Omaña

Omaña

Omaña es una comarca de la Provincia de León, comunidad autónoma de Castilla y León, en España. Se trata de una comarca histórica sin reconocimiento administrativo. La capital histórica de la comarca es Murias de Paredes, que era cabeza de partido judicial hasta entrado el siglo XX. Omaña esta formada por los municipios de Soto y Amío,[nota 1] Murias de Paredes, Riello y Valdesamario. Aunque a veces el municipio Las Omañas se considera parte de Omaña,[1] otros lo sitúan, por su carácter físico, en la ribera del Órbigo.[2]

Contenido

Etimología

El topónimo «Omaña» (Oumaña en leonés) tradicionalmente se ha considerado que proviene del nombre que los romanos dieron a los habitantes de esta zona: homus manium («hombres dioses»), por su dureza y resistencia. Otros análisis etimológicos concluyen que el nombre de la comarca proviene de Aqua Mania, que sería la antigua denominación del río que la atraviesa.[3] [4]

Geografía física

Alrededores del municipio de Murias de Paredes, en Omaña
Montañas y valles configuran el paisaje en la comarca de Omaña

Omaña se encuentra en una zona montañosa, en el límite sur de la cordillera Cantábrica y el límite noreste de los Montes de León. Su condición de zona limítrofe entre dos sistemas montañosos y de transición entre los terrenos de la submeseta Norte y la Cordillera Cantábrica la dota de un especial interés.[5]

Omaña está separada de las comarcas vecinas por cadenas montañosas, excepto al este y al sureste dónde desciende más suavemente hacia la Comarca de Luna y la tierra de Ordás. Está separada de Babia al norte, por el Alto de la Cañada y la Sierra de la Filera. Al sur limita con la la Cepeda y la Boeza, destacando las cumbres del Pozo Fierro, el Suspirón y Arcos del Agua. Al oeste y noroeste, el Fasgarón, el Nevadín, el Tambarón y Piedra Negra la separan de Laciana y la comarca del Alto Sil (incluida en El Bierzo).[6] [7] El Cueto Rosales se encuentra cerca del centro geográfico de Omaña, y desde su cima se avista la mayor parte de la comarca y sus límites.[8]

La comarca comparte nombre con el río que constituye su eje principal: el Río Omaña. Alrededor del valle del Omaña se disponen los diferentes valles que configuran la comarca, siguiendo la antigua red de fracturas hercínicas en dirección noroeste-sureste: El Valle Gordo, el Valle Chico, La Lomba y Valdesamario (ocupados por los ríos Vallegordo, Sabugo, Negro y Valdesamario o Ponjos), así como los valles estrechos de la vertiente norte del Omaña, todos ellos con cierta personalidad propia.[9]

Clima

Valle en Omaña al comienzo de la primavera
Los inviernos en Omaña son largos con nevadas abundantes

El carácter montañoso de Omaña determina en gran medida su clima. Las temperaturas medias anuales suelen estar por debajo de los 9 °C. Las precipitaciones generalmente están por encima de los 1000 mm anuales y en invierno suelen ser en forma de nieve; los veranos son secos.[6] Según la clasificación climática de Köppen, la comarca pertenece a la zona climática Csb.

Accesos

La carretera LE-493 atraviesa la comarca; pequeñas vías comarcales comunican este eje principal con las distintas poblaciones. Las rutas principales de acceso a Omaña son, por el este, la autopista AP-66 o la carretera CL-623 (León-Villablino), tomando la LE-493 en la población La Magdalena. Por el oeste, se alcanza desde Villablino, en la CL-631, por el Puerto de la Magdalena.[10]

El aeropuerto más cercano es el de León, a unos 50 Km.

Geografía humana

Las poblaciones de Omaña son pequeñas y situadas a poca distancia entre ellas. Este tipo de población dispersa es común a toda la zona de la montaña de León. Cada valle cuenta con unas pocas aldeas, generalmente de tres a cinco, que se suelen agrupar bajo el mismo municipio.[11] El número de poblaciones agrupadas en un municipio (o, antiguamente, un concejo) varía bastante. Por ejemplo, en el siglo XIX, la Lomba de Campestedo contaba con 7 localidades, mientras que en el Concejo de Omaña había 21.[12] A lo largo de la historia, los municipios integrantes de la comarca han experimentado bastantes reorganizaciones. Desde finales del siglo XX, Riello se ha convertido en municipio que cuenta con mayor número de poblaciones (31 en total) al fusionarse con él Campo de la Lomba y Vegarienza.[13]

La sociedad en Omaña era fundamentalmente agraria. La administración de las diferentes unidades poblacionales de la comarca estaba tradicionalmente basada en el concejo abierto formado por los vecinos. Los concejos de aldea solían tener lugar en la entrada de la iglesia, convocados por un toque de campana especial. En estas reuniones se aplicaban las ordenanzas y los usos y costumbres del pueblo: se decidían cuestiones concernientes a la vecera de ganados, el uso de las tierras comunales y el agua de los riegos; se convocaban facenderas (hacenderas) para el arreglo de caminos, fuentes y puentes; se juzgaban las contravenciones a las ordenanzas y se imponían multas.[nota 2] [14] En las ordenanzas de los pueblos de los siglos XVII y XIX se observa una marcada primacía de los intereses colectivos sobre los individuales,[11] aunque a medida que transcurre el siglo XX la peculiar organización social de la comarca se va perdiendo junto a los modos de subsistencia tradicionales, en retroceso debido a la dificultad de las explotaciones minifundistas de subsistir en una economía moderna y al consiguiente despoblamiento de la zona que se acelera a partir de los años 60.[6]

Demografía

La comarca contaba con unos 11.000 habitantes al empezar el siglo XX. A partir de entonces la población empieza a emigrar, principalmente a América (mayoritariamente a Argentina, Brasil y Venezuela) al comienzo, y a Europa y otras regiones de España y de la provincia de León a medida que iba avanzando el siglo. El censo de 1986 ya contabilizaba solo 4.000 habitantes[6] y en 2010 no llegan a 2.400.[15] La emigración ha conllevado no sólo el despoblamiento de la comarca, sino también el envejecimiento de la población, ya que emigra principalmente la gente joven, lo cual dificulta las perspectivas de recuperación.[6]

Geología

Una parte importante del terreno de la cuenca del Omaña está constituido por pizarras y esquistos precámbricos; en zonas del norte, noroeste y sur de la comarca se encuentran cuarcitas, areniscas y pizarras de origen cámbrico y ordovícico.[5] El límite meridional entre rocas precámbricas y cámbricas transcurre entre la línea imaginaria que une las poblaciones de Posada de Omaña e Inicio; en esta franja, se aprecia la formación de caliza de Vegadeo, con alta participación de carbonatos.[16]

Dispuestos sobre las rocas más antiguas, se encuentran afloramientos del carbonífero en dos zonas: 1) al norte del la comarca, en Manzaneda de Omaña y Sosas del Cumbral, posiblemente parte del depósito estefaniense que se extiende entre La Magdalena y Villablino;[17] 2) al sur, en el valle de Valdesamario; se puede destacar este último por la importancia económica de sus depósitos de carbón y por la presencia de fósiles vegetales, descubiertos en 2006; por desgracia este yacimiento fue saqueado en 2010.[18]

Los depósitos glaciares son poco importantes, encontrándose solo dos de ellos cerca del Suspirón, en el Valle Gordo.[16] Un evento geológico de importancia en la actualidad en Omaña es la captura fluvial por la cuenca del Sil, que presenta mayor pendiente y tiene mayor capacidad erosiva; esto resulta evidente en el Puerto de la Magdalena, y en en el término de Murias de Ponjos (Valdesamario); el mismo fenómeno se observa en la cabecera del río Luna en Laciana.[6] [19]


Flora y fauna

El urogallo cantábrico, una especie amenazada en Omaña y Valdesamario

Omaña forma parte de la Reserva de la Biosfera de los valles de Omaña y Luna;[20] parte de la comarca ha sido declarada como Lugar de Importancia Comunitaria, Espacio Natural y ZEPA (Zona de Especial Protección para las Aves).

En las cotas más altas se encuentra vegetación típica de matorral, abundando los piornos (escobas) y urces o brezos. Este tipo de vegetación tiende a ocupar las tierras centenales abandonadas.[6] También son características de la zona las praderas de alta montaña (brañas) tradicionalmente dedicadas a los pastos. Los rebollos (Quercus pyrenaica) cubren grandes extensiones de terreno. En la zona de fondo valle abundan los chopos, negrillos y alisos. También son característicos de la comarca los abedulares.

Entre las especies animales, destacan los corzos, jabalíes, las águilas reales, halcones peregrinos, etc.; especies singulares como el lobo ibérico, el desmán ibérico, el alcaudón dorsirrojo y la perdiz pardilla; y especies endémicas de la montaña noroccidental, como la liebre de piornal.[20] [21] La trucha común abunda en el Omaña y también se encuentra en sus afluentes. Omaña es parte del territorio de dos importantes especies amenazadas: el oso pardo y el urogallo cantábrico. Aunque grandes extensiones de la comarca constituyen un hábitat idóneo para los urogallos, la construcción de parques eólicos en la comarca es considerada como una importante amenaza para la recuperación de esta especie en la zona.[22]

Economía

La economía de Omaña se ha basado tradicionalmente en la actividad agropastoril. La proporción de tierras labradas en los años 50, época donde aún se daba la tradicional economía de autoabastecimiento, era alrededor del 14% de la superficie comarcal. Estos terrenos se concentraban en los alrededores de los núcleos de población. Los productos de la huerta (legumbres, berzas y patatas) se dedicaban al autoconsumo. El lino se cultivaba para la confección de tejidos. Las linares se situaban en las tierras de regadío más fértiles, situadas al fondo de los valles. Las tierras de secano en las laderas se dedicaban al cultivo de los cereales, principalmente el centeno. A diferencia de las lineares y las huertas, divididas en minifundios, las tierras centenales eran parcelas abiertas distribuidas en hojas para agrupar las tierras sembradas y poder dejar pastar al ganado en las de barbecho. De esta manera se obtenía el máximo rendimiento del terreno.[6]

Fotografía de parcelas cultivadas
Las pequeñas parcelas acotadas constituyen el tipo de explotación agrícola más frecuente en Omaña.

Los terrenos no cultivados, situados en la zonas de montaña proporcionaban piedras y madera para la construcción de las viviendas y objetos de uso cotidiano y también pastos para la ganadería mayor y menor. Estas tierras solían ser comunales y su explotación estaba reguladada por las ordenanzas de los concejos. Los prados de regadío en cotas más bajas suministraban la hierba para alimentar al ganado durante el invierno.

La ganadería ha sido la principal fuente de ingresos para los habitantes de la comarca, que vendían la mantequilla, lana y animales engordados para el mercado. A cambio, los habitantes adquirían azúcar. vino y otros artículos que no se producían en Omaña. Las actividades comerciales tenían lugar principalmente en los mercados de Riello y el Castillo y Murias de Paredes, aunque los habitantes también se desplazaban a San Emiliano y a Villablino, fuera de la comarca. En ocasiones se emprendían viajes más largos, a Astorga o Villamañán. Los intercambios comerciales han adquirido una mayor importancia a medida que se mejoraban las comunicaciones y los medios de transporte.

En la segunda mitad del siglo XX, la explotación de las minas de carbón de Laciana, Luna y Valdesamario también se convirtió en una actividad importante, si no lo suficiente para frenar el proceso de emigración, al menos para mejorar la economía de los habitantes restantes. Desafortunadamente el sector minero también entró en crisis hacia el final del siglo XX.

En la actualidad la despoblación ha supuesto el abandono de muchas tierras cultivables, sobre todo en el caso de los cultivos destinados al autoconsumo. El cultivo del centeno ha desaparecido y el las tierras más fértiles se suelen dedicar a la producción de pasto para la cabaña ganadera, que aún mermada por la despoblación, sigue siendo una parte importante de la actividad económica en la zona.[6] En la primera década del siglo XXI ha empezando a despegar el sector del turismo rural, beneficiado por la designación de Omaña como Reserva de la Biosfera; otro factor positivo para el turismo fue el abandono de un plan para embalsar el río Omaña en 1993; esto ha despejado incertidumbres sobre el futuro de Riello y otras poblaciones de los alreadedores que hubieran resultado inundadas, y que habían supuesto hasta estonces un freno a las inversiones en esta área.[23] [24] Los parques eólicos, aunque muy controvertidos y denostados por su posible impacto ecológico también suponen una ayuda económica para los municipios afectados.

Historia

Historia antigua

Aunque no se conocen muchos detalles sobre la historia antigua de Omaña, la presencia humana parece remontarse por lo menos hasta la Edad del Bronce, a juzgar por los hallazgos arqueológicos de la comarca, entre los que se encuentran el caldero de Villaceid,[25] el ídolo de Rodicol[26] y varias hachas de bronce.[25] [27] Los castros son numerosos en la zona. La cultura castreña se asocia a los astures,[28] aunque muchos fueron utilizados durante la ocupación romana como bases para organizar la intensa explotación minera de la zona que tuvo lugar en esta época. Como testimonio de la explotación aurífera quedan indicios de canales en Valdesamario y el Valle Gordo, desmontes de tierra y arenas removidas en la Garandilla, Guisatecha, y Barrio de la Puente y restos de dos ramales de la Rodera Asturiana, uno que pasaba por Ponjos y Rosales y otro que transcurría por la Garandilla, Inicio, Castro, y Riello.[25]

Edad Media

No hay datos específicos sobre Omaña durante el periodo comprendido entre el fin del dominio romano y el siglo IX. En general, el área montañosa cantábrica, sin núcleos de población importantes, queda fuera de las luchas por el poder de los pueblos godos y evoluciona hacia una organización económica y social autárquica. Cabe suponer una emigración desde la llanuras alrededor de las ciudades y villas, regularmente sometidas a invasiones y saqueos hacia las zonas montañosas y una ocupación continua o reocupación de los antiguos castros, pero no existen datos que lo confirmen inequívocamente.

La ausencia de centros de población importantes que pudieran servir de base para la dominación efectiva de la población junto con la presencia de estructuras defensivas antiguas, puede servir para explicar la resistencia de esta zona al dominio musulmán.[29] En cualquier caso, esta circunstancia fue clave para la defensa del nuevo Reino de Asturias y la consiguiente conquista de los territorios de la cuenca del Duero. A partir de esta época momento empiezan a encontrarse referencias a las poblaciones actuales de Omaña, empezando por Vega de Arenza (Vegarienza), Murias de Paredes y Ameo (Amío) ya en el siglo IX. También se nombra los ríos Omania o Ommania y Samario. El nombre tierra de Omania aparece en 1154.[25]

El señorío de los Condes de Luna

Hasta el siglo XII los pobladores de la montaña eran esencialmente libres, respondiendo solo ante el rey. Esta situación cambió a medida que el poder real se debilitaba frente a la nobleza emergente, la cual empezó a intentar imponer su dominio sobre los concejos. Estos últimos consiguieron una victoria inicial en el siglo XIII, al otorgar Alfonso X el Sabio fueros que confirmaban a Omaña (compuesta entonces por los concejos de Paredes, Traversales, La Lomba de Campestedo y Omaña), Luna, Babia, Laciana y otros como dependientes tan solo del poder real. Aunque monarcas posteriores otorgaron el gobierno de estos territorio a varios señores (por ejemplo, Alfonso XI se lo concedió a su hijo bastardo, luego Enrique II, el cual se lo cedió a Ruy Pérez Ponce), los concejos seguían disfrutando de ciertos privilegios y autonomía jurídica, hasta que el primer conde de Luna, Don Diego Fernández de Quiñones se apoderó de por la fuerza de ellos.[30] [25]

El conde de Luna impuso prestaciones abusivas a los vecinos, incluyendo el pago del pan del cuarto (la cuarta parte del grano producido por los campos cultivados). Los concejos omañeses de Traversales, la Lomba de Campestedo y Omaña (al que se había incorporado por aquel entonces Paredes) iniciaron una serie de pleitos que acabaron en 1526 mediante una sentencia de la Chancillería de Valladolid, que aunque concedía el señorío a los Condes de Luna, rebajaba el fuero concedido a estos a 10 maravedíes y medio por vecino. El concejo de Villamor de Riello, sin embargo no participó en los pleitos y siguio pagando el pan del cuarto, que al paso del tiempo derivó en un pago fijo de ciento cuatro cargas de centeno repartidas entre los pueblos integrantes del concejo. En el siglo XIX el resto de los municipios de Omaña quedaron libres de toda prestación a los condes de Luna, pero no fue así el caso de Villamor; la casa de Luna logró vender sus derechos a particulares, los cuales llegaron a inscribir el gravamen en el registro de propiedad de Murias de Paredes en 1914 sin que figurara mención alguna de fincas y sin que los titulares fueran informados, en infracción de las leyes vigentes. No fue hasta 1931, durante la Segunda República que las Cortes constituyentes pusieron fin a este último episodio del feudalismo, gracias a la intervención del notario Vicente Flórez de Quiñones.[31] [30]

Siglos XIX y XX

Los cambios políticos del siglo XIX tuvieron poco impacto en Omaña, aparte de las sucesivas recomposiciones de sus concejos, agrupados ya a mitad del siglo en municipios; los ajustes en la administración territorial fueron a veces criticados como inútiles y poco respetuosos con los usos tradicionales.[11] En cualquier caso, no se aprecian muchos cambios positivos para la comarca, que empezó a encontrarse cada vez más marginalizada; esta situación condujo a la paulatina despoblación del territorio por la emigración a partir del principio del siglo XX; la emigración se aceleró en la segunda mitad del mismo siglo, sobre todo a partir de la implantación del Plan de Estabilización de 1959, que agudizó el contrate entre el modo de vida de Omaña, en muchos respectos similar al de varios siglos atrás y la progresiva prosperidad de otras regiones españolas. No fue hasta la declaración como “Comarca de Acción Especial” en el Real Decreto 3418 del 29 de diciembre de 1978, que se hizo un esfuerzo para mejorar las infraestructuras, medidas que desafortunadamente llegaron demasiado tarde para frenar el proceso de despoblación.[25]

Cultura

Lengua

La lengua tradicional de Omaña es el leonés (dialecto occidental), aunque en situación de diglosia frente al castellano.[nota 3] A partir del siglo XX, esta última lengua se empieza a imponer en el lenguaje hablado y a principios del siglo XXI el uso del leonés es minoritario y relegado principalmente al uso familiar, aunque ha dejado una clara influencia en la variante del castellano en uso en la zona.

Ante la amenaza que pesa sobre la lengua autóctona, ha habido varios esfuerzos para estudiar sus rasgos distintivos y recopilar el vocabulario propio de la comarca. El P. César Morán fue uno de los primeros autores que documentó ejemplos del habla tradicional[32] y realizó una recopilación de vocabulario,[33] seguida por otras realizadas por diversos autores.[34] [35] Entre los esfuerzos más recientes para preservar el habla tradicional, cabe destacar el de Margarita Álvarez Rodríguez quien en 2010 publicó un completo estudio de los rasgos fonéticos,morfológicos y del vocabulario propios de Valdesamario.[36]

Arquitectura

Foto de la iglesia de Rosales (Riello)
Iglesia típica de Omaña

La arquitectura tradicional omañesa se basa en la piedra y la madera como materiales preferidos de construcción. Las casa suelen ser de planta rectangular, con cubiertas inclinadas, como es habitual en un clima donde las nevadas son abundantes. Tradicionalmente les techos se recubrían con cuelmos (manojos de paja) proveniente de las cosechas de centeno. El techado de paja (teito) constituye un buen aislante térmico, aunque se deteriora con el tiempo y debe ser reparado regularmente, llegando a durar un máximo de hasta 20 años. El uso de llares con fuegos abiertos para cocinar conllevaba un riesgo importante de incendio y en ocasiones llegaban a arder barrios o pueblos enteros. El abandono del cultivo del centeno y la despoblación han hecho desaparecer poco a poco las cubiertas de cuelmo, que ha sido sustituidos por teja o pizarra o, en edificios auxiliares simplemente recubiertas con uralita. La madera utilizada en la construcción era de roble, abedul o chopo. Aunque el estilo de las viviendas y otras construcciones es funcional y a menudo rústico, se observan muchos ejemplos de elementos decorativos, sobre todo en los cercos de ventanas y vanos y el encalado de las paredes. Hay bastantes ejemplos ejemplos de fachadas decoradas con blasones familiares, en diversos estados de conservación. Otro elemento arquitectónico a destacar son los corredores o curridores, bien abiertos o cerrados por cristaleras, siendo estos últimos más raros.[37] [38]

Las casas, de uno o dos pisos suelen distribuirse alrededor de un corral interior; la vivienda tradicional contaba al menos con dos piezas: la cocina y el cuarto; la cocina contaba con el llar situado en el centro o adosado a una pared, y con el horno para amasar pan. Las construcciones más primitivas no contaban con chimenea, dispándose el humo a través de los huecos del techado; posteriormente se empezaron a construir en losa y, más tarde, en ladrillo. Los establos, corte (corral) y otras estancias para los animales se situaban a veces bajo las habitaciones de la vivienda, para proporcionar calor a estas. El pajar se encontraba en el piso superior, aunque en muchos casos se dedicaba a este fin una construcción separada de la vivienda, para aminorar el riesgo de incendios.[37] [38]

El edificio más destacado en las poblaciones omañesas suele ser la iglesia. Además de celebrarse en ellas los servicios religiosos, las reuniones del concejo solían tener lugar en sus pórticos. Muchas están en buen estado de conservación. Los campanarios son en espadaña, con una o dos campanas, a medudo de tamaño diferente, las cuales se utilizaban para diferentes avisos dependiendo de la secuencia y el ritmo de las campanadas. A pesar de la sencillez de su exterior, los interiores están decorados con hermosos retablos, altares y tallas; estas últimas datan en ocasiones de la Edad Media.[37]

Gastronomía

Llosco

La economía de autoabastecimiento determina los alimentos consumidos por los omañeses durante buena parte de la historia de la comarca. La dieta tradicional se basa en los siguientes elementos:

  • Ganado doméstico y sus productos: Leche y sus derivados, huevos y carne. Aunque se consumía la carne de ganado ovino,vacuno y de las aves de corral en ocasiones especiales o cuando se producía la muerte accidental de un animal, la carne más consumida era la de cerdo, criado normalmente con este fin. La matanza del cerdo o Samartino (o Sanmartino) era un día muy especial;[39] en ese día se confeccionaban las morcillas, chorizos y lloscos que se consumirían durante todo el año siguiente.
  • Piezas de caza (jabalíes, liebres, perdices) y pesca (truchas).
  • Pan, casi siempre de centeno.
  • Legumbres y verduras cultivadas en la huerta familiar (patatas, berzas, fréjoles, habas, garbanzos, guisantes, etc.) y frutas, cultivadas o silvestres: manzanas, cerezas, peras, nisos (variedad de ciruela), castañas, moras, arándanos y miruéndanos. Las patatas, al conservarse durante mucho tiempo, tenían tanta importancia como el pan o el cerdo y se consumían en casi todas las comidas.

Entre los platos típicos destacan el cocido omañés, las migas, las sopas de ajo, la sopa de trucha, el brazo de gitano, los fisuelos (llamados también frisuelos), los miajotes (pasta hecha con moras y pan), entre otros. También son famosos los licores de orujo (de guindas, arándanos, etc.)[40] [39]

Fiestas populares

Omaña cuenta con muchas fiestas populares aunque, como ocurre con numerosas tradiciones de la comarca, los elementos característicos de las festividades corren el riesgo de perderse.

Muchas de las fiestas celebradas en Omaña son de carácter religioso. Se celebran la Navidad, el día de los Reyes Magos, la Semana Santa y el Corpus Christi, además de las fiestas de los santos y vírgenes patrones de cada pueblo. La celebración religiosa más importante, y que aún cuenta con un gran seguimiento, es la romería de Pandorado, que tiene lugar el 15 de agosto. Según la leyenda, los habitantes de La Lomba hicieron una rogativa a la Virgen para que acabara con una pertinaz sequía. La virgen respondió con una lluvia milagrosa, que tornó los campos de trigo dorados y salvó la cosecha. En gratitud, las gentes empezaron a acudir cada año al santuario de la Virgen, desde entonces llamada la Virgen de Pandorado. En la romería se celebra una procesión en la que participan los pendones de los pueblos de Omaña.[41] [42]

Entre las fiestas profanas, destaca la zafarronada (fiesta de carnaval. En la zafarronada, el personal principal es el zafarrón, disfrazado con una piel de oveja, cencerros y una careta de carnero; el zafarrón recorre los pueblos acompañado de otros personajes como el ciego, la ciega, las gitanas, el torero y el toro; en el pasado, el zafarrón y su cortejo iban de casa en casa, para recibir algún alimento o dinero; en las casas donde no se les daba nada, arrojaban cenizas a los propietarios. Al final del desfile, la comitiva se reúne en Riello, donde se celebra la corrida, y se finaliza la fiesta con una gran hoguera.[42] [43] Otra celebración que todavía cuenta con gran arraigo es el «Sábado Castañero», celebrado antes de la Navidad.[42]

Otra festividad de interés es la quema de la vieja (La queima de la vieya), celebrada el 30 de abril; los niños formaban una pila con urces, escobas y paja, incorporando algunas prendas femeninas para representar a la mujer de más edad del pueblo. Al oscurecer, prendían fuego a la pila y corrían y saltaban alrededor de la hoguera portando fachas (teas largas de paja de centeno). La fiesta se acaba cuando solo quedan rescoldos del fuego. Se piensa que esta fiesta puede tener su origen en la fiesta que celebraban los romanos al principio de la primavera en honor de Anna Perenna, diosa que se aparecía en forma de vieja a los plebeyos sublevados para aprovisionarles de víveres.[32]

Leyendas

Muchas de las leyendas de Omaña se refieren a apariciones o milagros de la Virgen y santos, o tienen su origen en hechos históricos, más o menos mitificados. El milagro de la Virgen de Pandorado, relatado arriba, es un ejemplo del primer tipo. Entre el segundo, la más notable es la leyenda de Don Ares de Omaña, asesinado por su tío Pedro Suárez de Quiñones, conde de Luna. El primero se convirtió en un símbolo de la resistencia omañesa frente a los Quiñones, pasando a ser el sujeto de numerosas coplas, romances e historias. Otras leyendas tratan sobre Santiago Apóstol persiguiendo a los musulmanes en las batallas que habrían tenido lugar contra estos en la comarca.[32] [42]

También hay numerosas leyendas de origen más incierto; estas historias versan sobre tesoros escondidos en el interior de la montaña (por ejemplo, los lingotes de oro del Suspirón), en las fuentes, o en el fondo de los lagos, así como sobre proezas o encantamientos realizados por moros.[nota 4] [44] [42] Véase, como ejemplo, las leyendas de Rosales.

Referencias

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  29. Pedro Luis Huerta (2001). La fortificación medieval en la Península Ibérica (2 edición). Santa María la Real. pp. 83-86. ISBN 8489483159, 9788489483156. 
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Notas

  1. Geográficamente, el municipio de Soto y Amío se encuentra a caballo entre Omaña y Luna.
  2. Las multas se pagaban en vino con frecuencia; he aquí un ejemplo tomado de las ordenanzas de Rosales:«Y también ordenamos que ninguna persona pueda apacentar bueyes ni otro ganado entre los panes, después que oscureciere, ni en prados ajenos, pena de media cántara de vino para el dicho Concejo».
  3. Las ordenanzas de los pueblos y otros documentos escritos que se conservan de siglos pasados están redactados en castellano.
  4. Considerados como personajes míticos sin relación con los musulmanes.

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