Parque del Campo Grande

Parque del Campo Grande

Coordenadas: 41°38′45″N 4°43′51″O / 41.64583, -4.73083

Mapa del Campo Grande con sus partes más importantes:
1: Puerta del Príncipe
2: Juegos Infantiles
3: Paseo del Príncipe
4: Pérgola, con Fuente del Cisne.
5: Estatua de Rosa Chacel
6: Busto de Leopoldo Cano
7: Palomar
8: Escudo floral de Valladolid y bandera de España
9: Pajarera
10: Estatua de Miguel Íscar y Glorieta del Libro
11: Fuente de la Fama
12: Faisanera y Fuente de las Ranas
13: Estanque
14: Cascada

El Campo Grande es un gran parque público ubicado en pleno centro de la ciudad de Valladolid. Tiene forma triangular, cuenta con 115.000 m² (11.5 ha.) de superficie y está limitado por la calle de la Acera de Recoletos, el Paseo de los Filipinos y el Paseo de Zorrilla.[1] Su acceso principal se encuentra en la Plaza de Zorrilla, donde junto a una gran puerta de factura moderna se halla un escudo floral de la ciudad. El parque se encuentra cerrado en todo su perímetro por una sencilla verja que corre entre pilastras, con puertas en todos sus lados.

Su origen como parque o, más específicamente, como zona ajardinada, se remonta a 1787, aunque ya desde el siglo XV hay que considerarlo como un espacio urbano de gran importancia.[2] Un aspecto notable del parque es la abundante población avícola. Repartidos por su superficie se encuentra una faisanera, una pajarera y un palomar, perteneciente al Club Colombófilo de Castilla, que hacen que los pavos reales, faisanes y palomas sean muy numerosos y se hayan convertido en los auténticos habitantes del parque. Tiene una gran variedad de árboles que constituyen un verdadero jardín botánico.

En algunos momentos de su historia se denominó Campo de la Verdad y posteriormente Campo de Marte pero finalmente se consolidó como Campo Grande.

Contenido

Historia

La pretensión de los historiadores Juan Antolínez de Burgos y Matías Sangrador y Vitores de retrotraer el origen de Valladolid a la época romana les hace afirmar la existencia de un poblamiento o villa en el centro del actual trazado urbano, de tal manera que los restos que justificarían esa hipótesis estarían situados en lo que durante siglos se conoció como Puerta del Campo. Esta denominación hace referencia a una de las puertas que limitó la ciudad por su lado sur, desde finales del siglo XIII hasta el primer tercio del siglo XVII. Dicha puerta estuvo situada en la confluencia de las calles de Santiago y de Claudio Moyano, por lo que abarcaba la práctica totalidad del Campo Grande y de la Plaza de Zorrilla, además de los terrenos que hoy ocupa la Academia de Caballería.

Según Antolínez en el año 1595, con motivo de la realización de diversas obras en las cercanías de la Puerta del Campo junto a los terrenos de la actual Academia de Caballería y del Hospital de los Desamparados o de la Resurrección (en lo que hoy es la Casa Mantilla) se descubrieron sepulcros:

«labrados de cantería y los cuerpos que en ellos estaban tenían todas las señales de ser romanos»

Antolínez sostiene también la existencia en todo el Campo Grande de enterramientos abovedados y el hallazgo de un aposento con mosaicos en las ruinas de la antigua muralla situada junto a la Puerta del Campo.

Si no se tienen en cuenta las teorías de Sangrador y Antolínez sobre la ocupación romana del Campo Grande, los primeros datos vinculados a la existencia de esta gran superficie indican que se configuró a partir de suelos agrícolas comunales. En realidad se trata de un típico descansadero, teniendo en cuenta el rango de Cañada Real del actual Paseo de Zorrilla. A lo largo de las cañadas, de vez en cuando, aparecen los descansaderos, que suponen un amplio terreno al lado de la cañada par apartar allí los ganados y hacer un pequeño alto en el camino y descansar. En este caso, es un descansadero hecho justo antes de entrar en la ciudad, de manera que reposarían allí los ganados y sus encargados.

A lo largo de varios siglos se celebraron en este recinto festejos y celebraciones de toda índole. Durante la Edad Media, fue conocido como Campo de la Verdad ya que era el lugar donde se desarrollaban duelos de honor y exhibiciones militares. En el año 1335 el rey Alfonso XI de Castilla organizó un torneo en el que combatieron los Caballeros de la orden de la Banda e incluso intervino el propio Alfonso XI disfrazado.

En el siglo XV, tuvo lugar un episodio bélico que formó parte de las guerras civiles que caracterizaron el reinado de Enrique IV de Castilla. Parte de los nobles castellanos se alzaron contra el monarca apoyando los derechos sucesorios de su hermano el Infante Alfonso de Castilla en contra de Juana la Beltraneja. En septiembre de 1464, la lucha entre los partidarios de Enrique y Alfonso se dirimió en Valladolid. Los rebeldes se apoderaron de las puertas y torres de la ciudad, a excepción de la puerta y la torre del Campo, que defendía el Merino Mayor de Valladolid Alonso Niño, que mantuvo su lealtad al monarca.

En la propia ciudad, Juan de Vivero, contador mayor del reino, se levantó el día 15 contra Enrique IV y tomó partido también por el infante Alfonso, sitiando a Alonso Niño en dicha torre y puerta. La resistencia de Alonso Niño hizo que al día siguiente la villa se alzara contra los Vivero y a favor del rey. Niño fue liberado, se reconquistaron las demás puertas, puentes y torres y los Vivero y sus partidarios fueron expulsados, dando entrada a los leales al rey.

El Campo Grande en un detalle hacia 1780. Durante los siglos XV y XVI, la ciudad se extendió por esta zona rodeándose de edificios. La disposición triangular de éstos parece deberse a que los edificios se orientaron siguiendo la linea de los ríos.

A partir de finales del siglo XV y durante el XVI, la ciudad se extendió por esta zona y la Puerta del Campo se rodeó de edificios, fundamentalmente conventos. Según sostiene Martín González, la disposición triangular de éstos se debe a que los edificios se orientaron siguiendo la línea de los dos ríos que atravesaban la zona; el Pisuerga, por un lado, y uno de los ramales del río Esgueva, por otro.

La Puerta del Campo albergó durante un tiempo el patíbulo donde eran ejecutados los condenados tanto de la Inquisición como de la justicia ordinaria y militar. En el año 1506, fue colocada la horca en un lugar cercano a la entrada. Según Juan Agapito y Revilla, el campo se conoció con el nombre de la «hoguera» o el «brasero», por esta razón, en el siglo XIX pasó a denominarse Campo de la Feria, ya que allí eran quemados los herejes.

Los Autos de Fe se trasladaron desde la Plaza Mayor hasta el lugar de la ejecución. Según el relato de Manuel Canesi con motivo de las ejecuciones era llevado al Campo Grande la imagen del Cristo del Perdón perteneciente a la Cofradía de la Pasión que era situado junto al patíbulo.

Uno de estos Autos solemnes fue el que se celebró el 21 de mayo de 1559. El principal acusado fue el doctor Agustín Cazalla, sacerdote que había sido predicador en la Iglesia de Santiago y capellán del Emperador Carlos V. Cazalla que fue acusado de luteranismo y de haber arrastrado a varias personas a esa herejía fue juzgados junto con otros 31 reos. De estos, quince, entre ellos Cazalla, fueron condenados, mientras que el resto fueron reconciliados. Terminado el Auto de Fe, celebrado en la Plaza Mayor, los condenados, montados en mulas, atravesaron la calle de Santiago y cruzaron la Puerta del Campo, lugar donde se habían levantado quince hogueras. El doctor Cazalla, arrepentido, exhortó al pueblo que presenciaba el suplicio, a permanecer fieles a la iglesia y rechazar la herejía. Este es el proceso que narra Miguel Delibes en su novela El hereje y que a la entrada del parque se recuerda en una placa que forma parte de la llamada Ruta del Hereje:

Desde lo alto del borrico, Cipriano divisó las hileras de palos, las cargas de leña, a la vera, las escaleras, las argollas para amarrar a los reos, las nerviosas idas y venidas de guardas y verdugos a pie.
Cipriano Salcedo. Ruta por el Valladolid del Hereje de Miguel Delibes.
Valladolid a mediados del siglo XIX. Esta vista, de A. Guesdon, muy realista, está tomada sobre la Puerta de Madrid, hoy desaparecida, que constituía la puerta de entrada a la ciudad en lo que hoy es el Paseo de Zorrilla. Se observan varias hileras de árboles que delimitarían en un futuro lo que hoy es el Parque del Campo Grande.

La fiesta taurina está también unida a la historia del parque. Las corridas se celebraban habitualmente en la Plaza Mayor, acondicionada para ello, aunque existían otros escenarios como la Plaza Vieja o de San Pablo. Tras el incendio de 1561 los festejos tuvieron que trasladarse durante un tiempo a la Puerta del Campo, acotándose para ello una parte del Campo cercana a la puerta. Los toros recorrían el trayecto desde el matadero situado en la calle del Rastro (hoy calle de Miguel Íscar), donde estaban encerrados, cercano al Hospital de la Resurrección, pasando por la Puerta del Campo y la calle de Santiago.

Entre 1787 y 1788, según el proyecto del arquitecto neoclásico Francisco Valzanía, se trazaron varias calles con hileras de olmos que delimitarían aproximadamente el actual perímetro del Campo Grande y la Acera de Recoletos confluyendo en dos plazas circulares, la plaza de Zorrilla y la Plaza de Colón.

En 1846 se dieron los primeros pasos hacia la creación del Campo Grande en su concepción actual. En esta fecha el Ayuntamiento de la ciudad se opuso a la construcción de un edificio proyectado para Presidio Modelo en esta zona. En contraposición, la sección de ornato público del consistorio vallisoletano propuso una serie de mejoras encaminadas a facilitar el riego del arbolado existente.

En 1877, a partir de la iniciativa del alcalde de la ciudad, Miguel Íscar, fue encargado el proyecto de su acondicionamiento a los arquitectos Ramón Oliva y el encargado de jardines Francisco Sabadell. Este proyecto, su trazado y la distribución del jardín responde a una concepción romántica y naturalista, con diferentes caminos, glorietas, plazas y parterres entre los que se levantan numerosas fuentes y memoriales.

Las pajareras

El Palomar. Al fondo, la linterna de la Academia de Caballería.

El Campo Grande alberga tres pajareras. La más antigua es la que está situada más próxima al Paseo de Filipinos y que recibió el nombre de La Faisanera, por acoger en un principio a este tipo de aves. Fue construida en 1914, siendo alcalde de Valladolid Antonio Infante y su contratista fue Juan Cormell. En la actualidad alberga palomas mensajeras.

Otra de ellas es El Palomar, situada cerca de una de las entradas laterales del parque a la que se accede por el Paseo de Zorrilla, a la altura de la Academia de Caballería, fue construida en 1932, e inaugurada un 24 de septiembre del mismo año. Perteneció desde el primer momento al Club Colombófilo de Castilla. Sus trazas acordes con el estilo imperante en el resto del Campo Grande fueron del arquitecto Jacobo Romero.

La tercera está situada próxima a la fuente de la Fama y fue construida en la década de treinta. Está dividida en departamentos y en ella se pueden contemplar palomas, faisanes, gallos japoneses, gallinas enanas y otras aves.

Especies arbóreas

Interior del Campo Grande, mostrando su riqueza arbórea.

Todo el espacio del parque constituye un verdadero jardín botánico. En el otoño de 1896 se había llegado a la plantación de sesenta y una especies diversas contando con árboles de adorno y con arbustos.[3] A finales del siglo XVIII, el proyecto del plantío constituía ya una realidad, siguiendo la moda del urbanismo neoclásico que dominaba en toda Europa.

El número de especies arbóreas del Campo Grande ha variado a lo largo de su historia hasta llegar a las 62 especies,[4] número que puede verse modificado por futuras plantaciones o por la muerte de algunos ejemplares. Destacan: el cefalotejo de Fortune (cephalotaxus fortunei), la palmera china (Trachycarpus fortunei), el cedro del Líbano (Cedrus libani), el ciprés de los pantanos (Taxodium distichum), el Ginko (Gingko biloba), el árbol del amor (Cercis siliquastrum), la catalpa (catalpa bignonioides), el ailanto (Ailanthus altissima); y por su abundancia en el parque: el castaño de Indias (Aesculus hippocastanum), diversas especies de arce, la encina (Quercus ilex) o el haya (Fagus sylvatica).

La alameda del Campo Grande

La copa del olmo, sin hojas y sin vida.

La primera delimitación, siguiendo los lados del casi triángulo que conforma este parque y la recta del llamado paseo central, se hizo entre 1767 y 1780 con la plantación de 1.800 olmos de la especie común ulmus minor, conocido vulgarmente –especialmente en Valladolid– como «negrillo». Los primeros problemas que se plantearon para el mantenimiento y desarrollo de estos plantíos fueron la falta de agua (resultaba carísima la traída de agua) y la mala calidad de la tierra que los soportaba, compuesta en gran parte por cascajo y suelo estéril incapaz de mantener la humedad necesaria.[5]

El olmo seco. Las hojas verdes que se ven pertenecen a otros árboles.

Aun así, los problemas se fueron subsanando y los negrillos crecieron favorablemente llegando a ser un verdadero orgullo para los habitantes de Valladolid.

Un siglo más tarde los negrillos empezaron a languidecer debido a un mal desconocido en la época; en 1856 el aspecto de estos árboles era muy preocupante y todos los remedios para la curación de la enfermedad fueron infructuosos. Se trataba de lo que más tarde, a principios del siglo XX, se conoció como grafiosis, una enfermedad mortal para los olmos que se fue extendiendo por todo el mundo exterminando casi todos los ejemplares. En el Campo Grande cayeron al principio unos 30 árboles y enfermaron 12 más.[6]

Un paseo matutino de Recoletos a la Alameda del Campo Grande nos ha llenado de tristeza. En efecto, el arbolado del paseo, compuesto casi en total del olmo campestre o negrillo no mostraba su existencia con el vigor y formas gigantescas que hubiera debido de desear.
A cosa de dos años que, languideciendo no pocos de los más robustos empezaron a dar señales de anemia y ahilamiento con rapidez asombrosa; y ni los desmoches o amputaciones, ni los benéficos riegos, ni otros medios profilácticos y curativos, bastaron para contener la necrosis de no pequeña parte del bello recreo y solazamiento de los vallisoletanos y forasteros que habitualmente concurren a este sitio de escogida soledad. En ese período han perecido unos treinta árboles de los doscientos treinta o más que adornan el tránsito de sus anchas calles.— 
El Norte de Castilla, 24 de mayo de 1856.
135 años de El Norte de Castilla. Testigo de la Historia. (página nº 7).

Poco a poco se fueron sustituyendo los olmos por acacias y otros árboles. A finales del siglo XX quedaban escasos ejemplares y entrado el XXI quedó en pie, seco y sin vida, un solo ejemplar situado al principio del llamado Sendero de los Olmos. Es un árbol muy alto y de tronco bien derecho que conserva muchas de sus ramas, aunque sin vegetación. En recuerdo de los olmos negrillos muertos se plantaron algunos olmos siberianos (Ulmus pumila).[7]

Esculturas

Miguel Íscar

Busto de Miguel Íscar.

Además de la fuente de la Fama, erigida por la ciudad en su memoria, al alcalde Miguel Íscar se le recuerda en el parque que él mismo creó a través de un busto, que hoy se encuentra medio oculto entre los paseos.

En 1884 se trató por primera vez de colocar en el Campo un busto de Miguel Íscar. Aquel año, el escultor José González Giménez, profesor de la Academia de la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción de Valladolid, modeló un busto del alcalde realizado en yeso y con tamaño mayor que el natural. Según El Norte de Castilla, el escultor había conseguido un exacto parecido;

«no obstante que para hacer dicho trabajo solo ha tenido su retrato-tarjeta»

El escultor pensaba ofrecer la escultura al Ayuntamiento de Valladolid para que se instalase en el Parque del Campo Grande. El Ayuntamiento aceptó, agradeciendo la oferta, y acordó que la comisión de gobierno municipal propusiera el destino que habría de darse al busto. Sin embargo, este proyecto quedó inconcluso y no prosperó.

Lo mismo ocurrió en 1906, siendo esta vez el escultor, Aurelio Rodríguez-Vicente Carretero. El busto se ofreció como el primero de una serie dedicada a perpetuar la memoria de ilustres vallisoletanos, destinada también en este caso a la ornamentación del Campo Grande. Fue el Ayuntamiento quien decidió que la primera de estas efigies fuera la de Miguel Íscar. El ofrecimiento de Carretero, gratuito, tenía un fin puramente publicitario de su propia obra.[8] La recepción provisional del busto se hizo en octubre de 1907.

Estuvo colocado, en principio, en medio de una plaza cercana a la pajarera de la rosaleda, teniendo al fondo la fuente de La Fama, y en 1932 fue trasladado a su nuevo emplazamiento en lo alto de un macizo decorativo.

El busto, que está realizado en bronce, reproduce la efigie del alcalde vallisoletano, con semblante serio, grandes patillas y con el escudo de Valladolid en el pecho. Se dispone sobre una pirámide de piedra truncada.

Leopoldo Cano

El busto dedicado al dramaturgo y poeta vallisoletano Leopoldo Cano fue realizado por el escultor local Juan José Moreno Llebra, "Cheché". Está situado en el Paseo del Príncipe, fue inaugurado en marzo de 1936 y está realizado en cobre galvánico apoyado sobre un pilar de piedra blanca.

Gaspar Núñez de Arce

Siguiendo el camino de tierra que sale por la parte trasera del busto de Leopoldo Cano desde el Paseo del Príncipe, se accede a unos jardines en los que se insertan siete arcos de hierro cubiertos con plantas y rosales trepadores. Atravesando los arcos se levanta un pedestal con el busto del poeta vallisoletano Gaspar Núñez de Arce.

En 1932, con ocasión del centenario del nacimiento de Nuñez de Arce, la Academia de Bellas Artes vallisoletana presentó al Ayuntamiento una proposición solicitando que, para honrar su memoria, se erigiese un busto en los jardines del Campo Grande.[9]

En mayo del mismo año, El Norte de Castilla reprodujo el boceto en barro del busto del poeta. La construcción del busto corrió a cargo de Emiliano Barral, escultor segoviano afincado en Madrid. Además del busto, se concibió también un pequeño estanque situado a los pies del monumento y unos bancos laterales que fueron considerados por Barral como parte fundamental del conjunto, según palabras del propio escultor:

«El motivo del monumento es una gran lira arquitectónica, con un sentido de firmeza. El motivo esencial ha sido, para mí, la lira, que en otras ocasiones es puramente anecdótica. De la parte alta brota el agua, que luego rebota, para caer calladamente sobre las estrías. He querido buscar de esta manera la emoción de la sensibilidad y la belleza. Que todo el que llegue hasta el lugar se sienta impresionado por este brotar y resbalar del agua, en que simbolizo la Inspiración. He huido de tanta representación en "forma de tarta".»

Respecto al busto manifestó que lo importante no era hacer una copia del natural sino una interpretación personal del artista, y que había querido dar a Nuñez de Arce una expresión de

«franca exaltación, llena de energía reprimida»

El monumento se constituyó en granito rojo de Ávila, los bancos, por su parte, en piedra de Sepúlveda. Se inauguró finalmente el 20 de septiembre de 1932.

El fotógrafo

En uno de los caminos adyacentes al Paseo del Príncipe se halla la estatua denominada El fotógrafo del Campo Grande. La escultura fue encargada por la Diputación de Valladolid en 1994 y fue ejecutada por el artista vallisoletano Eduardo Cuadrado. El proyecto contemplaba la creación de la escultura de un fotógrafo en tamaño natural en actitud de estar tomando fotografías.

El fotógrafo.

La inauguración de esta estatua puso fin a los actos que la Diputación de Valladolid organizó en recuerdo a la saga de los Muñoz, una conocida familia de fotógrafos callejeros, y sobre todo a su último representante, Vicente Muñoz, fotógrafo oficial del Campo Grande durante más de 50 años.

La escultura del fotógrafo fue realizada en fibra de vidrio para ser posteriormente vaciada en bronce. Sus dimensiones son de 1,70 por 1 por 0,78 metros y fue colocada en el lugar que Muñoz dispuso durante tantos años su cámara. El fotógrafo está en pose de realizar una fotografía con una antigua cámara de trípode, ocultando su cabeza bajo una lona, con la mano izquierda dirigiendo la máquina y con la derecha levantada.

Rosa Chacel

Atravesando la escultura del fotógrafo y continuando por el Paseo del Príncipe por la derecha se encuentra el busto en bronce en tamaño natural de la escritora vallisoletana Rosa Chacel. El busto está situado sobre un bloque de granito abulense natural de forma ovalada en el centro de una glorieta, con arbustos y árboles a su alrededor y bancos de madera. Fue realizado en 1988 por el artista madrileño Francisco Barón.

Fuentes

Fuente de la Fama

Alegoría de la Fama; se trata de una figura de mujer joven con alas extendidas soplando a través de una larga trompeta alzada al cielo de la que brota el agua.
Fuente de la Fama.

Tras la inesperada muerte de Miguel Íscar el 8 de noviembre de 1880, se constituyó una comisión encabezada por el director del diario El Norte de Castilla, Sebastián Díez Salcedo con el objetivo de perpetuar su memoria mediante la construcción de una fuente monumental, para lo cual se abrió una suscripción pública.

Antes de establecerse en el lugar que hoy ocupa se considero su instalación en la Plaza de Zorrilla, en uno de los laterales del Campo Grande o junto a un templete, hoy desaparecido, que se encontraba en el Paseo Central del Campo Grande.

El arquitecto Antonio Iturralde Montel se encargó de su construcción. Proyectó una fuente constituida por un pilón octogonal de cuyo centro sobresale un alto pilar de tableros decorados y que a través de mascarones derrama el agua a otro de menor profundidad. El pilar central, de perfil curvilíneo, está rematado con una alegoría en bronce de la Fama, representada de forma convencional; una figura de mujer joven con alas extendidas soplando a través de una larga trompeta alzada al cielo de la que brota el agua. La figura de la Fama es obra del escultor Mariano Chicote Recio y la fundición de la escultura fue realizada en los talleres López y Cía. El conjunto final presenta ciertas variantes respecto al proyecto inicial de Iturralde. Sobre el pilón principal, inicialmente desnudo, se instalaron jarrones en forma de copa que fueron sustituidos más tarde por bolas que hoy permanecen.

Su construcción se inició en abril de 1882, pero la inauguración de la fuente se dilató hasta noviembre de de 1883 debido, sobre todo, a la falta de recursos económicos que fueron en parte paliados por las ayudas del Ayuntamiento. Su inauguración tuvo lugar finalmente el 11 de noviembre de 1883, coincidiendo con el tercer aniversario de la muerte de Miguel Íscar.

La obra ha sufrido modificaciones a lo largo del siglo XX, colocándose sobre su pilón varias copas en forma de jarrón y pintándose la estatua de color dorado, en 1930. La columna que la soporta, recuerda con inscripciones la figura y la labor de Miguel Íscar.

En 2008, la escultura principal, como consecuencia de su precario estado de conservación y la agresión de los agentes meteorológicos, perdió el brazo izquierdo.[10] Ante esta situación, el Ayuntamiento decidió analizar el estado de la fuente como paso previo a una intensa rehabilitación del conjunto.[11] La solución final que se adoptó fue la del desmontaje definitivo de la escultura original de Mariano Chicote Recio y su sustitución por una réplica en bronce.

Como parte de este proceso, la escultura original fue rehabilitada; se colocó el brazo que se había desprendido, se sometió a un proceso de decapado, soldadura de piezas sueltas, modelado y revestimiento y se cubrió con pintura antioxidante y una capa de grafito. Para evitar un mayor deterioro, la original se expone en el Archivo Municipal de Valladolid, situado en la iglesia de San Agustín.

Los trabajos de realización de la réplica fueron encargados al escultor vallisoletano Andrés Coello. Una vez finalizada la rehabilitación de la escultura primitiva se realizó una réplica en bronce colado sobre moldes, se efectuó la soldadura de las partes que la componen y finalmente se llevaron a cabo los trabajos de fundición de la nueva estatua en los talleres Caresa. La nueva escultura fue colocada tras la realización de trabajos de limpieza y consolidación del resto de elementos de la fuente el 23 de julio de 2010.[12] [13] [14]

Fuente del Cisne

La Fuente del Cisne en el centro de la Pérgola del Campo Grande.

En una de las vías que atraviesan el Paseo del Príncipe se encuentra la entrada a la Pérgola del Campo Grande, en cuyo centro se encuentra la Fuente del Cisne, también conocida como Fuente de las Sirenas. En un principio esta fuente fue proyectada para la glorieta que se estaba construyendo en los jardines del Poniente en 1887. Su instalación en dicho espacio, en junio del mismo año, provocó un prematuro deterioro del pilón de la fuente, lo que obligó al Ayuntamiento cinco años más tarde a efectuar el traslado a su emplazamiento definitivo en el Campo Grande.

Las trazas de la fuente son obra de Gonzalo Bayón, propietario de una de las fundiciones más importantes de la ciudad. Además colaboración en su instalación el arquitecto Javier Benedicto y el director de jardines de la ciudad, Francisco Sabadell. La fuente proyectada por Bayón consta un de pilón principal de forma circular de aproximadamente cinco metros de radio con escudos de Valladolid, labrados en su piedra, situados en cada uno de los frontales. En el centro se levanta un macizo que simula la forma de un jardín del que surgen seis sirenas que sostienen en sus manos peces que lanzan sendos chorros de agua.

En la parte superior del macizo aparece la figura del cisne que da nombre a la fuente, en pose de echar a volar con sus alas extendidas y cuello retorcido, con el pico hacia arriba a través del cual lanza un chorro de agua. Alrededor del macizo central de la fuente y dentro del agua se disponen varios tritones que arrojan agua al conjunto central.

El estanque y la cascada

El estanque del Campo Grande.

Desde el momento de formarse el plano inicial de la reforma se trató de construir un estanque que tuviera una doble finalidad: por un lado que sirviese como depósito de agua para el riego, y por otro, como elemento decorativo. Hasta diciembre de 1878 no se volvió a plantear formalmente su construcción, juzgándola entonces como «de suma necesidad». En esta ocasión, sin embargo, la necesidad de contar con un depósito de agua para el parque era considerado como secundario frente a la posibilidad de utilizarlo como remanente de agua para las necesidades del barrio de San Ildefonso. La sesión municipal del día 13 de enero de 1879 presentó el proyecto para la construcción del lago, cuyo presupuesto ascendió a 26.340 pesetas.

La obra se inició inmediatamente con la pretensión de estar concluida en verano. Se ubicó «entre la antigua glorieta y la carretera que pasa cerca del Colegio de Filipinos». En marzo, los trabajos, en los que participaban un alto número de obreros, habían recibido un fuerte impulso, faltando únicamente echar el hormigón que llevaría el piso. La piedra de revestimiento del lago procedía de la provincia de Valladolid.

Una vez finalizadas las obras, surgieron críticas hacia su construcción. El estanque no se había construido a la altura suficiente para facilitar el riego y el vaciamiento a la hora de limpiarlo. Para solucionar estos contratiempos se ideó una noria y se pensó en construir un sistema de alcantarillado para que las aguas del estanque llegaran al Pisuerga o al Esgueva.

El 21 de marzo de 1879, con la obra del estanque ya finalizada, el diario El Norte de Castilla planteaba la posibilidad de, utilizando los materiales sobrantes, construir una cascada. La realización de esta última ha sido la obra ornamental más larga y compleja de las realizadas en el parque.[15] Había sido proyectada por Ramón Oliva, pero se carecía de un verdadero plano. Por esta razón, su construcción se encontró con numerosos errores y dificultades. La obra avanzó ininterrumpidamente durante los meses de mayo y junio de 1879. Fue necesario crear una montaña artificial para albergar la cascada, levantándose para ello un fuerte muro de contención, finalizado en junio, a la vez que se construían las isletas del estanque.[16] En el mes de julio, las obras se paralizaron hasta la redacción del expediente y el presupuesto, que debido a la improvisación con la que se iniciaron las obras aún no habían sido realizados.

Por aquellos días se trasladó al estanque la primera pareja de cisnes del parque, que había sido donada al Ayuntamiento por el vicecónsul francés Luis Bovilac.

Panorámica del estanque en invierno.
Panorámica del estanque en invierno.

En agosto se reanudaron las obras de la cascada. Se empleó en ellas piedra procedente del derribo de la vieja Casa Consistorial y de otras casas que el Ayuntamiento compró para su derribo, con la intención de ahorrar costes. La estructura general de la cascada estaba prácticamente finalizada a finales de este mes. Se procedió entonces a recubrir la estructura de la montaña con piedras ornamentales que hicieron temer, por el gran peso suplementario que suponían, por la solidez de la estructura. En marzo de 1880 se consideró inminente su ruina, criticándose la ausencia del arquitecto en el proceso de construcción y acordándose que el arquitecto municipal reconociese las obras.[17]

Al tiempo, se convocaron subastas para la adquisición de estalactitas naturales para decorar el interior de la cascada y de cristales de acuarios que también se iban a colocar en ella. No se presentaron licitadores para las subastas y se autorizó al alcalde para adquirir ambos.

Vista de la parte superior de la cascada.

Se encargó a un francés la decoración de la gruta y la búsqueda de las estalactitas. Esta búsqueda dio lugar a un conflicto entre las autoridades de la provincia de Valladolid y la de Burgos. El francés al que se había encomendado la búsqueda de los elementos decorativos acudió a la sierra de Atapuerca de donde tomó las estalactitas que consideró precisas. Este hecho llegó a conocimiento del Gobernador civil de Burgos quien envió a una pareja de la Guardia Civil con el mandato de detener el envío de la piedra a Valladolid, cuando ya estaba guardada. Esto provocó la protesta de todas las entidades implicadas en el conflicto.

Las autoridades burgalesas calificaron el acto de «vandálico». Se estableció vigilancia en la sierra burgalesa y se exigió la devolución de lo extraído. Por su parte la alcaldía vallisoletana explicó que el artista comisionado había salido de Valladolid con carta para los alcaldes de diversas localidades de Burgos, Cantabria y Vizcaya donde existían cuevas naturales para extraer, con el debido permiso, el material requerido. Finalmente, el ministerio de Fomento puso fin a la disputa ordenando la entrega de las controvertidas estalactitas al Ayuntamiento vallisoletano.

En mayo de 1880 se realizaron las primeras pruebas de funcionamiento de la cascada con resultado satisfactorio. Las estalactitas llegaron a la ciudad a finales de mayo, colocándose en junio. Al mismo tiempo, se mejoraron las isletas del estanque, considerando que suponían una mejora estética de este. En junio, las obras fueron supervisadas por el Ministro de Estado, que pasó por Valladolid, y, a finales del mes, la obra estaba prácticamente concluida, a excepción de la instalación de los cristales que formarían el acuario y que se colocaron en septiembre.

La Paloma, surcando las aguas del estanque.

A finales de septiembre, la estructura había dado muestras evidentes de su solidez; la actuación de un funambulista en el Campo Grande, llevó a la cima de la cascada a un buen número de personas para contemplar el espectáculo desde una posición elevada.

En 1881 la cascada era el principal elemento ornamental del Campo Grande. En la actualidad, el estanque alberga varias especies de patos, gansos y cisnes, entre ellos: el pato colorado, el pato cuchara, el ánade rabudo, el ánade azulón, el ánade silbón, el porrón moñudo y el porrón europeo.[18] También hay algunas tortugas y carpas. Las vísperas de festivos es posible darse una vuelta en una pequeña barca: La Paloma.

Paseo Central del Campo Grande

Es una ancha calzada con árboles a los lados que comenzando en la Plaza de Zorrilla y terminando en la Plaza de Colón discurre paralela entre la Acera de Recoletos y los jardines del Campo Grande propiamente dicho. Aunque su nombre sea Paseo Central no se encuentra en el centro sino en un lateral del parque. Se configuró desde el principio como zona de esparcimiento libre de circulación y se construyó enseguida un templete o quiosco de música como demostración lúdica para la zona.

Placa hebrea que señala la ubicación del cementerio judío de la Edad Media.
Placa conmemorativa del hermanamiento entre Lille y Valladolid.

En el año 2002, durante la remodelación de la Acera de Recoletos y el Paseo Central fue descubierta una necrópolis judía que pertenecía a un gueto creado en 1411, cuando musulmanes y judíos fueron separados de los cristianos. Fueron hallaron 23 esqueletos tanto de adultos como de niños, en disposición oeste-este, con los brazos extendidos junto al cuerpo y las palmas hacia arriba siguiendo la forma de un ritual judío. En el lugar donde descansan hay una placa firmada por Mosheh Ibn Ezra:

Son tumbas de tiempos antiguos, en las que unos hombres duermen el sueño eterno. No hay en su interior ni odio ni envidia. Ni tampoco amor o enemistad de vecinos. Al verlas mi mente no es capaz de distinguir entre esclavos y señores.

Hacia el centro del paseo se encuentra un monolito de piedra de unos 1,70 metros con una placa con los escudos de Lille y Valladolid, ciudades hermanas, con la inscripción:

Conmemoramos que en el año 1994 las ciudades hermanadas de Lille (Francia) y Valladolid (España) fueron elegidas para celebrar la etapa inaugural del Tour de Francia y de la Vuelta Ciclista a España.
Valladolid, 25-IV-94

En la parte del paseo más cercana al Campo Grande se extiende un muro de piedra flanqueado por rejas y varias puertas que dan acceso al parque. En esta zona además de zonas verdes podemos encontrar varias manifestaciones escultóricas, entre ellas Baile en bronce, homenaje al bailarín vallisoletano Vicente Escudero obra de la también vallisoletana Belén Gonzáles Díaz e inaugurada en 1995. La estatua reposa sobre un estanque en cuyo centro hay un pedestal sobre el que se levanta la estatua.

Anteriormente, en el espacio que ocupa esta escultura se encontraba otra del artista salmantino Agustín Casillas Osado. Estas esculturas formaban parte de una de las doce que realizó para decorar este paseo. Seis fueron realizadas en 1968 y se situaron en el centro de los estanques y las otras seis se situaron en los jardines laterales opuestos. De estas doce esculturas, tan solo se conserva una que representa un oso.

Baile en bronce, homenaje a Vicente Escudero.

En el paseo encontramos dos pabellones de cristal. El más cercano a la plaza de Zorrilla, alberga el Centro de Recursos Turísticos mientras que el otro es una cafetería.

A lo largo de todo el paseo se encuentran varias pistas de baloncesto.

Actividades en el paseo central

En este paseo se desarrollan numerosas actividades culturales a lo largo del año. Entre ellas destacan:

  • La Feria del Libro de Valladolid y Feria del Libro Antiguo y de Ocasión.
  • Algunas de las actuaciones del Festival Internacional de Teatro y Artes de Calle de Valladolid.
  • Varias actividades de la concentración motera Pingüinos.
  • La Feria de Artesanía de Valladolid.
  • La Feria de la Cerámica.
  • El Concurso Nacional de Pinchos Ciudad de Valladolid.

Construcciones desaparecidas

La primera construcción de que se tiene constancia escrita,[19] es un crucero de piedra que estaba situado frente a la antigua Puerta del Campo. Después, en 1498, se construyó allí mismo el humilladero de la Cruz que se mantuvo en pie bastantes siglos.

Siguiendo en antigüedad se tiene amplio conocimiento del Convento de San José de Padres Capuchinos. Eran padres franciscanos capuchinos que levantaron su convento en el primer tercio del siglo XVII, al fondo del paseo, donde se encuentra actualmente el monumento a Colón. Allí vivieron hasta 1820 en que se marcharon a Rueda (Valladolid), empleando entonces el edificio para otros usos como cárcel, cuartel, manicomio y almacén de ferrocarril. Fue destruido en 1860.

Uno de los templetes que fueron instalados en esta zona del parque.

Entre finales del siglo XIX y a lo largo de todo el siglo XX aparecieron y desaparecieron pequeñas construcciones que se levantaban según las necesidades o la moda de cada momento. Una de las primeras fue un templete de madera para música que se podía desmontar, pero pronto fue sustituido por el tradicional quiosco o templete de música cuyo modelo con distintas variantes proliferó en todas las capitales de España.

A la entrada del Paseo y cerca de la plaza de Zorrilla se levantó el Café del Pino, familiarmente conocido como El Chalet. Era una especie de bar o kiosco de bebidas muy al estilo de la época, servido y atendido por personal del café Royalty de la calle de Santiago. Tenía un aspecto exótico, entre chalet suizo y pagoda china. La clientela que se sentaba allí al aire libre podía escuchar la música del templete cuando tocaba alguna banda. Pegado a este café y formando bloque con él pero mirando a la plaza de Zorrilla el empresario Manuel Pradera construyó el embrión de lo que después sería Teatro Pradera, un barracón poco atractivo conocido por los vallisoletanos con este nombre: El Barracón. Duró poco y fue sustituido por el, primero teatro, y después cine Pradera. Durante 57 años estuvo en activo esta sala de espectáculos donde se dieron zarzuelas, comedias, revistas y varietés. Cuando el cinematógrafo desplazó en cierta medida al teatro, la sala se convirtió en un modesto y popular cine con un precio asequible a todos los públicos. El 24 de septiembre de 1967 tuvo lugar por la noche la última representación que se hizo de manera solemne y como despedida de toda una institución popular vallisoletana.[20] Para este acontecimiento se representó la comedia musical Metidos en harina con sus principales intérpretes Zorí, Santos y Codeso cuya compañía teatral llevaba 25 años actuando en la época de ferias de Valladolid. A la función asistieron las autoridades con el alcalde al frente. Se dijo que se había tomado la decisión de derribar el inmueble

Fotografía del Paseo Central del Campo Grande. Al fondo se observa el Monumento a Colón. A la derecha, el Teatro Pradera.
«…en aras del progreso económico y urbanístico de la ciudad a la que se quería dotar de un aspecto más moderno»

Más o menos en el espacio que ocupa ahora una caseta de venta de productos típicos de Valladolid se construyó una pajarera donde se custodiaba un pavo real blanco. Hacia los años 40 del siglo XX se sustituyó la pajarera por una especie de templete moderno también para la música hecho en hierro y ladrillo, de dos plantas; la de arriba era una especie de terraza al aire libre donde tenían que colocarse los músicos. No tuvo ningún éxito debido principalmente a la mala acústica. El Ayuntamiento se lo ofreció más tarde, ya en los años 50 del siglo XX al empresario González Maillo quien dedicó la planta baja a espectáculos de variedades y bautizó el local con el nombre de GyM. Tuvo un gran éxito que duró bastantes años.

Cerca también de la plaza de Zorrilla se construyó un bar cuadrado y con la barra rodeándolo por los cuatro costados, conocido como El Naranjal. Los cuatro frentes estaban azulejados.

El Paseo Central desde la Plaza de Colón.

Hacia los años 60 del siglo XX se derribó el último templete clásico que estaba situado delante de la actual puerta que da acceso al recinto del parque desde este Paseo Central. En su lugar se levantó un edificio de hormigón que se consideró como el primer Auditorio y de hecho se llamaba así, Auditorio de Valladolid. Era como una concha, con bóveda de horno, bastante grande, y durante muchos años fue la sede de los Festivales de España en la ciudad y de las actuaciones del Teatro Nacional y de otros espectáculos. Se derribó por los años 80 del siglo XX y en su lugar se situó un jardín redondo y delimitado que servía de base a un reloj floral. Con la última remodelación del Campo Grande y su cerramiento con una verja, desapareció el reloj y su jardín y en su lugar se puso una puerta de acceso al parque. Quedaron de esta manera bien limitadas las dos zonas: Parque del Campo Grande y Paseo Central del Campo Grande.

Véase también

Referencias

  1. Dato de superficie de Asómate a Valladolid
  2. Durán Montero, María Antonia, La Alameda de los Descalzos de Lima y su relación con las de Hércules de Sevilla y la del Prado de Valladolid; Sevilla (Sevilla : Imprenta E.E.H.A.) [s.n.], 1984. Albardonedo Freire, Antonio, El urbanismo de Sevilla durante el reinado de Felipe II. Sevilla : Guadalquivir, 2002, pp. 191-208
  3. María Antonia Fernández del Hoyo. Desarrollo urbano del Campo Grande de Valladolid, p. 436. Ayuntamiento de Valladolid, 1981. ISBN 84-500-4970-9
  4. VARIOS AUTORES. Vida en el Campo Grande: los árboles. véase bibliografía. ISBN 978-84-96421-55-4. 
  5. María Antonia Fernández del Hoyo. Desarrollo urbano del Campo Grande de Valladolid, p. 436. Ayuntamiento de Valladolid, 1981. ISBN 84-500-4970-9, p.p. 400 y 401
  6. Ibídem, p. 415
  7. VVAA. El Campo Grande. Un espacio para todos. Capítulo Memoria de aromas de Emilio Blanco Castro, p. 75. Editorial Castilla Tradicional, 2009. ISBN 978-84-936875-4-0
  8. En 1907, los presupuestos municipales consignaron la cantidad de 1.900 pesetas «para satisfacer el importe en bronce, piedra, modelado, fundición y colocación y demás gastos que origina la instalación de los bustos vallisoletanos ilustres que el escultor señor Rodríguez Carretero ha ofrecido gratuitamente a la Corporación para embellecer los jardines del Parque del Campo Grande»
  9. El Norte de Castilla, 6 de marzo de 1932
  10. «La escultura de la Fuente de la Fama pierde el brazo izquierdo», 16 de febrero de 2008. Consultado el 15 de enero de 2011.
  11. «El Ayuntamiento restaurará la Fuente de la Fama antes de colocar el brazo de la escultura», 20 de febrero de 2008. Consultado el 15 de enero de 2011.
  12. «Una réplica sustituirá a la estatua de la Fuente de la Fama». Consultado el 15 de enero de 2011.
  13. «La restauración de la Fuente de la Fama de Valladolid concluirá en marzo», 20 de enero de 2010. Consultado el 15 de enero de 2011.
  14. «La Fuente de la Fama del Campo Grande luce desde hoy su nuevo aspecto», 23 de julio de 2010. Consultado el 15 de enero de 2011.
  15. Hasta el año 2008.
  16. La Crónica Mercantil, 10 y 12 de junio de 1879
  17. El Norte de Castilla, 10 de marzo de 1880.
  18. Según los paneles indicativos del propio parque
  19. MARTÍN UÑA, Joaquín. Valladolid, paseos por la ciudad.
  20. Se trataba de una concesión por 50 años, que el Ayuntamiento tuvo a bien prolongar por siete años más; cumplido el plazo el inmueble y su enclave pasaron a propiedad municipal.

Bibliografía consultada

  • GARCÍA VALLADOLID, Casimiro G. Valladolid, recuerdos y grandezas. Tomo I. Edita Grupo Pinciano. Edición facsímil. ISBN 84-500-4066-3
  • MARTÍN UÑA, Joaquín. Valladolid, paseos por la ciudad. Editorial Azul, 2001. ISBN 84-932336-1-7
  • URUEÑA PAREDES, Juan Carlos. Rincones con fantasmas. Un paseo por el Valladolid desaparecido. Ayuntamiento de Valladolid, 2006. ISBN 84-95389-97-5
  • PRESENCIO REVILLA, V. Serie de artículos Campo Grande. Publicados en El Norte de Castilla, 2007.
  • FERNÁNDEZ DEL HOYO, MARIA ANTONIA. Desarrollo urbano y proceso histórico del Campo Grande de Valladolid. Ayuntamiento de Valladolid, 1981. ISBN 84-500-4970-9
  • VARIOS AUTORES, Vida en el Campo Grande: los Árboles. Caja de Burgos - servicio de publicaciones, 2007 ISBN 978-84-96421-55-4

Enlaces externos


Wikimedia foundation. 2010.

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