Anecdotario de la historia de Chile

Anecdotario de la historia de Chile

Anecdotario de la historia de Chile

Este anecdotario de la historia de Chile contiene una serie de variados hechos históricos presentados en forma de anécdotas, que resultan interesantes de destacar, como forma de complementar la historia formal de la nación.

Contenido

Descubrimiento y conquista de Chile (1520-1557)

El rey de Chile

Según el historiador Diego de Rosales, cuando el Infante Felipe (posteriormente Felipe II de España) se casó con María I de Inglaterra, para elevar su condición de Príncipe a la de Rey, y en vista de la división administrativa del Imperio, se casó con el título de "Rey de Chile".

(...) en aquella corte y asistencia que el Emperador hizo en Flandes, trató de casar a su hijo Philipe con la serenísima doña María, única y singular heredera de los Reynos de Inglaterra; y como los grandes de aquel Reyno, conociendo que doña María era legítima Reyna respondieron que avía de ser rey quien casase con ella, se trató que el príncipe se coronara por Rey de Chile, y como ya estas provincias, que antes no tenían otro título, estuviesen por el Emperador y pertenesiesen a la Corona de Castilla, dixo pues hagamos Reyno a Chile.
Diego de Rosales, Historia general del reino de Chile, Flandes Indiano

Este comentario de Rosales, no ha sido recogido por otros historiadores de la época, por lo que dado que Felipe II fue hecho Rey de Nápoles para igualar la categoría de María I, se lo considera una anécdota falsa. La Real Academia de Historia de España en su libro Reflexiones sobre el ser de España publicado en 1963, niega rotundamente tal anécdota. Gaudencio Clareta en su libro de 1892 Il Ducca di Savoia Emanuele Filiberto e la Corte di Londra negli anni 1554 e 1555, trata ampliamente sobre la negociación y el matrimonio de Felipe II sin mencionar nada al respecto.

Fundación de Santiago de Nueva Extremadura

Pedro de Valdivia llegó a Chile no con la finalidad de ganar oro (siguiendo en ese caso la doctrina europea del Mercantilismo). Valdivia llegó con la misión de evangelizar, de enaltecer el nombre de la Corona Europea, entregar y expandir el territorio del Imperio y dejar herencia a sus hijos -según la Carta que envió al rey regente Carlos V.[1] Fue en este plan en que Pedro de Valdivia llegó a Chile a conquistarlo en nombre de Dios y de su rey; así fundó la primera ciudad del Reyno de Chile el 12 de febrero de 1541. Valdivia fundó la ciudad de Santiago de Nueva Extremadura bajo la instrucción del Sistema Damero de calles y solares; y a su vez fundó Santiago en el lugar donde todos sabemos que se encuentra por cinco razones:

  • 1.- Cerro cercano para pronta defensa: Cerro Huelén
  • 2.- Abundante bosque para talar y extraer madera
  • 3.- Cercania relativa al mar para un futuro puerto y llegada de mercancias
  • 4.- Los indígenas que habitaban el Valle de Aconcagua era los Huilliches (amistosos y domables)
  • 5.- Un poderoso y cristalino río que baña la Cañada que desembocaría en el riego de cultivo, este rio era el Rio Mapocho

Lo que Pedro de Valdivia nunca imaginó fue que lo que más encanto en la época (y especificamente por su pureza andina), ahora sería una de las cosas más contaminadas en la capital y que al subir con las lluvias, es lo más peligroso en invierno

La Colonia (1557-1810)

El periplo de la proclama de la libertad

En 1776, ocurrió un intento de insurrección en Chile contra la monarquía. Pero sucedió que este intento fue protagonizado por franceses, en la llamada conspiración de los tres Antonios. Su insensato plan era apoderarse del gobernador, llamar a las masas, y reunidas leerles un documento incendiario, que despertaría en ellos el deseo de independencia.

En los preparativo de su utopía, uno de los franceses perdió una copia del texto que llevaba entre unos libros envueltos en un poncho. Su búsqueda fue inútil, y le dio el temible terror de que pudieran caer en manos de las autoridades.

La proclama fue encontrada al borde del camino junto con los libros envueltos por un mozo analfabeto, que no sabiendo que hacer con el atado, lo entregó al mayordomo de la hacienda en que trabajaba. Éste, después de mirarlo, le dijo; “estos libros y papeles pueden ser de algún padre que se le hayan perdido, éstos no le sirven a usted, ni a mi”, y decidieron dejarlos allí.

Al poco tiempo estuvo en la casa del mayordomo su cuñado, llamado Carrión, que decidió llevarlos a su casa en Santiago por si alguien los reclamaba. En ella los estuvo examinando un fraile agustino, que habiendo dictaminado que eran libros de matemáticas, no demostró mayor interés.

Luego el mozo fue a casa de Carrión, que le dijo: “aquellos papeles y libros nadie los entiende”, y se los llevo a Colina por ver si encontraba allí dueño o podía venderlos. Un día, aprovechando la concurrencia de vecinos en la capilla de aquel pueblecito, el mozo anunció que si alguien había perdido unos papeles y unos libros podía hablar con él y, como si no fuera suficiente, al confesarse con un religioso franciscano le comunico su hallazgo.

Ya era un remordimiento: hacia seis meses que los papeles andaban para arriba y abajo, sin que nadie se interesase por ellos.

El franciscano decidió concurrió a la casa de José Díaz, teniente de corregidor, a pregutar por los libros, “y vino dicho mozo con un atadito de libros y papeles, los cuales desataron y registraron y no habiéndolos podido entender, dijo el religioso que no eran los papeles que buscaba”. Pero ahora el teniente Díaz recordó un encargo que le había hecho su superior de Renca hacia meses para que tratase de ubicar ciertos papeles y libros perdidos por un viajero, y decidió enviarle aquellos por si eran los del caso. El teniente de Renca los hojeó y sin entender los papeles dictaminó que los libros eran de “piloteria y astrología”.

Pasados los papeles a las autoridades superiores, fueron reconocidos en la Real Audiencia, cuando ya estaba desbaratado el intento y se seguía un proceso en contra de los Antonios.

La Independencia (1810-1823)

Manuel Rodríguez: El franciscano

Manuel Rodríguez.

En una de sus tantas correrías nocturnas Manuel Rodríguez Erdoíza, era perseguido de cerca por un piquete de Talaveras de la Reina, lo que le obligó a refugiarse en una iglesia. Al instante, cuando el capitán de los Talaveras llamaba a la puerta del templo, un fraile franciscano le abrió la puerta y lo recibió con mucha amabilidad.

Al ser intimado por el jefe de las tropas realistas para que le entregaren un fugitivo que allí se había refugiado y al que venían dando alcance, contestó presto el fraile que nada había visto, pero que si ellos querían inspeccionar por ellos mismos los haría pasar. Alumbrando con una vela, les ayudó a buscar al guerrillero hasta los más recónditos escondrijos de la iglesia, sin resultado.

Después de la búsqueda, los soldados se retiraron previa bendición del fraile... que no era otro que el mismísimo Manuel Rodríguez.

El pomposo Casimiro

El último Gobernador de Chile don Francisco Casimiro Marcó del Pont tenía, tal vez, problemas de humildad. Es por esto que en todos los documentos que él firmaba ocupaba la misma pomposa y fanfarrona fórmula, que reza así:

"Casimiro Marcó del Pont Ángel Díaz y Méndez, Caballero de la Orden de Santiago, de la Real y Militar de San Hermenegildo, de la Flor de Lis, Maestrante de la Real de Ronda, Benemérito de la Patria en grado heroico y eminente, mariscal de campo de los reales ejércitos, superior Gobernador y Capitán General, Presidente de la Real Audiencia, Superintendente, Subdelegado del general de la Real Hacienda y del de correos, postas y estafetas y Vice-Patrono Real de este Reino de Chile"

"El General" y "San Martín"

Un día, un soldado se presenta al despacho del General José de San Martín y, saludándolo a la usanza militar le dijo:

  • Necesito hablar con don José de San Martín, no con mi general. ¿me permite usted hacerlo?
  • Hable usted - respondió San Martín.
  • Señor, anoche he perdido en el juego $2.000 de propiedad del batallón; por favor tenga compasión de mí, le juro que yo no soy un tipo vicioso. Me aflijo por mi padre que es pobre y anciano, él moriría de pena si se publica mi falta.
  • ¡Basta! - exclamo San Martín, mientras sacaba de la cajonera de su despacho $2.000, que posteriormente le entrega al oficial - Vaya a pagar ese dinero y guarde en el más absoluto de los secretos lo que usted acaba de decirme, porque si el General San Martín se llega a enterar de esto, lo mandará a fusilar de inmediato.

Organización de la República (1823 - 1830)

¿Chile? ¿Qué Chile?

Vicente Pérez Rosales cuenta en libro de relatos personales Recuerdos del pasado (1814-1860) que acudió en 1830 a una oficina de entrega de pasaportes en París, Francia. Él relata que "Chile era tan poco conocido en Europa en 1830, como lo es para los chilenos en el día, la geografía de los compartimientos lunares".

Al llegar, fue consultado por el oficinista:

- ¿De qué país es usted caballero?
- De la república chilena.
- ¿Cómo dice usted?
- De Chile, señor.
- ¿ Qué está usted diciendo?… Chile, ¡vaya un nombre!
- Si, señor. - respondió Pérez- De Chile, república americana. ¿Qué tiene de extraño este nombre?
- ¡Ah, ah!, ¿de l’«Amérique», eh?… Chili… Chile, aguarde usted… Chile. Dígame usted más bien, caballero, ¿de qué pueblo es usted?, porque de tal Chili no hago memoria.
- De la ciudad de Santiago, señor.
- ¡Anda diablo! - exclamo entonces el sabio oficinista- ¡acabará usted de explicarse! - Y volviéndose a su escribiente le dictó estas palabras:
V. Pérez Rosales, natural de Santiago de México.

Al oír semejante atrocidad, Pérez Rosales exclamó exasperado: ¡De Chile! Que no de México

Pues, mándeseme mudar de aquí - respondió el geógrafo - y no me vuelva a entrar en mi oficina antes de averiguar mejor cuál es su patria.

República Conservadora (1831-1861)

La huida del ilustre perseguido político

Se cuenta que Benjamín Vicuña Mackenna, conocido opositor del régimen, tras la Revolución de 1851 debió arrancar de Chile disfrazado con ropas de mujer debido a la persecución que sufrió por parte del gobierno de Manuel Bulnes.

Cómo es su presidente

Diego Barros Arana, opositor del gobierno del presidente Manuel Montt, a consecuencia de la situación política interna, debió exiliarse en 1858. Estando en París, un miembro del Instituto de Francia le preguntó en una ocasión: "¿Qué tal gobierno hacen en su tierra los araucanos?", tras las respuestas del chileno, el francés contrapreguntó "¿Que su Presidente es blanco?". La respuesta de Barros Arana fue "el Presidente Montt es muy blanco y de formas apolíneas" –"¡A lo que obliga el patriotismo!", concluía el mismo Barros Arana al narrar posteriormente la situación, que ilustra la visión europea sobre Chile en dicha época.

República Liberal (1861 - 1891)

El espejo

Estando en plena Guerra del Pacífico se hacían interpelaciones a los titulares de los ministerios, y el ministro del interior del Presidente Aníbal Pinto Garmendia, Belisario Prats, tuvo que enfrentar una acusación en la cámara baja. Instantes antes de responder a la acusación, Prats discutió con el presidente, y al no estar este último de acuerdo con algunas de las proposiciones de Prats, éste le hizo un gesto grosero mientras Pinto estaba de espaldas. Pero un espejo lo traicionó, y al regresar victorioso de la acusación, Pinto trató con tanta frialdad a Prats que éste tuvo que renunciar a su alto cargo de gobierno. No se volvieron a hablar en su vida.

Año nuevo en Moquegua

Le tocó al comandante Arístides Martínez una misión que se desarrolló poco antes del desembarco del grueso del ejército en Ilo. Su misión era apoderarse de un convoy que conducía armas y destruir el ferrocarril a Moquegua. Desembarcaron el 30 de diciembre. Pero los ruidos de disparos chilenos sobre unas rocas que algunos supusieron ruidos del enemigos, hizo huir el convoy. Para repararlo, decidieron abordar uno de los trenes que partían a Moquegua a pasar el año nuevo.

Los trenes llegaron a la tarde del día 31, y los chilenos se encontraron rodeados de una multitud que salió a las calles a saludarlos, confundiéndoles con soldados peruanos, y todos se disputaban el placer de abrazarlos. De la alegría se pasó al terror entre los habitantes, al descubrir que los soldados eran chilenos. Los hombres huían y las mujeres se desmayaban, mientras Martínez y sus hombres celebraban el año nuevo en Moquegua.

Santa María (1)

Andaba el Presidente de la República Domingo Santa María paseando de noche por la Plaza de Armas de Santiago, cuando encuentra a un borracho durmiendo en uno de los bancos. El presidente indignado por aquel acto de desacato a las buenas costumbres, intentó despertarlo tocándolo con su bastón. El borracho sintiéndose interrumpido solo se dio vuelta de posición, pero como don Domingo insistió en lo suyo, el ebrio preguntó algo soñoliento y malhumorado:

  • ¿Quién molesta?

A lo que el Presidente de la República respondió:

  • Santa María

A lo que el borracho sin siquiera inmutarse y con los ojos cerrados responde:

  • Ora pro nobis (ruega por nosotros)....... y siguió durmiendo.

Santa María (2)

Durante la presidencia de Domingo Santa María González, las disputas entre la iglesia y el estado causaron una verdadera "guerra religiosa". Una historia cuenta que una mujer de clase alta le dijo una vez al Presidente Santa María que ella ya no rezaba el Rosario, pues significa repetir su nombre.

Santa María (3)

Al asumir la presidencia de la república, Domingo Santa María dio un extraño discurso en el Congreso Pleno. Santa María había ganado con una intervención electoral exageradamente alta por parte del Presidente Pinto, y en su discurso pronunció: "Yo sé que he sido electo con intervención electoral, y no me importa, no me importa porque mi elección fue la mejor que se pudo hacer en Chile, a pesar de no haber sido correcta". Esto sacó al debate una mala costumbre que venía desde hacia ya bastante tiempo, y mostró el descaro de Santa María, el más intervencionista de los Presidentes de Chile.

La eterna rotativa

Durante el gobierno de José Manuel Balmaceda Fernández, la rotativa ministerial alcanzo grados tan altos que llevaban a situaciones insólitas. Le ocurrió esto a un humilde párroco, que obtuvo una subvención para su parroquia en el ministerio de relaciones y culto.

Temiendo un cambio de ministerio, se apresuró a pedirle al ministro Matte la subvención, a lo que le respondió:

  • "No tema eso señor cura, porque Balmaceda nos ha asegurado que terminara su gobierno con nosotros, y para eso faltan más de dos años".

El ministerio cayó antes de firmar el decreto de la subvención, el cura obtuvo de su sucesor la promesa de firmar el papel, pero como tardaba en hacerlo lo increpo a firmar el papel en es mismo momento, a lo que el ministro respondió:

  • "¡Que curita tan apurón! ¿no le he dicho que su dinero esta seguro?"
  • "¿Y si sobreviene un cambio de ministerio?"
  • "No lo tema señor cura, el Presidente nos ha dicho que su deseo es terminar su gobierno con su actual gabinete, vuelva dentro de cuatro días y estará firmado"

El cura prefirió esperar para firmar el documento en el acto, hasta que a las 12:30 llegó el subsecretario a darle una noticia: el ministerio había renunciado y el ministro no volvería para firmar. Organizado el nuevo ministerio por Belisario Prats, el cura le dirigió a él sus dudas sobre su duración, a lo que dijo Prats:

  • "No hay cuidado sobre nuestra estabilidad, porque Balmaceda nos ha repetido que esta resuelto a concluir su gobierno con nosotros".
  • "¿Eso les ha dicho?" -replico con ironía el cura- "Entonces hoy mismo preparen sus maletas.¡esté usted cierto que le acaban de declarar la muerte!"

Y si se preguntan si el cura obtuvo finalmente la subvención, es triste decir que llegó la Guerra Civil de 1891, y el cura ni un peso alcanzó a recibir.

El hermanito del año

Sabido es que el Presidente de la República José Manuel Balmaceda Fernández, era resistido por buena parte de la oligarquía chilena, uno de los factores por el cual se desencadenó la Guerra Civil de 1891; lo curioso que uno de los que comandaba las fuerzas revolucionarias del Congreso, fue el ex veterano de la Guerra del Pacífico y hermano de Su Excelencia, el Teniente Coronel Vicente Balmaceda Fernández. Con estos hermanos, ¿para qué uno quiere enemigos?

República Parlamentaria (1891-1924)

La maldición del centenario

Desde comienzos del siglo XX, Chile se aprestaba a celebrar el centenario de la independencia con una serie de fiestas e inauguraciones, a las que habían sido invitadas diferentes delegaciones de todo el mundo. Sin embargo, una serie de hechos trágicos comenzaron a enlutar la celebración.

Los costos de la celebración aumentaban rápidamente: por ejemplo, el presupuesto del Museo de Bellas Artes, uno de los edificios simbólicos del centenario, había pasado de $495.310 de la época a $22.100.000 hacia 1905. En 1906, un fuerte terremoto asoló el puerto de Valparaíso. Ante la necesidad de reconstruir el puerto, muchas personas solicitaron la suspensión de la costosa celebración, sin embargo, el Senado se pronunciaría y mantendría los planes del gobierno. En tanto, el país entraba en una crisis económica y los ingresos provenientes del salitre no eran suficientes para costear el oneroso centenario. El descontento en la población aumentó y se produjeron diversas protestas y huelgas, destacando la matanza de Santa María de Iquique en 1907.

Sin embargo, la tragedia no terminaría allí. En 1906, Pedro Montt asumió la Presidencia con la convicción de ser el protagonista de las festividades. Sin embargo, la arteriosclerosis lo debilitaba cada vez más. Meses antes de la fecha esperada, Montt viajó a Alemania para tratar su enfermedad. Tras solicitar la renuncia de su ministro del Interior, Agustín Edwards McLure, invistió en dicho cargo a Elías Fernández Albano, quien lo subrogaría mientras estuviera ausente. Tras un largo viaje, Montt llegó a Bremen, donde fallecería el 16 de agosto. Fernández Albano presidiría el funeral del mandatario, 10 días después.

Cada vez quedaba menos para la celebración del centenario y la muerte del Presidente Montt había enlutado las festividades. Sin embargo, el 6 de septiembre la situación empeoraría con la repentina muerte de Fernández Albano producto de un resfrío. A doce días del aniversario de la independencia y con cientos de personas provenientes de diversas partes del orbe, el país se quedaba sin jefe de Estado. Debido a que la Constitución no especificaba claramente el orden de precedencia entre los Ministros de Estado, pues señala que debía asumir como vicepresidente el "Ministro del Despacho más antiguo", dos eran consideradas como posibles nuevos vicepresidentes: Luis Izquierdo y Emiliano Figueroa. El problema fue resuelto en el sentido que la antigüedad se refería a la fecha de juramento en el cargo de Ministro y no a la época de creación del respectivo Ministerio. Así fue designado Figueroa, que además era un hombre de mundo y la persona más apropiada para recibir a las delegaciones oficiales, liderando la triste conmemoración, el 18 de septiembre de 1910.

Un mito posterior daría otra explicación, puesto que el fallecido tenía las iniciales E.F (Elías Fernández) y muchos regalos ya habían sido enviados a dichas iniciales, era preferible elegir a Emiliano Figueroa para evitar problemas.

Desidia en La Moneda (parte 1)

Se cuenta que en una oportunidad, en el Congreso Nacional, el Presidente Ramón Barros Luco fue informado del enfrentamiento entre huelguistas y la policía, y en vez de preocuparse por el asunto se limitó a preguntar:

  • “¿Y quien va ganando?”.

Desidia en La Moneda (parte 2)

Cuando el Presidente Ramón Barros Luco removió a un gobernador provincial por no cumplir cabalmente con sus deberes, el funcionario le envió un telegrama diciendo:

  • Las sociedades obreras y las personas más importantes me piden que me quede”,

A lo que el presidente contesto con un simple:

  • No les haga caso”.

El sándwich presidencial

El Presidente de la República Ramón Barros Luco concurría regularmente a un conocido café, donde comúnmente pedía un sándwich de carne y queso caliente, combinación desconocida para la época. Sus seguidores comenzaron a imitarlo pidiendo "uno igual a Barros Luco". Bautizado así (Barros Luco), ese sándwich ha conservado su nombre hasta nuestros días.

El enano y el gigante

Antiguamente existía la costumbre que los Presidentes de Chile se pasaban unos a otros la misma banda presidencial, pero la tradición se rompió para el traspaso de mando de 1915, ya que a último momento se dieron cuenta que la banda presidencial del pequeño Presidente saliente Ramón Barros Luco no podría ajustarse al Presidente electo Juan Luis Sanfuentes Andonaegui, debido al tamaño de este que se acercaba a los dos metros, por lo que debieron realizarle una banda nueva para él.

La insignia del mando se quiere escapar

Para gran parte de la población, el símbolo del poder del Presidente de la República es la banda presidencial. Sin embargo, de acuerdo a la tradición nacional, éste realmente recae en la "piocha de O'Higgins" que se coloca sobre la banda. Durante la asunción del presidente Arturo Alessandri, ocurrió un hecho que ha querido considerarse como una especie de premonición de los acontecimientos que sucederían entre 1924 y 1925.

Luis Claro Solar, en su calidad de presidente del Senado, al tratar de colocar la piocha de O'Higgins sobre la banda presidencial, ésta se cayó al suelo. Claro Solar, se apresuró a levantarla y la colocó de nuevo sobre la banda. Arturo Alessandri al ver lo sucedido expresó: "Mal augurio me acompaña, la insignia del mando se quiere escapar", a lo que Claro Solar contestó: "No importa porque nada ha pasado; yo se la puse de nuevo".[2]

República Presidencial (1925-1973)

El León cumple su promesa

El símbolo de mando de la nación no es la banda presidencial, sino que es la piocha de O'Higgins. Insignia que tiene en el centro un compartimiento hueco con una cerradura.

Detentando la primera magistratura el "León de Tarapacá" Arturo Alessandri Palma se percató de este detalle y al terminar su primer mandato tomó un pequeño trozo papel, escribió sobre él, lo fechó y lo guardó dentro de la piocha.

Cuando salío electo Presidente de la República, por un segundo período, recibió la banda presidencial, y luego que se le hiciera entrega de la piocha, procedió a abrir la cerradura y sacar el papelito que estaba en su interior, exhibiéndola al público presente. Dicho trozo de papel decía "volveré".

Ibáñez, el atrevido

En su ambición por el poder, el General Carlos Ibáñez del Campo tuvo bastante pocos escrúpulos. Después de dirigir una protesta militar en las tribunas del Congreso conocida como el ruido de sables, hecho que había ocurrido por última vez en 1827, se dirigió al despacho del Presidente Arturo Alessandri en 1924 y le dijo que quería ser nombrado ministro de Guerra, lo que fue aceptado por el mandatario.

Después, volvió a hablar con el Presidente y le pidió que lo nombrara ministro de Interior. Alessandri, enojado, rechazó la propuesta de Ibáñez, y acabó por renunciar en 1925

El nuevo Presidente, Emiliano Figueroa Larraín sufrió el mismo acoso, pero cometió el error de nombrar a Ibáñez como ministro del Interior, y el General, decidió promulgar decretos sin la autorización del presidente. Figueroa, renunció finalmente en 1927. Ibáñez fue electo Presidente de la República ese mismo año y gobernó hasta su renuncia en 1931.

Su fracaso durante los años 1930, no le impidió sin embargo que siguiera intentando alcanzar el poder. Así, fue elegido democráticamente en 1952 y finalizó su mandato en 1958, esta vez de una manera mucho más adecuada.

Régimen Militar (1973-1990)

Los Martes de Merino

El Almirante José Toribio Merino fue el único miembro original de la Junta de Gobierno que gobernó el país entre 1973 y 1990, junto al General Augusto Pinochet. A diferencia de este último, Merino mantuvo un rol secundario pero no menos importante durante la dictadura. Sin embargo, una de sus características era sus controversiales declaraciones.

Merino solamente hablaba con la prensa los días martes y, a partir de 1983, sus frases dieron mucho que hablar. Merino, durante el conflicto con Bolivia por la mediterraneidad de este país, se refirió a sus habitantes como auquénidos metamorfoseados que aprendieron a hablar pero no a pensar”, lo que tensionó aún más las relaciones entre ambos países. De igual forma, Merino acostumbraba a dividir a los chilenos entre “nativos y moscovitas y a calificar a los comunistas como “humanoides”. Merino se defendía con una simple frase: “Yo no soy político, soy marino. Tengo derecho a decir lo que quiera”.

Los "Martes de Merino" se han convertido en el suceso de internet, mediante la página YouTube, donde se pueden encontrar varios videos, entre ellos, sus declaraciones sobre el Monseñor Juan Francisco Fresno [2], donde compara al eclesiástico con el Chapulín Colorado.

La expresión "Martes de Merino" fue acuniada no solo por las opiniones del Almirante dadas los martes, si no también por su similitud a la frase "Martes Femeninos". Esta frase es parte de la cultura chilena debido a que los topless, o strip clubs, usaban tener los martes en la noche bailarines masculinos, y eran dedicados a la audiencia femenina, mientras que el resto de la semana eran bailarines femeninos dedicados a la audiencia masculina.

Transición a la democracia (1990-presente)

La Parada de 1990

En la primera parada militar luego del fin del Régimen Militar, el 19 de septiembre de 1990, se produjo un polémico incidente. El general Carlos Parera Silva, comandante de la Guarnición de Santiago, en vez de solicitar el permiso de rigor al presidente Patricio Aylwin, se limitó simplemente a realizar un saludo, agraviando a la persona del primer presidente elegido democráticamente tras el fin de la dictadura. La parada continuó su desarrollo normalmente y el general fue dado de baja al año siguiente.

El Schaulsohnazo

Las elecciones municipales de 2004 tenían gran importancia como apronte de las elecciones parlamentarias y presidenciales del año siguiente. Así, cuando se definían los cupos, la comuna de Santiago era uno de los sitios más codiciados por todos los partidos. El intendente Marcelo Trivelli era el favorito para ganar la alcaldía capitalina, pero su partido negoció su bajada con el Partido Por la Democracia, el que insistía en que fuera el ex diputado Jorge Schaulsohn el representante de la Concertación.

Su rival era Raúl Alcaíno, representante de la Alianza por Chile. La campaña fue muy peleada entre ambos candidatos y las encuestas auguraban un resultado estrechísimo. El día de la elección, aproximadamente a las cuatro de la tarde y cuando nadie pensaba en dar los cómputos, Schaulsohn dio una conferencia de prensa donde expresó con bombos y platillos que él había ganado la elección, desatando la fiesta con sus seguidores. Minutos después, el gobierno daría las cifras que dejarían a Alcaíno como nuevo alcalde de la capital.

Las frases del ministro

Al igual que el Almirante Merino, el gobierno de Ricardo Lagos Escobar se caracterizó por las frases del Ministro de Salud, Pedro García Aspillaga, perteneciente a la Democracia Cristiana.

Una de sus frases más recordadas se produjo durante el año 2003 luego de ser consultado por la falta de leche en los consultorios, luego de que una provisión de ésta se encontraba en mal estado y fuese retirada de los centros de salud. Rodeado de periodistas que le preguntaban por las razones de la falta del alimento respondió: "Pregúntele a las vacas por qué no dan leche". La respuesta generó una fuerte molestia incluso en el propio gobierno, que calificó la frase como "desatinada".

Otras frases "célebres" del Ministro García:

  • "Con la hepatitis estamos comiendo caca" (2003)
  • "Acostumbrémonos a que la mamá saque su pechuga y dé leche a su guagua" (2003)
  • "No se puede garantizar que ahí no les vendan gatos" (refiriéndose a los controles de calidad en fondas, 2003)
  • "Aquí no hay ninguna agenda anti-ratones" (refiriéndose al control del virus hanta, 2004)
  • "Buscamos una salud «más mejor»... como dijo el huaso" (2004)
  • "El presidente confía en mí, así que «tranquiléin Yon Güein»" (2005)
  • "Use hilo de coser" (tras los reclamos de una mujer que no tenía dinero para hilo dental, 2005)
  • "Los niños vienen fallados de fábrica" (tras los reclamos por la mala atención de urgencias en invierno)
  • "¡Es su deber trabajar! ¡Es su deber!" (tras los reclamos de una trabajadora de la salud, debido a las precarias condiciones de su lugar de trabajo)

Una pequeña victoria

Tomás Hirsch fue candidato en la elección presidencial realizada el 11 de diciembre de 2005 como representante del Pacto Juntos Podemos Más. Su meta era alcanzar al menos el 9,17% obtenido por su conglomerado en las elecciones municipales del 2004 y aseguraba alcanzar los dos dígitos.

Sin embargo, los resultados fueron adversos. Obtuvo un 5,4%, menor incluso al resultado de la elección de alcaldes del 2004. Sin embargo, al menos Tomás Hirsch pudo disfrutar un poco del dulce sabor de la victoria al superar a los otros tres candidatos en una comuna. Hirsch obtuvo el 33,96% de los votos, mientras Sebastián Piñera obtuvo el 28,3%, Michelle Bachelet el 22,64% y Joaquín Lavín, el 15,1%. Aunque la comuna correspondía a la Antártica, la menos poblada y con menos electores (53) del país, los 18 votos que obtuvo el humanista le permitieron una victoria simbólica en el confín del mundo.

La caída del poder

Más de 80 años después de la asunción de Alessandri, la piocha de O'Higgins volvió a jugar una mala pasada al primer mandatario del país durante las ceremonias de cambio de mando.

El 12 de marzo de 2006, un día después de la inauguración de su mandato, Michelle Bachelet abordó el automóvil presidencial con rumbo a la Catedral Metropolitana para participar del Te Deum ecuménico en honor a su gobierno. Sin embargo, al subir al Ford Galaxie, la piocha de O'Higgins, que se coloca sobre la banda presidencial, quedó atascada con la puerta y se desprendió de la banda, cayendo al suelo.

Bachelet alcanzó a percatarse de lo sucedido y trató de buscar la piocha, pero un carabinero cercano notó el suceso y recogió el símbolo del poder. La primera Presidenta del país recibió la piocha y la guardó entre sus manos, aliviada luego de que por algunos segundos, su poder estuviera en el suelo.[3]

"Jarrazo" a la Ministra de Educación

El día 14 de julio de 2008, la Ministra de Educación doña Mónica Jiménez participaba en un debate acerca del proyecto de Ley General de Educación, elaborado tras los sucesos de la Revolución Pingüina de 2006. En eso, un grupo de manifestantes compuesto de estudiantes y profesores empezó a manifestarse en contra del mencionado proyecto. La ministra salió a calmar los ánimos y a explicar la situación, cuando de pronto la joven María Música Sepúlveda, estudiante en ese momento del Liceo Darío Salas de Santiago, toma un jarro lleno con agua y lanza su contenido a la cara de la ministra. Días después, la joven sería expulsada del colegio.[4]

Bibliografía

  • Encina, Francisco (1984). Historia de Chile desde la Prehistoria hasta 1891. Santiago de Chile: Editorial Ercilla. ISBN 956-10-1405-X.
  • Millar, Walterio (1988). Historia de Chile. Santiago de Chile: Editora Zig-Zag S.A. ISBN 956-12-0580-6. 51ª edición: Marzo de 1991.
  • Muñoz Salazar, Luis (1992). 500 años: Cronología de Chile 1492-1992. Santiago de Chile. ISBN 9567192013.
  • Silva G., Osvaldo (1996). Historia Contemporánea de Chile. México D.F.: Fondo de Cultura Económica.
  • Vial Correa, Gonzalo (1996). Historia de Chile, (1891-1973). Santiago de Chile: Editorial Zig-Zag.
  • Villalobos, Sergio (1979). Historia de Chile. Santiago de Chile: Editorial Universitaria.
  • Villalobos, Sergio (1980). Historia del Pueblo Chileno. Santiago de Chile: Editorial Zig Zag.
  • Vicente Pérez Rosales (1886). Recuerdos del pasado (1814-1860). Santiago de Chile: Editorial Zig Zag.

Notas

  1. de vínculo, Carta de Pedro de Valdivia al Emperador Carlos V.
  2. Alessandri Palma, Arturo: Recuerdos de gobierno, Nascimento, Santiago, 1967, t. I, pp. 56-57, citado por Corral Talciani, Hernán: Luis Claro Solar. Reseña biográfica de un gran jurista, publicado en La Semana Jurídica Nº 285, 2006, pp. 8-9 [1]
  3. Teletrece Internet (2006). «Presidenta extravío por unos segundos la piocha de O'Higgins». Consultado el 2006.
  4. Jarrazo de agua a la Ministra de Educación… seguimos movilizados: No a la LGE!!!, artículo aparecido en El Quinto Infierno

Véase también


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