finalización del bloqueo francés, lo cual lo dejó sin aliados. Al conocer un levantamiento en las provincias del Norte, resolvió unirse a los hombres del interior e inició el camino hacia Córdoba.
  • Coalición del Norte y expedición de Lavalle al interior: En el Norte, Tucumán, Salta, Jujuy, Catamarca y La Rioja se unieron contra el gobierno de Bs. As, bajo la conducción de Tomás Brizuela y Lamadrid. Lavalle avanzó sobre Córdoba, pero fue derrotado en Quebracho Herrado (28 de noviembre de 1840) por las fuerzas porteñas encargadas de su persecución, bajo el mando de Oribe. Los jefes unitarios se dirigieron hacia el Norte, pero no lograron desarrollar una acción eficaz. Lamadrid marchó sobre Cuyo pero fue vencido en Rodeo del Medio (24 de septiembre de 1841) y emigró a Chile. Lavalle fue derrotado en Famaillá (19 de septiembre de 1841); las fuerzas rosistas lograron terminar con la Coalición del Norte, cuyos principales jefes –Marco Avellaneda, Tomás Brizuela y José Cubas- fueron ejecutados. Lavalle trató de emigrar a Bolivia, pero en Jujuy fue alcanzado y asesinado por sus perseguidores. Las fuerzas porteñas se impusieron en el interior.
  • Segundo levantamiento en Corrientes y guerra en el Litoral: Pedro Ferré, desde Corrientes, continuaba la rebelión contra Rosas. Sus fuerzas estaban al mando del general Paz, quien, excarcelado en 1839, había huido para unirse a la oposición. Bajo su mando, el ejército correntino venció a las fuerzas entrerrianas de Echagüe y marchó sobre Entre Ríos. Desacuerdos entre Ferré y Paz originaron el retiro del segundo, por lo cual Rivera quedó al frente de la campaña. El ejército de Bs. As., que regresaba del Norte, se dirigió a Entre Ríos donde se unió con el nuevo gobernador de esa provincia, Justo José de Urquiza y venció a las fuerzas de Rivera en Arroyo Grande (6 de diciembre de 1842). Ferré abandonó Corrientes. Las fuerzas rosistas se impusieron también en el Litoral.
  • Sitio de Montevideo: Rosas decidió llevar la guerra al territorio oriental, principal centro de oposición a su gobierno. Para ello, dio al ejército la orden de tomar Montevideo. La ciudad, eficazmente amurallada, resistió el asedio. Las fuerzas rosistas iniciaron un largo sitio que duraría hasta 1851.
  • Apogeo del rosismo (1843-1851): Después de la campaña de Oribe el orden rosista se restableció en la Confederación. El régimen se había estabilizado y la sociedad daba muestras de cierta normalización. A partir de 1846 comenzó a manifestarse cierta prosperidad. En lo político, se mantenía inalterable el poder de Rosas. Seguían pendientes el problema de los emigrados de Montevideo y los reclamos de las provincias del Litoral.
  • Nuevo levantamiento correntino y nueva derrota: Corrientes volvió a levantarse bajo la dirección de Juan y Joaquín Madariaga, que lograron una alianza con el gobierno de Paraguay, perjudicado por el control de los ríos interior ejercido desde Buenos Aires. Rosas delegó la represión del movimiento en Urquiza, quién venció en Laguna Limpia (4 de febrero de 1846) y llegó a un acuerdo con los Madariaga. Sin embargo, el gobernador de Bs. As. lo desautorizó, rechazó el tratado, derrotó a los Madariaga en Vences (27 de noviembre de 1847) y sometió a Corrientes. Benjamín Virasoro, urquicista, fue nombrado gobernador.
  • Rosas, Jefe Supremo de la Confederación Argentina: Las provincias designaron a Rosas Jefe Supremo de la Confederación Argentina. Durante un largo tiempo, esta organización dio unidad al país; pero por estar basada en el personalismo, no podía sobrevivir. Había llegado el tiempo de la organización nacional.

Gran Alianza y Batalla de Caseros: Fin del Rosismo

Artículos principales: Ejército Grande y Batalla de Caseros

Fue precisamente en el Litoral donde se gestó la alianza que llevó a la caída de Rosas. Urquiza se oponía a este, en el aspecto económico debido a su política de mantener el puerto y la aduana única en Buenos Aires e impedir la libre navegación de ríos, y en el aspecto político porque Rosas se oponía a la constitución nacional, impidiendo la organización nacional. Decidido a encarar la organización nacional, buscó alianzas entre los mayores enemigos del rosismo: Uruguay y Brasil. En Uruguay, era evidente que el sitio de Montevideo tarde o temprano haría caer la ciudad, y dejaría a disposición de Rosas un poderoso ejército. Los emigrados y el gobierno de Montevideo comenzaron gestiones ante Urquiza para preparar una alianza contra el “Restaurador de las Leyes”. Por su parte, Brasil veía con preocupación el poderío de Rosas, su intervención en el Uruguay y su negativa de aceptar la libre navegación de los ríos.

Al iniciarse el año 1851, Urquiza hizo público su proyecto de emprender la organización nacional. Convenida la alianza, decidió romper con Rosas, mediante un decreto del 1° de mayo conocido como el Pronunciamiento de Urquiza. Este invitó a las provincias a adherir a su postura; pero solo Corrientes se plegó al movimiento. El renegado fue calificado de “Traidor, loco y salvaje unitario”.

El primer objetivo de los aliados fue liberar a Montevideo del asedio de Oribe para neutralizar su ejército y marchar sobre Buenos Aires. Entre Ríos, Corrientes, Brasil y el gobierno de Montevideo firmaron el 29 de mayo de 1851 un tratado para terminar con el sitio. Urquiza inició la campaña con el apoyo de la flota brasileña que entró en los ríos Paraná y Uruguay. Rosas respondió declarándole la guerra al Imperio del Brasil el 18 de julio de 1851. Ante el avance de las fuerzas combinadas, Oribe capituló y sus hombres fueron incorporados al ejército entrerriano. Un nuevo tratado, el 21 de noviembre, dispuso liberar al pueblo argentino de la dominación tiránica del gobernador Rosas. El mando de las fuerzas estaría a cargo de Urquiza, Brasil aportaría su flota, 3000 infantes, un regimiento de caballería, dos baterías de artillería y un subsidio de 100.000 patacones que serían devueltos luego del conflicto. Uruguay aportaba hombres y armamento.

En Diamante se estableció el campamento del llamado Ejército Grande, que se transformó en un punto de reunión para los enemigos de Rosas, alcanzando a reunir 30.000 hombres. Este no tomó medidas para frenar la invasión. Las fuerzas aliadas entraron en la provincia de Buenos Aires sin dificultad; varias defecciones se produjeron entre los jefes rosistas. El gobernador de Bs. As asumió la jefatura del ejército. El encuentro se produjo el 3 de febrero de 1852, en Caseros. El ejército aliado terminó por imponerse. Juan Manuel de Rosas abandonó el campo de batalla y se dirigió a la ciudad, donde redactó su renuncia. Días después, partió con sus hijos Manuelita y Juan para Inglaterra, donde residió hasta su muerte, en 1877. Había finalizado la etapa rosista y se iniciaba la de la organización nacional.

Véase también

Referencias

  1. Rins, E. Cristina; Winter, María Felisa (2004). «Unidad 2: Las autonomías provinciales y las luchas por la organización nacional; Capítulo 1: Unitarismo y federalismo: proyectos en pugna; Parte 2:La confederación Argentina en la etapa rosista (1829-1852)». La Argentina Una historia para pensar 1776-1996. Buenos Aires: Kapelusz editora. ISBN 950-13-2569-5. 

Enlaces externos


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