Anarquismo en España

Anarquismo en España

Anarquismo en España

El anarquismo (la filosofía política que propone una sociedad basada en la libertad individual sin Estado o poder público) históricamente ganó un gran respaldo e influencia en el territorio español, especialmente antes de la victoria de Francisco Franco en la Guerra Civil española, y durante esta (entre 1926 y 1947), al iniciarse la llamada Revolución Social Española de 1936 como respuesta al intento de golpe de estado.

Contenido

Introducción

Existieron numerosas variantes de anarquismo en España: el anarquismo del campesinado en la zona rural de Andalucía; el anarcosindicalismo urbano en Cataluña, particularmente en su capital Barcelona, y lo que es a veces llamado anarquismo "puro" en otras ciudades tales como Zaragoza. Sin embargo, estos movimientos tenían y compartían varias similitudes ideológicas.

Al principio, los éxitos de los movimientos anarquistas fueron esporádicos. Los anarquistas organizaban huelgas que terminaban por expandirse por el resto del país. Normalmente, las represiones de la policía reducían el número de manifestantes, pero al mismo tiempo esto provocaba un fenómeno de radicalización en aquellos miembros. Este ciclo ayudó a liderar una época de violencia mutua a principios del siglo XX, en la cual anarquistas armados y pistoleros, mercenarios pagados por dueños de empresas, se convirtieron en responsables de muchos asesinatos políticos.

Posteriormente, en el siglo XX, la violencia comenzó a decaer, y el movimiento ganó velocidad con el alzamiento del anarcosindicalismo y la creación del gran sindicato libertario, la CNT. Las huelgas generales llegaron a hacerse comunes, y una gran porción de la clase obrera española adoptó las ideas anarquistas. La FAI fue creada como una asociación puramente anarquista, con la intención de mantener la CNT centrada en los principios del anarquismo.

Los anarquistas desempeñaron un papel destacado en la lucha armada en contra de Franco durante la Guerra Civil Española. Al mismo tiempo, una revolución social a gran escala se expandió a través de todo el territorio español bajo el dominio republicano, donde las tierras y fábricas fueron colectivizadas y controladas por los trabajadores. La revolución empezó a decaer con el crecimiento de la afiliación y el ascenso al gobierno a mediados de 1937 del Partido Comunista de España (PCE), cuya política era determinada desde el ministerio de exterior de la Unión Soviética estalinista. Éste inició una política de militarización progresiva y asimilación de las distintas milicias bajo un ejército profesional(ejército popular), jerarquizado y bajo control directo de la administración estatal, así como un fortalecimiento y recuperación del control institucional del Estado, incrementando su carácter represivo, con el fin contrarrestar la influencia de los principales grupos revolucionarios y milicianos y restringir su libertad y margen de acción, tales como la prohibición del periódico de la FAI, y la censura de otros medios. A esto se añadía la prolongación indefinida de la guerra, que hacía aflojar los ánimos de muchos, y la fuerza revolucionaria del proceso. Pero el batacazo definitivo para toda expectativa de futuro respecto al proceso revolucionario no se consumaría hasta el fin de la guerra, en 1939, con la victoria del ejército sublevado, comandando por Franco, quien haría ejecutar a miles de anarquistas y encarcelar a una importante cifra de disidentes, como presos políticos, fundamentalmente izquierdistas, republicanos y críticos del nuevo régimen. Pese a ello, la resistencia a su dictadura nunca murió completamente, con simpatizantes participando en actos de sabotajes y otros métodos de acción directa, y en algunas ocasiones atentando contra la vida del propio gobernante.

Su legado sigue siendo importante en la actualidad, particularmente para los anarquistas, anarcosindicalistas, quienes ven sus logros como un precedente histórico de validez para un posible proceso de cambio social revolucionario, con la consecución de una estructura social sin gobierno, organizado a través de la participación directa desde abajo y del control y dirección colectiva y democrática de los medios de producción, de que depende la economía, por parte de los propios productores, hechos estos centrales de las ideas del anarcosindicalismo.

En España también puede encontrarse un referente del anarcocapitalismo para el habla hispana, en especial en el siglo XXI, con exponentes contemporáneos de la escuela austríaca como Jesús Huerta[1] y algunos de los analistas del Instituto Juan de Mariana.[2] Existe la tesis de Murray Rothbard de que la Escuela de Salamanca en el Siglo de Oro es un precedente filosófico, jurídico y económico de algunas tesis del liberalismo libertario, en especial anarquistas.[3]

Historia

Inicios

A mediados del siglo XIX, las ideas revolucionaras eran generalmente desconocidas en España. Lo más cercano fue la fundación de un movimiento entre los seguidores de Proudhon, conocidos como federalistas, el más famoso de ellos fue Francisco Pi y Margall (nombrado, en su muerte, "El más sabio de los federalistas, casi un anarquista" por el pensador anarquista Ricardo Mella). Sentimientos asociados con el anarquismo, tales como el anticlericalismo y la abolición del gobierno, fueron diseminados por España. También existía el malestar en el interior del campesinado, el cual no se relacionó con ningún movimiento político en particular, pues éste había nacido debido a otras circunstancias. Lo mismo ocurrió en las ciudades; mucho antes de que los trabajadores estuviesen familiarizados con el anarcosindicalismo, hubo huelgas generales y otros conflictos entre los trabajadores y sus patrones.

El primer intento exitoso de introducir masivamente el anarquismo en España fue en 1868. Un revolucionario de mediana edad llamado Giuseppe Fanelli llegó a España en un viaje planeado por Mijaíl Bakunin con el objetivo de reclutar miembros para la Primera Internacional, una organización internacional que ayudó a unificar los grupos obreros para el beneficio de la clase trabajadora, la cual posteriormente sería dominada por los marxistas.

Fanelli hablaba en francés e italiano, así que los presentes sólo podían comprender muy poco de lo que el estaba diciendo, excepto un hombre, Tomás González Morago, quien sabía francés. El efecto, sin embargo, fue el mismo Anselmo Lorenzo quien dio cuenta de su oratoria:

Su voz tenía un tono metálico y era susceptible a todas las inflexiones apropiadas para lo que él estaba diciendo, pasando rápidamente de entonaciones de furia y amenaza en contra de los tiranos y explotadores para tornarse lastimosa y consoladora... nosotros podíamos comprender su expresiva mímica y seguir su discurso.
Anselmo Lorenzo

Esos trabajadores, anhelando mucho más de lo ofrecido por los suaves radicalismos de entonces, llegaron a convertirse en el núcleo del movimiento anarquista en España, esparciendo rápidamente "la idea" a través de España.

Las oprimidas y marginadas clases trabajadoras fueron muy susceptibles a una ideología que atacaba a las instituciones que ellos mismos percibían como opresivas, a saber: el Estado con su corrupción y brutalidad, el capitalismo con sus doce docenas divididas entre la sufrida pobreza y la gran riqueza, y la omnipotente y represiva institución de la religión organizada.

Una sección de la Primera Internacional fue pronto establecida en Madrid. Unos pocos anarquistas especializados, siguiendo "la idea" introducida por Fanelli, comenzaron a mantener encuentros, dar discursos, y atraer a más seguidores. En 1870, la sección madrileña de la Internacional había ganado súbitamente 2.000 miembros.

El anarquismo ganó una lista mucho más grande de seguidores en Barcelona, ya un baluarte de la rebelión del proletariado, luddismo, y sindicatos. La clase trabajadora militante, tal como en Madrid, fue introducida en la filosofía del anarquismo a fines de la década de 1860. En 1869, una sección de la Internacional fue formada en Barcelona.

Estos centros de actividad revolucionaria continuaron esparciendo ideas, a través de discursos, discusiones, encuentros, y sus periódicos, La Solidaridad. El anarquismo había pronto germinado por toda España, en villas y ciudades, y en organizaciones autónomas. Alguno de los pueblos rurales eran ya anárquicos en estructura antes de que se extendieran las ideas anarquistas.

Un grabado del Congreso de 1870

Un importante evento en esos años fue el Congreso de 1870 en Barcelona, donde delegados de 150 organizaciones obreras se reunieron, junto con miles de trabajadores comunes observando ("ocupando cada silla, llenando los pasillos, y esparramados más allá de la entrada," de acuerdo con Murray Bookchin). La sección española de la Internacional fue aquí renombrada como la Federación Regional Española (también conocida simplemente como la Federación española), y fue discutida la futura estructura de la organización. El congreso tenía un claro tinte anarquista a pesar de la presencia de miembros no anarquistas de la internacional de las otras naciones Europeas. Esto fue visto con desdén por la prensa y los existentes partidos políticos. Para el Congreso el ataque abierto al proceso político era considerado como un medio legítimo de cambio y presagio para el futuro poder de los sindicatos tales como la CNT.

Los socialistas y los liberales dentro de la federación española intentaron reorganizar España en 1871 en cinco secciones comerciales con varios comités y consejos. Algunos anarquistas dentro del grupo sintieron que esto era contrario a su creencia en la descentralización. Un año de conflicto tuvo lugar, en el cual los anarquistas pelearon contra los "autoritarios" dentro de la Federación y finalmente los expulsaron en 1872. En el mismo año, Mijaíl Bakunin fue expulsado de la Internacional por los marxistas, quienes eran mayoría. Los anarquistas, viendo la hostilidad de sus antiguos aliados de la izquierda, reformaron la naturaleza de su movimiento en España. La Federación española llegó a descentralizarse, ahora dependiente de la acción y los trabajadores más experimentados en vez de los burocráticos consejos; que es un grupo estructurado de acuerdo a los principios anarquistas.

Primeros tumultos, 1873 a 1900

En la región de Alcoy, los trabajadores protestaron en 1873 por las ocho horas diarias seguidos con mucha agitación por parte de los anarquistas. El conflicto se volvió violento cuando la policía disparo a una muchedumbre desarmada, lo cual causó que los trabajadores asaltasen el ayuntamiento en respuesta. Docenas de personas fueron el saldo final del enfrentamiento. Historias sensacionalistas fueron inventadas por la prensa acerca de las supuestas atrocidades que en realidad nunca tuvieron lugar: sacerdotes crucificados, hombres envueltos en llamas, etc.

El gobierno actuó rápidamente para suprimir a la Federación española. Las salas de reuniones fueron clausuradas, los miembros encarcelados, las publicaciones suspendidas. Hasta la llegada del siglo XX, el anarquismo del proletariado permaneció relativamente sofocado.

Sin embargo, las ideas anarquistas aún permanecieron siendo populares en la zona rural de España, donde campesinos sin tierras intentaron una serie de rebeliones fallidas con el intento de dar paso al "comunismo libertario". De principio a fin durante la década de 1870, la Federación española se manifestó en las áreas campesinas de Andalucía después del declinamiento de sus seguidores urbanos. A principios de 1870, una sección de la Internacional fue formada en Córdoba, creando un vínculo necesario entre los movimientos urbanos y rurales.

Estos pequeños aumentos fueron destruidos por la represión del Estado, el cual a mediados de la década de 1870 había forzado al movimiento a entrar en clandestinidad. La Federación española fue declinando, y los sindicatos convencionales por un tiempo comenzaron a reemplazar a la acción revolucionaria, aunque los anarquistas permanecieron siendo abundantes y sus ideas no se olvidaron; la naturaleza liberal de este periodo fue tal vez la cuna de la desesperación más que el descontento con las ideas revolucionarias. Los anarquistas dejaron de actuar como tigres solitarios; intentaron organizaciones masivas, tales como el Pacto de la Unión y Solidaridad, teniendo algunos efímeros éxitos pero todos terminaron en fracasos.

La escasez de organizaciones revolucionarias supuso que muchos anarquistas cometieran actos de violencia como una forma de acción directa, y ocasionalmente provocar revueltas, como en Jerez, sin éxito. Como respuesta el gobierno igualó el anarquismo con el terrorismo. Los anarquistas se encontraron con una dura represión; un famoso ejemplo es el arresto masivo y posterior tortura de prisioneros anarquistas en el castillo de Montjuich en Barcelona en 1892. Casi 400 personas fueron llevadas a las mazmorras. Los informes internacionales narraban la brutalidad ejercida con los prisioneros: hombres colgados desde el techo, genitales retorcidos y quemados, uñas arrancadas. Muchos murieron antes de ser enjuiciados, y cinco fueron finalmente ejecutados.

El alzamiento del anarcosindicalismo

El terrorismo llegó a ser menos común cerca del cambio de siglo. Los anarquistas vieron la creciente necesidad de una forma de acción directa capaz de derrocar el Estado y el capitalismo. La idea del sindicalismo se volvió popular (o anarcosindicalismo para diferenciarse del sindicalismo reformista que existía en otras partes de Europa). Los anarcocomunistas puros fueron reacios a adoptar las ideas sindicalistas y se mantuvieron al margen, aunque los dos grupos pronto llegaron a ser indistinguibles.

Una nueva organización, la Federación de Sociedades de trabajadores de la Región Española, fue formada en 1900. La organización adoptó el sindicalismo sobre las bases liberales. Su éxito fue inmediato: huelgas generales afloraron a través de toda España en el mismo año. Muchas de estas huelgas no tenían un liderazgo visible sino que estallaban directamente por la clase trabajadora. En oposición a las huelgas reformistas, muchas de estas huelgas no hacían demandas claras (o las absurdas demandas internacionales, por ejemplo la demanda de dejar en siete horas y media la jornada laboral de ocho horas); mas en otros casos las demandas de los trabajadores no eran menores a pedir el fin del capitalismo. El gobierno español respondió duramente, y la Federación de Sociedades de Trabajadores fue suprimida. Pero la naturaleza descentralizadora del anarcosindicalismo hizo que le fuese imposible destruirla, provocando únicamente más ánimos para la resistencia.

La Semana Trágica

Artículo principal: Semana Trágica

Dos acontecimientos en 1909 calentaron los ánimos para una nueva huelga general en Barcelona. Una fábrica textil fue cerrada con 800 trabajadores despedidos. A través de la industria, los salarios fueron recortados. Los trabajadores, incluso fuera de la industria textil, comenzaron a planear una huelga general. Casi al mismo tiempo, el gobierno anunciaba que los reservistas serían enviados a luchar en Marruecos, donde grupos tribales estaban teniendo escaramuzas contra las tropas españolas. Los reservistas, la mayoría trabajadores, no estaban de acuerdo en arriesgar sus vidas o matar a otros para proteger los intereses de los capitalistas españoles (la lucha estaba bloqueando las rutas de las minas y retrasando negocios). Las reuniones en contra de la guerra se originaron en todo el país y los gritos de una posible huelga se hicieron sentir.

La huelga comenzó en Barcelona el 26 de julio, unas pocas semanas después de que se hiciera el llamamiento a los reservistas. Rápidamente se desató un alzamiento generalizado. Anselmo Lorenzo escribió en una carta: "Una revolución social ha estallado en Barcelona y ha sido iniciada por el pueblo. Nadie la dirige. Ni los liberales ni los nacionalistas catalanes, ni republicanos, ni socialistas, ni anarquistas". Las comisarías de policía fueron atacadas, las líneas de tren que conducían a Barcelona, destruidas y las barricadas se alzaron en cada calle. Ochenta iglesias y monasterios fueron destruidos por miembros del Partido Radical (quienes, hay que destacarlo, fueron generalmente menos "radicales" que los anarquistas o socialistas) y seis personas fueron asesinados en los disturbios. Después de la revuelta, alrededor de 1.700 individuos fueron acusados de varios cargos. La mayoría fueron liberados, pero otros 450 fueron sentenciados. Doce fueron condenados a cadena perpetua y otros 5, ejecutados, incluyendo a Francisco Ferrer, quien ni siquiera estaba en Barcelona durante el alzamiento.

Tras la Semana Trágica, el gobierno reprimió a los disidentes. Los sindicatos fueron suprimidos, los periódicos, clausurados y las escuelas libertarias fueron cerradas. Cataluña fue puesta bajo la Ley marcial hasta noviembre. Pero más que rendirse, la clase trabajadora española comenzó a animarse y tornarse incluso más revolucionaria que antes, debido a la adopción del sindicalismo como estrategia revolucionaria.

El surgimiento de la CNT

Artículo principal: CNT
Bandera típica del anarconsindicalismo

El movimiento anarquista carecía de una organización nacional estable en sus primeros años. El anarquista Juan Gómez Casas discutió la evolución de la organización anarquista antes de la creación de la CNT:

Después de un periodo de dispersión, la Federación de Trabajadores de la Región Española desapareció, para ser reemplazada por la Organización Anarquista de la Región Española... Esta organización entonces cambió, en 1890, al Pacto de Ayuda y Solidaridad, el cual fue por sí mismo disuelto en 1896 debido a la represiva legislación en contra del anarquismo separandose en varios núcleos y sociedades de trabajadores autónomas... Los restos que quedaron del FRE dieron origen a la Solidaridad Obrera en 1907, la antecesora directa de la CNT.
Juan Gómez Casas

Existió un consenso general entre los anarquistas a principios del siglo XX de que una nueva organización laboral nacional se necesitaba para traer coherencia y fuerza al movimiento. Esta organización, nombrada como la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) fue fundada en octubre de 1910 durante un congreso de la Solidaridad Obrera. Durante este congreso, una resolución declaraba que el propósito de la CNT sería "apresurar la emancipación económica de la clase trabajadora a través de la expropiación revolucionaria de la burguesía..." La CNT comenzó siendo pequeña, con alrededor de 30.000 miembros a través de varios sindicatos y otras confederaciones.

La confederación nacional fue dividida en pequeñas sedes regionales, las cuales eran nuevamente divididas en pequeños sindicatos. A pesar de esta estructura, se logró evadir de cierta manera la burocracia. Las iniciativas para las decisiones provenían de los sindicatos. Allí no existían funcionarios pagados; todas las posiciones eran empleadas por trabajadores comunes. Las decisiones hechas por las delegaciones nacionales no tenían que ser seguidas. La CNT fue en estos aspectos muy diferente al rígido sistema de los sindicatos socialistas.

Una huelga general fue convocada cinco días después de su fundación La huelga se extendió a través de muchas ciudades por toda España; en una ciudad, trabajadores tomaron la comunidad y mataron al alcalde. Las tropas se dirigieron al interior de todas las principales ciudades y la huelga fue rápidamente aplastada. La CNT fue declarada organización ilegal, y así volvió a la clandestinidad sólo una semana después de su fundación. Unos pocos años después continuó con acciones huelguistas, como la huelga general organizada en tándem con la UGT, dominada por socialistas, para protestar por el alza en el coste de la vida.

Huelga general de 1917

Una huelga general estalló en 1917, organizada principalmente por socialistas pero con una notable actividad anarquistas, particularmente en Barcelona. Se construyeron barricadas, y los huelguistas intentaron detener los tranvías. El gobierno respondió al llenar las calles de balaceras. La lucha dejó 70 personas muertas. A pesar de la violencia, las demandas de los huelguistas fueron moderadas, típicas de una huelga socialista de esa época..

La CNT siguiendo la Primera Guerra Mundial

La economía española sufrió a causa del descenso de la economía durante la guerra. Las fábricas cerraron, el desempleo aumentó y los salarios bajaron. Esperando un conflicto de clases, especialmente a la luz de la reciente Revolución Rusa, muchos de la clase capitalista comenzaron una guerra en contra de los sindicatos, particularmente la CNT. Los cierres de fábricas decretados por los mismos dueños se volvieron más frecuentes. Los militantes que eran conocidos como tales fueron puestos en una "lista negra". Pistoleros, o asesinos a sueldo, fueron contratados para matar a los líderes de los sindicatos. Quizá cientos de anarquistas fueron asesinados durante este período. Los anarquistas respondieron con otro número de asesinatos, el más famoso de ellos cometido contra el Primer Ministro Eduardo Dato.

La CNT, en ese momento, tenía hasta un millón de miembros. Conservaba su foco en la acción directa y el sindicalismo; esto significaba que las corrientes revolucionarias en España ya no estaban al margen, sino mucho más en la corriente principal. Mientras sería falso decir que la CNT era en su totalidad anarquista, el sentimiento predominante indudablemente se inclinaba hacia esa dirección. Cada miembro elegido para el "Comité Nacional" era un abierto anarquista. La mayoría de los miembros ordenados defendían las ideas anarquistas. A decir verdad, casi toda España parecía radiante con el fervor revolucionario; a través de las olas de huelgas generales (muchas huelgas resultaron exitosas con respecto a las demandas específicas) no era extraño ver a la literatura anarquista inundar lugares ordinarios o a trabajadores comunes discutiendo ideas revolucionarias. Un poderoso oponente de las clases más altas (Díaz del Moral) sostenía que "toda la población trabajadora" estaba sujeta al espíritu de la revuelta, que "eran todos agitadores".

Mientras que el anarquismo en España al principio fue dislocado y efímero, ahora aún los pueblos más chicos tenían organizaciones y tomaban parte del movimiento. Distintas partes de la CNT (uniones, regiones, etc.) eran autónomas y a la vez intrincadamente articuladas. Una huelga de trabajadores en un campo podía casi siempre derivar en huelgas solidarias de trabajadores en una ciudad entera. De esta forma, las huelgas generales no eran "llamadas", simplemente sucedían orgánicamente.

Huelga general de 1919

Artículo principal: Huelga de La Canadiense

En 1919, los jefes de una central hidroeléctrica de Barcelona redujeron los sueldos desatando una gigantesca y exitosa huelga general de 44 días en la cual participaron más de 100.000 personas y que fue conocida como huelga de la Canadiense. Los patrones inmediatamente intentaron responder militarmente, pero la huelga se había esparcido demasiado rápido. Los empleados de otra planta protagonizaron una manifestación en apoyo a sus compañeros trabajadores. Casi una semana después, todos los empleados textiles salieron a las calles. Pronto, casi todos los trabajadores eléctricos se sumaron a la huelga.

Barcelona fue puesta bajo ley marcial, aunque la huelga continuaba. El sindicato de imprentas de periódicos advirtió a los dueños de los diarios en Barcelona que ellos no imprimirían ningún tipo de critica hacia la huelga. El gobierno en Madrid intentó destruir la huelga al llamar a todos los trabajadores al servicio militar, pero esta llamada no fue atendida, puesto que ni siquiera alcanzó a ser impresa en papel. Cuando la llamada llegó a Barcelona, la respuesta fue aún otra huelga de parte de todos los trabajadores del ferrocarril y de los troles.

En la literatura, esta huelga se ve reflejada en La verdad sobre el caso Savolta, como marco de los capítulos finales.

El gobierno de Barcelona finalmente debió ceder ante los huelguistas, puesto que efectivamente la economía catalana se había visto seriamente afectada. Las demandas de los trabajadores incluían, un día laboral de 8 horas, reconocimiento de los sindicatos, y la recontratación de los trabajadores despedidos. Todas estas demandas fueron aceptadas. También se exigió la liberación de todos los presos políticos. El gobierno aceptó, pero rechazo liberar a aquellos que actualmente estaban en juicio. Los trabajadores respondieron con gritos de "¡Libertad para todos!" y advirtieron que la huelga continuaría durante 3 días si es que esta demanda no era acogida. Tal como cabía esperar, esto fue lo que sucedió. Sin embargo, los miembros de los comités de huelgas y muchos otros fueron inmediatamente arrestados y la policía detuvo efectivamente la segunda huelga antes de que alcanzara instancias mayores.

El gobierno intentó aplacar a los trabajadores, quienes estaban claramente al borde de la insurrección. Decenas de miles de cesantes fueron obligados a regresar a sus trabajos. La jornada laboral de 8 horas fue declarada para todos los trabajadores. Así, España llegó a ser el primer país en el mundo en aprobar una ley laboral de 8 horas diarias, resultado de la huelga general de 1919.

Después de la huelga general de 1919, el incrementar de la violencia en contra de los dirigentes de la CNT, combinado con el surgimiento de la dictadura de Primo de Rivera (el cual suspendió todas las organizaciones y publicaciones anarquistas), crearon una quietud en la actividad anarquista. Muchos anarquistas respondieron a la política de violencia al convertirse en pistoleros. Este fue un periodo de violencia mutua, en la cual varios grupos anarquistas, incluyendo a Los Solidarios, asesinaron a varios opositores políticos. Muchos anarquistas también fueron asesinados por pistoleros del otro bando.

Indicar que años más tarde la CNT entra a formar parte de la internacional anarcosindicalista Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT), pasando a denominarse desde entonces como CNT-AIT.

La FAI

Artículo principal: FAI

Durante los años de Miguel Primo de Rivera, muchos de los líderes de la CNT comenzaron a exponer visiones "moderadas", manteniendo ostensiblemente la perspectiva anarquista pero sosteniendo que el cumplimiento de las esperanzas anárquicas no vendrían inmediatamente. La Federación Anarquista Ibérica (FAI) fue formada en 1927 para combatir esta tendencia.

Su organización estuvo basada sobre grupos pequeños de activistas autónomos. La FAI permaneció como una organización secreta, incluso después del reconocimiento de su existencia dos años después de su formación. Su naturaleza subrepticia hace difícil juzgar la extensión numérica de sus miembros. Se estima que los miembros de la FAI justo antes de la revolución rondaba entre los 5.000 y 30.000. La cantidad de miembros incrementó drásticamente durante los primeros meses de la Guerra Civil.


La FAI era revolucionaria, con acciones que incluían los robos de bancos para la adquisición de fondos, y la organización de huelgas generales, pero a veces llegó a ser más oportunista. Apoyó esfuerzos moderados en contra de la dictadura de Rivera, y en 1936, contribuyó al establecimiento del Frente Popular.

La caída de Rivera y la nueva República

La CNT inicialmente le dio la bienvenida a la República como una alternativa preferible a la dictadura, mientras aún se mantenía los principios de que cualquier tipo de estado son inherentemente delatéreos, si tal vez varían el grado de severidad.

A pesar de esto, la relación no perduró por mucho tiempo. Una huelga de los trabajadores telefónicos conllevaron a la lucha en las calles entre la CNT y las fuerzas del gobierno; el ejército usó armas de fuego en contra de los trabajadores. Una huelga similar estalló unas pocas semanas después en Sevilla; veinte anarquistas fueron asesinados y 100 terminaron heridos después de que el ejército sitiaron el punto de encuentro de la CNT y destruyeron su artillería. Una insurrección ocurrió en Alto Llobregat, donde los mineros tomaron el control del pueblo y alzaron banderas rojinegras en los salones del pueblo.

Estas acciones provocaron que la represión del gobierno se tornara más áspera. Algunos de los más activos anarquistas, incluyendo a Durruti y Ascaso, fueron deportados al territorio Español en África. Esto provocó protestas y una insurrección en Tarrasa, donde, como en Alto Llobregat, los trabajadores se tomaron el pueblo y alzaron sus banderas. Otra insurrección fallida tomó lugar en 1933, cuando grupos anarquistas atacaron los cuarteles militares con la esperanza de que dentro encontrarían apoyo. Sin embargo el gobierno ya estaba al tanto de estos planes y rápidamente suprimió la revuelta. Ninguna de estas acciones tuvieron éxito. Ellas terminaron con miles de anarquistas bajo prisión además de un grupo herido. Al mismo tiempo, la lucha cuerpo a cuerpo ( instigada por los también llamados treintistas) hirieron la unidad de la lucha anarquista.

El preludio a la Revolución

El reformismo de la república llevó a los anarquistas a pregonar el grito "¡Antes de las cajas electorales, revolución social!". Desde su visión, las reformas de las elecciones libres eran fútiles e indeseables, e impedían además la total liberación de la clase trabajadora.

Un alzamiento tomó lugar en diciembre de 1933. Además de una fuga en una prisión de Barcelona, no se efectuaron ningún tipo de progresos antes de que la policía sofocase la revuelta en Cataluña y el resto del país. Zaragoza vio una efímera insurrección manifestada en la lucha callejera junto a la ocupación de ciertos edificios.

En Casas Viejas, los militantes rápidamente se rindieron cuando se vieron sobrepasados en número por las fuerzas policiales. Sin embargo, un anarquista llamado el Seis dedos se atrincheró en su casa junto a su familia y prefirió resistirse al arresto. Su casa fue quemada, su familia asesinada, y los anarquistas, previamente rendidos pacíficamente, fueron baleados. La masacre provocó el repudió por parte de todos los movimientos políticos de españa, inclusive los republicanos conservadores. Estos acontecimientos fueron conocidos como los sucesos de Casas Viejas.

Una importante huelga tomó lugar en abril, nuevamente en Zaragoza. Duró cinco semanas, deteniendo la mayor parte de la economía de Zaragoza. El apoyo a la huelga también se manifestó en otros lugares del país; los anarquistas de Barcelona tomaron el cuidado de los hijos de los huelguistas ( alrededor de 13.000)

Asturias

Tal vez el más claro antecedente a la revolución (y guerra civil) vino en 1934, en los distritos mineros de Asturias con la llamada Revolución de octubre. Sin embargo, la huelga realizada aquí fue de indole socialista, debido a el rechazo generalizado del anarquismo por parte del proletariado asturiano, mucho más allegado a las ideas comunistas burocráticas de la URSS estalinista de aquel tiempo.

La huelga minera comenzó con ataques a los cuarteles de la Guardia Civil. En el pueblo de Mieres, los cuarteles de la policía y el ayuntamiento fueron tomados al grito de "Vivan los soviets, viva la unión". Los huelguistas se mudaron, continuando con la ocupación de los pueblos, incluso la capital de Asturias en Oviedo. Los trabajadores habían tomado el control de casi todo Asturias, bajo los cánticos de "Unidad, hermanos proletarios" a través de la alianza obrera de la UHP.

El aplastamiento de la revuelta fue liderada por el General Francisco Franco, quien posteriormente lideraría una rebelión en contra de la república y se convertiría en dictador. Los mineros capturados enfrentaron la tortura, violación, mutilación, y ejecución. Este hecho presagió la misma brutalidad vista dos años después durante la Guerra Civil Española.

El Frente Popular

Con la crecida de los partidos políticos de derecha (los ultraconservadores de Gil-Robles, la CEDA católica, por ejemplo), los partidos de izquierda sintieron la necesidad de unirse en un "Frente Popular". Este incluyó republicanos, socialistas, comunistas y otros partidos de izquierda; los anarquistas no llegaron a formar parte de él, pero recomendaron el voto a esta coalición.

Los elementos más radicales de la CNT-FAI no estuvieron satisfechos con las políticas electorales. Después de que el Frente Popular alcanzara el poder, las huelgas, manifestaciones, y rebeliones estallaron a través de toda España.

En el campo, casi 5km² de tierras fueron tomadas por campesinos. El Frente Popular comenzó a perder el control. Los anarquistas continuarían con las huelgas incluso cuando los socialistas más prudentes llamaran a detenerlas, llevándose consigo la comida de las reservas para los fondos huelguísticos.

El congreso nacional de la CNT en mayo de 1936 tuvo un tono abiertamente revolucionario. Entre los temas discutidos se encontraban la libertad sexual, planes para las comunas agrícolas, y la eliminación de la jerarquía social.

La Guerra Civil Española

Presencia anarquista en la Guerra Civil Española

El gobierno republicano respondió al intento de alzamiento militar con una notable timidez y falta de acción. La CNT había advertido a Madrid acerca de un alzamiento basado en Marruecos meses antes e incluso dio la fecha y hora exacta de éste, 19 de julio a las 5 de la madrugada, información obtenida a través de una gran red de espionaje. Aun así, el Frente Popular no hizo nada, y se negó a dar armas a la CNT. Cansados de pedir armas sin poder recibirlas, los militantes de la CNT atacaron un arsenal y repartieron las armas entre los sindicatos. Las milicias fueron puestas alerta días antes del planeado alzamiento militar.

El alzamiento fue adelantado dos días, 17 de julio, y estalló en áreas defendidas fuertemente por militantes anarquistas, tales como Barcelona. Algunas fortalezas anarquistas, tales como Zaragoza, cayeron, para el gran desánimo de aquellos en Cataluña; esto se debió tal vez a que recibieron un comunicado desde Madrid el cual llamaba a tranquilizarlos argumentando que no era una "situación desesperante", por lo cual no se prepararon correctamente. El gobierno aún permanecía negando las armas, e incluso diciendo que las fuerzas "nacionalistas" habían sido aplastadas en lugares en que realmente no lo habían sido. Debido principalmente a las milicias de los sindicatos, anarquistas y socialistas, las fuerzas rebeldes no pudieron consumar un pronunciamiento teniendo que ir a la guerra civil

Las milicias anarquistas eran notablemente libertarias, particularmente al principo de la guerra antes de ser absorbidas por el ejército popular o regular. No poseían un sistema de rango, sin jerarquía, ni saludos especiales, y los llamados "comandantes" eran elegidos por las propias tropas. La unidad anarquista más efectiva fue la Columna Durruti, liderada por el ya legendario militante Buenaventura Durruti. Comenzó con 3.000 milicianos, con un máximo de 8.000 hombres. No tuvieron demasiada dificultad para obtener armas de un temeroso gobierno republicano, así Durruti y sus hombres compensaron las armas sin usar que existían en las reservas del gobierno. La muerte de Durruti el 20 de noviembre de 1936, debilitó a la columna en el espíritu y su habilidad táctica; ellos fueron eventualmente incorporados, por órdenes, al ejército regular. Casi un cuarto de la población de Barcelona asistió al funeral de Durruti.

Aún se desconoce realmente como murió el anarquista leonés (se ha hablado de las "cuatro muertes de Durruti"); historiadores modernos tienden a aceptar que fue un accidente, tal vez debido al mal funcionamiento de su naranjero o la de algún fuego aliado, pero algunos rumores de aquel tiempo contaban acerca de la traición de uno de sus hombres, mientras que los anarquistas tendieron a clamar que el murió heroicamente por el disparo de un francotirador fascista o incluso comunista, insertando esta última teoría en la creciente dinámica de deslegitimación y destrucción del movimiento libertario que llevaron a cabo amplios sectores del comunismo burocrático español durante la Guerra Civil, bajo la sombra de Stalin.

Otra famosa unidad fue la Columna de Hierro, compuesta por anarquistas valencianos esencialmente, aunque también hubo exconvictos y otros españoles "desheredados" simpatizantes de la revolución. El gobierno republicano los tachó de "incontrolables" y "bandidos", mas éstos tuvieron una gran cantidad de éxitos durante las batallas y contribuyeron a la expansión de la Revolución por las tierras que pasaban. En marzo de 1937 fueron incorporados contra su voluntad dentro del ejército regular.

Colaboración de la CNT-FAI con el gobierno durante la guerra

En 1936, la CNT decidió, después de varias negativas, colaborar con el gobierno de Francisco Largo Caballero. Joan García Oliver se convirtió en Ministro de Justicia (donde abolió honorarios legales y destruyó todos los expedientes criminales), y Federica Montseny se transformó en Ministro de Salud, por nombrar algunos ejemplos.

Durante la Guerra Civil Española, algunos anarquistas fuera de España, criticaron por entero el liderazgo de la CNT dentro del gobierno y se comprometieron con los elementos comunistas del sector Republicano. Es cierto que en esos años el movimiento anarquista español abandonó muchos de sus principios básicos; sin embargo, aquellos en España sintieron que esto era un ajuste temporal, y una vez que Franco fuera derrotado, ellos continuarían con sus formas liberales. Había también una inquietud por el creciente poder de los comunistas autoritarios dentro del gobierno. Montseny luego explicaría: "En estos tiempos sólo vemos la realidad de la situación creada por nosotros: los comunistas en el gobierno y nosotros mismos afuera, las múltiples posibilidades, y todos nuestros logros puestos en peligro".

Ciertamente, algunos de los anarquistas que se encontraban fuera de España veían las concesiones tan necesarias, considerando la ceñuda posibilidad de perder todo, de ser que los fascistas ganaran la guerra. Emma Goldman dijo, "Con Franco a la entrada de Madrid, puedo difícilmente culpar a la CNT-FAI por elegir la maldad menor: la participación en el gobierno antes que la dictadura, la perversidad más mortal".

Hasta estos días, la discusión continúa entre los anarquistas. La mayoría de las secciones de la AIT anarcosindicalista, a la cual pertenece la CNT, también acuerdan y recomiendan que la CNT abandone los órganos de gobierno estatales.

Revolución de 1936

Artículo principal: Revolución Española de 1936

Junto con la lucha contra el fascismo, existió una profunda revolución libertaria por todo el territorio que estaba bajo el dominio de la República, especialmente en Barcelona.

La mayor parte de la economía Española fue puesta bajo el control de los trabajadores; principalmente en áreas anarquistas como Cataluña, este fenómeno llegó al 75% del total de la industria, pero en las áreas de influencia socialista la tasa fue bastante menor. Las fábricas fueron organizadas por comites de trabajadores, las áreas agrícolas llegaron a colectivizarse y funcionar como comunas libertarias. Incluso lugares como hoteles, peluquerías, y restaurantes fueron colectivizados y manejados por sus propios trabajadores.

Las comunas fueron usadas de acuerdo al principio básico de "De acuerdo a su habilidad, a de acuerdo a su necesidad". En algunos lugares, el dinero fue totalmente eliminado, para ser reemplazado por vales. Bajo este sistema, el costo de los bienes fueron con frecuencia un poco más de un cuarto del costo anterior

A pesar de las críticas que aclamaban por la máxima eficiencia, las comunas anarquistas producían más que antes de ser colectivizadas. Las zonas liberadas recientemente trabajaron sobre los principios libertarios: las decisiones eran tomadas a través de concilios de ciudadanos comunes sin ningún tipo de burocracia (cabe mencionar que el liderazgo de la CNT-FAI en este periodo no fue tan radical como los miembros responsables de estos drásticos cambios).

Sumada a la revolución económica, existió un espíritu de revolución cultural. Las tradiciones opresivas se eliminaron. Por ejemplo, se les permitió a las mujeres tener abortos, y la idea del "amor libre" se volvió popular. En muchas formas, el espíritu de liberación cultural fue similar a la de los movimientos de "Nueva Izquierda" de la década de 1960.

Contrarrevolución

Durante la Guerra Civil, el Partido Comunista reaccionario ganó considerable influencia debido a la necesidad de ayuda por parte de la Unión Soviética. Comunistas y liberales del lado de la República hicieron el esfuerzo necesario para aplastar la revolución anarquista, aparentemente para reforzar el esfuerzo anti-fascista (la respuesta fue, "la revolución y la guerra son inseparables"). Pravda anunció en diciembre de 1936 que "...la limpieza de trotskistas y anarco-sindicalistas ya comenzó. Será llevada a cabo con el mismo vigor que en la U.R.S.S." Otro comunista proclamó osadamente en una entrevista que "despacharían rápidamente a los anarquistas luego de la derrota de Franco". Sus esfuerzos por debilitar la revolución fueron finalmente exitosos: la jerarquía fue restaurada al final en muchas de las áreas colectivizadas, y el poder fue quitado de las manos de los trabajadores y uniones, para ser monopolizado por el Frente Popular.

Lo más importante, tal vez, fueron las medidas para destruir las milicias, que dirigían discutidamente el esfuerzo de la guerra tanto en espíritu como en acción. Las milicias fueron con el tiempo declaradas ilegales y técnicamente unidas a la Armada Popular. Esto tuvo el efecto de desmoralizar a los soldados y de quitarles todo por lo que últimamente habían estado luchando: no por la Unión Soviética, sino por ellos mismos y por la libertad. Vladímir Antónov-Ovséyenko, trabajando en España para Stalin había predecido esto en 1936: "Sin la participación de la CNT, no será posible, por supuesto, crear el entusiasmo y disciplina apropiados en la milicia / milicia republicana."

A decir verdad, el fervor contrarrevolucionario sirvió por lo general para debilitar el esfuerzo de guerra antifascista. Por ejemplo, una reserva gigante de armas fue permitida para tirarse contra las fuerzas franquistas por miedo a que de otra forma pudieran terminar en manos de los anarquistas. Las tropas fueron arrancadas de las líneas frontales para aplastar las colectividades anarquistas. Varios soldados capaces fueron asesinados por su ideología política; un líder de los esfuerzos represivos, Enrique Líster, dijo que él "dispararía a todos los anarquistas que pudiera". Se supo que varios anarquistas fueron llevados prisioneros bajo órdenes comunistas, en lugar de pelear al frente; y lo que es más, muchos de esos prisioneros fueron torturados y asesinados.En Barcelona fue famoso el asalto al edificio de la Telefónica en manos de la C.N.T.por parte del ejército regular bajo directrices comunistas que fue el comienzo de duros combates en la ciudad entre ambos sectores se llamó la guerra dentro de la guerra.

Los años de Franco

En 1939 la Ley de responsabilidades políticas ilegalizaba la organización y se expropiaban sus bienes; inmuebles, material, vehículos, cuentas bancarias, empresas colectivizadas y documentación. Por aquel entonces la CNT contaba con un millón de afiliados y la infraestructura que la soportaba era amplia.

La CNT-AIT funcionó de forma clandestina dentro de España durante el franquismo como parte de la oposición, dándose también actividades de cenetistas en el exilio y siguió la lucha contra el régimen de Francisco Franco hasta 1948 a través de algunos maquis. A partir de entonces, posturas divergentes propiciaron un debilitamiento de la organización que hizo que ésta perdiese influencia entre la población. En 1961 se revitalizó consolidándose a lo largo de las décadas de 1960 y 1970 gracias a la penetración del ideario anarcosindicalista en organizaciones obreras católicas antifranquistas como Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) y Juventud Obrera Católica (JOC).

Durante esos años tabién organizó varios congresos en el exilio, y participó como sección española en los comicios de la AIT.

Actualidad

Una okupa en Barcelona

La CNT-AIT existe en la actualidad, con los mismos principios. Sin embargo, su influencia es limitada en el panorama laboral.

La CNT, en 1979, se dividió en 2 facciones: CNT-AIT y la CNT-U que se escindió. La CNT-AIT conservó el nombre "CNT", infraestructura y principios originales; lo cual llevó a que la CNT-U (escindidos) cambiara su nombre a Confederación General del Trabajo (CGT) en 1989. La CGT tiene aproximadamente 60.000 afiliados como sindicato y una regular presencia en algunos conflictos laborales. Una importante razón para la separación entre ambos sindicatos es que la CGT participa, tal como muchos otros sindicatos oficiales: en las elecciones sindicales, comités de empresa, recibe subvenciones del Estado y tiene liberados sindicales, mientras que la CNT no.

La CGT tiene representantes en algunas empresas como la SEAT y también en RENFE y el Metro de Barcelona. La CNT considera que participar en los comités de empresa, depender de las subvenciones del Estado y tener liberados sindicales es contrario a los principios anarcosindicalistas. Eso no le impide tener una actividad cada vez mayor, como lo demuestran las recientes huelgas que ha promovido: en la limpieza de la UPO de Sevilla, la huelga general en Lebrija, en la limpieza de Metro de Madrid, en la gasolinera Brisamar o en la enseñanza pública de la Comunidad de Madrid, además de las históricas huelgas de AUSSA y del Centro Logístico de Mercadona en Sant Sadurní d'Anoia, que se prolongaron durante más de 100 días.

Las ideas anarquistas disfrutan de una popularidad considerable en algunas partes de España. Durante los 1 de mayo grandes manifestaciones ocurren anualmente. En Barcelona, el movimiento okupa está muy extendido; muchas de estas viviendas okupadas y centros sociales okupados mantienen ciertas prácticas que proceden de la tradición anarquista aunque muchos rechazan significativamente la organización orgánica al estilo de la CNT y la CGT.

Actualmente, a pesar de que muchos anarquistas no simpatizan totalmente con el anarcosindicalismo u otras corrientes libertarias clásicas, sí que lo hacen entre sí multitud de colectivos anarquistas, así como, por ejemplo, ateneos libertarios, distribuidoras contrainformativas, centros sociales okupados, grupos de música, bibliotecas sociales, creándose una especie de movimiento libertario muy diverso.

En el año 2007, se ha asistido a la aparición de la Federación Ibérica de Juventudes Anarquistas (FIJA), que pretende difundir las ideas libertarias entre la juventud. A diferencia de la FIJL insurrecional, se plantea estar de la mano con el anarcosindicalismo de la CNT-AIT y con visiones asociativas y teóricas pluralistas del anarquismo contemporáneo. Aunque haya adoptado siglas diferentes, se reconoce como continuadora de la FIJL histórica. Publica un informativo llamado El Fuelle.

Violencia

Aunque muchos anarquistas se opusieron al uso de la fuerza, algunos militantes hicieron uso de la violencia, llevando a cabo atentados y asesinatos, fundamentalmente a lo largo del siglo XIX. Esta "propaganda del acto" ocurrió antes del auge del sindicalismo como táctica anarquista, con el descubrimiento de otras medidas de presión social como las huelgas, y después de una larga historia de represión policial, que acabó con la vida de decenas de anarquistas, terminó con su progresiva desaparición.

Lápida en el cementerio de Montjuïc en memoria a los anarquistas Durruti, Ascaso y Ferrer i Guardia

Los Desheredados, fueron un grupo secreto que defendía el uso de la violencia y se adjudicaban una gran cantidad de asesinatos. Otro grupo, Mano Negra, se rumoreó también de estar detrás de varios asesinatos y atentados con bombas, aunque existe evidencia de que el grupo fue un mero mito creado por la policía en la Guardia Civil, fragantes por su brutalidad; en efecto, es muy bien conocido que la policía inventaba acciones de sus enemigos, o usaban el autoatentado como excusa para la justificación de la represión. Los Solidarios y Los Amigos de Durruti fueron otros grupos que usaron la violencia como arma política. El grupo anterior fue responsable del robo del Banco de Bilbao, en el cual se perdieron 300.000 pesetas, el asesinato del Arzobispo de Zaragoza Juan Soldevilla Romero, quien fue declarado como un clérigo reaccionario. Los Solidarios detuvieron el uso de la violencia con el fin de la dictadura del Primo de Rivera, cuando los anarquistas tuvieron más oportunidades para actuar abiertamente.

En España, a principios del pasado siglo, así como durante la 2ª República y la Guerra Civil, hubo episodios violentos en los cuales se recrudeció enormemente la persecución religiosa. Posiblemente la más importante, sin contar los episodios acontecidos durante la guerra civil, fue La Semana Trágica en Barcelona en 1909, de la cual se responsabilizó a los círculos anarquista. También los acontecimientos del 11 de mayo de 1931 en Madrid fueron muy llamativos, en estos diversas bandas dieron fuego a varios conventos, iglesias e instituciones religiosas. Los anarquistas también fueron usados como chivo expiatorio de las autoridades en diversas ocasiones, como es el caso de Francisco Ferrer y Guardia, considerado inspirador ideológico de La Semana Trágica y condenado a muerte por ello.


Bibliografía

  • Miquel Amorós, José Pellicer, el anarquista íntegro. Vida y obra del fundador de la heroíca Columna de Hierro, Virus editorial, Barcelona, 2009.
  • Miquel Amorós, La Revolución traicionada, Virus editorial, Barcelona, 2003.
  • Miquel Amorós, Durruti en el laberinto, Virus editorial, Barcelona, 2006.
  • Burnett Bolloten, La guerra civil española
  • Burnett Bolloten, El Gran Engaño
  • Edward Malefakis, Reforma agraria y revolución campesina en la España del siglo XX, Ediciones Ariel, Barcelona, 1970.

Referencias

  1. «Jesús Huerta de Soto ha llegado a concluir que él no es liberal, sino anarcocapitalista, y que los liberales clásicos son utópicos porque se creen que puede existir un Estado mínimo y que no crezca.»«Kleftes, armatores, anarcocapitalistas y liberales» en la web del Instituto Juan de Mariana
  2. Impuestos no, drogas y prostitutas sí
  3. In memoriam M.N. Rothbard, véase Raíces salmantinas de la escuela austriaca, por Jesús Huerta de Soto

Véase también

Enlaces externos

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