Francisco Durrio de Madrón

Francisco Durrio de Madrón
Monumento al músico Juan Crisóstomo Arriaga diseñado por Durrio y enclavado ante el Museo de Bellas Artes de Bilbao.

Francisco Durrio de Madrón, más conocido como Paco Durrio (Valladolid, 1868 - París, 1940) es un escultor y ceramista español.

Contenido

Biografía

Trasladado muy joven a Bilbao, estudia en la Escuela de Artes y Oficios del barrio de Atxuri y en el taller de Antonio Lecuona hasta que, en 1881 se traslada a Madrid para trabajar en el taller del escultor Justo Gandarias en la Ronda de Atocha.

Después de haber terminado sus estudios en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, en 1888 se establece en París y se une al grupo de artistas de vanguardia agrupado en torno a Paul Gauguin mientras busca nuevas técnicas de escultura y cerámica. En esos años, Durrio acogía a los jóvenes artistas vascos y catalanes que seguían llegando, y les ayudaba hasta que conseguían subsistir por sus medios. Gracias al contacto por correspondencia que mantenía con ellos, hoy se conocen muchos detalles de su vida.

Fue íntimo amigo de Gauguin, que le dejó sus obras cuando se fue a Martinica. También fue amigo de Picasso quien le regaló dos obras: Holandesa con cofia y Muchacho con jarro. Tuvieron una discusión por el cubismo y no se hablaron nunca más.

Escultura y arquitectura

  • Cabeza de joven.

Bronce. Se asocia con Gauguin. Es la cabeza de un indígena en la que vemos rasgos orientales, como de Tahití. Búsqueda de la felicidad y de la perfección en estas tierras recónditas.

Durrio tiene suerte de entrar en contacto con la familia Echevarrieta. Bustos de gran calidad, pero todavía son clásicos. Artista polifacético, vemos obras de gran y pequeño formato, pero está encasillado en la temática de la escultura funeraria.

  • Templo de la Victoria, 1920.

Obra con motivo de un concurso para un templo conmemorativo de la Victoria de los Aliados en la Primera Guerra Mundial. Maqueta. No la presenta. Los franceses le dan el Premio y la Roseta de Caballero de Honor. Estaba expuesta en el museo del ejército que fue bombardeado en la Segunda Guerra mundial y desapareció.

Obra más arquitectónica, en la que echa mano de elementos orientales, y hace un gran templo. Recuerda a los mausoleos egipcios y la arquitectura hindú. Para todo este macroedificio, los suelos estaban cubiertos por mosaicos de suelo pompeyano.

  • Tumba de la familia Cosme Echevarrieta, 1903-1923.

Está en el cementerio de Guecho. Lentitud a la hora de realizar sus obras, tarda 20 años. Fue una obra que interpreta en forma simbólica. Una especie de mastaba con escalera como bajada a los infiernos, que daba a la cripta. Escalera cerrada por la puerta diseñada también por él, con una fina trama que representa una tela de araña, donde hay unas mariposas prendidas. Motivo típicamente oriental donde la mariposa significa el alma y la metamorfosis del ser humano.

Una vez que se flanquea la puerta, la cripta estaba presidida por un San Cosme, de mármol. Figura estilizada, cubierta con túnica. Ojos que contemplan la calavera. Figura de 1,36 cm. Pequeña. Luego se hará una réplica en bronce.

La mastaba, influencia del modernismo y los dibujos japoneses, con las mariposas que se enredan en las telas de araña, relacionado con el mundo de los muertos.

La figura de Cosme se desmarca de la tradición. Son formas que recuerdan al Greco, más que a la escultura clásica. Simbología porque representa a San Cosme. Tiene un mosaico romano en el suelo. Idea dentro del proyecto para el Templo de la Victoria.

  • Monumento a Juan Crisóstomo Arriaga (1906-1933)
Artículo principal: Monumento a Arriaga

Cada aniversario en memoria de Crisóstomo de Arriaga (1806-1826) se veía que no existía un monumento para conmemorar a este ilustre músico, por lo que en 1905 se hace un concurso en el que el primer premio recae en Paco Durrio, el segundo en Nemesio Mogrobejo y el tercero en Quintín de la Torre.

Se dan 15 meses para hacer la obra en 1906, pero ésta no se acaba hasta 1933 (27 años). Hace referencia a elementos naturales como el agua, signo de la vida que pasa y que transcurre. Monumento no convencional, no está Arriaga, sino lo que simboliza: la música. Es una mujer desnuda sobria y esquematizada con la lira en el pecho.

En 1940, durante la dictadura de Francisco Franco, retiraron la escultura porque era un «desnudo inmoral», y pusieron en su lugar a una mujer vestida obra del escultor Enrique Barros, que permaneció en este lugar hasta 1975. Está en el Museo de Bellas Artes de Bilbao.

El jurado estaba compuesto por Zuloaga entre otros artistas. Aunque Durrio presentó el proyecto fuera de plazo, se le adjudicó y se le puso un plazo de presentación de 15 meses (1905 - marzo de 1906). Durrio se fue a París en 1909 y el alcalde de Bilbao se indignó seriamente con él y le remitió una carta con una nueva fecha de entrega, 1910. En 1911 llegó el pedestal y el modelo, aunque no el definitivo. En 1912 recibió otro telegrama del alcalde al que no hizo caso. Durrio en 1913 contesta por fin al alcalde que solo le había dado 3.500 ptas. Y que se había gastado en el proyecto 15.000, de modo que pide un nuevo plazo.

En 1931 el Ayuntamiento encarga a la Comisión de Jardines que haga cualquier monumento. La Asociación de Artistas Vascos se indigna ante lo que juzgan un atropello hacia el artista que venía trabajando en el monumento, y el Ayuntamiento accede a dar a Durrio 15.000 ptas. y un nuevo plazo.

Una interpretación completa de la obra es la que nos ofrece Juan de Elisalde en su libro Los esclavos felices editado en el año 1935. La Musa del Arte eleva una queja de dolor al infinito por la desaparición prematura del Genio y se golpea el pecho con la lira, de la que brota el llanto que acoge religiosamente la Eternidad, representada por la Gran Esfinge… Situada ésta en la parte baja del frente del pedestal o basamento, que a su vez devuelve el llanto traducido en lágrimas. Sus ojos aparecen cerrados, como para acentuar más su intenso dolor y abarca sus sienes con sus manos, que nacen del muro, en actitud de tranquila meditación. Se humaniza esta figura de la base, serenamente, a la vez que la inmovilidad de sus líneas y la estabilidad de su masa, simbolizan lo eterno.

Los frisos que se hallan situados en los dos lados de la parte baja del pedestal, representan, por los pájaros fijados en el pentagrama, la expresión viva del canto. De las notas musicales se desgranan hilillos de agua. Tanto los pájaros como las notas, al destacarse por el oro de su relieve, armonizan admirablemente con el conjunto del monumento.

Los dos mascarones colocados en la parte posterior de la base, son asimismo representativos de la meditación de las esfinges, que al dejar caer el agua por sus bocas sobre la taza produce, naturalmente, sonido, desbordándose de tal forma a manera de los surtidores de su inspiración. Todo el basamento, compuesto por las figuras y magníficos planos geométricos de severas líneas, es de piedra de granito de Ávila, cuyo rosa suave está moteado de verde.

Sobre el vasto plinto, en lo alto del pedestal, se erige una figura estilizada. Esta escultura clásica representa a la Musa del Arte y aparece simbolizada por un desnudo de mujer, para dar a comprender que el arte no puede ser inspirado por artificio alguno, y que al golpear su seno con la lira en señal de dolorosa protesta, pero de duelo sereno y reposado, refleja en su faz la hondura infinita en sus amargas penas, al propio tiempo que el agua, por efecto del choque, brota formando las cuerdas de la lira; es la queja traducida en lágrimas, eco que acoge embelesada y místicamente en su cerebro la Gran Esfinge; es la prosperidad que, llora a su vez la pérdida del genio. Esta figura profundamente simbólica es de bronce dorado al fuego, en tono mate y de una riqueza deslumbrante.

Por su parte Kosme de Barañano hace el siguiente comentario: La Musa del Arte, Melpómene, de una vitalidad expresiva genial, eleva su queja al infinito por la muerte del músico. En señal de protesta golpea su seno con la lira (árbol de la vida) y de sus cuerdas brota el llanto: las cuerdas de la lira son de agua. Esta agua-llanto-música es acogido religiosamente por la máscara del basamento, símbolo de la eternidad que, con sus sienes apoyadas en las manos, devuelve a su vez, en lágrimas, el dolor. En la simbología oriental dos son los factores en los que se manifiesta el alma: la melodía en el agua y la imagen sombra proyectada en el suelo. Los frisos situados en la parte baja de la base representan, por los pájaros fijados en el pentagrama, la expresión viva del canto. Asimismo en la iconografía funeraria del Próximo Oriente las bandadas de pájaros blancos, encarnación de ángeles, acompañan al justo hasta la mansión beatífica alegrando el camino con sus trinos.

Los mascarones colocados en la parte posterior del monumento son, a su vez, dos gritos representativos de la meditación que, al dejar caer el agua por sus bocas sobre la base, producen sonido, a manera de surtidores de inspiración. Dadas sus alas podemos interpretarlos como dos sirenas, hijas precisamente de Melpómene. Esta tradición de las sirenas como mujeres-aves (no como mujeres-peces) viene de Egipto, en donde aparece esta representación como un símbolo del alma separada del cuerpo; bajo esta misma significación se encuentran en las tumbas griegas durante largo tiempo, así como en las teogonías del Oriente ruso donde, precisamente son dos las sirenas, Sirin y Alconost.

Finalmente el agua del estanque viene a ser la imagen de la vida, de la que se escapa hacia arriba el ser del músico. El elemento agua: entre el cielo y la tierra. En el fondo, este monumento funerario viene a representar un reposo en el silencio.

Es una obra de gran estilo y magnífica concepción y que responde a un bello simbolismo, representándonos una máscara por delante y dos por detrás de estilo exótico, egipcio o precolombino, influido tal vez por su amigo Gauguin y su búsqueda de otros tipos… al estilo también de las inclinaciones de Matisse o del propio Iturrino. En el fondo, Durrio parece entender la escultura como forma sensible de la Idea, como “arte cerebral puro”, al igual que Gauguin entendía la pintura.

Se vuelve pues, en el pedestal, hacia esas figuras de formas elementales y poderosamente esquematizadas (y en contraste con la Musa) que personifican las fuerzas de la naturaleza y manifiestan un tipo de espiritualidad religiosa oriental. En este sentido, Durrio suscribiría bien las afirmaciones del poeta simbolista francés Gustave Kalm “El fin principal de nuestro arte es objetivizar lo subjetivo (exteriorizar las ideas) en vez de subjetivizar lo objetivo”.

Tampoco era ajeno Durrio a los dibujos y lacas japonesas. Así las mariposas del panteón de Echevarrieta y los broches y sortijas con hombres entrelazados o con serpientes, nos remiten a ese valor de lo inesperado, del ritmo y de las armonías musicales tan propias del arte japonés. Por su parte, todo el conjunto de Arriaga está basado en una simetría e igualdad en la posición de sus pies. Sin embargo, esa elevación hacia arriba, hacia el infinito que inspira la estatua, está basada en la postura diversa de los pies y en la inclinación del tronco y de la cabeza. Además la esfinge es una mujer ancha en la que solo interesan las líneas exteriores y la divisoria central, como línea, simplemente, no como posible connotadora de espacio (si la mujer hubiera sido una figura fina, el dibujo proporcionado sería más difícil, y en los huecos entre piernas entraría ya el vacío, o el espacio, en la apreciación del dibujo).

La primera piedra se colocó en 1906 en el Paseo del Campo de Volantín y termina inaugurándose en la pérgola del Parque en 1933.

Es una obra en la que Durrio da un tratamiento diferente a la figura y el basamento. Hay sensación de solidez en la parte baja, de ahí la utilización del granito. Lo que más llama la atención es la influencia de las culturas orientales, precolombinas más que egipcias. Aquí también se puede hablar de Gauguin y sus paraísos. Idea de la felicidad en las culturas más primitivas. Simbología en los aspectos musicales con las bandas, los pájaros que hacen notas… Figura dentro de la estética modernista. Tiene especial cuidado en la proporción entre el basamento y la figura. Dos lenguas diferentes para el basamento y la figura. Búsqueda de tosquedad en los mascarones y para la figura búsqueda de estilización de la línea curva. Unión con el sonido del agua, todos los sentidos: vista, tacto y sonido. Diferencia de texturas, te invita a tocarla.

  • Estación central de Milán.

Vemos el mismo concepto, pero posterior.

Joyas

Paco Durrio llega a París cuando el tema de la orfebrería empieza a tener auge, sobre todo con la figura de Alphonse Mucha. Varios artistas trabajan la orfebrería como objetos de revalorización; proponen los objetos cotidianos considerándolos objetos artísticos. Otro gran orfebre es René Lalique, pero no encaja plenamente en este grupo porque trabaja en oro, un material precioso.

Durrio está en contacto con ellos y exhibe sus obras, que son modernistas con formas vegetales y animales. Es preeminente la línea estilizada. Realizaciones en plata, algunas en oro pero son poco frecuentes.

Sus joyas tienen un carácter claramente escultórico, como bajorrelieves. La temática con tono melancólico y la figura humana están muy presentes, más que los animales y plantas. Recuerdan a la rotundidad de Gauguin.

Joyas de Durrio se conservan en el Museo Reina Sofía de Madrid, y también en el Museo de Bellas Artes de Bilbao porque en 1942, siendo director Juan de la Encina las compró.

Son de plata oxidada o ennegrecida, de gran acabado. Suelen ser de material metálico, no añade piedras preciosas ni otros elementos. Durrio realizó colgantes, broches, hebillas, anillos… Le gusta la representación de Cleopatra con la serpiente, Adan y Eva... Cuerpos que se entrelazan formando curvas.

Representación doble de la orfebrería oriental, dos grullas, dos caras que se entremezclan, dos manos que cierran la curva… Sensación de bajorrelieve, da más sensación de escultura que de colgante.

  • Anillos de oro

Rostros ocultos con las manos de diferentes versiones. Piezas de enorme rotundidad.

  • Aguabenditera

Simbolismo de lo orgánico, vegetal… con el agua, que representa la muerte, la decadencia… Pila bautismal en latón y cerámica. En vertical es casi un seno interno, lo fetal. Figura completamente encogida, posición fetal. Simbolismo del origen. En la postura horizontal vemos un rostro, cara de animal y puede ser un sapo. La textura es como orgánica, parece que palpita.

  • Cerámica vidriada

Empleó la última parte de su vida en mezclar los colores, son colores muy vivos. Cabeza de Cristo con el nimbo y en el otro vemos el mundo primitivo a Gauguin.

  • Sueño de Eva

Estética modernista, formas rotundas, rodinianas. Figura encerrada en esa curva que la rodea. Cerámica nunca monócroma, siempre con matiz.

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