Francisco Franco

Francisco Franco
Para otros personajes con este mismo nombre, véase Francisco Franco (desambiguación).
Francisco Franco
Francisco Franco
Francisco Franco con la Cruz Laureada de San Fernando, en 1969.

1 de octubre de 1936[1]  – 20 de noviembre de 1975
Predecesor Miguel Cabanellas
(bando sublevado)
José Miaja Menant
(bando republicano)
Sucesor Alejandro Rodríguez de Valcárcel
(presidente del Consejo de Regencia)
Juan Carlos I
(rey de España)

30 de enero de 1938 – 8 de junio de 1973
Vicepresidente   Francisco Gómez-Jordana Sousa (1938-1939)
Agustín Muñoz Grandes (1962-1967)
Luis Carrero Blanco
(1967-1973)
Predecesor Francisco Gómez-Jordana Sousa (bando sublevado)
Juan Negrín López (bando republicano)
Sucesor Luis Carrero Blanco

Datos personales
Nacimiento 4 de diciembre de 1892
Bandera de España Ferrol (La Coruña), España
Fallecimiento 20 de noviembre de 1975
(82 años)
Bandera de España Madrid, España
Partido FET y de las JONS
Cónyuge Carmen Polo
Hijos Carmen Franco
Profesión Militar
Alma máter Academia de Infantería de Toledo
Religión Católico
Residencia Palacio Real de El Pardo (oficial)
Pazo de Meirás, Sada (privada)
Firma Firma de Francisco Franco

Francisco Franco Bahamonde (Ferrol, La Coruña, 4 de diciembre de 1892Madrid, 20 de noviembre de 1975), conocido como Francisco Franco, el Caudillo, el Generalísimo o simplemente Franco, fue un militar y dictador español, golpista integrante del pronunciamiento militar de 1936 que desembocó en la Guerra Civil Española.

Fue investido como jefe supremo del bando sublevado el 1 de octubre de 1936, ejerciendo como jefe de Estado de España desde el término del conflicto hasta su fallecimiento en 1975, y como jefe de Gobierno entre 1938 y 1973. Líder del partido único Falange Española Tradicionalista y de las JONS, con un régimen fascista en sus comienzos, y más tarde en una dictadura, conocida como franquismo, de tipo conservador, católico y anticomunista. Este cambio se debió a la derrota del fascismo en la Segunda Guerra Mundial. Aglutinó en torno al culto a su persona, a diferentes tendencias del conservadurismo, del nacionalismo y del catolicismo opuestas a la izquierda política y al desarrollo de formas democráticas de gobierno.

Contenido

Introducción

El principio de la carrera militar de Franco quedó marcado por la Guerra del Rif en Marruecos, alcanzando la graduación de general en 1926, siendo la segunda persona más joven en alcanzar ese rango en Europa, después de Napoleón Bonaparte. Durante la Segunda República Española, tras dirigir la Academia Militar de Zaragoza, le fue encomendada en otoño de 1934 la dirección de las operaciones militares para sofocar y reprimir el movimiento obrero armado que había declarado la revolución social en Asturias en 1934. Tras el triunfo del Frente Popular, descubierto el intento de golpe de Estado de varios generales, y existiendo sólo sospechas sobre sus integrantes, el Gobierno alejó de los centros de poder a los generales más proclives a la sedición, destinando a Franco a las Islas Canarias.[2]

En julio de 1936, tras muchas indecisiones, se une al golpe de Estado liderado por el general Sanjurjo y el general Mola contra el gobierno de la Segunda República Española poniéndose al frente del ejército de África. El golpe fracasó y dio lugar a una guerra civil. Tras la muerte de Sanjurjo en un accidente aéreo pocos días después del golpe, ayudado por el prestigio que cosechó con el rápido avance de sus tropas y la toma del Alcázar de Toledo, Franco ve el camino libre para convertirse en líder indiscutible de los sublevados, y siendo designado su jefe de Gobierno el 28 de septiembre de 1936, se autoproclama jefe de Estado.

Después de la victoria en la Guerra Civil del bando sublevado continuó una durísima represión ya iniciada desde principios de la guerra.[3] Durante la Segunda Guerra Mundial, Franco mantuvo una política oficial de neutralidad para pasar a la de no beligerancia a instancias de Mussolini; no obstante, colaboró encubiertamente con el Eje de diversas formas, principalmente permitiendo la escala y el aprovisionamiento de aviones y submarinos en territorio español, y enviando tropas –supuestamente autoorganizadas al margen del gobierno– para combatir junto a los alemanes en la campaña contra la Unión Soviética, la denominada División Azul, así como la mucho menos conocida Escuadrilla Azul. Con anterioridad, Franco y Hitler se habían reunido en Hendaya el 23 de octubre de 1940.

Tras la caída de Alemania e Italia, el régimen franquista sufrió la reprobación de las Naciones Unidas por su demostrada colaboración con el Eje, impidiendo la entrada de España en el recién creado organismo y recomendando la retirada de embajadores. Franco desestimó las críticas internacionales considerando que eran obra de la conspiración masónica.[4] España sufrió un relativo aislamiento internacional roto principalmente por la Argentina de Perón y Portugal (el régimen de Salazar). En 1945, Franco retira las banderas y símbolos nazis y fascistas de los diferentes organismos, apartando del gobierno a los más significados defensores del Eje.[5] En los siguientes años su iniciado régimen totalitario se fue desplazando hacia otras posiciones dictatoriales.

Durante la Guerra Fría, los Estados Unidos, interesados en incluir a España en su línea defensiva, maniobraron para procurar la entrada de España en la OTAN. La oposición de otros países, especialmente Gran Bretaña, obligó a EE. UU. a reconducir su iniciativa y firmar un tratado bilateral que incluyó la instalación de bases militares estadounidenses en territorio español. La firma del tratado supuso un triunfo para Franco ya que con él se iniciaba claramente el desbloqueo internacional. El presidente Eisenhower y, posteriormente, Richard Nixon viajaron a España explicitando así su apoyo a Franco.

Franco intentó instaurar un sistema económico autárquico. El rechazo de las ofertas de crédito británica y estadounidense provocó la escasez de alimentos y materias primas que, sumado a la corrupción y a la generalización del mercado negro, mantuvieron a España en la penuria hasta bien entrados los años cincuenta.[6] Después de 1959, con la entrada en el gobierno de los "tecnócratas" y el abandono de las políticas autárquicas, la economía experimentó una profunda transformación, desarrollándose planes de "estabilización y desarrollo" atendiendo a las recomendaciones internacionales que condujeron a la recuperación económica.[6]

En su última etapa se inició un retroceso en las relaciones internacionales que exigían una apertura a posiciones democráticas. La solicitud española de entrada en la CEE fue rechazada y su posible entrada se vincula a reformas democráticas, el Proceso de Burgos supuso un nuevo descrédito internacional del Régimen. En el interior, los trabajadores agrupados, principalmente en torno a Comisiones Obreras, se mostraban especialmente activos contra el Régimen; la oposición democrática presentaba un frente común al que se sumaron sectores de la economía que consideraron al Régimen como un lastre y sectores de la Iglesia apoyan las reivindicaciones de los trabajadores y a la oposición.[7] ETA y otras organizaciones terroristas también se convirtieron en un problema creciente.[8]

El 14 de octubre de 1975 comienza su último deterioro físico, el 25 de octubre se le administra la extremaunción y, desde entonces, es mantenido vivo por su entorno intentado una solución sucesoria acorde con sus intereses.[9] Franco muere, finalmente, el 20 de noviembre.

Tras su muerte, los mecanismos sucesorios funcionaron y Juan Carlos "aceptando los términos de la legislación franquista" fue investido rey,[10] siendo aceptado con escepticismo tanto por los adeptos al Régimen como por la oposición democrática. Posteriormente, Juan Carlos desempeñaría "un papel central en el complejo proceso de desmantelamiento del régimen franquista y en la creación de la legalidad democrática".[10]

Infancia y formación militar

Francisco Franco nació a las doce y media de la madrugada del 4 de diciembre de 1892 en el número 108 de la calle Frutos Saavedra de Ferrol (actualmente, calle María, situada en el casco histórico de la ciudad), en la provincia de La Coruña.[11] El 17 de diciembre fue bautizado como Francisco Paulino Hermenegildo Teódulo: Francisco por su abuelo paterno, Hermenegildo por su abuela materna y su madrina, Paulino por su padrino y Teódulo por el santo del día.[12] Su padre, Nicolás Franco y Salgado-Araújo, (1855 - 1942, 87 años) era capitán de la Armada, llegando a ser intendente ordenador de la Marina (cargo equivalente a general de brigada), y su madre, María del Pilar Baamonde y Pardo de Andrade (1865 - 1934, 69 años) disfrutaba de una posición social parecida a la de su marido, hija del comisario del equipo naval de la plaza,[13] provenía de una familia que también tenía una tradición de servicio en la Marina. Nicolás, el mayor de los hermanos, seguiría la tradición familiar como oficial de la Marina y diplomático. Su otro hermano, Ramón, fue un pionero aviador que llegó a ser muy conocido por sus hazañas aeronáuticas.

Francisco fue el segundo hijo varón de la familia. No nace en un hogar feliz, los caracteres contrapuestos de sus padres propician el desencuentro de la pareja desde los primeros momentos y acaba en ruptura.

Su padre, Nicolás, fue un hombre librepensador poco dado a los convencionalismos y, habiendo estado destinado en Cuba y Filipinas (en Filipinas tuvo un hijo natural al que reconoció antes de regresar a Ferrol),[14] adquirió los hábitos del oficial de colonias: mujeriego, jugador de casino y aficionado a las juergas y farras nocturnas.[15] Su madre, Pilar, era conservadora, extremadamente religiosa y muy apegada a los usos y costumbres de la burguesía de una pequeña ciudad de provincias. Ambos quedarían decepcionados mutuamente casi inmediatamente después de la boda. Nicolás no tardó en continuar con sus costumbres de oficial de colonias y Pilar se refugió en su religiosidad, resignada al cuidado de los hijos que fueron llegando.[16] El comportamiento de su padre en casa fue autoritario rayando la violencia, siempre malhumorado no admitía que se le contradijese, y los cuatro hermanos, Francisco en menor medida dado su carácter retraído y apocado, sufrieron lo que hoy se consideraría malos tratos. Según el testimonio de su hija Pilar:

Nuestro padre era muy severo con sus hijos en todo lo concerniente a estudiar y cumplir con nuestra obligación. Pero no con palizas y misterios, como aseguran por ahí ciertos escritores sensacionalistas. Me gustaría saber de dónde han sacado tanta barbaridad. Han llegado a decir que en un momento de indignación mi padre quiso cortarle a Nicolás una mano con un cuchillo de cocina... Lo máximo que hizo fue darnos un par de bofetones a tiempo. Yo puedo atestiguar que a mí nunca me puso la mano encima. No porque no lo mereciese alguna vez. A mis hermanos sí, cuando las hacían demasiado gordas. Ahora se dice mucho que no se debe pegar a los niños, pero en aquella época era todo lo contrario; las palizas eran fuertes y frecuentes. ¡Vaya! Y recomendadas hasta por los maestros.[17]

La madre, resignada siempre y de carácter bondadoso, se constituyó en el refugio de los cuatro hermanos, inculcándoles tenacidad y esfuerzo para progresar en la vida y ascender socialmente.[18] Cuando su padre es destinado a Cádiz en 1907 y posteriormente en Madrid, la familia se rompe definitivamente.[19] Ya en Madrid, Nicolás se unió a Agustina Aldana, una joven antítesis de su esposa, con ella vivió, junto con una ahijada sobrina de ésta, hasta que en 1942 le sobrevino la muerte. Sus hermanos visitaron poco a su padre, desconociéndose que Francisco lo visitara en alguna ocasión. Su padre siempre sintió predilección por sus otros hermanos y Francisco fue el que más fuertemente se refugió en su madre. Los caracteres que posteriormente lo identificaron: su desinterés por el sexo, su puritanismo, su moralismo y religiosidad, su alejamiento del alcohol y las farras, todo lo convierte en una antítesis de su padre y lo identifica plenamente con la madre.[20]

En 1898, un acontecimiento histórico puede explicar parte de su rudimentario ideario político. La pérdida de Cuba representa la definitiva caída del que fuera el imperio español. Esto, en una época convulsa en la que frente a un liberalismo elitista no consolidado e inestable se intenta imponer el parlamentarismo democrático basado en el sufragio universal. En España, el siglo XIX estuvo presidido por un prolongado periodo de inestabilidad política y guerras civiles; los intentos liberales chocaron en todos los casos con la reacción del antiguo régimen y la Iglesia. Esta conflictividad política y social, junto con revueltas y guerras civiles, unido a las guerras coloniales, propició un sistema político corrupto e ineficaz en una España empobrecida, atrasada y con fuertes desequilibrios entre clases y regiones.[21] A Franco, como al conservadurismo de gran parte del siglo XX, pudo serle fácil identificar la grandeza del imperio perdido, con los antiguos regímenes autoritarios, y el desastre de su pérdida, con las nuevas posiciones liberales.

En 1898 Franco cuenta cinco años de edad; la pérdida de Cuba habría pasado inadvertida para él de no ser por la reacción que suscitó en la sociedad española, que se prolongaría durante su infancia y primera juventud. La gran derrota naval se vivió en España como una humillación infligida por una nación emergente a una gran nación imperial.[22] En los ambientes militares (y Ferrol era una ciudad con un fuerte componente militar y concretamente naval) y en parte de la población, la resistencia ofrecida por una flota obsoleta y mal pertrechada se consideró resultado del heroísmo de unos militares que lo dieron todo por la patria; y la derrota, producto de la irresponsable actitud de unos políticos corruptos que descuidaron a su ejército. El ejército, sin imperios de ultramar que defender, forzó, también como medio de lavar la derrota sufrida, las posteriores intervenciones en Marruecos, generalizándose en su seno un patriotismo exacerbado y un sentimiento de superioridad frente a la población civil, viendo en el afloramiento de los nacionalismos (principalmente el nacionalismo catalán, promovido por las elites catalanas que perdieron el mercado cubano) y en el fortalecimiento del pacifismo de la izquierda, elementos disolventes de la nación.[23] [24]

Franco en su infancia pudo ser blanco de las burlas y mofas de los otros muchachos por su corta estatura y voz atiplada. En la academia así fue, se conoce cómo en una ocasión le segaron el cañón del fusil quince centímetros y le obligaron a desfilar con él. Siempre se le conoció por un diminutivo: en la infancia, muy delgado y de aspecto enfermizo, le apodaron cerillito y en la academia: Franquito, teniente Franquito, comandantín,... Todavía en 1936 cuando el general Sanjurjo reprochó su falta de decisión frente al levantamiento, lo haría en estos términos: «Franquito es un cuquito que va a lo suyito», siendo apodado por los confabulados, cansados de sus vacilaciones, "miss Canarias 1936".[25] En sus memorias, Manuel Azaña también terminará llamándole Franquito.[26]

Según el testimonio de uno de sus compañeros de colegio «era siempre el primero en llegar y se ponía delante, solo. Esquivaba a los demás». Se reconoce en los hermanos una desmedida ambición, acrecentada en el caso de Francisco. Ambición que pudo verse fomentada por el entorno familiar.[27]

Al cumplir 12 años, junto a su hermano Nicolás y su primo Pacón, entra en una escuela de preparación naval dirigida por un capitán de corbeta con la esperanza de, posteriormente, ingresar en la Armada. Su hermano logró en 1906 ingresar en la Escuela Naval de la Armada, pero él y su primo, al intentarlo el año siguiente, vieron negada tal posibilidad. Ese mismo 1907, a los 14 años de edad, junto a su primo, ingresa en la Academia Militar de Infantería de Toledo.[28] Franco recordará con amargura su incorporación a la Academia al ser blanco de las (por aquél entonces inevitables) novatadas: «Triste acogida que ofrecían a los que veníamos llenos de ilusión a incorporarnos a la gran familia militar».[29] En la academia será uno del montón que obtendrá el puesto 251 entre los 312 de su promoción.[30]

Carrera militar

Mis años en África vienen a mí con indudable fuerza. Allí nació la posibilidad de rescate de la España grande. Allí se fundó el ideal que hoy nos rinde. Sin África, yo apenas puedo explicarme a mí mismo, ni me explico cumplidamente a mis compañeros de armas.
Franco al periodista Manuel Aznar, 1938.[31]

Franco tuvo que insistir con su petición de un destino en África al serle denegada en primera instancia, probablemente por su mediocre calificación en la academia militar. Es destinado a Ferrol, su ciudad natal, donde pasó dos años hasta ser admitida su petición (en estos dos años se refuerza su amistad con Francisco Franco Salgado y Camilo Alonso Vega, personas que permanecerán siempre a su lado).[32] Ya en África, en el transcurso de los diez años y medio que permaneció allí, logró una vertiginosa ascensión hasta alcanzar el generalato, convirtiéndose en el general más joven de Europa en aquella época,[33] adquiriendo una gran popularidad entre la burguesía española y un prestigio dentro del ejército que le permitió, aun con su juventud, disfrutar de un estatus de igualdad con los más consolidados generales, siendo uno de los militares con mayor ascendencia entre la población en una época clave de la historia de España: la II República.[34]

La guerra de África agravó la fractura entre Ejército y sociedad civil,[35] era rechazada por las clases populares a las que les suponía una sangría de miles de muertos, jóvenes de estas familias que no podían pagar la «cuota» que los librara del servicio militar,[36] En 1909 fue el detonante de la Semana Trágica y en 1911 crecen las protestas ante el recrudecimiento de las campañas en Marruecos.[37] Siendo, estas protestas, vistas desde el ejército como anti patrióticas.

Cuando Franco llega a África se incorpora a un conflicto donde se entrecruzan los intereses de, principalmente, España, Francia e Inglaterra; en el que España se involucra con temeridad por las presiones de un ejército que quiere resarcirse de las derrotas sufridas en las colonias de ultramar y una oligarquía financiera con intereses, principalmente mineros, en el Magreb.[38] También se incorpora a una casta dentro de otra castra: la casta africanista de la ya casta militar.

En África ya habían muerto miles de soldados y centenares de oficiales. Era un destino arriesgado y, también, un destino en el que las políticas de ascensos por méritos de guerra permitían una rápida carrera militar. Se incorpora a un ejército con un equipamiento deficiente y anticuado, una tropa desmotivada y una oficialidad poco capacitada que repite tácticas que ya fracasaran en las anteriores guerras coloniales.[39]

Primer periodo en África: los Regulares indígenas

El 17 de febrero de 1912 llega a Melilla en compañía de su compañero de promoción, Camilo Alonso Vega, y su primo Pacón. Sus primeros cometidos en África fueron operaciones rutinarias; entre otras, establecer contacto entre diferentes puestos fortificados o la protección de las minas de Banu Ifrur. El 13 de junio de ese mismo año asciende al empleo de teniente, cuenta con 19 años de edad y será el único ascenso que obtendrá por escalafón; los demás los obtendrá por méritos de guerra. A petición propia, el 15 de abril de 1913, se le destina al Regimiento de Regulares indígenas, unidad de choque recientemente formada por Dámaso Berenguer y formada por mercenarios moros.

El 12 de octubre de 1913 recibe la Cruz al Mérito Militar de primera clase por su victoria en un combate el 22 de septiembre anterior y el 1 de febrero de 1914 es ascendido a capitán por su valor en la batalla de Beni Salem (Tetuán). En esta primera etapa en África demostró valor y capacidad táctica.[40] En los combates se distinguió por su arrojo y belicosidad. Era «entusiasta de las cargas a la bayoneta para desmoralizar al enemigo»[41] y asumió elevados riesgos encabezando el avance de su unidad. También, ayudado por ese coraje, logró que las unidades a su mando se distinguieran por su disciplina y avance ordenado, «ganándose una reputación de oficial meticuloso y bien preparado, interesado en la logística, en abastecer a sus unidades, en trazar mapas y en la seguridad del campamento».[42] También, ya en aquella época, muestra un carácter imperturbable y hermético que le acompañará durante toda la vida.[43]

Años más tarde, reconoció que la noche en la que se incorporó a su unidad en África, durmió con el arma en la mano; la tropa le inspiró una fuerte desconfianza.[44] Franco no se vería obligado a desarrollar una depurada estrategia ni tácticas de guerra elaboradas (dotes que ni en aquella época proporcionaba la formación en las academias militares españolas ni se le reconocería en su trayectoria militar): los rifeños no eran estrategas ni estudiosos de las tácticas de combate modernas; el desafío se encontraba en contrarrestar su belicosidad; acostumbrados a rafias entre tribus y contra los ocupantes de turno, ponían en estos combates su vida: «Hombres acostumbrados a carreteras, a caminos o, cuando menos, a senderos de montaña; hombres, además, recién llegados de un ambiente en que la guerra se miraba como algo intolerable; hombres, finalmente, que nunca habían luchado y, al otro lado, gentes no sólo acostumbradas a pelear sino para quienes la guerra estaba conectada con el pan de cada día». (Martínez Campos),[45] Franco, primero al mando de los Regulares indígenas y después al de la Legión, instauró una disciplina férrea, implacable con la insubordinación (en su etapa en la Legión, preocupado por una ola de indisciplina, reclamó a Millán Astray la autorización para poder recurrir al fusilamiento. Millán Astray le respondió que las penas de muerte debían dictarse únicamente atendiendo a las estrictas ordenanzas recogidas en el código de justicia militar. Días más tarde formó el pelotón de fusilamiento después de que un legionario se negase a comer y lanzara la comida a un oficial. Lo fusiló e hizo desfilar al batallón frente al cadáver). También, si no se le reconoce ninguna inquietud intelectual, sí mostró un gran interés por formarse en todo lo concerniente a su profesión militar. Se le reconoce un cierto aislamiento de sus compañeros, ocupando su tiempo libre en la lectura de tratados militares.

Miembros de su tropa llegaron a decir que con Franco al frente no perdían las batallas y el salir ileso de las refriegas (en los dos años y medio primeros de su paso por los Regulares, 35 de los 41 de sus compañeros oficiales habían resultado muertos o heridos)[46] le invistió de un halo de invulnerabilidad ante los indígenas que lo calificaron como hombre con baraka (hombre con buena suerte).[47] Franco pudo advertir que los mandos únicamente conseguían el respeto de la tropa si demostraban valentía, y que el elevado número de deserciones, incluso los amotinamientos, guardaban una estrecha relación con el fracaso de las operaciones, la derrota o la retirada.[48] El cabalgar sobre un caballo blanco, cuando tuvo derecho a ello, lo hizo bien visible para su tropa.

También se distinguió por su preocupación en abastecer a su tropa en un ejército que la descuidaba por completo. En África (como en anteriores guerras coloniales) se producían más muertes como consecuencia de enfermedades que por los enfrentamientos armados.[49]

En 1916, en una rafia en El-Biutz (entre Ceuta y Tánger) fue herido en el bajo vientre, una herida grave que pudo causarle la muerte y que lo mantuvo varios meses hospitalizado en Ceuta (sus padres, ya separados, viajaron a Ceuta para asistirle en su convalecencia).

Era norma no escrita que las heridas de guerra se recompensaran con un ascenso, ascenso que le fue negado y que Franco logró tras insistir en todas las instancias hasta llegar al Rey Alfonso XIII. El 28 de febrero de 1917 es nombrado comandante con efectos retroactivos de 29 de junio de 1916, convirtiéndose en el comandante más joven de España.[50] Sin embargo, no consiguió que le concedieran la Laureada de San Fernando (máximo galardón en el ejército español) a la que también estaba propuesto. Años más tarde, ganada la Guerra Civil, ya como caudillo de España, se la concedió a sí mismo.[51]

Interludio en Oviedo

Sin encontrar destino en África tras el ascenso a comandante, es destinado a Oviedo, donde llega ya con una cierta aureola de héroe. Allí se hospeda en el hotel París y entabla amistad con el que más tarde será su más dedicado hagiógrafo Joaquín Arrarás Iribarren. Es en el transcurso de esta estancia en Oviedo cuando conoce a la que más tarde será su mujer Carmen Polo y Martínez Valdés.

Durante los tres años que estuvo destinado en la península se suscita el enfrentamiento dentro del ejército entre peninsulares y africanos, los primeros consideraban abusivos los ascensos por méritos de guerra y denunciaban el favoritismo con el que el rey trataba a los africanos,[52] y los segundos, entre ellos Franco, consideraban estos ascensos necesarios para premiar la arriesgada labor de los oficiales en África y la profesionalidad de unos oficiales que se encontraban en la «mejor escuela práctica por no decir la única de nuestro ejército» español.[53] También vive la huelga general del 10 de agosto de 1917. El ejército reprime a los huelguitas y, aunque en el resto de España es sofocada en una semana, en Asturias, los mineros se hicieron fuertes y prolongaron los disturbios durante casi veinte días. Franco dirigió la represión allí, la casualidad quiso que se encontrara en el lugar de mayor conflictividad. Aunque algunos biógrafos sostienen que aquella fue una represión especialmente brutal que anticipaba su comportamiento posterior, lo cierto es que aun siendo brutal, no lo debió ser más que la ejercida en otras regiones dado que no existen documentos de la época que la destaquen del resto.[54] Sí, al dirigir la represión en la región más conflictiva, le proporcionó un plus de notoriedad.

Segundo periodo en África: la Legión

En sus biografías se reconoce la gran influencia que Millán Astray pudo ejercer sobre el joven Franco. Su aspecto llegó a ser impactante: manco, sin un ojo, parte de la mandíbula destrozada y cara y cuerpo cosidos de cicatrices. Personaje histriónico que fundó la Legión a imagen de la Legión Extranjera francesa, reclutando a proscritos sin importar su nacionalidad, a los que les redimiría su permanencia en la Legión: «Os habéis levantado de entre los muertos, porque no olvidéis que vosotros ya estabais muertos, que vuestras vidas estaban terminadas. Habéis venido aquí a vivir una nueva vida por la cual tenéis que pagar con la muerte. Habéis venido a morir».[55] Astray y Franco se conocieron cuando este último asistió en Valdemoro (Madrid) a un curso de perfeccionamiento de tiro (de septiembre a octubre de 1919). Astray estaba en el intento de crear lo que llegó a ser la Legión, acababa de estar en Francia para estudiar a su homónima, y en junio de 1920 le propuso a Franco que fuese su segundo jefe. Franco no dudó en aceptar, volvía a África como eran sus deseos y lo hacía en un cuerpo al que podría exigir a su tropa más incluso que a los Regulares indígenas.

La Legión (de nombre oficial: Tercio de Extranjeros) se fundó el 31 de agosto de 1920. El 27 de septiembre Franco es nombrado jefe de su primera bandera (la constituían tres banderas o batallones) y el 10 de octubre llegan los primeros legionarios (200) a Ceuta. Esa misma noche, los legionarios aterrorizaron a la ciudad. Murieron asesinados una prostituta y un cabo de guardia, y la refriega posterior produjo dos muertos más.[56]

La Legión se distinguió por su férrea disciplina, la brutalidad de los castigos que se imponían a la tropa y, en el campo de batalla, por constituirse en fuerza de choque. A cambio, como válvula de escape, se les disculpó abusos cometidos contra la población civil.[57] También se distinguió por la brutalidad ejercida contra el enemigo vencido. Se practicó el ensañamiento, la decapitación de prisioneros y la exhibición de sus cabezas cortadas como trofeos.[58]

En 1921, el desastre de Annual, que supuso la muerte de más de 8.000 españoles, con las tropas huyendo en desbandada y los Regulares indígenas pasando a las filas de Abd el-Krim, supuso para la recién creada Legión su prestigio en la península al ser la primera fuerza en llegar a Melilla, consolidar la plaza y aún recuperar algunas posiciones. Las noticias de la brutalidad ejercida por la Legión en sus acciones llegaron a la península y tal brutalidad fue acogida con entusiasmo por gran parte de la población que la consideraron el justo castigo a los rifeños; en contraposición, se demandan responsabilidades a los oficiales que con su ineptitud fueron la causa del desastre.

Franco, que comandaba la bandera que por sorteo fue la encargada de socorrer a Melilla, vuelve a estar en el centro de un acontecimiento de gran resonancia, y por contraste («El desastre de Annual reforzó el pacifismo de izquierda y mermó la reputación del ejército y el rey»[59] ), aumenta su prestigio, convirtiéndose en un héroe ante la opinión pública. Franco continuará hasta enero de 1922 en tareas de recuperación y consolidación de una parte de las posiciones perdidas. Es nuevamente condecorado y propuesto para el ascenso a teniente coronel por Sanjurjo, ascenso que le fue denegado al estar pendiente la investigación por los sucesos de Annual. El rey lo nombró «gentilhombre». En los permisos que solicita y aprovecha para viajar a Oviedo y visitar a la que será su mujer, es recibido como un héroe, siendo invitado a banquetes y celebraciones de la aristocracia local.

En 1922 se publicó un libro firmado por Franco (aunque tras la firma pudo estar el periodista Juan Ferragut) Diario de una Bandera, único libro completo con su firma. Narra acontecimientos vividos es esa época en África.[60]

Millan Astray, tras unas declaraciones que respondían airadamente a la indignación de la sociedad española y la creación de una comisión de investigación para depurar las responsabilidades de los mandos africanos (comisión Picasso), fue destituido como comandante de la Legión, accediendo a su mando el teniente coronel Valenzuela, hasta entonces al mando de una de sus banderas. Muerto este en combate, Franco es ascendido a teniente coronel, sucediéndole en el mando de la Legión.

El 13 de octubre de 1923 regresa de permiso a la península para contraer matrimonio. Deteniéndose antes en Madrid para visitar al rey Alfonso XIII, este accede a ser su padrino y el 22 de octubre, la pareja Francisco Franco y Carmen Polo entran en la iglesia de San Juan de Oviedo bajo palio acompañados del gobernador militar en representación del rey.

En los años siguientes, al mando de la Legión, Franco aún protagonizó diversos éxitos militares, entre ellos el desembarco de Alhucemas, aumentando su prestigio y proporcionándole sucesivamente los ascensos a coronel y general de brigada.

El 13 de febrero de 1926, cuando Franco es ascendido a General de brigada cuenta 33 años. Pero no solo Francisco, su hermano menor Ramón es también un héroe, en su caso de la aviación. Los franco ocupan la prensa de la época: Francisco como el general más joven de Europa y Ramón como el primer piloto español que cruza el Atlántico (en el hidroavión Plus Ultra en compañía de, el más tarde cofundador de La Falange, Julio Ruiz de Alda). Ferrol, la ciudad natal de los hermanos, los festejó celebrando sus hazañas.

Franco regresa a la península, se crea la Academia Militar de Zaragoza y se le encarga su dirección, lo que supuso un éxito personal y de los africanistas. El 14 de septiembre de 1926 nace su única hija María del Carmen.

Franco en su periodo en África entró a formar parte del grupo africanista del ejército español, grupo que jugaría un papel fundamental en las conspiraciones contra la II República española. Los africanistas se constituyeron en un grupo muy cohesionado, se mantuvieron siempre en contacto y se apoyaron mutuamente frente a los oficiales peninsulares, conspiraron contra la república desde sus inicios y, posteriormente, comandaron la sublevación del 18 de julio de 1936 que condujo a la guerra civil. Sanjurjo, Mola, Orgaz, Goded, Yagüe, Varela,… y el propio Franco fueron destacados africanistas y los principales promotores del golpe de Estado. Franco en aquella época ya era consciente de su posición privilegiada:

Desde que se me hizo general a los 33 años, se me colocó en vías de grandes responsabilidades para el futuro
Notas autobiográficas.[61]

Durante la Segunda República Española

He recibido muy bien al general [Franco]. Le digo que me dio un disgusto con su proclama y que no la pensó bien. Pretende sincerarse, un poco hipócritamente. [...] Hace protestas de lealtad, y aunque lo han buscado, ha dicho que respeta al régimen como respetó a la monarquía.
Manuel Azaña, memorias (21 de agosto de 1931)[62]

Tras la promulgación de la II República, Franco estuvo tentado de intervenir en Madrid con los cadetes en defensa de Alfonso XIII, pero comunicándole su intención al general Millán Astray, éste le hizo partícipe de una confidencia del general Sanjurjo, según la cual, no se contaba con los apoyos suficientes; principalmente, no se contaba con la Guardia Civil. Esto le hizo desistir. Al día siguiente, el día 15 de abril, Franco dictaba una orden a los cadetes: "Si en todos los momentos han reinado en este centro la disciplina y el exacto cumplimiento en el servicio, son aún más necesarios hoy, en que el Ejército necesita, sereno y unido, sacrificar todo pensamiento e ideología al bien de la nación y a la tranquilidad de la Patria".[63] Franco desde esos primeros momentos se mostró reticente a la República; y en julio, pasados tres meses, cuando Manuel Azaña (entonces Ministro de Defensa), dentro de sus acciones que conducían a reducir los gastos del Ejército,[64] cierra la Academia Militar de Zaragoza, en su discurso de clausura se posicionó abiertamente contra ella. Azaña incluyó una nota desfavorable en su hoja de servicios; y cerrada la academia, Franco se encontró en situación de disponible forzoso durante los siguientes ocho meses, hasta que en febrero de 1932 se le destinó a La Coruña como jefe de aquella brigada de Infantería.

En julio de 1932, cuatro semanas antes de la Sanjurjada, Sanjurjo se entrevistó en secreto con Franco para pedirle su apoyo en el pronunciamiento. Franco no se lo dio, pero fue tan ambiguo, que Sanjurjo pudo llegar a pensar que dado el golpe, podría contar con él.[65] La entrevista fue en Madrid, de regreso a La Coruña, Franco pidió un permiso para ausentarse de su puesto durante unos días y acompañar a su esposa y a su hija en un viaje por las Rías Bajas coincidiendo con las fechas previstas para el pronunciamiento. El permiso le fue denegado al tener que ausentarse el general de División de la plaza. En el momento del pronunciamiento, Franco se encontraba en La Coruña asumiendo, en funciones, el mando de la plaza no uniéndose a los sublevados. Fracasado del golpe, Sanjurjo fue enviado a consejo militar y solicitando a Franco que lo defendiera, éste se negó.[66]

En febrero de 1933, tras quejarse Franco de haber perdido puestos en el escalafón, Azaña lo destinó a las islas Baleares. Este destino significaba un ascenso, era un destino que normalmente habría correspondido a un general de División y bien podría formar parte de los esfuerzos de Azaña por atraer a Franco a la órbita republicana, recompensándole por su pasividad durante la Sanjurjada:[66]

He recibido en el ministerio al general Vera, que manda la 8ª división. Me dice que el general Franco está muy enojado por la revisión de ascensos. De hacer el número uno de los generales de brigada, ha pasado a ser el veinticuatro. Es lo menos que ha podido ocurrirle. Yo creí durante algún tiempo que aún descendería más. Se propone elevar una instancia suplicando que se revise su caso. Voy a enviarlo a mandar Baleares, donde estará más alejado de tentaciones.
Diario de Manuel Azaña, 8 de febrero de 1933.[67]

El 19 de noviembre y 3 de diciembre de 1933 se celebraron elecciones generales que dieron la victoria a la formación de derechas CEDA de Gil-Robles. El nuevo Gobierno, a finales de marzo de 1934, ascendió a Franco a general de División, alcanzando así el techo de su carrera militar, ya que la República había suprimido el empleo de teniente general.

Revolución de Asturias

Artículo principal: Revolución de Asturias de 1934

El triunfo de la derecha en las elecciones de 1933 propició que la coalición Radicales-CEDA emprendiera la anulación de las reformas que tímidamente se habían iniciado.[68] Paralelamente, en la formación socialista los moderados fueron desplazados por los miembros más radicales. Besteiro se vio marginado y Largo Caballero e Indalecio Prieto adquirieron todo el protagonismo.[69] Los historiadores han denominado a este periodo hasta finales de 1935 "el bienio negro", para señalar que fueron años reaccionarios y marcados por el fascismo.[70] El agravamiento de la crisis económica, el retroceso de las reformas y las radicales proclamas de los líderes de la izquierda crearon un ambiente de sublevación popular. En las zonas donde los anarquistas eran mayoría se sucedieron las huelgas y los enfrentamientos de trabajadores con las fuerzas de Orden Público. En Zaragoza, un conato de insurrección, en el que se levantaron barricadas y se ocuparon edificios públicos, fue sofocado con la intervención del Ejército.

El 26 de septiembre de 1934 se anunció la formación de un nuevo gobierno presidido también por Lerroux al que se incorporaron tres miembros de la CEDA. La actitud revanchista del anterior gobierno Lerroux y la identificación de la CEDA con posiciones fascistas[71] [72] provocó la reacción de la izquierda. La UGT, los comunistas y los nacionalistas catalanes convocaron una insurrección que se materializó en diversas zonas del país como Cataluña, el País Vasco y, principalmente Asturias, donde se unió la CNT. Si en otros lugares fue sofocada con relativa facilidad, no ocurrió así en Asturias. Los mineros asaltaron la fábrica de armas de Trubia, ocuparon los edificios públicos (a excepción de la guarnición de Oviedo y la Comandancia de la Guardia Civil de Sama) y detuvieron la columna del general Milans del Bosch que acudió desde León. Se cometieron asesinatos, principalmente de sacerdotes y guardias civiles, se quemaron iglesias y se saquearon edificios oficiales.[73]

Franco se había convertido en el general más valorado por los sectores de la derecha, el haber estado alejado del anterior gobierno de izquierdas, permitió que no se le identificase como afecto a la República, y, tras la formación del gobierno Lerroux, se vio privilegiado por su ministro del Ejército Diego Hidalgo (quien lo propuso para el ascenso de general de División). En septiembre se encontraba, invitado por Hidalgo, en las maniobras que se realizaron en la provincia de León. Cuando el 4 de octubre estalló la insurrección, Hidalgo requirió a Franco para que, como asesor y desde Madrid, coordinase las operaciones.[74] Se hizo venir a la Legión y a los Regulares de África, una fuerza de 18.000 soldados que, al mando del coronel Yagüe, se integraron con otras unidades traídas de León, Galicia y Santander bajo el mando supremo del general López Ochoa. Las fuerzas traídas de África y dirigidas por Yagüe se distinguieron por su especial crueldad. La represión fue despiadada, y las tropas extranjeras, con el beneplácito de sus jefes, se dedicaron al pillaje, con una brutalidad que dejó atónitos a los mineros sublevados.[75]

La insurrección y su posterior represión provocaron más de 1.500 muertes,[69] abriendo una brecha entre la derecha y la izquierda que no lograría superarse. Los muertos de uno y otro lado alimentaron el odio y el rencor en ambos bandos.

El 15 de febrero de 1935 el Gobierno le concedió la Gran Cruz del Mérito Militar y le nombró jefe de las tropas de Marruecos. Sólo tres meses después de tomar posesión de su cargo en África, tras otra crisis política que propicia una nueva remodelación del Gobierno, y entrando Gil-Robles como ministro de la Guerra, Franco regresa a la península nombrado jefe del Estado Mayor, cargo de máximo prestigio que desempeñará hasta el triunfo del Frente Popular en febrero de 1936.

Elecciones generales de 1936

A finales de 1935 la corrupción del gobierno Lerroux es destapada por el caso straperlo. El presidente Alcalá Zamora le exige la dimisión, cae el gobierno y deben convocarse nuevas elecciones. Con la caída del gobierno, ante la expectativa de unas elecciones en las que existe la posibilidad de que las gane la izquierda, arrecian los movimientos en contra de la República. La CEDA y sectores del Ejército conspiran para impedir la consulta mediante un golpe de Estado. Franco es requerido desde sectores militares y civiles para que participe en el complot; pero éste, sin rechazarlo, no se une al mismo, manteniendo una posición ambigua. Se conoce el encuentro que tuvo con Primo de Rivera, jefe de la Falange, días antes de las elecciones por las memorias de Serrano Súñer, amigo de ambos:

Fue una entrevista pesada y para mí incómoda. Franco estuvo evasivo, divagatorio y todavía cauteloso. Habló largamente; poco de la situación de España, de la suya y de la disposición del Ejército, y mucho de anécdotas y circunstancias del comandante y el teniente coronel tal,... [...] José Antonio quedó muy decepcionado y apenas cerrada la puerta del piso tras la salida de Franco (habíamos tomado la precaución de que entraran y salieran por separado) se deshizo en sarcasmos hasta el punto de dejarme a mí mismo molesto, pues al fin y al cabo era yo quien los había recibido en mi casa. "Mi padre –comentó José Antonio- con todos sus defectos, con su desorientación política era otra cosa. Tenía humanidad, decisión y nobleza. Pero estas gentes..."
Memorias, Serrano Súñer.[76]

En enero de 1936, los rumores de la preparación de un golpe militar y su supuesta participación en el mismo se extendieron hasta llegar a conocimiento del presidente del Consejo Provisional Manuel Portela. Portela envió al director general de Seguridad Vicente Santiago al ministerio de la Guerra para que se entrevistase con Franco; éste, todavía jefe del Estado Mayor, se mostró nuevamente esquivo, manifestándole que no conspiraría hasta que no existiese un "peligro comunista en España".[77]

Las elecciones del 16 de febrero de 1936 fueron ganadas por el Frente Popular. Tanto Franco como Gil-Robles, de manera coordinada, trabajaron incansablemente para revocar la decisión de las urnas. El 17 de febrero a las tres y cuarto de la madrugada, nada más conocerse los resultados, Gil-Robles se dirigió al ministerio de la Gobernación y, entrevistándose con Portela, intentó convencerle para que suspendiera las garantías constitucionales y decretara la ley marcial.[78] Paralelamente Franco, esa noche, telefoneó al director de la Guardia Civil el general Pozas quien se mostró contrario a la iniciativa. Posteriormente presionó al ministro de la Guerra, el general Nicolás Molero, para que impusiera la ley marcial y obligara a Pozas a sacar a la Guardia Civil a la calle.

A la mañana siguiente se reunió el Gobierno para debatir sobre la implantación de la ley marcial. Resultado de la reunión fue la declaración del estado de alarma durante ocho días y otorgar a Portela la potestad de declarar la ley marcial en el momento que lo estimase oportuno. Franco, aprovechando el conocimiento que tuvo de la potestad otorgada, como jefe del Estado Mayor, envió órdenes a las diferentes regiones militares. Zaragoza, Valencia, Alicante y Oviedo decretaron el Estado de Guerra, otras capitanías se mostraron indecisas; pero, principalmente, al no sumarse la Guardia Civil a la intentona, ésta se vio frustrada. Ante el fracaso, cuando Franco por fin vio al jefe de gobierno por la tarde, hábilmente jugó a dos bandas. En los términos más corteses, Franco le dijo a Portela que, ante los peligros que constituía un posible gobierno del Frente Popular, le ofrecía su apoyo y el del Ejército si permanecía en el poder.[79]

Tras las elecciones, y superados estos incidentes, Azaña fue nombrado presidente del Gobierno. Historiadores coinciden en que Azaña no advirtió la magnitud de la conspiración minusvalorándola. Conocía la existencia del complot aunque no conociera los detalles ni exactamente sus participantes, también sabía el ambiente conspirador presente en la derecha y en sectores del Ejército; y entre las escasas medidas que tomó, una fue la de alejar de los centros del poder a aquellos generales que consideraba más proclives al pronunciamiento. El general Goded fue destinado a las islas Baleares y Franco, perdiendo la jefatura del Estado Mayor, fue enviado como comandante general a las islas Canarias.[80] Franco lo consideró como un destierro.

Como hubo que repetir las elecciones en dos circunscripciones, Cuenca y Granada, la CEDA ofreció a Franco un puesto en las listas de Cuenca que le garantizaba salir elegido. Franco ya estuvo tentado de presentarse a diputado en las elecciones del 1933. Sea que le atrajera la actividad política o que quisiera adquirir la inmunidad parlamentaria, Franco aceptó; pero presentándose en esa misma lista José Antonio Primo de Rivera, éste no admitió compartir lista con Franco y lo vetó. Serrano Súñer viajó a Canarias, se supone que con la misión de convencerle para que se retirase; el resultado del viaje fue que Franco renunció a presentarse.[81]

Conspiración

Desde sus comienzos, la República estuvo amenazada por tramas de conspiración. Franco fue requerido para participar en estas conspiraciones mostrándose siempre indeciso y ambiguo. El verano de 1933, el general Sanjurjo, desde la cárcel diría: "Franquito es un cuquito que va a lo suyito". En 1936 no habría cambiado de opinión: "Franco no hará nunca nada porque es un cuco".[82] Las memorias de Serrano Súñer revelan la exasperación que produjo en José Antonio Primo de Rivera su indeterminación. Y en junio de 1936 sus compañeros, los generales implicados en la conspiración, se referían a él como "Miss Islas Canarias 1936" para significar sus vacilaciones e indecisión:[83]

La imprecisión, vacilaciones y coqueteos políticos de Franco llegaron a enfurecer de tal manera a Mola y al grupo de conspiradores de Pamplona que éstos acabaron llamándole en privado con el mote de "miss Islas Canarias 1936".
José Mª Iribarren, conversación con Stanley G. Payne en Pamplona el 25/11/1958.[84]

Tras el triunfo del Frente Popular en febrero de 1936 estas tramas conspiratorias convergen y adquieren fuerza. Fracasados los esfuerzos para proclamar la ley marcial que anulase las elecciones, los conspiradores continuaron reuniéndose. El 8 de marzo, un día antes de que partiera con destino a las Islas Canarias (más concretamente a la isla de Tenerife), Franco asistió a una reunión con otros generales en el domicilio del corredor de bolsa José Delgado, amigo de Gil-Robles. Entre otros, se reunieron Mola, Fanjul, Varela y Orgaz, así como el coronel Valentín Galarza, jefe de la UME (Unión Militar Española). Los reunidos decidieron que el golpe lo comandara Sanjurjo, Franco se limitó a sugerir astutamente que cualquier pronunciamiento debería carecer de etiqueta determinada alguna. No contrajo compromisos firmes.[85] De una u otra forma, se había visto involucrado en la conspiración contra el Frente Popular desde un comienzo, y, sin embargo, se mostraba muy reticente a comprometerse en cualquier propuesta específica de revuelta armada.[86]

Con Franco en Canarias, la sublevación sigue su curso. Mola, designado por Sanjurjo, se encargó de coordinar los preparativos. En abril dio su primera instrucción en la que incluía los métodos que debería seguirse en el momento del golpe: Se tendrá en cuenta que la acción ha de ser en extremo violenta, para reducir lo antes posible al enemigo, que es fuerte y bien organizado. Desde luego, serán encarcelados todos los directivos de los partidos políticos, sociedades o sindicatos no afectos al Movimiento, aplicándose castigos ejemplares a dichos individuos, para estrangular los movimientos de rebeldía o huelga.[87] Los dos próximos meses, Mola los dedicará a preparar el golpe de Estado.

Franco, informado puntualmente de la conspiración, en todo momento se mostró reticente. Según Paul Preston, La idea de no poder dar marcha atrás ni cambiar de opinión debía ser para él poco menos que una de las torturas del infierno. Ante el entusiasmo del general Orgaz, Franco le comentaría: Estás realmente equivocado, va a ser enormemente difícil y muy sangriento. No contamos con todo el ejército, la intervención de la Guardia Civil se considera dudosa y muchos oficiales se pondrán del lado de la autoridad constitucional, algunos porque es más cómodo; otros, a causa de sus convicciones. No se debe olvidar de que el soldado que se rebela contra la autoridad constitucional nunca puede echarse atrás ni rendirse, porque será fusilado sin pensárselo dos veces.[87]

Mola, en un segundo comunicado, el 25 de mayo, concretaba las estrategias para el levantamiento en las diferentes regiones militares. En ese momento, Franco todavía se muestra indeciso. El 30 de mayo un emisario de los conspiradores llegó a Canarias para asegurar su participación y que abandonase "tanta prudencia". El coronel Yagüe le dijo a Serrano Súñer que le desesperaba la mezquina cautela de Franco y su negativa a correr riesgos.[88] Mola también se sintió molesto, consideraba que la participación de Franco, con su prestigio entre la derecha española y en el Ejército, era imprescindible para el éxito del pronunciamiento.

La situación social se agravó en estos meses. El paro se disparó y las dificultades para hacer avanzar las reformas frustraban las expectativas que suscitó el triunfo del Frente Popular. Los enfrentamientos en la calle se multiplicaron. La Falange practica su táctica de acoso e intenta crear un clima de terror. La Falange y los anarquistas practican la "acción directa". Una locura asesina a la que el tiempo otorgará la dimensión de suicida se apodera de los anarquistas y los campesinos pobres.[89] El odio y el temor al adversario se hizo presente lo mismo en la izquierda como en la derecha. La inacción del Gobierno ante la violencia y el catastrofismo de la prensa y los líderes derechistas alimentaron el pánico de las clases media y alta a la amenaza comunista.[90] Y la oligarquía financiera y los terratenientes se retiraban, algunos a Biarritz o París, permaneciendo a la expectativa o sumándose con su financiación a la conspiración.

Los rumores de la conspiración debieron llegar al Gobierno, pero éste, como en el caso de la violencia, no actuó con la suficiente firmeza.[91] El entonces ministro de la Guerra y presidente del Gobierno, Casares Quiroga, quiso decapitar la conspiración de Marruecos desplazando al coronel Yagüe, pero titubeó ante la cerrazón de éste y lo mantuvo en su puesto. También, un intento de descubrir la conspiración se frustró. El general Mola fue señalado como posible conspirador. El 3 de junio envió a Pamplona decenas de camiones cargados de policías para efectuar un minucioso registro (con la excusa de investigar el tráfico de armas a través de la frontera francesa), pero Mola fue advertido por el coronel Galarza con tiempo suficiente para ocultar cualquier huella de la conspiración.

El 23 de junio Franco envió una carta al presidente del Gobierno Casares Quiroga advirtiéndole del descontento existente en el seno de ejército y brindándose para corregir esa situación. La carta era una obra maestra de ambigüedad. Se insinuaba claramente que si Casares concedía el mando a Franco, podría desbaratar las conspiraciones. En esa etapa, Franco, ciertamente habría preferido lo que él consideraba restaurar el orden, con la sanción legal del gobierno, en vez de arriesgarlo todo en un golpe.[92] Muchas veces se ha sugerido la pregunta sobre cuáles eran las intenciones de Franco. Algunos han querido ver en esta carta una última muestra de lealtad hacia el gobierno legítimo. Otros la han interpretado como una maniobra destinada a cubrirse las espaldas en caso de fracaso.[93] En la carta se instaba al gobierno para que se dejase aconsejar por los generales que, "exentos de pasiones políticas", se preocupaban por las inquietudes y preocupaciones de sus subordinados ante los graves problemas de la Patria. Casares Quiroga no respondería a la carta.[94]

A finales de junio los preparativos del pronunciamiento estaban prácticamente ultimados, únicamente faltaba cerrar el acuerdo con los carlistas y asegurar la participación de Franco. Yagüe y Francisco Herrera (amigo personal de Gil-Robles) recibieron el encargo de convencerle para que se sumarse, y a finales de junio Franco debió llegar a algún compromiso, porque el 1 de julio Herrera llegó a Pamplona para que Mola diese el visto bueno al plan según el cual se alquilaría un avión para que trasladase a Franco desde Canarias a Marruecos.

El 3 de julio Mola dio el visto bueno al plan. El día 4 el financiero Juan March, instalado en Biarritz, entregó un cheque en blanco al marqués de Luca de Tena, propietario del diario ABC, para financiar la operación. El avión se alquiló en Londres, un Dragon Rapide que el día 12 ya se encontraba en Casablanca en espera de concretarse el día del pronunciamiento. Ese mismo día Franco envió un comunicado cifrado a Mola en el que planteó su retirada alegando "geografía poco extensa", lo que significaba que no se unía al plan por considerar que no se contaba con suficientes apoyos. Cuando Mola leyó el mensaje, montó en cólera y furioso tiró el papel al suelo. El general Sanjurjo sentenciaría: «Con Franquito o sin Franquito» el alzamiento va adelante.[95]

El día 13, en Madrid, fue asesinado Calvo Sotelo por miembros de la Guardia de Asalto como represalia por el asesinato de su mando el teniente José del Castillo. La noticia de estos asesinatos provocó la indignación general, sectores de la derecha se mostraron especialmente activos y convocaron a la sublevación militar como único medio de restaurar el orden. Numerosos indecisos se sumaron a la conspiración, los rumores de un inminente golpe de Estado se extendieron y, por la tarde, Indalecio Prieto visitó a Casares en nombre de los socialistas y los comunistas para pedirle que distribuyera armas entre los trabajadores ante la amenaza de pronunciamiento, algo a lo que éste se negó. El día 14 Mola recibe otro mensaje de Franco que le transmite su decisión de unirse a la conspiración. Es evidente que el general Franco no se distinguió por su rebeldía o resolución el 18 de julio de 1936, circunstancia que sus hagiógrafos se han encargado de silenciar debidamente.[96]

A pocas semanas del golpe de Estado, en el momento en que el general Francisco Franco Bahamonde está a punto de convertirse en Franco a secas, hubiese sido decisivo saber si actuaba movido por un sentido del deber o por estrategia. Pero ese general corriente posee un rasgo excepcional: a partir de 1936, hasta su muerte, es y desea ser impenetrable. Nunca, ni en conversaciones privadas ni en entrevistas públicas, revelará cuáles habían sido sus intenciones últimas aquel verano de 1936, y sólo ofrecerá sistemáticamente algunos datos contradictorios.[97]

Golpe de Estado

Con el Dragon Rapide ya en Gando, Gran Canaria, Franco deberá trasladarse allí desde su residencia de Tenerife sin levantar sospechas. A dos días de la fecha del levantamiento, el 16 de julio, el comandante militar de Gran Canaria, el general Amado Balmes, muere de un disparo en el estómago.[98] Su muerte permite que Franco se traslade a Gran Canaria sin levantar sospechas con la excusa de asistir a su entierro. También permite que el general Orgaz, que siempre estuvo implicado en la conspiración, sea el encargado de llevar a cabo el levantamiento en las islas Canarias. Franco, cuando el día 18 parte para Marruecos, le deja órdenes rigurosas que cumpliría ejerciendo una durísima represión en las islas.

El 17 por la mañana Franco ya está en Las Palmas de Gran Canaria con su mujer y su hija, donde asisten al entierro del general Balmes. Esa misma tarde se produjo el levantamiento en África. Rumores de que los conspiradores iban a ser detenidos hizo que se adelanten un día a la fecha fijada. Franco fue despertado a las 4 de la madrugada del 18 de julio para comunicarle que se habían sublevado con éxito las guarniciones de Ceuta, Melilla y Tetuán. Aquella mañana, Franco embarcó a su mujer y a su hija con destino a Francia, y él, a las dos de la tarde subió al Dragon Rapide que le llevaría a Marruecos. Antes, desde la comandancia de Las Palmas envió el siguiente telegrama a las otras comandancias:

GLORIA AL EJÉRCITO DE ÁFRICA. ESPAÑA POR ENCIMA DE TODO. RECIBE EL ENTUSIASTA SALUDO DE ESTAS GUARNICIONES QUE SE UNEN A TI Y A OTROS CAMARADAS DE LA PENÍNSULA EN ESTOS MOMENTOS HISTÓRICOS. FE CIEGA EN NUESTRO TRIUNFO. VIVA ESPAÑA CON HONOR. GENERAL FRANCO.[99]

Después de hacer escala en Agadir y Casablanca, a las 5.00 de la madrugada del día 19, partió para territorio español y, una vez Tetuán, el avión sobrevoló varias veces su aeródromo hasta que Franco reconoció a uno de los oficiales sublevados, entonces comentó: "Podemos aterrizar, he visto al rubito". Eran las 7.30 de la mañana, una vez en tierra, Franco fue recibido con entusiasmo por los sublevados. Recorrió las calles de Tetuán repletas de gente que gritan ¡Viva España! ¡Viva Franco! hasta llegar al Alto Comisionado Español donde redactó un discurso que se emitiría por las radios locales en el que daba por hecho el triunfo del golpe de Estado: "España se ha salvado"; y termina diciendo: "Fe ciega, no dudar nunca, firme energía sin vacilaciones, porque la Patria lo exige. El movimiento es arrollador y ya no hay fuerza humana para contenerlo".[100] La noticia de que Franco asumía la dirección de la insurrección en África supuso que, en la península, oficiales indecisos se sumasen al pronunciamiento.[101]

De los veintiún generales de División se sublevaron sólo cuatro: Franco, Goded, Queipo de Llano, y Cabanellas. En 44 de las 51 guarniciones del Ejército español se produjo algún tipo de rebelión,[102] llevada a cabo, principalmente, por oficiales adscritos a la UME (Unión Militar Española). El Golpe de Estado triunfó de forma casi inmediata en África y en el Norte y Noroeste de la península. Franco se encontró con un ejército sublevado ya triunfante y Mola, con el apoyo de los carlistas, no encontró resistencia en Navarra. Burgos, Salamanca, Zamora, Segovia y Ávila también se sublevaron sin encontrar oposición. Valladolid cayó tras ser arrestado el jefe de la VII región militar, el general Nicolás Molero, por generales rebeldes, y tras aplastar la resistencia de los ferroviarios socialistas. Y en Andalucía: Cádiz cayó al día siguiente del levantamiento con la llegada de fuerzas procedentes de África; y Sevilla, Córdoba, Granada y Huelva se sumarían al bando sublevado una vez aplastada, de modo sangriento, la resistencia obrera.

La clave del éxito o fracaso de la sublevación en las diferentes zonas estuvo marcada por la posición de la Guardia Civil y la Guardia de Asalto. Allí donde estos cuerpos permanecieron al lado de la República la sublevación fracasó y, por el contrario, donde se sumaron a los rebeldes, ésta triunfó.[103]

En las grandes ciudades y principales centros industriales fracasó la sublevación. En Madrid, Barcelona, Valencia y Bilbao los obreros se adelantaron al titubeante gobierno, se apoderaron de las armas y repelieron a los sublevados. Los milicianos de Madrid, una vez sofocada la sublevación en la capital, se dirigieron a Toledo para frustrarla allí. El golpe de Estado había parcialmente fracasado y se inició lo que sería la Guerra Civil Española.

Guerra Civil

Mapa de España a los dos meses de iniciada la rebelión militar.
Artículo principal: Guerra Civil Española

Tras el golpe de Estado, la geografía española quedó dividida en dos zonas: la que permaneció fiel a la República y la que cayó en manos de los sublevados. Los aproximadamente 130.000 soldados del ejército con plaza en la península y la Guardia Civil, una fuerza de unos 30.000 hombres, se dividieron casi en partes iguales entre sublevados y fieles a la República. Esta igualdad estaba desequilibrada a favor de los sublevados por el ejército de África, perfectamente pertrechado y único del ejército español curtido en el campo de batalla.[104] [105]

Los generales sublevados, a pesar de que el golpe fracasó en parte, se mostraron optimistas. Generales como Orgaz se habían aventuraron en la creencia de que el golpe triunfaría en cuestión de horas, a lo sumo días. Mola, con el fracaso en Madrid, pensó que la victoria se retrasaría varias semanas, el tiempo que le llevase concluir con éxito una operación de tenaza con las fuerzas del Norte y las tropas de África avanzando sobre la Capital. Franco fue uno de los generales que más se acercó a la realidad, aun así fue en exceso optimista conjeturando que su consolidación no llegaría hasta el mes de septiembre: "En septiembre volveremos a las Canarias, felices y contentos, después de obtener un rápido triunfo sobre el comunismo"[106] La realidad fue que al golpe originó una guerra encarnizada que se prolongaría casi tres años.

El Gobierno, con su indecisión ante la sublevación, se vio superado por las fuerzas populares que inmediatamente se enfrentaron a los sublevados. Esta decidida reacción, sorprendiendo a los sublevados, hizo fracasar el golpe en zonas donde éstos contaban con su éxito. Este fue el caso de Barcelona donde fracasó el general Goded, uno de los puntales de la conspiración. El paradójico efecto de la sublevación fue que en las zonas donde fracasó, se inició una revolución social, justo lo que se supone querían evitar los rebeldes al sublevarse.

Manuel Azaña, presidente de la República, cesó a Casares Quiroga y encargó la formación de un nuevo gobierno a Martínez Barrio que intentó formar un gobierno de concentración excluyendo a la CEDA por la derecha y a los comunistas por la izquierda. Barrio creyó que todavía era posible evitar la Guerra Civil y el 19 de julio se puso al habla con el general Mola, éste descartó toda posibilidad de reconciliación: "Ni pactos de Zanjón, ni abrazos de Vergara, ni pensar otra cosa que no sea una victoria aplastante y definitiva".[107] Barrio, el 1 de agosto diría:

Simplemente se trata de sustituir la voluntad general del pueblo entero por la de una clase deseosa de perpetuar sus privilegios. Ni amor a España, ni inquietud por el cuerpo de la Patria, ni temores de desmembramiento, no zozobra por el desarrollo de su economía. Nada de lo que se ha dicho y propagado es el verdadero origen de la revuelta. Se disfrazan con frases sonoras para encubrir la turbia e inconfundible realidad.[108]

El diario ABC de Sevilla, ese mismo agosto, recogía una proclama de Franco: "Este es un movimiento nacional, español y republicano que salvará a España del caos en que se pretendía hundirla. No es el movimiento de defensa de determinadas personas; por el contrario, mira especialmente por el bienestar de las clases obreras y humildes".[109] Los sublevados pronto se auto denominaron "nacionales" y al levantamiento y posterior Guerra Civil los calificarían de "Cruzada": "Está probado hasta la saciedad que nuestra Cruzada fue una lucha clara como la luz entre el cristianismo y el espíritu del mal".[110]

El inicio de la Guerra civil desató los odios incubados durante largo tiempo. En el territorio controlado por la República los revolucionarios se dedicaron al asesinato de todos aquellos que identificaba como enemigos. Los curas y frailes fueron especialmente perseguidos y en las grandes ciudades se generalizaron los paseos. En la zona nacional, al odio se unió la estrategia. Yagüe tras tomar Badajoz, después de desatar una feroz represión que acabó con la vida de miles de personas, comentaría a un periodista: "Naturalmente que los hemos matado, ¿qué suponía usted? ¿iba a llevar a 4.000 prisioneros rojos en mi columna, teniendo que avanzar contra reloj? ¿o iba a dejarlos en retaguardia para que Badajoz fuese roja otra vez?". Desde el primer día se pudo percibir el odio en las proclamas de los sublevados. Queipo de Llano el 18 de julio, el mismo día del levantamiento, diría a través de Radio Sevilla: "Los moros cortarán la cabeza a los comunistas y violarán a sus mujeres. Los canallas que aún pretendan resistir serán abatidos como perros”.[111]

Inmediatamente iniciada la sublevación comenzaron los juicios sumarísimos y los fusilamientos. El General Mola ya había mandado instrucciones días antes de la sublevación: "Ha de advertirse a los tímidos y vacilantes, que aquel que no esté con nosotros está contra nosotros, y que como enemigo será tratado. Para los compañeros que no son compañeros, el movimiento triunfante será inexorable".[112] Los generales Batet en Burgos, Campins en Granada, Romerales en Ceuta, Salcedo, Caridad Pita y el Contralmirante Azarola en Ferrol, Nuñez de Pardo en Zaragoza, así como otros, son fusilados por no sumarse a la sublevación. Y en la zona republicana los generales Goded y Fernández Burriel en Barcelona, Fanjul en Madrid, García Aldave en Alicante, González de Lara en Salamanca, Milans del Bosch en Menorca, Patxot en Málaga, también junto a otros, fueron fusilados por sublevarse contra el Estado.[113] Cuando llegó Franco a Tetuán, su primo hermano Ricardo de la Puente Bahamonde, comandante del aeródromo, estaba en espera de que se tomase la decisión de fusilarlo por haber permanecido al lado de la República. Franco, fingiendo estar enfermo, cedió el mando para que otro firmase la orden de ejecución.[114] Mola diría: "Esta es una guerra sin consideraciones. Yo veo en las filas contrarias a mi padre y lo mato".[115]

La Guerra civil fue calificada desde el bando sublevado como una “gran cruzada”, un enfrentamiento entre “la verdadera España” contra la “anti-España”, entre “las fuerzas de la luz” y las “fuerzas de las tinieblas”.[116]

Primeros meses de guerra

Inmediatamente llegó a Tetuán, Franco, entre las primeras medidas que tomó, una fue la de procurar la ayuda internacional. Envió a Bolín en el Dragon Rapide a Lisboa para informar a Sanjurjo y posteriormente viajar a Italia para garantizar su apoyo y negociar la compra de aviones. También envió emisarios con la misma misión a la Alemania de Hitler. Otras medidas fueron: subir el sueldo a la legión para garantizar su fidelidad, la recluta de mercenarios marroquíes y condecorar al visir Sidi Ahmed el Gamnia con la más prestigiosa medalla al valor militar, la Laureada de San Fernando, para procurarse el beneplácito de Marruecos.[117]

El 20 de julio tiene lugar un acontecimiento crucial en la carrera de Franco hacia la jefatura del Estado. En Estoril se estrella, al intentar despegar, el avión que, conducido por el falangista Ansaldo, trasladaba a Sanjurjo a Pamplona. Sanjurjo, el encargado de capitanear el golpe de Estado, muere carbonizado.[118]

Entre tanto, Franco se encuentra con dificultades para el traslado de las tropas a la península. Antes de su llegada a Tetuán, por mar, se había logrado transportar a varios cientos de hombres a Cádiz (tropas que fueron decisivas para la toma de la ciudad) y Algeciras; pero pronto, las tripulaciones se amotinaron y el transporte de tropas se limitó al que permitían pequeñas Falucas marroquíes. Casualmente, el general Kindelán, fundador de la aviación española y participante en la sublevación, se encontraba en Cádiz y propuso a Franco el traslado de tropas por aire. Kindelán organizó un puente aéreo que seguió siendo insuficiente para transportar los más de 30.000 hombres de las tropas africanas.[119]

El 22 de julio, el Marqués de Luca de Tena y el propio Bolín, se entrevistaron con Benito Mussolini en Roma. Pocos días después, el 27 de julio de 1936, llegó a España el primer escuadrón de aviones italianos.[120] La ayuda alemana tampoco tardaría en llegar. El 25 de julio el Führer recibe al grupo enviado por Franco. Las primeras reticencias, al conocer la falta de fondos, se salvaron apelando a la lucha contra el peligro comunista. Al terminar la entrevista, Hitler, bajo el nombre de operación "Fuego Mágico" decidió duplicar la ayuda enviando 20 aviones en lugar de los 10 solicitados. La ayuda se llevó en secreto a través de dos empresas privadas que se crearon para tal fin. Las ayudas de Alemania, como las de Italia, se canalizarían a través de Franco.

Los aviones italianos y alemanes se sumaron al transporte de tropas. No obstante, su capacidad siguió siendo insuficiente. Franco esperó la oportunidad para poder transportar las tropas por mar, tomando la decisión de hacerlo el 5 de agosto cuando se consiguió suficiente cobertura aérea. Ese día, anulando la fuerza aérea italiana la resistencia de la marina republicana, se lograron transportar 8.000 soldados en el denominado Convoy de la victoria. Al día siguiente a la cobertura aérea italiana se sumó Alemania enviando 6 cazas Heinkel He-51 y 95 pilotos y mecánicos voluntarios de la Luftwaffe. Desde ese día los rebeldes recibieron con regularidad armamento y municiones de Hitler y Mussolini.[121] Los barcos de transporte rebeldes cruzaron el estrecho con regularidad y se intensificó el transporte aéreo. En los tres meses siguientes 868 vuelos transportaron a cerca de 14.000 hombres, 44 piezas de artillería y 500 toneladas de pertrechos, constituyendo una estrategia militar innovadora que contribuyó a aumentar el prestigio de Franco.[122]

El paso del estrecho de las tropas africanas causó el desánimo en la zona republicana donde todavía mantenían el recuerdo de la brutal actuación de estas tropas en octubre de 1934 al sofocar la revolución de Asturias. Este traslado de tropas supuso un difícil reto que Franco solventó brillantemente, posibilitando la consolidación de las posiciones rebeldes en el Sur. A principios de agosto, la situación en el oeste de Andalucía es suficientemente estable y permite organizar una columna de unos 15.000 hombres bajo el mando del entonces teniente coronel Juan Yagüe que el 2 de agosto marcha a través de Extremadura hacia Madrid. En los dos primeros días logra avanzar 80 kilómetros. El terror que rodeaba el avance de los moros y los legionarios fue una de las mejores armas de los nacionales en su camino hacia Madrid.[123]

Con la superioridad aérea local que les proporcionaba la aviación italiana y alemana, tomaron con facilidad pueblos y ciudades en su camino desde Sevilla a Badajoz (El Real de la Jaca, Monasterio, Lerena, Zafra, Los Santos de Maimona, Almendralejo,...). Se practicó un sistemático exterminio de los milicianos de izquierdas y de todo aquel sospechoso de simpatizar con el Frente Popular. En Almendralejo se fusiló a mil prisioneros, incluidas cien mujeres.[124] En apenas una semana avanzaron 200 kilómetros.

El 7 de agosto Franco vuela a Sevilla e instala su cuartel general en el lujoso palacio de la marquesa de Yundari.

El 11 de agosto es tomada Mérida y el 15 de agosto, Badajoz (tras la toma de esta ciudad se produjo lo que se conoce como la masacre de Badajoz en la que las tropas moras asesinaron a varios miles de personas) lográndose unir las tropas rebeldes de las dos zonas controladas, Norte y Sur. Las dificultades que Yagüe encontró para tomar Badajoz hicieron que Italia y Alemania se decidan a incrementar su ayuda a Franco. Mussolini envió un ejército de voluntarios, la Corpo Truppe Volontarie (CTV), de unos 12.000 italianos plenamente motorizado, y Hitler, un escuadrón de profesionales de la Luftwaffe (2JG/88) con alrededor de 24 aviones.

El 26 de agosto Franco traslada su cuartel general al palacio de Los Golfines en Cáceres.

El 3 de septiembre las tropas de Franco toman Talavera. La publicidad de la ferocidad desplegada por las tropas moras en Badajoz provocó que parte de las milicias republicanas y de la población, huyeran de la ciudad antes de presentar batalla. El 20 de septiembre, las columnas llegan a Maqueda, a unos 80 km de Madrid). La decisión de Franco de avanzar por Extremadura en lugar de hacerlo directamente por Córdoba, había sido cuestionada; pero después de avanzar a un ritmo vertiginoso más de 500 kilómetros en dos meses, conquistando las principales ciudades del suroeste, su prestigio nuevamente se vio reforzado.

Con las tropas en Maqueda, casi a las puertas de Madrid, Franco desvía fuerzas hacia Toledo para liberar el Alcázar. Esta controvertida decisión permitió a los republicanos reforzar las defensas de Madrid, pero personalmente le supuso un gran éxito propagandístico. El Alcázar era un foco de resistencia donde en los primeros días de la sublevación se habían refugiado un millar de guardias civiles y falangistas con sus mujeres e hijos. Estaban ofreciendo una resistencia desesperada. Las tropas de Franco los liberaron el 27 de septiembre, convirtiendo esta liberación en una leyenda y afianzando su posición dentro de los líderes rebeldes.[125] [126]

Ascenso al poder

Sanjurjo había sido elegido por unanimidad para capitanear la sublevación. Con su muerte, la sublevación quedó descabezada, y los fracasos de Goded en Barcelona y Fanjul en Madrid dejaron al general Mola sin competidores en la carrera por dirigir el levantamiento.[127] El 23 de julio, Mola creó una Junta de Defensa Nacional integrada por siete miembros y encabezada por Miguel Cabanellas (el general más antiguo) en la que no figuraba Franco. Fue el 3 de agosto cuando Franco es incorporado a la Junta. Para entonces, las primeras unidades de África habían cruzado el estrecho y Franco disfrutaba de unas relaciones privilegiadas con Italia y Alemania.[128] En conversación telefónica, el 11 de agosto, ambos generales valoraron que no era efectivo duplicar los esfuerzos para conseguir la ayuda internacional y Mola cedió a Franco la relación con los que ya eran sus aliados y con ello, el control de los suministros.[129]

A las dificultades que encontró Mola en su avance hacia Madrid (Mola tuvo que distraer tropas para responder al ejército republicano en el norte y su avance se vio frenado en el puerto de Somosierra) se contrapuso el vertiginoso avance de Franco. Si en los primeros momentos del levantamiento Franco no disponía de posibilidades de liderarlo, ya en septiembre (no habían pasado dos meses) se había convertido en el más sólido candidato para encabezarlo. El 15 de agosto Franco tomó una iniciativa que permite suponer que ya contempla esa posibilidad y que probablemente contribuyó a consolidar su posición. Franco, sin consultar con Mola, en un solemne acto público celebrado en Sevilla, adoptó la bandera roja y gualda. Posteriormente, la Junta de Defensa Nacional, forzada por esta iniciativa, confirmó oficialmente la bandera. Sólo dos semanas antes, Mola había rechazado contundentemente a Juan de Borbón, el heredero de la corona, cuando intentó incorporarse al levantamiento. Franco se aseguraba así el apoyo de los monárquicos.

A finales de agosto, Messerchmidt, representante en España de la operación alemana para enviar los suministros a los rebeldes, se entrevistó con Franco. Inmediatamente después envió el siguiente comunicado a Alemania: "Excuso decir que todo debe quedar en las manos de Franco para que pueda haber un dirigente que lo mantenga todo unido". Franco, por entonces disponía de un grupo de militares (Kindelán, Nicolás Franco, Orgaz, Yagüe y Millán Astray) dispuestos a maniobrar para elevarlo a comandante en jefe y jefe de Estado.[130]

El 14 de septiembre se celebró en Burgos una reunión de la Junta en la que no se planteó el tema del mando único. El 17 de septiembre Queipo de Llano y Orgaz fueron incorporados a la Junta como vocales; y el 21 de septiembre, convocada por Franco, se reunió nuevamente la Junta, esta vez en Salamanca. En una reunión tensa, Kindelán insistió reiteradamente, con el apoyo de Orgaz, para que se tratase el tema del mando único. La reunión se había iniciado a las 11 de la mañana, se pospuso al mediodía y al reanudarse a las 4 de la tarde, Kindelán insistió: “Si en el plazo de ocho días no se nombra Generalísimo yo me voy”. Kindelán propuso a Franco y contando incluso con la conformidad de Mola, Franco fue nombrado Jefe de los ejércitos, "Generalísimo". No contó con el apoyo de Cabanellas que propuso una dirección colegiada y recordó las vacilaciones de Franco para unirse al levantamiento hasta el último momento. La reunión terminó con el compromiso de mantener en silencio la decisión hasta que no se publicase en el decreto.[131] [132]

Ese mismo día, Franco, retrasando el avance sobre Madrid, decide desviar sus tropas hacia Toledo, una plaza mucho más asequible que la capital, para liberar el Alcázar.[133] El día 27 el Alcázar es liberado y en Cáceres se celebra una manifestación de exaltación a Franco.[134]

Al día siguiente en Salamanca, el 28 de septiembre, se celebró otra reunión de la Junta de Defensa Nacional. Kindelán llevaba preparado un borrador del decreto por el que se nombraría a Franco Generalísimo de los ejércitos y jefe del Gobierno durante el periodo de guerra. Ante las reticencias del resto de miembros de la Junta a unir el mando militar y el político, Kindelán propuso una pausa para almorzar; y en el transcurso de ésta, presionó junto con Yagüe al resto de miembros del consejo para que apoyasen la propuesta. Reanudada la reunión la propuesta fue aceptada por todos excepto por Cabanellas y con las reticencias de Mola. El consejo quedó con el encargo de redactar el decreto definitivo.[135] El general Cabanellas comentaría a miembros de la Junta:

Ustedes no saben lo que han hecho porque no lo conocen como yo, que lo tuve a mis órdenes en África como jefe de una de las unidades de la columna a mi mando; y si, como quieren va a dársele en estos momentos España, va a creerse que es suya y no dejará que nadie le sustituya en la guerra, ni después de ella, hasta la muerte.[136]

Si bien la propuesta de Kindelán contemplaba que el nombramiento fuese durante el periodo de guerra, en el decreto no figuró esa limitación.[137] Y habiendo sido nombrado "Jefe del Gobierno", Franco comenzó a referirse a sí mismo como "Jefe del Estado". Al día siguiente, los medios de comunicación franquistas daban la noticia de que había sido investido "jefe de Estado"; y, también ese mismo día, Franco firmó su primera orden como "jefe de Estado".[138]

Desde la batalla de Madrid hasta el final de la Guerra Civil

Una vez autonombrado jefe del Estado, comenzó el culto a su personalidad. Se inició una campaña de propaganda al estilo fascista,[139] la zona sublevada se inundó de carteles con su efigie, los periódicos debían encabezarse con el eslogan: “Una Patria, un Estado, un Caudillo”. Franco escogió, al igual que Mussolini escogiera “Duce”, la distinción de “Caudillo”. A su paso, en sus discursos y en actos públicos se le aclamaba “¡Franco!, ¡Franco!, ¡Franco!” y se difundió masivamente sus supuestas virtudes: inteligencia, voluntad, justicia, austeridad,... Surgieron sus primeros hagiógrafos calificándolo de “Cruzado de Occidente, Príncipe de los Ejércitos”.[140] A su dechado de virtudes se le sumaban dotes excepcionales: “Mejor estratega del siglo”. Expresiones, citas, ocurrencias y discursos suyos se repitieron insistentemente en todos los medios de comunicación. Desde entonces, una de sus obsesiones fue la de controlar los medios de comunicación.

Franco envió telegramas a Hitler y Rudolf Hess en los que, en tono cordial, les comunicaba su proclamación. Hitler le respondió a través del diplomático alemán Du Moulin-Eckart, quien se entrevistó con Franco el 6 de octubre, ofreciéndole el apoyo de Alemania, pero retrasando el reconocimiento del gobierno rebelde hasta la previsible toma de Madrid. Du Moulin informó en Berlín de la disposición de Franco: “La amabilidad con la que Franco expresaba su veneración por el Führer y Canciller, su simpatía por Alemania y la delicada efusividad de mi recepción, no permitían ni un momento de duda sobre la sinceridad de su actitud hacia nosotros”.[141] El 3 de octubre se trasladó a Salamanca ocupando el palacio Episcopal que le ofreció el obispo Pla y Deniel. Una estancia que supone breve, hasta el definitivo traslado a Madrid. El 7 de octubre diría: “Pronto estaré oyendo misa en Madrid”.[142] En esta época aumentó su fervor religioso, oía misa diariamente a primeras horas de la mañana, había tardes en las que rezaba el rosario junto a su esposa Carmen Polo y, a partir de entonces, siempre dispuso de un confesor personal.[143] [144]

Las dos semanas siguientes a su nombramiento, Franco las dedicó a consolidar su posición de poder, las operaciones militares se retrasaron y hubo que esperar hasta el 18 de octubre para que la ofensiva contra la Capital estuviese perfectamente preparada. El 15 de octubre, habían empezado a llegar al puerto de Cartagena las primeras armas soviéticas: 108 bombarderos y 50 tanques y 20 coches blindados que se embarcaron para Madrid, proporcionando al ejército de la República una breve igualdad de fuerzas. Desde entonces se iniciaría un nuevo tipo de guerra. Hasta entonces las tropas de África habían avanzado enfrentándose a milicianos mal pertrechados y a componentes de un ejército con escasa experiencia militar. Fue un tipo de guerra parecida a las coloniales que tanto estaban acostumbrados Franco, la Legión y los Regulares. Con la llegada del armamento soviético y la presencia del italiano y alemán, se inició una guerra de frentes en la que este armamento adquirió el protagonismo. No parece que Franco supiera adaptarse a esa nueva circunstancia.[145] El 6 de noviembre el ejército franquista estaba frente a Madrid preparado para su asalto final. Ese mismo día el Gobierno de la República había abandonado apresuradamente la Capital, y desde el bando franquista se vaticinaba que en cuestión de horas se presentarían en la Puerta del Sol, centro emblemático de la ciudad.

El 8 de noviembre comenzó la batalla de Madrid. Al ejército franquista dirigido por el general Varela se opuso a un heterogéneo conglomerado de combatientes bajo la dirección del teniente coronel Vicente Rojo Lluch. Aunque el ejército franquista llegó a atravesar el río Manzanares y ocupar varios barrios periféricos, finalmente y en combates cuerpo a cuerpo (principalmente en la Ciudad Universitaria), fue repelido. En días posteriores, al ejército popular se sumarían las Brigadas Internacionales y la columna anarquista Durruti. El 23 de noviembre, ante la imposibilidad de tomar la ciudad, Franco decidió posponer el ataque. La resistencia de Madrid permitió que la República contuviera el avance franquista más de dos años, hasta el 1 de abril de 1939, día en el que Franco se alzaría con la victoria.

Consecuencia de esta derrota fue la definitiva internacionalización del conflicto. Ya a finales de octubre, Alemania había enviado al almirante Wilhelm Canaris y al general Hugo Sperrle a Salamanca para que investigasen el porqué de las dificultades que Franco estaba encontrando en la toma de Madrid. El resultado fue que el ministro de la Guerra alemán instó a Sperrle para que comunicara “enérgicamente” a Franco que sus tácticas de combate, "rutinarias y vacilantes", estaban impidiendo sacar partido a la superioridad aérea y terrestre que mantenía, lo que hacía peligrar las posiciones ganadas.[146] [147] Alemania desde ese momento intensificó su ayuda militar bajo la condición, aceptada por Franco, de que las fuerzas Alemanas estuviese bajo el mando de oficiales alemanes. A principios de noviembre la legión Cóndor ya estaba en España bajo el mando del general Sperrle (una de sus primeras misiones, durante la batalla de Madrid, consistió en el bombardeo masivo de sus barrios populares.[148] También protagonizaría el bombardeo de Guernica), otras fuerzas equipadas con carros de combate, armas motorizadas y bombarderos llegaron a Sevilla y, el 26 de noviembre, desembarcaron en Cádiz unidades compuestas por 6.000 hombres, aviones, artillería y vehículos blindados. Mussolini, que también intensificó su ayuda, igualmente achacó a Franco el fracaso de las últimas operaciones y el 6 de diciembre nombró unilateralmente al general Roatta jefe de todas las fuerzas armadas italianas que actuaban en España y de aquellas que se sumasen en el futuro.[149] El Ejército del Frente Popular, paralelamente, se vería reforzado por la ayuda militar soviética.

Posteriormente, en enero de 1937, Franco se vio obligado a aceptar un Estado Mayor conjunto italogermano y a incluir en su Estado Mayor a diez oficiales italianos y alemanes; así como asumir las estrategias militares que le marcaron, principalmente, los generales italianos.[150] Franco fue aceptando muy a regañadientes todas estas imposiciones. Ante las exigencias del general italiano Faldella, Franco diría:

Al fin y al cabo, se han enviado aquí tropas italianas sin pedir mi autorización. Primero me dijeron que venían compañías de voluntarios para incorporarse a los batallones españoles. Luego me pidieron que formaran por su cuenta batallones independientes y consentí. Después llegaron oficiales de alta graduación y generales para mandarlos, y por fin empezaron a llegar unidades ya constituidas. Ahora usted quiere obligarme a permitir que luchen juntas a las órdenes de del general Roatta, cuando mis planes eran muy diferentes.[151]

La estrategia italiana de lograr una victoria rápida chocó con la de Franco que pretendía un lento avance consolidando perfectamente las posiciones: “En una guerra civil, es preferible una ocupación sistemática del territorio, acompañada por una limpieza necesaria, a una rápida derrota de los ejércitos enemigos que deje al país infectado de adversarios”.

A las críticas Alemanas e italianas también se sumaron las de generales que estuvieron muy cerca de él. Kindelán, poco después de terminada la guerra, escribiría a propósito del frente Norte y la toma de Bilbao:

El enemigo fue derrotado pero no perseguido; el éxito no se aprovechó, la retirada no se convirtió en desastre. Esto se debió al hecho de que, aunque la concepción táctica era magistral, como lo fue la ejecución, por otro lado, la concepción estratégica fue mucho más modesta.
Kindelán, Mis cuadernos de guerra.[152]

Unos y otros coincidieron en que Franco, en los momentos cruciales, tomaba las decisiones con lentitud, siendo excesivamente cauteloso; y también, coincidieron en criticar su tendencia a distraer tropas de los objetivos estratégicos importantes. El general Sanjurjo diría de él: “No es que sea un Napoleón”.[153] No obstante, juzgar a Franco por su capacidad para elaborar una estrategia elegante e incisiva es equivocarse del tema. Logró la victoria en la Guerra Civil del modo y en el tiempo en que quiso y prefirió. Aún más, obtuvo de esa victoria lo que más ansiaba: el poder político para rehacer España a su propia imagen, sin impedimentos por parte sus enemigos en la izquierda y de sus rivales en la derecha.[154]

Franco, que diría: “Esto no es una guerra, es una cruzada”, durante el tiempo de guerra se preocupó de afianzar su poder político. Consiguió el apoyo incondicional de la Iglesia española y venció las primeras reticencias del Vaticano, hasta conseguir también su apoyo.[155] Alejó al heredero de la corona procurando no incomodar a los monárquicos que lo apoyaban: cuando Juan de Borbón intentó de nuevo incorporase al movimiento, diplomáticamente lo puso con los pies en la frontera, aduciendo que sería mejor para el heredero de la corona no tomar partido en la guerra. Intento crear un partido político franquista al estilo del creado por el dictador Primo de Rivera apoyándose en miembros de la CEDA,[156] pero las reticencias de Falangistas y carlistas, movimientos que habían adquirido una considerable fuerza desde la sublevación, le hicieron desistir y cambiar de estrategia. Descabezada la Falange tras el fusilamiento de José Antonio Primo de Rivera, Franco se preocupó de silenciar su muerte hasta que encontró la oportunidad de hacerse con su control. Aprovechando un enfrentamiento entre los líderes de la Falange, en abril de 1937 decretó su fusión con los carlistas, se autoproclamó jefe supremo del partido resultante y prohibió el resto de partidos políticos. Franco ya tenía un ejército y un partido en los que apoyarse para perpetuar su poder una vez terminada la guerra.

La dictadura

Artículo principal: Dictadura de Francisco Franco
Franco en Reus en 1940.

Concluida la Guerra Civil el 1 de abril de 1939, se produjo el exilio de cerca de 400.000 españoles al extranjero de los cuales se calcula que 200.000 permanecieron en un exilio permanente.

El 19 de mayo de 1939 se celebró el desfile de la victoria. 120.000 soldados desfilaron frente a Franco y se le impuso la más alta condecoración militar española: la Gran Cruz Laureada de San Fernando. La celebración se prolongó el día siguiente con otra ceremonia de carácter religioso celebrada en la iglesia de Santa Bárbara. Franco entró bajo palio (honor reservado al Santísimo Sacramento y a los reyes). Su acto central, en el que deposita la espada de la victoria a los pies del Gran Cristo de Lepanto, traído ex profeso desde Barcelona, parecía recrear una ceremonia guerrera medieval.[157] Ya en 1937 se proclamó su autoridad absoluta y se elevó hasta el punto de no responder sino ante Dios y la Historia.[158] Franco adquirió más poder que ningún otro gobernante en España.[159] [160] Poder que fue ampliando mediante sucesivos decretos. Franco mantuvo siempre al gobierno subordinado a sus decisiones. Leyes, decretos, y en general todas las acciones de gobierno y legislativas, fueron fruto de sus decisiones personales.[161]

Instauró un régimen autárquico que pasó desde el totalitarismo de carácter fascista a la dictadura autoritaria. La ausencia de un ideario definido le permitió transitar de unas fórmulas dictatoriales a otras, rozando el fascismo en los cuarenta y a las dictaduras desarrollistas en los sesenta.[162] La característica principal de su régimen fue el enorme peso del ejército en las funciones políticas.[163] También se apoyó en diferentes estamentos que se dio en llamar “familias”: los militares, la Iglesia, la Falange tradicionalista como partido único y sectores monárquicos y conservadores. Grupos con diferentes intereses y en casos contrapuestos que Franco supo manejar apoyándose unas veces en unos, otras veces en otros, según sus intereses del momento.

La ideología del franquismo se ha definido como nacional catolicismo destacando su nacionalismo centralista y la influencia de la Iglesia en la política y demás ámbitos de la sociedad. Aunque política e ideológicamente Franco se define sobre todo por rasgos negativos: antiliberalismo, antimasónico, antimarxista, etc.[164] En su rudimentaria ideología destacaba una mentalidad cuartelaria que trasladó a los diferentes ámbitos de la sociedad española.[165] Desde su posición de poder absoluto intentó controlar todas las esferas de la vida española. Mediante la censura, la propaganda y la educación se puso en marcha una de las hagiografías más alucinantes que ha conocido la historia contemporánea. Un hombre corriente, aunque habilísimo y tenaz para aprovechar con el mayor rendimiento sus circunstancias particulares fue revestido de unos loores completamente desorbitados y, sin embargo, para muchos de sus seguidores ha sido no ya un gobernante excepcional sino el más grande de los últimos siglos:[166] [167]

Todos los españoles tenemos que meditar sobre este discurso. Hay en él tanta profundidad de ideas. Tantas y tan admirables anticipaciones propias de un espíritu ungido por Dios para conseguir la grandeza de un pueblo, tantas perspectivas luminosas abiertas a nuestro futuro, que lo juzgamos de una inmensa trascendencia para España.[...] Franco, que ganó la guerra con la espada, nos gana la paz con su certera visión de estadista y su esfuerzo permanente lleno de amor sin límites por la Patria querida.
ABC, Madrid, 2 de enero de 1940.[164]

En 1939 con la ley de Responsabilidades Políticas se empezó a purgar a los trabajadores de la cultura, especialmente a los periodistas. Todos los directores de los periódicos y revistas fueron nombrados por el Estado y tenían que ser falangistas.[168] Franco llegó a identificar el destino de España con el suyo propio, a juicio del general Kindelán, el que más obrara para su nombramiento como jefe del Estado, Franco estaba “atacado por el mal de altura”.[169] [170]

Represión

“La represión franquista, que fue brutal, no se puede comparar con las represiones estalinistas”,[171] tampoco fue tan brutal como la de Hitler. Cualquier otra comparación sirve para descubrir la desmedida represión que ejerció finalizada la guerra. Las 50.000 ejecuciones del franquismo no admiten comparación con los centenares de ejecuciones que se produjeron tras la Segunda Guerra Mundial en Francia, Alemania o Italia.[172] En las cárceles de Franco en la posguerra llegaron a hacinarse más de 270.000 personas en condiciones infrahumanas, y a las ejecuciones habría que sumar las muertes de aquellos que fallecieron en las cárceles por causa de estas condiciones. «Los avances en la comprensión de la represión como un fenómeno de más amplio alcance que las ejecuciones y los asesinatos van haciendo cada vez más inteligible la nueva realidad social que se fue configurando en torno al régimen».[173]

Se mataba para eliminar a los peligrosos o potencialmente peligrosos, pero también se mataba pensando en los que sobrevivían. La población se constituye en carne de laboratorio para un proyecto totalitario de doctrina militarista, fascista y clerical. Hombres y mujeres serán sometidos a un proceso de trituración de la personalidad con el objeto de hacer posible su posterior reeducación en la doctrina victoriosa.
Mirta Núñez Díaz-Balart.[174]

La represión se ejerció en muchos ámbitos, no sólo fueron las ejecuciones y largas condenas de cárcel, se creó una sociedad donde los vencidos estaban excluidos de la vida política, cultural, intelectual y social.[168] También hay que añadir la represión económica durante la primera etapa del régimen en virtud del favoritismo con que actuaba el Estado en favor de los vencedores o penando a los vencidos. En ese sentido puede decirse que este terreno hubo, por así decirlo, un botín de guerra.[162] la corrupción y el amiguismo vinieron a empeorar las condiciones de vida de la posguerra[175] y la desnutrición y las enfermedades provocaron al menos 200.000 muertes por encima de la tasa de mortalidad anterior a la guerra.[176]

Segunda Guerra Mundial. La etapa fascista

Franco junto a Heinrich Himmler en 1940.

La primera etapa de la dictadura franquista se caracterizó por su acercamiento al fascismo italiano y el nacionalsocialismo alemán y las personales aspiraciones imperialistas de Franco:[177] [178] [179]

Hemos hecho un alto en la batalla, pero solamente un alto en la batalla. No hemos acabado nuestra empresa. No se ha derramado sangre de nuestros hermanos para volver a los tiempos blanduchos que nos trajeron los tristes días de Cuba y Filipinas. No queremos volver al siglo XIX. Hemos derramado la sangre de nuestros muertos para hacer una nación y forjar un imperio.
Franco en el 4º aniversario del alzamiento, 17 de julio de 1940.[180]

El 27 de marzo de 1939 Franco había firmado el acuerdo Anti-Komintern junto a Hitler y Mussolini y el 31 de marzo el tratado de amistad hispanoalemana. El 8 de mayo Franco sacó a España de la Sociedad de Naciones y ese verano programó dos visitas, una a Mussolini en Italia y otra a Hitler en Berlín, visitas que se pospusieron por el estallido de la Guerra. Hitler le expresó a Franco sus deseos de sumarse al Eje, pero Franco le planteó que España necesitaba tiempo para recuperarse militar y económicamente, y remodeló su gobierno incorporando a él falangistas y simpatizantes del Eje. Hitler diría que junto a Mussolini, Franco era el único aliado seguro. Declarada la guerra, Franco lamentó que se hubiese declarado demasiado pronto y adoptó una posición de neutralidad ante la invasión de Polonia, haciendo un llamamiento a la neutralidad a las grandes potencias. Era evidente que sus llamamientos a la paz trataban de ayudar al Eje, y hace más difícil a las demás potencias la intervención en defensa de Polonia.[181] Posteriormente, cuando en junio de 1940 Italia entra en guerra al lado de Alemania, a instancias de Mussolini, Franco cambia su declaración de neutralidad por la de no-beligerancia.[182] Con motivo da la caída de Francia, Franco felicitó a Hitler:

Querido Führer: En el momento en que los ejércitos alemanes bajo su dirección están conduciendo la mayor batalla de la historia a un final victorioso, me gustaría expresarle mi admiración y entusiasmo y el de mi pueblo, que observa con profunda emoción el glorioso curso de la lucha que ellos consideran propia. [...] No necesito asegurarle lo grande que es mi deseo de no permanecer al margen de sus cuitas y lo grande que es para mi satisfacción al presentarle en toda ocasión servicios que usted estima como valiosos.
Carta de Franco enviada Hitler el 3 de junio con motivo de la caída de Francia.[183]

En un principio Hitler desestimó el ofrecimiento de Franco, pero las dificultades que encontró en su guerra contra Inglaterra le hicieron pensar en la conveniencia de que España se incorporara al conflicto. El 8 de agosto, Berlín elaboró un informe sobre los costes y beneficios de la entrada de España en la guerra. España, sin la ayuda de Alemania difícilmente soportaría el esfuerzo bélico. Con esta previsión, la ventaja se centraba en la supresión de las exportaciones españolas de minerales a Inglaterra, el acceso de Alemania a minas de Hierro y cobre de propiedad inglesa en España y el control del estrecho de Gibraltar. Los inconvenientes serían: una previsible ocupación inglesa de las islas Canarias y Baleares, la ampliación de Gibraltar, la posible conexión de las fuerzas británicas con las francesas en Marruecos y la necesidad de abastecer a España de productos de primera necesidad y combustible (ya que España se abastecía en terceros países de estas materias); también, la necesidad de rearmarla, añadiendo las dificultades que las carreteras estrechas y el diferente ancho de vía supondrían para el transporte de material bélico.[184] Un segundo estudio pormenorizado de la ayuda que España necesitaría para entrar en la guerra desanimó a los alemanes. Ese verano existieron numerosos contactos entre España y Alemania. El entusiasmo que mostró Franco ante la entrada de España en la guerra, que con el posterior reparto de África colmaría sus ambiciones imperialistas, contrastó con el escepticismo mostrado por Alemania.[185]

El 23 de octubre de 1940, Franco acudió al histórico encuentro con Hitler en Hendaya con la esperanza de obtener una adecuada recompensa a sus reiteradas ofertas de unirse al Eje. Posteriormente sus propagandistas afirmarían que Franco contuvo brillantemente a las hordas nazis en Hendaya manteniendo a raya a un Hitler amenazador. De hecho, el examen del encuentro no indica una presión desmesurada por parte de Hitler a favor de la beligerancia española. Serrano Súñer, comentaría que, ante las expectativas de poder anexionarse Marruecos, Franco estaba como “un niño ilusionado, encariñado con lo que había sido su deseo de siempre: el mundo en el que se había formado como gran jefe militar”.[186] El encuentro se prolongó durante varias horas. Las exigencias coloniales de Franco, que chocaban con otros intereses de Hitler, no fueron atendidas por éste; y Hitler no consiguió flexibilidad por parte de Franco en sus pretensiones. Ambos comentarían la reunión en tono despectivo. Hitler diría que “con estos tipos no hay nada que hacer” y que preferiría que le sacasen tres o cuatro muelas antes que volver a conversar con Franco. Por su parte, Franco comentaría a Serrano Suñer que: “Es intolerable esta gente; quieren que entremos en guerra a cambio de nada”.[187]

Todavía, en el verano de 1941 Franco confiaba plenamente en la victoria del Eje:

Yo quisiera llevar a todos los rincones de España la inquietud de estos momentos, en que con la suerte de Europa se debate la de nuestra nación, y no porque tenga dudas de los resultados de la contienda. La suerte está echada. En nuestros campos se dieron y ganaron las primeras batallas.[...] Se ha planteado mal la guerra y los aliados la han perdido.
Discurso ante el Consejo Nacional de FET, 17 de junio de 1941.[188]

Con el fin de la guerra y la derrota de Alemania e Italia se desvanecieron las aspiraciones imperialistas de Franco y su intento fascista. Si bien el naciente régimen político franquista asumió plenamente la decisión de crear ex novo un estado totalitario alternativo al liberal-democrático, al igual que sus aliados naturales: el fascismo italiano y el nacionalsocialismo alemán, no pudo consumar su sueño, y la derrota de Hitler y Mussolini primero, el aislamiento internacional y la guerra fría después, le obligaron a renunciar a sus objetivos forzándole a renunciar al “ideal totalitario” en beneficio del “autoritarismo pragmático”.[189]

La España de la posguerra mundial

Franco dando un discurso en Éibar en 1949.

En el encuentro de Hendaya Franco había adquirido el compromiso de adherirse al Eje, compromiso que dejaba en manos de España la fecha de esa adhesión que nunca se materializaría.[190] Los requerimientos de Hitler para su incorporación nunca fueron atendidos. Alemania pidió la intermediación de Italia. Franco se entrevistó con Mussolini en Bordighera el 12 de febrero de 1941; la entrevista fue muy cordial; Mussolini entendió los argumentos españoles y salió con la certeza de que Franco no podía ni quería ir a la guerra.[191] No obstante, Franco, sin alterar su declaración de no-beligerancia, prestó apoyo a Alemania. Los submarinos alemanes utilizaron los puertos españoles como base para sus reparaciones y abastecimiento, lo que les permitió extender su radio de acción. También, los aviones alemanes utilizaron los aeropuertos españoles con los mismos fines, quedando demostrado por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que operaron desde ellos en misiones contra la flota aliada.[192] Y en junio de 1941, tras una beligerante campaña de prensa, se creó la División Azul que lucharía junto a Alemania en el frente soviético hasta 1944.

Con la evolución de la guerra, ante la inminente derrota de Eje, la primera evolución del franquismo fue su "desfascistización". En 1943 la delegación nacional de Propaganda daba instrucciones muy concretas:

Como norma general deberá tenerse en cuenta la siguiente: en ningún caso, bajo ningún pretexto, tanto en artículos de colaboración como en editoriales y comentarios…, se hará referencia a textos, idearios ejemplos extranjeros al referirse a las características y fundamentos políticos de nuestro movimiento. El Estado español se asienta exclusivamente sobre principios, normas políticas y bases filosóficas estrictamente nacionales. No se tolerará en ningún caso la comparación de nuestro Estado con otros que pudieran parecer similares, ni menos aún extraer consecuencias de pretendidas adaptaciones ideológicas extranjeras a nuestra Patria.
La España franquista en sus documentos.[193]

Aunque no cesó la colaboración, el Régimen se fue alejando paulatinamente del Eje, y con la caída del Tercer Reich, se enviaron directrices para que la derrota se viese como el triunfo del Régimen ya que España, según estas directrices, se había mantenido alejada de la guerra y siempre estuvo preocupada por la paz.[194] En el plano internacional, Franco iniciaría en el otoño de 1944 una operación de cosmética política que daría al Régimen una fachada más aceptable.[195] El 3 de noviembre, Franco declararía a la agencia de noticias United Press que España nunca había sido nazi o fascista.

Francisco Franco junto al presidente estadounidense Eisenhower, en 1959.
Placa del ministerio de la vivienda. Durante la época franquista se promocionó la construcción de casas baratas.

En 1945, la recién creada ONU rechazó el ingreso de España y recomendó a sus miembros la retirada de sus embajadores en 1946: "No hay lugar en las Naciones Unidas para un gobierno fundado sobre principios fascistas".[196] Franco respondió convocando una gran manifestación en la Plaza de Oriente de apoyo al «Régimen», como haría en sucesivas ocasiones en las que la presión internacional le obligarían a mostrar un respaldo. El pueblo español sufrió las consecuencias del aislamiento que le impusieron al régimen naciones como Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos, que no veían con buenos ojos la pervivencia de un régimen fascista en Europa. Sólo la Argentina de Perón firmó un tratado de relaciones comerciales en enero de 1947, ratificado con la visita de Evita, la Primera Dama, en junio del mismo año.

Esta situación terminó, en parte, durante la Guerra Fría, cuando las necesidades geoestratégicas de Estados Unidos le hicieron colaborar con España. Estados Unidos intentó incluir a España en el Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y ante la oposición de países europeos, principalmente el Reino Unido, reconduce su estrategia que acabará con la firma de un tratado bilateral.

El Reino Unido tuvo una decisiva influencia en el mantenimiento del cerco diplomático. Como representante más cualificado de los gobiernos europeos, y con el visto bueno de Francia y otros países, presionó a Estados Unidos para que supeditara la política española al conjunto de la política hacia Europa occidental. […] Si se incluía a la España franquista [en el bloque atlántico] esta política se convertiría en sinónimo de anti comunismo, una opción demasiado vinculada a actitudes conservadoras que restaría apoyo social. Franco, como símbolo del fascismo, no podía ser incluido sin poner en peligro el soporte social y liberal.
Florentino Portero y Rosa Pardo, 2007,[197] [198]

En 1950 la ONU revoca su resolución de 1946 para la retirada de embajadores y Estados Unidos nombra un embajador, pero es especialmente a partir de la firma del pacto de 1953 con EE.UU., el ingreso en la ONU en 1955 y la posterior visita del presidente Dwight D. Eisenhower a Franco en 1959, para establecer bases militares estadounidenses en España, cuando se produce una mayor apertura internacional del régimen franquista.

Años 60. El desarrollo económico

Artículo principal: Milagro económico español
El SEAT 600, símbolo de los años del Desarrollismo económico.

España se caracterizó en la década de los sesenta por el fuerte crecimiento de su economía, lo que se dio en llamar "el milagro económico español". Durante esa década España creció a un ritmo del 7%.[199]

Las raíces de esta expansión económica habría que buscarla en la década de los cincuenta. El modelo autárquico impuesto por Franco había colocado a España al borde de la bancarrota. Durante esa década, aun con las reticencias y la oposición de los sectores falangistas del Régimen y del propio Franco, se produjo una lenta liberalización de la economía.[200] [201] También, las ayudas norteamericanas, tras la firma del tratado bilateral, tuvieron los efectos de paliar esa crítica situación económica.[202] El periodo que desde el final de la II Guerra Mundial incluye estas décadas, fueron años decisivos para Europa, se emprendió la reconstrucción que culminó con su unificación, proceso del que estuvo excluida España, pero que no evitó que se viese favorecida por el fuerte y sostenido crecimiento económico que generó. “El contexto económico internacional fue, en este sentido, decisivo”.[203]

España, en los años cincuenta, no se sumó plenamente al avance económico que experimentaron los países de su entorno[204] hasta que con el progresivo desplazamiento de los falangistas del gobierno y el acceso de los llamados "tecnócratas" (su núcleo principal, miembros del Opus Dei), con una mejor formación técnica en economía, se materializara el alejamiento del modelo autárquico. En 1959, el Plan de Estabilización, con la supervisión del FMI y la OCDE, significó el definitivo lanzamiento de la economía española. España, a cambio de recibir ayudas financieras, envió un memorando al FMI en el que se comprometía a “adoptar las medidas necesarias para situar a la economía española en condiciones de solvencia y estabilidad económica”.[205] [206] La reacción fue inmediata y durante toda la década de los sesenta se creció a un rimo medio del 7%, solamente superado por Japón. España partía de un suelo muy bajo, era uno de los países más pobres de Europa, junto a Grecia y Portugal, con una renta per cápita inferior a la de algunos países latinoamericanos,[207] y las claves de su crecimiento estuvieron relacionadas con la expansión económica de los países de su entorno: la entrada de capital extranjero, la afluencia del turismo y las remesas procedentes de la emigración (la emigración permanente superó los 800.000 españoles, a los que deben sumarse otros tantos emigrantes temporales).[208] [209] Este desarrollo, en cierto modo desordenado, y la afluencia de gente del campo a la ciudad, propició la gran expansión del chabolismo que rodeó a las grandes ciudades. También, las altas tasas de crecimiento económico, no vinieron acompañadas de la consecuente creación empleo (la necesidad de industrialización del país, primó el aumento del factor capital frente al factor trabajo), fue la emigración a Europa lo que evitó que la escasa capacidad de crear empleo no se tradujese en un aumento de las tasas de paro.[210]

Aunque parte de los recursos generados para modernizar la economía fueron a parar a manos de personas cercanas al poder, lo que generó un desequilibrio en la distribución de la riqueza, esto no logró evitar que gran parte de la población experimentase una mejora en su calidad de vida.[211] Paralelo al desarrollo económico vino la modernización de la sociedad, se pasó de una sociedad agraria a una industrial, con avances en la educación, alcanzándose una tasa de escolarización del 90% y reduciéndose el nivel de analfabetismo. Otro avance fue la tímida incorporación de la mujer al trabajo y a los estudios.[212] Se produjo un aumento del bienestar, una mejora en las infraestructuras del país y, también, el contacto con el exterior propició la extensión de hábitos y costumbres más liberales: la minifalda, el pelo largo masculino, la ropa desenfada, el biquini, la música pop y rock. También se experimentó un cambio en la sexualidad (la venta de píldoras anticonceptivas superó el millón de unidades en 1967).[213]

En esta década se extendió la movilización social. Crece la militancia obrera agrupada, principalmente, en torno a Comisiones Obreras; que surge, no como un sindicato, sino como una plataforma sindical, impulsada por el Partido Comunista Español, que, con una estructura clandestina, utiliza las estructuras del sindicato vertical para llevar las reivindicaciones a la calle, procurando la movilización de masas (también, otras centrales sindicales comienzan a mostrarse activas: USO y UGT).[214] "La movilización reivindicativa de la clase obrera durante la década de los sesenta fue, sin duda, el mayor desafío que tuvo que afrontar el régimen de Franco. [...] La constitución de las Comisiones Obreras como movimiento de ámbito nacional es indisoluble de esa lenta transformación antifranquista del nuevo movimiento obrero español, gracias a la acción conjunta de militantes comunistas y de católicos progresistas".[215] La universidad dejó de ser un feudo del SEU, el sindicato falangista. En el curso 1955-1956 se crean las agrupaciones de estudiantes Frente de Liberación Popular (el Felipe) de adscripción comunista y la Asociación Socialista Universitaria (ASU) auspiciada por el PSOE. Y Durante los años siguientes las universidades, también, serán escenario del activismo contra el régimen de Franco.

"No cabe duda que la acción reivindicativa de segmentos significativos de la clase obrera española fue una condición necesaria para la consecución de mejoras sustanciales en el nivel de vida y las condiciones laborales".[216] La represión ejercida por Franco tras ganar la guerra hizo innecesarias las mejoras laborales. Si en el resto de Europa, desde 1942, se venía trabajando para conseguir mecanismos e instituciones que universalizaran la protección social, en España no fue hasta 1963, con la promulgación de la Ley de Bases de la Seguridad Social, cuando se comenzara "a forjar una nueva configuración de las prestaciones sociales en España, dentro de un auténtico sistema de seguridad social".[217] Aun con la inexistencia de una reforma fiscal que la dotara de medios y la ineficacia en la gestión de recursos, la puesta en marcha de la Seguridad Social, supuso un importante avance en protección social, permitiendo que, en 1973, cuatro de cada cinco españoles tuvieran cobertura sanitaria.[218]

Franco, durante esta década de logros económicos, resultó "intocable" para las diferentes facciones que formaban el conglomerado franquista.[219] No resultaba así en el exterior, la Comunidad Económica Europea se negó a iniciar conversaciones para la entrada de España en la comunidad, algo que Franco achacó a las fuerzas hostiles contra España.[220] Como también achacó a esas supuestas fuerzas hostiles las movilizaciones obreras y estudiantiles.

En 1966 se presentó en las Cortes la Ley Orgánica del Estado. "Se decidió que no hubiera debate sobre la compleja ley. Sería sometida primero a las Cortes y luego al pueblo español sin examen público de sus ventajas y desventajas ni demasiadas explicaciones".[221] El 14 de diciembre se votó en referéndum con una participación del 88% y tan solo un 1,81% de votos negativos.[222]

Franco, durante la segunda mitad de los sesenta, recibió presiones de su entorno (en forma de reiteradas sugerencias) para que nombrara sucesor. Franco mostraba ya una creciente decrepitud y se temía por la continuidad del Régimen. En ese tiempo surgieron varios candidatos, entre ellos don Juan que intentó, en diversas comunicaciones con Franco, hacer valer su legitimidad. Juan Carlos fue el candidato elegido, se había mostrado "gris" en sus opiniones, "Juan Carlos era dolorosamente consciente desde hacía mucho tiempo de su estrecho margen de maniobra".[223] El entorno de Franco lo consideraba débil de carácter y sin capacidades políticas para tomar decisiones que lo pudieran enfrentar a las instituciones del Régimen. Estimaron que con su elección, al menos durante un tiempo, la continuidad del Régimen estaría asegurada. Cuando en enero de 1969 Franco le comunicó su decisión de nombrarlo sucesor, Juan Carlos se preocupó de consultar con su muy estimado ex tutor y hombre de confianza, Torcuato Fernández Miranda, que "le garantizó que serían perfectamente posibles nuevas reformas una vez hubiese heredado plenamente la estructura legal del Estado franquista"[224] (Fernández Miranda, con Juan Carlos ya jefe de Estado, diseñó la auto defenestración de Régimen, contribuyendo activamente a ella desde su puesto de presidente de las Cortes, al que accedió por designación de Juan Carlos). Franco, por fin, en julio de 1969 presentó al consejo del Reino y a las Cortes a Juan Carlos como sucesor, siendo aprobada la designación por éstas sin apenas oposición (419 votos a favor y 19 en contra).[225]

En 1967, producto de la Ley Orgánica, un tercio de los procuradores de las Cortes fueron elegidos por "cabezas de familia" en votaciones que simulaban un proceso democrático. "No se trataba de una liberalización significativa: todos los procuradores eran miembros del Movimiento y cerca de la mitad eran funcionarios del Estado. En cualquier caso, Franco no dejó de señalar a uno de sus ministros. Las Cortes no eran soberanas. Solo el Caudillo podía sancionar las leyes.[226]

Últimos años. El tardofranquismo

A principio de los años 70 el Régimen se divide en “continuistas”, más moderados, e “inmovilistas”, que intentan parar todo tipo de reformas y a los que se les terminará denominando “el búnker”. Entre las acciones de los inmovilistas estuvo el intento de sustituir en la sucesión a Juan Carlos de Borbón por Alfonso de Borbón, prometido de la nieta de Franco con la que posteriormente se casaría.[227] Desde el movimiento se instó a los gobernadores provinciales a que restaran importancia a las visitas de Juan Carlos y destacaran las de Alfonso de Borbón. En ese tiempo, desde el interior del Régimen ya se toman posiciones para el momento posterior a su muerte.[228]

En septiembre de 1970 Franco recibió la visita de Nixon y Kissinger. Una visita que reforzaba la imagen del dictador fuera y dentro de España y que marcó el punto de máxima tolerancia de las democracias occidentales con el franquismo.

Dos meses después de la visita, el proceso de Burgos, que terminó condenando a la pena de muerte a tres etarras, hizo retroceder treinta años la situación de España en el mundo.[229] El 17 de diciembre convocada por el "búnker", una multitud se concentró en la plaza de Oriente de Madrid. En ella pudo verse a Franco saludando desde el balcón muy debilitado físicamente, ya en aquella época sufría Parkinson. La excusa de la manifestación era contestar a las críticas que se multiplicaban en el exterior y a la contestación interior de la oposición democrática; pero, realmente, fue una demostración de capacidad de convocatoria del búnker en sus intentos de desplazar de los puestos de poder a tecnócratas y continuistas.[230] La imagen de Franco aclamado por la multitud y su deterioro físico, tuvieron el efecto en la oposición democrática de no intentar precipitar su caída, y en el búnker, el de aceptar que "mientras Franco viviera, contra él no iría nada".[231] Las sentencias de muerte fueron finalmente conmutadas. Franco, muy reticente a conmutarlas, atendió en última instancia la insistencia, principalmente, de López Rodó y Carrero Blanco preocupados por las seguras repercusiones internacionales (también le escribió su hermano Nicolás pidiéndole que las conmutara). Franco en el discurso de aquel fin de año justificó las protestas internacionales con su fijación persecutoria: "La paz y el orden de que hemos disfrutado durante más de treinta años han despertado el odio en las potencias que siempre han sido el enemigo de la prosperidad de nuestro pueblo".[232] En el interior, el proceso de Burgos tuvo el efecto de unir a las fuerzas de oposición democrática que ampliaron su área de influencia. La Iglesia comenzó a mostrarse crítica y los más aperturistas del franquismo vieron al Régimen como "un barco que se estaba hundiendo".[232]

En los años setenta se generalizaron las movilizaciones obrera y estudiantil iniciadas ya en los sesenta; sectores, como la Democracia Cristiana, hasta entonces cercanos a El Régimen, se posicionan frente a él, desde el propio falangismo surgen grupos de oposición, en el ejército, una asociación clandestina, la UMD, desafía la disciplina militar para hacer también oposición; y, su mayor aliada, la Iglesia, se muestra dividida. El Vaticano ya había dado muestras de alejamiento del régimen de Franco y durante esos años se sucedieron las muestras de desaprobación, en el interior, el cardenal primado Vicente Enrique y Tarancón se mostró especialmente beligerante. Para completar una situación insostenible, ETA y otros grupos terroristas adquirieron una fortaleza creciente, multiplicando sus acciones. El 20 de diciembre de 1973, coincidiendo con el denominado Proceso 1001, juicio contra diez dirigentes de Comisiones Obreras, que pretendía ser ejemplar, ETA atenta contra el presidente del Gobierno y principal apoyo de Franco, Carrero Blanco, causándole la muerte.[233] [234]

Franco se enfrentó a estas tensiones iniciando un giro hacia posiciones inmovilistas.[235] El 1 de octubre de 1971, en la celebración del aniversario de su nombramiento como jefe de Estado, con nuevas concentraciones en la plaza de Oriente, Franco dejó claras sus intenciones de no retirarse. Desde el sector continuista comenzó a temerse la previsible perdida de facultades físicas y mentales de Franco antes de sustanciarse la transmisión de poderes.[236] En esta última etapa el Parkinson se hizo muy evidente, a finales de 1974 mostraba claros síntomas de senilidad.[237]

"En el verano de 1975, la sensación de desmoronamiento del régimen era omnipresente".[238] En septiembre de 1975, otro juicio, el de ocho miembros de la organización terrorista FRAP, condenados los ocho a la pena de muerte y dando su conformidad y ejecutándose cinco de las penas, aisló aún más al Régimen internacionalmente. Quince países europeos retiraron a sus embajadores, produciéndose protestas y ataques a las embajadas de España en la mayoría de los países europeos. Como reacción a aquél desmoronamiento, el 1 de octubre, Franco vuelve al balcón de la plaza de Oriente y "repite ante la muchedumbre su discurso de siempre y una vez más, con una voz que la enfermedad hace aún más trémula, denuncia en medio del fervor general de sus incondicionales el complot judeomasónico contra España y la subversión comunista-terrorista"[239]

La agonía de Franco fue lenta y dolorosa, siendo sometido a numerosas intervenciones innecesarias y de efectos desastrosos. El 17 de octubre, después de varias crisis de su salud, aún preside el Consejo de Ministros. El 22 de octubre sufre su tercer ataque cardíaco, el 24 sufre otro y se agravan sus otras dolencias. Desde entonces, todos los intentos de su entorno son los de prolongarle la vida, intentando que sobreviva al 26 de noviembre, momento en que debería renovar el mandato de Alejandro Rodríguez de Valcárcel como presidente del consejo del Reino y de las Cortes y, así, garantizarse una persona "fiable" con poderes para influir en la elección del futuro presidente del Consejo de Ministros. El 25 de octubre se le administra la extremaunción y, finalmente, el 20 de noviembre, se certifica su muerte.[240]

Tumba de Franco en la cripta del Valle de los Caídos en 2005.

Durante las cincuenta horas que estuvo abierta la capilla ardiente en la sala de Columnas del palacio de Oriente, se calcula que pasaron por ella para mostrarle su último respeto entre 300.000 y 500.000 personas, formándose largas colas de varios kilómetros. El sepelio desde Madrid al Valle de los Caídos, donde fue enterrado en una solemne tumba junto a la de José Antonio Primo de Rivera, fue presenciado, también, por una gran multitud. Sólo asistieron tres jefes de Estado: el príncipe Rainiero de Mónaco, el rey Hussein de Jordania y el general Augusto Pinochet de Chile.[241] [242]

Tras su muerte, los mecanismos sucesorios funcionaron y Juan Carlos "aceptando los términos de la legislación franquista" fue investido rey,[10] siendo aceptado con escepticismo tanto por los adeptos al Régimen como por la oposición democrática. Posteriormente, Juan Carlos desempeñaría "un papel central en el complejo proceso de desmantelamiento del régimen franquista y en la creación de la legalidad democrática".[10] Se inicia el proceso conocido como Transición Española.[243]

Ideología

Artículo principal: Franquismo

Franco adquirió más poder que ningún otro gobernante en España,[159] [160] ejerciendo esos poderes para intervenir en todos los ámbitos de la sociedad española. En opinión de Alberto Reig Tapia: política e ideológicamente Franco se define sobre todo por rasgos negativos: antiliberalismo, antimasónico, antimarxista, etc.[164] Esto coincide con la creencia de Franco de haber sido elegido para salvar a España de estos peligros.[244] Lo cual no define una ideología, pero es difícil ir más allá dado el carácter hermético del personaje.[245] Se conoce su repudio al parlamentarismo anterior, incluso, a los años 30[246] y su principal obsesión fue la de una supuesta "conspiración masónica y comunista" contra los intereses de España.[247] Uniendo a estas fobias su admiración a todo lo relacionado con el mundo militar[248] y que desde su nombramiento como líder de los sublevados contó con un confesor personal, comenzaba el día oyendo una misa y rezaba el rosario casi a diario,[249] podríamos obtener su armazón ideológico.

En sus gobiernos, los militares siempre jugaron un papel importante, "Franco confió muy especialmente en personalidades del mundo del ejército. Como es lógico, así sucedía no solo en los niveles más altos de la administración sino también en los inferiores";[250] y la Iglesia participó activamente proporcionando una justificación moral e intentando modelar las costumbres de la sociedad. Políticamente Franco se distinguió por su pragmatismo, las diferentes tendencias que lo apoyaban tuvieron un mayor o menor peso en sus gobiernos dependiendo de los intereses del momento.

Tras su victoria en la Guerra Civil, Franco intentó instaurar un estado totalitario de estilo fascista, eran los tiempos en los que el fascismo italiano y el nacional socialismo alemán estaban en auge. Probablemente vio en ellos no solo un modelo, sino también un medio para colmar sus aspiraciones imperialistas. A Franco, en ese tiempo, le obsesionaba la idea de anexionar a España el norte de África. Fue con la derrota del Eje cuando, al menos formalmente, se aleja de las posiciones fascistas y no será hasta el final de los años cincuenta cuando modifique el modelo económico autárquico. No obstante, hasta la caída del franquismo, quedaron reminiscencias de ese intento totalitario, como los sindicatos verticales, espejos del corporativismo fascista italiano, o la dedicación del Movimiento al adoctrinamiento: en la educación, mediante la "formación del espíritu nacional" en las escuelas, y en la formación de la opinión de la sociedad con el control de los medios de comunicación.

La ausencia de un ideario definido le permitió transitar de unas fórmulas dictatoriales a otras, rozando el fascismo en los cuarenta y a las dictaduras desarrollistas en los sesenta.[162]

La corrupción durante la dictadura

Durante la dictadura franquista fueron numerosos los casos de corrupción que salpicaron a los círculos familiares (especialmente por parte de Nicolás Franco, de Pilar Franco y su yerno el Marqués de Villaverde), políticos y de amistad que rodeaban al dictador, siendo acusado de laxitud y tolerancia con la misma, por ello, en numerosas ocasiones los propios poderes públicos se encargaban de enmascarar estos escándalos, lo cual era posible gracias a la inexistencia de libertad de prensa y la represión. Por ejemplo en el caso de "Manufacturas Metálicas Madrileñas", el propio hermano del dictador fue penalmente amnistiado por el Consejo de Ministros. Su hermana Pilar, viuda madre de 10 hijos, cuyos únicos ingresos eran los que provenían de una módica pensión por viudedad de la época, acumuló una inmensa fortuna y diversas propiedades, recibiendo finalmente 12 millones y medio de pesetas en concepto de pensión hasta su muerte.

Entre otros, fueron de especial relevancia los escándalos de la estafa piramidal inmobiliaria SOFICO, el fraude en las ayudas a la exportación MATESA o a la industrialización en el caso de "Confecciones Gibraltar", y la desaparición de 4 millones de litros de aceite del Estado en el asunto REACE.[251] [252]

Tras el final de la guerra civil, la destrucción y el hambre agudizó el estraperlo y el comercio ilegal a través de las fronteras. Posteriormente, numerosas fortunas florecieron gracias al desarrollo económico, utilizando para ello las influencias del llamado "Clan del Pardo", que era el nombre que englobaba a los círculos cercanos al dictador por ser el Palacio del Pardo su residencia oficial, y la evasión de capitales al extranjero, principalmente con destino a Suiza[253] y José Antonio Martínez Soler,[254] afirmó que:

"Debajo de la dictadura había una corrupción constante y generalizada".

La familia Franco acumuló gran cantidad de bienes y propiedades durante la dictadura como la casa señorial gallega del "Pazo de Meirás" o el "Palacio de Cornide", "El Canto del Pico" en las cercanías de Madrid. Según Mariano Sánchez Soler, que ha publicado diversos libros de investigación sobre la fortuna acumulada por los Franco, la familia poseía un entramado de más de 150 empresas diversas y un patrimonio valorado entre 6.000 y 10.000 millones de pesetas.[255]

En el año 2008, el partido político Izquierda Unida, presentó una proposición parlamentaria para posibilitar la devolución al Estado del patrimonio del dictador, finalmente el gobierno socialista aprobó que los bienes fueran declarados de interés cultural, lo que permite que sean visitados por la ciudadanía, pero permaneciendo en poder de la familia Franco. Por su parte, el Partido Popular se opuso a cualquiera de las iniciativas presentadas.

Vida privada

Franco residió junto a su familia en el Palacio Real de El Pardo durante toda la dictadura.

Lo único que se conoce a ciencia cierta de la vida privada de Francisco Franco es lo que se hacía oficial y público.[256] Estaba casado con Carmen Polo y tuvo una hija, María del Carmen Franco Polo, Duquesa de Franco. Su yerno era Cristóbal Martínez-Bordiú, Marqués de Villaverde, y uno de sus bisnietos es Luis Alfonso de Borbón y Martínez-Bordiú, hijo de Alfonso de Borbón y Dampierre y de María del Carmen Martínez-Bordiú. La familia Franco pasaba sus vacaciones en el Pazo de Meirás, en La Coruña.

Entre sus aficiones destaca la caza y la pesca, convirtiéndose estas aficiones en propaganda de sus proezas, apareciendo en la prensa cobrando numerosas piezas y, principalmente, pescando ejemplares de gran tamaño.[257] También le gustaba jugar a las cartas, pasaba muchas horas viendo la televisión y su conversación favorita siempre versó sobre Marruecos.[258] [259]

Literatura y cine

Con su propio nombre publicó en 1922 el libro (pretendidamente verídico) Diario de una bandera.[260] Con el seudónimo de Jaime de Andrade, Franco escribió la novela Raza, que inspiró la película del mismo título en 1942. También con seudónimo, pero de Jakim Boor, publicó una serie de artículos antimasónicos y antisemitas en el órgano de Falange, el diario Arriba, publicados todos ellos más tarde en el libro Masonería.[261]

Además ha sido utilizado como personaje en varias novelas, películas e historietas de ficción:

  • En 1964, José Luis Sáenz de Heredia, que ya filmara la película Raza, se hizo cargo también del filme documental Franco, ese hombre.
  • Otro film documental rodado en la clandestinidad fue Caudillo de Basilio Martín Patino, biografía del dictador centrada sobre todo en su vida anterior a la finalización de la guerra civil, con entrevistas y documentos audiovisuales de ambas partes.
  • En Dragón Rapide (1986) su papel fue interpretado por Juan Diego, una de las interpretaciones más logradas del dictador, por la que fue nominado al Goya y centrada en los días previos al Alzamiento Nacional.
  • En Espérame en el cielo (1988) fue encarnado por José Soriano, una película en clave de humor en la que el actor interpreta tanto a Franco como a su doble.
  • En Madregilda (1993) su papel lo interpreta Juan Echanove, película con toques surrealistas con la que Echanove consiguió ganar su segundo Goya por su caracterización de Franco.
  • En Operación Gónada (2000) lo interpreta Xavier Deltell.
  • En ¡Buen viaje, excelencia! (2003) es interpretado por Ramón Fontserè.
  • En 20-N: Los últimos días de Franco (2008) por Manuel Alexandre[262]
  • En Balada triste de trompeta (2010) por Juan Viadas
  • En la miniserie Alfonso, el príncipe maldito (2010) por Francisco Vidal.
  • En la miniserie Suárez, el presidente (2010) lo interpreta Francisco Merino.
  • En la miniserie Sofía (2011) lo interpreta Eduardo McGregor.
  • También aparece, aunque como personaje sin identificar, en el film cómico ...Y al tercer año, resucitó (1980).
  • En los cortometrajes Franco no puede morir en la cama (1998) y Hendaya: cuando Adolfo encontró a Paco (2007) es interpretado por Luis Ciges y José Macías respectivamente.
  • Tiene un cameo en la película Evita (1996), interpretado por Peter Hughes.
  • Aparece como personaje recurrente en el programa Pólònia de TV3 interpretado por Manel Lucas; también ha sido parodiado en otros programas de televisión como Caiga quien caiga, DEC donde fue interpretado por el cómico imitador Carlos Latre y en los Premios Ondas de 2008 por David Fernández.
  • En la comedia musical Hendaya, mon amour fue interpretado por César Goldi, y en el cortometraje de Luis García Berlanga El sueño de la maestra (2002) aparece como imágenes de archivo pero doblado por Luis Figuerola Ferretti como parodia de ¡Bienvenido Mr. Marshall!.
  • Aparece en el cortometraje de Álex de la Iglesia La tragedia de Francisco Franco interpretado por Carlos Areces.
  • Además, él mismo se interpretó en la película muda La malcasada[263] (1926) donde aparecen cameos de importantes personalidades de la época como José Millán Astray, José Sanjurjo, Ramón del Valle-Inclán o el dictador Miguel Primo de Rivera entre muchos otros.

Emblema personal de Franco, estandarte, guion y escudo

Emblema «Víctor» en una placa de inauguración.

Franco utilizó como emblema personal el víctor ('Victorioso', en latín) un símbolo originado en el ocaso del Imperio romano y que derivaba del crismón. También fue empleado por la universidad de Salamanca.

Este emblema se utilizó mucho durante la guerra, y estuvo en la tribuna desde la cual Franco contempló el desfile de la victoria de 1939, cayendo en un relativo desuso a partir de entonces.

El estandarte de Francisco Franco.

En 1940 se crearon el estandarte y el guion que fueron empleados hasta su muerte por el general Francisco Franco como jefe de Estado. Se recuperó de esta forma, hasta el mes de noviembre de 1975, la Banda de Castilla. La propia banda y los dos dragantes estuvieron acompañados, como en el caso de Carlos I, por las Columnas de Hércules con fuste de plata, base y capitel corintio de oro o dorados, y ambas coronadas con una corona imperial (la columna más cercana al lado del mástil y una real antigua, abierta (la más alejada). La columna del lado más cercano al mástil aparecía colocada en el borde inferior, mientras que la otra lo estaba en el borde superior.

Escudo de Franco como jefe de Estado.

El estandarte, la bandera que fue izada en residencias oficiales, acuartelamientos y naves de la Armada consistió en una enseña cuadrada con los elementos mencionados.

El guion, la señal de posición, de uso castrense, fue muy semejante al estandarte pero poseía, en el lado opuesto al mástil, tres carpas redondas salientes y dos entrantes intermedias. Estuvo rodeado por flecos y acompañado de un cordoncillo, ambos de oro.

Los elementos mencionados también formaron parte del escudo personal que empleó Franco como jefe de Estado. En este escudo también figuraron, como adornos exteriores, la Cruz Laureada de San Fernando y una corona abierta, sin diademas, denominada corona militar de caudillaje.[264]

Predecesor:
Miguel Cabanellas
(presidente de la Junta de Defensa Nacional, bando sublevado)

José Miaja
(presidente del Consejo Nacional de Defensa, bando republicano)
COA Spain 1945 1977.svg
Jefe de Estado de España
(de facto hasta 1947)

1936-1975
(en Guerra Civil: 1936-1939)
Sucesor:
Juan Carlos I
(rey de España)
Predecesor:
Francisco Gómez-Jordana
(presidente de la Junta Técnica del Estado, bando sublevado)

José Miaja Menant
(presidente del Consejo Nacional de Defensa, bando republicano)
COA Spain 1945 1977.svg
Presidente del Gobierno de España

1938-1973
(en Guerra Civil: 1936-1939)
Sucesor:
Luis Carrero Blanco

Véase también

Referencias y notas

  1. En Guerra Civil hasta el 1 de abril de 1939
  2. Julio Gil Pecharromán. José Antonio. Retrato de un visionario, Ediciones Temas de Hoy, Madrid 1996, pág. 470.
  3. José Luis García Delgado: «El régimen cometió él solo los suficientes crímenes como para merecer censura con o sin etiqueta fascista. En efecto, por lo menos uno de los horrores que Franco perpetró sobrepasó cualquier cosa hecha tanto por el fascismo alemán como por el italiano hasta que el torbellino de la Guerra Mundial liberó las fuerzas demoníacas que siempre se escondieron en su interior. Mussolini ejecutó a 27 individuos desde 1922 a 1940; Franco ejecutó al menos a mil veces más personas desde 1939 a 1941» (El juicio de la Historia. José Luis García Delgado (coordinador). Temas de Hoy. Madrid, 2000.)
  4. Preston, 2004, pág. 581.
  5. Preston, 2004, pág. 586.
  6. a b Preston, 2004, pág. 847.
  7. "La presencia de sacerdotes junto a las fuerzas de la oposición democrática en las reivindicaciones de los derechos humanos, en las demandas nacionalistas y en las protestas sociales constituye el mayor obstáculo para la esperada y deseada continuidad del régimen, ya que priva de cierta credibilidad a la cantinela del complot comunista repetida hasta la saciedad". Bachoud, 1997, pág. 459.
  8. Preston, 2004, Cap.: El largo adiós. 1969, 1975
  9. "La determinación del entorno de El Pardo de mantener con vida a Franco a pesar de sus intensos sufrimientos no era ajena al hecho de que el mandato de Alejandro Rodríguez de Valcárcel como presidente del Reino y de las Cortes concluía el 26 de noviembre. Si Franco podía recuperarse lo suficiente para renovar el mandato de Rodríguez de Valcárcel, la camarilla contaría con un hombre clave para asegurar que el presidente del Consejo de Ministros elegido por Juan Carlos fuera "fiable"". Preston, 2004, pág. 839.
  10. a b c d Preston, 2004, pág. 848.
  11. Preston, 1999, pag. 19
  12. Preston, 1999, pag. 19 y nota al pie
  13. Franco intercalaría posteriormente la "h" en su apellido materno. El Periódico, "30 años del 20-N. El gran dictador"
  14. González Duro, 2008, p. 22.
  15. El testimonio de Pacón, Francisco Franco Salgado-Araujo, primo de Franco y su sombra permanente, lo describe como «un hombre de mucha inteligencia, pero excéntrico. […] Tenía una gran personalidad propia que le conducía a hacer lo que le parecía sin preocuparse del “qué dirán”». Ashford 2001, pp. 21.
  16. González Duro, pp 21-25
  17. También, una de sus nietas (y sobrina de Franco), Pilar Jaraiz Franco diría:
    Mi madre decía que el abuelo era muy severo, que castigaba a sus hijos con frecuencia y no muy suavemente; que se enfadaba con facilidad, que llevarle la contraria, fuese su mujer, sus hijos o cualquier otra persona, provocaba escenas borrascosas y que a menudo no mantenía la frialdad y calma debida. En fin, que era una persona de carácter fuerte, algo a la manera de mi tío Ramón, aunque con menor sentido del humor... El abuelo, tal y como le he conocido después, era un hombre un poco encorvado, no bajo de estatura, pero tampoco alto. Delgado, con barba blanca y no muy bien trajeado. La mayoría de las cosas que se han dicho sobre él son fantasías. De que bebiera, nunca tuve la menor noticia ni le conocí síntomas de embriaguez, y la conducta en su profesión fue siempre intachable. Tampoco creo que jugara, en el verdadero sentido de la palabra. Es decir, no era un jugador, puede ser que echase alguna partidita en el casino con sus amigos. Al abuelo le preocupaba bastante el dinero y dudo muchísimo que lo arriesgara alegremente en el juego.
    Fernández Santander 2005, pp 8-10.
  18. En la época de mis recuerdos, todavía era muy bella, con esa perfección de rasgos que los años serenan y ennoblecen. Vivía y vestía con gran austeridad. Sus movimientos eran suaves y armoniosos y su carácter dulce y enérgico. Algo que me interesa subrayar mucho es su inmensa bondad, puesta de manifiesto día tras día en ocasiones de lo más variadas. Yo la quería mucho, puedo asegurar que fue, hasta su muerte, una de las personas que mis quise en el mundo.
    Fernández Santander 2005, p 9.
  19. La versión cultivada desde el franquismo, que desde un principio demoniza la figura del padre e idealiza la materna, es que Nicolás negó la posibilidad de que Pilar lo acompañase. La mujer de Pacón, (primo de Franco, con el que guardaría una estrecha amistad) en 1942 comentaría: «Mi marido (Pacón) decía que el problema se creo cuando le destinaron a Cádiz y la mujer se negó a acompañarle». Ashford, p. 40.
  20. Preston 2004, p. 33.
  21. La intelectualidad y la elite política españolas del siglo XIX lograron reformas constitucionales radicales que dieron a España, por breves periodos, los sufragios más democráticos y estructuras políticas más liberales de Europa continental (en cuatro ciclos distintos: 1820-1823, 1836-43, 1854-56, 1868-74). Ningún otro sistema intentó unas estructuras políticas tan avanzadas partiendo de una educación tan limitada, tan poca preparación cívica, una economía tan improductiva, comunicaciones tan deficientes, desajustes regionales tan extremos y la fuerte oposición institucionalizada de la Iglesia y el Carlismo.|Payne 1987, p 15}}
  22. Aunque España entera sufrió enormemente la pérdida del gran imperio español, el golpe fue enorme para la moral de Ferrol. Miles de marineros que se enrolaron en la desastrosa aventura eran de Galicia. La pérdida de familiares cercanos y el retorno de gran número de hombres desmoralizados, heridos y mutilados a Ferrol tuvo un impacto directo en las vidas de la mayoría de los habitantes de la ciudad.
    Ashford 2001, p. 27.
  23. Preston 2004, pp 34, 35.
  24. Ashford, p 31.
  25. «Esto no solo por su corta estatura (pues había muchos oficiales bajos en el Ejército español y algunos incluso más que Franco), sino también por su voz débil y ceceante, decididamente aguda». Payne 1987, p. 82.
  26. Manuel Azaña, Obras completas, Tomo 5, p 640.
  27. payne 1987, p 81.
  28. Pacón, en primera instancia, suspendería el examen de ingreso, aprobándolo al año siguiente. Payne, p. 35.
  29. González Duro 2008, p. 54.
  30. Payne 1987, p 80.
  31. Preston, 2004, p. 44.
  32. Bachoud, 2000, p. 39.
  33. Su frialdad bajo el fuego de combate y su competencia práctica como oficial de campaña le proporcionaron una serie de rápidos ascensos que le convirtieron, sucesivamente, en el más joven capitán, en 1916, el más joven comandante, en 1917 y el más joven general en Europa, en 1926.
    Preston, 1998 (Ed. 2010), p. 88.
  34. Según Payne, llegó a ser «la figura más prestigiosa del ejército español». Payne, 1987, p. 79.
  35. La conciencia de la élite política del creciente pacifismo de la mayoría de la opinión pública, simplemente confirmaba la reivindicación de muchos oficiales de que España no podía ser debidamente gobernada por civiles.
    Preston 1987, p 42.
  36. Nunca ha habido una juventud tan torturada como la nuestra por la amenaza marroquí, ni sacrificada tan estúpidamente en una aventura sin gloria, sin grandiosidad, triste, siniestra, opaca, vergonzosa, que llenaba la vida española de olor a rancho, a sardinas oxidadas de ración de campaña, a piojos, a cadaverina.
    Carles Esplá (escritor y secretario de Blasco Ibáñez) Gustau Nerín, La guerra que vino de África, p. 73.
  37. Preston, 2004, p. 40.
  38. Para defender los intereses financieros de unos grupos oligárquicos de poder españoles que estaban en manos de los Guell, del marqués de Comillas, del Conde de Romanones que tenían unos intereses en colaboración con sociedades francesas en el Riff una serie de intereses mineros que fueron atacados por las cábilas rifeñas.
    Francisco Bergasa, La guerra de los banqueros, Rne, 2010, (09:00)
  39. Preston, 2004, p. 44.
  40. El tranquilo autocontrol de Franco, su actitud práctica e impersonal, su ejemplo de valentía y su insistencia en el orden y la disciplina le permitieron convertirse en un competente jefe de pelotón y posteriormente de compañía, a pesar de su juventud.
    Payne, 1987, p. 82.
  41. Preston, 2004, p. 62.
  42. Preston, 2004, p. 45.
  43. Eramos doce oficiales que vivíamos en una tienda cónica. Las veladas las pasábamos charlando y jugando a los naipes, salvo Franco, que en toda su vida ha tocado una carta, que yo sepa. En las horas de abatimiento, lamentábamos nuestros medios militares, que eran insuficientes, y los ataques de la prensa contra el ejército. Reservado y serio, siempre contestaba con monosílabos… pese a su apariencia extremadamente juvenil, Franco sobresalía por su excepcional manera de servir, pero nadie sabía lo que pensaba.
    Declaraciones del general Vigón a Jean Descolá en Oh España (González Duro, 2008, p. 75.
  44. Preston, 2004, p. 44.
  45. Tusell 1998, tomo I, Cap. Rifeños y españoles.
  46. Ashford Hodges, 2001, p. 55.
  47. Bachoud, 2000, p. 48.
  48. En el campo de batalla, Franco avanza siempre y conduce a sus hombres a la victoria, a costa de lo que sea, porque sabe que la derrota o la retirada les hará desertar o volverse contra él.
    González Duro, 2008, p. 73.
  49. Tusell, 1999.
  50. Bachoud, 2000, p. 49.
  51. Fernández Santander, 2005, p. 39.
  52. Las Juntas de Defensa, asociación del arma de Infantería nacida en el contexto de la crisis de 1917 para exigir la renovación de la vida política pero también, cada vez más, para canalizar sus reivindicaciones corporativas, relacionadas con el mantenimiento del poder adquisitivo de la oficialidad y la aplicación de una escala cerrada. Los junteros se muestran muy críticos con la profusión de condecoraciones, premios en metálico y ascensos en beneficio de los compañeros que prestan servicio en el norte de África.
    Rodríguez Jiménez, 2006, pp. 219, 220..
  53. Artículo de Franco en 1920. Bachout, 2000, p. 42.
  54. Blachoud, 2000, p. 53.
  55. Millan Astray. Saludo a los que se incorporaron a la primera bandera de la Legión. Arturo Barea, La forja de un rebelde, Ed. Losada, BS As, 1951, p. 315. En Preston, 2010, p.73.
  56. Preston, 2004, p. 56.
  57. El alto mando toleró numerosas irregularidades en la Legión, como los alborotos cotidianos o la prostitución en los cuarteles (ejercida por mujeres, hombres e incluso menores). Las “legionarias”, “cantineras” o “soldaduras” acompañaban a las tropas en sus acciones; algunas de ellas desembarcaron en Alhucemas, otras fueron a Asturias en 1934, y las hubo que recorrerían toda España durante la guerra civil.
    Nerín, 2004, p. 40.
  58. La duquesa de la Victoria, una filántropo que organizó un equipo de enfermeras, recibía un tributo de la legión: una cesta de rosas en cuyo centro se encontraban dos cabezas de moro cercenadas. Cuando el dictador Primo de Rivera visitó Marruecos en 1926, se horrorizó ante la vista de un batallón de la Legión en espera de ser inspeccionados con cabezas clavadas en las bayonetas.
    Preston, 2004, p. 57.
  59. Preston, 2004, p. 63.
  60. Payne 1987, p. 84.
  61. Fernández Santander, p 47.
  62. Manuel Azaña, Obras completas Tomo 3, p 685.
  63. Preston 1994, pág. 99.
  64. El Ejército español era un objetivo primordial del reformismo republicano. Azaña, el nuevo ministro de la Guerra, estaba decidido a reorganizarlo drásticamente y, sobre todo, a crear unas nuevas relaciones institucionales y políticas que pusieran al Ejército en su sitio. […] Una de sus mayores preocupaciones era la hipertrofia de la oficialidad, que mediante una política generosa de retiros voluntarios, prácticamente con la paga completa, se redujo en un 37 por ciento en poco más de un año, pasando de los 22.000 miembros a menos de 12.400. Payne 1987, pág. 88.
  65. Preston 1994, pág. 116.
  66. a b Preston 1994, pág. 121.
  67. Manuel Azaña. Diarios, 1932-1933.Editorial Grijalbo Mondadori, Barcelona 1997, pág. 166.
  68. La derecha entendió su éxito en las elecciones de noviembre de 1933 como una oportunidad para desmontar las reformas que había intentado poner en práctica durante los diecinueve meses anteriores el gobierno de coalición republicano-socialista. [...] Los patronos y terratenientes celebraron la victoria bajando los sueldos, reduciendo el número de obreros empleados (en particular despidiendo a los sindicalistas), desalojando a los arrendatarios y subiendo los alquileres. Preston 1994, pág. 127.
  69. a b Tusell 1999 II, Cap. La insurrección de octubre de 1934.
  70. Bachoud 2000, pág. 119
  71. La bajada de salarios, la lucha abierta entre el nuevo gobierno y la Generalitat, y la anulación de la ley de arrendamientos de cultivos votada por el Parlamento catalán: todo esto, unido a las medidas vejatorias tomadas anteriormente por Lerroux, acentúa el descontento popular y agita a la izquierda revolucionaria, a la que le preocupa también el ascenso de las dictaduras en Europa. Bachoud 2000, pág. 120
  72. El movimiento juvenil de Gil-Robles, la Juventud de Acción Popular (JAP) realizaba grandes convocatorias fascistas en las que Gil-Robles era saludado con el grito ¡Jefe! ¡Jefe! ¡Jefe! (el equivalente español a "Duce") con la esperanza de que iniciara una "marcha sobre Madrid" para conquistar el poder. Preston 1994, pág. 131.
  73. En varios sentidos se puede decir que los sucesos revolucionarios presagiaron la guerra civil: la aparición de milicias, la formación de comités locales como autoridad política suprema, el empleo del terror, en gran medida anticlerical, e incluso alguna medida revolucionaria, como la supresión del dinero llevada a cabo por los anarquistas. Las pérdidas humanas fueron muy considerables (un millar y medio de muertos), pero sobre todo la brutalidad empleada por ambos bandos creó un abismo entre dos sectores de la sociedad española. Si ya se habían producido casos manifiestos de vesania entre los sublevados, el gobierno de centro–derecha hizo muy poco para la reconciliación y, sobre todo, cerró los ojos para no ver el empleo de procedimientos represivos bárbaros e ilegales por parte de la policía y el Ejército.
    Historia de España del siglo XX. Tomo II. Cap. La insurrección de octubre de 1934. Javier Tusell.
  74. Desde su despacho en el Ministerio de la Guerra el general Franco dictó las órdenes que ejecutaron sobre el terreno el general López Ochoa y el coronel Yagüe, éste al mando de las fuerzas coloniales, legionarios y regulares, dispuesto a desplegar en los valles asturianos las tácticas de exterminio sufridas por los rifeños.
    Manuel Álvaro Dueñas, 2009, pág. 102.
  75. La idea de enviar contra los insurrectos las tropas indígenas y los legionarios indudablemente también hay que atribuírsela a Franco. Parece ser que la petición de Hidalgo y los tres miembros de la CEDA para que Franco fuese el máximo responsable de la ofensiva contra Asturias fue cuestionada por el presidente del Gobierno que hubiese preferido un general más moderado. Bachoud 2000, pág. 121
  76. Fernández 1983, pág. 58
  77. Mantenía el mismo tono cauto que había empleado con Moscardó pocos días antes. No obstante, dio una respuesta de doble filo. Preston 1994, pág. 148.
  78. Le convenció hasta el punto de consentir en declarar el estado de alarma y telefonear a Alcalá Zamora solicitando la autorización para decretar la suspensión de las garantías constitucionales e imponer la ley marcial. Preston 1994, pág. 150.
  79. Preston 1994, pág. 152
  80. Azaña creyó contar con el General Mola, nombrándolo gobernador militar de Pamplona y jefe de la región del Norte. Bachoud 2000, pág. 127
  81. Franco, diez años después, dirá que lo que pretendía presentándose era acercarse a Madrid. Bachoud 2000, pág. 128.
  82. Preston 1994, pág. 119, 173.
  83. Preston 1994, pág. 173.
  84. Stanley G. Payne, Los militares y la política en la España contemporánea, Ruedo Ibérico, París 1968, pág. 291.
  85. Preston 1994, pág. 160.
  86. Payne 1992, pág. 30
  87. a b Preston 1994, pág. 168.
  88. El propio Serrano Súñer se quedó perplejo cuando Franco le dijo que lo que en realidad le hubiese gustado habría sido trasladar su residencia al sur de Francia y dirigir la conspiración desde allí. Memorias de Serrano Suñer. En Preston 1994, pág. 169.
  89. Bachoud 2000, págs. 128-129.
  90. Dicho pánico lo nutría reiteradamente la prensa derechista y los muy difundidos discursos insidiosos de Gil Robles y el beligerante líder monárquico José Calvo Sotelo. Sus denuncias del desorden hallaban una justificación espuria en la violencia callejera provocada por las escuadras terroristas de la Falange. A su vez, las actividades de las bandas falangistas eran financiadas por los mismos monárquicos que estaban detrás del golpe militar. Preston 1994, pág. 169.
  91. La lectura de las memorias de Azaña nos revela que se tiende constantemente a minimizar los peligros que amenazaban a la república. Bachoud 2000, pág. 113.
  92. Preston 1994, pág. 171.
  93. Bachoud 2000, pág. 131.
  94. Bachoud 2000, pág. 131
  95. Preston 1994, págs. 174-175
  96. "Franco no se sublevó porque la situación fuese insostenible sino porque comprendió que ya no había disyuntiva. El mismo general Sanjurjo había dicho: "Con Franquito o sin Franquito salvaremos a España"". ¿Para qué...? De Alfonso XIII a Juan III, Juan Antonio Ansaldo. En Reig Tapia 1996, pág. 69.
  97. Bachoud 2000, pág. 132
  98. La historiografía franquista describe el hecho como un accidente que se produjo cuando Balmes manipulaba un arma. Otras versiones lo sitúan al lado de la República, por lo que se sospecha que pudiera haber sido asesinado. Preston 1994, págs. 178-179.
  99. Preston 1994, pág. 180.
  100. Preston 1994, pág. 187.
  101. La decisión de Franco de sumarse al levantamiento y asumir la dirección de las fuerzas españolas en Marruecos constituyó una considerable inyección de moral para los rebeldes. Preston 1994, pág. 189.
  102. Payne 1987, pág. 113.
  103. Preston 1994, pág. 191.
  104. Preston 1994, pág. 196
  105. Ramón Salas Larrazábal del total de las fuerzas armadas, asigna 116.502 hombres, el 45,31%, a la República y 140.604, el 54,69%, a los sublevados. Contando los rebeldes con la integridad del ejército de África, que cifra en 47.127 hombres, "por su grado de encuadramiento, instrucción y capacitación, podría resultar decisivo en el caso de que lograran pasar a la península". Ramón Salas Larrazábal, Los datos exactos de la guerra civil, Edit. Rioduero, Madrid 1980, págs. 61-63.
  106. Preston 1994, pág. 195, 198.
  107. Tusell 1999. Cap. Un primer balance de fuerzas: España dividida en dos.
  108. Fernández 1983, págs. 72-73
  109. ABC, 23 de agosto de 1936. Fernández 1983, págs. 73-74
  110. Revista El Ejército, marzo de 1962. Fernández 1983, págs. 73-74
  111. Fernández 1983, pág. 72.
  112. Instrucción reservada Nº 5 del General Mola, 20 de junio de 1936. En Reig Tapia 1996, pág. 70
  113. Fernández 1983, págs. 72-73.
  114. Bachoud 2000, pág. 135.
  115. Fernández 1983, pág. 73.
  116. Payne, 2007, pág. 109.
  117. Preston 1994, pág. 188.
  118. El avión de Ansaldo era un pequeño biplano Puss Moth. Para evitar el control de las autoridades portuguesas se había escogido como campo de aterrizaje un circuito de carreras abandonado cerca de Cascais y el viento obligó a despegar en dirección a una arboleda. A su propio peso, Sanjurjo añadió una gran maleta que contenía uniformes y medallas para su ceremoniosa entrada en Madrid. El sobrecargado aparato no logró salvar la copa de los árboles. Ésta es la versión del propio Ansaldo que salvó la vida. Posteriormente se extendería la versión de que el motivo fue una bomba puesta por los anarquistas. Preston 1994, pág. 195.
  119. 17.729 europeos y 15.570 indígenas, en total 33.299 según Guillermo Cabanellas en La Guerra de los mil días Nacimiento vida y muerte de la II República, Edit. Heliasta, Buenos Aires 1975, Vol. 1, pág. 374. Y 47.127 hombres según Ramón Salas Larrazábal en Los datos exactos de la guerra civil, Edit. Rioduero, Madrid 1980, págs. 61-63.
  120. Discurso de Benito Mussolini. Roma, Italia, 23 de febrero de 1941
  121. Preston 1994, pág. 206.
  122. Preston 1994, págs. 206-207.
  123. Dado la disciplina férrea con que Franco dirigía las operaciones militares, caben pocas posibilidades de que el uso del terror fuera simplemente un efecto secundario espontáneo o un hecho inadvertido. Preston 1994, pág. 208.
  124. después de que las columnas africanas tomaran cada pueblo o ciudad, dejarían tras de sí una matanza de prisioneros y mujeres violadas. Mijail Koltsov, Diario de guerra de España, París 1963, págs. 88-89. Preston 1994, pág. 208.
  125. La resistencia del Alcázar se había convertido en un símbolo de heroísmo de los sublevados. Franco, el 22 de agosto, les había prometido enviar refuerzos. Preston 1994, pág. 223.
  126. Su foto con el laureado Moscardó y el bilaureado Varela recorriendo las ruinas del Alcázar y emocionándose al abrazar a los supervivientes dio la vuelta al mundo y le sirvió para que se le reconociera como jefe del alzamiento militar del 18 de julio. Fernández 1983, pág. 75.
  127. Preston 1994, págs. 196, 199.
  128. En la historia de las negociaciones para conseguir ayuda italiana, Franco tomó la iniciativa y la llevó adelante con pertinaz obstinación. Mussolini y Ciano [ministro de Asuntos Exteriores italiano] aportaron inequívocamente por Franco en vez de Mola. [...] También en Alemania prosperaron más los contactos de Franco. [...] Franco tuvo la suerte de conseguir el respaldo de activos nazis residentes en Marruecos. Preston 1994, pág. 202.
  129. Preston 1994, pág. 210.
  130. El relato de Kindelán deja bien claro que esto se hizo con el conocimiento y la aprobación de Franco. Preston 1994, pág. 227
  131. Fernández 1983, pág. 75.
  132. La reunión de aquel día le había dejado dudas que le reconcomían sobre su elección como Generalísimo. Detrás del voto casi unánime y las expresiones de apoyo a Franco, podía percibirse frialdad y reticencia por parte de los demás generales. Preston 1994, págs. 228-230.
  133. Como resultado de la decisión de Franco, la marcha sobre Madrid se retrasaría del 21 de septiembre al 6 de octubre. Franco perdió dos semanas en la toma de Toledo mientras se ocupaba de lo relativo a su propio ascenso político. esa dilación constituiría la diferencia entre una excelente oportunidad para entrar en Madrid y el hecho de tener que emprender un largo asedio como resultado de la reorganización de las defensas de la capital y la llegada de ayuda extranjera. Preston 1994, pág. 225.
  134. Liberando el Alcázar de Toledo, cuya resistencia pronto convertiría la propaganda en gesta legendaria, Franco se apuntó un importante tanto publicitario. Lo hizo en un momento decisivo: cuando los generales nacionalistas deberían tomar una decisión definitiva sobre la unificación militar del mando y, por extensión, sobre la naturaleza del poder político que iba a crearse en la zona nacional. Fusi 1985, págs. 44-45.
  135. ’ Preston 1994, págs. 233-234.
  136. Guillermo Cabanellas, ‘La lucha por el poder’, Editorial Heliasta, Buenos Aires 1973. En Fernández 1983, pág. 76.
  137. Ramón Garriga, que más tarde perteneció al servicio de prensa franquista en Burgos, alegó que Franco leyó en el borrador la referencia a que él sería jefe del gobierno de Estado Español sólo provisionalmente "mientras durase la guerra" y que la suprimió antes de someterlo a la firma de Cabanellas. Preston 1994, pág. 234.
  138. Payne 1987, pág. 130.
  139. Preston 1994, pág. 238
  140. Joaquín Arrarás, el que fuera uno de sus primeros biógrafos oficiales. Fernández 1983, pág. 80.
  141. Preston 1994, pág. 237.
  142. Bachoud 2000, pág. 161.
  143. Preston 1994, pág. 239.
  144. El cardenal Gomá que informa regularmente a la Santa Sede de la evolución de la situación en la zona nacional, señala al mismo tiempo el constante crecimiento del sentimiento católico entre los dirigentes y entre la población. Bschoud 2000, pág. 158
  145. Franco seguía anclado en el mundo estratégico de la Gran Guerra. Preston 1994, pág. 255.
  146. ”Seguir aferrándose a su procedimiento vacilante y rutinario (fracaso en el intento de sacar partido a la presente situación favorable terrestre y aérea, el empleo disperso de la aviación) es incluso poner en peligro lo que se ha conquistado hasta ahora”. Preston 1994, pág. 257,
  147. Para los alemanes y los italianos ha habido un fallo y lo atribuyen a la incompetencia militar del Caudillo, se impacientan y deciden incrementar su intervención. Bachoud 2000, pág.161.
  148. Los Alemanes querían probar el terror que producían estos bombardeos en la población. Preston 1994, pág. 260.
  149. Preston 1994, págs. 257-258, 263.
  150. Preston 1994, págs. 271-273.
  151. Preston 1994, pág. 278.
  152. En la primera edición de 1945 este párrafo está censurado. Preston 2003, pág. 171.
  153. En conversación el 20 de julio de 1931 con Manuel Azaña, Memorias políticas, Barcelona 1978, pág. 47.
  154. Preston 2003, pág. 171.
  155. Franco estaba orgulloso de haber recibido un telegrama del Papa el día de la victoria. Preston 1994, pág. 400
  156. Preston 1994, pág. 238. B, pág. 162.
  157. Tusell 2005, pág. 11.
  158. "El Jefe asume en su entera plenitud la más absoluta autoridad. El Jefe responde ante Dios y ante la Historia". BOE Nº 291, Burgos 7 de agosto de 1937. Reig Tapia 1996, pág. 134.
  159. a b Payne 1987, pág. 245.
  160. a b El poder más amplio y absoluto que nunca, a lo largo de la Historia, haya tenido español alguno. Tusell 1996, pág. 137
  161. Franco consideraba en gran medida al Gobierno como si fuese un ejército, gobernado por “leyes de prerrogativas”, decretos personales emanados del Jefe del Estado. El 9 de agosto de 1939 se promulgó una nueva ley de Jefatura del Estado, que amplió ulteriormente los poderes de Franco, definidos originalmente en el decreto del 29 de enero de 1938. En las nuevas medidas se decía que poseía “de modo permanente las funciones de gobierno” y que se le dispensaba categóricamente de la necesidad de someter las nuevas leyes al Consejo de Ministros “cuando razones de urgencia así lo aconsejen”.
    Payne, 2007, pág. 100.
  162. a b c Tusell 1999 Vol.3, Cap. El franquismo como dictadura.
  163. La característica más visible del régimen es el número de militares que a lo largo de los años forman parte del gobierno; ese número varía según las circunstancias y necesidades, pero siempre es considerable.[…] Por otra parte, la rudimentaria ideología franquista coincidía a menudo con la mentalidad militar. Bachoud 2000, págs.203-204.
  164. a b c Reig Tapia 1996, pág. 150.
  165. Ashfort 2001, pág. 216.
  166. Reig Tapia 1996, págs. 150-151.
  167. ¿Cómo puede explicarse que esa evidente mediocridad fuera compatible con tal larguísima permanencia en el poder? Por supuesto, un factor absolutamente decisivo para explicarlo consiste en el recuerdo de la guerra civil, de cuyo trauma tanto tiempo tardó en recuperarse la sociedad española. Tusell 1996, pág. 138.
  168. a b Ashfort 2001, pág. 218.
  169. Tusell 1996, pág. 137
  170. En torno a Franco y respecto a su persona perduró una exaltación de su figura en unos términos que le hicieron a él ratificarse en el convencimiento de su misión providencial.Tusell 1996, pág.138.
  171. Jorge Semprún. Bachoud 2000, pág. 204.
  172. Tusell 1999 Vol.3, Cap. Vencedores y vencidos: Los desastres de la guerra y la represión.
  173. Conxita Mir, 2002, pág. 129.
  174. Mirta Núñez Díaz-Balart, 2009, pág. 30.
  175. La repugnancia por la malversación falangista en los gobiernos centrales y locales y su declarada corrupción fue el lugar común de las críticas de los militares monárquicos a Franco, en particular del conservador Kidelán. Preston 1994, pág. 422.
  176. Payne 1987, pág. 267
  177. En opinión de Reig Tapia, al estar involucrados otros estamentos como la Iglesia, y no sólo la política y la economía, el franquismo sería más totalitario que el propio fascismo italiano. Desde luego fue bastante más violento y represor. Reig Tapia 1996, pág. 151.
  178. Consideró sus vínculos con el fascismo de la época como el requisito necesario para el renacimiento de la gloriosa tradición imperial. Preston 1994, pág. 412.
  179. Transportado por la emoción de la victoria y ensoberbecido por un incesante coro de aduladores, se consideraba a sí mismo el camarada natural de Hitler y Mussolini: uno de los dirigentes que reorganizarían el mundo sobre una base más equitativa. Preston 1994, pág. 405.
  180. Reig Tapia 1996, pág. 143.
  181. Preston 1994, págs. 417, 420, 421, 423, 429.
  182. Ashfort 2001, pág. 219.
  183. Preston 1994, pág. 444.
  184. El informe sobre el potencial militar español elaborado por el Alto Mando alemán llegó a conclusiones igualmente pesimistas. Se calculó que España no disponía de la artillería suficiente como para equipar un ejército en tiempo de guerra, sólo contaba con munición para unos pocos días de hostilidades y las fábricas de armamento tenían una capacidad inferior a lo requerido en una guerra. Preston 1994, págs. 460-461.
  185. Los expertos militares alemanes no compartían el optimismo de Franco sobre la posible contribución de España al esfuerzo bélico del Eje. Preston 1994, pág. 469.
  186. Preston 1994, pág. 484.
  187. Preston 1994, págs. 492-498.
  188. Reig Tapia 1996, pág. 144.
  189. Reig Tapia 1996, pág. 151.
  190. España dependía de los suministros de Gran Bretaña y negoció otros suministros con EEUU. El Reino Unido que había establecido un bloqueo marítimo internacional contra Alemania, utilizó el arma de la concesión de permisos de circulación de buques con trigo y gasolina destinados a España para presionar a ésta y forzarla a preservar su neutralidad; Estados Unidos usó el arma del petróleo con el mismo fin. Fusi 1985, pág. 83.
  191. Fusi 1985, pág. 83.
  192. Los aparatos alemanes eran reparados en aeropuertos españoles y a los alemanes se les permitía la inspección de los aparatos aliados que en algún caso se vieran obligados a aterrizar en suelo español. El espionaje y el sabotaje alemán contra blancos aliados en España se vio facilitado por las autoridades españolas. Preston 1994, págs. 448-449.
  193. Fernando Díaz-Plaja. Editorial Plaza & Janés. Barcelona 1976, págs. 139-140
  194. Payne 1997, págs. 587-589
  195. Fusi 1985, pág. 95.
  196. Roosevelt al embajador en España Norman Armour. Fusi 1985, pág.96.
  197. pág. 318.
  198. El veto europeo al ingreso de España en la OTAN y la gravedad de la situación internacional obligaron a Truman a buscar una fórmula alternativa para consolidar la presencia española en el dispositivo de seguridad occidental. […] La cesión de la soberanía casaba mal con la retórica ultranacionalista desplegada por aquellos años por el régimen, pero era un buen exponente de la realidad internacional. España aceptaba formar parte de un dispositivo internacional de seguridad, asumiendo importantes riesgos, a pesar del no reconocimiento que suponía la exclusión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte.
    Florentino Portero y Rosa Pardo, 2007, págs. 320-321.
  199. Moradiellos, 2003, pág. 137.
  200. Lo que llama la atención no es que los rectores de la política española cambiaran drásticamente el enfoque de la política económica, sino que tardaran tanto tiempo en hacerlo. La situación ya era desesperada: se cernía sobre España la amenaza de la suspensión de importaciones vitales.
    Tusell, 1999, III, Cap.: El alivio de la autarquía y el cambio en la política económica.
  201. La causa próxima del impulso hacia el cambio durante los cincuenta fue la situación alcanzada por el sector exterior que, en última instancia, tenía su origen en el estrepitoso fracaso del proyecto autárquico iniciado tras la Guerra Civil.
    Barciela, López, Melgarejo y Miranda, 2001, pág. 156.
  202. El impacto de esta ayuda sobre la economía española ha sido muy gráficamente descrito por Sarda diciendo que "regó a España como el agua a la tierra sedienta.
    Tusell, 1999, III, Cap.: El alivio de la autarquía y el cambio en la política económica.
  203. Barciela, López, Melgarejo y Miranda, 2001, pág. 157.
  204. La expansión de la economía europea durante los años cincuenta continuó en la década de l960. Se disfrutó de una larga fase de prosperidad. [...] La economía española no se había integrado plenamente en la ola de crecimiento europeo durante los cincuenta. A pesar de su importante crecimiento en cifras absolutas, la renta per cápita había disminuido en España respecto a la de los países más avanzados de Europa.
    Barciela, López, Melgarejo y Miranda, 2001, pág. 239.
  205. Barciela, López, Melgarejo y Miranda, 2001, pág. 182.
  206. Por otro lado, la solución a los problemas económicos españoles era obvia. El programa que ofrecieron los especialistas de todos esos organismos internacionales a España consistió en la vuelta a la ortodoxia financiera, la liberalización comercial y la eliminación de las prácticas discriminatorias; era el mismo programa que acababa de ponerse en práctica en Francia y que desde hacía mucho tiempo estaba en la base de la actuación de todos esos organismos. Cualquier otra alternativa no era una vuelta al pasado sino una recaída en lo demencial. De esta decisión surgió un memorándum del Gobierno fechado a fines de junio de 1959 y dirigido al FMI y a la OECE. Con tono realista y lacónico, se definía el giro que iba a dar la política económica española de forma inmediata: "El Gobierno español cree que ha llegado el momento de reorientar la política económica en línea con las naciones del mundo occidental y liberarla de controles que, heredados del pasado, no se ajustan a la presente situación".[...] Quizá lo más significativo de este documento es que, aunque no se revelara, contenía párrafos enteros de informes redactados por expertos extranjeros acerca del estado de la economía española.
    Tusell, 1999, III, El alivio de la autarquía y el cambio en la política económica.
  207. Moradiellos, 2003, pág. 114.
  208. Las remesas de divisas procedentes de la emigración alcanzaron una cifra cercana a los 6.000 millones de dólares (el 12% de los ingresos procedentes del exterior). Moradiellos, 2003, pág. 138.
  209. Los apologistas del franquismo reivindicaron dicho crecimiento -el llamado "milagro español"-, presentándolo como una consecuencia directa de la acción gubernamental, cuando en realidad ésta solo había sido determinante en la medida en que, para aprovechar la oleada de crecimiento en Europa, era imprescindible la eliminación de todas aquellas leyes, ordenanzas e instituciones que se habían creado en el periodo autárquico.
    Barciela, López, Melgarejo y Miranda, 2001, págs. 271-272.
  210. Barciela, López, Melgarejo y Miranda, 2001, pág. 270.
  211. Barciela, López, Melgarejo y Miranda, 2001, pág. 271.
  212. Moradiellos, 2003, pág. 146.
  213. Moradiellos, 2003, págs.147-148.
  214. Barciela, López, Melgarejo y Miranda, 2001, pág. 338.
  215. Moradiellos, 2003, págs. 161-162.
  216. Barciela, López, Melgarejo y Miranda, 2001, pág. 340.
  217. Barciela, López, Melgarejo y Miranda, 2001, pág. 343.
  218. La reforma del modelo asistencial no fue una concesión del franquismo, sino que fue una conquista del mundo del trabajo, que se vio facilitada por la situación de debilidad que sufría el régimen.
    Barciela, López, Melgarejo y Miranda, 2001, págs. 340-345.
  219. Preston, 2004, pág. 751.
  220. Preston, 2004, pág. 758.
  221. Preston, 2004, pág. 787.
  222. Preston, 2004, pág. 789.
  223. "Más tarde se referiría a ello el privado, hablando de los muchos años que había estado "haciéndome el tonto en este país", pues se había dado cuenta de que debía evitar controversias hasta el punto de resultar un personaje gris". Payne, 2007, pág. 215.
  224. Payne, 2007, pág. 217.
  225. Para todo el párrafo: Payne, 2007, Cap.: La “Operación Príncipe”, págs. 213-218.
  226. Preston, 2004, pág.794.
  227. "Es improbable que el propio Franco pensara demasiado en la posibilidad de establecer una dinastía real. Sin embargo, la causa de Alfonso, el "príncipe azul", contaba con el favor de la extrema derecha y especialmente de la esposa y el yerno de Franco". Preston, 2004, pág. 808.
  228. Preston, 2004, pág. 810.
  229. "Entre el encuentro de Nixon de septiembre de 1970 y los juicios de Burgos dos meses después, Franco había retrocedido treinta años". Preston, 2004, pág. 812.
  230. Bechoud, 2000, pág. 454.
  231. Fraga, Memoria breve de una vida pública, pág. 275. En Bechoud, 2000, pág. 455.
  232. a b Preston, 2004, pág. 813.
  233. Preton, 2004, Cap: 28. El largo adiós: 1969-1975.
  234. Bechoud, 2000, Cap.: 14. Agonía del franquismo y muerte de Franco.
  235. Preston, 2004, pág. 814.
  236. Bachoud, 2000, pág. 459.
  237. Preston, 2004, pág. 832.
  238. Preton, 2004, pág. 836.
  239. Bechoud, 2000, pág. 474.
  240. Preston, 2004, págs. 807-839.
  241. Preston, 2004, pág. 842.
  242. Bechoud, 2000, pág. 476.
  243. [Juan Carlos] Ya en 1969 había preguntado a su profesor de Derecho Político, Fernández-Miranda, hasta qué punto le obligaba la jura de los Principios del Movimiento Nacional, obteniendo la respuesta de que la ley Orgánica podía ser reformada sustancialmente desde sus propios presupuestos. […] La monarquía de Don Juan Carlos era una incógnita en 1975. El Príncipe había tenido que vivir unos años muy complicados en los que no solo debió callarse y aparecer como lo que no era (es decir, como tonto), sino que había tenido la complicadísima tarea de, por un lado, aceptar en su plenitud la condición de sucesor de Franco, evitando cualquier tipo de prevención en El Pardo, y, al mismo tiempo, dejar caer, en la medida de lo posible, en especial en el exterior pero también a los elementos reformistas del Régimen, que vendría una situación política en la que los españoles podrían hacerse dueños de sus propios destinos. La tarea no había sido en absoluto sencilla y en ella el futuro Rey testimonió prudencia, paciencia y habilidad.
    Tusell, 2007, págs. 283-284.
  244. "Los testimonios de apoyo sin duda le confirman en la idea de que ha sido designado para llevar a cabo una misión superior". Bachoud, 2000, pág. 154.
  245. bachoud, 2000, pág. 132.
  246. Tusell, 1996, pág. 121.
  247. Tusell, 1996, págs. 122-123.
  248. Tusell, 1996, págs. 117-120
  249. Preston, 2004, pág. 219.
  250. Tusell, 1996, pág. 181.
  251. Caso REACE
  252. "Los escándalos económicos del franquismo". Coproducción televisiva. Varios (TVE - History Channel) 2005. Emitida por TVE 2 el día 30 de junio de 2006, 23:30 horas.
  253. En uno de los casos de evasión detectados conocido como el de la "Agenda de Rivara" en 1958 calculado en 70.000 millones de pesetas de la época.
  254. Periodista de investigación durante la dictadura y en 2005 director de "20 minutos".
  255. Mariano Sánchez Soler: "Los Franco, S. A." (2003).
  256. Andrée Bachoud: "Franco". Ed. Crítica. Barcelona, 2000. "No tiene amantes, ni parece haber sentido jamás el deseo de tenerlas; carece de vicios y de pasiones, y su cultura es escasa; ni siquiera le atraen los pequeños placeres; no bebe, no fuma, no parece apreciar la buena mesa ni el placer de la conversación, excepto tal vez en su primera juventud cuando asiste a las tertulias. Tampoco destaca por sus cualidades. Su corte de aduladores, a falta de otra cosa, finge extasiarse a veces ante el tamaño de un pez capturado o el número de piezas abatidas en una cacería".
  257. “La prensa seguía utilizando sus hazañas de caza y pesca como señal de su gran vitalidad, pero el temblor de sus manos tendría que haber afectado a su puntería y la tendencia a dormirse disminuiría su concentración durante sus largas excursiones marinas”. Prestón, 2004, pág. 810.
  258. Tusell, 1996, pág. 136.
  259. "Era por completo ajeno al mundo de la cultura: a los intelectuales les despachaba con frases como: "Con el orgullo propio de los intelectuales"". Tusell, 1996, pág. 136.
  260. Francisco Franco, Diario de una bandera, Enlace a la descarga del libro
  261. Jakim Boor (Francisco Franco), Masonería, Enlace a la descarga del libro
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  263. [1] en Internet Movie Database.
  264. Escudo de Francisco Franco como Jefe del Estado Español (Superlibris - Real Biblioteca)

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