Recursos forestales argentinos

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Contenido

Panorama

Hacia mediados del 2004 los bosques nativos de Argentina se extendían por sobre aproximadamente 36 millones de hectáreas, esto significa tan solo el 15% del territorio nacional. En tanto que los bosques implantados (casi en su totalidad con especies alóctonas) abarcaban poco más de 800.000 ha. De estos bosques implantados el 37% se encuentra en la provincia de Misiones en detrimento de la rica selva nativa.
Entre 1880 y el 2003 fue destruida aproximadamente el 78% de la cobertura forestal nativa de toda Argentina.
Aún en 1900 más de la mitad del sector americano de Argentina estaba cubierto de bosques, montes y selvas. En 1914, dada la Primera Guerra Mundial y en vistas del enorme valor económico de las áreas forestales se realizó en Argentina el primer censo forestal. Tal censo (con las limitaciones de la época —muchas zonas cubiertas de bosque resultaban poco o nada accesibles—) verificó la existencia de 105.888.400 ha. En el 2000 un nuevo relevamiento (efectuado en gran medida y con gran precisión desde satélites) indicaba la existencia de 44.975.117 ha de bosques (y en este caso, en su mayor parte muy degradados y con grave pérdida de biodiversidad). De este modo en el período 1914-2003, por talas, incendios "desmontes" (es decir, casi siempre por actividad antrópica depredatoria) Argentina había perdido ya más del 60% de sus recursos forestales. En ese año 2003 la Dirección de Recursos Forestales Nativos dependiente de la Secretaría de Recursos Naturales y Desarrollo Sustentable admitía que se perdían bosques a un ritmo de 85.000 ha/año, las proyecciones indican que si se mantuviera tal ritmo de deforestación en el 2036 el país se quedaría sin bosques nativos (exceptuados las relativamente pequeñas áreas resguardadas en los parques y reservas).
En 1935 se realizó un censo forestal nacional que relevó la existencia de 1.100.000 km² de bosques, ya para ese año gran parte de los bosques y selvas de la región pampeana, la Mesopotamia argentina, la región chaqueña, la yunga y los bosques patagónicos habían sido devastados en "aras del progreso", en efecto: hasta casi fines del siglo XX la percepción más común del habitante común de las ciudades argentinas era aquella según la cual los arbolados autóctonos eran "algo salvaje". Pero no fue esa percepción la principal causal de la depredación en el ámbito forestal, la extensión de la ganadería extensiva ampliando la llamada "frontera agropecuaria" y la extensión de una agricultura bien adjetivada como industrial significó la merma del valioso recurso forestal argentino.
Pero si en 1935 las pérdidas forestales eran muy graves, en los años siguientes tales pérdidas prácticamente se potenciaron.

Regiones forestales nativas

Aunque han existido y existen diversos criterios para denominar a las regiones forestales autóctonas de Argentina, las denominaciones más atinadas parecen ser las siguientes:

Bosque andinopatagónico (subdividido en un sector valdiviano y otro magallánico); Bosque y parque chaqueño; Bosque ribereño del Río de la Plata; Monte; Selva en galería del río Paraná y del río Uruguay; Selva misionera; Yunga (o nimbosilva tucumanoranense —la denominación tucumanooranense está cayendo en desuso ya que la yunga se extiende más al sur y más al norte de Tucumán y de la región oranense—).

Bosque andinopatagónico

Estrictamente hablando, la región de los Andes Patagónicos casi siempre está recubierta de un selva húmeda fría, se considera que es una selva y no un bosque dado que en una misma área suelen coexistir varias especies y la vegetación se encuentra estratificada en pisos con un denso sotobosque, la zona andinopatagónica a la cual más le cabe la adjetivación de boscosa es la llamada Pehuenia, es decir aquella zona en donde es casi exclusiva la especie arbórea llamada pehuén ("pino araucano" o Araucaria araucana), esto ocurre en la región andina correspondiente al centro-norte de la provincia de Neuquén —aproximadamente entre los paralelos 36º S y 41º S—, sin embargo el llamado "bosque" Andinopatagónico "comienza", o mejor dicho tiene su límite norte en la vertiente oriental de la cordillera de los Andes hacia el paralelo 35º S, esto es en el sudoeste de la provincia de Mendoza en donde aparecen las primeras agrupaciones del lipain o "cedro patagónico".

Al sur del paralelo 41º S, y merced al aumento de la humedad, la zona forestal autóctona tiene un incremento de especies que son características de la Selva Valdiviense. Selva fría poblada principalmente por coníferas, fagáceas, mirtáceas y varias especies de Nothofagus tales como —a más de los ya referidos pehuén y lipain— el maitén, ñire, tepa, tepú, ciprés de las Guaitecas, coihue, coyán, lleuque, raulí, radal, la lenga, el temu, el quetri o "arrayán", o el gigante "alerce patagónico" (lahuán), y el huililahuán, en los valles más bajos de esta región (como los del lago Puelo, Cholila y Epuyén) la temperatura promedio anual es más elevada lo cual facilita la presencia del copihue, el notro y diversas especies arbustivas siemprevivas tales como el canelo, la zarzamora, el saúco, la frutilla, la zarzaparrilla etc. Pero gradualmente, a medida que se "desciende" hacia el sur ( o lo que es lo mismo, se "sube" de latitud) la selva fría tiene reducida su variedad de especies arbóreas, por tal causa hacia el paralelo 45º S —y hasta el Cabo de Hornos— se extiende el bosque subpolar magallánico; en esta predominan por naturaleza las fagáceas australes, en especial la lenga seguida por el ñiré y luego el coihue, destacándose especies arbustivas como el mañiu y el calafate.

Cabe observar que esta bella región es en Argentina una muy estrecha franja con un ancho promedio de sólo 45 km, sin embargo la anchura de la franja boscosa (o selvática fría) andinopatagónica era casi el doble hacia 1900. La injerencia humana masiva (por ejemplo mediante un turismo negligente) ha facilitado la deforestación, muchas veces mediante incendios (como los ocurridos durante los 1990 en plenas zonas de Parques Nacionales).

Bosque y parque chaqueño

Es la más extensa de las áreas forestales argentinas, incluye en las zonas con humedad suficiente importantes zonas selváticas. Abarcaba originalmente la mayor parte de las provincias de Santiago del Estero, Chaco, Formosa, norte de Santa Fe, este de Salta y —ya de un modo ecotónico— el norte de Córdoba y este de Tucumán, aunque el bioma cambie mucho —especialmente en lo climático— gran parte de los botánicos incluyen en la formación chaquense a las forestas del norte de la provincia de San Luis hasta confundirse al sur y al oeste con la región del Monte Seco.
El área forestal chaquense se distingue en dos zonas principales, una húmeda y la otra seca (la primera aproximadamente al este del merididiano 62ºO, la segunda aproximadamente al oeste del mismo meridiano). Sin embargo ambas zonas de la región chaqueña o chaquense sufren las alternativas de ciclos de sequías —muy prolongados— y de inundaciones; las sequías predominan en los meses invernales (de mayo a junio) sin embargo los meses cálidos de verano también implican una gran pérdida de humedad por evaporación. Ante estas condiciones climáticas gran parte de los árboles se ha adaptado con las siguientes defensas: maderas duras (como las de los quebrachos —"quiebra-hachas es su etimología—) o cortezas buidas (espinozas) como las del vinal, o la acumulación de agua tal cual se evidencia en los llamados palos borrachos (yuchán, samuhú, ñandubay), o la defoliación natural durante los estíos o el desarrollo de extensas raíces.
De este modo la región forestal chaqueña (especialmente en su sector occidental) está caracterizada por bosques caducifolios y en gran medida xerófilos en los que se hace presente un estrato arbustivo denso y enmarañado (particularmente en la zona llamada El Impenetrable), en las zonas de quebrachal existen espacios alternados de pajonales muy semejantes a los fachinales de la región pampeana, o parques y sabanas con isletas de palmeras (o palmares).
Si se examinan los estratos vegetales de las zonas chaqueñas húmedas se observa —de menor a mayor altura— el pajonal de gramíneas como el simbol, luego las bromelias terrestres, seguido por las arbustivas chilca y caraguatá, la palma carandilla, el mistol, el palo borracho, el guayacán, el palo amarillo, el aliso de río, el timbó y el quebracho colorado.
Las especies de mayor porte son los quebrachos (colorado chaqueño, colorado santiagueño, blanco), el palo amarillo, el urundel o urundey, el chalchal, el pacará o timbó y las palmeras - en especial la elevada yatay- las palmeras se destacan en la zona oriental chaqueña, aunque se encuentran distribuidas en toda la región, además de las yatay se destacan las pindó y las caranday. De mediano porte —aunque abundantes— son los mencionados palos borrachos, y los lapachos, chañares y palosantos o guayacanes, el mistol; mientras que toman un carácter casi arbustivo el vinal y el tártago (o "castor" o "ricino"). La región chaqueña ha padecido una grave deforestación, especialmente durante el siglo XX, siendo la principales víctimas los quebrachos y los llamados "algarrobos" (Prosopis alba, Prosopis nigra). La deforestación ha reducido la humectación del terreno y esto ha facilitado el inicio de procesos de desertificación la expansión invasiva de especies xerófilas como la del ya mencionado vinal y cactáceas entre las que se destaca el quimil.

Bosque ribereño del Río de la Plata o Selva en galería

Tal cual su nombre lo indica se trata de una muy estrecha franja sobre las costas del Río de la Plata que se extiende incluyendo las costa de la bahía de Samborombón. Es la formación forestal natural de tipo subtropical más austral del planeta, pero al ubicarse en una de las primeras zonas colonizadas por los europeos y ser esta zona la más densamente urbanizada de Argentina, apenas quedan relictos de tal formación forestal que incluía al ombú, la palmera pindó, el coronilla, el ceibo, el sauce criollo y —principalmente— al tala; los vestigios (muy degradados) de tal bosque (e incluso selva) se encuentran hoy en día principalmente en áreas protegidas o semiprotegidas como las de la selva marginal de Punta Lara, la selva de la Reserva Provincial Guillermo Enrique Hudson, el Bosque Costero del Sur (o Talares de Magdalena) y en la Isla Martín García.

Región del Monte

Aquí la palabra monte tiene la acepción de área forestal, la mayor parte del llamado monte en Argentina corresponde a áreas cubiertas por bosques y boscajes xerófilos (aunque en ciertos lugares, por localismo se denomina "monte" a formaciones forestales de zona húmeda).
Definido el monte como el bioma en el cual predomina un bosque y un boscaje xerófilo es evidente que tal monte seco, o se extiende por territorios subhúmedos (por ejemplo los ubicados bajo la isohieta de los 500 mm/año) o si no, en zonas con prolongados períodos de sequía, en tal sentido el parque chaqueño occidental tiene mucho en común con el monte. Sin embargo la definición de monte queda relegada casi siempre a la zona de la Diagonal Árida que posee suficiente humedad como para permitir la existencia de árboles y arbustos, gran parte del monte posee tal suficiente humedad no por las precipitaciones que recibe sino por el clima continental mesotérmico: las temperaturas anuales promedio moderadas posibilitan un suficiente equilibrio hídrico como para el desarrollo de árboles o, en su defecto, arbustos, en la extensa región del monte.

Los árboles más típicos son las variedades de "algarrobo" criollo (taco, alpataco, tamarugo), en el sector septentrional (al norte del 35°S) de la región del monte se imbrincan los chañares, sin embargo una de las formaciones forestales más interesantes del monte se da en una diagonal que corre desde el sureste de la provincia de San Luis y extremo suroeste de la provincia de Córdoba atravesando el centro de la provincia de La Pampa hasta casi llegar a la zona de Bahía Blanca en el sur de la provincia de Buenos Aires, se trata del "caldenal" es decir la región en la cual prospera el caldén; entre los arbustos se destaca el piquillín, por otra parte el Cuyo en sus sierras (como la de Valle Fértil) y en sus travesías poseía hasta inicios de siglo XX forestas en las cuales era dominante el género Prosopis, por ejemplo las travesías de la provincia de Mendoza poseían montes de Prosopis flexuosa especie muy valiosa de "algarrobo" que alcanza hasta los 16 metros de altura, con excelente madera y bayas que proveen de buen alimento tanto a seres humanos como a otros animales; empero la región ha sido desmontada y en gran parte desertificada al utilizarse irrcionalmente el recurso constituido por los Prosopis (por ejemplo su transformó en leña para quemar en las locomotoras a vapor).
En las Sierras de Córdoba y San Luis, los densos bosques naturales estaban constituidos principalmente por algarrobos, talas, chañares, molles, aguaribays, "cocos" (carandays), lapachos y, a orillas de los cursos de agua, sauces criollos. Bajo los árboles se daba una dens formación arbustiva en la que se destacaba el piquillín y el poleo.
La región del Monte ha sido la primera en sufrir la actividad depredatoria europea: si se tiene en cuenta que en el s XVI los Valles Calchaquíes y gran parte de los valles y laderas serranas del NOA y de Cuyo se encontraban cubiertos por algarrobales, el contraste es dramático: ya a inicios del siglo XX esas zonas fueron desertizadas, transformandas en páramos y desiertos. El Monte ha sido destruido en gran medida por la tala irracional, pero la tala quizás no ha sido el principal factor del desmonte, sino la introducción de caprinos, ovinos e incluso bovinos y su sobrepastoreo, en efecto: caprinos y bovinos tienden a arrancar de raíz los vegetales con que se alimentan y también tienden a ramonear las hojas; mientras que los bovinos suelen alimentarse de los brotes de especies arbóreas allí donde no encuentran pasturas.
Aunque en zonas con un régimen pluviométrico sobradamente superior a los 500 mm/año, existían también formaciones forestales arbóreas (casi siempre de algarrobos) y arbustivas típicas del monte en ciertos sectores de la Pampa Húmeda, por ejemplo desde la Sierra de los Padres hasta casi Punta Mogotes (esto es en las adyacencias de Mar del Plata) abundaban los "currales", es decir los densos boscajes de curru mamil, mientras que en la zona pampeana húmeda de la provincia de Córdoba —también hasta casi inicios del siglo XX— se encontraban bosquecillos de chañares, algarrobos y caldenes como los Montes del Cuero (explorado por Lucio V. Mansilla y descrito someramente en su libro "Viaje al país de los ranqueles"), los Montes de Leones(cerca de Leones), el Monte de la Vieja, el Monte Redondo etc, de tales montes apenas quedan recuerdos.

Selva en galería del río Paraná y del río Uruguay

Trátase de una formación forestal transicional entre la Selva Misionera y el Bosque ribereño del Río de la Plata. Hasta inicios del siglo XX tal selva abarcaba gran parte de las provincias de Corrientes y Entre Ríos, en la primera su clímax estaba en la meseta del Payubré (o Pay-Ubré), en la segunda de las provincias mencionadas se destacaba la Selva de Montiel, puede decirse que su flora compartía especies de la Selva Misionera con los del Bosque ribereño del Río de la Plata, sin embargo de norte a sur se empobrecía la variedad de especies. Actualmente la mayor parte de tal formación forestal ha sido "arrinconada" a las zonas de islas y selvas en galería de los principales ríos de la Mesopotamia Argentina, predominaban los talas, quebrachos, los espinillos, algarrobos, ombúes, ceibos, sauces criollos, jacarandás, aguaribays, ubajays, pacarás, chalchales, sauces criollos, urundays, guabiyús, curupís, grapias o ibirá-perés, pitangas, coronillas, talas gateadores, sarandís y canelones, así como palmares de yatay y pindós o ejemplares de ibapoy-higuerón.

Selva misionera

Hasta mediados del siglo XX la selva cubría casi la totalidad de la actual provincia de Misiones, aunque en latitudes subtropicales, la selva misionense o misionera mantenía gran parte de las características de una pluvisilva tropical con zonas semejantes a la laurisilva y abundantes latifolias, en efecto: la selva misionera es la prolongación más meridional de la Selva Paranaense que hasta mediados del siglo XX abarcaba gran parte de los actualmente estados brasileños de Paraná, Santa Catarina, extremo norte de Río Grande del Sur y el este del Paraguay; en la provincia argentina de Misiones hacia 1950 la superficie forestal autóctona cubría 2.700.000 ha, durante los 1990 la superficie forestal se había reducido en un 44%.
La Selva Misionera se trata de una formación vegetal beneficiada por suelos muy ricos en materia orgánica, mucha heliofania y clima a más de cálido, perhúmedo, sin embargo pese a que la humedad es lo más común, en ciertos años el déficit de lluvias y de humedad en general puede ser tal que la foresta puede muy fácilmente sufrir incendios. Foresta densa y exuberante antes de la irrupción de los cultivos y los aserraderos, empero, paulatinamente tal selva fue siendo talada para dar lugar a plantaciones de té, tabaco y yerba mate, si bien la yerba mate es un arbusto ( en estado silvestre adquiere casi un porte de árbol) que integra la flora autóctona de la selva misionera o misionense. En efecto, los yerbales naturales cubrían como densos boscajes la parte centrooccidental de la provincia.
Debido al relieve que va desde los valles bajos muy cálidos y húmedos recorridos por los principales ríos a un conjunto de montañoso de sierras con clima húmedo aunque notoriamente más fresco (al punto que excepcionalmente en las cumbres de tales Sierras de Misiones, con altitudes en la provincia de hasta 850 m, se han producido algunas nevadas nocturnas durante el mes de julio), la formación vegetal misionense tiene pisos altitudinales. En el piso más elevado (que ocupa el este de la provincia) predominaban genuinos bosques de una conífera de gran porte: el gran cury (Araucaria angustifolia), pero de tales interesantes bosques quedan apenas unos relictos tras la deforestación que en ellos se ha llevado a cabo. De las zonas altas también es típico el acayú o cedro paranaense ( Cedrela odorata) y el Ygary ( Cedrela fissilis) también llamado cedro misionero; en pisos intermedios prosperan otros árboles gigantes: los gigantes perobás o palos rosas (Dalbergia nigra), pero todos los árboles citados han sido las primeras presas de los aserraderos precisamente por la gran cantidad y calidad de sus maderas. La selva misionense puede ser llamada propiamente selva en las partes más bajas de los valles al aumentar la variedad de especies entre las que se cuentan principalmente las especies guatambú amarillo y guatambú blanco, el peteribí, el isipo, el ibope, el jacarandá, el biraró, el ñandubay, el samuhú, el guabiyú, el guayuvirá, el tatané, el pacará o timbó, cecropias como el guapoy y el ambay, yuquerís, pitangas, los helechos arborescentes, el criptogámico "higuerón" o ibapoy (Ficus luschnathiana) y diversas palmeras (como la del palmito).

Yunga

Anteriormente llamada "Selva Tucumanooranense"; la yunga es considerada por algunos autores como "Provincia de las yungas del dominio amazónico" y como "ecorregión de las yungas andinas". En cualquier caso trátase de una pluvisilva y nimbosilva que se desarrolla principalmente en las vertientes orientales de las cordilleras preandinas (por ejemplo las sierras de Aconquija o las Sierras de Ancasti entre otras), su límite extremo meridional se ubica en las sierras de Ancasti (Catamarca) hacia los 29°S.
La importancia de la yunga es crucial para Argentina, por una parte es un corredor latitudinal (de norte a sur y viceversa) natural de especies, por la otra es —como gran parte de las pluvisilvas— la zona más rica en biodiversidad de Argentina (por ejemplo: en ella existen más de 250 especies arbóreas conocidas), acentúa su gran valor el hecho que sea una nimbosilva: formación forestal densa que se forma merced a la presencia casi constante de nubes que la humectan, recíprocamente (o por retroalimentación) tal formación forestal montana acopia la humedad y facilita la condensación de las nubes. Si la yunga desapareciera o mermara se produciría una grave catástrofe ecológica en el Cono Sur: en especial la desertización de gran parte del país.
Dado su carácter de formación forestal montana, se encuentra estratificada en pisos de vegetación según la altitud sobre el nivel del mar: desde la penillanura (en donde se confunde con los biomas de la región chaqueña) hasta los 850 msnm se da la Selva Basal, trátase del dominio de los quebrachos, lapachos, tipas, chalchales, talas y el cebil colorado. Entre los 850 a 1200 o 1400 msnm (según la latitud -en este caso se usa como latitud referencial la del trópico de Capricornio-) es el dominio de una densa selva de transición (la nimbosilva propiamente dicha) en la cual prosperan mirtáceas y especies como el tarco, la tipa, el cebil, el molle, el caspi o zapallo caspi, a más de talas, cochuchos, guayabos, mamones, pacarás, palo blanco (Phyllostilon rhamnoides), acacias criollas, higuerones como el llamado "maroma", el cochucho, la tusca, los tabaquillos, laureles, "nogal criollo", y horco molle, trementinas; existen algunas palmeras (caranday), en tal selva abundan mirtáceas, helechos, bromelias, epifitas, y gran cantidad de especies florales tales como las orquídeas, jazmines, malvones, pasionarias, glicinas, madreselvas etc. Sobre los 1200 o 1400 msnm se extiende el piso de bosques con pinos del cerro, "alisos montano", cedros (Cedrela spp.) y Cedrela angustifolia, "nogal criollo", matos, güilis, horcomolles, saúcos, "robles" (Amburana cearensis), quina colorada (Myroxylon peruiferum) y queñoas (Polylepis australis), sobre los 2000 msnm comienzan los prados montanos con presencia de gramíneas, musgos,y líquenes, en estos prados montanos se pueden encontrar manchones o bosquecillos de queñoas (Polylepis tomentella y churquis (Prosopis ferox). Sobre los 3.000 a 4.000 msnm (siempre según la latitud —y también el grado de asoleamiento de las laderas—) comienza el dominio de las nieves eternas.

Bosques implantados y especies alóctonas más comunes

Los bosques implantados en Argentina (haciendo omisión de los árboles frutales) casi sin excepción corresponden a especies exóticas de rápido crecimiento y de madera apta para uso industrial (en menor grado para la producción de aceites, resinas y curtientes). Algunos —los menos— de los bosques implantados tienen la función de paravientos y fijar dunas y médanos.

Los bosques implantados con fines maderables o para la producción de celulosa se desarrollan principalmente en la Mesopotamia Argentina, Patagonia Andina, norte de la provincia de Santa Fe, centro de la provincia de Córdoba, Delta del Paraná (especialmente en el área deltáica correspondiente a la provincia de Buenos Aires, y en menor grado en otras zonas del país.

En el relevamiento efectuado en 1998 con fines de realizar el Inventario Nacional de Plantaciones Forestales se dio como dato que el área de bosques implantados abarcaba 780.396 ha, tal cifra parece haber variado poco desde ese año hasta inicios de 2006, pese a que estimaciones extraoficiales hablan de 1.000.000 de ha de bosques implantados.

En el 2001 la superficie implantada se desglozaba del siguiente modo:
390.000 ha en Misiones
310.000 ha en Corrientes
135.000 ha en Buenos Aires
116.000 ha en Entre Ríos
105.000 ha en la región andinopatagónica y Mendoza.
64.000 ha en Córdoba y otras zonas del centro del país.
33.000 ha en el NOA.
Y 17.000 ha más en el resto del país.

Tal forestación si bien se observa ha sido casi siempre negativa ya que se han implantado especies exóticas previamente eliminando bosques y selvas nativas, lo cual altera la ecología —es frecuente que bajo los bosques exóticos en las áreas previamente cubiertas por forestas autóctonas casi no exista sotobosque y se reduzca drásticamente tanto la fauna como la fertilidad de los suelos, más aún, la falta de sotobosque disminuye la retención de la humedad y facilita la denodación de los suelos por erosión hídrica.

Párrafo aparte merecen las forestaciones con especies exóticas realizadas para fijar suelos arenosos (dunas, médanos etc.) o para fertilizar suelos rocosos, en estos casos la forestación exótica da un balance positivo (en principio se produce un embellecimiento paisajístico que sirve como uno de los factores promotores del turismo). Este tipo de forestación (casi siempre con coníferas procedentes del hemisferio norte, seguidas por eucaliptos, casuarinas, álamos, acacias etc). es la que predomina en las costas atlánticas de la provincia de Buenos Aires y en ciertos sectores de las Sierras de Córdoba.
Entre las coníferas alóctonas implantadas se destacan diversas especies de pinos —en especial el pinos ponderosas—, cipreses, cedros, y —en las zonas más frías— abetos y secuoyas.

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