Neuroartes

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Neuroartes es el término propuesto por el filósofo belga Luc Delannoy para ilustrar las relaciones íntimas entre las artes (desde la perspectivas del creador como del receptor), el cerebro humano y el sistema nervioso central. También se denomina así el modelo educativo basado en estas mismas relaciones.

Contenido

Introducción

Proponemos el término de Neuroartes para ilustrar las relaciones entre el cerebro, los sistemas nerviosos humanos (central, periférico, voluntario, autónomo), las expresiones artísticas y el mundo que nos rodea o mejor dicho los mundos que creamos/construimos-. El concepto de Neuroartes implica la formulación de nuevas propuestas sobre la percepción humana, la imaginación, el conocimiento y su propósito, la sabiduría y el bienestar individual y colectivo. También implica el estudio del cerebro humano, su evolución, su estructura y sus funciones; propone además un acercamiento al entendimiento de la mente y de la consciencia humana. Nuestra propuesta tiene el sujeto como eje fundamental. No podemos seguir estudiando al sujeto exclusivamente desde la perspectiva de la tercera persona. Elaborar una teoría de la percepción inclusiva representa una necesidad para poder ubicarse libremente en el mundo y relacionarse con los demás. Es fundamental considerar la importancia de la experiencia en esta teoría de la percepción.

Establecer dichas relaciones significa abrir un diálogo dinámico entre la filosofía, el arte y sus actores y la ciencia empírica. Las prácticas artísticas tienen bases biológicas; son la expresión de la esencia y de la vivencia humana. A través de su poder imaginativo el arte nos revela a nosotros mismos e invita a un dialogo con el Otro. El estudio de la biología de la imaginación es necesario (Aristóteles, 2005; Baron-Cohen, 2007).[1]


Es importante desmitificar el arte aceptando su origen natural; es decir sus bases biológicas. El arte es una actividad humana y como cualquier actividad humana obedece a las leyes y reglas del cerebro y a las relaciones entre el cerebro, el cuerpo y mundos en los cuales nos movemos. El arte es una forma de (auto) conocimiento (Dewey, 2005). Reconocer y estudiar sus bases biológicas implica estudiar las bases biológicas del conocimiento (Edelman, 2006).[2]

Uno de los enfoques del diálogo interdisciplinario que proponemos es el desarrollo de un programa de atención a niños y adolescentes que padecen de trastornos neurológicos y mentales con el propósito de mejorar su calidad de vida. También ofrecemos un programa formativo y preventivo para el público en general.


Neuroartes como espacio de reflexión interdisciplinario

Como espacio de reflexión interdisciplinario Neuroartes parte de una serie de observaciones científicas y filosóficas -la hermenéutica y de la fenomenología con sus nuevas propuestas son nuestra base-. La consciencia humana, la música y las artes son los ejes centrales de nuestras reflexiones.

Nuestros axiomas son los siguientes:

1.- Todas las actividades humanas dependen de la organización y de las leyes del cerebro.

2.- Existe una continuidad entre vida-mente-arte-cuerpo-mundo.

Sin embargo estos dos axiomas podrían parecer contradictorios ya que el segundo implicaría considerar una posible extensión de los procesos cognitivos humanos al cuerpo humano y a herramientas y estructuras no-biológicas.

Así que es oportuno modificar el primer axioma: - Todas las actividades humanas dependen de la organización y de las leyes del cerebro, un cerebro en un cuerpo pensante; los procesos cognitivos humanos pueden ser complementados por herramientas y estructuras no-biológicas.

Ser humano no es un estado sino un proceso dinámico impulsado por la educación de nuestros sentimientos, sensibilidades y pensamientos y por las relaciones que desarrollamos con los demás y con el mundo. La sobrevivencia, la vivencia y el futuro de nuestra especie dependen no solamente de la ciencia y de las matemáticas (lo intelectual), sino también de la formación continua de nuestras sensibilidades y percepciones (lo sensible) ya que nos permiten vivir juntos en sociedad y con el mundo. Las artes multiculturales contribuyen a la comprensión de nuestras realidades económicas, sociales y culturales. Las artes muestran maneras de cultivar la vida espiritual, mental y física de los seres humanos; asimismo enseñan formas para respetar nuestro medio ambiente y humanizar nuestro entorno social.

Al equilibrar en un esfuerzo conjunto con profesores, alumnos y padres de familia la enseñanza de las artes con educación filosófica y científica nuestra propuesta Neuroartes propone llevarnos a una cultura más humana en la cual desaparezcan los fenómenos de exclusión. Se trata de formar individuos con una actitud estética, esto es decir armonizar nuestros sentidos, percepciones, sentimientos, deseos, actividades, instituciones y entornos. Una actitud estética se logra también con una consciencia ecológica (Lao Tsé [3] ) y un sentido de la armonía (Confucio [4]) para estabilizar las relaciones sociales.

La estética no concierne exclusivamente a las obras de arte y a la naturaleza, sino también a todos los aspectos del ser y del hacer. Así los objetos de arte contribuyen a la construcción y a la transformación de los seres humanos. Resultados de investigaciones neurocientíficas (Zeki, 1999; Solso, 2000; Ramachandran, 2005.)[5] [6] han mostrando el impacto de las artes en la biología humana -confirmación de una intuición filosófica occidental y oriental-. Las artes tienen la capacidad de formar y moldear el desarrollo humano así como formar el crecimiento intelectual y espiritual. La experiencia estética vivida a través de la práctica de las artes ayuda a aprender a conocer, a hacer, a vivir juntos y a ser - los cuatro pilares fundamentales de una nueva educación.

Miembros de nuestro equipo de trabajo como maestros y artistas con formación filosófica y neurocientífica desarrollan varias propuestas académicas para niños, adolescentes y adultos que se inscriben dentro del diseño de aprendizajes comportamentales que favorecen no solamente las competencias transversales sino estados internos como la atención, la concentración, la motivación y la armonía con el medio ambiente para así lograr una amplificación de la consciencia de las señales llegadas del mundo exterior y también de su propio mundo interior.

En este caso la palabra Neuroartes podría ser definida como la forma de hacer arte desde el punto de vista de la salud, abarcando la salud física y mental del individuo a nivel terapéutico como a nivel preventivo. Por ejemplo, en el caso específico del trastorno de déficit de atención (TDA) consideramos que los medicamentos no son la única opción terapéutica. Nuestra intención es proponer una alternativa al tratamiento farmacológico y a la simple terapia ocupacional.

Recurrimos a la neuroestética (Changeux, 2005.) [7] y a la neuromusicología (Peretz, 2003), dos disciplinas que estudian las bases biológicas de los procesos creativos, para subrayar el impacto de la creación artística y de la percepción de una obra de arte en la plasticidad cerebral y afectiva del sujeto. Consideramos que los eventos mentales y los procesos de atención son habilidades flexibles. Identificar posible sustratos neuronales del TDA permite actuar sobre ellos. Así, nuestra propuesta, que va más allá de la terapia ocupacional y del arte-terapía, es que a mediano y largo plazo, el arte y la interacción con las expresiones artísticas puedan modificar nuestro comportamiento como individuos y como sociedad. Si logramos desarrollar una estructura interna en el sujeto así como favorecer sus procesos de empatía le ayudaremos a estructurar el mundo en el cual vive.

Neuroartes es el conocimiento como proceso de creación; abre nuevas posibilidades de vida no solamente a nivel terapéutico sino también a niveles formativo y preventivo.

Neuroartes no es un lugar sino un servicio, una actitud, una filosofía.


Consideraciones científicas y filosóficas para el programa de Neuroartes

Nuestras relaciones con los objetos en el mundo afectan los mecanismos neuronales y corporales de la percepción.

Unas semanas después de la concepción nuestra subjetividad es encarnada; desde este instante el conocimiento del mundo será relativo y distinto para cada cuerpo/individuo. Nuestro vivido es afectado por la carne del mundo en el cual vivimos y la materia viva del cuerpo de nuestras madres. La carne del mundo se refiere al tejido invisible que crece entre los individuos mismos, entre estos individuos y las cosas del mundo. Así, en materia de arte, se teje un tercer cuerpo invisible entre el sujeto y la obra que contempla.

Aunque sean estructuralmente similares nuestros cerebros y sistemas nerviosos son únicos. Al nacer no podremos ni sentir ni percibir lo mismo frente a un mismo objeto. No existe objetividad pura, ni una certeza objetiva pura. Nuestra neurobiología nos hace diferentes, somos subjetividades encarnadas con nuestros deseos, placeres, desagrados, dolores, indiferencias. Nuestros deseos y placeres hacen que no seamos autómatas. Los contornos del mundo que abrazamos nos afectan. Nos afectan de forma diferente porque todos somos diferentes, somos cada uno en nuestro mundo. También modificamos el mundo y sus contornos o sea que no podemos tomar el mundo por dado. El cerebro procesa los contenidos de nuestros procesos sensoriales y perceptivos, así el cerebro se presenta como la herramienta de la cognición encarnada en nuestro cuerpo. El mundo penetra nuestro cuerpo por los sentidos y nuestro cuerpo construye un prototipo dinámico del mundo.

Si el cuerpo es sensible, significa que se ubica en un entorno sensible en el cual el contacto es fundamental; el resultado de cualquier contacto afectara el cuerpo. En este sentido mi cuerpo es sensible/abierto al mundo. Las superficies sensibles de mi cuerpo convergen hacía las cosas del mundo como convergen hacía el arte. Esta apertura tendrá consecuencias sensibles y afectivas.

De acuerdo a las teorías del científico británico Sémir Zeki la función principal del cerebro es la adquisición de conocimientos. El arte es una extensión del cerebro, su función es la adquisición de conocimientos –una idea ya encontrada en Aristóteles (2004)-.

Inspirándonos de John Dewey (2005) [8], avanzamos que el encuentro con el arte se podría esquematizar de la siguiente manera:

Experiencia--arte (producción, percepción, proceso de transformación)--experiencia--conocimiento.

En lugar de una adquisición de conocimientos preferimos hablar de un despertar neuronal basado en la captación, el procesamiento interno y la integración de estímulos exteriores. Si lo consideramos como un camino a la sabiduría este despertar puede hacer del sujeto un ser humano vivo y equilibrado.

El despertar neuronal que genera el arte se manifiesta primero en el distanciamiento entre el artista y su obra, y luego entre la obra y el intérprete y el público. El arte abre espacios abiertos de diálogos, comunicaciones emocionales intersubjetivas. Este distanciamiento en dos etapas permite el surgimiento de posibles interpretaciones; desaparece al momento de la interpretación que siempre es impredecible. Los correlatos neuronales de estas posibilidades son lo que llamaría la apertura sináptica plástica. Es probable que una neuro-plasticidad consciente permitiria una re-formación funcional de nuestro cerebro. De esta metamorfosis surge una consciencia modificada, una consciencia siempre en transición, en trans-acción.

Somos el espacio que se abre en el distanciamiento.

Los contenidos de los talleres de Neuroartes se basan en principios físicos y neurofisiológicos; queremos actuar sobre los procesos fisiológicos que tienen efectos psicológicos. Los talleres son orientados hacia el proceso, hacía la meta-cognición: el proceso de aprender a aprender. El conocimiento es un proceso continuo y dinámico logrado mediante la plasticidad neuronal.

La plasticidad neuronal es la habilidad de los circuitos neuronales de sufrir cambios en su función o en su organización debido a una actividad previa. La mayor parte de los sistemas del cerebro son plásticos, es decir modificables por las experiencias, lo que significa que las sinapsis y las redes sinápticas involucradas cambian con la experiencia. El sistema nervioso es una organización dinámica en la cual la plasticidad es una propiedad intrínseca que se relaciona con la adquisición de nuevas memorias y habilidades como consecuencia obligada de percepciones y acciones motoras.

El principio según el cual aprender y memorizar están basados en los cambios de la eficiencia sináptica fue propagado por Donald Hebb (1949) [9] –entre otros-. Más específicamente, él sugirió que el conjunto de actividades pre y post-sinápticas contribuye al reforzamiento de conexiones sinápticas. Las ideas de Hebb fueron aplicadas a diferentes áreas de la neuro-plasticidad.

Para explicar las bases neuronales de los inventos/invenciones culturales, el investigador francés Stanislas Dehaene (2005) [10] propone la hipótesis de una reconversión neuronal la cual permite no caer en el concepto de una plasticidad absoluta, sino de una plasticidad bajo comando.

Según Dehaene en el seno de nuestra arquitectura cerebral la flexibilidad de nuestras redes neuronales permite la reconversión de un área a una nueva función. Así la plasticidad reforzaría la posibilidad de reconversión. Podemos adaptar este concepto al aprendizaje del arte.

El cerebro actúa como herramienta para la adquisición de conocimientos y así podemos andar en el mundo; esto se logra por medio de un mecanismo innato (o sea por medio de un sistema genéticamente pre-programado), realizando abstracciones que llevaran a la formación dinámica de ideales, referencias y conceptos con los cuales viviremos nuestras vidas. La formación de ideales es el derivado necesario e inevitable de un sistema eficaz para la adquisición de conocimiento –nuestro cerebro-.

La educación y la creación artística así como la percepción y la vivencia del arte ayudan al sujeto a desarrollar un mecanismo de adquisición de conocimientos, este despertar neuronal favorece los procesos del conocer. Por ejemplo, cuando estamos frente a una pintura, mientras nuestro cuerpo entero vive la experiencia de la obra y del contexto en el cual se encuentra la obra, se construye en nuestro cerebro un objeto mental, una representación interior subjetiva de la pintura. En la corteza cerebral vías y zonas distintas pero interconectadas intervienen en el procesamiento de la pintura, en particular múltiples áreas visuales ubicadas en las partes occipital y frontal de nuestro cerebro (Changeux, 1994.)

Partiendo de invariantes externos el cerebro construye un estado invariante interno que representa los objetos, el color, la forma, las sombras, el movimiento de la pintura. Propongo definir una representación como la construcción y la vivencia de una experiencia de una imagen mental de la pintura y, a la vez, como los patrones neuronales (mapas), o sea el sustrato biológico de esta ex¬periencia de la imagen. Esta imagen representa la pintura vista. Es el resultado de mapas compuestos por neuronas disponibles en este instante en un lugar determinado. En otras palabras, la construcción y la vivencia de la pintura se manifestarían en las redes neuro-sinápticas, cuya plasticidad depende de la visión y del apren¬dizaje visual.

De cierta forma, la estructura de la pintura está presente en nuestro cerebro, pero es difícil saber el grado de fidelidad de esta presencia. Las cortezas visuales reflejan el entorno visual del hombre; después entran en acción los genes. El resultado de esta re¬flexión depende de la pintura, de su poder de evocación, de la relación que tenemos con ella y también de nuestros procesos neuronales dinámicos (o sea, de los cambios internos en mi cerebro y en mi cuerpo.) El ver obras de arte modifica los patrones sensoriales de nuestro sistema visual y nuestra percepción. La representación es un acto que nos trasforma. Todos los procesos neuronales son actos que nos trasforman. Hay, pues, una relación dinámica entre la obra de arte –aquí la pintura-, nuestro cerebro y nuestro cuerpo, y ésta hace posible esta representación. La apreciación de este contenido dependerá en parte de la relación que se establezca con nuestras memorias.

La deconstrucción/re-construcción de la pintura se termina con una síntesis en el lóbulo frontal que implica la atención activa del espectador (Changeux 1994). La comprensión de la obra pictórica pero también de la obra musical, implica la captura por el cerebro del ritmo de las formas y de las figuras, el reconocimiento de una organización temporal, y una empatía corporal con esta misma obra. Esta comprensión se acerca así a los procesos biológicos del raciocinio.

La corteza prefrontal tiene un papel esencial en la atribución que hacemos a los demás de estados mentales, afectos, creencias, deseos, intenciones. Permite al espectador ponerse en el lugar de los personajes representados en la obra y/o relacionarse con los objetos o figuras plasmadas en la obra y así expresar nuestra empatía. Lo fundamental es entender que el contacto con arte y la experiencia vivida del arte nos ayudan a razonar (Changeux, 1994.) y a convivir con el Otro (Delannoy, 2008).

Las experiencias artísticas tienen un impacto en la plasticidad cerebral de los individuos y logran modificar sus comportamientos individuales y sociales. La empatía es la respuesta que damos al imperativo del Otro. (Delannoy, 2008). El Otro siendo aquí las obras de arte y sus creadores.

Los objetos artísticos -pinturas, esculturas, perfumes, música, manjares- dan forma a nuestro cerebro y a nuestro cuerpo; sin embargo solo una práctica sistemática afecta de manera duradera al cerebro. La práctica formal y regular de un arte -música o pintura por ejemplo- puede consolidar una conexión más profunda entre la corteza cerebral y el sistema límbico -el cerebro de las emociones que controla los estados afectivos del individuo- para permitirnos tener un papel más activo en una sociedad más armoniosa.

Así podemos decir que el arte estimula la epigénesis, un lento proceso de cambios orgánicos en el cerebro y el cuerpo a través de la producción de neuronas –neurogénesis- y de dendritas -y las conexiones entre ellas-. En el caso particular de la música la práctica instrumental genera una reorganización plástica de varias áreas cerebrales; implica no solamente habilidades mecánicas y de memorización para activar las estructuras sensorimotores necesarias sino también la aplicación de un contenido emocional en el proceso de ejecución -plasticidad afectiva-.

El arte tiene aportaciones importantes para el desarrollo integral del individuo, permitiéndole potencializar diferentes competencias. El arte puede contribuir a mejorar las condiciones necesarias para una vida mental equilibrada.


Neuroartes, una labor de equipo

El programa tiene el propósito de favorecer una integración de los procesos sensoriales, motores y cognitivos; se divide en un bloque de artes musicales, un bloque de artes visuales y un bloque de actividades ecológicas que incluyen meditación y actividades en parques naturales.

Mientras neuropsicologos elaboran protocolos de diagnostico y una metodología para asignar los talleres, filósofos y psicólogos determinan modelos de intervención en diferentes tipos de comunidades. También arquitectos estudian el diseño de espacios propicios para interactuar con los participantes.

Proponer una autoecología adecuada para cada sujeto es fundamental. La autoecología se refiere a las relaciones de una especie determinada con su medio ambiente y asimismo implica el estudio del impacto del medio ambiente sobre la fisiología, la morfología y el comportamiento de los individuos que la componen. (Philippe Daget y Michel Godron, 1974). O sea en nuestro caso se trata de entender como el medio familiar y escolar como factores abióticos y a la vez bióticos (acciones reciprocas, interacciones) influyen en el comportamiento del sujeto. Nuestro propósito es entonces entender la tensión entre lo interno-biológico y el externo-medioambiental para proponer unas alternativas de vida que vendrán reforzar las actividades propuestas en los talleres –autoecologia musical y autoecologia visual-.

Podremos entonces aportar elementos de comprensión en el debate sobre la importancia de la cultura en la autoecología o sea de la cultura como causalidad y así ofrecer una continuidad entre cuerpo y mente, naturaleza y cultura (sinecología).


Conclusiones

Podríamos resumir Neuroartes a una serie de acciones y de verbos. Producir conocimiento de manera desinteresada para la sociedad. Organizar comunidades abiertas. Mantener abierto el dialogo interdisciplinario entre filosofía, neurociencias cognitivas y arte; aprender de cada disciplina; promover la colaboración entre representantes de varias profesiones; resaltar el carácter individual e único de cada persona para aprender a respetarse a sí mismo y a los demás. Re-orientar la investigación académica cuyo objetivo hoy se limita a la adquisición y acumulación de conocimientos intelectuales y tecnológicos. Integrar en la sociedad el proceso de la investigación académica (cualitativa) y sus resultados aún provisionales; ayudar a cada individuo a conocerse a sí mismo para que desarrolle sus facultades de elección y decisión y para que viva con los demás. Transformar el conocimiento producido por la ciencia en sabiduría y preguntarnos lo que es valioso (y lo que podría ser valioso en un futuro cercano) para desarrollar propuestas sociales en la búsqueda del bienestar humano.

Y como insiste Nicholas Maxwell (2007.) [11]: “Reconocer la humanidad en millones de desconocidos que son más que entidades abstractas.”


Referencias

Aristóteles. (2005) De Anima / De l’Âme. Gallimard.

Aristóteles. (2004). La Metafísica. Editorial Porrúa.

Baron-Cohen, Simon. (2007). “The biology of Imagination.” Entelechy: Mind and Culture. Documento en línea. Disponible en http://www.entelechyjournal.com/simonbaroncohen.htm

Changeux, Jean-Pierre.(1994). Raison et Plaisir. Editions Odile Jacob.

Changeux, Jean-Pierre. (2005). “Communications cellulaires. Résumé 2004-2005. Documento en línea. Disponible en http://www.college-de-france.fr/default/EN/all/historique/jeanpierre_changeux.htm

Daget, Philippe –Godron, Michel. (1974). Vocabulaire d’écologie. Hachette.

Dehaene, Stanislas. (2005). “Evolution of hyman cortical circuits for reading and arithmetic.” Documento en línea. Disponible en http://www.unicog.org/publications/DehaeneFyssenChapterPreemption2004b.pdf

Delannoy, Luc. (2008). El Espejo. Ediciones CINNe.

Delannoy, Luc (2009). Salud mental, formación y prevención. Ediciones CINNe.

Dewey, John. (2005). Art es Experience. Perigree Books.

Edelman, Gerald. (2006). Second Nature: brain science and human knowledge. Yale University Press.

Farah, Martha J, Herberlein, Andrea S.. (2007). Personhood and Neuroscience: Naturalizing or Nihilating? The American Journal of Bioethcis, 7(1):37-48.

Hebb, Donald. (1949). The Organization of Behaviour:A Neuropsychological Theory. Wiley.

Hiernaux, Jean. (1980). La diversité biologique humaine. Masson.

Lao Tsé. (2006). Tao Te Ching: los libros del Tao. Editorial Trotta.

Maxwell, Nicholas. (2007). From knowledge to wisdom. 2nd edition. Pentire Press.

Peretz, Isabelle. (2003). The cognitive neuroscience of music. Oxford University Press.

Ramachandran, V.S. (2005). “The Marco Polo of Neuroscience”. ABC Radio Nacional. All in the Mind: 7 May 2005. Documento en línea. Disponible en http://www.abc.net.au.

Solso, Robert. (2000). “The cognitive neuroscience of art: A preliminary fMRI observation”. Journal of Consciousness Studies, 7 (8-9), págs 75-85.

Zéki, Semir. (1999). “Art and the Brain”. Journal of Consciousness Studies, 6 (6-7), págs 76-96.

Obtenido de "Neuroartes"

Wikimedia foundation. 2010.

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