Facundo Quiroga

Facundo Quiroga
Para el futbolista de All Boys, véase Facundo Hernán Quiroga.
Juan Facundo Quiroga
Facundo Quiroga


3.° Gobernador de la Provincia de La Rioja
Predecesor Nicolás Dávila

Datos personales
Nacimiento 1788
Bandera de Argentina
Fallecimiento 16 de febrero de 1835
Bandera de Argentina Barranca Yaco, Córdoba, Argentina
Partido Federal
Apodo "Tigre de los Llanos"
Profesión Ganadero y militar
Facundo Quiroga
US-O8 insignia.svgBrigadier GeneralUS-O8 insignia.svg
Años de servicio 1814 - 1835
Apodo El Tigre de los Llanos
Lealtad Flag of the Argentine Confederation.svgConfederación Argentina, Bandera de Provincia de La Rioja (Argentina) La Rioja y Argentina, federal
Mandos Ejército Federal
Participó en Campaña de Rosas al Desierto, Guerras civiles argentinas: batallas de La Rioja, El Puesto y El Tala, Rincón de Valladares ,Córdoba ,La Tablada, Oncativo, Rodeo de Chacón y La Ciudadela.

Nacimiento 1788
San Antonio
Fallecimiento 16 de febrero de 1835
Barranca Yaco, Córdoba

Juan Facundo Quiroga, (n. San Antonio, provincia de La Rioja, Argentina, 1788 – † Barranca Yaco, Córdoba, Argentina, 16 de febrero de 1835) fue un caudillo argentino de la primera mitad del siglo XIX, partidario de un gobierno federal durante las guerras intestinas en su país, posteriores a la declaración de la independencia.

Hijo de José Quiroga, un hacendado sanjuanino que migró a la norteña provincia de La Rioja (Argentina), estableciendo su estancia en el sureste de La Rioja, en la zona llamada Los Llanos,[1] y que varias veces ejerció como comandante de las milicias de la zona. Su educación fue relativamente buena, para las oportunidades que ofrecía la provincia.[2]

Hacia 1815 viajó a Buenos Aires, donde recibió alguna formación militar por un breve período. En 1817 fue nombrado jefe de las milicias de la comarca, con el grado de capitán,[3] y participó en las luchas por la independencia organizando milicias, persiguiendo desertores y enviando ganados al Ejército del Norte y al Ejército de los Andes. En particular, colaboró con el comandante Nicolás Dávila, segundo jefe de la columnna del Ejército de los Andes que liberaría Copiapó.

Según su enemigo – y lejano pariente – Domingo Faustino Sarmiento,[4] Facundo Quiroga comenzó a ser famoso por dos hechos: encontrándose a campo traviesa fue perseguido por un "tigre" (yaguareté) que le obligó a tomar refugio en la copa de un algarrobo, auxiliado por unos gauchos, Quiroga mató al "tigre" y recibió el célebre apodo. La mayoría de los historiadores desdeñan el hecho, considerándolo una invención de novelista.

El otro hecho, históricamente comprobado, ocurrió el año 1819, en la ciudad de San Luis, donde permanecía prisionero por una causa menor —acaso una riña— junto a más de una veintena de altos oficiales realistas.[5] Cuando los jefes realistas se amotinaron, Quiroga los enfrentó y mató a varios de ellos, usando como maza los mismos grillos que llevaba puestos. Aquel terrible suceso se conoció, desde ese entonces, como la Matanza de San Luis, localidad en donde fue muerta gran parte de la alta oficialidad realista de Chile.[6]

Hasta entonces el poder en el territorio de la provincia de La Rioja se encontraba disputado por dos antiguas familias terratenientes, los Ocampo y los Dávila. En esa contienda, Quiroga apoyó al gobernador Francisco Ortiz de Ocampo. Cuando la provincia fue invadida por los "Auxiliares de los Andes" venidos desde la provincia de San Juan, participó en el combate de la Posta de los Colorados, en que las fuerzas riojanas fueron vencidas. Quiroga se retiró a los Llanos, mientras la capital de la provincia era ocupada por los invasores, y regresó al frente de 80 hombres, con los que derrotó al coronel Francisco Aldao el 16 de octubre de 1820, en el combate de La Rioja. A continuación desconoció la autoridad de Ocampo e hizo que la legislatura eligiera gobernador a Nicolás Dávila. Reforzó su poder militar incorporando a los "Auxiliares de los Andes" a sus fuerzas.

Sin embargo, luego de acceder al gobierno provincial, los Dávila desconfiaron de Quiroga por el prestigio que éste había obtenido entre la población. Tras eliminar en un duelo a Miguel Dávila en la batalla de El Puesto, Facundo Quiroga accedió al gobierno provincial. Si bien renunció a éste unos meses después, desde entonces se mantuvo como el caudillo indiscutido de los riojanos.

Contenido

El caudillo federal

Establecido el gobierno federal, aumentó su fortuna mediante la concesión obtenida del gobierno local, en conjunto con los grupos riojanos y porteños, para explotar las minas de cobre y plata de la región, y de esta manera poder acuñar moneda propia en 1821 hasta 1823, de estilo macuquina y de diferentes denominaciones — 1/2R; 1R; 2R y de 4R — en 1824 empezó a copiar el formato de las del año XIII, y debido a su gran éxito y aceptación riojana, trascendió las fronteras provinciales, extendiéndose a todas las Provincias del Río de la Plata (1824 - 1837), también de diferentes denominaciones — reales y soles de plata: 1R; 2S; 4S; 8R, y escudos de oro: 2E; 8E —.

Hasta ese momento, Facundo era un militar destacado con cierta inclinación a imponer su voluntad sin consideraciones, pero de ninguna manera un caudillo violento o sanguinario. Tampoco se inclinaba decididamente hacia el federalismo ni hacia el unitarismo. Más tarde declararía que era unitario por convicción, pero que se hizo federal porque ésa era la voluntad de los pueblos. Corresponde notar que pese a su importante liderazgo solo fue gobernador oficial de su provincia de La Rioja (Argentina) unos cuatro meses.

Cuando el ministro de gobierno de la provincia de Buenos Aires, Bernardino Rivadavia, concedió a inversores británicos esas minas, sobre las cuales ese gobierno no tenía derechos, Quiroga se alineó con los enemigos de los porteños. También consideró que la autonomía de su provincia se veía perjudicada por la leva forzada realizada por el coronel Gregorio Aráoz de La Madrid en Tucumán y Catamarca para la Guerra del Brasil. Por último, consideró lesivo a la Iglesia Católica el tratado realizado por el gobierno de Buenos Aires (como Encargado de las Relaciones Exteriores del conjunto de las Provincias Unidas) con Gran Bretaña, por el cual se establecía la libertad religiosa. Por esas tres razones decidió tomar partido en la lucha entre unitarios (partidarios de un gobierno liberal fuerte establecido en Buenos Aires) y federales. En más de una oportunidad llevó al frente de sus tropas una bandera negra con la inscripción "Religión o Muerte", como manifestación de oposición a la política religiosa liberal de Rivadavia. De Facundo ha llegado la historia oral según la cual era un devoto cristiano católico que todos los días leía alguna parte de La Biblia, lo que es indiscutible es que estaba asesorado por el fray Pedro Ignacio de Castro Barros quien había sido diputado por el cabildo de La Rioja durante el Congreso de Tucumán en el año 1816.

Por su parte, Rivadavia fue electo presidente por el Congreso General de 1824, aunque sin una constitución que lo avalara. Su política fue decididamente centralista, y pretendió imponer su voluntad por la fuerza a los gobiernos provinciales opositores despreciando a los caudillos como Quiroga; esto y las actividades punitivas contra los federales del general tucumano unitario Gregorio Aráoz de La Madrid hizo que, durante plena guerra contra el imperio invasor brasileño, cuando Argentina requería el máximo de cohesión, Quiroga se encontrara forzado a liderar la rebelión de las provincias del Interior ante un centralismo porteño de políticas exteriores ambiguas y absolutamente antifederales.[7]

En la provincia de Catamarca estuvo por iniciarse un enfrentamiento interno en 1825, que se pudo evitar por la mediación de Quiroga, el cual figuró como garante entre el gobernador Manuel Antonio Gutiérrez y sus opositores. Pero Gutiérrez violó el acuerdo, reiniciando la guerra civil y provocando la intervención del caudillo riojano en su contra. Éste invadió Catamarca y — tras breve resistencia — lo derrocó.

El gobernador depuesto llamó en su ayuda a Lamadrid, que se había apoderado del gobierno de la provincia de Tucumán. Éste invadió Catamarca y repuso a Gutiérrez en el gobierno catamarqueño.

Quiroga marchó nuevamente sobre Catamarca, expulsó a Gutiérrez y siguió camino hacia Tucumán. Casi en el límite entre ambas provincias, Quiroga derrotó a Lamadrid en la batalla de El Tala, el 27 de octubre de 1826; creyendo que Lamadrid había muerto, Quiroga dio por terminada la campaña.

De allí pasó a San Juan, donde aseguró el poder para el partido federal, colocando en el gobierno a un pariente suyo. Ese mismo año de 1826, el Congreso sancionó una constitución unitaria, que fue rechazada por la que la mayor parte de las provincias. Sólo Salta y Tucumán aprobaron esa constitución. Se dijo que el enviado por el Congreso para presentar la constitución a Quiroga encontró a éste en San Juan, recostado sobre su recado en un campo de alfalfa, bajo un toldo de cuero. Sin levantarse, garabateó en la primera hoja "Despachado", y envió al diputado porteño de regreso a Buenos Aires.

Cuando supo que Lamadrid había sobrevivido y que nuevamente ocupaba el gobierno de Tucumán, además de reponer a Gutiérrez en el de Catamarca y de invadir Santiago del Estero, volvió a salir a campaña: pasando por Santiago del Estero y reuniendo a las suyas las fuerzas de su gobernador, Juan Felipe Ibarra, se dirigió sobre Tucumán. Allí derrotó por completo a Lamadrid en la batalla de Rincón de Valladares, el 6 de julio de 1827. Impuso una fuerte contribución a la provincia para resarcirse de los gastos que le habían obligado a hacer. Como la legislatura quiso negarse al pago de esa indemnización, le escribió:

"... si no se me satisface antes de las dos horas de este día, me haré pagar, no la suma de 24.000 pesos, sino todos los gastos que he hecho, y todas las pérdidas que he sufrido en mis negocios. Cuidado, pues, no haya equivocación. Las generosidades tienen sus límites... pasada la hora mencionada, sin haber recibido la pequeña suma que pido, empezaré a hacer sentir inmediatamente los estragos de la guerra."

Cobró lo exigido sin problemas, y colocó un gobierno federal en Tucumán. La batalla de Rincón aceleró la renuncia del unitario Rivadavia al gobierno nacional, y desde entonces controló la política de las provincias de Cuyo, La Rioja y Catamarca, y tuvo una fuerte influencia sobre Santiago del Estero y Córdoba.

La Tablada y Oncativo

En 1829, el general unitario cordobés José María Paz invadió la provincia de Córdoba y derrocó a su gobernador, el caudillo federal Juan Bautista Bustos. Este llamó en su auxilio a Quiroga, que reunió fuerzas de las provincias que controlaba e invadió Córdoba. Esquivando al ejército de Paz, que había salido a enfrentarlo, logró tomar la capital de la provincia. Pero, para evitar sufrimientos a la población, la abandonó para enfrentar a Paz en la batalla de La Tablada, del 22 de junio. La superior capacidad de Paz para manejar su artillería decidió la batalla en su favor. Paz pudo vencer un efecto de guerra psicológica en sus principales encuentros con Quiroga ya que las huestes de Quiroga debido a su carácter aguerrido llegaron a ser mitizadas como "campiagos" (seres mitad hombres mitad tigres -o mejor dicho mitad yaguares-).[8]

Al día siguiente, cuando Paz regresaba a la ciudad, fue nuevamente atacado por Quiroga, en lo que, según expresión del propio Paz, fue

"... la operación militar más arrojada de la que he sido testigo o actor en mi larga carrera... Me he batido con tropas más aguerridas, más disciplinadas, más instruidas, pero más valientes, jamás."

Quiroga fue nuevamente derrotado y tuvo que huir a su provincia.

En esta célebre batalla formaba parte, por su valentía y lealtad, de la escolta personal de Facundo Quiroga el entonces jovencísimo Ángel Vicente Peñaloza (muchas veces más conocido por su apodo El Chacho).

Al llegar a La Rioja, encontró que algunos personajes estaban festejando su derrota. Hizo fusilar a diez personas y ordenó que toda la población de la ciudad se trasladara a los Llanos con sus haciendas, y destruyera todo lo que no se podían llevar. A partir de ese momento, Quiroga fue realmente el Tigre. Hay que destacar que varios de sus enemigos, como por ejemplo Gregorio Aráoz de La Madrid, fueron mucho más crueles que Quiroga. El mismo Paz hizo fusilar a varios prisioneros de La Tablada y envió expediciones a "pacificar" las sierras de Córdoba, que se saldaron con centenares de gauchos federales fusilados.

Quiroga decidió volver a enfrentar a Paz. Le escribió una larga carta en que le decía que

"...las armas que hemos tomadas en esta ocasión no serán envainadas sino cuando haya una esperanza siquiera de que no serán los pueblos nuevamente invadidos. Estamos convenidos en pelear una vez para no pelear toda la vida. Es indispensable ya que triunfen unos u otros, de manera que el partido feliz obligue al desgraciado a enterrar sus armas para siempre."

A continuación invadió Córdoba por segunda vez, dividiendo sus tropas en dos columnas; una, bajo su mando directo, avanzó desde San Luis por el sur, mientras la otra, mandada por el gobernador riojano Benito Villafañe, marchaba por el norte. Paz decidió salirle al cruce a Quiroga. El gobernador porteño Juan Manuel de Rosas envió dos mediadores a tratar de evitar la batalla, pero Paz los utilizó para engañar a su enemigo: los envió a su campamento e inmediatamente avanzó hacia el ejército federal. Creyendo que todavía estaba en vigencia una tregua, Quiroga fue sorprendido y derrotado el 25 de febrero de 1830 en la batalla de Oncativo (llamada también de la Laguna Larga).

Quiroga huyó hacia Buenos Aires, mientras Paz invadía las provincias que el riojano había dominado y formaba una Liga Unitaria, generalmente llamada Liga del Interior, de la cual Paz era el jefe militar y político. Rosas lo hizo recibir como a un vencedor, pero permaneció en la casa de su socio Costa, alejado de las cuestiones militares. Para él, todo había terminado.

La victoria federal

El general Lamadrid, que no había podido enfrentar a Quiroga en la batalla, fue nombrado gobernador de La Rioja, mientras Villafañe se exiliaba en Chile. Lamadrid se dedicó a perseguir a los federales y fusilara decenas de ellos. También a saquear los bienes de Quiroga, entre ellos, los "tapados" de dinero (bolsas enterradas en medio del campo, en lugares conocidos sólo por el dueño), a los que accedió por medio del soborno y la tortura. Una de las personas que Lamadrid torturó fue la madre del general Facundo Quiroga, que fue obligada a barrer la plaza de La Rioja cargada de cadenas…

Eso fue demasiado: Quiroga pidió a Rosas fuerzas con que regresar a la lucha. Como el gobernador porteño (junto al santafesino Estanislao López estaban invadiendo Córdoba, sólo le pudo dar unos 450 delincuentes y vagos de la cárcel. Facundo los entrenó con cuidado, y pronto los convirtió en soldados.

A principios de 1831, Quiroga avanzó por el sur de Córdoba hacia Cuyo. En el camino se le unieron varios soldados desertados del ejército de Paz en la batalla de Fraile Muerto.[9] Ocupó la villa de Río Cuarto después de una violenta batalla, y poco después derrotó sobre el río Quinto al coronel Juan Pascual Pringles, que fue muerto por un oficial ante quien no se quiso rendir. El coronel Pringles, héroe de la campaña de San Martín al Perú, era muy respetado por Quiroga, que gritó al oficial que lo había matado:

"¡Por no manchar con tu sangre el cadáver del valiente coronel Pringles, no te hago pegar cuatro tiros ya mismo! ¡Cuidado, otra vez, miserable, que un vencido invoque mi nombre!"

Pocos días después enfrentaba en Mendoza al gobernador José Videla Castillo en la batalla de Rodeo de Chacón, del 22 de marzo de 1831. Quiroga dirigió la batalla desde el pescante de una diligencia, señalando lo que quería mostrar con una cañita: el reuma no le permitía montar. Con esta victoria consiguió el control de San Luis y Mendoza, mientras sus partidarios recuperaban San Juan y La Rioja.

Unos días más tarde, recibió la noticia de que su mejor amigo, el general Villafañe, había intentado regresar desde Chile. Pero en el camino se había cruzado con un oficial unitario que lo había asesinado.[10] Perdió los estribos, y cometió el acto más monstruoso de su carrera: mandó fusilar a todos los prisioneros de Río Cuarto y de Rodeo de Chacón que estaban en el cuartel: en total, veintiséis muertos. Fue el único asesinato en masa que ordenó Quiroga, a pesar del mito establecido por Sarmiento, de que mataba gente cada vez que le venía en gana.

Por su parte, Paz fue capturado por las fuerzas de Estanislao López, y el mando pasó a Lamadrid. Éste se retiró a Tucumán, para hacerse fuerte en su propia provincia. Hasta allí lo fue a buscar Quiroga, que lo venció (por tercera vez) en la batalla de La Ciudadela, el 4 de noviembre de 1831. Esta batalla terminó con la Liga Unitaria.[11]

Estando en Tucumán, envió a la esposa del general Lamadrid (refugiado en Bolivia) a su encuentro, sin molestarla y con escolta oficial; también le envió una carta, recordándole el trato que él había dado a su madre. La terminaba con una despedida digna de su autor:

"¡Adiós, general, hasta que nos podamos juntar para que uno de los dos desaparezca!, porque esta es la resolución inalterable de su enemigo Facundo Quiroga."

La Confederación

El control de la Confederación Argentina pasó a estar en manos de los federales. En particular, de Rosas, López y Quiroga. Mientras Rosas logró mantener buenas relaciones con ambos, Quiroga y López comenzaron a tener problemas. En primer lugar, Quiroga pretendía tener algún derecho sobre Córdoba, donde López había nombrado un gobernador a un federal de su mayor confianza, José Vicente Reinafé, que junto con sus hermanos formaba un clan que gobernaría la provincia por algo más de tres años. También tuvo problemas por un caballo, que había sido de Facundo pero estaba en poder de López.[12]

Quiroga pasó los siguientes años en Buenos Aires, donde desempeñó un papel relevante: allí se debatía si el país debía darse o no una Constitución federal. Quiroga era partidario de una rápida organización nacional, pero otros caudillos — especialmente Rosas — no estaban de acuerdo, ya que sostenían que aún debía esperarse a que maduren las condiciones.[13]

Las ideas constitucionales de Quiroga aparecen expuestas en la carta que le enviara a Pío Isaac Acuña, destacado dirigente del partido federal catamarqueño y presidente de la Sala de Representantes de esa provincia:

"Señor Don Pío Isaac Acuña. San Juan, noviembre 1° de 1833."
"Mi apreciado compatriota:
He recibido la estimada carta de Ud. de fecha 8 de octubre pasado, cuyo contenido se reduce a preguntarme sobre la constitución particular que debe darse a esa provincia. Reconozco agradecido los conceptos con que me honra en su mencionada carta, pero me permitiré decirle que, aún cuando yo fuese capaz de dar consejo sobre las hechuras de las leyes constitucionales, no lo podría hacer ciertamente sin contradicción de los mismos principios de libertad por que he combatido. Es muy necesario que los pueblos hagan la constitución peculiar que caracteriza los derechos sociales, y arregle su régimen institucional para poder arribar a formar, de este elemento, la constitución nacional. Pero también es un princpio que estos códigos deben ser exclusivamente obra de las legislaturas, sin la más pequeña ingerencia de los hombres de mi profesión. El militar debe obedecer y defender las leyes; no dictarlas. Así, pues, a la representación de esa provincia incumbe el trabajo de formar la particular constitución de ella. Y como de quien es exponer, es también quitar los errores que la práctica y la experiencia manifiestan, pueden sinceramente corregirse. Pues la primera garantía de una constitución liberal consiste en poderse variar y restringir siempre que la razón y la justicia lo demanden. Conozo las dificultades que en todos los pueblos se tocarán por la falta de luces y de recursos, pero es superable cuando se trabaja con buena fe en favor del bien general. Los varios códigos que se han dado en las legislaturas de las demás repúblicas, y los que han salido de la nuestra, aunque no hayan tenido efecto, sirven para descubrir las cosas que deben ser objeto de la constitución; o enseñar, al menos, el sistema de organización. Y lo demás debe hacerlo el conocimiento práctico del país, sus necesidades y sus relaciones."
"Ninguna otra cosa me es lícito decir a Ud. sobre la materia, sin aventurar el carácter de la libertad que debe marcar los pasos de esa Legislatura. Concluyo, pues, repitiéndome reconocido a su afecto, y protestando el que me anima por la benemérita provincia, cuya felicidad desea este su compatriota muy afecto que besa su mano. Juan Facundo Quiroga"[14]

Nominalmente, Quiroga fue el comandante de la campaña al desierto del año 1833. Pero, en la práctica, la llevaron a cabo el gobernador de Mendoza, José Félix Aldao, los gobiernos de San Luis y Córdoba, y el ex gobernador porteño Rosas, que fue quien más provecho obtuvo con la misma.

El comandante de la columna del centro, José Ruiz Huidobro, era un oficial que había acompañado a Quiroga en su campaña de 1831, y al regresar intentó derrocar a Reinafé. Pero fue derrotado por la rápida reacción de éstos, y pagó con varios meses de cárcel su intento. Dado que era evidente que detrás de Ruiz Huidobro estaba Quiroga, los Reinafé decidieron que éste era un peligro para ellos. Era, además, un adversario peligroso para su jefe, Estanislao López.

En Buenos Aires, Quiroga se dedicó a la administración de la estancia que compró en San Pedro. En esa misma zona viven aún sus descendientes, entre los cuales varios heredaron su nombre completo de Facundo Quiroga. Durante su estadía fue el único que se atrevió a visitar a Bernardino Rivadavia en el buque en que llegaba de vuelta, al que no se permitió desembarcar y se envió de regreso al exilio.

Barranca Yaco

Tumba de Facundo Quiroga en el Cementerio de la Recoleta.

A fines de 1834 estalló una guerra civil entre las provincias de Salta y Tucumán, cuyos gobernadores, Pablo Latorre y Alejandro Heredia, se habían enemistado por la autonomía de la provincia de Jujuy. El gobernador Manuel Vicente Maza envió a mediar al general Quiroga, con instrucciones especialmente escritas para él por Rosas, que lo acompañó un tramo del viaje.[15]

En el viaje de ida, varios amigos le avisaron que los Reinafé querían matarlo; pero desoyó los avisos y siguió camino sin problemas. Al llegar a Santiago del Estero se enteró de que la guerra civil en el norte había finalizado y que Latorre había sido asesinado. Se dedicó a mediar para lograr una serie de tratados entre las provincias del norte, entre cuyas cláusulas figuraba la autonomía jujeña.

Iniciado su camino de regreso a principios del año siguiente, tuvo nuevos avisos sobre que había planes para asesinarlo. Pero tal vez tenía más miedo a pasar por cobarde que a la muerte. El 16 de febrero de 1835, una partida al mando del capitán de milicias cordobés Santos Pérez emboscó su carruaje en los breñales de un lugar solitario llamado Barranca Yaco, en el norte de la provincia de Córdoba. Quiroga se asomó con tono envalentonado (algo que le había dado buen resultado en las batallas) por la ventana de la galera exclamando

«¿Quién manda a esta partida!»

siendo -como toda respuesta- muerto de un tiro en un ojo por Santos Pérez. Su cuerpo fue luego tajeado y lanceado, y todos los demás miembros de la comitiva fueron asesinados también. Entre ellos se contaba su secretario, el ex gobernador de la provincia de San Luis, José Santos Ortiz y un niño.

El cuerpo de Quiroga fue inhumado en la Catedral de Córdoba, aunque luego a petición de su viuda -Dolores Fernández- y del mismo Rosas fue enterrado en un panteón aún existente en el cementerio de la Recoleta de la ciudad de Buenos Aires.

Al saberse quién había sido el asesino, el cargo sobre el asesinato de Quiroga recayó sobre los hermanos Reinafé. Éstos fueron derrocados y ajusticiados unos años más tarde junto a Santos Pérez. Los opositores a Rosas lo acusaron de estar tras el homicidio.[16] Tal vez fue asesinado por venganza, pero también para favorecer a Estanislao López; si fue así, el plan fracasó por completo: López perdió el control de Córdoba y Entre Ríos, y también mucho de su prestigio. Todo el poder en la Argentina pasó rápidamente a Rosas.

La trágica muerte de Facundo Quiroga dio vida a composiciones folclóricas, literarias y leyendas populares tanto entre los gauchos que lo amaron y temieron, como entre las personas cultas. La leyenda de Facundo que nace en Barranca Yaco perduró, al punto de que en el siglo XX Jorge Luis Borges -como otros autores- lo recordó con una memorable poesía considerada entre los más alto de la literatura castellana[17]

El cadáver de Facundo Quiroga, por decisión de sus familiares, se encuentra en Buenos Aires, en el Cementerio de la Recoleta. Allí se conservó el monumento funerario, pero su féretro fue escondido en una pared tras la caída de Rosas en 1852, para evitar venganzas sobre su cadáver de parte de los enemigos de ambos. Fue redescubierto el 9 de diciembre de 2004.[18]

Valoración histórica

Juan Facundo Quiroga fue un militar excepcionalmente valiente, decidido y capaz, cuya mayor desgracia fue medirse dos veces con el único general que era superior a él (José María Paz). Se fue haciendo progresivamente más cruel, empujado por la crueldad de sus enemigos — especialmente de Lamadrid quien había vejado o afrentado a los parientes más queridos de Quiroga — y por la frustración de la derrota. Aprovechaba estratégicamente el terror que su imagen creaba a su alrededor, aunque esa imagen era más ficticia que real.

Como político, era un federal convencido que defendió la autonomía de su provincia y de sus provincias vecinas, pero que nunca se decidió a luchar por la organización constitucional del país. Al final de su vida cayó envuelto en confusas luchas por el poder a nivel nacional, rodeado de conspiraciones que él había contribuido a crear.

La leyenda terrible de Facundo comenzó con el libro de Domingo Faustino Sarmiento, "Civilización i Barbarie. Vida de Juan Facundo Quiroga" — editado en 1845 en Santiago de Chile — más conocido como "Facundo: Civilización y Barbarie". Era un panfleto político lleno de inexactitudes, en que el autor atacaba al dictador Rosas a través de quien había sido su aliado. Por otro lado, su objetivo era demostrar la tesis de que las luchas civiles argentinas dirimían un conflicto entre la civilización y la barbarie, y ajustó su relato a ese objetivo. Posteriormente, demasiados historiadores y difusores de historia se tomaron en serio el testimonio de Sarmiento. Y sobre esa base se creó una verdadera "leyenda negra" sobre los federales, en que unitarios resultan siempre los buenos,[19] mientras que los federales simbolizan la arbitrariedad, la violencia y la tiranía.

En respuesta a esa leyenda negra, durante el siglo XX, los historiadores revisionistas crearon otra de tendencia opuesta, en la cual Facundo Quiroga era cruel sólo por necesidad.

Versiones

Los escritos de Quiroga resultan muy interesantes. Poseía un estilo elegante y directo; y, como demuestra el final de la carta a Lamadrid arriba citada, evitaba las formalidades inútiles, algo muy raro en su época.

Otra curiosidad suya era el conocimiento que tenía de La Biblia, de la cual lograba citar de memoria páginas enteras.

La rivalidad entre López y Quiroga tuvo visos muy singulares: Quiroga poseía un caballo negro predilecto llamado "El Moro", del cual se decía que adivinaba si vencería o no en la batalla. Tras la derrota de Oncativo, el segundo del general Paz: el general Gregorio Aráoz de La Madrid ocupó a la ciudad de La Rioja y -además de insultar a la esposa de Quiroga, de engrillar en una picota a la madre de Quiroga, capturó al caballo preferido de Facundo, el caballo "El Moro" fue encontrado en la ciudad de Córdoba por hombres de Estanislao López, quien se apropió del animal. Quiroga elevó enérgicas protestas y amenazó con una guerra abierta a López. Rosas medió, a través de su primo Tomás de Anchorena, entre ambos caudillos del Interior, aunque nunca se logró la devolución del caballo. Aprovechando la situación, López afrentó nuevamente a Quiroga, diciéndole que "El Moro" era un "matungo" (es decir un caballo de poco valor).

Curiosamente a inicios del siglo presente (XXI) un escritor-historiador español[cita requerida], haciéndose acaso eco de la leyenda negra escrita contra Facundo en el siglo XIX lo presenta como uno de los militares más crueles de la historia.

Notas

  1. El departamento y sierra de Los Llanos es una región de frontera riojana cercana a las provincias de Córdoba, San Juan y Santiago del Estero caracterizada por sus sierras bajas y redondeadas bastante desérticas en donde se realizaba una ganadería extensiva a cargo de gauchos. El nombre de "Llanos" le viene de la familia que fue la primera en poblarla. Hacia mediados del siglo XVIII se comenzó a poblar con algunas comunidades muy pobres de ganaderos, cuya única actividad industrial era fabricar aguardiente. El clima y la vegetación deben haber sido muy distintos en el siglo XIX que hoy, ya que se alcanzó a reunir una población dispersa, pero bastante numerosa. Los Llanos fueron un factor principal en la política militar riojana, al menos, hasta algún tiempo después de la década de 1860. Varios de los apellidos de los vecinos de Quiroga fueron también los de futuros gobernadores riojanos del siglo XIX: Peñaloza, Bustos, Bazán, Ontivero, Tello y Orihuela. Pero por entonces era solamente una región pobre y marginal. Véase Bazán, op cit.
  2. Su estilo literario era curiosamente elegante, sin los giros europeizantes de los educados porteños. Por otro lado, parece haber tenido un dominio intenso de la Biblia, de la cual sabía de memoria extensos pasajes (y hacía de ellos curiosas interpretaciones).
  3. Antes que Quiroga, el comandante de los Llanos era Fulgencio Peñaloza, tío de Ángel Vicente Peñaloza, el "Chacho".
  4. Uno de los problemas más serios para el conocimiento de la vida de Quiroga es el libro de Sarmiento, Facundo o civilización y barbarie, que fue en realidad un alegato político en contra de Rosas, justificado por la biografía de Facundo. Históricamente, su precisión es por demás dudosa, y al referirse a las etapas tempranas de su vida, sencillamente inventó lo que no sabía. No es una presunción, en una carta a un amigo confesó haber inventado muchas cosas en este libro, para obtener un efecto político mayor.
  5. Entre los prisioneros que intentaron escapar y terminaron muertos figuraba el general José Ordóñez, que había vencido a Bernardo O'Higgins en Talcahuano y a José de San Martín en la Sorpresa de Cancha Rayada.
  6. Otros autores consideran que Quiroga estaba preso por razones políticas, y lo que usó fue un asta, según propia declaración en el archivo de San Luis. No está claro de qué clase de asta hablaba, si la de una bandera o un cuerno de vaca (chifle) de los que se usaban para transportar pequeñas cantidades de agua.
  7. Parte del dinero destinado al proyecto de minas en La Rioja fue desviado a financiar el ejército de Lamadrid, en su política agresiva de interferencia en los asuntos internos de la provincia de Catamarca; y, por ende, de ataque a los gobiernos aliados del partido federal catamarqueños — el de La Rioja, entre ellos. Véase Hugo R. Galmarini, Del fracaso unitario al triunfo federal. Memorial de la Patria, tomo V, Ed. La Bastilla, Bs. As., 1984. ISBN 950-508-231-2
  8. En efecto, según todos los documentos de la época y la región la gente común creía que las tropas al mando de Quiroga se transformaban en hombres-tigres invencibles.
  9. Estos habían sido soldados de Quiroga, unidos a la fuerza al ejército unitario. Al comenzar la batalla de Fraile Muerto, se pasaron a las fuerzas federales, y luego pidieron al jefe federal que les permitiera unirse a Facundo.
  10. Al parecer, se trataba del mismo oficial que había asesinado, años antes, al héroe de la independencia chilena Manuel Rodríguez por orden de Bernardo de Monteagudo.
  11. Se dijo que después de la batalla cometió el último de sus desmanes, al fusilar a 34 oficiales. Pero muchos autores que reconocieron los hechos de Mendoza negaron esta matanza.
  12. Quiroga poseía un caballo negro predilecto llamado "El Moro", se decía que tal caballo adivinaba si vencería o no en una batalla, en cierta ocasión "El Moro" se perdió y fue encontrado por hombres de Estanislao López quien se apropió del animal, Quiroga elevó enérgicas protestas y amenazó con una guerra abierta a López, Rosas resultó mediador y logró la devolución del caballo, pero no pudo impedir que López afrentara nuevamente a Quiroga diciéndole que "El Moro" era un "matungo", un caballo de poco valor.
  13. Varios autores, desde David Peña en adelante, han hecho mucho hincapié en las diferencias de criterio entre Rosas y Quiroga, en especial sobre la oportunidad para sancionar una constitución. En la práctica, Facundo no tenía suficiente interés en el tema como para poner en peligro el triunfo federal, y claramente se dejó dominar por el sentimiento generalizado en Buenos Aires, donde una proyecto de constitución federal era una amenaza para la superioridad de la provincia más poderosa.
  14. Original en el Archivo de Quiroga, en poder del señor Jorge F. Demarchi, y copia fotográfica en el Instituto de Investigaciones Históricas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Buenos Aires. Esta carta fue publicada también por Pedro de Paoli en su obra "Facundo", Buenos Aires, 1952 y reproducida en la nota (1) del Capítulo XIX de la Historia de Catamarca del Pbro. Ramón Rosa Olmos, ps. 148/149.
  15. Estas instrucciones, conocidas como la “carta de la hacienda de Figueroa, son la más clara demostración del pensamiento de Rosas en cuanto a la no oportunidad de la sanción de una constitución. Si bien los argumentos son claramente válidos, las razones que parecen haber inclinado a Rosas a oponerse a una posible constitución estaban más relacionados con el dominio porteño sobre el país.
  16. Santos Pérez lo acusó en el momento de ser ejecutado, pero muy pocos historiadores toman en serio esa acusación.
  17. El General Quiroga va en coche al muere. El madrejón desnudo ya sin una sed de agua y una luna perdida en el frío del alba y el campo muerto de hambre, pobre como una araña. El coche se hamacaba rezongando la altura; un galerón enfático, enorme, funerario. Cuatro tapaos con pinta de muerte en la negrura tironeaban seis miedos y un valor desvelado. Junto a los postillones jineteaba un moreno. Ir en coche a la muerte ¡qué cosa más oronda! El General Quiroga quiso entrar en la sombra llevando seis o siete degollados de escolta. Esa cordobesada bochinchera y ladina (meditaba Quiroga) ¿qué ha de poder con mi alma? Aquí estoy afianzado y metido en la vida como la estaca pampa bien metida en la pampa. Yo, que he sobrevivido a millares de tardes y cuyo nombre pone retemblor en las lanzas, no he de soltar la vida en estos pedregales. ¿Muere acaso el pampero, se mueren las espadas? Pero al brillar el día sobre Barranca Yaco hierros que no perdonan arreciaron sobre él; la muerte, que es de todos, arreó con el riojano y una de la puñaladas lo mentó a Juan Manuel Ya muerto, ya de pie, ya inmortal, ya fantasma, se presentó al infierno que Dios le había marcado, y a sus órdenes iban, rotas y desangradas, las ánimas en pena de hombres y caballos.
  18. La Nación, Hallan los restos de Facundo Quiroga ocultos en una bóveda de la Recoleta, 13 de febrero de 2005
  19. Cabe observar que, hasta finales del siglo XX, los nombres de ciudades, pueblos y calles de la Argentina estaban reservados casi exclusivamente a políticos y jefes militares unitarios.

Bibliografía

(por orden alfabético)

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  • El sitio y combate de Río Cuarto, Revista Todo es Historia, nro. 114.

Bibliografía Recomendada

  • Peña, David, "Juan Facundo Quiroga", Ed. Hyspamérica, Bs. As., 1986.

Enlaces externos

Sitio Web oficial del Departamento Juan Facundo Quiroga, La Rioja, Argentina


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