Guevara Basoazábal

Guevara Basoazábal

Andrés de Guevara y Basoazábal (1748-1801)

Contenido

Vida y obras

Nació en Guanajuato, el 30 de noviembre de 1748, de una familia acomodada de mineros. Después de aprender las primeras letras en el colegio de los jesuitas, en su tierra natal, se dirigió a la Ciudad de México, donde se inscribió como colegial en San Ildefonso de 1760 a 1764. Fue allí donde decidió ingresar a la Compañía de Jesús, el 18 de mayo de 1764. Su temperamento impulsivo y apasionado lo hizo ser uno de los alumnos más destacados del colegio de Tepotzotlán y ya siendo jesuita conoció al grupo de miembros de la Compañía que proponía una reforma de los estudios en Nueva España.

Por el edicto de Carlos III en 1767, salió expulsado a Italia. Allí siguió su formación y se ordenó sacerdote el 3 de noviembre de 1771. Suprimida la Compañía, el 16 de agosto de 1773, pasó a Roma probablemente después de 1788. De esta ciudad envió en 1789 sus Pasatiempos o entretenimientos familiares de cosmología (1ª. ed. Roma 1796-98), a Francisco de Azpilcueta, regidor de Guanajuato (ed. paleografiada del manuscrito, Universidad de Guanajuato, 2 vols., Guanajuato 1982). Terminó también en Roma su texto Institutionum elementarum philosophiae ad usum studiosae juventutis, en cuatro pequeños volúmenes y mandó a Nueva España un ejemplar manuscrito que dedicó al Colegio de San Ildefonso. En vida del autor la obra se editó en Venecia (1800). Se hizo, además, una segunda edición en 1819, conociéndose también por lo menos nueve en España (dos en Valencia: 1824, 1825; seis en Madrid: 1824-1827, 1829, 1833; y una en Barcelona: 1845). El P. Guevara no tuvo ya oportunidad de regresar a su patria. La muerte le sobrevino a los 53 años en la ciudad de Plascencia el 25 de marzo de 1801.

Pensamiento filosófico

Los escritos de Guevara y Basoazábal son los que, comparados con los de los autores de su tiempo, más claramente plantean el problema de la filosofía moderna en un plano exclusivamente académico, poniendo el pensamiento tradicional, una vez librado de los exagerados formalismos silogísticos, en contacto con la filosofía moderna. Más aún, el pensamiento del jesuita fue considerado en su tiempo como fuertemente cartesianista e incluso «peligroso» para la enseñanza; sin embargo, tuvo sus defensores y la influencia de su obra se dejó sentir no sólo en Nueva España, sino en Europa, donde sus Institutionum elementarum philosophiae, llegó a ser el texto de filosofía en varios institutos de enseñanza.

Según Emeterio Valverde, a Guevara se debe «una prudente reforma de la filosofía escolástica», en la cual ataca sobre todo el abuso del método deductivo en la aplicación que se pretendía hacer de los conocimientos científicos, desconociendo el método propio de este tipo de conocimientos, que es propiamente el método experimental e inductivo.

En los escritos del jesuita novohispano se encuentran frecuentes alusiones a Bacon y Descartes, así como a los sensistas. No obstante, pone de manifiesto que a pesar de sus esfuerzos, Descartes no logró «aclarar las verdaderas causas con las que intentó explicar los fenómenos naturales».

Institutionum elementarium philosophiae (1796-98)

La obra consta de cuatro pequeños tomos que Guevara firma como «presbiter guanaxuatensis». Inicia recordando que le han precedido ilustres autores, quienes han intentado excelentes compendios, como Pieter Musschenbroeck (1692-1761), el trinitario húngaro Michael Horvath (+1752), el oratoriano Luis Antonio Verney (1713-1792), Monteiro (?), François Jacquier (1711-1788) y otros. Sin embargo, aclara que se mantuvo en su propósito tan lejos de su patria y a pesar de sus dudas, sólo por servir a la juventud mexicana, que recuerda con tonos muy emotivos.

Después de lamentarse sentidamente de que la juventud no entiende las lenguas clásicas (latín y griego), entra en materia. La obra está escrita en elegante latín, con divisiones claras y pedagógicas. En el primer tomo ofrece una breve exposición de la historia de la filosofía, seguida de un tratado de matemáticas. El segundo tomo se divide en lógica y metafísica y es el más voluminoso. El tomo tercero es una física general (naturaleza y propiedades de los cuerpos, el movimiento, las fuerzas, nociones generales sobre las máquinas, astronomía, etc.). El cuarto y último tomo está dedicado a la física particular (óptica, estudio de los gases y de la atmósfera, el fuego y la electricidad, los sentidos externos, etc.).

Su sumaria historia de la filosofía (de philosophiae vicissitudinibus brevis narratio) inicia con un elogio del deseo de sabiduría, como la más alta característica del espíritu humano. Comienza su relato con la creación del mundo y una divagación acerca de la ciencia adamítica. Repasa después el saber egipcio, caldeo, homérico y de Virgilio, de los reyes-profetas y sabios hebreos David y Salomón, los presocráticos, las escuelas áticas clásicas, los medioplatónicos, las escuelas romanas del Bajo Imperio, la patrística, el mundo medieval y la filosofía árabe. Alaba ampliamente la escolástica cristiana, aunque señala que se infiltraron en ella cuestiones inútiles. Señala que si los ingenios del siglo XIII hubieran vivido cuatro siglos más tarde, con los cartesianos y los newtonianos, habrían trabajado con mucha más fortuna en la construcción del edificio de las ciencias.

Guevara sostiene que si justamente se habían reconocido los méritos del Aquinate en teología, de la misma forma debían ser reconocidos los méritos de Descartes en filosofía. Por esto, se vuelca en elogios al francés y se lamenta, por ejemplo, de que el siglo XIII hubiera reducido toda la filosofía a las tres ramas de la lógica, la física y la metafísica. Y en esto se limitaban, además, a la ciencia aristotélica, renunciando a conocer los secretos de la naturaleza y las nuevas realidades. Incluso se habían enredado en interminables discusiones de escuela.

Posteriormente compara a Leibniz y Newton con elogios análogos a Descartes. Se extiende con cierta amplitud en explicar la doctrina de las mónadas, las tesis leibnicianas de la razón suficiente, etc. Declara, en definitiva, que el siglo XVII ha sido realmente áureo con Malebranche, Wolff, etc. Por lo que con toda razón se le conocía como el siglo de las Luces.

La sinceridad de las afirmaciones de Guevara y Basoazábal, es indiscutible. El jesuita parece haberse entregado, por completo y de modo sin igual, a la filosofía moderna.

Los juicios de valor sobre los principales momentos de la historia de la filosofía, sus autores, opiniones y actitudes, descubren paulatinamente la propia concepción del jesuita acerca de la filosofía como tarea humana y humanizadota que al mismo tiempo que es un proceso que se cumple y cuya herencia históricamente se recibe, está abierto hacia el futuro con posibilidades de avance y superación, aunque sin incurrir aquí en un mesianismo del progreso, sino subrayando también, desde el desarrollo histórico de la filosofía, las limitaciones a las cuales, en cuanto tarea humana, se encuentra, ineludiblemente subyugada.

En sus reflexiones sobre la historia de la filosofía, Guevara se muestra como un humanista que más allá de aceptar o rechazar una opinión o cosmovisión determinada considera el saber como una conquista humana. La filosofía es, para él, más un ejercicio de sabiduría que intento de sistema o explicación de una cosmovisión determinada. Este saber no es relativismo ni eclecticismo, considerado este último no un sistema o conjunto de proposiciones, sino apertura y actitud, la libertad de la razón para orientarse a sí, sin dogmatismos, sectarismo o prejuicios.

Su metafísica, que abarca tres cuartas partes del tomo segundo de su obra, se divide en ontología, cosmología, psicología y teología natural. Su exposición inicia con el principio de no contradicción y el principio de razón suficiente. La referencia a la posibilidad y a la ausencia de contradicción indica que Guevara se sitúa en el plano no tomasiano y que se acerca abiertamente a las posiciones leibnicianas, deudoras aquí de una larga tradición bajomedieval y barroca. Después de una larga consideración sobre la esencia metafísica, que es eterna, inmutable y necesaria, señala que ésta se divide en actual e inteligible. La existencia sería la puesta en la realidad de la esencia.

En un breve tratado de religión, define a Dios como el ser necesario, reflejando evidentes influencias suaristas, o, por lo menos, escotistas. Demuestra la existencia de Dios por pruebas psicológicas (la certeza íntima que me ofrece mi propia conciencia de que existo, vivo y conozco), pruebas físicas (vía del orden) y morales (coincidencia de todas las culturas en este extremo). Al tratar los atributos divinos, no alude al tema de la ciencia media sino que únicamente habla del conocimiento divino de los futuros contingentes. Estudia también el tema de la religión natural y declara absurda la indiferencia religiosa, aunque evita estudiar expresamente el ateísmo.

En psicología, analiza la libertad humana con amplitud, y se detiene expresamente en las cuestiones propuestas por los jansenistas, aunque sin citarlos. Analiza, por ejemplo, qué es la libertad de necesidad y la libertad de coacción, en términos precisos, con referencias a Cicerón, a quien cita constantemente a lo largo de la obra y es para él el ejemplo del filósofo. Al estudiar cómo se conjugan la libertad con la presciencia divina, los auxilios y el concurso divino, se limita a señalar brevemente las teorías de todas las escuelas (tomista, jesuítica y la leibniciana).

En su defensa de la libertad, tema que está en juego, sigue muy de cerca a Santo Tomás, en la doctrina de la presciencia divina, que mueve los seres según su condición: a los libres, como libres, y a los que no lo son, como tales. Es notable el espacio que concede a la defensa de la libertad humana, lo que muestra hasta qué punto el tema preocupaba a los pensadores de la época. Igualmente trata de manera bastante amplia la inmortalidad del alma.

En conclusión, Guevara y Basoazábal muestra una gran madurez en su obra, tanto por la estructura de la misma, como por la sencillez y claridad de los desarrollos y la firmeza de sus ideas. Se muestra como un ilustrado convencido, que conjuga sin dificultad muchos puntos de vista propios de la Ilustración y sus convicciones religiosas.

Pasatiempos o entretenimientos familiares de cosmología (1ª. ed. Roma 1796-98)

Se trata de una amplia presentación de la astronomía de su época, y según sostienen algunos estudiosos, del primer texto heliocéntrico producido en el país. Su título, como su autor lo indica, quiere vanalizar el contenido de la obra en cuanto que está destinada a «perder tiempo y hacerlo perder a quien tuviese paciencia de leerlo».

Es una obra eminentemente astronómica que intenta exponer el orden del universo de manera accesible a todo tipo de lectores, aún a los no eruditos y versados en astronomía, y en lo cual el jesuita muestra un claro conocimiento de las corrientes filosóficas de su tiempo.

La Universidad de Guanajuato, ha realizado una edición facsimilar del manuscrito que Guevara envió al regidor de Guanajuato. La obra, dividida por el autor en 3 tomos, inicia con una dedicatoria a la «Muy noble y muy ilustre Ciudad de santa Fe y Real de Minas de Guanaxuato [sic]». A ésta siguen una introducción en que se describe el plan de la obra, aclarando que en el texto el autor ha añadido notas aclaratorias a pie de página sobre términos o conceptos. El autor mismo reconoce que los argumentos de los que trata no son nuevos u originales, sino ya han sido abordados por muchos otros estudiosos, pero también pone en evidencia que él ha tratado de reunir muchas de las concepciones e ideas de los modernos que estaban dispersas y, por lo tanto, eran poco accesibles a muchos. Su método, observa, es el método sintético, el más apto para la misma naturaleza del objeto su exposición.

El cuerpo de la obra está dividido en veinticuatro «entretenimientos», subdivididos, a su vez, en parágrafos. El primer tomo contiene siete entretenimientos: I: idea general del universo (ff. 1r-7v); II: edad del mundo y del género humano (ff. 7v-18v); III: figura y extensión del universo (ff. 18v-27r); IV: límites, unidad, estación en que fue creado el universo (ff. 27r-37r); V: diversos aspectos del universo visto desde la tierra. Explicación suscita de la tierra (ff. 37v-50v); VI: Continuación de la esfera (ff. 51r-59v); VII: se concluye lo perteneciente a la esfera (ff. 60r-73v). En el tomo II se contienen diez entretenimientos: VIII: sistemas del mundo (ff. 1r-11v); IX: sistema copernicano (ff. 11v-24v); X: continuación del sistema copernicano (ff. 24v-39r); XI: diálogo entre un tolemaico, un copernicano, un abogado y un canónigo en que se explican y aclaran más las cosas pertenecientes al sistema copernicano (ff. 39r-49v); XII: continuación del mismo diálogo entre el canónigo, el copernicano y el tolemaico (ff. 49v-57v.); XIII: centro del universo. Continuación del diálogo entre el canónigo, copernicano y tolemaico (ff. 57v-73r); XIV: sueño del copernicano (ff.73r-86r); XV: Continuación del sueño copernicano. Sistema del Conde de Bufón (ff. 86r-93v); XVI: continuación de la misma materia: Pensamientos del Barón de Leibniz (ff. 93v-108v); XVII: Ideas del Doctor Carlos Bonnet expuestas en su palingenesia filosófica (ff. 109r-123v). El Tomo III contiene 7 entretenimientos que se inician con advertencia (ff. 1r-4r), la reproducción de un prefacio de M. Mexian (ff. 4r-4v); XVIII: Sistema del mundo de M. Lambert, extractado por Mons.Mexian (ff. 5r-16v); XIX: Continuación de la primera parte (ff. 17r-25v); XX: Parte 2ª. Sistema universal (ff. 25v-38v); XXI: continuación de la segunda parte (ff. 39r-53r); XXII: armonía del universo (ff. 53v-63r); XXIII: continuación del asunto (ff. 63r-71r); XXIV (último): conclusión de lo referente a la armonía del universo (ff. 71v-79v). Sigue un índice temático y onomástico.

Cfr. ANDRÉS DE GUEVARA Y BASOAZÁBAL, ''Pasatiempos de cosmología ó entretenimientos familiares acerca de la disposición del Universo..., Tres tomos en un volumen, ed. facsimilar, Gobierno del Estado de Guanajuato/Universidad del Estado de Guanajuato, Guanajuato 1982. ---, Prodromus ad Institutiones Philosophicas sive Elementa Amatheseos Institutionibus Philosophis…, 4 v., apud Paulum Junchium, Romae 1797. Institutionum elementarium Philosophiae…, 4 v., Ex typographia Regia Matriti 1833. PALENCIA, José Ignacio, La filosofía de D. Andrés de Guevara y Bazoazábal y el sistema escolar de Nueva España en el siglo XVIII, UNAM, tesis de maestría, pro manuscripto, México 1972.


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