Publio Cornelio Escipión el Africano

Publio Cornelio Escipión el Africano
Publio Cornelio Escipión
Scipio Africanus the Elder.png
Busto de Escipión como Senador de Roma
Procónsul
General
Senador
Apodo El Africano
Lealtad República Romana
Condecoraciones Marcha triunfal
Participó en

Segunda Guerra Púnica


Nacimiento 20 de junio 235 a. C.
Roma
Fallecimiento 3 de diciembre 183 a. C.
Villa de Liternum, Campania

No confundir con Publio Cornelio Escipión.

Publio Cornelio Escipión Africano Maior (latín: P·CORNELIVS·P·F·L·N·SCIPIO·AFRICANVS¹) (Roma, 20 de junio de 236 a. C. – Villa de Liternum, Campania, 3 de diciembre de 183 a. C.) fue un importante político de la República Romana que sirvió como general durante la Segunda Guerra Púnica. Su fama se debe al hecho de ser el único general romano capaz de derrotar a Aníbal, gesta que le valió la adhesión a su nombre del agnomen de Africano. El hecho de que el pueblo romano le apodara el Aníbal Romano demuestra que fue uno de los mejores generales de la Edad Antigua, el general más destacado de la historia de Roma antigua anterior a Cayo Mario y Julio César. Es descrito por las fuentes antiguas como un hombre de carácter benévolo, de ideología liberal, afable y magnánimo. Su genio militar se debió a la perspicacia y al ingenio, haciendo saber a sus legiones en varias ocasiones que actuaba bajo la protección divina de los dioses del panteón romano.

Contenido

Inicios de su carrera militar

Nacido en la familia patricia de los Escipiones, Publio comenzó su carrera militar bajo los auspicios de su padre, del mismo nombre.

Siendo joven todavía, le sorprendió la invasión de Italia por los ejércitos cartagineses de Aníbal Barca y tuvo su primer encuentro con el mismo en la Batalla del Tesino. Acompañaba entonces a su padre, por entonces cónsul, y se le había asignado el mando de una fuerza de caballería, una turmae de caballería en la retaguardia, alejada del peligro. Durante la lucha, su padre fue herido y Publio, que entonces tenía 17 años, ordenó a sus hombres que lo siguiesen para rescatarlo. Viéndolos vacilar, cargó solo, haciendo avergonzar a los soldados que tenía a cargo y que no tuvieron más opción que participar. Finalmente un grupo de jinetes rodeó al cónsul, que logró ser rescatado. Más tarde el padre quiso recompensarlo con la corona cívica pero éste la rechazó aduciendo que la acción en sí ya era una recompensa. Hay versiones que indican que en realidad fue un esclavo ligur quien rescató al padre de Escipión. Sin embargo la actitud de rescatar y rechazar el homenaje encaja con la personalidad del futuro general. También participó en la Batalla de Cannas, la mayor derrota militar romana hasta la Batalla de Arausio. Se destacó luego de la derrota, cuando algunos patricios romanos, totalmente desalentados y viendo un futuro sombrío para Roma, quisieron desertar y ofrecer sus servicios en el extranjero. Quedaron en realizar una reunión para debatir el asunto. Escipión, al enterarse, interrumpió la junta y los instó a usar esa energía por el bien de Roma. Los obligó a jurar lealtad a su patria bajo pena de matar a quien no lo hiciera. Todos lo hicieron, uno por uno, temerosos y avergonzados de sus actos (incluso Quinto Fabio Máximo, hijo de Fabio Máximo, el mayor enemigo político de la familia Escipión).

Debido a estas acciones, Escipión ya se había ganado el favor del pueblo a tal punto, que fue elegido por unanimidad edil en el año 212 a. C.. En esta ocasión dio los indicios de orgullo, que lo distinguió durante toda la vida, pues cuando los tribunos se opusieron a la elección, porque no tenía la edad legal, él respondió con altivez, "Si todos los Quirites desean hacerme edil, soy bastante viejo."

Luego de Cannas, la situación llegó a su punto crítico cuando los ejércitos romanos enviados por el Senado a Hispania, con el objetivo de acabar con las bases cartaginesas en la región, fueron aniquilados por Asdrúbal Barca, hermano de Aníbal, muriendo en dichos combates Publio y Cneo Cornelio Escipión, padre y tío, respectivamente, de Escipión el Africano, a causa de la traición de los íberos.

Cayo Claudio Nerón fue enviado como propretor para reemplazarlos, pero al año siguiente (210 a. C.), los romanos decidieron reforzar su ejército en Hispania, y colocarlo bajo el mando de un procónsul. Pero cuando el pueblo se reunió para elegir a un procónsul, ninguno de los generales con experiencia se atrevió a demandar tan peligroso comando.

Fue entonces cuando Escipión aprovechó la oportunidad. A pesar de que no tenía edad para ocupar dicho puesto, fue elegido por unanimidad, siendo una excepción a la regla y tolerado por la precaria situación de Roma. Después de la votación mucha gente se preguntó si había votado correctamente, ya que el muchacho carecía de experiencia militar y aún se encontraba de luto. Pero a Publio le bastó con un discurso para calmar los ánimos.

Así, en el año 211 a. C. se propuso así mismo para procónsul, pero el Senado acabó negándose, encabezado por Quinto Fabio Máximo, y fue enviado a Hispania con tan sólo el grado de general (imperator de las legiones sobre Hispania), sin tener ningún título debido a su poca experiencia y a su juventud. Fue enviado a Hispania con un nuevo ejército constituido por dos legiones. Tenía sólo 25 años, carecía de suficiente experiencia militar y nunca había ejercido ningún cargo importante en la República. Su ascenso se debía principalmente a la simpatía que causaba en el pueblo por su juventud, oratoria y por la desgracia de su familia.

La campaña de Hispania

Al llegar a Hispania, los romanos controlaban tan sólo la costa nororiental, territorio que coincide actualmente más o menos con la zona de Cataluña. Además, el ejército estaba desmoralizado por las derrotas y en clara inferioridad numérica frente al ejército de Asdrúbal y sus aliados íberos.

Aunque tenía órdenes de permanecer a la defensiva, las desobedece y prepara la invasión de la Iberia cartaginesa. Ordena que la flota romana cargue con el equipo y las provisiones, mientras sus soldados avanzan rápidamente por la costa. Se dice que recorrió con todo el ejército, en una semana, el territorio comprendido entre sus bases en la actual Cataluña y la capital cartaginesa en Hispania, Cartago Nova (en púnico Qart Hadast), la actual Cartagena.

El ejército cartaginés, que desconocía la marcha de Escipión hacia su capital, fue incapaz de llegar a tiempo para levantar el sitio. Carthago Nova cae en el 209 a. C. tras un brevísimo conflicto, las tropas de Escipión, atacaron por tres puntos: el istmo que unía la ciudad con tierra, por mar y por la laguna del norte de la ciudad, que estaba descubierta de defensores. Escipión, dando muestras de una magnanimidad y moderación impropia de su época, prohíbe el saqueo de la ciudad y respeta la vida de sus ciudadanos; respetando también la vida de Magon Barca, hermano menor de Aníbal.

Muchos historiadores consideran la caída de Carthago Nova como el punto de inflexión de la Segunda Guerra Púnica. No en vano, Cartago no sólo había perdido su capital en Hispania, su principal base naval, sino gran cantidad de víveres y armas almacenadas e incluso a los prisioneros y rehenes con los que se aseguraban la lealtad de los pueblos sometidos.

Escipión regresó a Tarraco sin ser molestado, donde permaneció durante el resto del año, ya que sus fuerzas no eran lo suficientemente numerosas para enfrentarse al enemigo en el campo de batalla, y estaba ansioso por fortalecer alianzas con los jefes hispanos.

En esto tuvo más éxito de lo que se podía haber anticipado. La captura de Carthago Nova, así como su popularidad personal, llevó a que muchas de las tribus hispanas desertaran de la causa cartaginesa, y cuando él retomó las acciones en el año siguiente, 209 a. C., Indíbil y Mandonio, dos de los más poderosos y hasta ahora más fieles partidarios de Cartago, abandonarón el campamento de Asdrúbal y esperaron la llegada de Escipión.

Reforzado con sus nuevos aliados, el ejército romano avanza con rapidez por el sur. En el año 208 a. C. se enfrentan en Hispania Asdrúbal y Escipión en la batalla de Baecula, que termina con la victoria de los romanos. Sin embargo, el cartaginés logra escapar con parte de sus tropas y marcha por la Meseta, logrando pasar los Pirineos hacia Italia para encontrarse con su hermano Aníbal, aunque antes de conseguirlo es derrotado en una emboscada por los dos ejércitos consulares, en la batalla del Metauro (207 a.C.).

Al año siguiente, el propretor Marco Silano derrotó a Magón en Celtiberia, con lo cual este último marchó al sur del país y se unió a Asdrúbal, el hijo de Giscón, en la Bética.

Escipión aprovecha para realizar la conquista del valle del Guadalquivir, llamado Baetis en época romana. En el 206 a. C. se produce la última gran batalla en suelo hispano, enfrentándose cartagineses y romanos en la batalla de Ilipa, cerca de Hispalis. Escipión volvió a triunfar, y el ejército cartaginés quedó definitivamente destruido. Las últimas bases de Cartago en Hispania caen rápidamente. La última ciudad púnica en Hispania, Gadir (la actual Cádiz), se rinde ese mismo año. Durante la campaña, Escipión asienta a sus heridos y veteranos en una ciudad turdetana preexistente, a la que llamó Itálica, bajo y junto al actual Santiponce, unos kilómetros al norte de Hispalis, la moderna Sevilla.

Tras estas hazañas Publio Cornelio Escipión vuelve a Italia.

Los planes de Escipión

La subyugación de Hispania era considerada por Escipión, sólo como un medio para un fin. Parece que desde algún tiempo que se había formado la idea el proyecto de trasladar la guerra a África, y así obligar a los cartagineses a llamar a Aníbal de Italia.

Por lo tanto, resuelve, antes de regresar a Roma, cruzar a África, y asegurar, si es posible, la amistad y la cooperación de algunos de sus príncipes indígenas. Su influencia personal ya se habían asegurado la adhesión de Masinisa, que servía en el ejército cartaginés de Hispania, pero cuya deserción de sus antiguos aliados era por el momento un secreto, y confía en que su mismo ascendiente personal serviría para ganar el apoyo del todavía más poderoso Sifax, el rey de la tribu de los númidas masesilos.

Con sólo dos quinquerremes se aventuró a salir de su provincia, y llegar a la corte de Sifax. Allí se encontró con su antiguo adversario, Asdrúbal, el hijo de Giscón, que había pasado de Gades con el mismo fin.

Lelio, quien acompañaba a su amigo, relata a Polibio que Escipión causó una gran impresión en Sifax, y que este último llegó incluso a la conclusión de un tratado de alianza con el procónsul romano; pero la verdad parece ser que el general cartaginés tuvo más éxito que el romano; un éxito, sin embargo, que fue en gran parte debido a los encantos de su hija Sofonisba, a quien dio en matrimonio al rey de los númidas.

Escipión, a su regreso a Hispania fue sorprendido por una formidable insurrección contra el poder romano que había estallado entre muchos de los hispanos. Magón, quien se encontraba todavía en Gades, no había tenido dificultades para instigar la revuelta. La insurrección, sin embargo, acabó pronto; y se infligió una terrible venganza sobre la ciudad de Illiturgi, que había tomado parte principal en la revuelta.

Apenas este peligro desapareció, Escipión fue presa de una grave enfermedad. Ocho mil de los soldados romanos, descontentos por no haber recibido su salario habitual, y ante impedimento de saquear los pueblos, se aprovecharon de esta oportunidad para iniciar un motín, pero Escipión se recuperó a tiempo para sofocarlo.

Posteriormente aplastó a los últimos restos de la insurrección en Hispania. Magón había abandonado Hispania y cruzado a Liguria para intentar ayudar a su hermano Aníbal, por lo que ya no había más enemigos en Hispania. Escipión en consecuencia, entregó el ejército romano, en el año 206 a. C., a los procónsules L. Léntulo y L. Manlio Acidino, que habían sido nombrado como sus sucesores, y regresó a Roma en el mismo año.

Escipión en Italia

La situación en la República Romana había cambiado profundamente durante su ausencia. Aníbal no sólo no había vuelto a derrotar a las legiones, sino que había perdido casi todos sus apoyos: las principales bases rebeldes (Capua, Tarento, Siracusa, etc.) habían caído y sus habitantes reducidos a la esclavitud. Asdrúbal, cuyo ejército había cruzado los Alpes y se preparaba para reunirse con Aníbal, fue derrotado por los romanos en la Batalla del Metauro, en el 207 a. C.

De nuevo en Roma, Escipión se convirtió en candidato al consulado, y fue elegido para el año siguiente (205 a.C.) por el voto unánime de todas las centurias, a pesar de que aún no había ejercido el cargo de pretor, y sólo tenía treinta años de edad. Su colega fue P. Licinio Craso, que era Pontifex Maximus, y no podía, por tanto, salir de Italia.

En consecuencia, si la guerra iba a continuar en el extranjero, la realización de la misma debía necesariamente recaer sobre Escipión. Su objetivo era preparar un ejército con el que desembarcar en África, amenazando a Cartago en su propio territorio y forzando así la marcha de Aníbal de Italia, pero los más antiguos miembros del Senado, y entre ellos Quinto Fabio Máximo, se opusieron a este proyecto, en parte por considerarlo arriesgado y en parte por celos al joven cónsul.

Todo lo que pudo obtener Escipión fue la provincia de Sicilia, con permiso para cruzar a África, si era en beneficio de la República, pero el Senado se negó resueltamente a darle un ejército, con lo que la autorización concedida a regañadientes carecía de utilidad práctica. Pero los aliados tenían una visión más real de los intereses de Italia que el Senado romano: lo que éste, cegado por sus miedos y sus celos, le negaba, los aliados italianos generosamente se lo concedieron, y en todas las ciudades de Italia se reunieron voluntarios para unirse al joven héroe, y para poder someter a Cartago sin la ayuda del gobierno romano.

El Senado no podía negarse a permitirle alistar voluntarios, y tal era el entusiasmo en su favor, que él fue capaz de cruzar a Sicilia con un ejército y una flota contra las expectativas e incluso los deseos del Senado.

A pesar de que no tenía mando en Bruttii, él asistío a la reducción de Locri, y después de la conquista de la ciudad, dejó a su legado, Q. Pleminius, al mando del lugar. Este último fue culpable de tales actos de excesos contra los habitantes, que estos enviaron una embajada al senado romano para quejarse de su conducta. En el curso de la investigación se alegó que Escipión había permitido que Pleminius continuara en el mando después de haber sido plenamente informado de la mala conducta de su lugarteniente, y entonces Quinto Fabio Máximo y sus otros enemigos aprovecharon la oportunidad para arremeter contra la conducta de Escipión, y presionar para su retiro inmediato.

Aunque el Senado prestó oídos a estos ataques, no se atrevieron a la revocación inmediata, pero enviaron una comisión a Sicilia para investigar el estado del ejército, y si los cargos en su contra eran fundados, que le ordenaran volver a Roma. Los comisionados llegaron a Sicilia a principios del año 204 a. C.. Durante el invierno Escipión había estado ocupado en la realización de sus preparativos, y en ese momento su ejército y la marina estaban en el estado más eficiente. Los comisionados se admiraron de lo que vieron. En lugar de ordenar su regreso a Roma, le pidieron que cruzará a África lo antes posible.

Invasión romana del Norte de África

En consecuencia en el año 204 Escipión, que ahora era procónsul, zarpó de Lilibeo y desembarcó en África, no muy lejos de Utica, sin oposición de la flota cartaginesa. Una vez que llegaron los romanos; se les unió un aliado que a la postre resultaría decisivo: Masinissa, rey nominal de Numidia Oriental, despojado de su trono por su rival, Sifax, rey de Numidia Occidental y aliado de Cartago. Escipión pone sitio a Útica, ciudad ubicada en la costa mediterránea de África, pero la llegada de los ejércitos unidos de Sifax y Cartago le obligan a retirarse a pasar el invierno en un promontorio saliente (llamado Gens Cornelia por las tropas de Escipión, en honor a su lider), que él fortifica. Escipión decide entrar en negociaciones de paz, pero con el secreto fin de averiguar todo lo necesario para atacar por sorpresa a sus enemigos.

En la primavera de 203 a. C., Asdrúbal Giscón, y Sifax meditaban un ataque general por tierra y por mar contra las fuerzas de Escipión, pero este último, que fue informado de su plan por algunos númidas, se anticipa y ataca a sus dos campamentos en la noche, causando ingentes pérdidas a los cartagineses y los númidas, lo que les permitió poner sitio a la ciudad de Útica. Los cartagineses y los númidas reunieron sus últimas reservas (incluyendo mercenarios hispanos) para enfrentarse a Escipión. La consiguiente Batalla de los Grandes Campos culminó con la completa victoria romana, expulsando a Sifax del trono de Numidia y obligando a Cartago a entablar negociaciones de paz. Aníbal fue llamado para que regresara de Italia.

Cartago y Roma acuerdan que la paz se restablecerá mediante la pérdida de Cartago de cualquier posesión no africana, entrega de toda la flota de guerra, con excepción de unas cuantas naves, y el pago de un tributo, así como el reconocimiento de Masinissa como rey independiente de Numidia. Sin embargo, al llegar las tropas cartaginesas de Aníbal y Magón a África, se decidió romper el acuerdo mediante la agresión a unas naves romanas que buscaron refugio de una tormenta cerca de Túnez. La guerra volvió a empezar, pero la situación era ahora muy diferente.

Escipión reemprende la campaña en África y se puso en contacto con Masinissa, quien le proporcionó 4.000 jinetes y 6.000 infantes. Aníbal, informado de su llegada, movilizó a su ejército, pero antes de entrar en batalla trató de negociar con Escipión. No habiendo llegado a acuerdos, se dispusieron a la lucha.

El 19 de octubre del 202 a. C. se produce el enfrentamiento entre los ejércitos de Aníbal y Escipión en la Batalla de Zama, que termina con una gran victoria para los romanos y sus aliados. En honor a esta victoria, Publio Cornelio Escipión tomaría el nombre con el que se ha hecho célebre: "el Africano".

El propio Aníbal decide llevar a cabo las negociaciones de paz con Roma, pues comprende que es inútil seguir resistiendo. Las duras condiciones impuestas por Roma son: pérdidas de todas las posesiones de Cartago fuera del continente africano; prohibición de declarar nuevas guerras sin el permiso del pueblo romano; obligación de entregar toda la flota militar; reconocimiento de Masinissa como rey de Numidia y aceptación de las fronteras entre Numidia y Cartago que éste determinase; pago de 10.000 talentos de plata (aproximadamente 260.000 kg) en 50 años; mantenimiento de las tropas romanas de ocupación en África durante tres meses; entrega de 100 rehenes escogidos por Escipión, como garantía del cumplimiento del tratado.

Aníbal aceptó las condiciones, a fin de que los romanos le dejaran en paz mientras ayudaba a Cartago a reconstituir su poderío. El tratado fue ratificado por ambos senados, el cartaginés y el romano, en el año 201 a. C..

Escipión; Princeps Senatus

Tras regresar a la capital y celebrar sus triunfos sobre Cartago, Escipión ocupa un puesto en el Senado de Roma. Tenía entonces 35 años. En 199 a. C., Escipión fue elegido censor con P. Elio Peto y fue electo cónsul por segunda vez en 194 a. C. con Tiberio Sempronio Longo. Al mismo tiempo, los censores le confieren el título de princeps senatus en el año 190 a. C..

Escipión fue testigo en el senado del recrudecimiento de los conflictos externos que amenazaban a la república.

Roma tuvo que enfrentarse, presionada por los griegos, con el rey de Macedonia Filipo V, antiguo aliado de Aníbal. Este rey, que según algunos historiadores había enviado refuerzos a Cartago durante la batalla de Zama, se había coaligado ahora con Antíoco III, el rey de Siria.

Mientras, en Hispania se producían constantes sublevaciones contra Roma, debido, principalmente, a la avaricia y crueldad de los gobernadores romanos.

En la propia Cartago se recrudecían los conflictos. Aníbal, elegido sufete, se enfrentaba a la oligarquía púnica. Estos lo acusaron de preparar una nueva guerra contra Roma y pretendieron entregarle al senado romano para que lo ejecutaran. Sin embargo, Aníbal escapó de Cartago y se refugió en la corte de Antioco III de Siria, ofreciéndosele como asesor militar.

En 193 a. C., fue uno de los tres comisionados que fueron enviados a África para mediar entre Masinisa y los cartagineses, y en el mismo año, de acuerdo con una historia relatada por Quinto Claudio Quadrigario, fue uno de los embajadores enviados a Antíoco en Éfeso, en cuya corte Aníbal residía.

Ocaso de Escipión el Africano

Retrato de Publio Cornelio Escipión el Africano como senador romano.

Mientras Catón el Censor reprimía las sublevaciones en Hispania, Roma vencía a Filipo V en la batalla de Cinoscéfalos.

En 190 a. C. Lucio Cornelio Escipión, el hermano de Escipión el Africano y Cayo Lelio fueron electos cónsules. Lucio, fue nombrado general del ejército que debía desembarcar en Asia Menor (Turquía) y enfrentarse con Antíoco III. Publio marchó con él como su legado, aunque muchos historiadores consideran que era él quien dirigía realmente el ejército.

En la guerra contra Antíoco, el joven hijo de el Africano, que acompañó a su padre, cayó en manos del rey de Siria. Éste ofreció liberar a los cautivos sin rescate, si el Africano obtenía para él una paz favorable, pero aunque el padre rechazó su propuesta, Antíoco envió de vuelta a su hijo mientras él estaba ausente del ejército como consecuencia de la enfermedad.

Los ejércitos romanos y sus aliados de Pérgamo se enfrentaron con las tropas sirias en la Batalla de Magnesia, en el 190 a. C. Antioco III no escuchó los consejos de Aníbal acerca de cómo debia posicionar las tropas despreciándolo por ser un general extranjero, e hizo caso a sus consejeros que propusieron un plan que les llevaria a la derrota absoluta y a una gran victoria para Roma.

Antíoco III tuvo que ceder tierras a los aliados de Roma y pagar un fuerte tributo. Aníbal huyó al saber que iba a ser entregado a los romanos, refugiándose en la corte del rey de Bitinia, allí pasó unos años como asesor militar del rey hasta que el Senado romano mandó soldados a apresarlo, por lo que, al enterarse, se suicidó en el 183 a. C.

Lucio Cornelio Escipión recibió por el éxito de esta campaña el sobrenombre de "el Asiático".

El Africano regresó a Roma con su hermano Lucio después de la finalización de la guerra en 189 a. C., pero sus últimos años fueron amargados por los continuos ataques de sus enemigos. Poco después de su regreso, él y su hermano Lucio fueron acusados de haber recibido sobornos de Antíoco para tratar al monarca con poco rigor, y de haberse apropiado de una parte del dinero que había pagado Antíoco al estado romano. La acusación fue sostenida por M. Porcio Catón.

En 187 a. C., dos tribunos de la plebe en el nombre de Petillii, instigados por Catón y los demás enemigos de los Escipiones, requieren a Lucio Escipión que diera cuenta de todas las sumas de dinero que había recibido de Antíoco. Lucio elaboró, por consiguiente sus cuentas, pero cuando estaba en el acto de la entrega a ellas, el orgulloso Africano indignado se las arrancó de las manos y las rompió en pedazos ante el Senado. Esta altiva conducta parece haber producido una impresión desfavorable, y su hermano, es llevado a juicio en el curso del mismo año, declarado culpable y condenado a pagar una fuerte multa.

El tribuno C. Minucio Augurino ordenó que lo llevaran a la cárcel y allí estuviera detenido hasta que el dinero fuese pagado; ante lo cual el Africano, más enfurecido aún con este nuevo insulto a su familia, rescató a su hermano de las manos de los oficiales del magistrado. Las propiedades de Lucio, sin embargo, fueron confiscadas, y, aunque no eran suficientes para pagar la multa, sus clientes y amigos contribuyeron generosamente para saldarla.

El éxito de la persecución de Lucio, envalentonó a los enemigos del mismo Africano. Su acusador fue M. Nevio, tribuno del pueblo, y la acusación no se hizo hasta el final de 185 a. C.. Cuando el juicio se inició, Escipión no se dignó decir una sola palabra para refutar los cargos que se habían hecho contra él.

Escipión posteriormente abandonó Roma, y se retiró a su casa de campo en Liternum. Las tribunos deseaban renovar la persecución, pero Graco sabiamente los persuadió para que abandonaran la acusación.

Su muerte y descendencia

Escipión nunca regresó a Roma. Él nunca se sometería a las leyes del Estado, y por lo tanto decidió expatriarse para siempre. Pasó sus últimos días en el cultivo de su finca de Liternum, y al morir se dice que había pedido que su cuerpo fuera enterrado allí, y no en su país ingrato. Su requerimiento fue atendido, y su tumba aún existía en Liternum en el tiempo de Tito Livio.

El año de su muerte es incierto. Polibio y Rutilio relatan que murió en el mismo año que mueren Aníbal y Filopemen, es decir, en 183 a. C.. Tito Livio y Cicerón ponen su muerte en 185 a. C., y Valerio de Ancio antes de 187 a. C.. La fecha de Polibio es muy probablemente la correcta.

Escipión se casó con Emilia, la hija de L. Emilio Paulo, que cayó en la batalla de Cannas, y con ella tuvo tres hijos, un hijo (Publio Cornelio Escipión hijo), y dos hijas (Cornelia mayor y Cornelia menor), la mayor de los cuales se casó con P. Cornelio Escipión Nasica Córculo y la más joven con Tiberio Sempronio Graco y, por lo tanto, se convirtió en la madre de los dos célebres tribunos Gracos.

Publio Cornelio Escipión en la literatura, la pintura y la música

La Clemencia de Escipión. Cuadro de Sebastiano Ricci en la Royal Art Colection de Londres.
  • La legendaria toma de la ciudad de Cartago Nova por el general Escipión fue narrada por primera vez por el historiador Polibio en un texto del siglo II a. C. Posteriormente, fue ampliada, enriquecida y glorificada por Tito Livio en su "ab urbe condita" (narración de la historia de Roma desde sus orígenes).
  • En El sueño de Escipión, incluido en el libro VI de La República, Marco Tulio Cicerón relata como Escipión el Africano se presenta a uno de sus descendientes para revelarle el verdadero lugar de la gloria, describiendo los mundos celestiales y la hermosa música que estos interpretan, inaudible para oídos humanos. Se trata del tema pitagórico de la armonía de las esferas desde el punto de vista de la gloria que pervive en lo eterno y no en lo terrenal, en la virtud y no en la búsqueda de reconocimiento.[1]
  • La toma de la ciudad de Cartago Nova se convirtió en un mito y pasó a la literatura, el arte y la música bajo el título de La clemencia de Escipión, y se convirtió en uno de los temas históricos preferidos de la poesía, la pintura, la escultura y la ópera de los siglos XV al XVIII.
Faltar pudo a Scipión Roma opulenta,
mas a Roma Scipión faltar no pudo;
sea Blasón de su envidia que mi escudo,
que del Mundo triunfó, cede a su afrenta.

Francisco de Quevedo y Villegas

Véase también

Bibliografía

Fuentes Primarias
Fuentes secundarias
  • H. H. Scullard, Scipio Africanus: Soldier and Politician, Thames and Hudson, London, 1970. ISBN 0-500-40012-1
  • H. H. Scullard, Scipio Africanus in the Second Punic War Thirlwall Prize Essay (University Press, Cambridge, 1930)
Literatura

Notas

  1. Marco Tulio Cicerón, Sobre la República, Biblioteca Clásica Gredos, Ed. Planeta-deAgostini, Barcelona, pp. 158-171. Traducción: Alvaro D´ors.

Enlaces externos


Predecesor:
Quinto Cecilio Metelo y Lucio Veturio Filón
Cónsul de la República Romana
junto con Publio Licinio Craso Dives

205 a. C.
Sucesor:
Marco Cornelio Cetego y Publio Sempronio Tuditano
Predecesor:
Marco Porcio Catón y Lucio Valerio Flaco
Cónsul de la República Romana
junto con Tiberio Sempronio Longo

194 a. C.
Sucesor:
Lucio Cornelio Mérula y Quinto Minucio Termo
Predecesor:
Cayo Claudio Nerón y Marco Livio Salinator
Censor de la República Romana
junto con Publio Elio Peto

199 a. C.
Sucesor:
Cayo Cornelio Cetego y Sexto Elio Peto Cato



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