Pedro de Castilla y de Molina

Pedro de Castilla y de Molina

Pedro de Castilla y de Molina

Escudo del Reino de Castilla y León.

Pedro de Castilla y de Molina (Valladolid, 1290 — † Pinos Puente, cerca de Granada, 25 de junio de 1319). Infante de Castilla. Era el segundo hijo varón de Sancho IV el Bravo, rey de Castilla y León, y de la reina María de Molina. Señor de los Cameros, Almazán, Berlanga, Monteagudo y Cifuentes.

Fue Mayordomo mayor del rey y, a la muerte de su hermano Fernando IV el Emplazado, en 1312, fue nombrado tutor de su sobrino Alfonso XI el Justiciero junto con su madre, la reina María de Molina, y su tío, el infante Juan de Castilla, hijo de Alfonso X el Sabio.

Contenido

Orígenes familiares

Hijo de Sancho IV el Bravo, rey de Castilla y León, y de su esposa, la Reina María de Molina. Por línea paterna era nieto de Alfonso X el Sabio y de la reina Violante de Aragón y Hungría, hija de Jaime I el Conquistador. Por parte materna era nieto del Infante Alfonso de Molina, hijo de Alfonso IX de León, y de su esposa Mayor Alfonso de Meneses.

Juventud del infante Pedro y actuaciones durante el reinado de Fernando IV el Emplazado (1290-1312)

Nació en Valladolid en 1290. Su padre, Sancho IV el Bravo, le cedió la mitad del señorío de los Cameros, correspondiéndole la otra mitad a María Álvarez, prima de Simón Ruiz, señor de los Cameros, ejecutado por orden de Alfonso X el Sabio en 1277. Como infante de Castilla, fue dotado por su padre con diversos señoríos y posesiones. En 1295 falleció Sancho IV el Bravo, siendo sucedido en el trono por Fernando IV, hermano del infante Pedro.

En 1308 estuvo presente en las Cortes de Burgos. En junio de 1309 se congregaron en Córdoba las huestes del rey destinadas a tomar parte en el sitio de Algeciras, así como las que traían el infante Pedro, el infante Juan, Don Juan Manuel, y Diego López V de Haro, así como otros ricoshombres y caballeros. A pesar de la oposición de los magnates que le acompañaban, y que deseaban entrar en la Vega de Granada, como se había acordado en Toledo, prevaleció la voluntad de Fernando IV y se dirigieron a Sevilla, desde donde posteriormente partieron para cercar Algeciras, cuyo sitio comenzó a finales de julio de 1309.[1] Después de la deserción del infante Juan y de Don Juan Manuel, la situación en el campamento cristiano era lamentable, por lo que se propuso levantar el asedio. Sin embargo, el rey, que contaba con el apoyo de su hermano el infante Pedro, de Juan Núñez de Lara el Menor, y de Diego López V de Haro, persistió en su intento de conquistar Algeciras.[2] No obstante, ante la oferta de paz presentada por el reino de Granada, Fernando IV levantó el cerco de Algeciras en enero de 1310.

Fernando IV emprendió de nuevo la guerra contra el reino de Granada en 1310. El infante Pedro, su hermano, conquistó el Castillo de Tempul. Conquistado el castillo, el infante Pedro se dirigió a Sevilla, donde se hallaba su hermano el rey, dirigiéndose ambos después a Córdoba, donde se había producido un levantamiento en contra de varios caballeros.[3] A finales de 1310, Don Juan Manuel solicitó al rey que le concediese el cargo de Mayordomo mayor, por lo que el monarca, que deseaba ganarse a Don Juan Manuel, creyendo que éste último rompería su amistad con el infante Juan, con quien el rey se hallaba enemistado, despojó al infante Pedro del cargo y se lo concedió, dando a cambio a su hermano las villas de Almazán y Berlanga, que le había prometido anteriormente.[4] En el otoño de 1311 surgió una conspiración que pretendía despojar a Fernando IV del trono y colocar en él a su hermano el infante Pedro. La conjura se hallaba protagonizada por el infante Juan de Castilla, por Juan Núñez de Lara y por Lope Díaz de Haro, hijo del fallecido Diego López V de Haro. Sin embargo la conspiración fracasó debido a la rotunda negativa de la reina María de Molina.[5] Poco después, al infante Pedro le fue confiada la crianza del heredero del trono, al tiempo que se reconciliaba con el infante Juan. En diciembre de 1311 el rey Fernando se entrevistó en Calatayud con el soberano aragonés Jaime II de Aragón. En ese momento se llevó a cabo el enlace entre el infante Pedro, hermano de Fernando IV, con la infanta María, hija de Jaime II el Justo, y al mismo tiempo, Fernando IV le hizo entrega al soberano aragonés de su hija primogénita, la infanta Leonor de Castilla, para que fuese criada en la corte aragonesa hasta que tuviera la edad adecuada para contraer matrimonio con el infante Jaime de Aragón, hijo primogénito y heredero del rey aragonés.[6]

Conquista de Alcaudete y muerte de Fernando IV (1312)

En julio de 1312 se encontraba el rey en Toledo, después de haber dejado al infante Alfonso, heredero del trono, en la ciudad de Ávila, donde se encontraba María de Molina, y se dirigió a la provincia de Jaén, donde su hermano, el infante Pedro, se encontraba sitiando la localidad de Alcaudete.

Los últimos momentos del rey Fernando IV de Castilla y León. Óleo sobre lienzo de José Casado del Alisal.(1860). La muerte de Fernando IV en 1312 originó la subida al trono de su hijo, Alfonso XI.

El rey, después de una corta estancia en la ciudad de Jaén, se dirigió a la localidad jienense de Martos, donde ordenó que se ejecutase a los hermanos Carvajales, acusados de haber asesinado en Palencia a Juan Alonso de Benavides, privado del rey. Según la leyenda, pues ello no figura en la Crónica de Fernando IV,[7] los hermanos fueron condenados a ser introducidos en una jaula de hierro con puntas afiladas en su interior y, posteriormente, ser arrojados desde la cumbre de la Peña de Martos. La Crónica de Fernando IV refiere que antes de morir, los hermanos emplazaron al rey a comparecer ante el Tribunal de Dios en el plazo de treinta días.[8]

Después de su estancia en Martos, el rey se dirigió a Alcaudete, donde esperaba al infante Juan para que se uniese con sus huestes al cerco de la localidad. Sin embargo, el infante Juan no acudió por temor de que el rey le hiciese matar.[9] Enfermo de gravedad, Fernando IV abandonó el cerco y se dirigió a la ciudad de Jaén a finales de agosto de 1312. El 5 de septiembre de 1312 se rindió la guarnición de Alcaudete, después de tres meses de sitio, y el infante Pedro se dirigió a la ciudad de Jaén, donde le aguardaba su hermano el rey. El día 7 de septiembre, día de la muerte de Fernando IV,[10] acordaron ambos hermanos socorrer a Nasr, rey de Granada, con quien se había pactado una tregua, y ayudarle en su lucha contra su cuñado Ferrachén, arráez de Málaga, quien se había sublevado contra el rey de Granada. [11] La Crónica de Fernando IV, escrita alrededor de 1340 relata del siguiente modo la muerte del soberano, ocurrida el día 7 de septiembre de 1312:


"E otro día jueves, siete días de setiembre, víspera de Sancta María, echóse el Rey a dormir, e un poco después de medio día falláronle muerto en la cama, en guisa que ninguno lo vieron morir. É este jueves se cumplieron los treynta días del emplazamiento de los cavalleros que mandó matar en Martos: et fizose el roido muy grande por toda la villa, et vino y el Infante Don Pedro; et quando falló muerto al Rey, fizo muy grand llanto por él, et tomó luego á la hora el pendón del Rey, et llamó Rey al Infante Don Alfonso su fijo primero heredero deste Rey Don Fernando que el dexó en Avila." [12]


Tutor de Alfonso XI el Justiciero durante su minoría de edad

Al día siguiente de la muerte del rey acordaron darle sepultura en la ciudad de Córdoba. Después del entierro del rey, que fue sepultado en la Mezquita-Catedral de Córdoba,[13] el infante Pedro partió hacia Jaén a fin de lograr un acuerdo de paz con Nasr, rey de Granada.[14]

Cuando el infante Juan y Juan Núñez de Lara el Menor tuvieron conocimiento de la muerte del rey, solicitaron a la reina madre María de Molina, que se encontraba en Valladolid, que se hiciese cargo de la tutoría de su nieto Alfonso XI, que contaba con un año de edad, más que no se hiciese cargo de ella el infante Pedro, negándose ella a hacerse cargo de la misma y solicitándoles que hablasen de ello con su hijo Pedro.[15] Juan Núñez de Lara el Menor intentó entonces apoderarse del rey, que se encontraba en Ávila. Sin embargo, se lo impidieron las autoridades de la ciudad, prevenidas por la reina María de Molina. Poco después llegó a Ávila el infante Pedro y se negaron a dejarle entrar en la ciudad.[16] Mientras tanto, hallándose en Burgos, el infante Juan y Juan Núñez de Lara convocaron a los ricoshombres, procuradores y concejos del reino en Sahagún, al tiempo que el infante Pedro obtenía la aprobación de la reina madre para ser tutor de su sobrino el rey durante la minoría de edad de éste último. Posteriormente, el infante Juan, que se hallaba en Sahagún con los procuradores del reino, cuando supo de la cercanía del infante Pedro, le ofendió ante testigos, provocando que el infante Pedro decidiese marchar contra ellos, ante lo cual ellos enviaron al infante Felipe, su hermano, a parlamentar con el infante, quien reconvino a su hermano por formar parte del bando rebelde.[17] El infante Felipe presentó a su madre la reina entonces las proposiciones del infante Juan, consistentes en que ella fuese tutora del rey junto con el infante Pedro y el infante Juan, a lo que ella accedió.[18]

Las Cortes de Palencia de 1313

El infante Pedro acudió a las Cortes de Palencia de 1313 acompañado de un ejército de doce mil hombres, llevando también sus mesnadas el infante Juan y otros ricoshombres, después de haberlo reclutado en Asturias y Santander. El infante Pedro había acudido a las Cortes sin deseo de entablar combate, pero dispuesto a entablarlo si el otro bando lo deseaba. En el bando del infante Pedro militaban su tío Alfonso Téllez de Meneses, hermano de María de Molina, Don Tello, hijo del anterior, Rodrigo Álvarez de las Asturias IV y Fernán Ruiz de Saldaña, entre otros ricoshombres. Los partidarios del infante Juan eran el infante Felipe, Fernando de la Cerda, y Juan Núñez de Lara el Menor[19] Reunidos en Palencia, se acordó que cada uno de los bandos conservase sólo 1300 hombres en las inmediaciones, acuerdo que fue quebrantado por el infante Juan al conservar cuatro mil hombres, a lo que correspondió el infante Pedro conservando cinco mil. Durante las Cortes, la reina Constanza de Portugal, viuda de Fernando IV el Emplazado, dejó de prestar su apoyo al infante Pedro y pasó a prestarlo al infante Juan, procediendo Don Juan Manuel de igual modo. Ante el temor de que surgiesen disputas, y por iniciativa de la reina María de Molina, los infantes Pedro y Juan y sus acompañantes abandonaron la ciudad y se hospedaron en las aldeas cercanas, alojándose el infante Pedro en Amusco, el infante Juan en Becerril de Campos, la reina Constanza en Grijota, y María de Molina en Monzón de Campos. Al mismo tiempo, los prelados y procuradores del reino partidarios del infante Pedro y de María de Molina acordaron reunirse en la iglesia de San Francisco de Palencia, al tiempo que los partidarios del infante Juan lo harían en el Convento de San Pablo de Palencia. A pesar de los deseos del infante Pedro y de su madre la reina, los partidarios del infante Juan no se avinieron a ningún acuerdo y nombraron tutor al infante Juan, al tiempo que el otro bando nombraba tutores a la reina María de Molina y al infante Pedro.

Las dobles Cortes de Palencia de 1313 dieron origen a dos distintos ordenamientos, siendo uno otorgado por el infante Juan, como tutor de Alfonso XI, a los concejos de Castilla, León, Extremadura, Galicia y Asturias, territorios en los que predominaban sus partidarios. El otro ordenamiento fue autorizado por María de Molina y el infante Pedro, como tutores de dicho Rey, siendo librado a petición de los concejos de Castilla, León, Toledo, las Extremaduras, Galicia, Asturias y Andalucía. De ambos cuadernos consta la presencia del clero, de la nobleza y de los hombres buenos de las villas, deduciéndose se ellos que el infante Juan llevaba cierta ventaja en el número y calidad de los próceres, así como el infante Pedro y la reina madre en prelados, maestres de las Órdenes y concejos. El cuaderno dado por la reina madre lleva los sellos del rey y de ambos tutores, y el otorgado por el infante Juan únicamente el suyo, deduciéndose de ello que se hallaba la Cancillería en manos de los primeros.[20] Acabadas las Cortes, cada uno de los bandos comenzó a utilizar el sello real para emitir órdenes y privilegios.[21]

Terminadas las Cortes, Alfonso de Castilla y su padre el infante Juan ocuparon la ciudad de León, al tiempo que el infante Pedro se apoderaba de Palencia, dirigiéndose después a Ávila junto a su madre, donde se hallaba el rey.[22] Mientras tanto ambos bandos intentaban alcanzar un acuerdo definitivo sobre quién debía ser tutor del rey, interviniendo en las negociaciones los Maestres de las órdenes de Santiago y Calatrava, así como Don Juan Manuel, partidario del infante Juan.

El infante Pedro partió entonces hacia Granada a fin de socorrer a Nasr, rey de Granada, contra quien se había sublevado el hijo del arráez de Málaga. Sin embargo, a finales de 1313 el infante Pedro tuvo conocimiento de la derrota del rey granadino y, durante su retorno cercó durante tres días y tomó el castillo de Rute, situado en la provincia de Córdoba.[23] situada en la provincia de Córdoba, A finales de 1313, el infante Juan convocó a los procuradores del reino en Sahagún, y estando reunidos, el día 18 de noviembre, falleció la reina Constanza de Portugal, madre de Alfonso XI el Justiciero, lo que motivó que el infante Juan y sus partidarios se decidiesen a pactar con María de Molina, ofreciéndole a la reina que desempeñase el cargo de tutora del rey en los territorios en los que habían declarado tutores a ella y a su hijo el infante Pedro, al tiempo que el infante Juan ejercería como tutor en los territorios que le apoyaban. La reina respondió afirmativamente a la proposición.[24]

Concordia de Palazuelos y Cortes de Burgos (1314-1315)

En la llamada Concordia de Palazuelos, firmada en el año 1314, se encomendó la tutoría del joven Rey Alfonso XI a sus tíos, los infantes Juan y Pedro, y a su abuela la reina María de Molina, a quien le fue confiada la crianza y la custodia del niño rey. Al mismo tiempo se acordó que la Cancillería del reino se hallase junto al rey, que tomasen cartas blancas los tutores para los pleitos que resolvieran en las villas, que los tutores destruyesen los sellos reales que habían usado hasta entonces, y que los tutores ejerciesen como tales en los lugares en los que habían sido designados.[25] Poco después de haberse acordado la regencia compartida del reino entre los dos infantes, se entabló un pleito entre Don Juan Manuel y la infanta portuguesa Blanca de Portugal y Castilla, nieta de Alfonso X el Sabio, a causa de varias ciudades que ella había vendido al infante Pedro, por no haber satisfecho Don Juan Manuel el pago por dichas ciudades. Como consecuencia de dicho pleito, Don Juan Manuel comenzó a saquear toda la zona de Guadalajara, apoyado por el infante Juan, quien le prestaba consejo y apoyo.[26]

Poco después, Alfonso de Castilla, hijo del infante Juan, se dispuso a atacar al infante Felipe de Castilla, hijo de la reina María de Molina, en Lugo, donde estuvo a punto de librarse una batalla campal entre ambos.[27] Al mismo tiempo, al infante Pedro, que se hallaba atacando las tierras de Don Juan Manuel, le aconsejó el Maestre de Calatrava que dividiese a partes iguales con Don Juan Manuel las tierras que se hallaban en disputa, accediendo a ello el infante, para lo que se entrevistó con Don Juan Manuel en Uclés, y posteriormente con el infante Juan en Sepúlveda, para acordar la convocatoria de Cortes en la ciudad de Burgos.[28]

En las Cortes de Burgos de 1315 se ratificó lo dispuesto en la Concordia de Palazuelos de 1314, estipulándose además que en caso de morir alguno de los regentes, continuarían en el cargo los regentes vivos, comprometiéndose a que no pudiese acceder a la regencia nadie fuera de la reina María de Molina y los infantes Pedro y Juan. Se rompieron los sellos anteriores de los tutores y comenzaron a usar uno nuevo, al tiempo que se disponía que la Cancillería se hallase junto al rey y a la reina María de Molina. Los tutores se comprometían a no conceder tierras o bienes monetarios a persona alguna, disponiéndose que sólo se podrían hacer donaciones con el sello del rey, y con el acuerdo de los tres tutores.[29] Tres ordenamientos surgieron de las Cortes de Burgos de 1315. En uno de ellos se aprobaba la carta de hermandad que los caballeros hijosdalgo y hombres buenos de los reinos de Castilla, León, Toledo y las Extremaduras formaron para oponerse a los posibles desmanes de los tutores, otro para resolver las posibles diferencias acerca del ejercicio de la tutoría, y tomar algunas disposiciones en lo referente a la administración del reino, y en el último ordenamiento los tutores respondían a ciertas reclamaciones efectuadas por los prelados del reino.[30]

Durante las Cortes de Burgos falleció Juan Núñez de Lara el Menor, señor de Lara y Albarracín, siendo sucedido en el cargo de Mayordomo mayor por Alfonso de Castilla, hijo del infante Juan,[31] al tiempo que Don Juan Manuel, aprovechando la ausencia del infante Pedro, que se encontraba en las Cortes, saqueaba las posesiones de éste último en Almazán y Berlanga de Duero.[32] Terminadas las Cortes de Burgos, se concedió a Don Juan Manuel, reconciliado ya con el infante Pedro, el cargo de Adelantado Mayor de la Frontera del reino de Murcia, al tiempo que Alfonso de Castilla se reconciliaba con el infante Felipe en presencia de la reina María de Molina y del infante Juan.[33] En mayo de 1315 el infante Pedro derrotó a los granadinos en la batalla de Alicún de Ortega, en la que murieron alrededor de mil quinientos granadinos,[34] además de cuarenta notables del sultanato de Granada. Poco después el infante Pedro conquistó los castillos de Cambil y Alhabar.[35] En 1316 falleció Alfonso de Castilla y Aleramici, hijo del infante Juan, en Morales de Toro.

Cortes de Carrión e incursión en la Vega de Granada (1317)

En septiembre de 1317 comenzaron las Cortes de Carrión, en las que, durante cuatro meses, fueron examinadas las rentas del rey y el uso que los tutores habían hecho de ellas, no encontrándose fraudes por parte de los mismos.[36] Se acordó que los tres tutores del rey deberían abandonar la tutoría si permitían que fueran tomadas las tierras de los ricoshombres, infanzones o caballeros, si suprimiensen las concesiones pecuniarias otorgadas a los mismos en el Ayuntamiento de Carrión de 1317, si no castigasen a los que pertubasen la paz en las tierras de realengo, o si no castigasen y diesen muerte a los alcaides, alcaldes y oficiales que ejecutasen personas arbitrariamente.[37] Durante las Cortes, el infante Juan, deseoso de que el infante Pedro abandonase la tutoría, propuso que los tres tutores dejasen la tutoría, con la esperanza de que le fuera encomendada a él sólo, negándose a ésto los partidarios que se hallaban presentes de la reina y del infante Pedro. Aprobados los subsidios demandados por la Corona, se entabló una disputa entre los caballeros presentes que estuvo a punto de ocasionar la muerte del infante Juan. [38]

Para contribuir al esfuerzo de la guerra contra el reino de Granada, que libraba en la frontera el infante Pedro, el papa Juan XXII, otorgó a la empresa bélica que se planeaba el carácter de cruzada, concediendo para ello la décima y la tercia de las rentas eclesiásticas y los ingresos procedentes de las bulas de cruzada durante tres años consecutivos. El infante Juan, que deseaba acceder a dichos beneficios, obtuvo su parte de los mismos gracias a la intervención de la reina María de Molina. [39]

En 1317 el infante Pedro invadió el reino de Granada y devastó el territorio hasta llegar a Granada, desde donde retornó a Córdoba,[40] siendo acompañado en su expedición por los Maestres de las órdenes de Santiago, Calatrava, Alcántara, así como por el Maestre de los Hospitalarios, y por el arzobispo de Sevilla y el obispo de Córdoba. Poco después los granadinos intentaron sitiar Gibraltar, pero por temor al infante no llegaron a poner en práctica la empresa.[41] A continuación, el infante Pedro atacó las localidades de Píñar y Montejícar, tomando después el castillo de Bélmez de la Moraleda.[42] La Crónica de Alfonso XI relata de éste modo la conquista del castillo de Bélmez de la Moraleda:


"E el infante d. Pedro estando en Hubeda, ovo sabiduría que Belmez, un lugar en que avie vna villa e vn castillo muy fuerte del qual venía muy gran daño a tierra de christianos, e es ocho leguas de Granada, que non estaua ay tanta gente que lo pudiere defender. E fue luego para ella, y çercóla; e el dia que ay llego conbatiola, y entro la villa por fuerça; e la gente que era ay acogiose al castillo. E el infante d. Pedro embio luego por los yngenios que tenie en Jaen, e conbatio el castillomuy fuerte con ellos. E desque supo esto el rey de Granada, tomo ende muy gran pesar y muy gran quebranto, e mando luego salir toda su caballería para venir acorrer aquel castillo; e vinieron ay, e magüer era muy gran gente, nunca se atreuieron a venir a pelear con el ynfante d. Pedro. E acabo de veynte e vn dias que el infante d. Pedro llego a aquel castillo, a tan afincados fueron los moros que dentro estauan, que le ovieron de dar el lugar. E desque lo ovo cobrado, dexo en el buen recabdo, e partio e vinose para Vbeda e toda su compaña" [43]


Mientras el infante Pedro combatía a los granadinos en 1317, el infante Juan, que deseaba que se le concediese una parte de los beneficios otorgados por el papa con el propósito de destinarlos a los gastos de guerra, obtuvo su parte de los mismos gracias a la intervención de la reina María de Molina, que puso término a las disputas surgidas por éste motivo entre su hijo Pedro y el infante Juan, disponiendo los tres tutores entonces que se convocasen Cortes en el reino.[44]

Cortes de Medina del Campo y conquista de Tíscar (1318-1319)

En 1318 se celebraron las Cortes de Valladolid y de Medina del Campo. Los procuradores de Extremadura, debido a una disputa surgida con los procuradores castellanos en las Cortes de Carrión de 1317, acordaron celebrar Cortes por separado junto a los del reino de León, reuniéndose éstas en Medina del Campo, habiéndose reunido previamente los procuradores castellanos en Valladolid. Durante las Cortes de Medina del Campo le fueron devueltas al rey las villas de Moya y Cañete, situadas en la provincia de Cuenca, por haber fallecido sin descendencia Juan Núñez de Lara el Menor.[45]

En las Cortes de Medina del Campo de 1318 se hallaron presentes varios prelados, ricoshombres, el maestre de Santiago, y los procuradores de las ciudades y villas del reino de León, Toledo y las Extremaduras. Los procuradores presentes demandaron que se vigilase estrechamente la administración de justicia, al tiempo que solicitaban que los nobles que maltrataran a los habitantes de las villas fueran castigados severamente. Por otra parte, hubo quejas por parte de los procuradores sobre la intromisión de la jurisdicción eclesiástica en los pleitos civiles en tierras de realengo, menguándose con ello la autoridad de la Corona. Por otra parte, los subsidios demandados por la Corona fueron concedidos en ambas Cortes.[46]

En el invierno de 1318 se ultimaron los preparativos bélicos y el infante Pedro, pasando por Toledo, Trujillo, Sevilla, Córdoba y Úbeda, reunió a las tropas que habrían de intervenir en la campaña del año próximo, ocupándose también de la fabricación del armamento necesario en la ciudad de Sevilla. Encontrándose el infante en la ciudad de Úbeda, decidió apoderarse del castillo de Tíscar, situado en la provincia de Jaén, que fue conquistado el sábado víspera de Pentecostés de 1319.[47]

Campaña contra el reino de Granada: incursión en la Vega de Granada (junio de 1319)

En junio de 1319, mientras el infante Pedro de Castilla se encontraba en Tíscar, las huestes castellanas al mando del infante Juan se le aproximaban, ya que éste último había decidido, a pesar de no encontrarse en buena forma física, unirse a su sobrino en la expedición contra los nazaritas granadinos e impedir que éste último adquiriese más protagonismo en los asuntos del Reino.

Vista de la localidad de Alcaudete desde la Sierra de Orbes. En la localidad jienense de Alcaudete se reunieron los ejércitos de los infantes Juan y Pedro, antes de partir rumbo a la campaña contra el reino de Granada, en junio de 1319.

El plan del infante Juan era saquear la Vega de Granada y participar de los triunfos militares de su sobrino el infante Pedro, al tiempo que con ello se intimidaba al sultán granadino y se causaba el mayor daño posible en su territorio.[48]

En junio de 1319, mientras el infante Pedro sitiaba el Castillo de Tíscar, el infante Juan, que se hallaba con su hijo Juan el Tuerto en la villa cordobesa de Baena,[49] dejó a éste último a cargo de la defensa de la ciudad y partió rumbo a Alcaudete para encontrarse con su sobrino Pedro, que allí le aguardaba. Reunidos ambos ejércitos en Alcaudete, alcanzando una cifra según el Padre Mariana de nueve mil hombres de a caballo y varios miles de a pie,[50] partieron rumbo a la Vega de Granada, arrasando a su paso los campos, talando los bosques y destruyendo y aprisionando el ganado. El infante Juan se hallaba al frente de la vanguardia de la columna, mientras que el infante Pedro se encontraba en la retaguardia, acompañado por los Maestres de las órdenes de Santiago, Calatrava, y Alcántara, además de por los arzobispos de Toledo y Sevilla, y numerosos miembros de la alta nobleza.

De camino a la ciudad de Granada, el ejército cristiano pasó por Alcalá la Real, donde pernoctó, permaneciendo en ella al día siguiente también.[51] . Después, pasando por las localidades de Moclín e Íllora, localidad ésta última que atacaron los cristianos y cuyo castillo pudieron haber tomado,[52] y pasando por Pinos Puente, llegaron un sábado, víspera de San Juan, a las cercanías de la ciudad de Granada, donde acamparon.[53] El ejército permaneció allí hasta el lunes, día en que el infante Juan sugirió regresar a tierras castellanas, a pesar de la oposición del infante Pedro, que deseaba avanzar más a través de territorio enemigo. [54] Sin embargo, prevaleció la opinión del infante Juan y ese mismo día emprendieron el viaje de retorno, hallándose el infante Juan al mando de la retaguardia de la columna cristiana, y el infante Pedro al de la retaguardia.[55]

Desastre de la Vega de Granada y muerte del infante Pedro (25 de junio de 1319)

Artículo principal: Desastre de la Vega de Granada

El día 25 de junio, día en que los infantes emprendieron la retirada hacia sus bases,[56] la retaguardia del ejército castellano-leonés se vió atacada en el Cerro de los Infantes, situado en el municipio de Pinos Puente, a 16 kilómetros de Granada, por la caballería del sultán granadino, al mando del general Ozmín, que al tener noticia de la retirada de los castellano-leoneses, había salido de la ciudad de Granada con una fuerza de cinco mil hombres de caballería y varios miles de soldados de infantería. Sin embargo, en un primer momento los ataques de los granadinos se limitaron a intentar provocar al enemigo, mediante pequeñas escaramuzas mantenidas en la retaguardia de la columna cristiana.[57] Poco después, y a causa del calor, debido a encontrarse en el mes de junio, el ejército cristiano comenzó a mostrarse desalentado, sediento y agotado, al tiempo que los musulmanes granadinos atacaban con más dureza en todos los flancos de la retaguardia cristiana, que se vió así rodeada. Ante ésto, el infante Juan, que se hallaba al mando de la retaguardia, solicitó la ayuda del infante Pedro, que se encontraba al mando de la vanguardia del ejército. Las tropas del infante Pedro, presas de pánico y cargadas de botín, emprendieron la huída e intentaron cruzar el Río Genil, pereciendo muchos soldados en el intento, a pesar de la determinación del infante Pedro, que intentó hasta el último momento reorganizar sus tropas y llevarlas a la lucha al lado de su tío, que se veía a cada instante más apurado y necesitado de refuerzos.

Fotografía de la Vega de Granada, con los montes de Sierra Elvira al fondo. En uno de los montes de dicha sierra, conocido desde entonces como el Cerro de los Infantes, se desarrolló el combate conocido como el Desastre de la Vega de Granada, librado el día 26 de junio de 1319.

No pudiendo soportar la desobediencia de sus tropas y viéndose impotente ante la situación producida, el infante Pedro "á golpes se tollió todo el cuerpo, et perdió la fabla, et cayó del caballo muerto en tierra".[58]

Tal fue el final del hijo de Sancho IV el Bravo y de la reina María de Molina. Mientras tanto, los musulmanes granadinos mataron a todos los cristianos que encontraron, que, a causa de las elevadas temperaturas y del cuantioso botín que portaban consigo, apenas pudieron defenderse. Asimismo, relata la Crónica de Alfonso XI que cuando el infante Juan tuvo conocimiento de la muerte de su joven sobrino Pedro, que contaba con veintinueve años de edad:

"tan grande fue el pesar que ende tomó, que perdió luego el entendimiento et la fabla, et tovieronlo asi desde mediodia fasta hora de visperas, que nin moria nin vivia".[59]

Cuando los maestres de las Órdenes militares, el arzobispo de Toledo, y el obispo de Córdoba, que se encontraban en la vanguardia castellana, fueron informados de la muerte del infante Pedro, al que aguardaban, se dieron a la fuga.[60] Mientras tanto, en la retaguardia, el ejército del sultán granadino saqueó el campamento cristiano y, con el botín obtenido, emprendieron el regreso a la ciudad de Granada.[61] A la caída de la tarde, el infante Juan, que aún no había fallecido, fue colocado sobre un caballo, al tiempo que el cadáver del infante Pedro era colocado sobre un mulo,[62] y el ejército cristiano, que estaba decidido a replegarse debido a la multitud de bajas sufridas, emprendió la retirada hacia sus bases en la retaguardia. Durante el trayecto nocturno, el caballo que transportaba el cadáver del infante Juan, que había fallecido durante la noche, fue perdido de vista por sus hombres, debido a la falta de visibilidad, así como por la rapidez de su retirada y quedó perdido en las tierras del sultán de Granada.[63]

Mientras tanto, la vanguardia cristiana, que llevaba consigo el cadáver del infante Pedro, consiguió llegar a Priego de Córdoba, desde donde fue trasladado a Baena,[64] y, posteriormente, pasando por Arjona,[65] a la ciudad de Burgos.

Sepultura del infante Pedro de Castilla

Los restos mortales del infante Pedro de Castilla, después de su muerte en el Desastre de la Vega de Granada, fueron trasladados a la ciudad de Burgos.

A dicha ciudad serían conducidos meses después los de su tío, el infante Juan de Castilla. Allí, el cadáver de su tío recibió sepultura en el presbiterio de la Catedral de Burgos, mientras que el infante Pedro fue sepultado en el Monasterio de Santa Maria la Real de Las Huelgas de Burgos,[66] donde en la actualidad se conservan sus restos mortales, que se encuentran depositados en un sepulcro de piedra liso colocado en la nave de Santa Catalina de la iglesia del cenobio burgalés.[67]

Posteriormente, también recibirían sepultura en el mismo monasterio su esposa, la infanta María de Aragón y Anjou, hija de Jaime II de Aragón, y la hija de ambos, que llegó a ser abadesa del monasterio de las Huelgas, Blanca de Castilla y Aragón.

Matrimonio y descendencia del infante Pedro de Castilla

En diciembre de 1311 contrajo matrimonio, en la ciudad de Calatayud, con la infanta María de Aragón y Anjou, hija de Jaime II el Justo, rey de Aragón, fruto del cual nació una hija:

Referencias

Bibliografía

  • Del Arco y Garay, Ricardo (1945). Instituto Jerónimo Zurita. Consejo Superior de Investigaciones Científicas (ed.). Sepulcros de la Casa Real de Aragón.
  • Del Arco y Garay, Ricardo (1954). Instituto Jerónimo Zurita. Consejo Superior de Investigaciones Científicas (ed.). Sepulcros de la Casa Real de Castilla.
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Notas

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  2. Benavides, Antonio (1860). «XV», Memorias de Don Fernando IV de Castilla, dos tomos, 1ª edición, Madrid: Imprenta de Don José Rodríguez, pp. 220-221.
  3. Benavides, Antonio (1860). «XVI», Memorias de Don Fernando IV de Castilla, dos tomos, 1ª edición, Madrid: Imprenta de Don José Rodríguez, pp. 225-226.
  4. Benavides, Antonio (1860). «XVI», Memorias de Don Fernando IV de Castilla, dos tomos, 1ª edición, Madrid: Imprenta de Don José Rodríguez, pp. 227-229.
  5. Benavides, Antonio (1860). «XVII», Memorias de Don Fernando IV de Castilla, dos tomos, 1ª edición, Madrid: Imprenta de Don José Rodríguez, pp. 238.
  6. Benavides, Antonio (1860). «XVII», Memorias de Don Fernando IV de Castilla, dos tomos, 1ª edición, Madrid: Imprenta de Don José Rodríguez, pp. 239.
  7. Benavides, Antonio (1860). «XVIII», Memorias de Don Fernando IV de Castilla, 1ª edición, Madrid: Imprenta de Don José Rodríguez, pp. 242.
  8. Benavides, Antonio (1860). «XVIII», Memorias de Don Fernando IV de Castilla, 1ª edición, Madrid: Imprenta de Don José Rodríguez, pp. 242.
  9. Benavides, Antonio (1860). «XVIII», Memorias de Don Fernando IV de Castilla, 1ª edición, Madrid: Imprenta de Don José Rodríguez, pp. 242.
  10. Benavides, Antonio (1860). «XVIII», Memorias de Don Fernando IV de Castilla, 1ª edición, Madrid: Imprenta de Don José Rodríguez, pp. 243.
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  66. Gómez Moreno, Manuel (1946). Instituto Diego Velázquez. Consejo Superior de Investigaciones Científicas (ed.). El Panteón de las Huelgas Reales de Burgos, pp. 34-35.
  67. Herrero Sanz, María Jesús (2004). Reales Sitios de España. Patrimonio Nacional (ed.). Guía Santa María la Real de Huelgas. Burgos. ISBN 84-7120-337-5.

Enlaces externos

Véase también


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