Memoria histórica

Memoria histórica
Tumba de Napoleón, en los Inválidos, París.

La memoria histórica es un concepto historiográfico de desarrollo relativamente reciente, que puede atribuirse en su formulación más común a Pierre Nora,[1] y que viene a designar el esfuerzo consciente de los grupos humanos por entroncar con su pasado, sea éste real o imaginado, valorándolo y tratándolo con especial respeto.

Existe un programa de la Unesco denominado Memoria del Mundo.

Contenido

Instituciones y escenarios de la memoria

Cartucho de Amenhotep II posteriormente borrado para impedir la preservación de la memoria de su nombre, y con esta privarle de su inmortalidad.

La historia misma puede definirse como la ciencia de la memoria (existe un clásico de la historia china titulado Memorias históricas, de Sima Qian, en torno al año 100 a. C.), y las instituciones encargadas de elaborarla, estudiarla, conservarla y perpetuarla serían las instituciones de la memoria: el propio oficio del historiador, las Academias, los Departamentos y Facultades Universitarios, los Archivos y Bibliotecas, y su soporte fundamental, que son los escritos (libros, y todo tipo de fuentes documentales). El uso político de la historia ha sido una constante desde que esta existe (incurriendo en manipulaciones de los hechos, como en la famosa narración de la Batalla de Qadesh, o en la inscripción obsesiva del nombreRen— para obtener la inmortalidad así como su borrado para ser sustituido por el del enemigo superviviente, todo ello en el Antiguo Egipto). Los romanos incluso incluían en las condenas judiciales la llamada Damnatio memoriae, que buscaba destruir cualquier clase de vestigio o recuerdo del enemigo del Estado, incluyendo la prohibición de citar su nombre.

Son esenciales en la memoria histórica los actos conmemorativos, fechas simbólicas (batallas, leyes, nacimientos o muertes) cuyos aniversarios se celebran, especialmente los centenarios o números redondos. Un papel muy importante lo cumplen los espacios simbólicos (por ejemplo, en Estados Unidos el lugar de la Batalla de Gettysburg -véase Lugar Nacional de Interés Histórico, unos 2500, pero que sólo son el 4% de todos los que figuran en el Registro Nacional de Lugares Históricos-, en Francia el de la batalla de Verdún o el del desembarco de Normandía, en Bélgica el de la batalla de Waterloo) que en algunas ocasiones son escenario de reconstrucciones, que en muchos otros lugares son popularizadas como ferias medievales (véase medievalismo) o espectáculos de mil tipos, incluyendo el moderno concepto de parque temático. La fidelidad o el anacronismo no es lo más importante para la eficacia de la memoria — Eric Hobsbawm[2] ha analizado los mecanismos mediante los cuales se inventan tradiciones y Jon Juaristi[3] demuestra cómo los mitos de origen son manipulados desde un punto de vista nacionalista.

Cementerio de Gettysburg.

También son decisivos los elementos de lo que ampliamente se puede llamar la cultura material cuya función es conmemorativa: monumentos, elementos del paisaje urbano que se nombran para recordar hechos y personajes históricos (calles, plazas, parques, escuelas...), especialmente los ligados al culto religioso o civil (iglesias, edificios públicos como palacios, castillos, ayuntamientos, parlamentos) y los espacios funerarios, empezando por los cementerios e incluyendo los lugares de enterramiento no convencional.

Invisibilización cultural y reconstrucción de la memoria

En las últimas décadas han adquirido importancia los movimientos de reconstrucción de la memoria histórica de grupos sociales afectados por los procesos de invisibilización como las mujeres, los afroamericanos, los indígenas, las culturas colonizadas, los trabajadores, los perseguidos políticos, etc.

La reconstrucción de la memoria afectada por los procesos de invisibilización no constituye un mero esfuerzo de investigación, sino que también y fundamentalmente requiere un activismo social orientado a desmitificar estereotipos y verdades dadas, profundamente arraigadas en la cultura dominante.

En muchas partes del mundo han surgido foros por la memoria como espacios, no sólo de investigación sino también políticos y culturales, con el fin de servir de plataforma para la construcción de identidades sociales.[4]

Memoria histórica en Argentina

Sin título, escultura de Roberto Aizenberg representando seres fragmentados. Parque de la Memoria de Buenos Aires.

En la Argentina, luego de la dictadura militar conocida como Proceso de Reorganización Nacional (1976-1983), el concepto de «memoria» adquirió un importante valor cultural y político de la mano de las luchas de la población y, en particular, de las organizaciones de derechos humanos.

La política sistemática de desapariciones, represión clandestina y supresión de la identidad de hijos de opositores, llevó a que la democracia impulsara una activa política de «reconstrucción de la memoria» y descubrimiento de «la verdad», aludiendo fundamentalmente al destino de los desaparecidos. La estructura básica del régimen de terrorismo de Estado en la Argentina fue destruir la memoria de las actividades y la identidad misma de los opositores.

Las organizaciones de derechos humanos, y en espacial las Madres de Plaza de Mayo y las Abuelas de Plaza de Mayo desempeñaron desde 1977 un decisivo papel en la preservación de la memoria de los desaparecidos, en el primer caso, y de los hijos de desaparecidos secuestrados, cuya identidad fue suprimida y muchas veces criados por padres sustitutos cómplices del asesinato de los padres biológicos.

Un paso fundamental en la reconstrucción de la memoria histórica en la Argentina fue la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas CONADEP, creada en 1983 por el presidente Raúl Alfonsín, que investigó profundamente el modo en que se ejecutó la represión clandestina para producir, en 1985, un famoso informe conocido como el Informe Nunca Más, pieza de prueba central en el Juicio a las Juntas que condenó a los militares que condujeron la represión y dio a conocer masivamente los actos criminales de Terrorismo de Estado.

En la reconstrucción de la memoria histórica desempeñó un importante papel la iniciativa de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo de organizar el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), dirigido por el estadounidense Clyde Snow, que desarrolló nuevas técnicas de exhumación de tumbas colectivas, reconocimiento de cadáveres y estudios de ADN. Estas técnicas fueron luego utilizadas en otros países de América Latina en donde se dieron también este tipo de desapariciones.

Debido a una serie de insurrecciones militares entre 1986 y 1990 se dictaron una serie de leyes de impunidad que cerraron las investigaciones sobre delitos de lesa humanidad cometidos en la Argentina entre 1976 y 1983. Ello llevó a que las organizaciones de derechos humanos impulsaran los llamados Juicios de la Verdad, que no podían condenar a los culpables pero podían averiguar que es lo que realmente había sucedido con cada desaparecido. En 2003, el Congreso anuló las leyes que había cerrado las investigaciones. Poco después se reabrieron las causas por delitos de lesa humanidad cerradas en la década del '80. El 3 de agosto de 2006 se habían reabierto 959 causas penales en las que 211 acusados se encontraban con prisión preventiva.[5]

En 2010, la Comisaria de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Navy Pillay, dijo que Argentina es el país "con mayor número de juicios por derechos humanos del mundo" y elogió la política de Argentina en la materia al decir que el país "ha demostrado que conocer la verdad es un derecho sin límites, es un derecho que nadie puede negar". "La posición de la ONU sobre las aministías es clarísima: no son admisibles si evitan el juicio de personas que pueden ser penalmente responsables de crímenes de guerra, genocidio, crímenes contra la humanidad o violaciones graves de derechos humanos" indicó Navy Pillay.[6]

Memoria, nietos desaparecidos y Abuelas de Plaza de Mayo

Artículo principal: Robo de bebés en la dictadura Argentina

Un caso especial de memoria histórica son los niños desaparecidos-secuestrados, entregados a familias que convalidaron la sustracción de identidad, y que en algunos casos fueron cómplices del asesinato de sus padres. Existe la certeza de que la mayoría de esos niños siguen con vida. Para encontrar a esos niños, un grupo de abuelas y abuelos de detenidos-desaparecidos crearon la organización Abuelas de Plaza de Mayo, dirigida por Estela de Carlotto. Desde que se estableció la democracia en 1983, y febrero de 2010, las Abuelas habían encontrado a 101 de esos niños.[7] Las Abuelas de Plaza de Mayo estiman que alrededor de 500 niños fueron secuestrados y privados de su identidad.

La recuperación de los nietos exige adicionalmente un inédito desafío de reconstrucción de las memorias familiares, personales e históricas relacionadas con la verdadera identidad de los niños detenidos-secuestrados. Hoy esos niños ya son jóvenes y su situación se agrava si se tiene en cuenta que las personas a quienes consideraban sus padres, en quienes naturalmente confiaban, les habían negado su identidad y origen, y en algunos casos fueron cómplices o conocieron a los asesinos de sus padres biológicos.

La ESMA convertida en «espacio para la memoria».

La conocida banda de rock argentina, Bersuit Vergarabat, realizó a pedido de las Abuelas de Plaza de Mayo una canción que refleja el drama de estos jóvenes. La canción se denomina Victoria Clara, carece de copyright y puede ser libremente bajada del sitio de la banda: Victoria Clara.mp3.

Espacios de Memoria

En Argentina las organizaciones de derechos humanos han ido exigiendo y obteniendo que los centros clandestinos de detención, donde fueron torturados y desaparecidos miles de opositores, sean preservados como Espacios de Memoria con el fin de investigar, recuperar, preservar y difundir la memoria de los desaparecidos. Probablemente el más conocido, aunque no el único, es el Espacio de Memoria que se ha decidido establecer en la Escuela de Mecánica de la Armada. También existen desde 1997 los llamados Foros de la Memoria en los barrios del Sur de Buenos Aires, creados con el fin de recrear la memoria y la identidad de esos barrios. Se destacan el de Parque de los Patricios, el de Pompeya y el de Mataderos.

En la Ciudad de Buenos Aires también se ha decidido construir el Parque de la Memoria que incluirá el Memorial de los Desaparecidos diseñado como una rampa sobre el Río de la Plata con todos sus nombres.

Memoria histórica desde Argentina a España

En respuesta a una apelación de familiares de españoles muertos durante el franquismo, que pedían a la justicia argentina la investigación de crímenes de lesa humanidad, recurriendo al principio de jurisdicción universal, la Cámara Criminal y Correccional Federal ha reabierto esa causa.[8] [9]

Memoria histórica en España

Lugares de enterramiento no convencional, como los que más arriba se indican, son las fosas comunes y las cunetas donde terminaban los fusilados en la Guerra Civil Española, cuya localización y destino son uno de los objetos principales de debate de la memoria histórica en España en los últimos años, siendo un caso particularmente divulgado el de Federico García Lorca; incluso con motivo del 70 aniversario (2006) se ha desatado una «guerra de esquelas». Previamente se había producido cierta polémica con la retirada de la estatua ecuestre del general Franco que continuaba frente a los Nuevos Ministerios de Madrid. El destino del Valle de los Caídos también es puesto en cuestión, todo ello mientras se debate en el Congreso una ley para la recuperación de la memoria histórica que pretende compensar el olvido de las víctimas de la Guerra Civil y de la dictadura franquista. A raíz de la aplicación del concepto, convertido en un instrumento de movilización intelectual y social por Emilio Silva y la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica[10] se ha suscitado un debate historiográfico muy vivo sobre la oportunidad del propio concepto de memoria histórica, que es rechazado por algunos.

  • «Memoria histórica» ni es memoria ni es historia. Lo que se llama «memoria histórica» o «colectiva» no es tal cosa, sino una versión, o versiones, creadas por publicistas, patriotas, activistas políticos, periodistas o hasta por algunos historiadores interesados. Se trata esencialmente de mitos o leyendas creados acerca del pasado. Pueden tener alguna dosis de verdad empírica, o ninguna. La memoria es individual y subjetiva, nunca es «histórica» o «colectiva» como tal. La historia, en cambio, no se basa en memorias individuales subjetivas, sino en la investigación intelectual de los datos empíricos que sobreviven del pasado. Hay algunos estudiosos e investigadores que están excavando fosas y llevando a cabo investigaciones serias. Eso es siempre importante, y en cuanto es investigación seria debe ser aplaudida. Pero esto es totalmente diferente de querer imponer una versión sesgada y partidista, que rechaza los resultados de la investigación. «Revisionismo» es una palabra empleada muy mal, actualmente en España, para describir a los que disienten de la corrección política. La verdad es que una «revisión» es la función de la mayor parte de la investigación seria. Si no se quieren descubrir datos nuevos que pueden enriquecer y «revisar» nuestro entendimiento, ¿por qué investigar? Pero la versión meramente politizada de la promoción de la «memoria histórica» no quiere revisar sino repetir e imponer una versión. El movimiento político sencillamente no tiene interés en la historia, y así no se trata de su revisión sino de su politización o anulación.[11]
  • ¿Y qué es memoria histórica en un país dividido a muerte por una guerra, en la que hermanos —de sangre, nada de metáforas— tomaron partido contra hermanos? Cuando un país se escinde, la memoria compartida sólo puede construirse sobre la decisión de echar al olvido el pasado: ése es el sentido de la amnistía general, como Indalecio Prieto y José María Gil-Robles lo comprendieron ya desde los primeros años de la posguerra.[12]

Desde una perspectiva opuesta, el forense Francisco Etxeberria, que ha exhumado a más de 500 fusilados de la Guerra Civil reflexiona lo siguiente:

  • No puede ser que todavía haya personas en España que cuando hablen de la Guerra Civil y de la represión lo hagan con miedo. A esa gente hay que decirle que aquello fue injusto, que les comprendemos y que les apoyamos. No puede seguir existiendo miedo.[13]

El 18 de julio de 2007, diversas asociaciones de familiares de desaparecidos a partir del denominado Alzamiento Nacional, presentaron denuncias penales por crímenes contra la humanidad en la Audiencia Nacional. Poco más de un año más tarde, el titular del juzgado número 5 de instrucción de dicha sede, Baltasar Garzón, envió a diversas instituciones estatales y de la Iglesia católica una providencia donde requería información al respecto. Unos días más tarde, amplió dicha providencia con una nueva donde se pedía información no ya sólo acerca de desaparecidos del denominado bando republicano, sino también del denominado bando nacional; y se insistía a la Iglesia católica para pedir su colaboración en las pesquisas. Se ha argumentado, desde el punto de vista jurídico, que dichas providencias adolecen de defectos;[14] y el propio Juez Garzón, después de iniciar (noviembre de 2008) actuaciones por crímenes contra la humanidad y reclamar la partida de defunción de sus presuntos responsables (incluida la de Franco) se declaró a sí mismo incompetente y remitió las posibles actuaciones posteriores a juzgados locales. Poco antes, la fiscalía había pedido la nulidad del proceso.

Los Papeles de Salamanca

Además de todo ello, el punto álgido de la confrontación llegó en la legislatura 2004–2008, cuando se reactiva el proceso de devolución de los llamados «papeles de Salamanca»,[15] como resultado de una reclamación planteada desde mucho tiempo atrás por instituciones y entidades desde Cataluña. El objeto de esta reclamación es la documentación requisada por el ejército tras la ocupación de Cataluña (diciembre de 1938 - enero de 1939), y depositada en un Servicio centralizado en Salamanca con fines represivos. Allí se procesaba durante la Guerra civil documentación que pudiera proporcionar información sobre personas y grupos objeto de persecución. Algunos de aquellos materiales sirvieron para la Causa General contra la Masonería y el Comunismo, proceso judicial con el que se justificó el llamado Alzamiento Nacional al acusar y condenar a todos los vinculados con el bando republicano por todo tipo de crímenes, incluyendo (paradójicamente) el de rebelión militar. También se preveía su uso propagandístico, de lo que es ejemplo la reconstrucción física del espacio y la parafernalia simbólica de una logia masónica, instalada en el edificio del antiguo Colegio de San Ambrosio, que fue sede de aquel Servicio desde la Guerra Civil y que en 2007 todavía albergaba el Archivo.

Terminada la Guerra Civil aquel Servicio permaneció en Salamanca y siguió proporcionando informes sobre antecedentes de personas hasta varias décadas más tarde. Perdida su función represiva pasó a constituir un archivo histórico, que acabó adquiriendo la denominación de Archivo General de la Guerra Civil Española.

La ciudad de Salamanca, y en concreto su ayuntamiento, son uno de los lugares donde el debate sobre la memoria histórica se muestra con mayor viveza: en los últimos días de diciembre de 2006 se seguían debatiendo apoyos o rechazos de la corporación municipal,[16] con textos presentados por los concejales del Partido Popular y el PSOE, a la posible devolución de papeles del Archivo (en este caso al País Vasco) y a la rehabilitación póstuma de Miguel de Unamuno como concejal, cargo del que fue desposeído como consecuencia de su famoso enfrentamiento con el general Millán Astray el 12 de octubre de 1936, al comienzo de la Guerra Civil Española.[17]

La memoria del franquismo

Muro exterior de la iglesia de Ferreruela en Zamora, que aún posee la placa en homenaje a los "Caídos por Dios y por la Patria".

Los elementos simbólicos de la memoria del bando vencedor presidieron España desde 1939, y en buena medida siguen existiendo:[18] las placas de «Caídos por Dios y por España», que se colocaron en todos los pueblos, la mayor parte de ellas en el exterior de las iglesias —consistentes en una lista de nombres de los muertos de ese pueblo pertenecientes al bando nacional, cerrada por el marcial grito de «¡Presentes!»—; el ya citado valle de los Caídos, donde se enterró a José Antonio Primo de Rivera —el Ausente— después de un traslado a hombros desde Alicante a El Escorial —símbolo de la memoria de la monarquía católica—; el Alcázar de Toledo, cuyo asedio y liberación fueron hábilmente utilizados por Franco para asegurar su predominio entre sus propias filas, y que dio nombre al principal periódico «ultra» —El Alcázar—; el Monumento al Sagrado Corazón de Jesús en el Cerro de los Ángeles, centro geográfico de España, que le está consagrada, y que fue profanado por las tropas republicanas con una pantomima de fusilamiento y que posteriormente fue dinamitado, para ser convenientemente desagraviado tras La Victoria con su reconstrucción, que comenzó en 1944 y concluyó en 1965; por último, tras la muerte de Franco, fueron las conmemoraciones del 20 de noviembre (20-N), con manifestaciones en la plaza de Oriente —masivas en los años 70—.

La Fundación Francisco Franco (fundación privada, pero sostenida con fondos públicos, presidida por Carmen Franco y Polo, hija del dictador) sigue conservando el control sobre el archivo personal del generalísimo y lo gestiona de una forma discutida por numerosos historiadores.[19]

En los últimos años han proliferado estudios históricos que intentan recuperar la memoria de lo sucedido durante la Guerra Civil y el franquismo. Ejemplos de ello sería las obras de Francisco Espinosa Maestre, Santos Julià, Martín Rubio, Richard Baker, García Márquez, Antonio Orihuela [20] o Moga Romero, entre otros. [21]

Memoria histórica en Europa

Algunos autores e instituciones designan Memorias y lugares de Memoria de Europa, entre las que estarían los campos de exterminio del Holocausto.[22] Para el filósofo Reyes Mate el complejo de campos de concentración y campos de exterminio denominado Auschwitz marca un hito en la historia humana que obliga a replantear el pensamiento y la acción sin el olvido de las víctimas, necesitadas de presencia y redención, de memoria, pero de una memoria moral, y que habitualmente han sido preteridas y borradas en la historia.[23]

Memoria histórica en Colombia

Después de la Ley 975 de 2005 (Ley de Justicia y Paz) el gobierno nacional de Colombia crea la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (CNRR), la cual incluye dentro del derecho de reparación la preservación de la memoria histórica:

Se entiende por reparación simbólica toda prestación realizada a favor de las víctimas o de la comunidad en general que tienda a asegurar la preservación de la memoria histórica, la no repetición de los hechos victimizantes, la aceptación pública de los hechos, el perdón público y el restablecimiento de la dignidad de las víctimas.
Art. 8, Ley 975 de 2005.

La CNRR creó para este efecto el Grupo de Memoria Histórica, dirigido por el historiador Gonzalo Sánchez Gómez, el cual se enfoca en las víctimas del paramilitarismo en Colombia buscando identificar “las razones para el surgimiento y la evolución de los grupos armados ilegales”, lo cual incluye a las guerrillas, especialmente a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia FARC y el Ejército de Liberación Nacional ELN; así como las distintas verdades y memorias de la violencia, con un enfoque diferenciado y una opción preferencial por las voces de las víctimas que han sido suprimidas o silenciadas.

Hasta el momento, el Grupo de Memoria Histórica de la CNRR ha presentado los siguientes informes:

Referencias

  1. NORA, Pierre (dir.) (1984–1993), Les lieux de mémoire (Los lugares de la memoria), París, Gallimard. En una elogiosa presentación, Son esenciales en la memoria histórica los actos conmemorativos, fechas simbólicas (batallas, leyes, nacimientos o muertes) cuyos aniversarios se celebran, especialmente los centenarios o números redondos. Un papel muy importante lo cumplen los espacios simbólicos (por ejemplo, en Estados Unidos el lugar de la Batalla de Gettysburg -véase Lugar Nacional de Interés Histórico, unos 2500, pero que sólo son el 4% de todos los que figuran en el Registro Nacional de Lugares Históricos-, en Francia el de la batalla de Verdún o el del desembarco de Normandía, en Bélgica el de la batalla de Waterloo) que en algunas ocasiones son escenario de reconstrucciones, que en muchos otros lugares son popularizadas como ferias medievales (véase medievalismo) o espectáculos de mil tipos, incluyendo el moderno concepto de parque temático. La fidelidad o el anacronismo no es lo más importante para la eficacia de la memoria — Eric Hobsbawm2 ha analizado los mecanismos mediante los cuales se inventan tradiciones y Jon Juaristi3 demuestra cómo los mitos de origen son manipulados desde un punto de vista nacionalista.[1] se define a esta obra colectiva, realizada por una centena de «eminentes especialistas franceses» (Maurice Agulhon, Jacques Le Goff, René Rémond, Mona Ozouf, Marc Fumaroli) en torno al bicentenario de la Revolución francesa, como «Monumento erigido en memoria de Francia, inventario de los lugares de elección donde se ha encarnado» y «un tríptico abierto sobre la República, la Nación y Francia».
  2. HOBSBAWM Eric y RANGER, Terence; ed. (1993) La invención de la tradición, Crítica, ISBN 978-84-8432-350-1
  3. Antiguo abertzale, evolucionado en antinacionalista y nombrado durante el periodo del Partido Popular (1996-2004) director de la Biblioteca Nacional y del Instituto Cervantes, JUARISTI, Jon: El bucle melancólico, El bosque originario
  4. Federación de Foros por la Memoria
  5. El Presidente pidió «celeridad y eficacia» en los juicios contra represores, Telam, 8 de agosto de 2006
  6. http://www.pagina12.com.ar/diario/ultimas/20-150875-2010-08-06.html
  7. Encontramos otro nieto, el hijo del Secretario de Abuelas de Plaza de Mayo
  8. La Nación 03-09-2010.
  9. Véase documento completo: [2]
  10. Página web de la Asociación para la recuperación de la memoria histórica
  11. Entrevista a Stanley Paine, (ABC 17-12-2006) [3]
  12. Santos Juliá, El País, 31 de diciembre de 2006: [4]
  13. Entrevista de Nuria Tesón: EL PAÍS San Sebastián, lunes, 18 de diciembre de 2006, citado en [5]
  14. La historia de la Providencia pro Memoria Histórica.
  15. Una cronología de las vicisitudes de los Papeles de Salamanca, en un informe del periódico El Mundo. En una página del Departamento de Sociología de la Universidad de Salamanca dedicada a un proyecto de investigación sobre el conflicto pueden encontrarse un nutrido dossier de prensa y los resultados de una encuesta a la población.
  16. La referencia de los debates en El País: [6] y en El Norte de Castilla, edición Salamanca: [7], ambos del 29 de diciembre de 2006
  17. Unamuno, en un discurso en la Universidad, había pronunciado su famosa frase «Venceréis, pero no convenceréis», en respuesta a los gritos de «Viva la muerte» y «Mueran los intelectuales» del general de la Legión, y con intervención de José María Pemán. La mujer de Franco, Carmen Polo, tuvo que proteger físicamente al Rector y sacarlo de la sala. Expulsado de sus cargos políticos y académicos, pocos días después murió de muerte natural, se dice que mientras estaba escribiendo un texto que parafraseaba el título de su Sentimiento trágico de la vida en Resentimiento trágico de la vida. Hay todavía varias versiones sobre los términos exactos del enfrentamiento: [8]
  18. Jesús de Andrés Sanz, Los simbolos y la memoria del franquismo, en Estudios de Progreso. Fundación Alternativas Nº 23/2006
  19. Es conocida la denuncia de esa situación por Javier Tusell y otros historiadores, frente a su defensa por otros, como Luis Suárez Fernández: [9][10]
  20. Cfr. Moguer-1936 (La Oveja Roja, Madrid, 2010)
  21. Cfr. Informe sobre la represión franquista Estado de la cuestión, de Franciso Espinosa
  22. Lugares de la memoria histórica de Europa, en El País, 9 de julio de 2009. Curso en la Fundación Yuste
  23. [Reyes Mate, La herencia del olvido, Editorial Errata Naturae, 2009, ISBN 978-84-936374-3-9, pag. 112]

Bibliografía

Memoria histórica en 'Dialnet' (más de 650 documentos -artículos y libros-, muchos de ellos a texto completo y descargables)
  • Martín Pallín, José Antonio; Rafael Escudero Alday (en español). Derecho y memoria histórica (1ª edición). Trotta. pp. 250. ISBN 978-84-8164-964-2. 
  • Mate, Reyes (en español). La herencia del olvido (1ª edición). Errata Naturae. pp. 228. ISBN 978-84-936374-3-9. 
  • Olmeda, Fernando (en español). El Valle de los Caídos. Una memoria de España (1ª edición). Península. ISBN 978-84-8307-874-7. 
  • Pico, Fabián (en español). Memoria histórica para adolescentes: Dictadura y derechos humanos en Argentina. Homo sapiens. ISBN 9789508084934. 

Véase también

Enlaces externos


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