Anschluss

Anschluss

El Anschluss (palabra alemana que, en un contexto político, significa 'unión', 'reunión' o 'anexión')[1] supuso la incorporación de Austria a la Alemania nazi en 1938 como una provincia del III Reich, pasando de Österreich a Ostmark (Marca del Este).

Los eventos del 12 de marzo de 1938 fueron los primeros grandes pasos en la expansión de Alemania largamente deseada por Adolf Hitler. Esta acción siguió a la devolución a Alemania de la región del Sarre, bajo control de la Sociedad de Naciones durante 15 años como se acordó en el Tratado de Versalles, y precedió a la inclusión de los Sudetes más tarde en 1938, la invasión de Checoslovaquia en 1939, y finalmente condujo a la Segunda Guerra Mundial con la Invasión de Polonia por tropas de Alemania, la Unión Soviética y Eslovaquia.

Contenido

Antecedentes

El Anschluss fue precedido por un período de creciente presión política sobre Austria, ejercida por Alemania, exigiendo el reconocimiento de Partido Nazi, proscrito en Austria, y más adelante su participación en el gobierno. El 13 de septiembre de 1931, la milicia de los cristiano-socialistas intentó vanamente tomar el poder en Austria por las armas.

Tras la victoria en las elecciones de abril de 1932, los nazis no obtuvieron la mayoría absoluta, por lo que pasaron a la oposición. Los nazis austríacos se lanzaron a una estrategia de tensión y recurrieron al terrorismo. El canciller cristiano-socialista Engelbert Dollfuss decidió en 1933 gobernar por decreto, disolver el parlamento, el partido comunista, el partido nacional-socialista y la poderosa milicia socialdemócrata, la Schutzbund. Su régimen tomó un tinte fascista con una preferencia hacia los modelos de Benito Mussolini y hacia el catolicismo tradicional, por lo cual fue apodado Austrofascismo. Dollfuss reprimió a los socialdemócratas que no querían dejar morir la democracia, ya fuera por la mano de Dollfuss o la de los nazis.

La dura represión de la policía tras una insurrección socialista en Linz en febrero de 1934 causó entre 1.000 y 2.000 muertos. Los socialdemócratas se exiliaron. Entretanto, los nazis austriacos se habían reforzado y organizado, exigiendo un fascismo más germánico y subordinado a Alemania. En su afán de tomar el poder lanzaron una fallida revuelta y asesinaron al canciller Dollfuss el 25 de julio de 1934 en el edificio del gobierno en Viena, pero su golpe de Estado fracasó. El ejército austriaco no se unió a la rebelión, mientras que los seguidores austrofascistas de Dollfuss lograron aislar y reducir a las bandas de nazis austriacos armados que intentaron organizarse.

Hitler tuvo conocimiento de que la viuda y los hijos del asesinado Dollfuss se hallaban en ese momento como huéspedes del dictador italiano Benito Mussolini. Precisamente, cuando Mussolini supo lo acontecido a Dollfuss en Viena, el 26 de julio ordenó movilizar tropas italianas en la frontera alpina con Austria, amenazando con intervenir militarmente para sostener a los sucesores de Dollfuss en caso necesario. Hitler no contaba entonces con la Wehrmacht en toda su fuerza ni bajo control total del nazismo, y aún en ese caso tampoco deseaba un conflicto con un régimen ideológicamente tan cercano como la Italia fascista, por lo cual se abstuvo de enviar tropas para apoyar a los nazis austriacos.

Presión alemana sobre Austria

El nuevo canciller Kurt Schuschnigg insistió en proseguir el sistema político de Dollfuss, manteniendo una dictadura nacionalista y pro fascista, e impidiendo toda opción política que propugnase la anexión a Alemania, para lo cual contó con el apoyo tácito de políticos socialistas y católicos, que juzgaron al Austrofascismo como un mal mucho menor que el nazismo alemán. No obstante, los nazis austriacos habían empezado a organizarse más cuidadosamente para una posible rebelión futura, y eligieron como táctica el terrorismo contra autoridades gubernamentales y contra conocidos militantes antinazis; otras actividades comunes eran el sabotaje y la destrucción deliberada. Entre agosto de 1934 y marzo 1938 los atentados de nazis austriacos mataron a 800 personas.

La situación interna de Austria amenezaba con una una guerra civil entre el gobierno y los nazis austriacos, que recibían financiamiento y armas del propio Tercer Reich, y que habían logrado captar una gran cantidad de simpatizantes entre la juventud austriaca que sufría del desempleo debido a la Gran Depresión de 1929 que aún afectaba a Austria. En este contexto de disturbios sociales, el canciller Kurt Schuschnigg fue convocado a una reunión con Hitler en el "Nido del Águila", en Berchtesgaden el 12 de febrero de 1938, fecha cuando los sabotajes nazis en Austria alcanzaban un nivel tal que perturbaban la vida cotidiana de la república alpina. El programa exigido por Hitler era claro: amnistía a los nazis austriacos por los crímenes cometidos y darles puestos en el gobierno, establecer un sistema de colaboración mutua entre la Wehrmacht y el ejército federal austriaco, e inserción de Austria en el área aduanera alemana, a cambio de que Alemania no interviniese más en la crisis política. Este plan fue presentado por Hitler a Schuschnigg junto con precisiones de Joachim von Ribbentrop y Franz von Papen (el embajador alemán en Viena).

La entrevista Schuschnigg-Hitler resultó tempestuosa al explicarse en detalle las exigencias del Tercer Reich, pues el dictador alemán amenazó al canciller austriaco con alentar una guerra civil en Austria, con ayuda de los nazis austriacos, si no eran aceptadas todas sus condiciones. Hitler literalmente amenazó a Schuschnigg con "transformar a Austria en una segunda España" si no se satisfacían sus demandas, para lo cual el dictador nazi convocó a la sala de reuniones a los jefes militares Wilhelm Keitel, Hugo Sperrle y Walther von Reichenau que según Hitler, se hallaban allí "por coincidencia". Schuschnigg abandonó Berchtesgaden el mismo 12 de febrero junto al presidente austriaco Wilhelm Miklas, temiendo ambos una invasión del III Reich en cualquier momento.

De vuelta en Viena, el canciller de Austria Kurt Schuschnigg aceptó dar libertad a los nazis austriacos encarcelados, y entregó el Ministerio de Policía al nazi local Arthur Seyss-Inquart, en un último intento de mantener la independencia de Austria. No obstante, los nazis austriacos no se daban por satisfechos pues ahora Schuschnigg se apoyaba en socialistas y católicos para preservar la independencia de Austria, por lo cual los atentados y sabotajes nazis prosiguieron. Por su parte Hitler en un discurso público se refirió el 3 de marzo de 1938 a los austriacos como "10 millones de alemanes que viven fuera de nuestras fronteras", acreditando así su intención anexionista respecto de Austria.

La anexión

Presionado por los hechos, Schuschnigg anunció un referéndum el miércoles 9 de marzo de 1938 para determinar la independencia o la unión con Alemania, para así beneficiarse de la legitimidad popular y mostrar las intenciones expansionistas de Hitler. Respecto al referendo, Schuschnigg definió de acuerdo con el presidente Miklas que se establecería los 25 años de edad como edad mínima para votar, evitando la participación masiva de jóvenes desempleados que constituían la mayor reserva de militantes nazis de Austria. La fecha de la consulta popular sería el domingo 13 de marzo. Cuando Hitler se enteró de las intenciones de Schuschnigg entró en furia y ordenó a los nazis austriacos pasar a la acción para evitar que se celebre tal referéndum.

Antes que el referéndum fuera posible, los nazis austriacos lanzaron una ola de ataques violentos contra las entidades gubernamentales, mientras la policía austriaca (en manos de Seyss-Inquart) era impedida de oponerse. Alemania cerró las fronteras y empezó a movilizar sus tropas, mientras que los nazis austriacos se abstenían de repetir el intento de golpe de estado de cuatro años antes contra Dolfuss: ahora creaban el caos en todo el país con algaradas callejeras y violencias de toda clase (incendios, saqueos, destrucción de oficinas públicas), para generar una situación de caos y provocar una verdadera guerra civil contra socialdemócratas y católicos. Mientras tanto Hitler decidía la invasión alemana de Austria y discutía con el estado mayor de la Wehrmacht los planes necesarios.

Los disturbios masivos causados por nazis se sucedieron en Graz, Linz, Innsbruck y Viena a lo largo del 10 y 11 de marzo, con la consiguiente represión de tropas austriacas aún leales al gobierno. El plan de Hitler era que el presidente Miklas destituyese a Schuschnigg ante el temor de una guerra civil y que nombrase a Seyss-Inquart como canciller de Austria. Luego estaba planeado que Seyss-Inquart aprovecharía su nuevo cargo para solicitar ayuda militar a Alemania con el objetivo de poner fin a la crisis austriaca, disipando así toda apariencia de invasión alemana.

Al amanecer del viernes 11 de marzo las juventudes nazis, ahora armadas y disciplinadas, se habían constituido en una milicia que tomaba los edificios gubernamentales por todas las ciudades principales de Austria con apoyo de agentes de la Gestapo infiltrados inclusive en la misma capital austriaca. Ante la amenaza de una revuelta armada masiva patrocinada por Alemania, el canciller Schuschnigg trataba de buscar apoyo en Gran Bretaña o Francia para detener la agresión alemana pero ninguno de estos gobiernos mostró intención alguna de intervenir.

Policías de frontera alemanes y austriacos desmontan conjuntamente un puesto limítrofe el 15 de marzo de 1938.

El presidente Wilhelm Miklas recibía un ultimátum del propio Hitler a las 12.00 del viernes 11 de marzo, exigiéndole que deje sin efecto el referéndum ordenado por Schuschnigg, dándole un plazo de dos horas que vencería supuestamente a las 13.00 debido a una demora alemana en hacer llegar el mensaje. Miklas discute la situación con Schuschnigg pero no acepta dejar sin efecto el referéndum ya convocado y planificado.

No obstante, un nuevo mensaje altera el curso de los eventos, pues a las 15.30 , Hitler envía un nuevo ultimátum a Miklas exigiendo nada menos que se destituya a Kurt Schuschnigg como canciller y se entregue su puesto al nazi austríaco Seyss-Inquart. Esta vez Miklas se niega expresamente a aceptar este pedido y en las horas que siguen busca encargar a cancillería a otro líder político en tanto Schuschnigg ya está dispuesto a renunciar. Pese a sus esfuerzos, Miklas no logró que otro líder político o militar austriaco aceptase el cargo de canciller en momentos de caos generalizado, y a las 17.00 recibe un nuevo mensaje de Hermann Goering: Hitler exigía que la designación de Seyss-Inquart fuera realizada a más tardar a las 19.30.

Por su parte, Kurt Schuschnigg estaba dispuesto a renunciar a su puesto si fuese necesario para evitar una invasión alemana. Viendo la situación casi perdida, líderes del Frente Patriótico de Dollfuss parten al exilio esa misma tarde. Finalmente Schuschnigg decide tomar la iniciativa y pronuncia un emotivo discurso radiofónico a las 19.47 despidiéndose del pueblo austríaco y presentando su renuncia al cargo de canciller mientras alegaba que ha hecho todo lo posible por salvagurdar la independencia del país. Schuschnigg termina la alocución con la frase "Gott schütze Österreich" (en alemán Dios proteja a Austria).

Pese a la renuncia de Schuschnigg, el presidente Miklas aún se niega a legitimar la proyectada invasión alemana nombrando un nazi como canciller, aún cuando a las 20.00 las calles de Viena ya están prácticamente dominadas por los nazis austriacos, dedicados a imponer su autoridad por la fuerza y a colgar banderas nazis o decorar con esvásticas la bandera de Austria en los edifcios públicos.

Tropas alemanas entran en Viena el 14 de marzo de 1938

Mientras tanto Hitler aún dudaba de la reacción de Benito Mussolini ante los hechos, considerando la protección italiana que ya había sido otorgada a la I República de Austria en 1934 tras el asesinato de Dollfuss, pero tras la mutua colaboración italo-alemana en la conquista de Abisinia y la guerra de España, la Italia fascista se había alineado definitivamente con el Tercer Reich.

Así, tras una consulta diplomática del príncipe Phillip von Hesse (embajador alemán en Roma), a las 21.00 del 11 de marzo el ministro italiano Galeazzo Ciano informó a Hitler, por medio de Phillip von Hesse, que Mussolini no haría intervenir a Italia en los sucesos de Austria. Esta noticia fue conocida de inmediato en Viena y dejó a Miklas y Schuschnigg privados de su único gran aliado extranjero, mientras de inmediato Hitler llamaba por teléfono a su embajador en Roma para que este exprese el "profundo agradecimiento personal" del Führer hacia el Duce.

Al transcurrir la noche, y sin recibir noticias de Viena sobre la designación de Seyss-Inquart como canciller austriaco, Hitler entró en furia y ordenó a las tropas de la Wehrmacht proceder con la invasión de Austria a las 22.00 del 11 de marzo, Hitler ordena también la falsificación de un telegrama supuestamente enviado por Seyss-Inquart desde Viena como nuevo canciller y en donde este jefe nazi pedía ayuda a Hitler para restablecer el orden en Austria. Hitler ya no estaba conforme sólo con la renuncia de Schuschnigg, y había sostenido que Miklas también debería renunciar a su cargo.

Mientras tanto los nazis austriacos seguían su campaña de destrucciones y revueltas contra el gobierno, sembrando el desorden. A la medianoche del 11 de marzo, los nazis austriacos habían ocupado casi todos los edificios gubernamentales de Viena, arrestando a los líderes políticos antinazis que pudieron hallar, contando con la colaboración de policías y reclutas de simpatías nazis.

Tropas alemanas entrando en Viena, el martes 15 de marzo de 1938

En la mañana del 12 de marzo, el presidente Miklas aceptó finalmente designar a Seyss-Inquart como canciller austriaco, pero esta medida resultaba inútil pues al amanecer las tropas de la Wehrmacht alemana ya habían cruzado la frontera, iniciando su invasión. Los nazis austriacos arrestaban al presidente Miklas al mediodía, con apoyo de agentes de la Gestapo infiltrados en Viena y Arthur Seyss-Inquart tomaba el puesto de canciller en la capital austriaca, dando la bienvenida a las tropas de la Wehrmacht que entraban al país. Al día siguiente, las fuerzas alemanas ocupaban sin resistencia toda Austria, hallando un recibimiento efusivo y favorable que les sorprendió, tanto en localidades pequeñas como en las ciudades más grandes. No obstante, el mal estado de muchos transportes de tropas causó retrasos en el avance de la Wehrmacht, lo cual no dejó de preocupar a los jefes militares alemanes.

Hitler mismo cruzó la frontera austriaca el sábado 12 de marzo a las 16.00, dirigiéndose a Braunau, su localidad natal, y más tarde a Linz. El recibimiento entusiasta de la población austriaca a las tropas alemanas sorprendió incluso al líder nazi Hermann Goering que llegó a Viena el domingo 13 de marzo para coordinar con Seyss-Inquart los detalles de la toma del poder por los nazis. La culminación fue la llegada de Hitler a Viena el martes 15 de marzo, declarando la anexión de Austria a Alemania en la Heldenplatz vienesa ante 250.000 simpatizantes.

Plebiscito

Papeleta en blanco que dice: "¿Estás de acuerdo con la reunificación de Austria con el Reich Alemán efectuada el 13 de marzo de 1938 y votas en favor de la lista de nuestro Führer?" El círculo mayor es para el "sí" y el pequeño para el "no".

Tras la ocupación alemana, se estableció la supresión de la I República de Austria, la conversión de Austria (Österreich en alemán, literalmente Imperio Oriental) en la provincia de Ostmark (en alemán Marca Oriental) y la designación de Arthur Seyß-Inquart como gobernador general (aboliendo el puesto de canciller). Hitler, para legitimar los eventos de marzo de 1938, anunció un plebiscito para el 10 de abril de 1938, menos de un mes después de la anexión, que serviría para convalidar el Anschluss.

La unión con Alemania tuvo el apoyo del 99,73% del electorado.[2] Si bien el resultado no fue manipulado, sí lo había sido todo el proceso electoral. Para empezar, no había voto secreto y la papeleta se tenía que rellenar delante de los oficiales de las SS para entregársela después a estos en sus manos, en lugar que el elector la introduzca en una urna. En dicha papeleta aparecía al centro un círculo muy grande donde poner "sí", y otro más pequeño a la derecha donde poner "no", incitando claramente el voto a favor de los nazis.

Además no hubo campaña posible a favor del "no", pues imediatamente tras la anexión habían sido detenidas 70.000 personas en pocos días: judíos, socialdemócratas y comunistas, así como toda la cúpula política de la I República de Austria, entre los que estaban conocidos líderes políticos como Richard Schmitz, Leopold Figl, Friedrich Hillegeist y Franz Olah. El censo electoral dejó fuera a 400.000 ciudadanos (un 10% de los votantes potenciales), mayoritariamente de izquierdas y judíos. Por último un dato curioso: en Innervillgraten, una pequeña población donde la votación no estuvo custodiada por la Wehrmacht, el resultado fue de un 95% de votos contrarios a la anexión.[3]

Consecuencias

La respuesta internacional al Anschluss fue tibia: Los aliados de la Primera Guerra Mundial solamente presentaron protestas diplomáticas, sin tomar acciones concretas que revirtieran el Anschluss, aun cuando los aliados eran, sobre el papel, los responsables de impedir la unión entre Austria y Alemania establecida específicamente en el Tratado de Versalles. Gran Bretaña sostuvo que los eventos del Anschluss eran irreversibles, aun reconociendo que Hitler había violentado el tratado de paz. Francia se expresó en similares términos y se abstuvo de pedir boicot alguno contra Alemania por esta acción.

Dentro de Austria, el Anschluss fue muy resistido por los opositores al nazismo, pero fue asumido como una situación política inevitable por la mayoría de la población. Los líderes religiosos católicos y protestantes pidieron a sus feligreses no oponerse activamente a la nazificación de Austria por temor a desencadenar un conflicto sangriento. Socialistas y nacionalistas, con el mismo argumento, pidieron también que el Anschluss fuese aceptado como un hecho consumado.

Por su parte, los nazis austriacos apoyaron decisivamente la anexión a Alemania y colaboraron eficazmente en la nazificación de Austria y su sociedad. Muchos nazis nativos de Austria, además del propio Hitler, llegaron a ocupar cargos destacados dentro de la jerarquía del Tercer Reich, como Ernst Kaltenbrunner, Amon Göth y otros, mientras varios centenares de nazis austriacos engrosaron pronto las filas del Partido Nazi y de la propia SS, sin desmerecer en fanatismo y brutalidad a sus conmilitones alemanes.

Austria dejó de ser nación independiente y quedó dividida en siete distritos análogos a los Gaue de la Alemania nazi. Sus funcionarios públicos y oficiales del ejército pasaron a depender de sus pares alemanes, excepto aquellos expulsados de sus puestos por oponerse al nazismo. En 1943, los aliados, mediante la "Declaración de Moscú", reconocieron a Austria como «la primera víctima del nazismo» y se comprometieron a restablecer su independencia nacional, declarando nulo y sin valor el Anschluss. No obstante, los firmantes de la declaración también advirtieron de que el nazismo austriaco asumía toda la culpabilidad que le correspondiera por crímenes de guerra en la misma proporción que el Tercer Reich.

El 27 de abril de 1945, cuando la Wehrmacht había sido expulsada de casi todo el territorio austriaco, se instauró un gobierno provisional en Viena, que fue reconocido por los Aliados a los pocos meses.

Austria, por tanto, entró a formar parte del III Reich desde esta fecha hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, cuando el gobierno interino austríaco declaró el Anschluss "null und nichtig" («nulo e inválido»), el 27 de abril de 1945. Las fuerzas de ocupación trataron a Austria como un país distinto de Alemania, pero no se restituyó su soberanía hasta el "Tratado para el restablecimiento de Austria independiente y democrática", firmado en Viena el 15 de mayo de 1955, y la declaración de neutralidad del país, del mismo año.

Curiosidades

El futbolista austríaco Matthias Sindelar, también conocido como El Mozart del fútbol, se negó a jugar en la selección alemana del Tercer Reich. El 23 de enero de 1939 fue encontrado muerto. Según informes oficiales se suicidó por la inhalación de monóxido de carbono.

Véase también

Notas y referencias

  1. Enrique Alvarez-Prada (2002). Langenscheidts Handwörterbuch. Teil II, Deutsch-Spanisch (16ª edición). Langenscheidt. p. 51. ISBN 3468043465. 
  2. "Die propagandistische Vorbereitung der Volksabstimmung," Archivo de la Resistencia austríaca, Viena, 1988 (acceso el 10 de junio de 2005).
  3. 1938: Austria, MSN Encarta. (acceso el 10 de junio de 2005).

Bibliografía utilizada

  • Bukey, Evan Burr (1986). Hitler's Hometown: Linz, Austria, 1908-1945. Indiana University Press ISBN 0-253-32833-0.
  • Parkinson, F. (ed.) (1989). Conquering the Past: Austrian Nazism Yesterday and Today. Wayne State University Press. ISBN 0-8143-2054-6.
  • Pauley, Bruce F. (1981). Hitler and the Forgotten Nazis: A History of Austrian National Socialism University of North Carolina Press. ISBN 0-8078-1456-3.
  • Scheuch, Manfred (2005). Der Weg zum Heldenplatz: eine Geschichte der österreichischen Diktatur. 1933-1938. ISBN 3-8258-7712-4.
  • Schuschnigg, Kurt (1971). The brutal takeover: The Austrian ex-Chancellor's account of the Anschluss of Austria by Hitler. Weidenfeld and Nicolson. ISBN 0-297-00321-6.
  • Stuckel, Eva-Maria (2001). Österreich, Monarchie, Operette und Anschluss: Antisemitismus, Faschismus und Nationalsozialismus im Fadenkreuz von Ingeborg Bachman und Elias Canetti.

Bibliografía adicional

Enlaces externos


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  • Anschluss — The Audio|Anschluss.ogg|Anschluss [Until the German spelling reform of 1996, the word was spelled Anschluß .] (IPA de|ˈanʃlʊs; German: link up ), also known as the Audio|Anschluss Österreichs.ogg|Anschluss Österreichs, was the 1938 annexation of… …   Wikipedia

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  • Anschluss — Buchse; Stecker; Steckkontakt; Knotenpunkt; Schnittstelle; Interface; Verbindung; Umsteigemöglichkeit * * * An|schluss [ anʃlʊs], der; es, Anschlüsse [ anʃlʏsə]: 1. Verbindung (mit etwas), besonders in Bezug auf Strom …   Universal-Lexikon

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