Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén

Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén
Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén
Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén
Ordo Equestris Sancti Sepulcri Hierosolymitani
GA Ordre du Saint-Sépulcre.svg
Armas de la Orden del Santo Sepulcro
Activa 1098 - Actualidad
Fidelidad Santa Sede
Tipo Órden de caballería católica
Función Proteger el Santo Sepulcro
Tamaño 25.000 miembros aprox.
Comandantes
Comandante actual Cardenal John Patrick Foley
Insignias
Símbolo de
identificación
Cruz de la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén
Cultura e historia
Lema Deus lo vult

La Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén es una orden de caballería católica que tiene sus orígenes en Godofredo de Bouillón, principal líder de la Primera Cruzada. Según las opiniones más autorizadas, tanto vaticanas como hierosolimitanas, comenzó como una confraternidad mixta clerical y laica de peregrinos que gradualmente creció alrededor de los Santos Lugares de la cristiandad en el Oriente Medio: el Santo Sepulcro, la tumba de Jesucristo. Su divisa es Deus lo vult (Dios lo quiere).

Creada en 1098, tras la victoriosa primera cruzada, por Godofredo de Bouillón, duque de la Baja Lorena y Protector del Santo Sepulcro.

Su objetivo fue primordialmente proteger el Santo Sepulcro de los infieles con la ayuda de 50 esforzados caballeros. Balduino I de Jerusalén (hermano de Godofredo) fue quien la dotó oficialmente de su primer reglamento a imitación del Temple y el Hospital. Entre sus hechos más gloriosos, la Orden del Santo Sepulcro luchó valerosamente junto al rey Balduino I de Jerusalén en 1123, participó en el asedio de Tiro en 1124, de Damasco durante la Segunda Cruzada (en 1148) y de San Juan de Acre en 1180.

Tras la toma de la ciudad santa de Jerusalén por parte de los musulmanes de Saladino en 1187, se trasladó a Europa y se extendió por países como Polonia, Francia, Alemania y Flandes. Se dedicó a partir de entonces al rescate de cautivos cristianos de manos musulmanas. También en España obtuvo un afamado protagonismo al intervenir en numerosas batallas de la Reconquista contra los invasores musulmanes.

Los componentes de la Orden han sido siempre distinguidos miembros de la nobleza europea. En 1489, el Papa Inocencio VIII incorporó la Orden a la de los hospitalarios, aunque en algunos lugares (como España) conservó su autonomía para convertirse en una entidad honorífica y dedicada a las obras de caridad, con un régimen especial dentro de la Iglesia Católica. En 1847 el Papa Pío IX le confirió unos nuevos estatutos. Actualmente subsiste dedicada al sostenimiento de cristianismo en Tierra Santa y conservando (como la Orden de Malta o la Orden Teutónica) un peso honorífico y particular dentro de la Iglesia Católica.

Contenido

Historia

La historia de la Orden pasa por varias fases:

Fase canonical

Esta primera fase antecede a la formación de la propia Orden y que se inicia tras la devoción por los Santos Lugares de Santa Elena, madre del emperador Constantino “El Magno”, instaurador del Cristianismo en el Imperio Romano en el año 313, quien llevada por su devoción al Santo Sepulcro viajó a Jerusalén en busca de su ubicación, que le sería descubierta por un piadoso judío llamado Quirino.

A fin de honrarlo mandó se levantara un templo suntuoso, en honor de la Gloriosa Resurrección de Jesucristo, construido alrededor de la piedra del Gólgota y del sepulcro de Cristo. Seguidamente estableció allí un cabildo de Canónigos, llamados así por el “canon” o regla por el que Santa Elena había organizado la subsistencia y deberes de aquellos religiosos. Éstos estaban ayudados por varios hermanos seglares para la custodia y conservación del Santo Sepulcro, a los que dio por insignia una cruz formada por las cinco cruces rojas en recuerdo de las cinco llagas de Nuestro Señor.

La separación de las Iglesias les convertiría en cismáticos y la ocupación por los musulmanes de los Santos Lugares en el año 638 les reduciría a una penosa subsistencia, pero lograron de una forma u otra sobrevivir hasta la conquista de Jerusalén por los Cruzados en el año 1099, tras la que Godofredo de Bouillón los expulsó por cismáticos y substituyó por Canónicos Latinos, fieles a Roma. Pero no conformándose con un simple cambio de canónicos, siguiendo el espíritu guerrero de la época les añadió un grupo de caballeros que pasaron a constituir así una Orden de Caballería, religiosa y militar, pues no sólo con plegarias se protegía el tempo del Santo Sepulcro, y a la vez chocaba con los cánones religiosos el que los clérigos empuñaran las armas, convirtiéndose en unos sacristanes armados. Aunque fuera justa y lícita la guerra contra los infieles que habían ocupado Tierra Santa, se prohibía absolutamente a los clérigos, bajo pena de excomunión, matar a otro hombre con las armas, siquiera fuera un musulmán y en legítima defensa.

Fase heroica

Transcurre en Tierra Santa entre los años 1099 y 1247, encargándose los Caballeros Sepulcristas de proteger el Santo Sepulcro y ayudar militarmente a los reyes de Jerusalén, de quienes dependían directamente, pues en ellos recaía el Maestrazgo de la Orden, si bien lo tenían delegado en el Gran Prior Sepulcrista.

La intención de formar una Orden de Caballería parece ser que la adoptó Godofredo de Bouillon tras la batalla de Antioquía en 1098, en la que al proponérsele que - siguiendo la tradición - armara caballeros sobre el campo de batalla a varios escuderos que se habían distinguido por su arrojo en la misma, prometió a Gontier de l’Aire que esperara, pues le investiría Caballero cuando hubieran conquistado el Sepulcro del Señor.

Según el Conde Alphonse Couret, tras la conquista de Jerusalén por los cruzados en el año 1099, es cuando nace espontáneamente la Orden del Santo Sepulcro, impulsada por la devoción de los cruzados al Santo Sepulcro.

Sería el propio Godofredo de Bouillon quien, tras ser aceptado por todos como Protector de Jerusalén, se encargó de organizar la asistencia religiosa del Santo Sepulcro, encomendándolo a veinte canónigos del clero regular que deberían entonar perpetuamente los oficios divinos y celebrar los Santos Misterios.

Mas no bastaba con substituir unos canónigos por otros, ya que estos pacíficos monjes, cuya vida transcurría entre oraciones y ayunos, eran incapaces de defender de profanaciones el Santo Sepulcro y proteger a los desvalidos que lo visitaban en peregrinación. Las murallas de Jerusalén no eran amparo suficiente, máxime que los Reyes de Jerusalén permanecían en campaña casi siempre, apartados de la capital y sin dejar casi nunca guarnición, por lo que la ciudad quedaba al cuidado de sus habitantes. Era preciso suplir la insuficiencia de los ejércitos cristianos, y para ello era necesario establecer una milicia permanente formada por caballeros escogidos que protegiera Jerusalén, en especial el Santo Sepulcro.

Según el cronista francés André Tavin, la Orden de Caballería del Santo Sepulcro es la primera y más antigua de todas las órdenes de caballería creadas en Tierra Santa. Sus fratres, canónigos y caballeros se distinguieron ya como guardia noble que velaba y protegía el Santo Sepulcro, atrayendo a numerosos príncipes y señores que peregrinaron a Jerusalén y obteniendo el reconocimiento de Reyes y Pontífices cuando no existían aún los Templarios, salidos de sus filas, y los Hospitalarios y Lazaristas no eran más que simples hermanos enfermeros que no salían de sus hospitales y lazaretos; es por ello que la Orden del Santo Sepulcro recibió la primacía en todos los actos religiosos y oficiales sobre las demás Órdenes que goza todavía hoy en día.

Si bien durante unos años se interrumpieron todos los cruzamientos, en el año 1238 un grupo de franciscanos fue admitido en Jerusalén por el Califa y las peregrinaciones pudieron reiniciarse, aunque por pequeños grupos de cristianos desarmados que habían de pagar un peaje para poder entrar. Ello permitía que los cruzamientos ante el Santo Sepulcro volvieran a reanudarse, aunque ya sin la solemnidad de antaño, sino en silencio y en la intimidad de quien se sabe en una ciudad controlada por los infieles, por lo que había que evitar llamar innecesariamente su atención, aprovechando así la tregua con los sarracenos. Tras ello deberán abandonar la Jerusalén ocupada y regresar a sus lugares de origen en Europa, surgiendo así los llamados Caballeros Peregrinos. Tenemos testimonios de peregrinos cristianos llegados a Jerusalén, bajo la tolerancia de los gobernantes islámicos, y que una vez allí se cruzaban caballeros del Santo Sepulcro, surgiendo así los llamados Caballeros Peregrinos.

Desde 1238 a 1496 tenemos numerosos ejemplos de caballeros Sepulcristas armados ante el Santo Sepulcro, pertenecientes a las más ilustres familias europeas. En 1279 tenemos a Jean de Heusden, noble flamenco; en 1309 a Gossin Cabilau, noble flamenco; en 1244 Godefroid de Dive, noble francés; en 1295 el Conde Jean X d’Arkel, tataranieto de Jean V d’Arkel, armado caballero en 1176; en 1325 Roberto de Namur, siguiendo una larga lista de caballeros, condes y príncipes, procedentes de todas las partes del mundo cristiano, que son armados caballeros Sepulcristas ante el sepulcro de Cristo, recibiendo así la más preciada recompensa a su atrevido viaje y a los muchos peligros y privaciones sufridas en el mismo al recibir la más alta muestra de honor que un caballero cristiano podía esperar.

Fase Peregrina

Se inicia así una tercera fase que transcurre ya en Europa, entre los años 1247 y 1847, caracterizada por la fragmentación de la Orden en seis grandes Prioratos: Capua (Italia), Calatayud y Toro (España), Orleans (Francia), Miechow (Polonia) y Warwick (Inglaterra), hasta que a consecuencia de la Bula de Inocencio VIII de 1489 y el cisma inglés de Enrique VIII se redujeron a tres: Calatayud (España), Orleans (Francia) y Miechow (Polonia).

En el año 1484, el Papa Inocencio VIII, ilusionado con la idea de preparar una gran cruzada contra el Islam, dirigida por D’Abbuson, Gran Maestre de la Orden de San Juan, decidió contribuir a la misma incorporando a los Sepulcristas y Lazaristas con todos sus bienes a la Orden de San Juan de Rodas, a fin de resarcir a ésta de los fuertes quebrantos que había sufrido durante el asedio otomano, lo que realizó mediante su Bula “Cum solerti meditatione”, de fecha 28 de marzo de 1489, lo que provocaría la protesta de los reyes de España, Francia y Polonia que resolvieron no obedecer dicha Bula, y que sólo resultó obedecida en los Estados Pontificios.

A instancias del rey Fernando II “El Católico”, el Papa León X por Bula de 29 de octubre de 1513 separó a los Sepulcristas hispanos de la unión con Rodas que Inocencio VIII había hecho de esta orden, mientras que en Francia la citada Bula fue declarada abusiva y contraria a las leyes del reino por decreto del parlamento de París de 16 de febrero de 1547.

Este estado de cosas duraría pocos años, pues el Papa Alejandro VI en 1496, a instancias del emperador Maximiliano I y de los Reyes de España y Francia, considerando que los Caballeros de Malta hacían un voto solemne de castidad que no hacían los caballeros del Santo Sepulcro, anuló dicha Bula y anexionó los Caballeros Sepulcristas a la Santa Sede, ratificando así su doble carácter de Orden ecuestre y pontificia.

El pontífice se declaró él mismo y sus sucesores Gran Maestre de ella, y dio facultad al Guardián del Santo Sepulcro, como Vicario Apostólico en Tierra Santa que era, para conferir la Orden a los peregrinos de Tierra Santa que diesen una ofrenda al efecto y jurasen que eran de noble linaje; se lograba así la supervivencia de la Orden, aunque no fue posible lograr que sus antiguos bienes fueran devueltos por los hospitalarios en aquellos territorios en que los habían usurpado, como Castilla, Portugal e Italia.

En esta fase se observa que la Orden conserva un estricto espíritu nobiliario y su control es disputado por la Santa Sede y por los reyes de las dos monarquías europeas más importantes, España y Francia, que quieren ejercer su maestrazgo. Hasta que en el año 1746 la Santa Sede decide la polémica atribuyéndose en exclusiva el control de la Orden de Caballeros del Santísimo Sepulcro de Jerusalén por Breve de Benedicto XIV.

Fase Protectora

Nos encontramos actualmente en la cuarta fase, que se inició en el año 1847 y llega hasta nuestros días. En dicha fecha se produjo la firma del Concordato entre la Santa Sede y el Sultán otomano que dominaba Tierra Santa, permitiéndose así la Restauración del Patriarcado Latino de Jerusalén, e inmediatamente se vuelve a tratar de la Orden de Caballeros del Santo Sepulcro, reconociendo sus privilegios y todo lo anteriormente regulado por la Iglesia sobre ella.

La Santa Sede procedió a restaurar la Orden de Caballería del Santo Sepulcro, a la que reconoce “una gran antigüedad” y sigue diciendo el Papa que “le consta por documentos fidedignos” que desde el siglo XV el Padre Guardián del Santo Sepulcro, residente en Jerusalén, admitía ya por concesión apostólica como Caballeros a varones beneméritos en esta Orden de Caballería del Santo Sepulcro y se le ratifica para que pueda seguir ejerciendo dicho privilegio.

Debemos destacar los citados Breves Pontificios, pues en ellos el Papa Pío IX se refiere siempre a la antigua Orden de Caballeros, a los que años tarde se incorporarían también las Damascaballeros, al autorizarse su ingreso en la Orden, según había habido también damas en los primeros tiempos de la Orden.

Estatutos

La Orden Sepulcrista se regía por sus propios Estatutos o Assises de los que han llegado hasta nuestros días la copia que en el año 1149 mandó realizar el rey francés Luis VII, para que sirviera de norma para la Cofradía de la Orden del Santo Sepulcro que, al ejemplo de esta Orden, constituyó en Francia y para la que redactó unos Assises o Estatutos similares a los que la Orden tenía desde su fundación.

En este documento se establece que Godofredo de Bouillon se reservó para sí el Maestrazgo de la Orden que, a su muerte, pasaría a los Reyes Latinos de Jerusalén.

En el mismo se establecen dos categorías de miembros de la Orden: Miles (Caballeros) y Presbyteri (Canónigos), además de mencionar a los Viatores (Peregrinos). Se recoge que los reyes delegaban su mando en un Tenente, y se desarrollan las obligaciones que tenían los Caballeros, “proteger con las armas, combatir y hacer la guerra” , y los Canónigos, “rezar y celebrar los oficios divinos en la Iglesia del Santo Sepulcro”.

En consecuencia, la Orden mantuvo una guarnición en Jerusalén, mientras esta ciudad estuvo en manos de los cristianos. Las Crónicas nos hablan de los Caballeros que hacían guardia permanente ante el Santo Sepulcro y de los Custodios o Guardias armados auxiliares que, en número de quinientos, debían proveer al ejército de los reyes de Jerusalén, así como de su participación en numerosas batallas. La pérdida de la ciudad a manos de Saladino y la destrucción del Reino Latino la privarían de su carácter guerrero y, al igual que las otras Órdenes, tendría que luchar por su supervivencia adaptándose a las nuevas circunstancias.

Los Caballeros del Santo Sepulcro fueron los más afectados por la pérdida de Jerusalén, pues hubieron de abandonar la guardia que hacían en los Santos Lugares sin tener otra base a donde replegarse. A diferencia de lo que ocurría con los templarios y hospitalarios, las fortalezas Sepulcristas estaban todas en la ciudad santa y al perderse ésta hubieron de abandonar todas sus residencias y establecimientos.

La Orden en España

En España, país con gran devoción por el Santo Sepulcro, siempre habían sido frecuentes las peregrinaciones a Tierra Santa y los cruzamientos de españoles como caballeros Sepulcristas.

Su poder llegó a ser bastante comparable a los de las órdenes del Temple y el Hospital, y el rey Alfonso I el Batallador de Aragón la declaró coheredera junto a éstas en el testamento que fijó (1131) para repartir sus dominios (testamento que no fue acatado por los nobles aragoneses). A cambio de contentarse con otros patrimonios que no discutiesen la sucesión real, el conde Ramón Berenguer IV de Barcelona les confirió otras tierras en el reino de Aragón (sobre todo en Calatayud) y el Principado de Cataluña, siguiendo su ejemplo Jaime I el Conquistador durante las conquistas de Mallorca y Valencia.

Al conocerse la Restauración de la Orden, unos cuantos caballeros se reunieron y enviaron una Circular a todos los Caballeros españoles cuyo domicilio conocían, convocándolos a una Asamblea General, constituyéndose así el 27 de marzo de 1874 la Asamblea Española de Caballeros de la Orden Militar del Santo Sepulcro.

Tras diversas vicisitudes, obtuvieron el 26 de junio de 1882 del Ministerio de Estado el Regium Exequatur, por el que los Caballeros españoles del Santo Sepulcro pudieran gozar de las mismas consideraciones oficiales que se dispensan a los Caballeros de las Órdenes Militares Españolas a las que estaban asimilados.

En el año 1899, la Orden en España alcanzaría un nuevo reconocimiento a su valía, pues, habiéndose terminado la restauración del templo de San Francisco el Grande (Madrid), se emitirá la Real Orden, de 21 de febrero de 1899, para que el Capítulo en lo sucesivo pueda celebrar sus reuniones y funciones religiosas en dicho templo, concediéndoles la capilla del Calvario, así como dos locales, uno para revestirse los Caballeros y otro para poder guardar sus efectos, para lo que incluso hubo que vencer la resistencia inicial del propio rector del templo. Se inicia en esta fecha la vinculación existente entre la Orden y la iglesia de San Francisco el Grande, que se ha mantenido hasta nuestros días.

En la actualidad, la Casa Madre en España está situada en la Real Colegiata del Santo Sepulcro de Calatayud donde se reúnen los caballeros (que son canónigos honorarios de la Colegiata) al menos una vez al año para celebrar su Capítulo General. Existen dos lugartenencias, que se corresponden con las antiguas coronas de Aragón y de Castilla y León, que están regidas cada una por un Lugarteniente, un Gran Prior y un Consejo:

  • Lugartenencia de España Oriental de la Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén, cuyo actual Lugarteniente es el Conde de Lavern y su Gran Prior, el Cardenal-Arzobispo de Barcelona. Tiene su sede en la Parroquia Mayor de Santa Ana, en Barcelona, antiguo monasterio de la Orden. Está dividida en los capítulos de Aragón, Cataluña, Baleares, Valencia y Navarra.
  • Lugartenencia de España Occidental de la Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén cuyo actual Lugarteniente es el Duque de San Pedro de Galatino (G.E.) ,(En 2008, el Gran Prior es el arzobispo José Manuel Estepa). Con los capítulos de Andalucía, Asturias, Cantabria, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Extremadura, Galicia, Islas Canarias, La Rioja, Madrid, Murcia, País Vasco y Ciudades de Ceuta y Melilla.

Sede en Canarias

El día 31 de enero de 2010, la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén formado por los Caballeros de la Sección de Canarias y de la Archidiócesis de Sevilla, ubicaron su sede para toda Canarias en la Iglesia de Los Dolores de la ciudad de San Cristóbal de La Laguna (Tenerife).[1]

La Orden en México

La presencia de la Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén en México se puede trazar hacia la segunda mitad del Siglo XVIII, con la llegada a tierras novohispanas del Dr. Tomás Cuber y Liñán, Oficial Mayor, Vicario General, Arcediano y Canónigo del Santo Sepulcro de Calatayud,[2] quien pasó a Nueva España en 1755 como Fiscal del Real Tribunal del Santo Oficio en la Real Audiencia de México.[3] En 1766 fue Fiscal Decano y electo para continuar su carrera en el Real Tribunal del Santo Oficio de Granada, por haber ascendido el Dr. Bernardo Antonio Calderón Láza (1764-1786) al antiguo Obispado de Osma.[4]

La restauración en 1847 por el Papa Pío IX del Patriarcado Latino de Jerusalén, supuso un paso importante, ya que otorgó al Patriarcado la responsabilidad de gobernar y administrar la Orden; a partir de ese momento, se dio a sus miembros la especial tarea de soportar los trabajos del Patriarcado orientados a mantener y difundir la presencia de la Cristiandad en Tierra Santa. Hacia 1860 varios ciudadanos mexicanos residentes en Europa ingresaron a la Orden, y mas adelante, contribuyeron a su establecimiento en México; entre éstos, destacó el Dr. Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos, quien fue nombrado Arzobispo de México en 1863.[5]

El mismo Pío IX emitió su Breve Cum Multa el 24 de enero de 1868, documento mediante el cual, estableció tres grados dentro de la Orden: Caballeros, Comendadores y Grandes Cruces; y se expidieron los reglamentos respectivos. Más adelante, León XIII emitió su Breve Venerabile Frater Vincentius el 3 de agosto de 1888, autorizando al Patriarca de Jerusalén a dar la Cruz de la Orden a Damas.[6]

En 1907 el Papa Pío X emitió el Decreto Quam Multa te Ordinamque, documento mediante el cual, se reorganizó el Capítulo Mexicano, quedando entonces designado Bailío el médico Dr. José Domínguez de Murta; luego del fallecimiento del anterior, le sucedió en el puesto Carlos Rincón Gallardo y Romero de Terreros, Duque de Regla, Grande de España y Marqués de Guadalupe. A la muerte de Rincón Gallardo, Juan Liané y Roiz fue nombrado Lugarteniente del Capítulo Mexicano, título de acuerdo al nuevo reglamento de la Orden.[7] Desde entonces, han ocupado dicho puesto: Guillermo Barroso Chávez, Pablo Campos Lynch, Ignacio Urquiza y Septién y Fernando Uribe Calderón.

En 1950 el siervo de Dios, Dr. Luis María Martínez Rodríguez, entonces Arzobispo de México, en solemne ceremonia en la Basílica de Santa María de Guadalupe de la Ciudad de México, constituyó el nuevo consejo de la Lugartenecia, ante la presencia del Cardenal Manuel Arteaga y Betancourt, Arzobispo de La Habana; acto en el cual, ingresaron numerosos caballeros y damas, y se impulsó la creación de la Intendencia de Nueva Galicia, misma que se estableció en 1953 mediante un solemne acto de investidua, gracias al Arzobispo de Guadalajara Dr. José Garibi y Rivera (proclamado Cardenal en 15 de diciembre de 1958), y a Ricardo Lancaster-Jones y Verea, quien fue el Secretario General de aquella Intendencia.[8]

En 1968 el Cardenal Eugène Tisserant, Gran Maestre de la Orden, visitó México, realizando diversas actividades que incluyeron un solemne acto de investidura. Más adelante, en 1998 el Cardenal Carlo Furno, Gran Maestre de la Orden, visitó México con objeto de participar en un solemne acto de investidura, mismo que se celebró en 15 de mayo, en la Parroquia de San Agustín, en la zona de Polanco de la Ciudad de México.[9]

Lugartenencia de México

En la actualidad hay mas de 170 miembros pertenecientes a la Lugartenencia de México, misma que esta integrada por tres Intendencias:

  • Intendencia de Nueva Galicia (con sede en Guadalajara, Jalisco).
  • Intendencia de Nuevo León (con sede en Monterrey, Nuevo León).
  • Intendencia de Nueva Vizcaya (con sede en Chihuahua, Chihuahua).

Organización

La Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén es una « persona jurídica de derecho canónico », según el derecho de la Iglesia Católica, compuesta esencialmente de miembros laicos y eclesiásticos.

Las «Constituciones de la Orden de Caballería del Santo Sepulcro», que rigen actualmente la Orden, han sido aprobadas el 8 de julio de 1977 por el papa Pablo VI.

Gobierno de la Orden

San Onofre en el Janículo (Roma), sede de la Orden.

Beneficiaria del estatuto de derecho pontifical, está bajo la protección de la Santa Sede y el gobierno de un Cardenal Gran Maestre.

En 2008 se estiman unos 25000 miembros de la Orden.

El Gran Maestre da las directrices y dirige la Orden. Se encarga de las relaciones con la Santa Sede y las autoridades eclesiásticas y civiles internacionales. A nivel nacional, delega generalmente sus funciones en los lugartenientes o en delegados magistrales de los territorios bajo su competencia.

El Gran Magisterio de la Orden asiste al Gran Maestre en organizar y coordinar sus actividades en todo el mundo, particularmente en Tierra Santa, así como en la administración del patrimonio de la Orden. Está compuesto por:

  • El Lugarteniente General, elegido entre los miembros laicos de la Orden. Representa al Gran Maestre.
  • El Gobernador General, igualmente elegido entre los miembros laicos, supervisa las actividades del Gran Magisterio, la Consulta y las comisiones, estudia las necesidades de obras en Tierra Santa y las lugartenencias y organiza la administración.
  • El Canciller, secretario del Gran Magisterio y de la Consulta, supervisa las nominaciones y promociones en la Orden así como las renovaciones en los cargos de las lugartenencias.
  • El Maestro de Ceremonias, elegido entre los miembros eclesiásticos, organiza las ceremonias religiosas y trata sobre las cuestiones concernientes a la vida espiritual de la Orden.
  • Una decena de miembros de la Orden, elegidos y nombrados por el Gran Maestre, de los cuales, dos tercios son laicos.

Para asistir al Gran Maestre existen:

  • El Consejo del Gran Magisterio, órgano ejecutivo del Gran Magisterio. Está compuesto por el Gobernador general, el Canciller y miembros eventuales del Gran Magisterio.
  • La Consulta, convocada y presidida por el Gran Maestre que determina la orden del día y reúne al Patriarca Gran Prior, al Asesor, los Lugartenientes y Delegados Magistrales, un representante de la Secretaría de Estado y un representante de la Congregación para las Iglesias Orientales.

Grandes Maestres de la Orden

En 1496, el papa Alejandro VI creó el cargo de Gran Maestre de la Orden, a cargo del papado hasta 1949. Desde esa fecha, han ocupado el cargo los siguientes cardenales:

El 29 de agosto de 2011, monseñor Edwin Frederick O'Brien fue nombrado "Pro-Gran Maestre" por el papa Benedicto XVI, hasta ese momento, arzobispo metropolitano de Baltimore (Estados Unidos), sucediendo al cardenal John Patrick Foley, quien renunció al cargo en febrero de 2011, debido a su mala salud y por alcanzar la edad de 75 años, momento en que todos los obispos deben ofrecer su renuncia al Papa.[10]

  • 1949 - 1960: Nicola Canali
  • 1962 - 1972: Eugene Tisserant
  • 1972 - 1988: Maximilien de Furstenberg
  • 1988 - 1995: Giuseppe Caprio
  • 1995 - 2007: Carlo Furno
  • 2007 - 2011: John Patrick Foley
  • Desde 2011: Edwin Frederick O'Brien

Capítulos y Órdenes similares

En algunos lugares existen agrupaciones homólogas de caballeros y damas con fines similares, aunque son de menos grado nobiliario y, directamente, no tienen tal distinción. A nivel nacional, destaca el Capítulo de Caballeros del Santo Sepulcro de Toledo, fundados en 1928 y aprobados por el Papa Pío XI y el Cardenal Pedro Segura y Saez. Son la guardia de honor de este último y, por consiguiente, de todos los Primados de España. Este capítulo es fundamentalmente nobiliario, y algunas condiciones para entrar son poseer carrera universitaria, títulos civiles o nobiliarios, reconocimiento social y aval de, al menos, dos caballeros.[11]

Referencias

  1. La Orden de Caballeros del Santo Sepulcro de Jerusalén establece sede para toda Canarias en La Laguna (Tenerife).
  2. Archivo Histórico Nacional (Madrid), Consejo de Inquisición, 3736, EXP. 92
  3. Archivo General de Indias, Casa de la Contratación, 5497, N.2, R.7
  4. Archivo General de la Nación (Ciudad de México), Instituciones Coloniales, Inquisición, Volumen 1057, Expediente 10
  5. Amerlinck y Zirión, Teodoro; "Capítulo General de la Lugartenencia de México de la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén", México, 1983, p. 33.
  6. Amerlinck y Zirión, Teodoro; "Capítulo General de la Lugartenencia de México de la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén", México, 1983, pp. 34-35.
  7. Lancaster-Jones y Verea, Ricardo; "Apuntes para la Historia de la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén en México", Guadalajara, 1953, 56 páginas.
  8. León de la Barra, Luis; "Ordenes y honores pontificios en México", México, 1957, pp. 17-35.
  9. http://www.arquidiocesismexico.org.mx/Homilias%201998/Homilia%20980515.html
  10. Rinunce e Nomine, 29.08.2011.
  11. Capítulo de Caballeros del Santo Sepulcro de Toledo (España).

Enlaces externos


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