Rodrigo Soriano Barroeta-Aldamar

Rodrigo Soriano Barroeta-Aldamar

Rodrigo Soriano Barroeta-Aldamar

Rodrigo Soriano Barroeta-Aldamar (San Sebastián, 1868 - † Santiago de Chile, 1944), político, abogado, y periodista español, nació en la residencia familiar de "Villa Aldamar", frente a la playa de la Concha, en el seno de una aristocrática familia guipuzcoana. Fue uno de los cuatro hijos que hubo del matrimonio entre Benito Soriano Murillo y Manuela Barroeta-Aldamar González de Echávarri. Era nieto del senador, diputado a Cortes, Alcalde de Guetaria, y primer diputado general de Guipúzcoa, el político fuerista liberal vasco Joaquín Barroeta-Aldamar y Hurtado de Mendoza (n.1788 - † 1866), antepasado de la Reina de Bélgica (Fabiola de Mora y Aragón). Su juventud discurrió entre su ciudad natal y Madrid, lugar éste último donde su padre ocupó los cargos de Director General de Bellas Artes y Subdirector del Museo de la Trinidad (primer Museo Nacional de Pintura y Escultura antes de fusionarse con el Museo del Prado). Rodrigo Soriano contrajo matrimonio en Tarragona con Lola Martí, en diciembre de 1913, y fruto de esa relación nació una hija: Dolores Soriano Martí.

Contenido

Biografía

Licenciado en derecho, publicista, periodista, editor de prensa y diplomático, comenzó la carrera periodística como crítico de arte del diario conservador La Época, de Madrid. En 1897 era colaborador de El País, La Lidia y Euskal-Herria. También trabajó para La Ilustración Española.

En 1901 entra en el mundo de la política parlamentaria tras resultar elegido diputado por Valencia. Más adelante, en 1.906, fundaría el periódico España Nueva. A las actividades políticas y periodísticas uniría su vocación literaria, habiendo escrito y publicado gran variedad de libros entre 1.891 y 1.936.

En el año 1.924, durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera, fue desterrado a la isla de Fuerteventura junto a Miguel de Unamuno. Años más tarde ocuparía, tras el advenimiento de la Segunda República Española, el puesto de Embajador de España en Chile.

Editor de prensa

La forma en que actuó el gobierno durante la descolonización española radicalizó sus planteamientos políticos. Abandonó principios inspirados en una educación clásica burguesa y se pasó al partido republicano. Entonces fundó el periódico Vida Nueva. Poco después se trasladó a Valencia y entró en la redacción de El Pueblo. Allí, al lado de su gran amigo Vicente Blasco Ibáñez, llevó a cabo ruidosas campañas y contribuyó a la reorganización del Partido Republicano.

Parlamentario

En 1901 fue elegido diputado por primera vez por Valencia, donde fue reelegido sin interrupciones hasta 1909, siendo luego varias veces diputado por Madrid, a la vez que trabajaba como colaborador del Heraldo de Madrid, fue diputado Republicano Federal Independiente por Málaga. En el Parlamento, como en la prensa, Rodrigo Soriano se distinguió por su temible acometividad, lo que le propició una inmensa popularidad en los tiempos de la Unión Republicana, en el contexto de la Restauración, pero también le ocasionó serios disgustos y crudos enfrentamientos.

Con el paso de los años y de la experiencia, sin perder esta característica, la oratoria de Soriano se hizo más serena y razonadora, lo que no fue óbice para que fuese escuchado con igual atención que antes. A su palabra elocuente y elegante unía grandes dosis de erudición. La moderación de su discurso no impidió que se le abrieran varios frentes, tanto periodísticos como políticos.

Enfrentamientos

Una de sus más turbulentas disputas la mantuvo con Blasco Ibáñez, con quien rompió bruscamente. En Valencia, sorianistas y blasquistas se enzarzaron en una guerra sin cuartel que desencadenó violentas escaramuzas callejeras saldadas con tres muertos y diversos heridos. El movimiento político valenciano que le secundó fue denominado Sorianisme. Al separarse de Blasco Ibáñez, fundó en Valencia el diario El Radical, colaboró con La Lucha y más tarde, en Madrid, director y editor de España Nueva (1906-1924). Este periódico, que con el tiempo pasó de las tendencias republicanas a las sindicalistas, centró buena parte de su actividad profesional.

Rodrigo Soriano, hombre de profundas convicciones anticlericales y antidinásticas, fue la bestia negra de Antonio Maura y Montaner. Formó parte activa del Comité Ejecutivo de la Conjunción Republicano - Socialista; coalición electoral de partidos políticos de izquierda, liderada por Pablo Iglesias, que surgió como respuesta a los hechos acaecidos en la Semana Trágica de Barcelona, en 1909. Desde aquel frente electoral, que agrupaba al PSOE con otros partidos republicanos, se pretendía incluso el derrocamiento de la monarquía española (Rodrigo Soriano manifestó contar con el apoyo de ciertos sectores del ejército). La alianza electoral resultó propicia para que Pablo Iglesias, por primera vez, obtuviera acta de diputado en las Cortes Españolas.

Con Alejandro Lerroux acabó a la gresca. Soriano había decidido escindirse del PURA para incorporarse al Partido Republicano Radical que acababa de fundar Lerroux. No tardarían en surgir discrepancias. Entre otras, la iniciativa que propugnaba Soriano tratando de asentar en Valencia un movimiento semejante al de Solidaritat Catalana, idea a la que frontalmente se oponían Lerroux y Blasco Ibañez. Cuando en mayo de 1906 fue a Barcelona, en compañía de Nicolás Salmerón, con objeto de participar en una manifestación convocada por Solidaritat Catalana, a la que acudieron 80.000 personas, aprovechó uno de los actos de la jornada para acusar públicamente a Lerroux de ser "espía del gobierno".

Las divergencias que mantuvo con Pío Baroja discurrieron por cauces más moderados. Ambos se lanzarían envenenados dardos dialécticos, alguno de los cuales recordaría el propio Baroja en sus memorias: - Baroja no ha sabido ver lo que es París. El ha entrado en París, pero París no ha entrado en Baroja. En respuesta, Pío Baroja replicó a Soriano que "esa no era una frase para pasar a ninguna antología de frases", al tiempo que le tildaba de cursi y de haber sido un señorito rico que había escrito en El Tiempo, periódico conservador de la fracción de Francisco Silvela.

Duelos

Rodrigo Soriano llegó a tener incidentes con tres importantes militares en la historia de España: los generales Weyler y Linares, y con el entonces coronel Miguel Primo de Rivera. En la revista chilena Ercilla, publicada el 23 de julio de 1943, Soriano escribía: “Enemigo yo de los duelos, pues nunca vi en ellos honor, gloria, timbre u orgullo, repugnando estas muestras de barbarie”. (…) “Más obligado, sin embargo, por aquellos fanfarrones, monopolizadores del honor, envié tres carteles de desafío a los generales Weyler y Linares, por sus ataques a los republicanos en el Senado, y a Primo de Rivera, por sus injurias en los pasillos del Congreso”.

Con Primo de Rivera se retó a espada, el 15 de marzo de 1906. El duelo se consumó en Madrid, en la casa y jardín del maestro de armas León Broutin. Los dos contendientes sufrieron heridas. Los padrinos de Primo de Rivera fueron el Duque de Tetuán y el capitán Queipo de Llano. Rodrigo Soriano llevaba de padrinos a Ignacio Santillana y a José Cánovas Vallejo. El primer asalto se detuvo cuando Soriano hirió ligeramente a su oponente en la mejilla derecha; pero después, llegado el tercer asalto, sería Primo de Rivera quien infrigiría una herida leve a Soriano en el metacarpo de la mano derecha lo que puso fin al combate.

Pero el duelo más sonado lo protagonizó con el que fuera su amigo de antaño, Blasco Ibañez. La cita fue en una finca del barrio de Hortaleza, en Madrid, el 13 de julio de 1903. Llovía copiosamente cuando los combatientes llegaron acompañados de sus padrinos. El periodista Luis Morote e Ignacio Santillán, Director del "Evangelio", en representación de Blasco Ibañez. Por parte de Rodrigo Soriano lo eran el abogado García Albertos y el Sr. Villanueva. Se dispararon cuatro tiros a distancias de 23 y 29 pasos. Ambos salieron ilesos. Soriano disparó al aire pero Blasco Ibañez procuró, inútilmente, fijar bien la puntería.

Muy comentado fue el desafío que mantuvo con José Sánchez Guerra, Ministro de la Gobernación del gabinete de Antonio Maura. José Sánchez-Guerra llegó a dimitir como ministro para retarse con Soriano sin que su acto salpicase al gobierno. Rodrigo Soriano le acusaba de haber practicado manipulaciones electorales en Córdoba. La policía intentó impedir el lance, pero los duelistas y sus padrinos pudieron eludir la persecución policial gracias a la mayor velocidad de sus automóviles. Los aceros se cruzaron en un cuartel de Carabanchel, el 7 de diciembre de 1904. La lucha fue interrumpida, en contra de la voluntad de los contendientes, por causa de la herida que Soriano sufrió en una mano. Actuó de juez de campo un adversario político suyo, Álvaro de Figueroa Torres Conde de Romanones, quien paradójicamente era cuñado de Blanca Soriano (hermana de Rodrigo Soriano casada con un hijo de Manuel Alonso Martínez).

También se batiría a espada francesa con Royo Chove, Diputado Republicano Valenciano. Este duelo se libró en Valencia, el 31 de enero de 1904, y fueron los doctores Lluria y Pérez Yerro quienes dieron por terminada la lucha al declarar, transcurridos nueve asaltos, que el Sr. Royo se encontraba en condiciones de notoria inferioridad por la fatiga de tan larga refriega.

Amistades

Intimo amigo del pintor Darío de Regoyos. Y es bien sabido, por otro lado, que la amistad que compartió con Benito Pérez Galdós fue decisiva en el cambio ideológico que experimentó el ilustre escritor canario: de liberal a republicano. También mantuvo buenas relaciones con Santiago Rusiñol, Cristobal de Castro, Rubén Darío, Marcelino Fernández Pelayo, Pablo de Uranga, Mariano de Cavia, Miguel de Unamuno, Cristobal de Castro, Emilia Pardo Bazán, Santiago Ontañón, Juan Ramón Jiménez, Ramón María del Valle-Inclán, Pablo Neruda, Ramón J. Sender, Natalio Félix Botana, y Ángel Ganivet. De su afición por los toros surgió una entrañable amistad con Rafael González Madrid ("Machaquito"). Cuando el famoso diestro cordobés celebró su enlace matrimonial con Ángeles Clementson (Cartagena, noviembre de 1906), los testigos del novio fueron Benito Pérez Galdós y Rodrigo Soriano.

Destierro

En febrero de 1924, Soriano fue desterrado con Miguel de Unamuno a la semidesértica isla de Fuerteventura. La causa del destierro fue su vieja enemistad con Miguel Primo de Rivera y unas polémicas conferencias suyas pronunciadas en el Ateneo de Madrid, en 1923, acerca de las responsabilidades por la guerra de Marruecos. La Asociación de la Prensa de Madrid decidió enviarle 1.000 pesetas “para que pueda hacer frente de momento a sus apremiantes necesidades”. Incluso llegó a deber 20 cuotas a la Asociación. “Lamento mucho que mis condiciones económicas, debidas a mi destierro, me impidan complacer las inmerecidas pruebas de amistad que me dedican. No aceptaré ningún favor que me parezca injusto”, decía Soriano en una carta enviada a la APM (Asociación de la Prensa de Madrid). “Siento no pertenecer ya a esa Asociación, aún cuando por mi insignificancia periodística nunca debí pertenecer a ella”.

Tras abandonar Fuerteventura fijó su residencia en París y después se exiliaría en el Uruguay (1927 - 1931). Allí coincidiría con Mercedes Pinto, escritora canaria, con quien fundaría la Asociación Republicana Española en Montevideo.

Rodrigo Soriano vivió siete años en el exilio. El transatlántico Conté Verde, que en junio de 1931 atracaba en el Puerto de Barcelona, le traería de regreso a España.

Literato

Su aportación literaria fue abundante y de gran calidad con títulos como Una conferencia con Emilio Zola (1891); Moros y cristianos, notas de viaje, 1893-94 (Madrid, 1894); La vida donostiarra (1898); La Walkyria en Bayreuth (Madrid, 1898); Grandes y chicos (Valencia, 1899); Por esos mundos (1900); Las flores rojas (Valencia, 1901); La entrada de Nozaleda (1904); Soriano en el Congreso: campañas parlamentarias de un diputado del pueblo (1904); En un lugar de la Mancha (1905); El triunfo de Don Carlos (1910); Regime arbitraire en Espagne. Lettre du 11 octobre (1911); Darío de Regoyos (1921); San Lenin y su segunda parte: El cielo de San Lenín (1927); ¡ Guerra, guerra al infiel marroquí! (1929); La revolución española (1931); Cervantes, Colón, tres discursos (1935); España bajo el sable (1936); Tragedias de Moscú; España sobre todo; Sangre trae sangre; y una excelente adaptación de L’Arlésienne de Daudet.

Opiniones sobre su obra y figura

A propósito del libro Darío de Regoyos, Miguel de Unamuno escribió en El Liberal un artículo laudatorio para su autor: " En este libro - así se expresaba Don Miguel - se ve como Soriano, exquisito artista, pasó del arte, de la crítica del arte, de la literatura a la política, y cómo llevó a ésta toda la educación de aquél. Por lo que empezó desconcertando a los nuevos políticos. Es la libra la tragedia de muchos rebeldes de entonces y sometidos de hoy, ¡ La vida que nos ha hecho revivir Soriano! Pero ¡ qué mundo ! Y a él hemos de volver. Más de una vez tendremos que referirnos a este libro de Soriano. Y a su Goya, su Loti, su Daudet, su Huysmans".

El poeta mejicano Amado Nervo le dedicó unas palabras. Dijo que tras haber escuchado a los políticos españoles el que más le sorprendió fue Rodrigo Soriano: "vale un potosí como orador parlamentario, por su habilidad para desconcertar al adversario con divertidísimas interrupciones".

El histórico líder sindical asturiano de la CNT y del POUM, Aquilino Moral, aludió a él en sus memorias: "de aquellas jornadas en que el periódico “España Nueva” intervino, a pesar de no ser órgano oficial de la Confederación, porque no quiso serlo cuando su dueño Rodrigo Soriano se lo ofreció, hay gratos recuerdos que no son olvidados por quienes hemos vivido aquellos momentos. Además de lo que con sus campañas hizo durante un largo tiempo en favor del bien general para los trabajadores, si hay algún periodista de aquella época de los que trabajaban en Madrid, recordarán que estaban en huelga en defensa de unas peticiones que las empresas se negaban a concederles en la fecha en que dio principio las tareas del congreso de la Confederación, y como “España Nueva”, atendiendo a la CNT, dio las mejoras a sus obreros periodistas, las demás empresas se vieron obligadas a conceder lo que fue motivo de la huelga".

Asimismo, el que fuera decano de los hispanistas franceses, Camille Pitollet, en un artículo suyo de 1924 señalaba: «Rodrigo Soriano es, en España, un personaje legendario que destaca por su fuerte carácter de luchador, su sangre fría, y su voluntad de hierro. Republicano comprometido que gastó todas sus energías en aras de la transformación social de su país, a pesar de ser descendiente de una rica familia. El mérito singular de aquel gran luchador fue haber dilapidado bravamente su fortuna y su cotización en el mercado literario de su patria; de haber echado a perder su magnífico talento por el placer de combatir en medio de la calle. Ha sido uno de los más cultos escritores españoles de principios de siglo, y uno de los periodistas más soberanos de Madrid. Quizá el único que viera la actualidad con ojos de artista. Fue un luchador perpetuo y ¡qué luchador! político, orador, caudillo, literato de insuperado fuste, era sobre todo artista, y sus mismos ímpetus y arrebatos traían destellos de luz increada».

A Rodrigo Soriano le producía rechazo la ostentación de títulos nobiliarios o distintivos sociales. En la página 145 de su libro ¡ Guerra, guerra al infiel marroquí!, publicado en 1929, cuenta Soriano que su abuelo había heredado un título de Don José María de Murga, nacido en Bilbao , muerto hacia 1860, y no lo quiso; «mi padre, con más razón, hizo lo propio; en cuanto a mi, me han sobrado mil razones para seguir sus huellas y su ejemplo».

De sus propias palabras se desprende la gran influencia que sobre él ejerciera su progenitor. Benito Soriano, persona culta y de reconocido talento artístico, parecía no mostrar apego alguno por las riquezas materiales. Cuando su familia heredó el Señorío de la Casa de Torre de Ibarra, que incluía la fábrica de hierros y aceros Astepe de Zornoza (Amorebieta), fundada en 1700, y la más antigua de Vizcaya, Benito Soriano optó por abandonar la explotación metalúrgica para transformala en molinera (actividad más acorde con su visión plástica del mundo). Y su hijo Rodrigo, como bien le retrató Unamuno, quiso a su manera trasladar a la vida política las pinceladas de su propia impronta artística ligada a la causa de los más desfavorecidos y decididamente enfrentada a quienes para él encarnaban o toleraban la injusticia social. Pero la diferencia entre padre e hijo radicaba, sin duda, en sus respectivos temperamentos: apacible el de Benito Soriano y enérgico el de su hijo Rodrigo.

Embajador de España en Chile

Al regresar de su exilio, en 1931, a la vez que trabajaba como colaborador del Heraldo de Madrid, fue diputado republicano federal independiente por Málaga. Luego pretendió ser designado Embajador de España en Moscú, pero el recelo que suscitaba en ciertos sectores del gobierno republicano su "acusada avenencia" con el régimen de la Unión Soviética - estado que había visitado por expresa invitación de sus autoridades - hizo que Manuel Azaña reconsiderase su ofrecimiento y a cambio le propusiera ser el Embajador de España en Chile. Un puesto que ocupó hasta el término de la Guerra Civil y desde el cual el "embajador rojo" (a decir de José María Pemán) libraría su última batalla en defensa de sus ideales políticos en compañía de su colaborador más cercano: el diplomático, filósofo e historiador Alfonso Rodríguez Aldave, natural de la localidad navarra de Lesaca, casado con la filósofa y escritora María Zambrano. Acabada la contienda española permaneció en Chile hasta su fallecimiento, en diciembre de 1944.


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