Abánades

Abánades
Abánades
Abánades
Abánades
Ubicación de Abánades en España.
Abánades
Abánades
Ubicación de Abánades en la provincia de Guadalajara.
País Flag of Spain.svg España
• Com. autónoma Bandera usual de Castilla-La Mancha.svg Castilla-La Mancha
• Provincia Flag Guadalajara Province.svg Guadalajara
• Comarca Señorío de Molina-Alto Tajo
• Partido judicial Guadalajara
• Municipio Abánades
• Mancomunidad Manc. Tajo-Dulce
Ubicación 40°53′38″N 2°29′2″O / 40.89389, -2.48389Coordenadas: 40°53′38″N 2°29′2″O / 40.89389, -2.48389
• Altitud 1.044 msnm
• Distancias 81 km a Guadalajara
30 km a Sigüenza
Superficie 36,80 km²
Población 75 hab. (2010)
• Densidad 2,04 hab./km²
Predom. ling. oficial Castellano
Código postal 19432
Pref. telefónico 949
Alcalde (2007) José María Gutiérrez Renales

Abánades es un municipio de España, en la provincia de Guadalajara, Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha. Tiene un área de 36,80 km², con un censo de población de 83 habitantes (INE 2009) y una densidad de 2,26 hab/km².

Contenido

Demografía

Evolución demográfica[1]
1991 1996 2001 2004 2006 2009
128 125 114 107 97 83
Entidades del municipio
Núcleo de población Tipo de entidad de población Entidades menores Población
Abánades Lugar 75
ABÁNADES 75

Historia medieval de Abánades

Durante el siglo X Abánades estuvo enclavado en una amplia zona conocida con el nombre de Barusa, la marca superior de Al-Ándalus, es decir, la frontera con los reinos cristianos del Norte, ya bastante desarrollados. Por entonces el Reino de León, ya con su pequeño condado independiente denominado Castilla, y el Reino de Navarra, hacen frontera con Barusa. Esta zona tiene especial importancia desde los tiempos del establecimiento árabe en la Península, debido a la ciudad de Medina Selim, Medinaceli. Ya el general Tarik, que en 712 llega a Zaragoza con sus tropas árabes, después de derrotar a los visigodos del rey Rodrigo en Guadalete, funda allí una medina — ciudad — sobre las ruinas de la ciudad romana, abandonada durante el bajo Imperio. No será hasta los siglos X y XI cuando Medinaceli se convierta en la capital militar de la Marca Media, con el caudillo Almanzor, conservando su importancia estratégica como alcazaba defensiva frente a los avances de los reinos cristianos. En el siglo XII, concretamente en 1104, el rey castellano Alfonso VI y sus capitanes reconquistan la ciudad, y con ella su zona de influencia, que comprende el futuro común de Villa y Tierra de Medinaceli, con territorios en Soria, Norte de Guadalajara, y parte de Teruel. Aunque se tiene noticias documentales de Abánades hasta el primer año del siglo XIV, ya por entonces se encontraba encuadrado en la jurisdición de Medinaceli, lo que permite suponer que también bajo dominio árabe perteneció a esta ciudad.

Siglos X y XI

Nada o muy poco se sabe de los enclaves de población árabe durante los siglos X y XI. Sí se ha documentado que muchas ciudades perdieron su población, emigrada a zonas más seguras, convirtiéndose los núcleos urbanos en campamentos militares abastecidos desde los pueblos que se hallaban bajo su dominio. Dichos pueblos, por su parte, constituían las posesiones de terratenientes de origen árabe, dadas en explotación a campesinos y comerciantes mozárabes, — cristianos residentes en el Califato o reinos de taifas, que aún practicaban su religión — población judía, y musulmanes de origen no árabe. Cuando los territorios iban incorporándose a las posesiones cristianas, la nobleza árabe era sustituida por nuevos dueños cristianos, que conservaban bajo su dominio a la masa de población de mozárabes, judíos y musulmanes. Estos habitantes solían ser reforzados, además, con nuevos colonos en las áreas más despobladas.

Lo verdaderamente importante en los primeros decenios de la conquista cristiana es determinar cuántos pueblos fueron fundados de la nada, y cuántos aprovecharon los sustratos de población mozárabe, que permanecieron en la zona esperando mejores condiciones de vida por parte de los nobles cristianos. Hay que recordar que como practicantes de otra religión los impuestos que satisfacían a los árabes eran notablemente superiores. Dado que toda la Marca Media se había convertido durante los siglos X y XI en un área militarizada, escenario de continuos avances y retrocesos por parte de los reinos cristianos y los árabes, es muy posible que los únicos núcleos de población que permanecieron ocupados fueron aquellos que contaban con torres de vigilancia o fortificaciones amuralladas. Esto ha llevado a plantearse la pregunta de si era Abánades una de ellas. Según Layna Serrano, en su libro Castillos de Guadalajara, existen en Abánades las ruinas de un castillo, que dominan desde su altura la iglesia. Lamentablemente, el fortín que se erigió sobre el mismo en la guerra civil de 1936-1939 no ha dejado restos que permitan determinar el origen del castillo. Eso nos permite plantear dos hipótesis posibles. La primera, que Abánades formara parte de las torres de vigilancia que se erigieron en el extremo del Común de Medinaceli, Torrecuadrada de los Valles, Tortonda, La Torresaviñán, Alcolea del Pinar, y concretamente las que defendían el paso del Tajuña, como Luzaga. El propio Toribio Minguella señala en su Historia de la diócesis de Sigüenza que a principios del siglo XII “les dan mucho trabajo las tropas árabes entre Alcolea y Torremocha” (del Campo), lo que es de por sí suficiente indicativo de la fuerte actividad militar en la zona. De hecho, si trazamos una línea entre los pueblos que dispusieron de castillos en algún momento de su historia, observamos que queda trazada una línea defensiva entre Torrecuadrada de los Valles, La Torresaviñán, Tortonda, y Abánades, penetrando como una cuña hacia el sur, en dirección a los territorios de la campiña del Henares. La segunda hipótesis podemos basarla en estas mismas afirmaciones. Si Abánades fue un castillo árabe estaría protegiendo el ámbito de influencia de Cifuentes, y defendiendo el acceso a esta zona árabe por parte de las tropas cristianas.

Siglo XII

En 1104 Alfonso VI reconquista Medinaceli,[2] y deja allí como tenente al capitán Gonzalo Núñez de Lara, con libertad absoluta para organizar el concejo. La repoblación no se inicia sino cincuenta años después, cuando se logra expulsar a los árabes de las zonas de Calatayud y Sigüenza. Especial relevancia tiene la toma de la capital segontina por el obispo D. Bernardo. Sin embargo la conquista efectiva del territorio en que se asienta Abánades y sus pueblos limítrofes hasta La Torresaviñán serían realizados por D. Manrique de Lara, primer señor de Molina, que tenía en la citada población el extremo de su señorío. En 1154 D. Manrique cede esta parte del señorío al obispado de Sigüenza, el cual reivindica sus derechos en base a un documento denominado Hitación de Wamba. Este documento refleja la división de los obispados hecha en tiempos del rey visigodo Wamba, donde se relacionan las aldeas que abarcan. Supuestamente esta hitación fue llevada a Asturias con las tropas cristianas que pervivieron tras la invasión árabe. Hoy día se conserva León. La Hitación dice literalmente, en latín: “Segontia teneat de Corte usque Furcam, de Godol a Pinnam”. Es decir, Sigüenza abarca desde Corte (Santa María de Cortes, en Illana), hasta Furcam (Cerro de la Orca, próximo a Galve, en Soria), desde Godol (se supone que éste es el pueblo de Godos, en Teruel) hasta Pinna (puede ser Pinilla, Peñalva, o la Peña de Alcázar). Además el rey Aragonés Alfonso el Batallador donará en 1127 Soria al obispo, con todas las aldeas que al obispado pertenezcan, según la Hitación.

En suma, a lo largo del siglo XII Abánades pasa de manos de D. Manrique de Lara a las del obispo Bernardo de Agén en cuanto a derechos episcopales, y del Señorío de Molina al Común de Villa y Tierra de Medinaceli, en el terreno administrativo. Previamente sería conquistado a los árabes por Manrique de Lara, que según indica Pérez Fuertes en su Síntesis histórica-política y socioeconómica del Señorío de Molina, se dedicó a restaurar y poner en funcionamiento los molinos existentes en la zona. De este dato podemos deducir que efectivamente muchas aldeas permanecían con pobladores mozárabes, judíos y árabes antes de las repoblaciones cristianas. El hecho del interés en los molinos deviene del pago de derechos por utilización que hacían los lugareños, un modo de recaudación fácil para los señores feudales. Es muy posible que Abánades entrara en esa actividad restauradora, dada su proximidad al cauce fluvial del Tajuña.

Origen de Abánades

No se tiene constancia documental de Abánades hasta el primer año del siglo XII, momento en el que Pedro I el Cruel, rey de Castilla, manda realizar el Becerro de las Behetrías, para conocer todos los pueblos que tiene en posesión la corona de Castilla.[3] El estudio de Gonzalo Martínez, Las comunidades de villa y tierra de la Extremadura Castellana, permite conocer la ubicación geográfica del nomenclátor del propio Becerro en profundidad. Por él se ha podido conocer la existencia de algunos pueblos desaparecidos, que permanecen en los municipios actuales en forma de ruinas, o cuya existencia ha llegado hasta nosotros en forma de leyenda.

En el mapa que Gonzalo Martínez recoge en su libro se observa que cada pueblo abarcan un territorio municipal notablemente inferior al actual. Esto es debido a las condiciones de explotación de los recursos agrícolas. Las técnicas aún no están muy desarrolladas, y el monto de producto total obtenido dista notablemente de lo que se conseguiría en siglos posteriores, especialmente a partir del XV. Además durante los siglos XI y XII hay un aumento constante de la población, gracias a diversos factores ambientales y climatológicos en toda Europa. En consecuencia, los repobladores pueden permitirse el lujo de fundar un número elevado de pueblos, que queda notablemente reducido tras las epidemias de peste del siglo XIV y las guerras entre los reinos de Castilla y Navarra en la región durante el s. XV.

Abánades aparece consignado ya en el Becerro de las Behetrías, con lo que se puede establecer su origen, al menos con la ubicación actual, en algún año entre la repoblación llevada a cabo desde 1154 y el año 1300. El pórtico románico de su iglesia, la primera construcción en piedra que solía hacerse en cada pueblo, y alrededor de la cual se realizaba el trazado urbanístico del mismo, es datable por el estilo de sus capiteles en el s. XII, lo cual nos lleva a pensar que cuando se elabora el Becerro, Abánades cuenta ya con un núcleo de población estable, lo que no sucede en poblaciones vecinas, cuyas iglesias son netamente del siglo XIII. Es interesante señalar que el Libro Becerro consigna el pueblo denominado San Lorenzo, actualmente desaparecido, cuyas tierras fueron incorporadas al término de Abánades.

Un documento previo al Libro Becerro está datado en 1196, y en él Bernardo de Agén, obispo de Sigüenza, refiere la rebelión de los clérigos de los pueblos en que el cabildo tenía posesiones. Éstos se negaban a pagar un impuesto denominado “derechos catedráticos”. El asunto llegó a tomar dimensión de guerra civil, cuando los clérigos fueron excomulgados y prohibieron, en represalia, a los habitantes de sus pueblos, trabajar las tierras pertenecientes al obispo o usar sus molinos. Lo interesante de este documento es la relación de pueblos que consigna, en un total de sesenta y tres. No aparece Abánades, pero sí Sotodosos, Luzaga, La Hortezuela de Océn, Cortes, o Portiela (aldea desaparecida, hoy en el término de Tortonda), por citar los más próximos. Esto no es un indicativo necesario de que no existieran, sino de que en ellos no tenía posesiones el obispo o que simplemente sus clérigos no se sumaron a la rebelión. En cambio, en la estadística que lleva a cabo el cabildo de la Catedral de Sigüenza en 1301 con todos los pueblos en que tenía posesiones, señala ya a Abánades (escrito por aquél entonces Avanades). La adquisición de posesiones en esta población se explica por las donaciones de los fieles al obispo, una disposición testamentaria común en la Edad Media, que proveía de grandes bienes a la Iglesia. Es decir, a principios del siglo XIV Abánades ha generado los suficientes recursos como para donar tierras. Sólo cincuenta años después, en la nueva estadística del cabildo de 1353, se refiere literalmente que “en abanades e villa cabras son dos eglesias e non ay más de un beneficio que tiene el clerigo cura e rinde cada año 200 mars”. Es decir, que en Abánades y en Villacabras (aldea desaparecida, hoy en el término de Renales), hay erigidas dos iglesias, y el obispado recibe de ella 200 maravedíes. El documento hace referencias a los ingresos individuales de pueblos como Tortonda, que genera 300 maravedíes, y a otros como conjunto de pueblos, como es el caso que nos ocupa. Esto significa que hay parroquias con más de una iglesia, como indica respecto a Renales y Pozuel (Pozuelo, aldea desaparecida, hoy en el término de Renales).

La moneda en que están expresadas las cantidades es una unidad de medida, porque en realidad, el maravedí como moneda física ya no existía en el s. XIV. Lo interesante de la cifra es que si la dividimos entre las dos aldeas, Abánades y Villacabras, resulta un monto de 100 maravedíes. Teniendo en cuenta que las parroquias recibían el diezmo de la producción de los habitantes, además de otros impuestos, podemos aproximar que Abánades generaba anualmente productos agrícolas por valor de más de 1.000 maravedíes. Pueblos vecinos como Laranueva, Torrecuadrada, o Renales rinden un beneficio similar, lo que nos habla de unos índices poblacionales homogéneos.

Alta Edad Media

A partir de 1350 la evolución de Abánades es conocida gracias a los estudios realizados por María Luisa Pardo Rodríguez en el Archivo de los Duques de Medinaceli en Sevilla. Por ella sabemos que el Ducado de Medinaceli, con la forma jurídica medieval de Común de Villa y Tierra, es dado por Enrique II rey de Castilla a Bernardo de Bearne, con el título de conde, en 1368.[4] Desde 1368 a 1392 tuvo 107 aldeas bajo su dominio, aunque debido a la guerra con Aragón y a las incursiones personales del conde Don Gastón de la Cerda se produce un gran número de despoblados, es decir, 44 aldeas que desaparecen. Una de las desaparecidas es Casares, hoy incluida en nuestro término municipal. Un mapa realizado en 1368 sitúa Abánades en la denominada “Cuadrilla del Extremo”, donde se nos encuadra junto a los siguientes pueblos: Tortonda, Algora, Navalpotro, El Sotillo, Torrecuadradilla, Canredondo, Sacecorbo, Canales, Cortes, Laranueva, Esplegares, Huertahernando, Buenafuente, Esplegares, Saelices, Riba, Ablanque, Sotodosos, Padilla, Océn, Luzaga, Villaverde, Alcolea, Anguita, Aguilar, Garbajosa, Bonilla, Estriégana, Saúca, Jodra, Bonilla, Bujarrabal”. En 1453 Abánades aparece reseñado en un nuevo mapa, en el que se citan como aldeas despobladas a Bonilla, Garbajosa, Padilla (del Ducado) Laranueva, Esplegares, Sacecorbo y Canales. En 1370 el concejo de la villa de Medinaceli hace reparto de las rondas y velas necesarias para la custodia de dicha villa, al mismo tiempo ordena la igualación en cuanto al pago de los tributos de las distintas aldeas que componen la Tierra de Medinaceli. Para ello acuden a la ciudad representantes de las aldeas encuadradas en la quadrilla del extremo. Se citan allí a Sancho Martínez de Anguita, a Iohan Martínez de La Riba (de Saelices), a Martín Fernández de Pediella (Padilla), a Domingo Marco de Luzaga, a Pero Martín, de Saúca. Y cita como vacantes a las aldeas de La Huerta Arnaldo (Huertahernando), Sabcecorbo, Canrredondo y Auanades. Abánades no envía a un representante. Al parecer la razón puede ser que el pueblo está incluido entre las zonas más yermas y despobladas, a las que se da una ayuda monetaria para solventar esta situación.

A lo largo del documento se establecen los pechos, o contribuciones de los pueblos que componen cada cuadrilla en que se divide el Común. A Abánades se le cita siempre conjuntamente con El Sotillo, lo que implica una unión administrativa de ambos pueblos. La distancia entre ellos no tiene nada que ver, sino que estas uniones eran debidas a las concesiones que el dueño del Común, en este caso el conde de Medinaceli, hacía a sus nobles o capitanes, otorgándoles un lugar o varios como premio. Como unidad administrativa, se concede a Abánades con el Sotillo doscientos ducados y mil cuarenta maravedíes, por ser de las aldeas más yermas y despobladas. Una cantidad elevada, si consideramos que al conjunto de doce pueblos compuesto por Esplingares –Esplegares-, La Huerta Arnaldo –Huertahernando-, Caçauate, La Riba –de Saelices- con sus alcarrias, Sant Felizes, El Villar del gato, Sotodosos, Padilla, Bojarraua –Bujarrabal- con Las Cuevas –de Aranz- e Boniella de la Torre, Alcolea con la Çespodosa, y Naualpotro les corresponden sólo 50 ducados y 150 maravedíes. Sólo Sacecorbo, que se consigna como totalmente despoblado, recibe él sólo 300 ducados y seiscientos cuarenta maravedíes. Las guerras del conde de Medinaceli habían diezmado las aldeas, sufriendo más las que eran territorio de frontera, como era el caso de Abánades, que además con su torre o castillo fortaleza sería usada como cabeza de puente, sufriendo más, por tanto, los efectos de la guerra.

El resto del estudio realizado por Pardo Rodríguez bucea en los archivos ducales hasta el final del siglo XIV. Es reseñable el reparto continuo de fondos durante los años 1374, 1376, y la reclamación en 1379 de carros, hombres, cebada y harina que debían llevarse a Logroño por mandato del rey. A finales de 1399 el Común se ha consolidado, y el conde de Medinaceli ha conseguido ciertos derechos especiales para sus vasallos directos. El rey Enrique III exime a sus habitantes de pasar por la justicia real, pudiendo ejercer los propios órganos de las villas la suya, y además les exime de acudir con fondos y hombres a la guerra de Portugal.

Monumentos

Destaca especialmente la Iglesia Parroquial de San Pedro, que data del siglo XVI. Otro edificio destacado es la Ermita de Nuestra Señora de las Mercedes.[5]

Referencias

  1. INE
  2. Reilly, B.F. The Kingdom of León-Castilla Under King Alfonso VI.
  3. «El Becerro de las Behetrías».
  4. Javier Mozas Hernando. «Apellidos de Soria».
  5. «Pueblos de España».

Véase también

Enlaces externos


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