Imperio seléucida

Imperio seléucida
Para el imperio turco medieval de nombre similar, véase Dinastía Selyúcida.
Arche Seleukeia
Imperio seléucida

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312 a. C.–63 a. C.

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Bandera

Ubicación de
El Imperio seléucida en la época de su máxima extensión.
Capital Seleucia
(305-240 a. C.)
Antioquía
(240-64 a. C.)
Idioma principal Griego antiguo
Otros idiomas Siríaco, persa medio
Religión Griega
Gobierno Monarquía
Período histórico Período helenístico
 • Establecido 312 a. C.
 • Disolución 63 a. C.
Superficie
 • 301 a. C.[1] 3,000,000 km2
 • 240 a. C.[1] 2,600,000 km2
 • 175 a. C.[1] 800,000 km2
 • 100 a. C.[1] 100,000 km2

El Imperio seléucida (312-63 a. C.) fue un imperio helenístico, es decir, un estado sucesor del Imperio de Alejandro Magno. El Imperio seléucida se centraba en Oriente Próximo, y en el apogeo de su poder incluía Anatolia central, el Levante, Mesopotamia, Persia, la actual Turkmenistán, Pamir y algunas zonas de Pakistán. Fue un centro de cultura helenística donde se mantenía la preeminencia de las costumbres griegas y donde una élite macedonia grecoparlante dominaba las áreas urbanas.

Contenido

Historia

Partición del Imperio de Alejandro

Artículo principal: Diádocos

Alejandro Magno conquistó el Imperio aqueménida en un breve espacio de tiempo y murió joven, dejando un extenso imperio parcialmente helenizado sin un heredero adulto. El imperio se puso bajo la autoridad de un regente en la persona de Pérdicas en 323 a. C., y los territorios fueron divididos entre los generales de Alejandro, quienes se convirtieron en sátrapas por la Partición de Babilonia.

Ascenso de Seleuco

Los generales de Alejandro se enfrentaron por su supremacía sobre partes del Imperio, y Ptolomeo, uno de los generales y sátrapa de Egipto, fue el primer desafío al nuevo gobierno, lo que llevó a la desaparición de Pérdicas. Su rebelión condujo a una nueva partición del Imperio en el Pacto de Triparadiso en 320 a. C. Seleuco, que había sido el "comandante en jefe del campamento" de Pérdicas desde 323 a. C., colaboró más tarde en su asesinato, recibiendo Babilonia en 312 a. C., y desde aquel punto continuó ampliando sus dominios sin piedad. Seleuco se estableció en Babilonia ese mismo año, tomándose esa fecha como la de la fundación del Imperio seléucida. Y no solo se hizo con Babilonia, sino también recibió toda la enorme parte oriental del Imperio alejandrino:

Moneda de Seleuco I Nicátor.
Siempre al acecho de las naciones vecinas, fuerte en armas y persuasivo en consejos, él [Seleuco] adquirió Mesopotamia, Armenia, Capadocia 'seléucida', Persis, Partia, Bactriana, Arabia, Tapuria, Sogdiana, Aracosia, Hircania, y otros pueblos adyacentes que habían sido subyugados por Alejandro, tan lejanos como el río Indo, por lo que las fronteras de su imperio eran las más extensas de Asia después de las de Alejandro. La totalidad de la región desde Frigia al Indo fue sometida por Seleuco.
Apiano, Las Guerras Sirias.

Seleuco estuvo en lugares tan lejanos como la India, donde llegó a un acuerdo con Chandragupta Maurya, con el que cambió sus territorios orientales por una considerable fuerza de 500 elefantes de guerra, que jugaron un papel decisivo en Ipsos:

Los indios ocuparon [en parte], algunos de los países situados a lo largo del Indo, que anteriormente pertenecían a los persas: Alejandro privó de ellos a los arianos, y estableció allí sus propios asentamientos. Seleuco Nicátor se los dio a Sandrokottos como consecuencia de un contrato de matrimonio, y recibió a cambio quinientos elefantes.
Estrabón, Geografía.

Expansión hacia el oeste

Después de su victoria junto a Lisímaco sobre Antígono Monóftalmos en la batalla de Ipsos en el año 301 a. C., Seleuco tomó el control de la Anatolia oriental y el norte de Siria. En esta última zona fundaría una nueva capital, llamada Antioquía, en honor a su padre. Una capital alternativa fue establecida en Seleucia del Tigris, al norte de Babilonia. El Imperio de Seleuco alcanzó su máxima expansión a consecuencia de la derrota de Lisímaco, su antiguo aliado, en Corupedio (281 a. C.), con la que Seleuco amplió su control sobre Anatolia occidental. Seleuco abrigó la esperanza de tomar el control de las tierras de Lisímaco en Europa - principalmente Tracia y la propia Macedonia, pero fue asesinado por Ptolomeo Cerauno en el momento del desembarco en Europa. Su hijo y sucesor, Antíoco I Sóter, quedó con un enorme reino que consistía en casi todas las porciones asiáticas del Imperio, pero con Antígono II Gónatas en Macedonia y Ptolomeo II Filadelfo en Egipto, no pudo llegar a continuar donde había dejado su padre la conquista de la parte europea del Imperio de Alejandro.

Un dominio demasiado extenso

     Reino de Seleuco Otros diádocos      Reino de Casandro      Reino de Lisímaco      Reino de Ptolomeo      Epiro Otros      Cartago      Roma      Colonias griegas

Sin embargo, incluso antes de la muerte de Seleuco, le era difícil asegurar el control sobre los vastos dominios seléucidas de la zona oriental. Seleuco invadió la India (el moderno Panyab pakistaní) en 305 a. C. para enfrentarse a Chandragupta Maurya (Sandrokottos), fundador del Imperio maurya. Se dice que Chandragupta dispuso sobre el terreno un ejército de 600.000 hombres y 9.000 elefantes de guerra (Plinio, Naturalis Historia, VI.22.4). Los dos monarcas finalmente firmaron un tratado, por el que Seleuco cedía los vastos territorios del Indo a Afganistán. Chandragupta a cambio le dio 500 elefantes, una adición a su ejército que iba a desempeñar un importante papel en su victoria en Ipsos. La paz se complementó con una "alianza matrimonial" (epigamia en las fuentes antiguas), lo que implica o bien una alianza dinástica (en la que una princesa seléucida pudo haber sido prometida a la dinastía maurya) o el reconocimiento del matrimonio entre griegos e indios.

Seleuco también envió un embajador llamado Megástenes a la corte de Chandragupta, quien en repetidas ocasiones visitó Pataliputra (moderna Patna, Bihar), capital de Chandragupta. Megástenes describió detalladamente la India y el reinado de Chandragupta, descripciones que se han conservado gracias a Diodoro Sículo. Posteriormente envió a Dimaco a la corte del hijo de Chandragupta, Bindusara.

Otros territorios se perdieron antes de la muerte de Seleuco, como Gedrosia, al sudeste de la meseta iraní, y, en el noreste, la Aracosia al oeste del río Indo.

Antíoco I (281-261 a. C.) y su hijo y sucesor Antíoco II Theos (261-246 a. C.) encontraron desafíos en el oeste, incluyendo repetidas guerras con Ptolomeo II y una invasión celta de Asia Menor —disminuyendo así el dominio de la parte oriental del Imperio. Hacia el final del reinado de Antíoco II, varias provincias proclamaron simultáneamente su independencia, como Bactriana bajo Diodoto I, Partia bajo Arsaces y Capadocia bajo Ariarates III.

En Bactriana, el sátrapa Diodoto aseguró la independencia para fundar el Reino Grecobactriano c. 245 a. C..

Diodoto, gobernador del territorio bactriano, afirmó su independencia en torno a 245 a. C., aunque la fecha exacta está lejos de ser conocida, para fundar el Reino Grecobactriano. Este reino se caracteriza por una rica cultura helenística, y continuó su dominación de Bactriana hasta alrededor de 125 a. C., cuando fue invadido por una invasión de nómadas del norte. Uno de los reyes grecobactrianos, Demetrio I, invadió la India alrededor de 180 a. C. para formar el Reino Indogriego, que duró hasta aproximadamente el año 20.

El sátrapa seléucida de Partia, Andrágoras, fue el primero en proclamar su independencia, en paralelo a la secesión de su vecino bactriano. Sin embargo, poco después, un jefe tribal parno llamado Arsaces se hizo con el territorio parto alrededor de 238 a. C. para formar la dinastía arsácida —el punto de partida de lo que sería el poderoso Imperio parto.

En el momento que el hijo de Antíoco II, Seleuco II Calinico, llegó al trono alrededor de 246 a. C., los seléucidas parecieron entrar en una verdadera decadencia. Seleuco II pronto fue dramáticamente derrotado en la Tercera Guerra Siria contra Ptolomeo III y luego tuvo que luchar una guerra civil contra su propio hermano, Antíoco Hierax. Tomando ventaja de estas dificultades, Bactriana y Partia se separaron del Imperio. También en Asia Menor, la dinastía seléucida perdió el control —los galos habían se establecieron plenamente en Galacia, y surgieron reinos semi-independientes semi-helenizados en Bitinia, el Ponto y Capadocia, y la ciudad de Pérgamo, en el oeste, reafirmó su independencia bajo la dinastía atálida.

Resurgimiento

Moneda de plata de Antíoco III el Grande.
El Imperio seléucida en 200 a. C. (tras la derrota de Antíoco ante los romanos).

Un renacimiento comenzaría cuando el hijo menor de Seleuco II, Antíoco III el Grande, subió al trono en 223 a. C. Aunque inicialmente fue vencido en la Cuarta Guerra Siria contra Egipto, que llevó a la vergonzosa derrota en la batalla de Rafia (217 a. C.), Antíoco resultaría ser el mejor gobernante seléucida después del mismo Seleuco. Después de la derrota de Rafia, pasó los próximos diez años en su propia Anábasis por la parte oriental de sus dominios —restaurando vasallos rebeldes como Partia y Bactriana al menos a una obediencia nominal, e incluso emulando a Alejandro con una expedición a la India, donde se reunió con el rey Sofagáseno.

Cuando regresó al oeste en 205 a. C., Antíoco consideró que con la muerte de Ptolomeo IV, la situación parecía propicia para otra campaña occidental.

Antíoco y Filipo V de Macedonia firmaron entonces un pacto con el que dividirse las posesiones ptolemaicas fuera de Egipto, y en la Quinta Guerra Siria los seléucidas expulsaron a Ptolomeo V de Celesiria. La batalla de Panio (198 a. C.) significó la transferencia definitiva de la región de los Ptolomeos a los seléucidas. Antíoco parecía ser el restaurador de la gloria del Reino seléucida.

Nueva desintegración

La gloria de Antíoco no iba a durar mucho tiempo. Después de que su antiguo aliado Filipo fuera derrotado a manos de Roma en 197 a. C., Antíoco vio la oportunidad de expandirse por Grecia. Alentado por el exiliado general cartaginés Aníbal, y aliado con la descontenta Liga Etolia, Antíoco invadió Grecia. Esta lamentable decisión condujo a su caída: fue derrotado por los romanos en las batallas de las Termópilas (191 a. C.) y Magnesia (190 a. C.), y se vio obligado a firmar la paz con los romanos por el humillante tratado de Apamea (188 a. C.), que le obligó a abandonar todos los territorios europeos, ceder toda el Asia Menor al norte de los Montes Tauro a Pérgamo y pagar una enorme suma de dinero como indemnización. Antíoco murió en 187 a. C. durante otra expedición al este, destinada a obtener dinero para pagar la indemnización.

El reinado de su hijo y sucesor Seleuco IV Filopátor (187-175 a. C.) fue en gran medida el intento de pagar la gran indemnización, y Seleuco fue finalmente asesinado por su ministro Heliodoro. El hermano menor de Seleuco, Antíoco IV Epífanes, ocupó entonces el trono. Trató de restablecer exitosamente el prestigio seléucida con una guerra contra Egipto, pero a pesar de que persiguió al ejército egipcio en retirada a Alejandría, se vio obligado a retirarse por el enviado romano Cayo Popilio Laenas, quien dibujó el famoso círculo en la arena alrededor del rey y le advirtió que debía decidir si quería o no retirarse de Egipto (lo cual llevaría a la guerra con Roma) antes de salir del círculo. Antíoco optó por retirarse.

La última parte de su reinado vio la mayor desintegración del Imperio. Las zonas orientales se volvieron incontrolables, lo que fue aprovechado por los partos para apropiarse de ellas, y las agresivas políticas helenizantes en Judea llevaron a una rebelión armada —la Revuelta de los Macabeos. Los esfuerzos por hacer frente a partos y judíos resultaron infructuosos, y el propio Antíoco murió durante una expedición contra los partos en 164 a. C.

Guerras civiles y decadencia final

Moneda de plata de Alejandro Balas.

Tras la muerte de Antíoco IV Epífanes, el Imperio seléucida se volvió cada vez más inestable. Las frecuentes guerras civiles hicieron cada más tenue la autoridad central. El joven hijo de Epífanes, Antíoco V Eupátor, fue derrocado por el hijo de Seleuco IV, Demetrio I Sóter, en 161 a. C. Demetrio trató de restablecer el poder seléucida particularmente en Judea, pero fue derrocado en 150 a. C. por Alejandro Balas —un impostor que, con el apoyo de Egipto, decía ser hijo de Epífanes. Balas reinó hasta 145 a. C., cuando fue derrocado por Demetrio II Nicátor, hijo de Demetrio I. Demetrio II demostró ser incapaz de controlar la totalidad del reino, sin embargo. Mientras él gobernaba Babilonia y el este de Siria desde Damasco, los restos de los partidarios de Balas —primero apoyando a Antíoco VI, hijo de Balas, y luego la usurpación del general Diodoto Trifón— consiguieron expulsarlo de Antioquía.

Mientras tanto, la decadencia de las posesiones territoriales del Imperio continuó a gran velocidad. Hacia 143 a. C., los judíos, gobernados por los macabeos, habían establecido plenamente su independencia, a la vez que continuaba la expansión parta. En 139 a. C., Demetrio II fue derrotado en batalla por los partos y fue capturado. A partir de ese momento, el control de toda la meseta iraní se había perdido en favor de los arsácidas. El hermano de Demetrio Nicátor, Antíoco VII, fue finalmente capaz de restaurar una fugaz unidad y vigor en los dominios seléucidas, pero también resultó inútil frente a la amenaza parta: fue asesinado en una batalla contra los partos en 129 a. C., lo que significó la desintegración definitiva del dominio seléucida en Mesopotamia. A la muerte de Antíoco VII, el gobierno efectivo de los seléucidas se había colapsado, y múltiples pretendientes luchaban por el control del reino en una casi interminable guerra civil.

Colapso

Hacia 100 a. C., el antaño formidable Imperio seléucida abarcaba poco más de Antioquía y algunas ciudades sirias. A pesar de la evidente caída de su poder y el declive de sus dominos, los nobles siguieron desempeñando la función de hacedores de reyes sobre una base regular, con la intervención ocasional del Egipto ptolemaico y otros poderes foráneos. Los seléucidas continuaban existiendo, únicamente porque ninguna otra nación deseó absorberlos —dado que constituían un útil estado tapón entre el resto de sus vecinos. En las guerras anatolianas entre Mitrídates VI del Ponto y Sila de Roma, los seléucidas fueron aislados por los dos bandos combatientes.

El ambicioso yerno de Mitrídates, Tigranes II el Grande, rey de Armenia, vio sin embargo una oportunidad de expansión en la constante lucha civil del sur. En 83 a. C., por invitación de una de las facciones en la interminable guerra civil, invadió Siria, y pronto se estableció como gobernante de la región, poniendo prácticamente fin al Imperio seléucida.

Pero el reino seléucida no estaba aún acabado. Tras la derrota de Mitrídates y Tigranes por el general romano Lúculo en 69 a. C., el reino seléucida fue restaurado bajo el rey Antíoco XIII. Incluso ahora, no pudo evitarse la guerra civil, pues otro seléucida, Filipo II, disputó el trono a Antíoco. Tras la conquista del Ponto, los romanos se alarmaron cada vez más por la constante fuente de inestabilidad de los seléucidas en Siria. Una vez derrotado Mitrídates en 63 a. C., Pompeyo se dedicó a la tarea de rehacer el Oriente helenístico mediante la creación de nuevos reinos clientes y el establecimiento de nuevas provincias. Si bien a las naciones cliente como Armenia y Judea se les permitió un cierto grado de autonomía bajo los reyes locales, Pompeyo vio a lo seléucidas demasiado inestables para continuar y acabó con el problema de los dos príncipes rivales convirtiendo Siria en una provincia romana.

Intercambios culturales

Bagadates I (290-280 a. C.) fue el primer sátrapa indígena nombrado por los seléucidas.[2]

El Imperio seléucida ocupó un gran espacio geográfico, desde el mar Egeo a lo que hoy son Afganistán y Pakistán, creando un crisol de pueblos diversos, como griegos, persas, medos, asirios, judíos, etc. El inmenso tamaño del Imperio, seguido de su naturaleza aglutinadora, hizo que los gobernantes seléucidas se interesaran en aplicar la política de unidad racial iniciada por Alejandro. La helenización del Imperio seléucida se logró mediante la creación de ciudades griegas en todo el Imperio. Los pueblos y ciudades históricamente importantes, como Antioquía, se crearon o fueron renombrados con nombres griegos más apropiados. La fundación de nuevas ciudades y pueblos se vieron beneficiadas por el hecho de que la Grecia continental se hallaba superpoblada, lo que hizo al vasto Imperio seléucida idóneo para la colonización. La cual se utilizó para los intereses griegos al tiempo que facilitaba la asimilación de muchos grupos nativos. Socialmente, lo que condujo a la adopción de las prácticas y costumbres griegas por las clases cultas nativas que fue el querer seguir en la vida pública, y la clase gobernante macedonia aprobó gradualmente algunas de las tradiciones locales. En 313 a. C., las ideas helénicas habían empezado sus casi 250 años de expansión sobre Oriente Próximo, Oriente Medio y las culturas centroasiáticas. Fueron estas ideas las que movieron al sistema gubernamental del Imperio el que estableció cientos de ciudades para el comercio y usos laborales. Muchas de las ciudades existentes comenzaron —o fueron obligadas por la fuerza— a adoptar los pensamientos filosóficos, políticos y religiosos helénicos. La sintetización de las ideas culturales, religiosas y filosóficas helénicas e indígenas encontraron diversos grados de aceptación, resultando en ocasiones tiempos de paz y rebelión simultáneos en varias partes del Imperio. Tal fue el caso de la población judía del Imperio seléucida, al plantearle un importante problema que finalmente llevó a la guerra. Contrarios a la naturaleza tolerante del Imperio ptolemaico hacia las religiones y costumbres nativas, los seléucidas gradualmente trataron de obligar a helenizarse al pueblo judío en su territorio proscribiendo el judaísmo. Esto eventualmente condujo a la revuelta de los judíos del dominio seléucida, que culminaría con su independencia.

Ejército

Véase también: Ejército seléucida

Como muchos de los estados helenísticos formados tras la muerte de Alejandro Magno, los ejércitos seléucidas eran profesionales, basados en el modelo macedonio. Sus tropas eran principalmente de origen griego, suplementado por orientales, ya que el reino seléucida cubría gran parte del este del antiguo Imperio persa. Cuando se enfrentaban a otros diádocos las victorias completas o la aniquilación de los ejércitos oponentes se evitaban, ya que era más fácil derrotar y reclutar a los soldados enemigos que entrenar a más, sobre todo por los costos de contratación. El objetivo de una batalla era convencer al oponente de que no podía vencer el combate, y muchos enfrentamientos concluyeron con una negociación. Factores muy pequeños, tales como el importe pagado por el rescate de los prisioneros, demostraron claramente a los seléucidas y otros estados sucesores de Alejandro lo que era vencer.

Sus tropas se basaban en la falange macedonia, arqueros y caballería orientales, sobresaliendo en la última los catafractos (caballeros "cubiertos") y la famosa caballería macedonia de Compañeros como guardaespaldas del general y tropas de choque de élite. Asimismo, los seléucidas contaban en ocasiones con elefantes de guerra indios, que utilizaban para provocar el miedo entre sus enemigos, y con carros, para romper su cohesión. Al igual que los Ptolomeos, con su riqueza, los reyes seléucidas lograron reclutar toda clase de personas como mercenarios, desde indios hasta cretenses, y en particular gálatas. En su guerra contra Roma, los seléucidas trataron de crear unidades de tropas copiadas de las legiones romanas. En 63 a. C., el reino seléucida, junto con su ejército, fue disuelto. Se rumoreó entonces que muchos catafractos se unieron a los ejércitos romanos en Asia.

Reyes de la dinastía seléucida

Rey Año del inicio del reinado Año del fin del reinado
Seleuco I Nicátor 305 281
Antíoco I Sóter 281 261
Antíoco II Theos 261 246
Seleuco II Calinico 246 225
Seleuco III Cerauno 225 223
Antíoco III Megas 223 187
Seleuco IV Filopátor 187 175
Antíoco IV Epífanes 175 164
Antíoco V Eupátor 164 162
Demetrio I Sóter 162 150
Alejandro Balas 154 145
Demetrio II Nicátor 145 138
Antíoco VI Dioniso 145 140?
Antíoco VII Evergetes 138 129
Demetrio II Nicátor 129 126
Seleuco V Filométor 126 125
Antíoco VIII Grifo 125 96
Antíoco IX Eusebio 114 96
Seleuco VI Epífanes 96 95
Antíoco XI Epífanes 95 92
Demetrio III Eucarios 95 88
Antíoco X Eusebio 95 83
Filipo I Filadelfo 95 83
Antíoco XII Dioniso 87 84
Antíoco XIII Asiático 69 64
Seleuco VII Cibiosactes 69 63?
Filipo II Filorromano 65 63
  • Nota: las fechas contenidas en esta sección se refieren exclusivamente a años antes de Cristo.

Árbol genealógico

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Antíoco
 
Laodice
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Seleuco I Nicátor
305–281
 
Apama
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Aqueo
 
 
Estratónice
 
Antíoco I Sóter
281–261
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Andrómaco
 
 
 
 
Antíoco II Theos
261–246
 
Laodice I
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Aqueo
220–213
 
 
Laodice II
 
Seleuco II Calinico
246–226
 
Antíoco Hierax
240–228
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Seleuco III Cerauno
226–223
 
Antíoco III Megas
223–187
 
Laodice III
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Seleuco IV Filopátor
187–175
 
Laodice IV
 
Antíoco IV Epífanes
175–164
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Apama
 
Demetrio I Sóter
162–150
 
Antíoco V Eupátor
164–162
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Alejandro I Balas
150–146
 
Cleopatra Thea
 
Demetrio II Nicátor
145–125
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Antíoco VII Evergetes
138–129
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Antíoco VI Dioniso
144–142
 
Seleuco V Filométor
126–125
 
Antíoco VIII Grifo
125–96
 
Cleopatra Trifena
 
 
 
Antíoco IX Eusebio
116–96
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Seleuco VI Epífanes
96–95
 
Antíoco XI Epífanes
95–92
 
Filipo I Filadelfo
95–83
 
Demetrio III Eucarios
95–88
 
Antíoco XII Dioniso
87–84
 
Antíoco X Eusebio
95–83
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Filipo II Filorromano
69–63
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Antíoco XIII Asiático
69–64
 
Seleuco VII Cibiosactes
69–63

Véase también

Referencias

  1. a b c d Taagepera, Rein (1979). «Size and Duration of Empires: Growth-Decline Curves, 600 B.C. to 600 A.D.» (en inglés). Social Science History 3 (3/4):  pp. 121. doi:10.2307/1170959. http://links.jstor.org/sici?sici=0145-5532%281979%293%3A3%2F4%3C115%3ASADOEG%3E2.0.CO%3B2-H. Consultado el 8 de julio de 2009. 
  2. Jens Jakobsson (2004). «History of Iran: Seleucid Empire» (en inglés). History Chamber Society. Consultado el 07-10-2009.

Bibliografía

  • Historia Universal Oriente y Grecia, Ch. Seignobos. Editorial Daniel Jorro, Madrid 1930.
  • Grecia cuna de Occidente de Peter Levi. Ediciones Folio S.A. (ISBN 84-226-2616-0).
  • La Historia y sus protagonistas, Ediciones Dolmen, 2000.

Enlaces externos


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