Tacto

Tacto

El sentido del tacto o mecanorrecepción es aquel que permite a los organismos percibir cualidades de los objetos y medios como la presión, temperatura, aspereza o suavidad, dureza, etc. En el ser humano se considera uno de los cinco sentidos básicos. El sentido del tacto se halla principalmente en la piel, órgano en el que se encuentran diferentes clases de receptores nerviosos que se encargan de transformar los distintos tipos de estímulos del exterior en información susceptible de ser interpretada por el cerebro.

Debemos tener en cuenta que aunque principalmente el sentido del tacto se encuentra en la piel, también lo encontramos en las terminaciones nerviosas internas del organismo pudiendo percibir los altos cambios de temperatura o el dolor. Por lo que es el más importante de los cinco sentidos permitiendonos percibir los riesgos para nuestra salud tanto internos como externos.

Contacto.


Cuando nos describimos como seres sensibles, lo que queremos decir es que somos conscientes. El significado más literal y amplio es que tenemos percepción sensorial.

Para entender, tenemos que usar la cabeza, es decir, la mente. En general, se piensa en la mente como algo localizado en la cabeza, pero los hallazgos en psicología sugieren que la mente no reside necesariamente en el cerebro sino que viaja por todo el cuerpo en caravanas de hormonas y enzimas, ocupada en dar sentido a esas complejas maravillas que catalogamos como tacto, gusto, olfato, oído y visión.[1]

El tacto pertenece al sistema sensorial cuya influencia es difícil de aislar o eliminar. Un ser humano puede vivir a pesar de ser ciego, sordo y carecer de los sentidos del gusto y el olfato, pero le es imposible sobrevivir sin las funciones que desempeña la piel. El tacto afecta a todo el organismo, así como a la cultura en medio de la cual éste vive y a los individuos con los que se pone en contacto.[2]

En muchos aspectos, el tacto es difícil de investigar. Todos los demás sentidos tienen un órgano clave que puede ser estudiado; para el tacto, ese órgano es la piel, y se extiende por todo el cuerpo.[3]

Contenido

Aspectos biológicos

La piel

La piel se encuentra en un estado constante de renovación debido a la actividad celular de sus capas profundas, varía de textura, flexibilidad, color, olor, temperatura y otros aspectos. Lleva consigo su propia memoria de experiencia, define nuestra individualidad; no sólo tenemos huellas digitales que son únicas, también tenemos una disposición de poros que es única. Es nuestra piel lo que se interpone entre nosotros y el mundo, constituye aproximadamente el 12% de nuestro peso corporal.[4]

La punta de los dedos y la lengua son mucho más sensibles que otros puntos del cuerpo. Las partes más pilosas son generalmente las más sensibles a la presión, porque hay muchos receptores sensoriales en la base de cada pelo, también es más delgada la piel donde hay cabello o vello. El sentido del tacto no está en la capa externa de la piel, sino en la segunda, en la dermis.

Receptores de la piel

Receptores
Mecanorreceptores de la piel Exteroceptores corpusculos de Meissner
corpusculos de Pacini
Terminaciones de Ruffini
Receptores de Merkel
Terminaciones nerviosas simples
Receptores de los folículos pilosos
Quimiorreceptores Exteroceptores Nociceptores(receptores del dolor)
Interoceptores
Termorreceptores Exteroceptores receptores de calor y el frio

Los receptores sensoriales de la piel detectan los cambios que se producen en el entorno; a través del tacto, la presión y la temperatura. Cada tipo de receptor está inervado por un tipo específico de fibra nerviosa.[5] Los distintos mecanorreceptores se distinguen por el tamaño de su campo receptivo, la persistencia de su respuesta y el margen de frecuencias al que responden, Se necesita todo un ejército de receptores para crear esa delicadeza sinfónica que llamamos caricia. Entre la epidermis y la dermis se encuentran los diminutos corpúsculos de Meissner, parecen especializarse en las partes no pilosas del cuerpo(las plantas de los pies, las puntas de los dedos, el clítoris, el pene, los pezones, las palmas y la lengua). Las zonas erógenas y otros puntos hipersensibles responden muy rápidamente a la más ligera estimulación.

Sensibilidad táctil

La sensibilidad táctil, se divide en dos tipos, los cuales, para llegar al encéfalo, siguen vías sensitivas diferentes:

  • Sensibilidad protopática: es la sensibilidad más primitiva y difusa, poco o nada diferenciada, que responde a todos los excitantes cutáneos dolorosos, al calor y al frío extremos y al tacto grosero; el sujeto no puede localizar con exactitud el lugar en el que obra el estímulo, ni discriminarlo. Esta sensibilidad es la primera que reaparece cuando un nervio sufre una lesión. La segunda neurona se cruza a la altura de la médula. Sensibilidad propia del Sistema Antero Lateral (SAL) o Espinotalámico.
  • Sensibilidad epicrítica: es la que asegura una discriminación más fina, localizada y exacta, permite apreciar el estímulo de poca intensidad, normalmente ejerce influencia inhibitoria sobre el sistema protopático, siendo esta más reciente. (Responsable de la capacidad de reconocer formas y tamaños). A diferencia de la otra, su segunda neurona se cruza a la altura del bulbo raquídeo a nivel de C1 en la "decusación sensitiva" formando las fibras arcuatas o arquedas. Propia del sistema de los cordones dorsales.

La sensibilidad termoalgésica (temperatura y dolor) se transmite al encéfalo por una vía diferente.

El tacto nos enseña que vivimos en un mundo tridimensional, nos enseña que la vida tiene profundidad y contorno; se está experimentando con éxito como sustituto de la audición.[6]

Un acercamiento a la piel humana caucásica.

Presión

Los Corpúsculos de Pacini responden muy deprisa a cambios en la presión y tienden a reunirse cerca de las articulaciones, en algunos tejidos profundos, así como en las glándulas genitales y mamarias. Son sensores gruesos, en forma de cebolla, y le dicen al cerebro qué es lo que los presiona y también qué movimientos hacen las articulaciones o de qué modo están cambiando de posición los órganos cuando nos movemos. No se necesita mucha presión para hacerlos responder y enviar mensajes al cerebro; son sensibles a las sensaciones de vibración o variación, especialmente las de alta frecuencia.[7]

Temperatura

Los Corpúsculos de Ruffini se hallan a cierta profundidad bajo la superficie de la piel y registran la presión constante; son sensores de temperatura. No puede sorprender que la lengua sea más sensible al calor que muchas otras áreas del cuerpo. A diferencia de otras informaciones táctiles, las de temperatura le dan cuenta al cerebro de cambios tanto altos como bajos, con frecuentes actualizaciones. El cuerpo responde inmediatamente a los cambios de temperatura, y sentimos el frío con un espectro corporal más amplio que el que tenemos para sentir el calor. Muchas más mujeres que hombres dicen tener las manos y los pies fríos, lo que no debería sorprender a nadie. Cuando el cuerpo se enfría, protege antes que nada los órganos vitales(por eso es tan fácil que se congelen las extremidades); en las mujeres, protege los órganos reproductores. Cuando los labios se nos ponen azules o el frío nos insensibiliza los dedos de los pies, es porque los vasos sanguíneos se comprimen y el cuerpo sacrifica las extremidades para mandar más sangre a la esencial sección interna.

El dolor

Existen receptores especializados en la sensación de dolor. Esta sensación es muy útil para la supervivencia del individuo pues actúa como un mecanismo de alarma que detecta situaciones anormales posiblemente nocivas.La finalidad del dolor es prevenir al cuerpo de un posible daño. El dolor, algunos dicen que es una respuesta de receptores específicos a peligros específicos, mientras otros piensan que se trata de algo mucho mas ambiguo, una estimulación sensorial extrema de cualquier tipo, porque en el delicado ecosistema de nuestro cuerpo, un exceso de cualquier cosa podría perturbar el equilibrio. Cuando sentimos dolor, suele doler el sitio localizado, pero responde el cuerpo entero.[8]

Aspectos sociológicos

El mundo es un manjar sabroso para los sentidos. Podemos neutralizar momentáneamente uno o más de nuestros sentidos, pero con ello sólo logramos agudizar los demás. No hay modo de comprender el mundo sin detectarlo antes con el radar de los sentidos. Nuestros sentidos definen las fronteras de la conciencia, somos exploradores e investigadores innatos de lo desconocido.

Tabúes

Para empezar a entender la magnífica fiebre que es la conciencia, debemos tratar de entender los sentidos: cómo evolucionan, cómo pueden expandirse, cuáles son sus límites, a cuáles hemos puesto un tabú, y qué pueden enseñarnos sobre el fascinante mundo que tenemos el privilegio de habitar. A pesar de nuestra pasión, y en realidad nuestra necesidad, de tocar y ser tocados, muchas partes del cuerpo son tabúes en diferentes culturas.

En Japón es tabú tocarle la nuca a una chica. En Tailandia, tocarle la parte superior de la cabeza. En Fiji, tocarle el cabello a alguien es tan tabú como lo es tocarle los genitales en Iowa. Incluso las tribus primitivas, en las que hombres y mujeres van desnudos, existen tabúes sobre algunas partes del cuerpo. De hecho, hay sólo dos situaciones en las que los tabúes desaparecen: los amantes tienen acceso completo al cuerpo del otro y lo mismo una madre con su bebé.

Tocar a alguien es tomarse una confianza particular. La que inicia el contacto es casi siempre la persona de estatus más alto.[9]

Cultivar la piel

Pero el mero hecho de que la ciencia pueda cultivar un órgano que es el más grande de nuestro cuerpo nos hace pensar en las posibilidades de cultivar otros órganos, o al menos parte de ellos(ojos, oídos, corazón) en una granja cuyos campos serían cubetas de cultivo y cuyos silos serían tubos de ensayo.[10]

En un laboratorio de Harvard los médicos cortaron un pequeño trozo de piel donado por un paciente, lo trataron con enzimas, y luego lo diseminaron sobre un medio de cultivo. Al cabo de apenas diez días, comenzaron a tejerse colonias de piel nueva. En veinticuatro días, se había producido piel suficiente como para cubrir un cuerpo humano entero.

Vida sin el tácto

Muchos enfermos de esclerosis pueden sentir un objeto en su bolsillo pero no pueden identificarlo por el tacto, pues el cerebro no interpreta correctamente la forma. Como se ha demostrado aquellas personas que son simultáneamente sordas y ciegas, es casi posible arreglárselas sólo con el tacto, pero sin el tacto el mundo se desenfoca irremediablemente, y se puede perder una pierna sin saberlo, quemarse una mano sin sentirlo o perder la conciencia de dónde termina uno y empieza el mundo.[11]

Origen del beso

Hay muchas hipótesis sobre el origen del beso. Algunos creen que se desarrolló a partir del acto de oler la cara de la otra persona, inhalándola por amistad o amor, para evaluar su humor y bienestar.[12] Los animales suelen lamer a su amos o a sus crías con gusto, saboreando la identidad de un ser querido. Es posible que empezáramos a besar como un modo de oler y saborear a alguien.

¿Cómo se inició la costumbre de besarse en la boca? Para los pueblos primitivos, el aire caliente que sale de sus bocas pudo haberles parecido un vehículo mágico del alma, y el beso, un modo de fundir dos almas. En las sociedades humanas primitivas, antes de que se inventara la comida preparada para bebés, las madres masticaban la comida de sus hijos y después se la pasaban, en un contacto boca a boca que naturalmente implicaba una considerable cantidad de contacto de lengua y presión mutua de las bocas. Este sistema de alimentación es semejante al de las aves.

Un caballero medieval llevaba al combate un rizo del pelo púbico de su dama. Como uno de los pilares del amor cortesano era el secreto, elegir ese pequeño recuerdo en lugar de un rizo de cabello pudo haber sido una decisión práctica más que filosófica, pero aun así simbolizaba la fuerza vital de la mujer, que él llevaba consigo. Los antiguos jefes llevaban largas trenzas como signo de virilidad.[13]

El tacto del texto

Así como los occidentales donan sus órganos después de la muerte, un japonés portador de la obra de un gran maestro del tatuaje donará su piel a un museo o a una universidad. La universidad de Tokio tiene trescientas de esas obras maestras enmarcadas. Entrar en esa cámara de pieles humanas debe de llenar al visitante de escándalo y asombro, debe de maravillar ver tantas vidas plenamente expuestas, definidas por agujas y tinta, tanta gente que quiso convertirse en su propio texto.

Bibliografía

  • Diane Ackerman, Una historia natural de los sentidos,Barcelona, Editorial anagrama, 1992.
  • Ashley Montagu, EL TACTO, La importancia de la piel en las relaciones humanas, Editorial Paídos, 2004
  • Mark R. Rosenzweig,S. Marc Breedlove,Neil V. Watson,Ignacio Morgado, PSICOBIOLOGÍA, una introducción a la Neurociencia Conductual, Cognitiva y Clínica, 2005


Notas y Referencias

  1. Diane Ackerman, capitulo En todo sentido .pp.16-17
  2. Ashley Montagu, capitulo La mente de la piel. pp.34-35
  3. Diane Ackerman, capitulo Primeros toques .p.100
  4. Ashley Montagu,La mente de la piel, p.23
  5. Mark R. Rosenzweig,S. Marc Breedlove,Neil V. Watson,Ignacio Morgado, Receptores sensoriales, pp.117-118
  6. Doctor Kimbough Oller, p.120
  7. Mark R. Rosenzweig,S. Marc Breedlove,Neil V. Watson,Ignacio Morgado, Receptores sensoriales, pp.120-121
  8. Diane Ackerman, capitulo El punto del dolor p.135
  9. Diane Ackerman, capitulo Tabúes p.150
  10. Diane Ackerman, capitulo La burbuja sensible p.93
  11. Diane Ackerman, capitulo ¿Qué es un contacto? p.106
  12. Diane Ackerman, capitulo El beso p.138
  13. Diane Ackerman, capitulo El pelo p.109

Enlaces externos


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  • tacto — s m 1 Sentido con el que se perciben ciertas características de las cosas al tocarlas, como su textura, temperatura, forma, etc, y que está localizado en toda la piel, principalmente en la de las manos 2 Manera en que los objetos se presentan a… …   Español en México

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  • tacto vaginal — m. mét. explor. Exploración de la vagina con uno o varios dedos de la mano. Medical Dictionary. 2011 …   Diccionario médico

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