Pedro de Mena

Pedro de Mena

Pedro de Mena

La Dolorosa, talla de madera policromada, conservada en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid.

Pedro de Mena y Medrano, Granada, agosto de 1628 - Málaga,13 de octubre de 1688. Escultor del barroco español, especialmente dedicado a la realización de imaginería religiosa, con un taller instalado durante treinta años en Málaga, desde donde realizó una gran cantidad de encargos, especialmente para órdenes religiosas.

Contenido

Biografía

Bautizado el 29 de agosto de 1628 en Granada, en la desaparecida parroquia de San Andrés,sus padres fueron Alonso de Mena, famoso escultor, y su segunda esposa Juana de Medrano. Sus primeros años de aprendizaje fueron con su padre junto con otros aprendices de taller entre los que se encontraba Pedro Roldán. Al fallecimiento de su padre en 1646, Pedro con dieciocho años, se hizo cargo del taller, que compartió a partir de 1652 con Alonso Cano, cuando éste regresó a Granada de Madrid, a actuar de racionero en la catedral,[1] con quien trabajó y colaboró poniéndole a su disposición su propio taller. Gracias a esta colaboración, Mena pudo asimilar unos procedimientos de trabajo más elaborados y un nuevo concepto estético que desarrolló por la vía de la perfección técnica y el realismo.

Familia y trayectoria

El 5 de junio de 1647, contraía matrimonio con Catalina de Vitoria y Urquízar natural de Granada de 13 años de edad, con la que tuvo seis hijos antes de su marcha a Málaga, tres que sobrevivieron se harían religiosos. Durante su estancia en Málaga, tuvieron otros ocho hijos, quedando en vida sólo dos, José, capellán real en la Capilla Real de Granada y Juana Teresa en el Císter, donde ya estaban sus hermanas Andrea y Claudia Juana.[2] En su testamento de 1675, habla de su hija Juana que aún no tenía seis años:

... y desea vivir y permanecer en estado de religión, guardando pureza y castidad, por lo que deseamos que sea religiosa por ser de los estados más perfectos y seguros para la salvación.[3]

Por su firme creencia religiosa, pidió ser enterrado entre las dos puertas de la iglesia del Císter para que su lápida fuera pisada por todos los fieles que entraran en la iglesia.

Contaba Mena con una gran vinculación religiosa en distintas cofradías, fue hermano mayor de la del gremio de artistas del Santísimo Corpus Christi, Ánimas y Misericordia.

Luchó y consiguió ser aceptado como familiar del Santo Oficio de la Inquisición en 1678, este hecho significaba un ascenso social, ya que suponía un reconocimiento público de limpieza de sangre y llevaba además aparejados ciertos privilegios como el verse libre de pagar impuestos. Sus grandes amistades fueron sobre todo eclesiásticas, según Palomino:

fue un hombre de la primera estimación, y así nunca se acompañó sino con la primera nobleza, llevándolo el señor D. Fray Alonso[nota 1] a su lado en los paseos públicos y recreos de la caza.[4]

Permaneció en Granada hasta 1658, cuando fue llamado por el obispo de Málaga , Diego Martínez de Zarzosa, para realizar la sillería del coro de la Catedral de la Encarnación de Málaga, donde, menos una estancia en Madrid, entre los años 1662 y 1663, montaría su taller con gran éxito de encargos, hasta su fallecimiento en el mes de octubre de 1688.[5]

San Juan Bautista Niño (1674), Museo de Bellas Artes de Sevilla.

Fue nombrado maestro mayor de escultura de la catedral de Toledo, en mayo de 1663 a iniciativa del cardenal Baltasar Moscoso y Sandoval, dónde se encuentra, San Francisco de Asís, una de sus mejores obras. Regresó a Málaga pero, mostrando grandes dotes empresariales, dejó en Madrid un representante, que era el encargado de recoger posibles encargos y suministrarle material necesario para su trabajo.

Sus trabajos se fueron extendiendo por toda la península, se cree que en ello colaboró su hijo Alonso, jesuita, ya que se encuentran numerosas obras, en templos de esta orden de Alcalá de Henares, Madrid, Marchena, Sevilla, e incluso en Ciudad de México o Lima.

Su gran cantidad de trabajo así como sus dotes administrativas y comerciales[nota 2] le proporcionaron un patrimonio que le permitió una vida holgada y una respetable posición al nombrarle teniente de alcalde de la fortaleza de Gibralfaro en 1679, cuando en este mismo año, meses más tarde afectado por la enfermedad de la peste, tuvo lugar su tercer testamento, detalla la propiedad de seis viviendas y regala al convento de Santa Ana del Cister a cambio de su sepultura la pareja de bustos de una Dolorosa y un Ecce Homo.[6] Sanó de la enfermedad, pero debió de quedar con secuelas, pues a partir de entonces puso al frente del taller, a su discípulo, Miguel Félix de Zayas, el cual después de la muerte de su maestro, siguió firmando las escasas obras que se tienen noticias de él, como discípulo de Pedro de Mena. Durante estos últimos años de la vida de Mena, su participación se cree que fue sólo de dibujar y hacer bocetos, siempre con ya modelos repetitivos, pero que cumplían con los encargos que llegaban al taller. Recibió sepultura , como había deseado en el convento del Cister el 14 de octubre de 1688.

El año 1876, la abadía cisterciense de Santa Ana de Málaga, fue derribada, se localizaron sus restos en una caja de pino y fueron trasladados a la iglesia del Santo Cristo de la Salud, hasta su nuevo traslado en 1996 a la actual iglesia del Cister, muy cerca de la casa donde vivió y murió, estando enterrado en una pequeña capilla con los bustos de la Dolorosa y el Ecce Homo, que había realizado y donado a tal fin.

Estilo

Ecce Homo del Museo Diocesano y Catedralicio de Valladolid, donde se aprecia la importancia de la policromía para dar carácter a la talla.

En sus primeras obras se aprecia perfectamente el estilo de su padre, que va transformando, como se ha comentado por parte de autores, como Antonio Palomino[7] o Ceán Bermúdez, por la gran influencia que tuvo Alonso Cano sobre su obra artística, se aprecia que sus rostros femeninos se hacen más ovalados y los cuellos más largos la nariz la perfila estrechándola y reduce la boca.[8] A pesar que a partir de su estancia en Málaga fue proyectándose hacia un estilo mucho más realista y naturalista, dentro de ir adquiriendo un gran dominio técnico en la talla y policromía. El conocimiento de las obras y artistas castellanos le llevará a simplificar a partir de su estancia en Madrid, las formas y volúmenes de sus figuras, sobrecargando en cambio su contenido espiritual, es cuando consigue sus mejores obras. Sólo en su última etapa los modelos se vuelven más simples, donde se aprecia su maestría y su habilidad técnica ya que sin gran esfuerzo consigue obras muy dignas.

Los modelos iconográficos que emplea, en su gran mayoría no son creaciones personales, están inspirados en los que han realizado los que tiene más cerca de él, su padre, Alonso de Mena, su gran maestro,Alonso Cano, Gregorio Fernández, Pablo de Rojas, o la visión de pinturas o estampas, aunque en Mena, es la calidad de la técnica lo que impera, el resultado de las orillas de las túnicas y los mantos que parecen telas finísimas y los rostros que expresan una gran espiritualidad, toda su producción fue de tema religioso excepto las imágenes de los reyes católicos de las catedrales de Granada y Málaga. A pesar de ser una época con una gran creación de hermandades penitenciales de Semana Santa, sólo se tiene noticia de la realización de una escultura, concretamente de un Nazareno en 1679 para la ciudad de Lucena, que al no tener el mecanismo de articulación en el brazo que debía bendecir, no fue del agrado de la cofradía.[9] Mena se dedicó sobre todo a tallas generalmente pequeñas, con temas como el Niño Jesús, Santos, Inmaculadas, Dolorosas y Ecce Homo, con sólo un Crucificado, desaparecido, de tamaño mayor que el natural, el Cristo de la Buena Muerte del convento de Santo Domingo, los restantes son también de tamaño menor.

En su primera etapa de trabajo, se ocupaba del acabado de sus imágenes con la aplicación por parte de él mismo de la policromía, con el tiempo lo dejaría en manos de un pintor especialista pero bajo su revisión. También en este apartado se advierte la influencia de Alonso Cano. Se aprecia claramente, ya que en sus primeros tiempos, la policromía empleada era con estofado de ricos motivos y bordes con cenefas y carnaciones tostadas, a partir de su conocimiento con Cano, va dejando las estofas y prefiriendo los tonos lisos con colores contrastados y el realismo en las austeras estameñas del hábito de los santos franciscanos y las carnaciones más claras, se añaden los postizos frecuentes en la época, de pelo natural, pestañas, dientes de marfil y ojos de cristal.

Periodo de Granada

Dentro de sus primeras obras en el taller de su padre, en Granada, se encuentra la realización de un san Francisco Solano, cuyo encargo fue hecho por los marqueses de Priego en el año 1647 para el convento franciscano de Montilla, es de tamaño natural con los atributos de una concha para bautizar y un crucifijo en la otra mano, en la actualidad se conserva en la parroquia de Santiago, de dicha ciudad.[10] Las mejores obras catalogadas de este periodo primerizo son: san Pedro y san Pablo del convento de San Antón, de tamaño mediano (123 cm), tienen las vestiduras talladas con pliegues finos de gran naturalidad, una policromía muy rica en estofados y la pintura de los rostros tostada.

Con la llegada de Cano y sus colaboraciones en un único taller, se hace difícil precisar las autorías concretas. En la iglesia de los santos Justo y Pastor se pueden apreciar los cuatro evangelistas, recolocados en un tabernáculo de finales del siglo XVII, presentan una gran policromía de la misma calidad que el san Juan Bautista del convento de San Antón de Granada.[11] Palomino afirma que ejecutó Mena las imágenes de san José y san Antonio con el Niño, san Diego de Alcalá y san Pedro de Alcántara, hoy en el museo de Bellas Artes de Granada:

... con asistencia y modelos de su maestro, quien le dio las últimas carnaciones... con las cuales acabó de asentar su crédito en toda Andalucía, y aún en toda España.[12]

De estas mismas imágenes Sánchez-Mesa en 1967, recalcaba que, aunque talladas por Mena, a partir de modelos de Cano y bajo su dirección, éste introduciría correcciones. Resaltan estas esculturas por su elegancia, la capacidad para captar las figuras en total aislamiento, con el realismo que se aprecia; en el gesto de san Diego de Alcalá, cuando levanta el hábito dónde se ha producido el milagro de la conversión del pan en rosas y alza su rostro ligeramente inclinado hacia las alturas; a san Pedro de Alcántara lo presenta en aptitud bien naturalista, en un momento de la redacción de su libro que se encuentra abierto y apoyado sobre su pierna izquierda, este tema fue representado varias veces por Mena a lo largo de su vida laboral.[nota 3] En la capilla de Nuestra Señora del Carmen en la catedral, se encuentra la imagen de san Elías, una escultura muy expresiva, con gran movimiento, presenta al profeta blandiendo la espada flamígera en la mano derecha, mientras sostiene en la contraria el libro de las profecías, el rostro es el de un anciano con arrugas, enjuto y enérgico con barba y una larga cabellera.[nota 4]

Periodo de Málaga

Parece que Mena, hombre con inquietudes y con ambición, aceptó con prontitud la invitación de asumir el proyecto de la ejecución de la sillería alta de la catedral de Málaga, propuesta por el obispo Martínez Zarzosa, coincidiendo con la estancia de Cano otra vez en Madrid, quizás con la intención, de una vez realizado, volver a su ciudad. La gran popularidad y prestigio que consiguió con esta obra y la poca competencia que tenía en la ciudad de Málaga, con el aumento ininterrumpido de encargos, le hicieron montar taller y permanecer en ella hasta su muerte.

Sillería de la catedral

El obispo Martínez Zarzosa le encarga en 1658, la terminación de la sillería del coro de la catedral, comenzada en 1630 por el escultor jiennense Luis Ortiz de Vargas. Se realiza el contrato el 25 de julio del mismo año para la realización de cuarenta paneles con imágenes de santos, propuestos por el cabildo catedralicio, en los que se incluyen mártires de la iglesia universal y española, padres y doctores de la Iglesia, fundadores y miembros de órdenes religiosas , en fin un gran y amplio repertorio iconográfico, todos colocados en la sillería alta. En este trabajo, se aprecia el paso entre la gran influencia de Alonso Cano, con imágenes de una gran serenidad totalmente clásica, como la imagen de san Lucas que sirvió como modelo de presentación al obispo, junto con el san José con el Niño inspirado de un dibujo de Cano con el mismo tema del Museo del Prado, a otras realizadas posteriormente, donde se ve el realismo y detalles naturalistas como en el san Ignacio de Loyola, san Agustín, o los patronos de Málaga, san Ciriaco y santa Paula. Gran calidad tienen las anatomías de san Sebastián y san Jerónimo, que además al ir todo el trabajo sin policromar podrían resaltar más los fallos, es evidente que esta es una de sus obras más importante y más bien lograda.[13] Como «la octava maravilla del mundo», consideró el coro de la catedral de Málaga el pintor y escritor Antonio Palomino.[14]

Estancia en Madrid

Se trasladó a Madrid y Toledo durante los años 1662 y 1663, para conocer la obra de la etapa madrileña de Cano además de otros artistas y aconsejado por éste darse a conocer en la corte. Regresó a Málaga, donde había dejado la familia, con encargos y dejando representante en Madrid para futuras obras.

San Francisco de Asís

En la sacristía de la Catedral Primada de Toledo se encuentra la imagen de san Francisco de Asís de 83 cm, una obra de imaginería magnífica, que a pesar que ya Palomino hablaba dando como autor de ella a Pedro de Mena, estuvo mucho tiempo durante el siglo XIX que se le atribuyó al propio Alonso Cano. La iconografía que representó fue la momia del santo tal como se describe cuando fue contemplada hacia 1449, por el papa Nicolás V, en la basílica inferior de San Francisco de Asís, en su sepultura, puesto de pie, cubierto con capucha, mirando al cielo con las manos ocultas en las mangas y mostrando el pie descalzo con la llaga. Este hallazgo fue difundido y llegó a España dónde diversos artistas lo representaron como Zurbarán en la pintura y Gregorio Fernández y Alonso Cano en la escultura, incluso Mena ya lo había tratado en la sillería de la catedral de Málaga.[15] Muy complacidos debieron quedar con su obra, que le nombraron maestro mayor de escultura de la catedral de Toledo a instancias del cardenal Moscoso y Sandoval. Fue un tema de los más frecuentes dentro de su producción, con ligeras variantes como el del museo Municipal de Antequera, el de la iglesia de San Martín de Segovia etc.

María Magdalena penitente

Gracias al éxito de este trabajo, recibió el encargo por parte de la Casa Profesa de la Compañía de Jesús de Madrid, de la realización de María Magdalena penitente. Es posible que se inspirara en la imagen de la misma santa de Gregorio Fernández, del monasterio de las Descalzas Reales (Madrid). La Magdalena de Mena, es una mujer joven, aunque demacrada por la penitencia, con la cara ovalada y que muestra un gran sentimiento con una espiritualidad que refuerza la nariz afilada, la boca pequeña entreabierta y la mirada triste; una gran cabellera, más escueta que la de Fernández, le cae sobre los hombros. El dramatismo se aprecia en la mano derecha abierta sobre su pecho y siguiendo la mirada de la imagen hacia el crucifijo que sostiene en la mano izquierda, cubre su cuerpo con un tejido de estera de palma hasta los tobillos y anudado con una soga formando un gran nudo a la cintura. Se encuentra de pie y asoman por debajo del sayo los pies descalzos, tiene el izquierdo adelantado como echando un paso.[16] Es una pieza de gran realismo y donde se trasmite sin duda el valor místico-espiritual.

Esta escultura, tras la expulsión de los jesuitas por la Pragmática Sanción de 1767 pasó a los oratorios de san Felipe Neri hasta la desamortización de 1835, que la imagen la guardaron las salesas Reales hasta su exclaustración de 1870 que pasó al Museo de la Trinidad. Más tarde, en 1921, pasó al Museo del Prado, que la depositó en 1933, por impulso del gobierno de la II República, en el actual Museo Nacional Colegio de San Gregorio de Valladolid.[17] Retornó al Prado para una restauración y en el año 2008 vuelve la Magdalena penitente al Museo Nacional Colegio de San Gregorio.

Ecce Homo y Dolorosas

El Ecce Homo es la representación del momento, en que después de azotado Jesús con corona de espinas, manto y soga al cuello, es mostrado por Poncio Pilatos al pueblo según el evangelio de Juan (19, 5) y dice: Ecce Homo, (este es el hombre), que es lo que dará nombre a esta iconografía. Aunque hay realizaciones anteriores tanto en pintura como en escultura es en el Barroco cuando se encuentran más muestras de artistas como Alonso Berruguete, Tiziano, Juan de Juni o Diego de Siloé.[18] Fue Mena un gran productor de bustos de Ecce Homo y de Dolorosas. Estas esculturas responden a la necesidad de devociones familiares o conventuales, todas son de medida pequeña y muy numerosas.

El Cristo pueden ser de medio cuerpo de con una altura de 95 cm y que se corta la imagen por debajo de las caderas, con las manos cruzadas y con los atributos de corona de espinas, soga, y caña, como los ejemplares de Budia en Guadalajara y el de las Descalzas Reales en Madrid. Otro tipo es el que el busto es hasta los pectorales y con los brazos con las manos atadas y los atributos pertinentes como el de las Madres Mercedarias de Madrid. Por último, el tipo más numeroso el del busto corto representado hasta el arranque de los brazos, con la soga colgada del cuello y la corona de espinas, logrando el impacto principal con la policromía del rostro, entre ellos el del convento de la Concepción de Zamora o el de la casa Profesa de Ciudad de México.

Dolorosa de busco corto, del Museo Diocesano y Catedralicio de Valladolid.

Como lo dicho con los bustos de Ecce Homo las Dolorosas están realizadas con los mismos tipos y mismas medidas, siendo el más corriente el de medio busto, donde aparece la Virgen con los brazos completos, como la guardada en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid, la del Museo de Bella Artes de Granada, o la de Las Descalzas Reales también de Madrid, de medio cuerpo con túnica roja, velo blanco y manto azul, con una mano sobre el pecho y la otra extendida, en el rostro los ojos entornados con la boca entreabierta y lágrimas sobre las mejillas, con dolor contenido, el modelado es sobrio con la talla de los paños finísima.[19]

Una de las creaciones singulares de la escultura granadina atribuida a Mena, es la de emparejar ambos bustos. Entre los que destacan el grupo del Monasterio de las Descalzas Reales (Madrid), fechados en 1673, los que se guardan en el Museo Diocesano y Catedralicio de Valladolid procedentes de la iglesia parroquial de Valdestillas, de la Iglesia de San Luis de los Franceses (Sevilla) o los de la iglesia de San Pedro de Lima.[20]

Esculturas de los Reyes Católicos

De toda la obra de Mena, solo las esculturas de los Reyes Católicos para las catedrales de Granada y Málaga, son las únicas que no son de tema religioso.

El contrato para las efigies orantes de los reyes que debían colocarse en la capilla mayor de la catedral de Granada, se firmó el 26 de agosto de 1675, entre los cabildos catedralicio, municipal de la ciudad y por Pedro de Urrea en representación de Pedro de Mena:

... en atención y consideración a los muy esclarecidos e invencibles Señores Reyes Católicos de Castilla, Don Fernando y Doña Isabel, de feliz Memoria, con su poder y cristiano celo, ganaron y conquistaron esta ciudad y su reino, fabricando y edificando en ella muchos templos, a honra y gloria de Dios, Nuestro Señor, y su Bendita Madre, en especial mandaron edificar esta dicha Santa Iglesia Metropolitana, [...] que de presente se esta acabando con tanta grandeza que será uno de los mayores templos de España y para ilustrarlo, con mayor perfección, han determinado que [...]se coloquen las efigies de los Sres. Reyes Católicos[...] con la decencia y majestad que se debe.[21]

El escultor, fijó la cantidad de 3000 ducados por la realización de la obra incluida la policromía, habiendo mandado para su aceptación las condiciones, junto con dibujos preparatorios a pluma y tinta con aguadas. El dibujo de Isabel se encuentra en el The Getty Center de Los Ángeles[22] y el de Fernando en la Universidad de Leiden.[23] El trabajo se concluyó con la colocación de las esculturas el 29 de diciembre de 1676, cobrando Mena el último pago de 1000 ducados el 11 de enero de 1677. Las imágenes realizadas en madera de cedro, tienen unas medidas de 146x126x157 cm y están colocadas a unos ocho metros del suelo, en actitud orante ante el tabernáculo central de la capilla, arrodillados ambos sobre un cojín y con las manos unidas por las yemas de los dedos. El rostro de Isabel parece tomar como modelo el de la Virgen de Belén de Mena, mientras que el de Fernando parece remitir al del cenotafio real de Domenico Fancelli. La calidad de las vestiduras talladas con los más mínimos detalles queda resaltada con la magnífica policromía. La reina luce el brial y el manto con un rico estofado con adornos de tipo vegetal, predominando los colores rojos y dorados; el rey se encuentra vestido con un manto rojo forrado de armiño y con adornos de símbolos y emblemas de los monarcas. La pintura se llevó a cabo por el pintor Luis de Zayas, ya que aparece en las condiciones que remitió Mena al cabildo, previas al contrato.[24]

En el año 1676, seguramente ante la vista de las anteriores imágenes, se le encargó a Mena la realización de otra pareja real, también orante, para la capilla de la Virgen de los Reyes de la catedral de Granada, perteneciente a la Hermandad de los Racioneros. Las esculturas son de tamaño más reducido que sus homónimas de la catedral de Granada. En estas de Málaga se muestran más humildes en sus vestiduras y la cabeza de los monarcas están inclinadas hacía arriba para orar hacía la imagen de la Virgen y el Niño que se encuentran en un plano superior.

Obras

Notas

  1. Fray Alonso de Santo Tomás o Alonso Enríquez de Guzmán, hijo de los marqueses dQuintana y condes de Castronuevo, pero con fundadas sospechas de ser uno de los muchos hijos naturales de Felipe IV de España; fue obispo de Málaga de 1664 a 1692.
  2. Se dedicó también al negocio de la seda, vendiendo en rama o en bruto para que la tejieran, este negocio no le era ajeno ya que su abuela materna pertenecía a una familia de sederos del Albaizín granadino.
  3. San Pedro de Alcántara fue beatificado en 1622 y canonizado en 1669, tuvo un gran fervor popular, que hizo que aumentaran los encargos de imágenes para su devoción.
  4. Esta escultura de san Elías, se mostró en la exposición Iconografía y arte carmelitanos de 1991 en Granada.

Referencias

  1. Gómez-Moreno, Manuel, (1964), p.20
  2. Gila Medina, Lázaro, (2007), pp.49-51
  3. Gadoww, Marion Reder, La mentalidad religiosa de Pedro de Mena a través de sus testamentos en Actas del Simposio Nacional «Pedro de Mena y su época», 1990, pp.179-194
  4. Palomino, A., (1986), p.325
  5. AA.VV. Historia Universal del Arte, Tomo XI, (1982), Madrid, Sarpe, ISBN 84-7291-599-9
  6. Gila Medina, Lázaro, (2007), pp.12-13
  7. Palomino, Antonio, (1986), p.p.322-325
  8. Ortueta y Duarte, R. (1988), pp. 35-44
  9. Gila Medina, Lázaro, (2007), p.75
  10. AA.VV. (2002) Montilla en Catálogo artístico y monumental de la Provincia de Córdoba, Tomo VII, Córdoba, p. 154, ISBN 978-84-8154-470-1
  11. Sánchez-Mesa, Domingo, (1971), Técnica de la escultura policromada granadina. Universidad de Granada, pp.154-167
  12. Palomino, A., (1986) p.323
  13. Gila Medina, Lázaro, (2007), pp.106-118
  14. Palomino, A., (1986), p.323
  15. Gila Medina, Lázaro, (2007), p.p.118-122
  16. «Legado andalusí.Magdalena penitente». Consultado el 22 de noviembre de 2008.
  17. Gómez-Moreno,Manuel, (1964), p.53
  18. Gila Medina, Lázaro, (2007), pp.175-178
  19. Gómez-Moreno, Manuel, (1964), p.25
  20. Gila Medina, Lázaro, (2007), pp.187-190
  21. Archivo Histórico del Arzobispado de Granada, Caja 48, Legajo A, folio 321
  22. «Study for a Statue of Queen Isabella» (en inglés). Consultado el 22 de noviembre de 2008.
  23. LLordén, A., (1960) pp.130-132
  24. Llordén, A., (1960) p.132

Enlaces externos

Commons

Bibliografía

  • Lázaro Gila Medina (2007). Pedro de Mena, escultor 1628 - 1688. Madrid, Arco. ISBN 978-84-7635-686-9.
  • Manuel Gómez-Moreno (1964). La Gran Época de la Escultura Española. Barcelona, Noguer. Número registro: B-44-1964.
  • Andrés Llordén (1960). Escultores y entalladores malagueños. Ensayo histórico documental (Siglos XVI -XIX). Ávila, Real Monasterio de El Escorial.
  • Ortueta y Duarte (1914) , Facsímil: Sánchez-Mesa, Martín (1988). Pedro de Mena. Málaga, Universidad-Colegio de Arquitectos.
  • Antonio Palomino (edición de Nina Ayala Mallory) (1986). Vidas. Madrid, Alianza. ISBN 84-206-7056-1.

Obtenido de "Pedro de Mena"

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