Paranormal

Paranormal

Lο paranormal o los fenómenos paranormales (del gr. παρά, pará, «al lado, al margen» y el adjetivo «normal») son ciertos sucesos que, presentándose como hechos físicos, biológicos y psíquicos, no han podido ser descritos, en cuanto a sus causas y procesos, por las ciencias que se ocupan de los tres campos citados, es decir, las ciencias físico-químicas, biológicas, médicas, neurológicas y psicológicas. Estos fenómenos son estudiados por la parapsicología.

Contenido

Descripción

Una definición frecuentemente utilizada en la literatura científica es la de James E. Alcock (1981):[1]
Un fenómeno paranormal es aquel que:

  • No ha sido explicado en términos de la ciencia actual;
  • Únicamente se puede explicar mediante una amplia revisión de los principios de base de la ciencia;
  • No es compatible con la norma de las percepciones, de las creencias y de las expectativas referentes a la realidad.

Que resulte inexplicable por las ciencias establecidas es condición necesaria para la estimación de un fenómeno como paranormal, pero no es condición suficiente; tal fenómeno debe presentar además rasgos propios, específicos, que lo distingan y aparten de los fenómenos naturales, tanto normales como anómalos, cuyo dinamismo se ajusta a las relaciones de variables conocidas por la ciencia oficial. El conocimiento causal de los hechos llamados paranormales -hoy por hoy objeto solo de hipótesis, mejor o peor fundamentadas- permitiría la definición de dichos rasgos propios, de ahí el interés de la investigación de tales hechos y de que no se pongan obstáculos a la misma. Se comprenderá mejor este problema leyendo la clasificación de fenómenos que figura a continuación.

Fenómenos paranormales

Primer grupo: Fenómenos paranormales llamados "de conocimiento", caracterizados por la "obtención de información sobre el mundo exterior al margen de los canales sensoriales comunes".[2] Son ejemplos los siguientes fenómenos, llamados de "percepción extra-sensorial" (PES): la telepatía (comunicación o transmisión de contenidos de mente a mente, pero también entre hombre y animal y entre animales), la precognición (conocimiento de sucesos futuros libres), la retrocognición (conocimiento de sucesos pasados ignorados por el sujeto) y la simulcognición (conocimiento de hechos que tienen lugar en distinto espacio, en la misma unidad de tiempo). La radiestesia y telerradiestesia, la psicometría y las llamadas "mancias" estarían también incluidos, como fenómenos en los cuales la presencia o la utilización de muy diversos objetos excitarían presuntas facultades de PES en sujetos "dotados" o "paragnostas" (quiromancia, cristalomancia,cartomancia, cafemancia, ornitomancia, acutomancia, dominomancia, rabdomancia, astrología...).

Segundo grupo: Fenómenos paranormales llamados "de efectos físicos", en los que -siempre según sus estudiosos- se producen "efectos objetivamente detectables en el mundo exterior al margen del marco de las influencias energéticas conocidas (...): efectos mecánicos tales como el movimiento de objetos a distancia, sin el concurso de ninguna fuerza física detectable (telekinesis y psicokinesis), efectos antigravitacionales (levitación), cambios en el estado de la masa (materialización), transformaciones de energía (cambios de temperatura, producción de sonidos diversos y efectos electromagnéticos que se originan sin ninguna causa física conocida), y la influencia que ejerce aparentemente la concentración mental sobre reacciones químicas y sobre procesos biológicos".[3] La literatura especializada recoge como ejemplos de fenomenología para-física, entre otros, además de los citados: la fantasmogénesis, la bilocación y la espectrogénesis; los aportes e la hiloclastia: apariciones y desapariciones de objetos que parecen surgir "atravesando" materia sin dejar señal; los "raps" (golpes); la clariaudiencia: audición directa de voces para las que no se detecta causa u origen físico; la hoy llamada "transcomunicación instrumental", que incluiría la psicofonía o parafonía y la psicoimagen o paraimagen; la ideoplastia o teleplastia: aparición de figuras y signos en medios físicos; el doblamiento de metales; la combustión espontánea; la psicofotografía (plasmación fotográfica voluntaria de contenidos imaginados); los "extras" (aparición en placa de elementos no presentes al realizarse la fotografía), etc. Asimismo, se incluyen efectos para-biológicos, entre los que se encuentran: las experiencias extra-corpóreas; las formaciones ectoplásmicas, con posible inclusión en ellas de los fenómenos de transfiguración; la dermografía y, dentro de esta, la estigmatización; la transfixión, así como fenómenos para-higiénicos: varias formas de diagnóstico y terapia paranormales, entre las que destacan, por ejemplo, las atribuidas a los llamados "psicocirujanos" filipinos y brasileños, etc.

Esoterismo, ocultismo, teosofismo, espiritismo, brujería, vudú, satanismo, etc. son contextos doctrinales en los que parece haberse registrado una variada fenomenología paranormal, la cual, por otra parte, está presente también en todas las grandes religiones (así, por ejemplo, la que aparece relatada en varios libros de la Biblia o en textos dentro del budismo o del lamaísmo, etc.) y místicas. Debe tenerse en cuenta, sin embargo, que interesa a la Parapsicología y pretende la verificación y definición precisa de los fenómenos paranormales objetivos, aislándolos, en tanto que hechos, del contexto teórico interpretativo en que, cuando es el caso, surgen o se producen.

Así sucedería al estudiar, por ejemplo, fenómenos de sanación al margen de la ciencia médica ortodoxa o convencional, observados por los antropólogos en grupos primitivos o que mantienen su identidad cultural total o parcialmente incontaminada, como el que registra, por ejemplo, Hermitte:[4] se trata de sucesos que una comunidad indígena interpreta desde los relatos sobre su Dios, que todo lo puede y que castiga con enfermedades a aquel que no siga al pie de la letra sus órdenes, que, para la comunidad, garantizan una vida llena de plenitud, sin preocupaciones y una familia feliz. Cuando alguien del grupo es ofendido por un miembro del mismo, este cae rápidamente enfermo. Para una posible sanación deberá de ir la casa de la curandera, conocida como “la bruja”. La misma se encargará de curarlo practicando una serie de “conjuros”, verificando mediante el pulso cómo va recorriendo la sangre el cuerpo. Según como sea la velocidad a la que va la sangre por el cuerpo, así será el tipo de avance que haya tenido la medicación. Si no hay avance, la bruja le preguntará si ha ofendido a un compañero de la comunidad y dependiendo de lo que conteste el hombre o mujer, decidirá si continuará con la sanación o lo dejará como un castigo. Es así como se castiga a los de la comunidad. Tal vez la enfermedad para la comunidad sea un castigo de su Dios todopoderoso, pero, ¿y si es solo una identidad desconocida que está poseyendo a la comunidad, un ser que habita entre la comunidad y es considerable que permanezca de esa manera durante generaciones, para ser catalogado como una leyenda o un mito? Afectando así la reputación de la familia en la comunidad o afectando a la comunidad y alejándolos de la civilización avanzada por un evento desconocido para todos, no cabe que para este fenómeno exista solución. Lo más recomendable es la ayuda de expertos que pueden devolver a la comunidad la paz que anhela.

El parapsicólogo se interesaría en principio por una sanación debidamente comprobada en la comunidad indígena anterior, aislándola, como hecho objetivo, de las creencias del grupo, y sabiendo que una curación heterodoxa no puede conceptuarse como "paranormal" por el solo hecho de producirse al margen de la Medicina convencional, ya que podría quedar explicada desde ciertos capítulos de la Psicología, además de los de la medicina psico-somática. El parapsicólogo investigaría después de haber podido descartar estas explicaciones (que, por otra parte, conducen a interrogantes de interés acerca de la relación entre cuerpo y mente). Una vez más, se destaca la cuestión central de la averiguación de las causas de los fenómenos que se presentan como paranormales, de cara a la identificación de los rasgos esencialmente propios de los mismos y, por tanto, para su completa definición. El derecho del estudioso de lo paranormal o parapsicólogo surge porque y cuando la metodología de las ciencias establecidas fracasa en la búsqueda de dicho conocimiento causal, ya que, si pudiera proporcionarlo, el dato quedaría explicado desde esa metodología y, por esa misma razón, sería competencia de tales ciencias, no siéndolo entonces del parapsicólogo.

Difusión actual

Con el precedente de El retorno de los brujos, de Bergier y Pauwels (1960), y de las producciones bestseller de Erich von Däniken -como Recuerdos del Futuro-, en las que, bajo la apariencia de investigación de hechos se emprenden especulaciones de ciencia-ficción, se produjo una auténtica oleada de publicaciones y desde la segunda mitad del siglo XX, la aceptación de lo paranormal se ha difundido considerablemente, con miles de libros y revistas dedicados al tema, un sinfín de películas y de series de televisión como The X-Files, Supernatural, la serie Fringe o la Dimensión Desconocida, programas de TV españoles tales como Cuarto Milenio y emisiones de radiodifusión como, entre otros, "Milenio Tres", "Espacio en Blanco" o ``La Rosa de los Vientos``.

Según un estudio de Gallup[5] en 2005 en EE. UU., 73% de los encuestados creían en al menos uno de diez fenómenos paranormales incluidos en la encuesta.

Los fenómenos eran los siguientes (número de respuestas positivas entre paréntesis):

Investigación y métodos

La investigación de los fenómenos paranormales y aún más su interpretación, son difíciles de encajar en el ámbito de las pautas metodológicas y las teorías científicas establecidas. Debe tenerse en cuenta el problema epistemológico que significa el calificar como "paranormales" precisamente aquellos hechos para los que no se haya podido encontrar explicación causal empleando la metodología de la ciencia positiva, la cual es, por tanto, de obligatoria aplicación previa en el proceso -multidisciplinar- de determinación de todo supuesto fenómeno paranormal. Esto ha conducido a señalar que, si han de ser los hechos observados los que orienten la elaboración del método y no al contrario, es decir, no que los hechos se adapten a un método preestablecido (que podría, como consecuencia de su aplicación, desfigurar los rasgos definitorios que se buscan), los datos que nos ocupan están reclamando una adecuada metodología específica.

Cabe decir que la historia de las ciencias, secular y abierta, ha venido siendo la de la mutua referencia entre lo observado, como dato a definir con precisión, y la elaboración del orden de pautas de investigación a seguir en el proceso metódico de lograr dicha definición. En este sentido, la discusión contemporánea muestra que, según unos, el estudio de los fenómenos paranormales pretende iniciar su propia historia como ciencia injustificadamente, porque carece de un ámbito propio de objetos a definir, bien porque se juzga que tales datos no se han verificado, bien porque se los considera asimilables a datos ya conocidos, mientras que según otros, esa historia, aunque llena de dificultades, está ya plenamente iniciada, al estimarse que los hechos y su no reductible fisonomía específica están comprobados y, por tanto, su negación o el rechazo de su investigación no responden al genuino espíritu científico, sino, en el caso más objetivo de rechazo, a la posición denominada cientificismo.

El gran número de fenómenos presuntamente paranormales de que se viene teniendo noticia documental desde tiempos remotos, los registros y comprobaciones referidos a fenomenología tanto espontánea como provocada, así como la atención prestada por algunos científicos a ciertos fenómenos vinculados a la doctrina espiritista (mesas y "médiums" parlantes, escritura automática, formaciones ectoplásmicas y otros), terminaron por animar la creación de sociedades (así, en 1882, la pionera Society for Psychical Research, de Londres, con su filial norteamericana) e institutos de investigación (así, en 1919, el Instituto Metapsíquico Internacional de París, declarado oficialmente "de utilidad pública",[6] o el de Varsovia), con la promoción de conferencias y congresos sobre los datos que constituyen el objeto material de estudio del llamado, ya en nuestros días, "parapsicólogo". Cierta fenomenología espontánea que, como tal, es testimoniada desde experiencias vividas en condiciones no sometidas a control, también mereció interés por las posibles consecuencias científicas de lo que se descubriese respecto a sus procesos y causas, conduciendo progresivamente a una investigación que, objetivando su realidad bajo control experimental, lograse describir las leyes de su dinamismo. (Se prescinde aquí de la problemática epistemológica, general para todas las ciencias experimentales, que suponen las nociones de causalidad y de ley de la naturaleza, tal como ha venido siendo presentada a lo largo del siglo XX por científicos y filósofos de la ciencia).

"Investigación psíquica" y "Metapsíquica", término este último utilizado por el premio Nobel de Fisiología francés Charles Richet, fueron los primeros nombres dados a la disciplina que se ocupa del estudio de los fenómenos paranormales. A partir de la I Conferencia Internacional sobre Parapsicología, celebrada en Utrecht (Holanda) en 1953, se impuso este último término, "Parapsicología", acuñado en 1889 por Max Dessoir, filósofo alemán de la Universidad de Berlín. Los científicos reunidos en la citada Conferencia convinieron en el interés de la investigación de los fenómenos paranormales hasta el punto de que, como consecuencia, en el mismo año 1953 un encargo de curso conferido en 1936 al profesor Willem H. C. Tenhaeff (1893-1981) se convirtió en una cátedra con un laboratorio anexo, el Instituto de Parapsicología de la Universidad de Utrecht. Una segunda cátedra, esta vez ya ordinaria, fue adjudicada al profesor Johnson en la misma universidad. Poco después, en 1954, la Universidad de Friburgo de Brisgovia (Alemania) confiaría una cátedra de Psicología y áreas limítrofes de la Psicología que acogería el Instituto para las áreas fronterizas de la Psicología y la Psicohigiene, al fundador de este en 1950: el médico, humanista y psicólogo Hans Bender, reconocida autoridad europea en la investigación paranormal. Por su parte, tras las experiencias de telepatía llevadas a cabo por Bechterev y mejoradas por el fisiólogo Leónidas Vassiliev, hasta el punto de interesar al gobierno de la URSS para fines militares, este último científico fundó en 1960 y dirigió en Leningrado hasta su muerte, en 1966, el Instituto de Bioinformación (término soviético para designar la telepatía), que su sucesor, P. Gulyaev, convirtió en el Laboratorio de Cibernética Biológica de la Universidad de Leningrado.[7]

La Parapsicología tiene sus raíces en las investigaciones realizadas desde la segunda mitad del siglo XIX por científicos ilustres (el ya mencionado Charles Richet, Oliver Lodge, William Crookes, Alfred Russell Wallace, F. Myers, William F. Barrett, William James, y otros). Aunque ya entre ellos se dieron antecedentes, la parapsicología llamada "cuantitativa" y "empírica" comenzó su andadura a raíz de utilizarse un método experimental en la Universidad de Duke (Carolina del Norte, USA) a finales de la década de 1920 y en la década de 1930, bajo los auspicios del psicólogo William McDougall, quien reclamó a un antiguo asistente suyo en Harvard: el catedrático de fisiología vegetal J. B. Rhine (1895 - 1980).[8] Éste, en labor conjunta con su esposa, la Dra. Louise Ella Rhine, también botánica y naturalista, utilizó las "cartas Zener" y dados especiales, para experimentos orientados a constatar las manifestaciones de percepción extrasensorial y de psicocinesis, así como a encontrar correlaciones estadísticas en ellos.[9]

En 1957, en EE. UU. fue fundada la Parapsychological Association para el estudio ordenado y sistemático de los fenómenos de este tipo. En 1969 fue admitida en la prestigiosa Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia.[10] Esa afiliación, junto con una apertura mayor hacia los "fenómenos psíquicos" en la década de 1970, dio lugar a un aumento de la investigación parapsicológica. Esto coincidió con un renovado interés en experimentos parapsicológicos en los años setenta, que llevaron incluso a instituciones como el Stanford Research Institute a efectuar experimentos en parapsicología, incluyendo uno con el famoso Uri Geller.

En la URSS y en los países de su ámbito de influencia, hubo también mucho interés en el estudio de la Parapsicología en esos años, que vieron la fundación de múltiples cátedras y sociedades estatales especializadas, que intentaron, en diversos grados, seguir un programa experimental. Entre ellas estuvieron la Academia de Parapsicología y Medicina (1970), el Instituto de Paraciencia (1971), la Academia de Religión e Investigación Psíquica, el Instituto para las Ciencias Noéticas (1973), y la Asociación Internacional de Investigación Kirlian (1975).

Para contrarrestar el creciente interés por la Parapsicología, también en los años setenta se crearon organizaciones escépticas, principalmente el Comité para la Investigación Científica de Afirmaciones Paranormales (1976), ahora llamada Committee for Skeptical Inquiry (Comité para la Investigación Escéptica), junto con su revista, el Skeptical Inquirer. En España la organización equivalente es la Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico, llamada por razones históricas ARP-SAPC, y el Círculo Escéptico.

Es comprensible que el rechazo escéptico se dirija directa e indirectamente a la aceptación de los hechos objeto de la Parapsicología en sí mismos; la situación a que conduce admitir efectos paranormales es de una grave complejidad intelectual. La pretendida comprobación crecientemente rigurosa de los datos paranormales -sin la que, aun con críticas, no se habría podido reconocer como científica la disciplina de la que son objeto- se ha venido proponiendo de las dos formas ya señaladas:

Enfoque en fenomenología espontánea

Muchos estudiosos han catalogado testimonios referidos a fenómenos paranormales espontáneos, como el trabajo de Charles Fort (1874-1932), que recopiló unos 40.000 fenómenos inexplicados, sobre los que escribió siete libros, de los cuales perduran cuatro: The Book of the Damned (1919), New Lands (1923), Lo! (1931) y Wild Talents (1932).

Cuando se trata de fenómenos espontáneos, el investigador que accede a ellos se introduce en el escenario de los hechos con una primera finalidad imprescindible: descubrir o descartar un posible fraude. Necesitará colaboradores expertos que aporten los pertinentes datos psicológicos, sociológicos, culturales, ideológicos, etc., en relación con los sujetos o testigos de los hechos, cuyos testimonios estudiará detenidamente, así como la recabada información histórica, cuando la misma sea relevante, sobre el lugar en que los hechos se han producido o se producen. Cuando se haya podido descartar el fraude, corresponderá a colaboradores científico-naturales determinar si los hechos tienen su adecuada explicación dentro de sus ciencias. Solo ante la negativa fundamentada de tal explicación, se clasificarán los fenómenos en su debida conceptuación paranormal hipotética, buscando, como es lógico, que el equipo investigador pueda observarlos de forma directa, utilizando medios técnicos de análisis y de registro de imagen, sonido y otras variables físicas, que proporcionan certeza de objetividad, así como datos sobre probables elementos comunes con fenómenos ya investigados, permitiendo la buscada definición precisa de lo sucedido.

La crítica escéptica insiste en las posibles desviaciones introducidas por el observador (compárese con la metodología del doble ciego), cuya subjetividad se ve incrementada al participar directamente, así como en la posible falta de sistematización en la recolección de datos.

Enfoque experimental

Varias universidades del mundo e investigadores independientes emplean métodos experimentales (no necesariamente el uso del método científico, o su realización al 100%), para repetir bajo control algunos de estos fenómenos. Uno de los pioneros en este campo fue el ya mencionado J. B. Rhine (1895 – 1980).[11]

Los resultados experimentales hasta ahora no han sido universalmente aceptados y en pocas ocasiones se ha admitido su publicación en revistas científicas con peer review (revisión por pares), el método normal de difusión y aceptación de teorías científicas bien fundamentadas.

La opinión de la comunidad científica

La posición de la comunidad científica establecida queda reflejada en el siguiente texto, cuyo autor es Martin Gardner: "¿En qué se equivocan, en mi opinión, los parapsicólogos? No hay una respuesta única a esto. Creo que en la mayoría de los casos sus resultados son fruto de un sesgo no intencionado en el diseño de los experimentos y en el análisis de los datos en bruto. (...) En resumen, a mi modo de ver hay tres fuentes principales de error en los experimentos psi clásicos: la propensión inconsciente del experimentador, el fraude deliberado por parte de los sujetos, y un fraude poco frecuente por parte de los investigadores. (...) No puedo decir que las fuerzas psi no existan. Sólo digo que la evidencia que tenemos de ellas es débil. Las declaraciones extraordinarias reclaman una evidencia mucho más extraordinaria que la que los parapsicólogos han sido capaces de reunir. Cuando los experimentos puedan ser repetidos fiablemente, cuando sea evidente que los controles guardan una proporción razonable con la magnitud de las pretensiones, y cuando magos sabios participen en el diseño de esos experimentos y sean testigos de los mismos, entonces no dudaré en cambiar de parecer."[12]

Aunque las objeciones expuestas por Gardner pueden merecer réplica por parte de los parapsicólogos, es comprensible la exigencia de máximo rigor en los diseños teóricos y experimentales que se refieren a supuestos que, como es el caso de los fenómenos llamados "psi", podrían obligar a la ciencia positiva a graves rectificaciones. Por otro lado, no debiera olvidarse que importantes páginas de la historia de las ciencias son ejemplos de lamentable resistencia desacertada a tales revisiones y que los fraudes no han quedado fuera de dicha historia. La apertura a replanteamientos, incluso atrevidos, es tan propia del espíritu científico como la necesidad de fundamentar estos debidamente.

Desde esa perspectiva, otro miembro de la comunidad científica, el socio-psicólogo H. J. Eysenck, en obra de autoría común con el parapsicólogo Carl Sargent, escribe que, frente a informes de acontecimientos paranormales, a un lado "se sitúan aquellos que dicen: 'Está bien. Vayamos a echar un vistazo'. Para nosotros, esos son los verdaderos científicos. (...) Al otro lado tenemos a quienes no creen que puedan existir pruebas dignas de ser buscadas. (...) Algunos científicos no desean que lo paranormal sea investigado. Están convencidos en el interior de sus propias mentes de que tales cosas no pueden existir (...) Y aún más: cuando se realiza alguna investigación en el campo de lo paranormal, esas gentes tratan de desacreditar las posibles pruebas conseguidas, a menudo con argumentos (...) que de ningún modo resultan aceptables a la luz de la crítica científica. Rechazamos con firmeza ese escepticismo de andar por casa. En principio, debe ser posible investigar científicamente toda anomalía o anormalidad. Por otro lado (...) Debemos adoptar una postura crítica frente a las pruebas que se nos ofrezcan, e insistir en que esas anomalías 'paranormales' estén apoyadas por hechos innegables. Solo entonces podremos proceder a alterar o desafiar las ideas establecidas por la ciencia. Sin embargo, hay una diferencia crucial entre un punto de vista escéptico y un punto de vista crítico. (...) Nosotros debemos ser (...) críticos, pero no escépticos."[13]

Según los escépticos, cabe la posibilidad de considerar los fenómenos parapsicológicos no como fenómenos reales, sino dentro de la psicología individual y social, en estudios sobre el desarrollo de creencias.

La Psicología mayoritariamente no se adhiere a los postulados de la parapsicología, si bien en 1978 el catedrático de Psiquiatría checo Stanislav Grof, radicado en EE. UU., funda la "Asociación Transpersonal Internacional", impulsando el estudio y la investigación de los estados modificados de la conciencia. Su aporte a la Parapsicología ha sido básicamente el concebir la conciencia no sólo como un mero producto de nuestro cerebro, sino como algo que puede existir de un modo transmaterial y que trascendería por tanto los límites del tiempo y del espacio. Los fenómenos paranormales y los místicos tendrían cabida como objeto de estudio en este nuevo modelo de la psique humana que ha desafiado los postulados establecidos por la ciencia convencional.

Personalidades ilustres

Divulgadores no hispanohablantes Divulgadores hispanohablantes Personajes con supuestas facultades
Madame Blavatsky: teosofólogo Benito Jerónimo Feijoo, escritor Uri Geller
Erich von Däniken: ufólogo, historiador Antonio Álvarez de Linera Grund, filósofo Daniel Douglas Home
Charles Berlitz: ufólogo, triángulo de las Bermudas Germán de Argumosa, escritor, investigador y periodista David Icke
Lafayette Ronald Hubbard: dianético Fernando Jiménez del Oso, psiquiatra Allan Kardec
Allan Kardec: fundador del espiritismo latino José Mª Pilón, S. J., escritor e investigador Nina Kulagina
Emanuel Swedenborg, científico y filósofo Óscar Glez.-Quevedo Padre Pío
Camilo Flammarion, científico Javier Sierra, periodista y escritor Chico Xavier
Ernesto Bozzano: espiritista Juan José Benítez, periodista y escritor Jaime Maussan
Sir William J. Barrett, científico Bruno Cardeñosa, periodista y escritor Fabio Zerpa
Charles Robert Richet, científico Iker Jiménez, periodista y escritor
Sir Oliver Joseph Lodge, científico Fernando Múgica ufólogo
Sir William Crookes, científico
Sir Arthur Conan Doyle, médico y escritor
Henry Steel Olcott: teosofólogo
Arthur Koestler, escritor
Henri Bergson, filósofo
William James, filósofo y psicólogo
C. G. Jung, psicólogo
Alexis Carrel, científico
Elizabeth Kübler-Ross, médico y tanatólogo
Escépticos famosos
David Hume
Immanuel Kant
Harry Houdini
Carl Sagan
Mario Bunge
Martin Gardner
James Randi

Véase también

Referencias

  1. Definición de J. E. Alcock (1981): Parapsychology - Science or Magic? A psychological perspective. Nueva York: Pergamon Press, 1981.
  2. Rýzl, M.: Parapsicología. Trad. A. Gª Fluixá. Ed. Paneuropea de ediciones y publicaciones. Barcelona, 1974, p. 16. ISBN 84-85114-08-6
  3. Rýzl, M., ibid.
  4. Hermitte, M. Esther: Poder sobrenatural y control social en un pueblo maya contemporáneo, 1ª ed. 1970. Derechos reservados por Instituto Indigenista Interamericano.
  5. «Gallup poll shows that Americans’ belief in the paranormal persists», Skeptical Inquirer, consultado el 28 de octubre de 2006.
  6. www.metapsychique.org
  7. Bender, H.: La ola ocultista y la Parapsicología como ciencia, en Schatz, O., et al.: Manual de Parapsicología, trad. C. Gancho, ed. Herder, Barcelona, 1980, pp. 19-20. ISBN 84-254-1078-9; Aizpurua, J.: Historia de la Parapsicología, Edicomunicación, Barcelona, 1989, p. 258. ISBN 84-7672-261-3
  8. Inardi, M.: Historia de la Parapsicología. Trad. A. Osses. Ed. Ariel, Guayaquil (Ecuador), 1976, p. 134
  9. Thouless, R. H.: La investigación parapsicológica. De la especulación a la experimentación. Trad. G. Peña. Ed. El manual moderno, México, 1977
  10. Inardi, M.: Ob. cit., p. 141
  11. Encyclopedia of Occultism & Parapsychology edited by J. Gordon Melton Gale Research, ISBN 0-8103-5487-X
  12. Gardner, M.: Los porqués de un escriba filósofo. Trad. J. Mª Llosa, ed. Tusquets, Barcelona, 1989, pp. 70-71. ISBN 84-7223-131-3
  13. Eysenck, H. J. - Sargent, C.: Los misterios de lo paranormal. Trad. J. Adsuar Ortega. Ed. Planeta, 1984, pp 10-12. ISBN 84-320-4748-1

Véase: Anexo:ramas de la parapsicología

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