Ocupación de Lima

Ocupación de Lima

La ocupación de Lima por el Ejército de Chile fue un suceso ocurrido durante la Guerra del Pacífico en 1881. Los pueblos de Chorrillos y Barranco fueron ocupados el 13 de enero de aquel año, tras la batalla de San Juan, mientras el pueblo de Miraflores el 16 de enero, tras la Batalla de Miraflores; finalmente la ciudad de Lima fue ocupada el 17 de enero.

En enero de 1881, Chile controlaba el mar frente a las costas del Perú, así como las provincias de Tacna, Arica y Tarapacá. Las tropas chilenas desembarcaron en Pisco y Chilca al sur de Lima. El general Manuel Baquedano estaba al mando del ejército de Chile, que tuvo a su cargo la campaña de Lima.

Lima iba a ser defendida en una primera instancia por lo que quedaba del ejército peruano y por una multitud de civiles en la línea de San Juan. La línea de Miraflores sería defendida por más tropas en las que se mezclaban civiles y militares, a la cual se acoplarían los sobrevivientes de la primera línea.

El ejército de Chile venció en las dos batallas. Al ocupar Chile la ciudad de Lima, el alcalde Rufino Torrico, quedó como máxima autoridad peruana en ella, ante la retirada del dictador Nicolás de Piérola hacia los Andes y la renuncia de su ministro de Culto.

Contenido

Antecedentes

Lima es la capital del Perú. Durante aquellos años, en la costa se ubicaban los pueblos de Chorrillos, Barranco, y pasando la quebrada de Armendáriz, el de Miraflores, hoy conurbados a Lima, y parte del área metropolitana, al igual que muchas otras localidades. El Morro Solar es similar al Morro de Arica y se encuentra al inicio de Chorrillos, desde donde se aprecia a vista el puerto del Callao en el extremo norte de la bahía.

En 1881 la provincia de Lima contaba con dos rutas domésticas de trenes: uno desde la ciudad de Lima hacia el balneario de Chorrillos, que pasaba por Miraflores y Barranco, y otro tren desde Lima hacia el puerto del Callao, que en la otra dirección continuaba hacia la sierra peruana. El pueblo de Magdalena se encuentra entre el Callao y Miraflores, y que no contaba con línea férrea durante aquella época.

Al ubicarse en la costa, Chorrillos, Barranco, Miraflores y Magdalena eran localidades para el descanso de pudientes extranjeros y peruanos. Se encontraban hoteles, centros de esparcimiento bodegas y comercios que servían a los pobladores y visitantes. Las grandes extensiones inter-pueblos servían de campos de siembra cultivados por trabajadores chinos, llegados por vía marítima desde el Oriente.

Ocupación de Chorrillos y Barranco: 13 de enero

Chorrillos, los efectos de la guerra. Enero de 1881.

Batalla de San Juan

Los chilenos

Vencida la línea peruana en los campos de San Juan, se combatió en el Morro Solar en Chorrillos. Vencidos éstos, los soldados peruanos se replegaron a Miraflores donde fueron reagrupados por los coroneles Andrés Avelino Cáceres, Ramón Ribeyro y Narciso de la Colina, en el Reducto Nº 1 en el malecón, en el Reducto Nº 2 en Miraflores y en el Reducto Nº 6 en Surquillo.

Malecón de Chorrillos. Enero de 1881.

Próximo al Morro Solar se encuentra el balneario de Chorrillos, donde luego de la batalla quedaron civiles, soldados heridos y otros defendiendo el pueblo. Al entrar los soldados chilenos lo hicieron en desorden y se produjo combate casa a casa con los peruanos, incendiando las viviendas para sacarlos. El Salto del Fraile armado como fuerte también fue derribado por soldados chilenos. Entre las viviendas se encontraban bodegas de pisco, que los soldados chilenos saquearon embriagándose, con lo que todo control de mando se perdió. Se produjeron riñas y asesinatos entre los propios chilenos[1] al pelearse por comida y licores. Todo esto conllevó al saqueo, asesinatos de civiles y violación de mujeres.[2]

Casi todos nos acostamos en el pasto. Los soldados que habían quedado dispersos [...] empezaron a llegar con jarros, caramañolas y botellas todas llenas de pisco o vino [...] otros traían quepis de soldados peruanos muertos [...] Con todo esto la algazara que se formó entre los soldados fue cundiendo a medida que iban pasando larguísimos tragos del exquisito pisco [...] En el pueblo la borrachera subió de punto. Los soldados mataban, saqueaban y bebían a discreción [...]
Desde ese puesto de avanzada sentíamos la bulla de la soldadesca ebria del infeliz pueblo de Chorrillos. El incendio parecía crecer más cada momento. Detonaciones de rifles se sentían continuamente, y eran balazos que se tiraban unos a otros. Esa fue la noche triste de Chorrillos [...]
Justo Abel Rosales, oficial chileno del Regimiento Aconcagua, en "Mi campaña al Perú: 1879-1881", p. 35-36[2]
El jefe ú oficial que intentara contener a sus soldados, era victimado sin compasión. Había que dejarles que incendiaran el último rancho, que se consumiera la última botella de licor. La Reserva que fuera de Chorrillos tenían los chilenos, también se desbandaba. No podían los rotos permanecer arma al brazo cuando tan cerca tenían la remolienda, es decir, el saqueo, el incendio y el licor. Los centinelas abandonaban sus puestos. El ejército chileno no existía. Era una manada de fieras embrutecidas que rodaban por el suelo como odras llenas de alcohol. Por la noche, las llamas subían al cielo, rugían, lo devoraban todo. La gran hoguera alumbraba las más espantosas escenas que recuerda la historia de América.
Víctor Miguel Valle Riestra, oficial peruano, Sub Jefe del Estado Mayor del Ejército del Norte.[3]
Tan pronto terminó la lucha, las tropas irrumpieron en las tabernas y las tiendas que vendían aguardiente, se emborracharon rápidamente y perdieron el control de sí mismos, y se dio lugar a escenas de destrucción y horror, que yo creo ha sido raramente visto en nuestros tiempos; las casas y las propiedades fueron destruidas, los hombres discutían y se disparaban entre ellos como medio de diversión, las mujeres fueron violadas, los civiles inocentes fueron asesinados. El cementerio se convirtió en un lugar en donde los soldados beodos practicaron sus orgías y hasta abrieron las tumbas para remover los cadáveres y dar paso a sus compañeros embriagados.
William A. Dyke Acland, Capitán de Fragata inglés, citado en "Opiniones Controversiales (Borges, Palma Mariategui)"[4]

Las viviendas del distrito de Barranco en su mayoría eran propiedades de extranjeros quienes huyeron, por lo que no hubo enfrentamientos en Barranco. Los pueblos de Chorrillos y Barranco fueron incendiados, observándose grandes columnas de humo por la tarde y un cielo resplandeciente de noche.

El ejército chileno tuvo problemas para organizar una tropa sobria esa noche, temiendo el ataque de Nicolás de Piérola, cosa que no sucedió pese a que sus oficiales se lo pidieron[5]

Los peruanos

Finalizados los enfrentamientos en San Juan, se combate en el Morro Solar y luego en las calles de Chorrillos. Las últimas líneas peruanas dejan el pueblo que ya había sido ocupado por las fuerzas chilenas. Un tren llego a Chorrillos nueva tropa peruana, pero al ver que la ciudad estaba tomada retrocedió sin producirse contienda alguna.

El subteniente chileno Alberto del Solar recoge, en su diario de campaña, el relato que le habría entregado uno de los oficiales peruanos que se esforzaron por hacer de Chorrillos un punto defensivo,[6] que estaba prisionero entre las filas chilenas y cuyo nombre omite, que describiría la situación que se produjo allí. No existen otras fuentes que relaten desmanes de peruanos en Chorrillos. Alberto del Solar no narra desmanes de soldados chilenos en Chorrillos.

Al avanzar en su relato, el joven [...] se demostraba conmovido y preocupado. ¿Habría cumplido con su deber o habría extralimitado un derecho? El lector juzgará. [...]

He aquí la narración del prisionero, cuyo nombre prometí respetar: [...]
Comenzó el combate, y después de diez horas de lucha encarnizada, Chorrillos iba ya a caer en poder de ustedes. [...] Muchos jefes nos abandonaban corriéndose hacia Lima y dejándonos sin dirección, sin órdenes, en medio de las calles de la ciudad. [...] Chilenos y peruanos penetraban en las casas, se herían mutuamente y, sedientos, se alzaban unos y otros con las botellas que al acaso hallaban a mano, bebían, vociferaban y continuaban peleando y llevando a término, más feroces aún si cabe, la obra común de exterminio, casi idéntica en el ataque y en la desesperada defensa.
Embriagados muchos de ellos por el vino, no reconocían ni respetaban jerarquía.
Los oficiales que aún quedábamos en nuestros puestos corríamos en todas direcciones y procurábamos agrupar a los que aquí y allá se repartían.
¡Tentativa vana! ¡O no lográbamos hacernos oír, o no podíamos contener a los que nos oían!

Aquellos a quienes dominaba el pánico, huían. Pero otros, embriagados, como lo he dicho ya, por el licor y por la pólvora, se habían convertido en fieras rabiosas.
Presunta narración de un oficial peruano prisionero según el subteniente chileno Alberto del Solar, en "Diario de campaña": La noche de Chorrillos[7]

Los almirantes

Abel Nicolas Bergasse du Petit Thouars.

Se encontraban en la costa de Lima los almirantes Bergasse du Petit Thouars de Francia comandante del Victorioeuse, G. Sabrano de Italia comandante del Garibaldi y J. M. Sterling de Gran Bretaña comandante del Triumph. J.M. Sterling manifestó a los jefes chilenos que "cuando entraran a Lima, si ellos atacaban a las legaciones o a los neutrales en general, él habría de capturar y hundirles la flota", interviniendo como fuerza contra Chile. La intervención del almirante británico afectaría las relaciones chilenas con los británicos, franceses e italianos.

Italia envía el navío de guerra Garibaldi al Pacífico para proteger las propiedades de sus compatriotas durante la guerra.

En Tambo de Mora, el general Villagrán de Chile recibió una comisión italiana quienes investigaron los saqueos a propiedades italianas. También, con el fin de salvaguardar los bienes de los extranjeros neutrales, marinos italianos y británicos desembarcan en Chorrillos después de su ocupación durante la tregua.[8]

La tregua

Nicolás de Piérola.

14 de enero de 1881. Tanto el mando chileno como el peruano intentaron una tregua y un muy esperado armisticio por los soldados.

El coronel Miguel Iglesias había sido capturado por Baquedano y luego liberado para transmitir a Piérola un armisticio pidiendo los buques del Callao y el desarme de los fuertes. Los buenos oficios de los cónsules y un providencial arco iris sobre Lima intentaban iniciar la paz, pero la tregua no tuvo éxito. Baquedano dispuso movilizar las tropas durante la tregua con propósito de presentar batalla, tomando posiciones dejadas por las líneas peruanas en la tregua.

La batalla inició mientras Nicolás de Piérola se encontraba en la casa del alcalde de Miraflores, el banquero Guillermo Shell, recibiendo al cónsul de El Salvador.

Los cónsules

Como parlamentarios de la tregua se encontraban los cónsules extranjeros M. de Vorges de Francia, Spencer Saint John de Gran Bretaña y Jorge Tezanos Pinto de El Salvador, que llegaron en el tren con bandera blanca a Chorrillos desde Lima. Su interés era salvaguardar las propiedades de la ciudad, entre ellas las propiedades de extranjeros.

Ocupación de Miraflores: 16 de enero

Batalla de Miraflores

Artículo principal: Batalla de Miraflores

Los peruanos

Producida la derrota en los reductos de Miraflores, los peruanos hiceron fuertes en las casas de Miraflores combatiendo al paso de la tropa chilena. Miraflores estaba minada lo que causo víctimas chilenas. En el pueblo de Miraflores también fue incendiado y saqueado por la tropa chilena así como fue bombardeado por la armada chilena para facilitar la ocupación. Los heridos fueron repasados y otros prisioneros fusilados. Los comandantes chilenos ordenaron prender fuego a los depósitos de alcohol para evitar mayores desmanes de la tropa, pero en el caos general, aquella orden no fue cumplida totalmente.

En Miraflores, el subteniente chileno Byssivinger fue muerto por sus soldados cuando defendía la vida de un oficial peruano prisionero. El comandante Baldomero Dublé Almeyda, que intentó imponer el orden a los soldados dispersos, también cayó muerto por una bala extraviada. Los chilenos muertos fueron enterrados en tumbas cavadas por peruanos prisioneros ocupando los cementerios que existían en la ciudad.

Ya en la ciudad de Lima, Nicolás de Piérola disuelve la retaguardia peruana y se retira a los Andes. También se retira Andrés Avelino Cáceres, herido, hacia la sierra quien posteriormente actuará en la Campaña de la Breña.

Las naves peruanas del Callao fueron hundidas por los propios peruanos, por orden del gobernador Germán Astete, entre ellas la veloz corbeta "Unión" y el monitor "Atahualpa", que habían venido defendiendo el puerto.

Los estadounidenes

El estadounidense Paul Boyton estuvo encargado de los torpedos durante el bloqueo al Callao. Los Estados Unidos se mantuvieron neutrales en la guerra. Paul Boyton fue contratado por Nicolás de Piérola para hundir los blindados Huáscar, Blanco Encalada y Cochrane. El 17 de enero es capturado por las tropas chilenas conocido como "el hombre torpedo", pero escapa el 14 de abril de 1881 cuando ya había sido sentenciado a muerte.[9]

Los italianos

En la defensa de Miraflores junto a los peruanos murieron un gran número de italianos. La embajada italiana, así como las demás extranjeras, se manifestó como neutral en la guerra. Los que defendían la ciudad junto a los peruanos lo hacían sin apoyo del Reino de Italia.[10] La colonia italiana en Lima y Callao colaboró con la colecta nacional para la guerra. Los italianos[11] dirigían las minas que estallarían en Miraflores sorprendiendo el paso de la tropa de Chile en la ocupación.[1]

Otros lo hacían como bomberos, en la guardia urbana extranjera, o en ambulancias. En Chorrillos, trece bomberos italianos fueron fusilados al tratar de combatir los incendios provocados por las tropas chilenas.[12]

En las provincias de Tarapacá, Tacna y Arica se encontraban radicando italianos desde antes de la guerra, manteniendo oficinas consulares y comercios en estas ciudades. Con la ocupación de Chile, los italianos sufrieron desmanes a sus propiedades[13] como en Tacna.[14] En Iquique también actuaron como bomberos y guardia urbana antes de la ocupación.[8]

Ocupación de Lima y el Callao: 17 de enero

Los refugiados

Los buques extranjeros anclados en el puerto del Callao, las casas de extranjeros, las viviendas consulares, los locales consulares, en fin todo aquel lugar que se consideraba neutral en la guerra ya estaban llenos de peruanos refugiados ante los sucesos en Miraflores. Interviene el almirante francés Petit Thouars quien advierte intervenir como fuerza a favor del Perú si la ciudad de Lima es destruida.

La intervención europea en el conflicto se materializaría en la resolución llamada Memorandum de Tallenay firmado por los representantes de Francia, Gran Bretaña e Italia[15]

Tropas del Ejército de Chile desfilando en Lima, Perú 1881.

Los chinos culíes

En la ciudad de Lima se encontraba la retaguardia disuelta proveniente del Callao y los soldados en retirada de Miraflores, junto a ellos negros, mulatos y bandoleros, cometieron asesinatos y saqueos principalmente contra chinos culies. Estos desmanes se debieron a que chinos culíes, desde su incorporación en Ica y Cañete por Patricio Lynch, servían como cargadores en el ejército chileno,[2] además de aprovechar la ausencia de orden en la ciudad. Los ataques también se produjeron contra comerciantes chinos ya que se negaban a aceptar los billetes peruanos. Las tiendas de otros extranjeros también fueron asaltadas.

En el bloqueo de Iquique en 1879, los chinos culies incendiaron y saquearon el puerto peruano contribuyendo en la ofensiva chilena. Los chinos residentes contribuyeron enormemente a la acción ofensiva de las naves, al sublevarse, incendiando y saqueando el resto del puerto de Iquique.[16] Desde 1849, chinos culies fueron importados de Macao para laborar en condiciones de semi esclavitud en la agricultura costeña del Perú.

Para evitar estos desmanes el alcalde Rufino Torrico entrega armas al jefe de bomberos del muelle Dársena, Sr. Champeaux, para que se conforme la guardia local compuesta por extranjeros que tuvieron por fin resguardar la ciudad y son quienes desarman a los bandoleros que atacaron a los comerciantes.[17] [18]

"Millares de soldados dispersos corrían las calles tratando de reunirse para una tercera batalla, al toque de las campanas de la Catedral...La tropa, acosada por el hambre, quería comer en las chinganas...Ocurrió en esto que un asiático se negó a recibir en pago un de los billetes llamados incas. El celador con quien altercaba, defendiéndolas, dio muerte al celador. El muerto atrajo gente, el populacho pidió venganza, y aprovechando el cabe, se lanzó sobre las tiendas chinas de las vecindades. Bien pronto volvieron al tema del día: los chinos. Sus tiendas fueron asaltadas, robadas y quemadas muriendo entre las ruinas muchos de sus infelices propietarios."
Relato del cronista chileno Daniel Riquelme
"El saqueo de tiendas, zapaterías y depósitos empezó muy temprano en algunas calles. En la muy extensa de Malambo, donde abundaban negros y mulatos, hubo violencia desde las tres de la tarde; en el centro de la ciudad, desde las cinco. Los depósitos de víveres robados fueron muy pocos: de chinos muy pobres, de algunos italianos. Los ricos almacenes de mercaderías asiáticas de las calles de Espaderos, Melchor Malo y Bodegones; algunos establecimientos europeos de ropa hecha y todas las tiendas y casas ricas de préstamos asiáticas de Zavala, Albaquitas Paz-Soldán, Capón, Hoyos, Mercedarias y otras, fueron atacadas en la noche...esos soldados que habían huido ante el enemigo, entraron a la capital a incendiar, a robar y a asesinar en sus hogares a los más laboriosos e indefensos de sus confiados huéspedes."
Relato del ciudadano colombiano Vicente Holguín[19]

Los ataques y asesinatos contra los chinos culíes a manos de negros y montoneros peruanos, continuaron los siguientes meses en el Callao, Cañete, Cerro Azul. En marzo de 1881, los soldados chilenos capturaron 500 chinos ya que estos habían disparado contra dos de sus soldados quienes perseguían a un chino acusado de robo.

Al finalizar la guerra se contaron entre 4.000 y 5.000 chinos muertos, algunos culíes fueron a trabajar en las salitreras de Iquique y Antofagasta, donde fueron marginados por la población chilena.[20] Otros más fueron entregados por Estanislao del Canto a los haciendas costeñas de donde procedían. Los hacendados peruanos pagaron a Patricio Lynch por la mano de obra recuperada.[21]

Los comerciantes extranjeros

Los bandoleros también atacaron a algunos extranjeros que defendían las propiedades de los chinos e intentaban salvarlas del incendio. En Lima, un bombero inglés pereció apagando incendios provocados por bandoleros, así como otros murieron defendiendo sus tiendas que estaban continuas a las de los comerciantes chinos.[22]

El alcalde de Lima y los cónsules

Manuel Baquedano.

Se iniciaban las conversaciones en el cuartel chileno entre el alcalde Rufino Torrico y el general Manuel Baquedano con el fin de acordar la entrada del ejército chileno a la ciudad de Lima, bajo al amparo de los cónsules y almirantes extranjeros y así no se repita la destrucción de Chorrillos, Barranco y Miraflores en la ciudad de Lima. No debería haber combates entre peruanos y chilenos en la ciudad de Lima.

A su regreso a Lima el alcalde encuentra los desmanes que los disueltos peruanos realizaba contra los chinos culies y sus comercios, así que hace de conocimiento al Cuerpo Diplomático extranjero. Se conforma la guardia urbana extranjera conformada por las Compañías de Bomberos Roma, France y Britanica Victoria, perdiendo ésta última al bombero Augusto Lange herido de bala cuando protegía un local comercial del vandalismo. La Guardia Urbana restaura el orden en Lima y hacen posible el ingreso ordenado del ejército chileno en la ciudad. Por la acción de la Guardia Urbana Extranjera, las Señoras de Lima condecoran a sus integrantes con una medalla. A pedido del Honorable Cuerpo Diplomático extranjero, el alcalde envía esta carta a Baquedano.

Municipalidad y Alcaldía de Lima

Lima, Enero 17 de 1881
Señor General
A mí llegada ayer a esta capital, encontré que gran parte de las tropas se habían disuelto, y que había un gran número de dispersos que conservaban sus armas, las que no había sido posible recoger. La guardia urbana no estaba organizada todavía y no se ha organizado ni armado hasta este momento; la consecuencia, pues, ha sido que en la noche los soldados, desmoralizados y armados, han atacado las propiedades y vidas de gran número de ciudadanos, causando pérdidas sensibles con motivo de los incendios y robos consumados.
En estas condiciones, creo de mi deber hacerlo presente a V. E. para que, apreciando la situación, se digne disponer lo que juzgue conveniente.
He tenido el honor de hacer presente al Honorable Cuerpo Diplomático, esto mismo, y ha sido de opinión que lo comunique a V. E. como lo verifico.
Con la expresión de la más alta consideración, me suscribo de V. E. su atento y seguro servidor.
R. Torrico

Al señor General en Jefe del Ejército chileno.- Miraflores
Carta de Rufino Torrico al general en jefe del Ejército chileno

Los chilenos

En las reuniones para realizar la ocupación de Lima, se entrevistaron con Baquedano los extranjeros Bergasse du Petit Thouars y J. M. Sterling con quienes firmaron un acuerdo para ocupar la ciudad pacíficamente. Baquedano pide que el Alcalde Torrico primero desarme las baterías ubicados en los cerros que circundan Lima.

"El almirante Stirling y yo esperábamos producir sobre los chilenos cierta presión sin formular amenazas y creo que hemos estado bien inspirados...Lima llegó a ser salvada de una destrucción casi cierta de parte de los chilenos después de las dos batallas perdidas por Piérola, esta ciudad fue ocupada pacíficamente por los chilenos"
Abel Nicolás Bergasse du Petit Thouars[5]

Al anochecer del 17 de enero de 1881 Lima es ocupada por fuerzas chilenas de avanzada. Al día siguiente, Baquedano entra a la capital peruana con el grueso del ejército, en completo orden y disciplina. La ciudad es ocupada metódicamente, estableciéndose las fuerzas en los cuarteles de Lima y Callao (Barbones, Real Felipe y otros), en edificios públicos y otros privados. El coronel Pedro Lagos eligió como cuartel de su batallón la Biblioteca de Lima.

"Me olvidaba decirle que los chilenos entraron el martes - al día siguiente que los desórdenes se aplacaron -, en perfecto orden, constituyendo un gran espectáculo. Primero venían los 30 cañones Krupp con todas sus cureñas y servidores de las piezas, seguidos de dos regimientos de infantería y, finalmente tres regimientos de espléndida caballería."
Relato de Robert Ramsay[17]

El gobierno peruano

Francisco García Calderón, es conocido en el Perú como: "El presidente cautivo".

El 22 de febrero de 1881 un grupo de notables elige al peruano Francisco García Calderón como Presidente Provisional en el pueblo de Magdalena que queda como territorio libre y fuera de la autoridad militar chilena. El gobierno de Nicolás de Piérola se encontraba en Ayacucho y no tuvo reconocimiento por lo cual terminó por renunciar el 28 de noviembre de 1881.

Al resistirse a firmar un tratado con desmembración territorial García Calderón es enviado prisionero a Chile el 6 de noviembre de 1881, a bordo del blindado Cochrane

En el gobierno lo sucedió el contralmirante AP Lizardo Montero Flores e inició negociaciones con el Gobierno chileno. Su negativa a la cesión de territorios, lo obligó a trasladar el Congreso a Arequipa y continúa en funciones hasta el 28 de octubre de 1883.

Paralelalmente, el 30 de diciembre de 1882 se autoproclama como presidente Miguel Iglesias en el norte del Perú e inicia conversaciones con el gobierno de Chile el 3 de mayo de 1883 y accede a la cesión territorial.

La ocupación militar

El gobierno de Chile designó a Patricio Lynch como jefe militar de la ocupación hasta la firma del Tratado de Ancón. Lynch, marino y jefe militar, dirige la ocupación chilena desde 1881 hasta 1884 en Lima.

El 10 de marzo de 1881, la tropa de Chile empieza a ocupar los recintos culturales como el Colegio San Carlos, la Escuela de Minas, la Escuela de Medicina, el Museo Raimondi, la Biblioteca de Lima[23] (que poseía una cifra estimada de unos 35 mil a 50 mil volúmenes)[24] [25] y la Universidad de San Marcos, lugares de los cuales se incautan objetos y bienes científicos o culturales, tales como instrumentos, herramientas, mobiliario y libros con el fin de ser llevados a Chile, vía marítima. A éste último arribaron, en dos envíos de la Intendencia General del Ejército, un total de 103 grandes cajones y otros 80 bultos, que fueron hechos llegar a la Universidad de Chile, siendo recibidos y catalogados por Ignacio Domeyko y Diego Barros Arana; en agosto de 1881 se publicó el inventario realizado, bajo el título "Lista de libros traídos de Perú", en el Diario Oficial.[24] Varios textos de la biblioteca se extraviaron, en el trayecto hacia Chile, porque la prioridad era el armamento, quedando un buen número en manos de privados.[26]

El gobierno del Perú protestó ante organismos internacionales sobre el incendio y saqueo de Chile a Lima.[cita requerida] Las familias más ricas de Lima pagaron cupos de guerra a los chilenos para salvaguardar sus propiedades.[27]

Luego de la guerra, Ricardo Palma informó en 1884 que quedaban poco más de 700 libros en la biblioteca y empezó a recolectar, de casa en casa y casi en solitario y personalmente, los que se hallaban en Lima en poder de particulares. Posteriormente, el mismo año solicitó a Chile la devolución del material requisado, el cual tuvo eco en Santiago y, por orden del presidente Domingo Santa María, recibió la devolución de 10.000 libros para la Biblioteca Nacional de Lima. De todos modos, algunos libros peruanos permanecieron en Chile mucho después y los gobiernos de ambos países iniciaron conversaciones para su devolución.[28] El 5 de noviembre de 2007, tras una investigación histórica, bibliográfica y de sus catálogos, la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos de Chile, procedió a la devolución de 3.788 libros originalmente de propiedad de la Biblioteca de Lima, por los sellos y rúbricas que estos poseen, y que se encontraban en la Biblioteca Nacional de Chile y en la Biblioteca Santiago Severín de Valparaíso.[29] [30] [31] El 24 de marzo de 2008, el gobierno de Chile anunció también la devolución de 77 volúmenes y 32 manuscitos que fueron requisados durante la ocupación y que pertenecían al archivo de ministerios y del ejército del Perú.[26]

Leyendas han difundido el rumor que estatuas ubicadas en el Cerro Santa Lucía, en la Plaza de la Victoria en Valparaíso y en otros lugares habrían sido llevadas a Chile desde el Perú.[32] Sin embargo ellas son absolutamente infundadas, por cuanto las esculturas en el Cerro Santa Lucía datan de su remoledación en 1872, a iniciativa del Intendente de Santiago Benjamín Vicuña Mackenna,[33] y las ubicadas en la plaza de la Victoria de Valparaíso fueron encargadas por el intendente Francisco Echaurren a Francia en 1875.

Divergencias historiográficas

Existe divergencias en la posición chilena sobre el saqueo en Lima. Para Sergio Villalobos, si bien existió un desvalijamiento de Lima por parte del Ejército de Chile, especialmente de la Biblioteca Nacional, la idea de un violento saqueo formaría parte de la mitología peruana.[34] En el último capítulo de la serie Epopeya, Villalobos reiteró su postura, mientras el también chileno Alfredo Jocelyn Holt señaló que sí lo hubo;[35] hechos de ese tipo han sido descritos en los diarios de los soldados chilenos Hipólito Gutiérrez y Justo Abel Rosales, que narran los sucesos en Chorrillos, Barranco y Miraflores.

A diferencia de la historiografía chilena mayoritaria, que omite los desmanes de sus propias tropas, la historiografía peruana describe ampliamente los saqueos de algunos soldados peruanos a los culíes y comercios de chinos en Lima tras la batalla de Miraflores, señalando que ello se debió en gran medida a la presencia de culíes entra las tropas invasoras chilenas y al extendido rumor de que espías culíes en Lima habían facilitado información a la fuerza invasora. Asimismo, se detalla que se trató de medidas extremas por la disolución de la Policía Nacional y la ausencia de una figura de autoridad en la ciudad tras la derrota de Miraflores.

Bibliografía

  • Mariano Felipe Paz Soldán (1979). Narración histórica de la guerra de Chile contra el Perú y Bolivia. Lima: Milla Batres. 

Notas

  1. a b Gutiérrez, Hipólito (1956). Crónica de un soldado de la Guerra del Pacífico. Santiago: Editorial Del Pacífico. Capítulos 1 al 5, 9 al 12, 15 al 18. 
  2. a b c Rosales, Justo Abel (1984). Mi campaña al Perú: 1879-1881. Concepción: Universidad de Concepción. Selección. 
  3. Testimonio del coronel EP Víctor Miguel Valle Riestra
  4. Sarco, Alvaro (?). «Opiniones Controversiales (Borges, Palma Mariategui)». Lima: en El Peruano, citando las anotaciones de William A. Dyke Acland (Wu Brading, Celia (1986): Testimonios británicos de la ocupación chilena de Lima, Lima). Consultado el 2007.
  5. a b Basadre, Jorge (1983). «Capítulo VIII. La expedición a Lima y la defensa de la capital peruana». Historia de la República del Perú. Lima. [1]. 
  6. Villalobos, Sergio (2000). Chile y Perú, la historia que nos une y nos separa. Santiago de Chile: Editorial Universitaria. p 187. 
  7. Del Solar, Alberto (1886). «La noche de Chorrillos». Diario de campaña. París. [2]. 
  8. a b Díaz Aguad, Alfonso (2002). «Apuntes sobre los italianos en la provincia de Tarapacá (1870-1950)». Amérique Latine Histoire et Mémoire - Migrations dans les Andes, Chili et Pérou (5). 
  9. Jacobs, Linda (2002). «Kiefer in Perú courtesy of jacobsarts.com - The War of the Pacific -- Lima and Callao». Consultado el 19 Feb 2007.
  10. Véase Premio pecuniario al súbdito italiano don José Antonio Cerruti otorgado por el Congreso del Perú
  11. Véase Premio pecuniario al súbdito italiano don Pablo Pomi otorgado por el Congreso del Perú
  12. Peruan-ita, Asociación Italo-Peruana (2006). «La Compagnia dei Pompieri Volontari di Chorrillos». Consultado el 2007.
  13. Gambetta, Freddy (2006). «Noticia de saqueos después de la batalla de Tacna a propósito de un reclamo del agente del gobierno de Italia». Peruan-ita, Asociación Italo-Peruana. Consultado el 2007.
  14. Véase Crédito extraordinario para abonar los daños sufridos en Tacna por don Pedro J. Muzzo, propietario de una botica en dicha ciudad otorgado por el Congreso del Perú
  15. Jacobs, Linda (2002). «Kiefer in Perú courtesy of jacobsarts.com - James Partridge». Consultado el 19 Feb 2007.
  16. Armada de Chile (2003). «El Bloqueo de Iquique». Consultado el 2006.
  17. a b Pelayo, Mauricio; Mellafe, Rafael (2004). La Guerra del Pacífico en imágenes, relatos, testimonios. Centro de Estudios Bicentenario. 
  18. Véase Medalla de las Señoras de Lima a la Guardia Urbana Extranjera, 1881
  19. Mellafe, Rafael; Pelayo, Mauricio (2004). La Guerra del Pacífico en imágenes, relatos, testimanios. Centro de Estudios Bicentenario. 
  20. Humberto Rodríguez P., Los trabajadores chinos culíes en el Perú. Artículos históricos, Lima, 1977
  21. Estanislao del Canto, Memorias militares
  22. Carta de don Robert Ramsay Sturrock
  23. La República, Perú (2006). «La verdad del saqueo». 24/04/2006, citando a Mendoza, Marcelo: "La verdad del saqueo a la biblioteca de Lima", en Diario Siete, Chile (23/04/2006). Consultado el 20 Mar 2007.
  24. a b La Razón (2006). «Chile devuelve al Perú cerca de 4 mil libros saqueados en Guerra del Pacífico». Consultado el 16/11/2007.
  25. Según Manuel Odriozola, su bibliotecario, eran cerca de 50.000 volúmenes y 800 manuscritos (Odriozola, Manuel (1881). «Protesta del bibliotecario de Lima, 10 de marzo de 1881».)
  26. a b El Comercio (26/03/2008). «Chile aprueba retorno de documentos peruanos robados en la Guerra del Pacífico». Consultado el 2008.
  27. Paz Soldán, Mariano Felipe (1979). Narración histórica de la guerra de Chile contra el Perú y Bolivia. Lima: Milla Batres. 
  28. Radio Cooperativa (2006). «Bitar abogó por crear comisión para que trate sobre libros robados a Perú». Consultado el 19 Feb 2007.
  29. RPP Noticias (05/11/2007). «Cerca de 4 mil libros devuelve Chile al Perú llevados tras la Guerra del Pacífico». Consultado el 2007.
  30. Teletrece (05/11/2007). «Chile devolvió a Perú miles de libros sustraídos en Guerra del Pacífico». Consultado el 2007.
  31. Investigadores como Marcelo Villalba consideran que muchos de ellos ingresaron a Chile vía traficantes y contrabandistas de piezas culturales, pues gran parte de los libros requisados fueron devueltos por el gobierno de Domingo Santa María (Museo Virtual de la Guerra del Pacífico (2006). «Emblemática de la Guerra del Pacífico». Consultado el 2007.)
  32. Salazar, Milagros (2006). «La historia de un reclamo postergado». La República, Perú, 25/04/2006. Consultado el 20 Mar 2007.
  33. Véase Álbum del Santa Lucia Santiago de Chile: Impr. de la Libr. del Mercurio, 1874, p. 81-88.
  34. Villalobos, Sergio (2000). Chile y Perú, la historia que nos une y nos separa. Santiago de Chile: Editorial Universitaria. pp. 228-233. 
  35. EMOL.com (2007). «Pese a polémica, la Epopeya de TVN estuvo lejos de causar tensión internacional». Consultado el 2007.

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