Juana Pimentel

Juana de Pimentel, también conocida como «la triste condesa» por su viudedad del noble castellano de la familia de Luna, D. Álvaro de Luna, maestro en todos los talentos que un noble deseaba: era un aceptable caballero, un habilidoso lancero, buen poeta y elegante prosista, fue condestable de Castilla, gran Maestre de Santiago, y favorito o privado del rey Juan II. Juana y el noble tuvieron un hijo, Juan de Luna y Pimentel, que le sucedió a éste en el condado de San Esteban de Gormaz, y una hija, María de Luna y Pimentel (quien sucedió a su hermano tras su temprana muerte). Su esposo D. Álvaro supo maniobrar para convertirse en una persona muy importante en la corte, lo que ocasionó la envidia de sus enemigos, muchos de ellos nobles, hasta que fue juzgado y condenado en un manido juicio que no fue más que una parodia de la justicia. Fue ejecutado en Valladolid el 2 de junio de 1453.

Este hecho fue el que originó la tristeza de Juana que a partir de entonces firmaría sus cartas como «la triste condesa» y que según cuentan paso el resto de su vida vagando por su castillo de Arenas de San Pedro, rehabilitado por su amado, allí murió presa, no de sus enemigos como el condestable, sino de su tristeza.