Evangelio de Lucas

Evangelio de Lucas
San Lucas escribiendo el Evangelio.

El Evangelio de Lucas, o Evangelio según Lucas (en griego Κατά Λουκάν Ευαγγέλιον) es el tercero y más extenso de los cuatro evangelios canónicos del Nuevo Testamento bíblico. Relata la vida de Jesús de Nazaret, centrándose especialmente en su nacimiento, ministerio público, muerte y resurrección. Termina con un relato de su ascensión.

Contenido

Género

Aunque el evangelio se considera en sí un género literario, la obra de Lucas puede también enmarcarse, por lo que él mismo dice, dentro de la historiografía helenística.[1] Lo que lleva a pensar así es la presentación que el autor hace en el prólogo:

  • Ha investigado (παρακολουθέω).
  • Los hechos (πράγματα)
  • Pretende hacer una narración (διήγησις); no habla, como Marcos, de εὒαγγέλιον.
  • La crítica de la redacción nota que, cuando corrige a Marcos, frecuentemente no es sólo por mejorar el griego, sino para acercar más el texto al género histórico.
  • En algunos momentos pone una datación sincrónica, como al inicio del Evangelio (Lc 1, 5), al inicio del capítulo 2 y al inicio del capítulo 3. Esto es una convención historiográfica que Lucas respeta.
  • Usa discursos en boca de personalidades importantes para explicar el contenido de algunos hechos (otro recurso que se usaba en la historiografía grecorromana).

Autoría

Tradición

El evangelio es anónimo, puesto que no está firmado. Es aceptado casi unánimemente que fue escrito por el mismo autor de los Hechos de los Apóstoles, pues ambas obras están dedicadas a un mismo personaje, un tal "Teófilo", quien se ignora si es un personaje real, un nombre simbólico (Teófilo quiere decir 'amigo de Dios') o un pseudónimo. El autor del libro de los Hechos, además, hace en su prólogo referencia a una obra precedente. Se ha subrayado además la homogeneidad de estilo y de pensamiento de estos dos libros.[2]

El evangelio ha sido atribuido tradicionalmente a Lucas 19, el «médico querido» al que alude Pablo de Tarso en su Epístola a los colosenses. La atribución a Lucas de entre todos los discípulos de Pablo se basa en parte en que su Evangelio es el que utiliza más términos médicos.[cita requerida] De ahí el nombre con el que es generalmente conocido. Según la tradición,[cita requerida] aunque Lucas nunca conoció a Jesús, tras su conversión al Cristianismo viajó a Roma, donde conoció a Pedro y Marcos. También conoció a María[cita requerida], la Madre de Jesús. Esto le permitió narrar en su Evangelio, numerosos hechos de la infancia de Jesús (como la Presentación del Niño en el templo) y muchos detalles de María (como la visita que hizo a su prima Isabel y su cántico, el Magníficat).

Puestas en duda

No fue hasta el siglo XX que comenzaron a plantearse las dudas sobre el dato de la tradición. La atribución a Lucas presenta problemas, sobre todo por la diferente visión de Pablo y de sus iglesias que presenta este evangelio con respecto a las epístolas paulinas.[2]

H. J. Cadbury,[3] estudia la afirmación del Canon de Muratori sobre la autoría de esta obra. Para entender cómo se puede haber llegado a allí, busca entender el contexto del siglo II d.C. Así pues descubre que en ese tiempo, cuando se está formando el canon, se dan dos fenómenos particulares: por un lado se tiende a atribuir los textos sagrados a personajes con autoridad (como a Pedro, a Pablo, a Bernabé...), y por otro lado la tradición se incrementa a partir de los datos existentes en los textos (por ejemplo, si Pablo habla de "Lucas el médico", si encontramos un personaje que se llama Lucas diremos que es médico). De este modo Cadbury llega a la conclusión de que el Canon de Muratori no tiene valor histórico, pues lo que dice de que "no vio personalmente en carne a Cristo", es porque lo tomó del prólogo del Evangelio; cuando dice que anduvo con Pablo es porque se lo atribuye de la sección "nosotros" de Hechos de los Apóstoles, y el dato que fue médico lo sacaría de algunas cartas de Pablo.

La teoría de Cadbury es sugestiva, pero un punto débil de la teoría es, sin duda, lo que afirma J. M. Creed: "Lucas no es una personalidad prominente en la época apostólica... Si el Evangelio y los Hechos de los Apóstoles no hubiesen primero pasado bajo su nombre, no hay razón obvia por la cual la tradición debería haberlos atribuido a él".[4] Por otro lado el mismo Cadbury admite que su propuesta de cómo se llegó a afirmar que el compañero de Pablo en la sección "nosotros" de Hechos era el Lucas de Colosenses es sólo una conjetura.[5]

Actualidad

Hoy en día, aunque con muchas excepciones, más estudiosos suelen admitir que hubiese una tradición primitiva básicamente histórica que afirmase que Lucas, un sirio de Antioquía, influenciado por Pablo, fuese el autor; también formaría parte de esta tradición que escribió su obra en Acaya y que murió en Beocia o en Tebas. Esta tradición básica se habría desarrollado posteriormente basándose en lo que propio autor afirma en su prólogo o Pablo en sus carta: que no conoció personalmente a Jesús,[2] pues, según su propio testimonio, fue escrito tras haber «investigado diligentemente todo desde sus orígenes» consultando con «testigos oculares y servidores de la palabra». Que viajó un tiempo con Pablo (pues en los Hechos hay una sección cuando habla de "nosotros"). Que Fue médico (como dice Pablo en la carta a los Colosenses de un tal Lucas), etc. El hecho de que sus conocimientos sobre la geografía de Palestina y sobre las costumbres judías sea muy genérico y a veces equivocado, refuerza la opinión de que no procedía de esa región.[2]

Datación

Argumentos para una datación tardía

La mayoría de los autores sitúan la composición de este evangelio en la década de los 80 d.C., debido a que suponen que Lc 21, donde se describe la destrucción del Templo de Jerusalén, acontecida el año 70, es una narración post eventum; es decir, que Lucas estaría poniendo en boca de Jesús una profecía que ya se había cumplido. Así, refiriéndose al templo Jesús dice: «llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derruida» y, respondiendo a la pregunta de cuándo sucedería responde: «Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os aterréis; porque es necesario que sucedan primero estas cosas, pero el fin no es inmediato» y «Se levantará nación contra nación y reino contra reino».

Sin embargo las dataciones más tardías tienen que explicar varios datos que parecen querer una datación anterior:

  • La presencia de este evangelio en el papiro P75 (hacia el año 200) y la mención del evangelio de Lucas que hacen Ireneo de Lyon y el Fragmento muratoriano hacia el año 180 es extraña si fuera de finales del siglo I; es poco tiempo para haberse difundido tanto.
  • La conclusión abrutpa de los Hechos de los Apóstoles, segunda parte de la obra, donde, contrariamente a lo que se esperaría, no se narra la muerte de Pablo, parecería indicar que Pablo no habría muerto aún cuando se compuso. Pablo murió bajo Nerón hacia el año 64. Sin embargo quienes sostienen la datación tardía explican que Lucas este final abrupto es sólo aparente, pues Lucas querría demostrar que el Evangelio llegó hasta los confines de la tierra, y esto lo logra cuando Pablo llega a Roma. De modo que, aunque Pablo hubiese muerto, Lucas habría escrito este final.
  • La sección "nosotros" de los hechos: Si Lucas viajó con Pablo, en los años 50, no pudo sobrevivir demasiado tiempo al apóstol.
  • Parece que Lucas no conoce las cartas de Pablo, ya extendidas a finales del siglo I d.C. (como atestigua la segunda epístola de Pedro, pues si fuese así no daría datos que contrastan con éstas.

Argumentos para una datación temprana

Quienes ponen la composición de este evangelio mucho antes (Vf. Robert Lisle Lindsey; David Flusser; J. B. Orchand; B. Reicke; J. A. T. Robinson) se basan en los siguientes argumentos:

Representación del evangelio de Lucas (toro). Véase tetramorfos.

1. Algunos autores (C. C. Torrey; C. H. Dodd) exponen que Lucas 21 no da ningún detalle histórico de la destrucción de Jerusalén, sino que toma todas las imágenes del Antiguo Testamento (Jeremías 21; Zacarías 12; 14; Esdras 9; Salmo 79; Ezequiel 40–48; etc.).

Así, en algunos de estos pasajes citados, también se dice:

  • «Judá será sitiada, lo mismo que Jerusalén, y todas las naciones de la tierra se juntarán contra ella» (Zacarías 12).
  • «Porque yo reuniré a todas las naciones para combatir contra Jerusalén. La ciudad será tomada, las casas serán saqueadas y violadas las mujeres» (Zacarías 14).

También Ezequiel, en el contexto de la toma de Jerusalén por Nabucodonosor, describe Jerusalén sitiada (cap. 24) y su toma (cap. 33), aportando descripciones que pudieron haber sido tomadas por Lucas.

En esta misma línea argumental, se dice que de tratarse de una profecía post eventum podría haberse enriquecido la descripción aludiendo, por ejemplo, al fuego, pues el Templo fue incendiado.

2. La destrucción de Jerusalén y de su templo es profetizada en Daniel 9:26: «...se quitará la vida a un ungido y no le quedará nada y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario».

3. Otros personajes, como Jesús, el hijo de Ananías, también predijeron la destrucción del templo, según Flavio Josefo en su Guerra de los Judíos VI, 300–309.

4. Ni el Evangelio de Lucas ni los Hechos de los Apóstoles mencionan el cumplimiento de esta profecía, lo que supone un indicio de que el Templo no había sido destruido en el momento de escribirse, especialmente si se considera que en las profecías post eventum se describe su cumplimiento, como en Juan 21:18–19 (profecía post eventum sobre la muerte de Pedro) y en Hechos 11:28 (probable profecía post eventum de un periodo de hambre que aconteció con Claudio).

5. Las recomendaciones de Jesús de huir a las montañas de Judea no fueron seguidas, pues los cristianos de Jerusalén huyeron a Transjordania.

6. Los Hechos de los Apóstoles, del mismo autor y presentado en el prólogo como segunda parte del Evangelio de Lucas, finaliza con Pablo sometido a arresto domiciliario en Roma, lo cual ocurrió el año 62. Por ello, es lógico pensar que Hechos fue escrito hacia ese año y, dado que se escribió como segunda parte del evangelio de Lucas, éste tendría que haber sido escrito algún tiempo antes, quizás a finales de los años 50 o inicios de los 60. Este argumento cobra más fuerza cuando se considera que una tercera parte de Hechos narra el arresto y proceso de Pablo, lo cual hace más extraño aún el que no se narre su muerte si ya hubiese acontecido.

7. En el capítulo 8 de la Segunda epístola de Pablo a los Corintios, escrita en un arco que oscila entre el año 54 y el año 57, se alude a que Pablo envió a Corinto a Tito y «al hermano, cuyo renombre a causa del Evangelio se ha extendido por todas las Iglesias» y que «fue designado por elección de todas las Iglesias como compañero de nuestro viaje».

Algunos eruditos como Julián Carrón Pérez y José Miguel García Pérez, pertenecientes a la escuela exegética de Madrid, en su libro Cuándo fueron escritos los Evangelios, interpretan que el «hermano» que acompañó a Tito, famoso por su proclamación del Evangelio, fue Lucas y que la proclamación del Evangelio sólo podía realizarse llevando consigo un libro que contuviera el Evangelio.

Argumento sobre el origen arameo de Lucas

1 - Es posible que la carta fuese dirigida a Teófilo ben Anás; sumo sacerdote saduceo entre los años 37 – 42 e.C., cuñado de Caifás.[6] Es decir: Si el Teófilo de Lucas fuese Teófilo ben Anás, la carta iría dirigida a los judíos saduceos, y no a los gentiles, como reza la tradición popular.

2 - Ciertos datos internos nos aseguran que la carta iba dirigida a un sacerdote o eminencia judía (no gentil), entre ellos, que se presuponen conocimientos avanzados del judaísmo (por ejemplo los cambios de turnos de los sacerdotes [Lc 1:8-9]), que se enfatizan las profecías del Tanaj, y que se muestra a Jesús y a cuantos le siguen como piadosos y devotos practicantes de la Torá de Moisés; si Teófilo no fuese judío, para él no tendría ningún valor una prédica de un Mesías profetizado en el Tanaj que cumple con la Torá de Moisés.

3 - Aunque existe el detalle de que el griego de Lucas parece más clásico que el Koine común de los evangelios, el griego del historiador Josefo era mucho más elaborado que el de Lucas, y sin embargo él mismo declaró en sus escritos que el idioma orginal de su obra fue el hebreo (Antíquites, prefacio).

4 - Según los restos arqueológicos encontrados, los fragmentos más antiguos de Lucas en el idioma griego son los llamados P75 y P4, que datan aproximadamente del año 200 e.c. Pero aún más antiguo que estos, es el que cita un pasaje de Lucas en idioma arameo, llamado 4Q246, que por cierto, es la cita más antigua conocida de los evangelios. Dicho fragmento data de antes de la destrucción del Templo (es decir, antes del año 70 e.c), y cuadra con la fecha en la que termina el relato del libro de los Hechos (el arresto de Pablo en Roma; en el año 62 e.c.). Por consiguiente, teniendo en cuenta todos éstos datos históricos e internos, y que la Peshita y la vieja Siríaca (siglo IV) compiten contra la antigüedad de los mms griegos, muchos están comenzando a aceptar en la actualidad que el idioma original fue el arameo.

Autenticidad de algunos textos

Lc 1, 5 - 2, 52

Esta sección del evangelio contiene una serie de características que lo diferencian del resto de la obra.[7] Por un lado el griego usado por el autor es mucho más semitizante que en el resto del opus lucanum, especialmente en los cánticos (Vg. en vez de "fuerza salvadora" usa la expresión "cuerno de salvación"). Toda la obra lucana tiene semitismos (es opinión corriente que el autor está imitando el griego de la Biblia de los Setenta), pero en esta parte son mucho más abundantes. Por otro lado hay muchos personajes que aparecen en estos capítulos que no volverán a verse (Zacarías, Isabel, Simeón, Ana). El Juan anunciado y nacido en el capítulo 1 no parece que tenga nada que ver con el que se presenta a partir del capítulo 3 (ver, por ejemplo, cuando en 7, 19 manda mensajeros a preguntar a Jesús sobre su identidad). También hay algunos temas teológicos tratados en estos dos primeros capítulos no parecen tener la misma línea (o simplemente no se presentan) en el resto del evangelio: el Espíritu Santo, los ángeles (sólo aparecerá uno en 22, 43, y es comúnmente aceptado que ese versículo no es lucano). Por último, al inicio del capítulo 3 encontramos una larga y precisa referencia cronológica, modo en el que solían comenzar el género histórico grecorromano. Parecería, en efecto, que tras el prólogo (1, 1-4) debería venir enseguida 3, 1. Sería muy lógico. A estas constataciones se pueden dar, básicamente, dos soluciones:

Por ejemplo Julius Wellhausen[8] considera que es un midrash judeocristiano insertada posteriormente al opus lucanum. Aunque no hay manuscritos que eliminen esta parte del Evangelio, Marción no quiso la incluyó en su canon de la Biblia (según quienes sostienen esta posición sería porque encontraron texto del Evangelio sin esto). Además parece que san Efrén, en su comentario al Diatessaron, no lo contempla.[9] Estos serían los dos únicos testigos para la crítica externa, pero están a favor de esta posición todas las anotaciones que hemos hecho anteriormente.

También Hans Conzelmann[10] analiza la redacción que Lucas elabora del material marcano y llega a la conclusión que la idea principal de la teología lucana consiste en la división de la historia en tres tiempos: de Israel, de Jesús y de la Iglesia. Según esta intuición considera que Lc 1-2 rompe con esta idea lucana, pues une el tiempo de Israel con el de Jesús. Conzelmann fue muy criticado por centrarse demasiado en un pasaje (en este caso Lc 16, 16) olvidando el resto.

La obra de Conzelmann dio pie a una serie de investigaciones sobre los evangelios de la infancia lucanos. Paul S. Minnear[11] demuestra que en varios lugares Lucas atribuye a Juan el papel de precursor, que es llamado "más que un profeta" y que es puesto al inicio de la vida pública de Jesús. De este modo es patente que Lucas no pretende dividir tanto a Juan y a Jesús como Conzelmann supondría.

Muchos otros desde entonces creen que Lc 1, 5 - 2, 52 son del mismo autor que el resto de la obra; que, a pesar de las diferencias, hay una unidad fundamental en el lenguaje que usa el autor. Esta hipótesis es sostenida, por ejemplo, por Plummer,[12] von Harnack, Cadbury. En apoyo de esta teoría está el hecho que de las 62 palabras más frecuentes usadas en el resto de la obra, 46 aparecen también en esta sección. Para justificar el incremento de semitismos consideran que probablemente el autor usó fuentes de Palestina que cambió poco (sea del círculo de la familia de Jesús, sea de la Iglesia primitiva), o tal vez que quiso imitar más fuertemente el estilo de la Septuaginta. El hecho de que en 3, 1 parece comenzar el Evangelio se explicaría porque, aunque el autor sería el mismo, probablemente lo habría añadido años más tarde (incluso tras haber terminado los Hechos de los Apóstoles, obra con la que, de hecho, esta sección es muy afín en cuanto a la temática.

Otros, como Raymond Edward Brown[13] y Joseph Augustine Fitzmyer, S.I., han sugerido que este pasaje haya sido añadido posteriormente por el mismo autor. De este modo se da razón del cambio de estilo, de los varios finales y principios que existen en el texto, etc., sin renunciar a la bastante probada autoría lucana.

22, 43, 44

Este famoso texto del sufrimiento de Jesús, cuando suda gotas de sangre y es confortado por un ángel. El problema en este pasaje se presenta únicamente por la crítica externa: faltan en importantes manuscritos, entre ellos, según parece, en el [Papiro 69]], y ciertamente en la primera revisión del Codex Sinaiticus, el Vaticanus, en el Washingtoniano, en varias versiones y algunos padres de la Iglesia.[14] La explicación tradicional de estas omisiones en tan importantes y diversos es que habría sido eliminado "por quienes sentían que la narración de Jesús abrumado por la debilidad humana era incompatible con su compartir la divina omnipotencia del Padre".[15] Sin embargo hoy en día hay bastante consenso (y así lo vio el consejo interconfesional de The Greek New Testament en su cuarta edición) en que es más probable que estos dos versículos "hayan sido añadidos a partir de una fuente muy primitiva, sea oral, sea escrita, de tradiciones extracanónicas concertinentes a la vida y pasión de Cristo".[16]

Contenido

El evangelio de Lucas aporta noticias que no aparecen en los demás evangelios, como por ejemplo acerca de los primeros años de la vida de Jesús. También contiene bastantes detalles sobre la predicación de Jesús en las regiones de Galilea, Samaria, Judea y Perea. Por otra parte, contiene una versión reducida del llamado Sermón de la Montaña, conocida como Sermón de la Llanura. También es privativo de este evangelio el relato de la parábola del hijo pródigo. Su relato de las apariciones de Jesús tras la resurrección es particularmente detallado, en particular la aparición ante los llamados peregrinos de Emaús.

Según Jaroslav Pelikan, el evangelio de Lucas se dirige fundamentalmente a lectores cristianos de origen no judío, como el Teófilo mencionado al principio. Uno de sus objetivos, en opinión de este historiador, sería demostrar ante las autoridades romanas, que ni Jesús ni sus seguidores suponían una amenaza para el Imperio romano.[17]

Según Anderson H,R, el evangelio de Lucas se dirige a Teófilo ben Anás; sumo sacerdote saduceo entre los años 37 – 42 e.C., cuñado de Caifás, y por tanto a una audiencia saducea[18]

Referencias

  1. W. C. VAN UNNIK, “Once More, St. Luke’s Prologue. Essays on the Gospel of Luke and Acts", in Neotestamentica 7, Pretoria 1973, pp. 7-26.
  2. a b c d García-Viana, Luis Fernando: "Evangelio según San Lucas", en: AA.VV.: Comentario al Nuevo Testamento, Estella: Casa de la Biblia, 2002; ISBN 978-84-8169-183-2. Páginas 185-262; p. 185.
  3. H. J. CADBURY, "The Tradition" en Beginnings of Christianity, vol. 2.
  4. J. M. CREED, The Gospel according to St. Luke, Londres 1965, pp. xiii-xiv.
  5. H. J. CADBURY, Op. cit., p. 261
  6. Anderson H,R. (1997) (en español). Theofilus, a proposal, Evangelical Qartery Vol 69-3. 
  7. J. HILLMANN, "Die Kindheitsgeschichte Jesu nach Lukas kritisch untersucht" en Jahbuch für protestantische Theologie 17 (1891).
  8. J. WELLHAUSEN, Das Evangelium Lucae, Berlin 1904.
  9. F. C. Conybeare, "Ein Zeugnis Ephräems über das Fehlen von c. 1 und 2 im Texte des Lukas", ZNW 3 (1902), pp. 192, 197
  10. CONZELMANN; Die Mitte der Zeit, 1954
  11. P. S. MINEAR, "Luke's use of Birth Stories" en Studies in Luke-Acts, NTS 10 (1963-1964), pp. 202-226.
  12. A. PLUMMER, The Gospel according to Saint Luke (ICC; Edimburgh, 1901)
  13. R. E. BROWN, The Birth of The Messiah. A commentary on the Infancy Narratives in the Gospels of Matthew and Luke, ABRL, Nueva York 1993, pp. 240-241
  14. NESTLÉ-ALAND, Novum Testamentum Graece, Stuttgart 1979 (26.ª edición).
  15. B. M. METZGER, A Textual Commentary on the Greek New Testament, Deutsche Bibelgesellschaft, Stuttgart 1994, p. 151
  16. Ibíd.
  17. Pelikan, Jaroslav (febrero de 2008) (en español). Historia de la Biblia (1ª ed. edición). Barcelona: Kairós. pp. 137-138. ISBN 9788472456679. 
  18. Anderson H,R. (1997) (en español). Theofilus, a proposal, Evangelical Qartery Vol 69-3 (1ª ed. edición). 

Bibliografía

Enlaces externos


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