Crecimiento económico

Crecimiento económico
Crecimiento económico desde el año 1 hasta el 2003 por zonas geográficas y mundial.

El crecimiento económico es el aumento de la renta o valor de bienes y servicios finales producidos por una economía (generalmente un país o una región) en un determinado período.

A grandes rasgos, el crecimiento económico se refiere al incremento de ciertos indicadores, como la producción de bienes y servicios, el mayor consumo de energía, el ahorro, la inversión, una balanza comercial favorable, el aumento de consumo de calorías per cápita, etc. El mejoramiento de estos indicadores debería llevar teóricamente a un alza en los estándares de vida de la población.

Contenido

Medida del crecimiento económico

Habitualmente el crecimiento económico se mide en porcentaje de aumento del Producto Interno Bruto real o PIB; y se asocia a la productividad. El crecimiento económico así definido se ha considerado (históricamente) deseable, porque guarda una cierta relación con la cantidad de bienes materiales disponibles y por ende una cierta mejora del nivel de vida de las personas; sin embargo, algunos autores han señalado que el crecimiento económico puede ir acompañado de externalidades negativas, ya que dado que mide el aumento del valor de los bienes que produce una economía, evidentemente también está relacionado con lo que se consume o, en otras palabras, gasta. La causa por la que según este razonamiento el crecimiento económico puede no ser realmente deseable, es que no todo lo que se gasta es renovable, como muchas materias primas o muchas reservas geológicas (carbón, petróleo, gas, etc).

Crecimiento y bienestar

Véase también: Bienestar social

El crecimiento económico de un país se considera importante, porque está relacionado con el PIB per cápita de los individuos de un país. Puesto que uno de los factores estadísticamente correlacionados con el bienestar socio-económico de un país es la relativa abundancia de bienes económicos materiales y de otro tipo disponibles para los ciudadanos de un país, el crecimiento económico ha sido usado como una medida de la mejora de las condiciones socio-económicas de un país; sin embargo, existen muchos otros factores correlacionados estadísticamente con el bienestar de un país, siendo el PIB per cápita sólo uno de estos factores. Lo que ha suscitado una importante crítica hacia el PIB per cápita como medida del bienestar socio-económico, incluso del bienestar puramente material (ya que el PIB per cápita puede estar aumentando cuando el bienestar total materialmente disfrutable se está reduciendo).

Otro problema tiene que ver con que el valor de los bienes producidos o consumidos no está directamente relacionado con el bienestar, por ejemplo, podemos imaginar una sociedad en la que se produce tabaco u otra droga con efectos negativos para la salud y que contribuyen al PIB con una cantidad N, y que simultáneamente se producen tratamientos médicos que compensan los efectos por una cantidad P. Comparando con una economía idéntica a la anterior pero en la que no se produzcan los productos de efectos adversos ni el tratamiento médico compensatorio y con PIB Y0, la segunda tendría un PIB más elevado Y0 + N + P, sin embargo, en ambas sociedades el bienestar general sería el mismo, ya en la segunda que los efectos adversos han sido compensados por los tratamientos médicos.

Crecimiento a corto y largo plazo

La variación a corto plazo del crecimiento económico se conoce como ciclo económico, y casi todas las economías viven etapas de recesión de forma periódica. El ciclo puede confundirse puesto que las fluctuaciones no son siempre regulares. La explicación de estas fluctuaciones es una de las tareas principales de la macroeconomía. Hay diferentes escuelas de pensamiento que tratan las causas de las recesiones, si bien se ha alcanzado cierto grado de consenso (véase keynesianismo, monetarismo, economía neoclásica y neokeynesiana) Subidas en el precio del petróleo, guerras y pérdidas de cosechas son causas evidentes de una recesión. La variación a corto plazo del crecimiento económico ha sido minimizada en los países de mayores ingresos desde principios de los 90, lo que se atribuye en parte a una mejor gestión macroeconómica.

El camino a largo plazo para el crecimiento económico es un asunto fundamental del estudio de la economía; a pesar de las advertencias enumeradas anteriormente, el aumento del PIB de un país suele considerarse como un aumento en el nivel de vida de sus habitantes. En períodos largos, incluso pequeñas tasas de crecimiento anual pueden tener un efecto significativo debido a su conjugación con otros factores. Una tasa de crecimiento del 2,5% anual conduciría al PIB a duplicarse en un plazo de 30 años, mientras de una tasa de crecimiento del 8% anual (experimentada por algunos países como los cuatro dragones asiáticos) llevaría al mismo fenómeno en un plazo de sólo 10 años. Cuando una población aumenta para ver mejoras en el nivel de vida el PIB tiene que crecer más rápido que esa población. Este análisis busca entender porque existen tasas muy dispares de crecimiento económico en algunas regiones del mundo.

Crecimiento histórico desde el siglo XIX

Hasta finales del siglo XIX no existieron estadísticas suficientemente detalladas para calcular el crecimiento económico. Para el pasado, A. Maddison (2001) presentó cálculos estimativos que en consonancia con otras fuentes muestran que el crecimiento económico durante la Edad Media y hasta el siglo XIX fue lento.[1] De 1870 hasta la Primera Guerra Mundial el crecimiento fue muy rápido. Durante la Primera Guerra Mundial, la Gran Depresión de entreguerras y la Segunda Guerra Mundial el crecimiento se ralentizó algo, aunque siguió siendo alto con respecto a las tasas observadas antes del siglo XIX. Tras el final de la última Guerra Mundial llegó la época dorada del crecimiento económico entre 1945 y 1970, con una expansión sin parangón histórico.[2] De 1970 a la actualidad a 2007 fue más lento, pero aun así alto; presentándose eso sí un aumento de la diferencia de crecimiento entre países ricos, que crecieron algo más rápido, y países pobres. Históricamente el crecimiento antes del siglo XIX entre países ricos y pobres había sido más equilibrado.

Crecimiento económico sostenido

Es un concepto relativamente nuevo dentro de la historia humana. El crecimiento del PIB por años fue muy bajo por lo que no se tomó a consideración en los pensadores de la época. Fue hasta después de 1800 que el PIB per cápita podía cambiar el nivel de vida en tan solo una o dos generaciones. Las tasas de crecimiento difieren entre naciones y una variación en la misma en el periodo de un año tiene gran impacto sobre el nivel de ingreso per cápita en un periodo prolongado.

El crecimiento de los ingresos se puede dividir en dos categorías principales: crecimiento por aumento de las rentas (p.ej. capital, trabajo) y aumentos de productividad (p.ej. las nuevas tecnologías). A largo plazo, el progreso tecnológico es necesario a fin de mejorar los niveles de vida, ya que no es posible aumentar las rentas indefinidamente mediante el trabajo, y el intento de añadir capital al proceso de producción constantemente topará necesariamente con amortizaciones marginales en disminución (véase fundamentos de teoría de la producción).

"Regla del 70": Cuando un país tiene una tasa de crecimiento en su PIB de X% anual toma 70/X años duplicar la renta.

De hecho esta es una regla aproximada, aunque numéricamente muy exacta, ya que el número de años que se requiere para duplicar el ingreso viene dado por:

t = \frac{1}{\log_2(1+X/100)} \approx
\frac{69,31}{X} + 0,3465 - 5,776\cdot 10^{-4}X + \dots

Modelos para explicar el crecimiento económico

Modelos neoclásicos de crecimiento tradicionales

Artículo principal: Modelo de crecimiento de Solow

El modelo de crecimiento neoclásico, conocido a menudo como modelo de crecimiento de Solow (1956) fue el primer intento de guiar de forma analítica el crecimiento a largo plazo. Este modelo, como otros modelos de crecimiento tradicionales (Cass (1965), Koopmans (1965)), explica las diferencias en la renta per cápita en términos de la acumulación de diferentes factores. En estos modelos, las diferencias en el factor acumulado se deben a las diferencias en las tasas de ahorro (Solow), preferencias (Cass-Koopmans) u otros parámetros exógenos.

El modelo de Solow predice la convergencia hacia un estado estacionario; en ese estado estacionario, todo crecimiento per capita surge del progreso tecnológico. Partiendo de factores idénticos en lo relativo a instituciones (gobierno y bancos centrales), funciones de producción añadidas y medidas de ahorros, todos los países tenderían a converger hacia el mismo estado estacionario. Teniendo en cuenta que no todos los países tienen las mismas características, es posible que no todos los países del mundo converjan al existir diferentes niveles de estado estacionario. De hecho, examinando datos empíricos, la convergencia sólo es observable de forma limitada.

En el modelo de crecimiento neoclásico, el crecimiento es exógeno: queda fuera del modelo, es decir, que no se explica mediante el modelo sino que se parte de la base de que tiene un valor concreto. Esto simplifica el modelo pero no explica cómo o por qué crecen las economías. La teoría del crecimiento endógeno (Romer 1986, Lucas 1988) trata de "endogeneizar" el crecimiento del estado estacionario y del progreso técnico. Esto implica explicar el crecimiento en un modelo de la economía. Las investigaciones realizadas en esta área se han centrado en los aumentos del capital humano (p.ej. de educación) o del cambio tecnológico (p.ej. la innovación).

North y Thomas (1973), sostienen que los factores que contienen las funciones de producción de los modelos neoclásicos para explicar el crecimiento no son las causas del crecimiento si no que son el crecimiento. Según esta visión, la explicación fundamental de las diferencias en el crecimiento son las instituciones.

El consenso de Washington y sus implicaciones para la teoria

En los años 90, John Williamson publicó el Consenso de Washington, que se sugirió a todos los países en desarrollo para lograr el crecimiento.

En 1991 mientras tanto, el Informe sobre el desarrollo mundial 1991 sostuvo que las funciones de crecimiento -acumulación de capital, uso eficiente de los recursos, progreso tecnológico, y una distribución socialmente aceptable del ingreso- se lograban mejor en países con estabilidad macro económica, distribución de recursos por el mercado, y apertura al comercio internacional. Sin embargo, esto no tuvo los resultados esperados.

Se llegó a establecer que el crecimiento efectivamente está ligado al comercio, pero para impulsarlo razonablemente se deberían dar incentivos, y la liberalización del comercio aveces deterioraba el efecto de esos incentivos -apreciación cambiaria-.

Mientras fue posible, muchos países lograron crecimiento a través incentivos y medidas tales como reducir los derechos a la exportación, fijar un tipo de cambio más competitivo, liberalizar las exportaciones antes que las importaciones, mejorar la infraestructura para el comercio exterior, o promover la creación de zonas francas.

Otra posibilidad fue centrarse más en la eficiencia frente a la ampliación de la producción, por lo que estas reformas no necesariamente inducían crecimiento si eran aplicadas en forma ortodoxa.

Si bien estas reformas se planearon para crecimiento sostenido, no se resolvían las fallas públicas y del mercado, que en muchos casos impiden acumular capital y aumentar la productividad.

Las políticas macroeconómicas deben orientarse al crecimiento así como a la reducción del déficit fiscal, pero sin disminuir el gasto público de alto rendimiento, y tratando siempre de evitar el aumento de los intereses a través de un excesivo aumento de la deuda.

Una política de crecimiento sostenido requiere una reducción del riesgo, velando para que no ocurran severas crisis financieras.

Los gobiernos también son necesarios para sostener el crecimiento, pues la discreción y la ecuanimidad son necesarias para actividades como la regulación de las empresas de servicios públicos, la supervisión bancaria, el desarrollo de infraestructuras y de servicios sociales, por lo que también es necesario establecer condiciones que permitan tomar mejores decisiones.

Por ultimo, obviamente los gobiernos necesitan respaldar reformas que eliminen o por lo menos reduzcan las restricciones al crecimiento.[3]

Otras explicaciones

Jevons aseguraba en el siglo XIX que las fluctuaciones económicas se relacionaban con las manchas solares. Hoy las teorías del crecimiento económico son muy diversas, destacan a nivel académico las que la buscan la explicación en las instituciones. Las diferencias institucionales se explicarían debido a rasgos culturales, geografía, latitud, ideología y/o accidentes históricos etc. Así, por ejemplo, hoy hay quienes destacan que los países fríos como Suecia tienen mayor éxito económico que países calurosos como Nigeria. En etapas primitivas de la historia de la Humanidad, el desarrollo económico y cultural se concentraba en los lugares calurosos de la Tierra, como Egipto. A día de hoy, no obstante, los estados fríos del Norte tienen índices de PIB per cápita mayores que los de estados calurosos del Trópico. Este aspecto de la economía (geografía económica)--y su influencia en migraciones humanas y estructuras políticas--fue estudiado a conciencia por Ellsworth Huntington, catedrático de Economía en la Universidad de Yale a principios del siglo XX.

Crítica al crecimiento económico

El crecimiento económico afecta a todas las esferas: social, económica, política... El sistema actual asocia este crecimiento con el progreso y bienestar, relación cuestionada habitualmente por los críticos del capitalismo. En palabras del profesor de la Autónoma de Madrid Carlos Taibo:

En la percepción común, en nuestra sociedad, el crecimiento económico es, digámoslo así, una bendición. Lo que se nos viene a decir es que allí dónde hay crecimiento económico, hay cohesión social, servicios públicos razonablemente solventes, el desempleo no gana terreno, y la desigualdad tampoco es grande. Creo que estamos en la obligación de discutir hipercríticamente todas éstas. ¿Por qué? En primer lugar, el crecimiento económico no genera - o no genera necesariamente - cohesión social. Al fin y al cabo, éste es uno de los argumentos centrales esgrimidos por los críticos de la globalización capitalista. ¿Alguien piensa que en China hay hoy más cohesión social que hace 15 años? [...] El crecimiento económico genera, en segundo lugar, agresiones medioambientales que en muchos casos son, literalmente, irreversibles. El crecimiento económico, en tercer término, provoca el agotamiento de los recursos que no van a estar a disposición de las generaciones venideras. En cuarto y último lugar, el crecimiento económico facilita el asentamiento de lo que más de uno ha llamado, el "modo de vida esclavo"; que nos hace pensar que seremos más felices cuantas más horas trabajemos, más dinero ganemos, y sobre todo, más bienes acertemos a consumir.
Por detrás de todas estas aberraciones, creo que hay 3 reglas de juego que lo impregnan casi todo en nuestras sociedades. La primera es la primacía de la publicidad, que nos obliga a comprar aquello que no necesitamos, y a menudo incluso aquello que objetivamente nos repugna. El segundo es el crédito, que nos permite obtener recursos para aquello que no necesitamos. Y el tercero y último, la caducidad de los productos, que están programados para que al cabo de un periodo de tiempo extremadamente breve, dejen de servir, con lo cual nos veamos en la obligación de comprar otros nuevos.[4]

El intento de promover el crecimiento económico por encima de cualquier otra consideración mensurable es un síntoma de lo que se conoce como productivismo, un término que se suele utilizar en tono despectivo.

Los límites al crecimiento

El debate sobre los límites del crecimiento trata sobre el impacto ecológico del crecimiento y la creación de riqueza y progreso. Muchas de las actividades necesarias para el crecimiento económico hacen uso de fuentes de energía no renovables. Numerosos investigadores creen que estos efectos ambientales continuados pueden tener a su vez un efecto sobre los ecosistemas mundiales.

Huella ecológica frente a IDH (2006).
Se puede observar el límite de la biocapacidad de la Tierra para ese año: 2,1 ha globales.

Este impacto sobre el medio ambiente es lo que trata de cuantificar la huella ecológica. Así, para el año 2005 se estimó el número de hectáreas globales (hectáreas bioproductivas) por persona en 2,1. Sin embargo, para todo el mundo, el consumo se situó en 2,7. Por lo tanto, al menos para este año (y la tendencia es creciente, pues en 2003 la huella ecológica mundial se estimó en 2.23), estuvimos sobre-consumiendo respecto de la capacidad del planeta; o lo que es lo mismo, estamos destruyendo los recursos a una velocidad superior a su ritmo de regeneración natural.

Afirman que los efectos acumulados sobre los ecosistemas imponen un límite teórico al crecimiento. Algunos recurren a la arqueología para citar ejemplos de culturas que parecen haber desaparecido porque crecieron más allá de la capacidad de sus ecosistemas para albergarlas, como afirma por ejemplo Duncan que ocurrirá también con nuestra civilización (Teoría de Olduvai). Su predicción es que los límites al crecimiento podrían acabar haciendo imposible el crecimiento basado en el consumo de fuentes de energía. La solución que proponen es aplicar los principios del Decrecimiento: es decir, reducir el consumo y la producción hasta niveles en los que los recursos se puedan regenerar de forma natural, a la par que se distribuye la riqueza de los países ricos al resto del mundo. Este concepto no debe ser confundido con el de desarrollo sostenible, pues este último cree que sí sería posible continuar aumentando el crecimiento, a la par que se protegiese el medio ambiente. Otros son más optimistas y creen que, si bien pueden detectarse efectos ambientales locales, los efectos ecológicos a gran escala son menores. Los optimistas afirman que si estos cambios ecológicos a escala mundial existen, el ingenio humano encontrará la forma de adaptarse a ellos.

El ritmo o tipo de crecimiento económico puede tener importantes consecuencias para el medio ambiente (el clima y el capital natural de los ecosistemas). La preocupación por los posibles efectos negativos del crecimiento sobre el medio ambiente y la sociedad ha llevado a ciertos sectores científicos a defender niveles de crecimiento menores, de donde viene la idea del decrecimiento económico y los partidos verdes, que piensan que las economías nacionales son parte de una sociedad mundial y de un sistema ecológico global, por lo que no pueden explotar su capacidad de crecimiento natural sin dañarlos.

El científico canadiense David Suzuki afirmó en los años 90 que los ecosistemas sólo pueden soportar un crecimiento anual de entre un 1,5 y un 3 % anual, y que por lo tanto cualquier intento de conseguir mayor rendimiento por parte de la agricultura o los bosques necesariamente acabará por canibalizar el capital natural del suelo o los bosques. Hay quien piensa que este argumento se puede aplicar incluso a las economías más desarrolladas. Los economistas convencionales opinan que las economías avanzan gracias a los avances tecnológicos, por ejemplo: ahora tenemos ordenadores más rápidos que hace un año, pero no necesariamente un número mayor de ordenadores. Quizá nos hayamos librado de las limitaciones físicas apostando más por el conocimiento que por la producción física.

Por otra parte es un hecho histórico que en los últimos dos siglos el crecimiento económico ha presentado fluctuaciones y crisis cíclicas en todos y cada uno de los países y en el ámbito internacional. Todo auge económico conduce finalmente a la recesión y la crisis, la cual termina por abrir las condiciones para la reactivación, que a su vez despeja el camino para un nuevo auge. El ciclo económico estudiado por Clemente Juglar, Karl Marx, Wesley Mitchell, Josepf Schumpeter, Nikolai Kondratieff y otros notables economistas, es una realidad para tener en cuenta sin la cual es imposible cualquier estimación seria sobre el crecimiento económico.

Véase también

Referencias

  1. A. Maddison (2001): The World Economy: A Millennial Perspective, París, OCDE.
  2. E. Helpman, 2004, p. 23
  3. Roberto Zagha, Gobind Nankani e Indermit Gill (2006). Repensar el crecimiento
  4. Conferencia de Carlos Taibo sobre Decrecimiento, Enmarcada dentro de las jornadas "¿Como te defiendes tú de la crisis?" de CNT-Córdoba (25 de noviembre de 2008).

Bibliografía

  • E. Helpman (2004): El Misterio del Crecimiento económico, ed. Antoni Bosch, Barcelona, ISBN 978-84-95348-22-7.

Enlaces externos


Wikimedia foundation. 2010.

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