Charro

Charro
Para gentilicio español, véase Salamanca.
Agrupamiento de Charros en Paseo de la Reforma.

En México, el charro es un personaje popular que cumple las funciones de hacendado y de jinete en las zonas rurales del país. Icono de la mexicanidad, presente en el imaginario colectivo así como en la literatura, cine, pintura. El traje del charro representa los caudales de los hacendados, pues lleva botonadura de plata. Además del poder económico, los charros ostentaban un poder social importante como dueños de grandes extensiones de tierra productoras.


Contenido

Etimología

Charro significa "jinete", viniendo de dos posibilidades, la primera, proviene del vascuence (siendo el norte y el occidente del país áreas colonizadas mayoritariamente por vascos) Txarro; la segunda es que proviene de "chaucho" o de "ordoñez" que en el árabe mudéjar provenía de la palabra "hawsh" para significar al que maneja animales, debido a que durante siglo XVII hubo una gran afluencia de colonos andaluces hacia el Nuevo Mundo quienes llevaron consigo palabras de origen morisco.

En Argentina, habiendo surgido el término en la ciudad de Rosario, suele llamársele "Charro" al cigarrillo de ganja. Es también común en esta ciudad el uso de su diminutivo "charrito" como término amistoso (e.g. "sale un charrito?").

En España la palabra charro es usada para nombrar a los nativos de Salamanca.

Según la Real Academia de la Lengua Española, la palabra "Charro" como nativo de Salamanca, España, se relaciona etimológicamente con la palabra vasca "txar" que quiere decir "defectuoso o débil"[1]

La vestimenta típica de los hombres de Salamanca, es el traje de charro, que en México, y no necesariamente derivado del primero, se establece oficialmente en las décadas posteriores a la Revolución mexicana como el "atuendo nacional".

El charro mexicano

El charro moderno practica la charrería que está considerada como el deporte nacional en México a pesar de que el fútbol es mucho más popular y que la mayoría de la población urbana ignora los aspectos más básicos de la charrería. Esto pudiera deberse en gran medida a que a diferencia del balonpié, (un deporte que no implica mayores problemas para practicarse que el uso de una pelota y el cual se puede jugar en casi cualquier lugar), la charrería es mayormente practicada por las clases pudientes, por lo oneroso del mismo mantenimiento equino y de la vestimenta propia. Actualmente, y ya como actividad competitiva y reglamentada,[2] encuentra su manifestación auténtica en este país, basada en las prácticas y ecuestres desde la Colonia hasta la Revolución mexicana.

Origen

En el Virreinato de la Nueva España, a los indígenas les estaba prohibido montar o poseer caballos, con excepción de los tlaxcaltecas nobles y otros caciques aliados y sus descendientes. Para las labores de ganadería, sin embargo, era necesario emplear vaqueros preferentemente mestizos y en pocos casos indígenas; entre las condiciones para otorgarles permisos para montar estaban el ser empleados en un hacienda, utilizar sillas distintas a las militares y vestir con cuero o gamuza por lo que a éstos vaqueros se les llamaba "cuerudos".

Con el tiempo, tanto los terratenientes como sus empleados conformaron, primero en el Altiplano Mexicano y después en casi todo el país, un estilo hípico nuevo adaptado a las características de este variable y accidentado territorio.

Después de la independencia, proliferaron los hombres "de a caballo" propietarios de pequeñas granjas y arrendadores independientes que por su condición de mestizos con rasgos mulatos o indígenas eran conocidos como chinacos mientras que a los empleados de las haciendas se les llamaba simplemente "caporales" y "vaqueros".

Los hacendados ricos gustaban de ornamentaciones similares a las de los aristócratas y de los oficiales de caballería en trajes con un corte totalmente distinto haciendo alarde de sus riquezas, mientras que los jinetes menos acaudalados los hacían adornar con bordados de "pita" proveniente de la fibra del maguey ó con grecas y calados en gamuza.

El general Ignacio Zaragoza en 1861, durante el gobierno de Benito Juárez, crea el primer "Cuerpo de Rurales", que eran auxiliares del ejército así como encargados de perseguir asaltantes de caminos y poblados rurales. Durante período de Porfirio Díaz, se caracteriaron por garantizar la seguridad y también por sus abusos. Eran jinetes muy experimentados y estaban uniformados con trajes de charro de color gris y sombrero. Sus armas las componían el machete, la reata, pistola, carabina de montar y una larga lanza; temibles en el uso de ésta última, se dice que "con el lazo y con la lanza se forjó el Charro"

Para mediados del Siglo XIX, los "de a caballo" en México se enfrentaron en la Guerra de Reforma, los charros de abolengo se acercaron al "Príncipe extranjero" Maximiliano de Habsburgo que buscaba rodearse de ellos para integrarse a México y a sus tradiciones, incluso se le atribuye la modificación al pantalón de Charro. Por otra parte, los Plateados, que eran rancheros acaudalados pero liberales y los chinacos peleaban por la República.

El marqués de Guadalupe Carlos Rincón Gallardo es considerado el padre de la charrería y es antepasado de muchos charros notables y jugadores de polo.

El personaje histórico más representativo del charro mexicano, es el General Emiliano Zapata, quien aún antes de la Revolución era conocido en la región del Sur de México por ser un extraordinario jinete y arrendador de caballos.

Se dice que la charrería se originó en el estados de Jalisco y México, pero es hacia la década de 1930 con la migración del Campo princpalemente hacia la Ciudad de México cuando surge la Charrería como un deporte reglamentado y se construyen los Lienzos Charros.

Características

La silla de montar mexicana, que es hija de la española y nieta de la árabe, no obstante el hecho de que es relativamente pesada comparada con otras, es muy cómoda tanto para el caballo como para el jinete y básicamente se conforma por un "fuste" o esqueleto de madera, cuerajes y estribos entre otros accesorios.Existen tan bellas sillas de montar que son una auténtica obra de arte: de cuero talabarteado o amartelado que forman figuras en todas sus elementos o arreos; las hay con molduras de plata, con hiladuras de colores que alegran y embellecen los arreos, y se suelen acompañar de tientos, donde se atan y cuelgan lo mismo un machete que una cuarta o un fuste, un rifle o un gabán.

Los arreos y avíos el charro (o vaquero) mexicano, estos fueron copiados por el cowboy o "buckaroo" estadounidense, luego de la colonización del territorio mexicano perdido a manos de los estadounidenses. De hecho la silla de montar tejana está basada en la silla mexicana de chinaco.

Durante la Revolución mexicana el caballo criollo mexicano prácticamente desaparació, debido a su excesivo uso durante el combate. Así que los caballos más utilizados para la charrería son el Cuarto de Milla, de origen norteamericano y el Caballo Azteca que es una raza reciente.

El Caballo Charro debe ser de mediana alzada, muy fuerte, de temperamento noble y veloz.

La "reata" o soga de lazar es indispensable para la charrería así como las espuelas, chaparreras y el traje de Charro.

Traje de Charro

Tumba de José Alfredo Jiménez, en las afueras de Dolores, muestra 2 símbolos mexicanos: el sarape y el sombrero de charro.

Las haciendas, hasta principios del siglo XX constituían en la práctica pequeños feudos con jerarquías más o menos rígidas, esto también se hacía evidente en la indumentaria: el traje de faena que el patrón y los varones de su familia utilizaban eran más lujosos y en ocasiones con colores distintos. Los charros más ricos usaban los atavíos de sus antecesores que cabalgaban "a la Jineta". Después adoptaron la indumentaria que consistía en un "coleto" que era una chaqueta muy corta, pantalones bastante amplios con tapabalazos; calzoneras de casimir, con botones de plata en los costados y en los tapabalazos; y en la parte inferior que dejaba al descubierto del calzón, este lucía bordado, deshilado y otras delicadas labores, generalmente criollos vestían de lana con ornamentos en plata y los más modestos adornaban sus trajes con grecas de gamuza. Por otra parte, los peones (empleados "de a pie")se conformaban con manta de algodón y huaraches como calzado en lugar de botas.

Las principales creadoras de esta vestimenta del vaquero mexicano y del caporal han sido las mujeres del campo, quienes con gran habilidad e ingenio echaban mano de materiales menos lujosos que los de los patrones de sus maridos e hijos para confeccionarles prendas resistentes tanto como hermosas. Una prenda muy importante son las chaparreras. Por chaparreras se entiende una prenda de vestir útil para realizar ciertas faenas del arte de la charrería; no se ha de olvidar que la práctica del manejo de animales mayores en México fue el origen de lo hoy es llamado arte de la charrería. No es un mero folklore ni un juego sino el resultado del manejo de los animales para herrarlos y agruparlos para conducirlos bien al matadero o otros lugares lejanos, para vacunarlos u otros menesteres. La chaparrera es pues un faldón de cuero que se ata con correas a la cintura por la parte trasera y penden de él dos tiras amplias de cuero recio que a su vez se atan, con cintillas o botonadura, por atrás de las piernas, los muslos, y llegan a cubrir casi hasta los tobillos formando como una coraza protectora a la hora de realizar suertes a caballo. Un ejemplo de su uso es el protegerse de los "chaparros" o arbustos -de allí su nombre-, que al cabalgar o trabajar en el campo rozan con la pierna y razgarían el pantalón si no fuea por esa protección "chaparrera" de las ramas bajas y espinadas. En la suerte de los piales -además- la reata suele rozar con el muslo, cosa que de no ser por la chaparrera se quemaría la ropa y el muslo con la fuerza del tirón tan fuerte para deribar el animal. Además, cubre un poco más la parte interior del muslo que roza con el fuste de la silla y, que con el mucho montar y ejetreo, llega a producir llagas severas.

Los Chinacos usaban un sombrero plano parecido al andaluz. Calzón de manta largo cubierto por otro pantalón abierto de los lados exteriores los cuales eran abrochados por una botonadura que dio lugar a la que posteriormente han usado los charros mismos que en aquel entonces tenían una indumentaria similar a la del chinaco, pero más ostentosa.

Con la Revolución mexicana esta vestimenta se "democratizó" y pasó a ser el atuendo nacional.

Descripción

El traje de charros reglamentado, que puede ser de faena o de gala, debe ser confeccionado con lana, gamuza o la combinación de ambos materiales. Consta de pantalón, chaquetilla, camisa (en ocasiones chaleco), botines y corbata de rebozo.

Los colores permitidos son toda la gama de café, azul oscuro, marrón, gris y verde seco los cuales contrastan con las "grecas" o calados y las botonaduras. También se utiliza el rojo oscuro mezclado con negro únicamente en el pantalón de caporal y en los complementos de la montura. Colores como el blanco o el rosa están proscritos.

Los botines deben ser del color del cueraje de la silla, es decir miel, café o bayo. El traje negro es solamente para bodas o funerales y es el único que debe llevar botines negros.

La camisa, que puede ser "pachuqueña" conocida también como "cuello doblado" y la "Tapatia" dando preferencia al blanco y al color hueso, el color rosa y negro están proscritos.

Sombrero de charro

Sombreros de charro.

El famoso sombrero, está hecho de fieltro de lana, de pelo de liebre o de paja de trigo y es una auténtica protección para el brillante sol de México y para la caída desde el lomo de un caballo. Por eso el verdadero sombrero de charro es de ala ancha, levantado de la parte posterior; lleva en la copa cuatro "pedradas" que le dan resistencia en caso de impacto. Para ese último caso es mejor el sombrero hecho de palma, que es más sólido sin ser demasiado pesado.

De acuerdo a la región presenta variantes: en las zonas más secas, el ala es más ancha que en las zonas boscosas, y en aquellas con mayor humedad, los materiales son más frescos y ligeros que en las tierra altas.

Suelen adornarse generalmente con toquillas y ribetes bordados o "calados". Los tipos de sombrero más usados son: el "San Luis Moderado", "Pachuca", "Cocula", "Hacendado", etc.

Un sombrero de charro verdadero se manda hacer con artesanos especializados y es muy distinto al que se vende en las tiendas de "souvenirs" para turistas.

Se pueden añadir más usos del sombrero charro. Para quienes lo han usado saben los múltiples usos y beneficios de su diseño. Algunos pueden ser: no sólo cubre del brillante sol sino igualmente del viento y, sobre todo, del polvo; con él se atiza un fuego como se apaga si se enciende el campo; se ataranta una víbora y luego se la mata, protegiendo de su mortal mordida; se realiza un bonito lance a un toro bravo que sale por el monte y se le esquiva; se le da de beber a un cuaco o a cien que hubiera; se cubre el anonimato antes de un lance de amor o de librarse de un enemigo; se utiliza como escudo en la defensa de un ataque a machete o navaja, tomándolo del barbiquejo; cubre estupendamente de la lluvia que, con manga de paja o lona ahulada, es el mejor paraguas a pie o a caballo; en jaripeo, sobre todo de toros cebú, protege de los peligros de una cornada y, en caso de caída, hace las veces de casco; y otros usos se que podrían añadir por quienes lo hemos utilizado en el campo.

Contexto Social

Ya a fines del siglo XIX charro era sinónimo de jinete muy diestro o experimentado.

Uno era el rico terrateniente y otro el peón de hacienda, si bien ambos usaron sombrero ancho durante mucho tiempo. El charro al ser terrateniente o empleado de confianza de éste (dueño de la tierra), tenía generalmente un status social "superior" al de los otros campesinos.

Durante los siglos XIX y XX los jinetes que no pertenecían a las clases altas mexicanas eran conocidos como "chinacos", es decir mestizos en recuerdo de una de las castas del periodo virreinal.

El amansador o el vaquero jornalero (hábiles jinetes) aún siendo humilde contaba con el prestigio de ser mejor "cotizados" como empleados que cualquier otro tipo de trabajador y vestían trajes de charro semejantes a los de los patrones.

Con excepciones notables como la del mismísimo caudillo revolucionario Emiliano Zapata o Benjamín Argumedo el charro actual, es en muchos casos conservador y con frecuencia reaccionario. Por eso, en el sindicalismo mexicano se le llama "líder charro" a aquel que representa los intereses del patrón y no de los agremiados. (Una curiosa paradoja es el caso del Jorge Negrete quien en el cine representaba al charro, pero como sindicalista fue notable por su honestidad y por las conquistas laborales que logró en su tiempo.)

Los caballerangos, herreros, pastores y arrieros no eran considerados necesariamente charros, pero aspiraban a serlo. De manera bastante similar al servicio personal en la España medieval, en las haciendas mexicanas, los charros tenían un prestigio caballeresco al cual muchos de los vaqueros buscaban acceder.

El discurso oficial de las primeras décadas del siglo XX estableció al charro como "arquetipo del mexicano al lado de la china poblana, aun cuando la pareja original de ésta fue el chinaco". Bien aceptado por las diversas clases sociales que lo identificaban, ya sea como emancipación del indígena o "indio alzado" (o montado) y al mismo tiempo como la herencia hispana y ostentosa pero romántica.

No obstante el origen clasista del charro mexicano, en la actualidad, en los equipos que practican la charrería hay atletas tanto humildes como acaudalados que destacan por su desempeño en un ambiente de igualdad (al menos) durante las prácticas y encuentros.

En las zonas rurales, la posición social del charro ha sido emblemática, aunque desde hace varias décadas, con la influencia globalizadora han cambiado mucho las cosas.

El fenotipo más común en el charro es el del criollo y el mestizo con facciones predominantemente ibéricas, variando desde luego en cada región: en Jalisco hay charros de tez clara; en la costa del golfo los hay con rasgos mulatos y en el sur se ve más el tipo indígena. Curiosamente una buena parte de los descendientes de inmigrantes libaneses y sirios se ha integrado al ambiente de la charrería.

Existen en Estados Unidos asociaciones de Charros, tanto aficionados como profesionales, debido a la enorme población de origen mexicano en ese país.

Cultura y Espectáculo

Archivo:Toño.jpg
Antonio Aguilar.

El Charro cancionero y alegre del cine mexicano no es tan ficticio como sus críticos pretenden, ya que antes de la era de los medios masivos de comunicación, la gente del campo se entretenía haciendo música y bailes, esto es la fuente del folclore.

En México la cultura de la fiesta y de la convivencia, hicieron del charro un personaje alegre, un tanto fanfarrón y un ente completamente social a diferencia del (parco) aunque también machista vaquero estadounidense.

La influencia de la cultura de la charrería esta presente en el México actual en múltiples expresiones, por ejemplo la palabra lana como sinónimo de dinero ya que esta fibra era distintivo de las clases dominantes en el campo. Expresiones como "no te bajes del caballo" o sea: "no cedas"; o bien el imperativo "picale" (con las espuelas al caballo) para significar "corre" o "apúrate". Este "pícale" también ha derivado en "ándale" con la misma función.

Los cuadros del pintor Ernesto Icaza retratan diversas escenas de charrería en el campo, documentando las costumbres y características de la charrería de finasles del Siglo XIX y principios del XX.

En el cine, el charro ha sido tema tan recurrente como el "cow-boy". Algunos de los charros cinematográficos han sido: Pedro Infante, Luis Aguilar, Javier Solís, Tito Guízar, Miguel Aceves Mejía, Francisco Avitia entre otros.

Jorge Negrete, el Charro Cantor es considerado el mejor representante del Charro Mexicano en el cine.

Notable por sus brillantes espectáculos ecuestres ha sido Antonio Aguilar posiblemente el último representante genuino del charro en la industria del entretenimiento, misma que en las últimas décadas ha contribuido a la distorsión del concepto y de la imagen del charro en telenovelas de baja calidad y con cantantes puramente comerciales, con poco o escasísimo contenido cultural.

En muchas mujeres de hispanoamérica aún produce suspiros el charro, el rejoneador o el gaucho, tal vez por que en el incosciente colectivo representan la virilidad primitiva.

Aun cuando México se caracteriza por su riqueza y variedad folclórica, la imagen del Charro unifica a México debido a que su uso no ha estado limitado a una sola región y a que representa el mestizaje mismo que se considera la base de la identidad mexicana.

La Mujer en la Charrería

Escaramuzas charras realizando trenza.

Las Asociaciones de Charros, a la manera provinciana y tradicional eligen una "Reina de los Charros" cada año, que, es una joven perteneciente a una asociación o a una región que comprende varias asociaciones. Su función es social y son encargadas de inaugurar temporadas o festejos.

En un contexto con cada vez más equidad de género, la amazona es una deportista activa en el medio de la charrería y su principal disciplina es la escaramuza charra. Para esta se utiliza una montura llamada albarda charra. Hay mujeres que practican otras suertes también muy intrépidas y espectaculares.

Véase también

Referencias

Bibliografía

  • El libro de charrería. José Valero Silva, 1989. México, D.F. Gráficas Montealbán.
  • La equitación mexicana. Carlos Rincón Gallardo y Romero 1923. La Habana: J.P. Talavera.
  • Charrería mexicana: an equestrian folk tradition. Mullen Sands, Kathleen 1993. University of Arizona Press.
  • Gran enciclopedia de España y América, Varios Autores. Madrid, Espasa Calpe, 1990
  • Orígenes del charro mexicano. Álvarez del Villar, José 1968.
  • Reglamento General de Competencias Charras, 2006. Federación Mexicana de Charrería, A.

Wikimedia foundation. 2010.

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