Guerras de la ciencia

Guerras de la ciencia

Las guerras de la ciencia fueron una serie de batallas intelectuales en los 1990s entre los "postmodernistas" y los "realistas" (aunque ninguna de estas partes se denominaría a sí misma usando estos términos) sobre la naturaleza de las teorías científicas. De forma breve, desde el postmodernismo se cuestionaba la objetividad de la ciencia y abarcan una gran variedad de críticas al conocimiento y al método científico desde los estudios culturales, la antropología cultural, los estudios feministas, literatura comparada, estudios sobre los medios y Estudios de ciencia, tecnología y sociedad. Desde el realismo se replicaba que sí que existe algo así como el conocimiento científico y acusaban los postmodernistas de prácticamente no haber entendido el tema que estaban criticando.

Contenido

Trasfondo histórico

Hasta mediados del siglo XX, la filosofía de la ciencia se había concentrado en la viabilidad del método y del conocimiento científico, proponiendo justificaciones para la verdad de las teorías y observaciones científicas e intentando descubrir el funcionamiento de la ciencia desde un nivel filosófico. Ya Karl Popper había emprendido un fuerte ataque contra esta visión. Negó rotundamente que existiera algo así como la justificación de la verdad, probablilidad o incluso tan sólo para la creencia en las teorías científicas, y así tendió unos fértiles cimientos para que floreciera el posmodernismo.[1] Durante este tiempo hubo también un cierto número de filósofos menos ortodoxos que creyeron que los modelos lógicos de la ciencia pura no se aplicaban a la práctica científica actual. Fue la publicación de "La estructura de las revoluciones científicas" de Thomas Kuhn en 1962 lo que abrió plenamente el estudio de la ciencia a nuevas disciplinas al sugerir que la evolución del conocimiento científico estaba en parte determinado sociológicamente y que no funcionaba bajo las simples leyes lógicas propuestas por la escuela de filosofía del positivismo lógico. Kuhn describió el desarrollo del conocimiento científico no como un incremento lineal de la verdad y de la comprensión, sino como una serie de revoluciones periódicas que le daban la vuelta al orden científico antiguo y lo remplazaban con órdenes nuevos (a los que llamó paradigmas). Kuhn atribuyó gran parte de este proceso a las interacciones y estrategias de los participantes humanos en la ciencia más que a su propia estructura lógica innata.

Alguna gente interpretó las que las ideas de Kuhn daban a entender que las teorías científicas eran, en su totalidad o en parte, constructos sociales, lo que mucha otra gente interpretó como que reducía el papel de la ciencia como representadora de una realidad objetiva (aunque muchas y muchos constructivistas sociales no postulan esta afirmación), y que la realidad tiene un papel menor o potencialmente irrelevante en la formulación de las teorías científicas. En 1971 Jerome Ravetz publicó Scientific knowledge and its social problems (El conocimiento científico y sus problemas sociales), un libro que describe el papel que juega la comunidad científica, como constructo social, en la aceptación o el rechazo del llamado conocimiento científico "objetivo".[2] Diferentes escuelas filosóficas e históricas que a menudo coexistían bajo la denominación de "postmodernistas", comenzaron a reinterpretar los logros científicos del pasado a través de las lentes de sus profesionales, a menudo atribuyendo a las condiciones políticas y económicas un papel constitutivo en el desarrollo de las teorías y de las observaciones científicas. Más que ser tenidos como héroes del conocimiento, muchas y muchos científicos del pasado fueron escudriñados por sus conexiones a asuntos de género, orientación sexual, raza y clase. Algunos filósofos más radicales, tales como Paul Feyerabend, argumentaron que las teorías científicas eran por sí mismas incoherentes y que las otras formas de producción de conocimiento (tales como aquellas usadas en la religión) servían a las necesidades materiales y espirituales de sus profesionales con tan igual validez como lo hacían las explicaciones científicas.

De alguna manera un punto de vista intermedio entre los bandos del "postmodernismo" y del "realismo" es el mantenido por pensadores como Imre Lakatos. Para Lakatos, el conocimiento científico es progresivo, aunque si avance no se da de una forma estrictamente lineal donde cada elemento nuevo quedara añadido sobre los anteriores, sino por un enfoque en el que se establece un "núcleo" de un "programa investigador" con teorías auxiliares que pueden ser falsadas o remplazadas sin poner al núcleo en entredicho. Las condiciones y las actitudes sociales afectan a la intensidad con las que cada cual intenta resistir las falsificaciones al núcleo de un programa, pero el programa no obstante tiene un estatus objetivo, basado en su capacidad explicativa relativa. La resistencia a la falsificación sólo pasa a ser ad-hoc y nociva para el conocimiento cuando un programa alternativo con una mayor capacidad explicativa es rechazado en favor de otro de menor capacidad. Pero al cambiar un núcleo teórico, que tiene amplias ramificaciones en otras áreas de estudio, la aceptación de un nuevo programa es también revolucionaria, a la vez que progresiva. Así, para Lakatos, el carácter de la ciencia es a la vez revolucionario y progresivo, a la vez socialmente fundado y objetivamente justificado.

Las Guerras de la Ciencia

Este ataque aparente a la validez de la ciencia desde las ciencias sociales y las humanidades preocupó a mucha gente en el seno de la comunidad científica, especialmente cuando el lenguaje de la construcción social fue apropiado por grupos que postulaban estar proponiendo paradigmas científicos alternativos, pero que según el punto de vista de muchos científicos y científicas, estaban de hecho intentando imponer un control político sobre el uso de la ciencia en la sociedad (como con el creacionismo científico, el diseño inteligente y la controversia en curso entre evolución y creación). En 1994 los científicos Paul R. Gross y Norman Levitt publicaron Higher Superstition: The Academic Left and Its Quarrels With Science (La superstición superior, la izquierda académica y sus riñas con la ciencia), un ataque abierto al postmodernismo. Según sus partidarias y partidarios, el libro atrajo afiladamente la atención sobre los defectos del relativismo, afirmando que desde el postmodernismo se sabía poco de las teorías científicas que discutían y que perseguían una erudición chapucera por razones políticas. De acuerdo a las estudiosas y estudiosos en Estudios sobre la Ciencia (las y los postmodernistas bajo ataque), el libro representa la incapacidad de los autores para comprender los enfoques teóricos que critican afiladamente, y se apoya más en "caricaturas, malinterpretaciones y condescendencias que en argumentos".[3] El libro consiguió una cierta atención de la corriente dominante y se convirtió en la chispa detonante de las guerras de la ciencia.

Higher Superstition (La superstición superior) sirvió también de inspiración para una conferencia celebrada en la Academia de Ciencias de Nueva York llamada "The Flight from Science and Reason (Vuelo sobre la ciencia y la razón)" organizada por Gross, Levitt y Gerald Holton.[4] Aunque algunas personas participantes fueron críticas con el enfoque polémico de Gross y Levitt, la conferencia globalmente fue altamente crítica con la manera en la que las intelectuales no científicas y los intelectuales no científicos trataban a la ciencia.[5]

Las Guerras de la Ciencia en Social Text (Textos sociales)

En 1996 Social Text (Textos sociales), una publicación de teoría crítica, compiló un número especial titulado "Science Wars (Guerras de la Ciencia)" con breves contribuciones de muchas y muchos de quienes las ciencias sociales y en las humanidades etiquetaban como "postmodernistas". Algunos artículos situaron las guerras de la ciencia en el contexto del papel cambiante de la ciencia en la cultura, como evidencia posterior del papel que los factores políticos y sociales juegan en la ciencia. En la introducción, Andrew Ross sugería que la reacción violenta contra los estudios sobre la ciencia era una reacción conservadora contra reducciones de la financiación científica, y caracterizó la conferencia "Flight from Science and Reason (Vuelo sobre la ciencia y la razón)" como un intento de "vincular a un montón de peligrosas amenazas: el creacionismo científico, los cultos y las alternativas de la Nueva era, la astrología, la ufología, el movimiento de la ciencia radical, el postmodernismo, y los estudios críticos de la ciencia, del lado de los espectros históricos preparados para la ocasión de la ciencia aria-nazi y el error soviético del Lysenkoismo" que "degeneraron en llamarse así".[6] La historiadora Dorothy Nelkin caracterizó la vigorosa respuesta de las científicas y científicos a la llamada a las armas de Gross y Levitt—en contraste con la tendencia histórica de las científicas y los científicos a mantenerse al margen de las percibidas amenazas políticas a la ciencia tales como el creacionismo científico, el movimiento de liberación animal, y los intentos de las y los antiabortistas para acabar con la investigación fetal—como una reacción al matrimonio fallido entre ciencia y estado. Con el final de la Guerra fría, la financiación militar de la ciencia continuó su declive mientras que las agencias financiadoras demandaban mejores contabilidades para las ayudas y la investigación se dirigía preferentemente hacia los intereses privados, Nerkin afirmó que las críticas postmodernistas eran "chivos expiatorios" convenientes que distraían la atención de los problemas internos de la ciencia.[7]

El físico Alan Sokal remitió un artículo al número en el cual pretendía argumentar que la física cuántica apoyaba las críticas postmodernistas a la objetividad de la ciencia. Fue publicado en la revista, y con posterioridad Sokal reveló que era una patraña y un experimento para ver si los editores de la revista publicarían "un artículo libremente aderezado con sinsentidos si (a) sonaba bien y (b) alagaba a las ideas preconcebidas de los editores.[8] Su publicación, conocida como el Escándalo Sokal, fue revelada simultáneamente como una parodia en la revista literaria Lingua Franca, lo que causó un alboroto tal que llevó a las guerras de la ciencia a la atención de una audiencia amplia de estudiosos y estudiosas de las ciencias y las humanidades, e incluso a los medios de las corrientes dominantes.[9]

Continuación del conflicto

Desde la edición de "Guerras de la Ciencia" por Social Text (Textos sociales), la seriedad y el volumen de las discusiones se incrementó significativamente, concentrándose en gran parte en la reconciliación de los bandos "beligerantes" de las y los postmodernistas y cientificistas. Un evento significativo fue la conferencia "Science and Its Critics (La Ciencia y sus críticas)" a principios de 1997, que juntó a científicos con estudiosos de las ciencias y que tuvo como conferenciantes principales a Alan Sokal y a Steve Fuller. La conferencia originó la oleada final de cobertura mediática considerable (tanto en medios de prensa como en publicaciones científicas), aunque en absoluto resolvió los aspectos fundamentales de la construcción social y de la objetividad en la ciencia.[10]

Se han llevado a cabo otros intentos de reconciliar a los dos bandos. Mike Nauenberg, un físico de la Universidad de California en Santa Cruz, organizó un pequeño congreso en mayo de 1997 al que asistieron personas de la ciencia y de la sociología de la ciencia, entre ellos Alan Sokal, N. David Mermin y Harry Collins. El mismo año, Collins organizó el Taller de Paz de Southampton, que de nuevo juntó a un amplio abanico de personas de la ciencia y de la sociología. El Taller de Paz propició la idea de un libro que intentara compendiar algunos de los argumentos entre las partes en disputa. "The One Culture (La cultura única)", editada por el físico Jay A. Labinger y por el sociólogo Harry Collins, fue finalmente publicado en 2001. El libro, cuyo título hace referencia obvia al libro de C.P. Snow Las dos culturas, contiene contribuciones de autores tales como Alan Sokal, Jean Bricmont, Steven Weinberg y Steven Shapin.[11] También en 2001, Bent Flyvbjerg identificó en su libro Making Social Science Matter (Haciendo que las Ciencias Sociales importen) identificó una salida a las Guerras de la Ciencia argumentando que (1) las ciencias sociales son una frónesis, mientras que las ciencias naturales son un episteme en el significado griego clásico de los términos; (2) la frónesis es adecuada para el análisis reflexivo y la discusión sobre los valores y los intereses, sobre lo que la sociedad necesita para prosperar, mientras que el episteme es bueno para el desarrollo de una teoría predictiva, y; (3) una sociedad con un buen funcionamiento necesita un equilibrio entre ambas fronésis y episteme, y una no puede substituir a la otra.[12]

Otras publicaciones importantes relacionadas con las guerras de la ciencia incluyen Imposturas intelectuales por Sokal y Jean Bricmont (1998), The Social Construction of What? (¿La construcción social de qué? por Ian Hacking (1999) y Who Rules in Science (¿Quién manda en la ciencia?) de James Robert Brown.

Para algunas estudiosas y estudiosos, el Escándalo Bogdanov en 2002[13] hizo de sujetalibros a la controversia Sokal: la revisión, aceptación y publicación de artículos, luego alegados como sinsentidos, en revistas de física revisadas por pares. Desde el postmodernismo se podría alegarque este suceso sólo sirvió para demostrar lo que siempre habían planteado: que en las afueras del conocimiento, donde las nuevas afirmaciones son evaluadas y esparcidas, nadie puede esperar conocer con certeza lo que es cierto y lo que no.[cita requerida] De todas maneras, otras personas como el profesor de física de la Universidad Cornell Paul Ginsparg ha argumentado que estos casos no son para nada equivalentes y que el hecho de que algunas publicaciones e instituciones científicas tengan estándares bajos o cambiantes "difícilmente es ninguna revelación".[14]

Aunque los acontecimientos sobre las guerras de la ciencia aún son mencionados ocasionalmente en la prensa de la corriente dominanta, han tenido poco efecto tanto en la comunidad científica como en la comunidad de la crítica teórica.[cita requerida] Ambos lados continúan manteniendo que el otro no entiende sus teorías o que malinterpretan lo que significa el criticismo contructivo o las simples investigaciones académicas como ataques. Como expresó recientemente Bruno Latour, "las científicas y los científicos siempre andan pisando fuerte en las conferencias hablando sobre "construir un puente sobre la brecha entre las dos culturas", pero cuando logran que gente de fuera empiece a construir ese mismo puente, retroceden con horror y tratan de imponer la más extraña de todas las mordazas a la libre expresión desde Socrates: ¡Sólo los científicos pueden hablar sobre la ciencia!"[15]

De todas maneras, más recientemente algunas y algunos de los teóricos más señalados en la crítica han reconocido que sus críticas han resultado contraproductivas en algunas ocasiones, y que están suministrando munición intelectual a intereses reaccionarios. Escribiendo sobre ese fenómeno en el contexto del calentamiento global, Bruno Latour apuntó que "peligrosas y peligrosos extremistas están usando idénticas argumentaciones sobre la construcción social para destruir evidencias costosamente adquiridas que podrían salvar nuestras vidas. ¿Me equivoqué al participar en la creación de este campo conocido como estudios sobre la ciencia? ¿Es suficiente con decir que no queríamos decir lo que queríamos decir?"[16]

Véase también

Notas

  1. David Charles Stove, Popper and After: Cuatro irracionalistas modernos (en inglés), (Oxford: Pergamon Press, 1982).
  2. Ravetz, Jerome R. (1979). escrito en Oxford. Scientific knowledge and its social problems. Oxford Univ. Press. ISBN 0195197216. 
  3. Flower, Michael J. "Review of Higher Superstition (Revisión del libro)," Contemporary Sociology, Vol. 24, No. 1, 1995, pp 113-114. Similares revisiones contrarias aparecieron en Isis (journal)|Isis (Vol. 87, No. 2, 1996), American Anthropologist (Vol. 98, No. 2, 1996), Social Studies of Science (Vol. 26, No. 1, 1996), y otras publicaciones de ciencias sociales y humanidades, e incluso una revisión casi puramente descriptiva en The Journal of Higher Education (Vol. 66, No. 5, 1995) adquirió un tono sarcástico, sugiriendo en la frase final que el libro en sí es una prueba más de que la política, la epistemología, la filosofía y la ciencia están entre sí inter-relacionadas.
  4. Gross, Levitt y otros participantes publicarían después un libro con el mismo título, basado parcialmente en las actas de la conferencia: Gross, Paul R., Norman Levitt, and Martin W. Lewis. The Flight from Science and Reason. New York: New York Academy of Science, 1997.
  5. Kramer, Jennifer. "Quién vuela y en qué dirección (Cobertura de la conferencia "Vuelo sobre la ciencia y la razón" en la Academia de las Ciencias de Nueva York) (en inglés)." Consultado el 15 de Mayo de 2006.
  6. Ross, Andrew. "Introduction" Social Text 46/47, Vol. 14, Nos. 1 & 2, 1996), pp 1-13. p 7.
  7. Nelkin, Dorothy. "The Science Wars: Responses to a Marriage Failed. (Las Guerras de la Ciencia: Respuestas a un matrimonio fallido)" Social Text 46/47, Vol. 14, Nos. 1 & 2, 1996), pp 93-100. p 95. (en inglés)
  8. Sokal, Alan. "Trascendiendo las fronteras: Hacia una hermenéutica transformadora de la gravedad cuántica (en inglés)" Social Text 46/47, Vol. 14, Nos. 1 & 2, 1996), pp 217-252.
  9. Sokal, Alan. "Un experimento físico con los estudios culturales (en inglés)," Lingua Franca, May/June 1996, pp 62-64.
  10. Baringer, Philip S. "Introduction: 'the science wars'", de After the Science Wars, eds. Keith M. Ashman and Philip S. Baringer. New York: Routlege, 2001. p. 2.
  11. Labinger, Jay A. y Harry Collins "Preface", en: The One Culture? A Conversation about Science, eds. Labinger, Jay A y Harry Collins. Chicago: University of Chicago Press, 2001. p. ix-xi.
  12. Bent Flyvbjerg, Making Social Science Matter: Why Social Inquiry Fails and How It Can Succeed Again (Cambridge and New York: Cambridge University Press, 2001).
  13. Monastersky, Richard (November 2, 2002). «French TV Stars Rock the World of Theoretical Physics». Chronicle of Higher Education. Consultado el 20-03-2008.
  14. Ginsparg, Paul. "'Is It Art?' Is Not a Question for Physics". New York Times (12 November 2002), section A, p. 26.
  15. Latour, B. (1999), La esperanza de Pandora. Ensayos sobre la realidad de los estudios sobre la ciencia (en inglés), Harvard University Press, USA.
  16. Latour, B. (2004), ¿Por qué se ha descarrilado la crítica? De las razones de hecho a las razones de compromiso (en inglés), Critical Inquiry 30, p. 225-248.

Referencias (en inglés)

  • Ashman, Keith M. and Barringer, Philip S. (ed.) (2001). After the science wars, Routledge, London, UK. ISBN 0-415-21209-X
  • Gross, Paul R. and Levitt, Norman (1994). Higher Superstition: The Academic Left and Its Quarrels With Science, Johns Hopkins University Press, Baltimore, USA. ISBN 0-8018-4766-4
  • Sokal, Alan D. (1996). Transgressing the Boundaries: Towards a Transformative Hermeneutics of Quantum Gravity, Social Text 46/47, 217-252.
  • Callon, Michel (1999). Whose Impostures? Physicists at War with the Third Person, Social Studies of Science 29(2), 261-86.
  • Parsons, Keith (ed.) (2003). The Science Wars: Debating Scientific Knowledge and Technology, Prometheus Books, Amherst, NY USA. ISBN 1-57392-994-8
  • Labinger, Jay A. and Collins, Harry (eds.) (2001). The One Culture? A Conversation About Science, University of Chicago Press, Chicago. ISBN 0-226-46723-6
  • Brown, James R. (2001). Who Rules in Science? An Opinionated Guide to the Wars, Harvard University Press, Cambridge, MA USA.

Enlaces externos


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