Agricultura en España

Agricultura en España
Viñedos de La Rioja.

La agricultura fue hasta la década de 1960 el soporte principal de la economía española, pero actualmente emplea solo alrededor del 5 % de la población activa, por lo que podemos decir que España no es ya un país agrario.[1]

Los principales cultivos son el olivo, cebada, trigo, remolacha azucarera (betabel), maíz, patatas (papas), centeno, avena, arroz, tomates y cebolla. El país tiene también extensos viñedos y huertos de cítricos y olivos. Las condiciones climáticas y topográficas hacen que la agricultura de secano sea obligatoria en una gran parte de España. Las provincias del litoral mediterráneo tienen sistemas de regadío desde hace tiempo, y este cinturón costero que anteriormente era árido se ha convertido en una de las áreas más productivas de España, donde es frecuente encontrar cultivos bajo plástico.

En el valle del Ebro se pueden encontrar proyectos combinados de regadío e hidroeléctricos. Grandes zonas de Extremadura están irrigadas con aguas procedentes del río Guadiana por medio de sistemas de riego que han sido instalados gracias a proyectos gubernamentales (Plan Badajoz y regadíos de Coria, entre otros). Las explotaciones de regadío de pequeño tamaño están más extendidas por las zonas de clima húmedo y por la huerta de Murcia y la huerta de Valencia.

Contenido

Factores que condicionan la agricultura en España

Físicos

  • La altitud: España es un país con una altitud media de elevada ( 600 m ), y considerando que la altitud óptima para el desarrollo de la agricultura se sitúa alrededor de los 200 m, podemos ver que solo el 11,4 de nuestro territorio presenta esa altitud óptima para su desarrollo.
  • El clima: El territorio español recibe una media de 2.500 horas de sol, que es elevada, incluso en invierno, pero también la mayor parte del país sufre frecuentes y acusadas heladas que afectan, a veces de manera catastrófica, a muchos cultivos. El reparto de precipitaciones también es muy irregular, sobre todo en las regiones de clima mediterráneo,en los que casi el total de las precipitaciones anuales caen en un periodo corto de tiempo.
  • La erosión: Las fuertes lluvias que se producen sobre todo en las regiones mediterráneas, arrastran gran cantidad de tierra de las zonas de cultivo elevadas, depositándolas en los embalses, aterrándolos o termina en el mar. En las zonas con abundante vegetación se amortigua mucho la erosión, pero donde la vegetación es escasa y las precipitaciones torrenciales, como ocurre en muchas zonas de España, el problema se agiganta

Históricos

Rebaño de ovejas camino de sus pastos.
  • La protección ganadera: Durante la Edad Media los reyes cristianos se preocuparon más de la ganadería que de la agricultura. Se formaron juntas de ganaderos para garantizar el alimento de los animales, principalmente ovinos de producción lanera, que al fin se unieron en el Honrado Concejo de la Mesta, reconocido por Alfonso X en el año 1373. Aseguraba el exclusivo uso para el ganado de cañadas y el aprovechamiento de baldíos, barbechos y rastrojos.
  • Etapa de preponderancia agrícola en el siglo XVIII: A finales del siglo XVIII, cerca del 70 por ciento de la tierra pertenecía a la Iglesia y a la nobleza. En este siglo la supresión de los privilegios mesteros y la desamortización aumentaron el área labrada.

Últimas transformaciones: Después de la guerra civil, se iniciaron planes de transformación y mejora de la agricultura.

  • Ampliación del área regada: Desde los embalses construidos se derivaron las aguas en las distintas cuencas mediante canales. En la del Ebro, los canales de Bardenas, Monegros, Cinca etc. En el Duero, las zonas del Páramo Leonés, en el Tajo con el canal de Estremera y Alberche y en el Guadiana los de Orellana y Montijo.
  • Concentración parcelaria: Las sucesivas transmisiones de la propiedad rústica habían dejado la tierra muy parcelada. Para remediar esta desventaja se inició en 1956 la concentración parcelaria, y en el año 1982 la superficie media por parcela había pasado de 0,34 a a 2,58 ha.

Problemas y contrastes actuales:

  • Población agraria y explotaciones: La población activa agraria se ha reducido mucho en los últimos decenios, llegando a ser en 2006 del 5% por ciento de la población trabajadora. La emigración afecta a la población joven, jornaleros e incluso pequeños propietarios que dejan sus propiedades en manos de quienes permanecen como agricultores.
  • Las técnicas: En las zonas de regadío se ha extendido la práctica de los cultivos forzados. Un auténtico mar de plásticos protectores se extiende ahora por los regadíos de distintas áreas ribereñas del Mediterráneo.
  • Resultados económicos:El ensanchamiento del área regada, el cultivo bajo plásticos protectores, la mecanización, la selección de semillas y, en general, las mejoras introducidas han elevado los rendimientos de los cultivos.

Trascendencia del sector agrario en la economía española

A continuación se muestra un cuadro que refleja la participación del sector agrario en el Producto interior bruto /PIB de España a lo largo del siglo XX y el porcentaje de empleo ocupado en este sector, durante el mismo periodo. Es preciso recordar que el sector agrario comprende tanto la agricultura, la ganadería y el aprovechamiento forestal. De la información mostrada se desprende la pérdida de importancia relativa de este sector dentro de la economía:[2]

Año % PIB % Empleo
1901 46,4 66,7
1930 34,6 47,3
1940 31,9 51,9
1950 26,5 48,9
1960 22,6 41,7
1975 9,7 23,4
1980 7,2 19,8
1985 6,4 18,1
1990 4,5 11,2
1995 3,5 9,8

Superficies y producciones agrícolas

La superficie cultivada en España alcanza un total de alrededor de 18 millones de hectáreas, de las cuales 14,3 millones corresponden a cultivos de secano y 3,7 millones a regadíos[3]

La agricultura española posee gran diversidad productiva, consecuencia de las variadas condiciones climáticas y edáficas imperantes en las distintas zonas del territorio nacional.

Se cultivan desde especies propias del clima templado, hasta especies tropicales, pasando por los cultivos típicos mediterráneos: viñedo, olivar, cítricos, hortalizas, etc. La producción hortofrutícola supone aproximadamente la mitad de la producción agrícola española, con una gran diversidad de productos (hortícolas, cítricos, frutas de hueso y de pepita, frutas tropicales, etc.), muchos de los cuales son exportados.

También, tienen notable importancia desde diferentes puntos de vista (uso del suelo, producción, comercio exterior y utilización del trabajo) el viñedo y el olivar.

La diversidad climática y edáfica de las distintas zonas de España, hace que haya notables diferencias de unas a otras Comunidades Autónomas, con especializaciones productivas muy señaladas, entre las cuales podemos destacar las siguientes:

  • En Andalucía, Región de Murcia, Canarias, Baleares y la Comunidad Valenciana, predomina sobre todo, la hortofruticultura; Andalucía tiene, además, el 80% del olivar y produce más del 90% del algodón español.
  • Castilla-La Mancha y La Rioja tienen una gran importancia en cuanto al viñedo, y el cereal
  • Castilla y León presenta una elevada especialización cerealista y en cultivos industriales (girasol y remolacha).
  • La actividad agraria en la Comunidad Foral de Navarra y Extremadura destaca por los cereales y las frutas.

Producción agrícola española de los producto más importantes económicamente en el año 2005 (en Miles de t.)[4]


Productos Volumen Productos Volumen
Trigo 3.815 Pimiento 1.042,1
Cebada 4.456,9 Fresa 308
Maíz 4.119,6 Ajo 145,3
Arroz 838,7 Judías verdes 214,7
Patata 2.604 Naranja 2.294,6
Remolacha azucarera 7.275,7 Mandarina 2.125,5
Algodón 346,1 Limón 896,5
Girasol 360,9 Manzana 769,9
Alfalfa verde 10.150 Melocotón 1,198,3
Lechugas 1.026,7 Plátano 356,2
Melón 1.118,3 Vino y mosto (miles hl) 39.772,9
Tomate 4.643,8 Aceite de oliva 786,3

Distribución de la tierra por tipo de cultivo ( año 2005 ) en ( Ha )[5]

Espiga de cebada. Los cereales de grano son el grupo de cultivos que más superficie ocupa en España.
Tipo de cultivo Superficie Tipo de cultivo Superficie
Cereales grano 6.840.985 Frutales cítricos 306.557
Leguminosas 410.730 Frutales no cítricos 1.062.142
Tubérculos 72.420 Viñedo 1.149.749
Industriales 728.898 Olivar 2.456.719
Forrajeros 852.630 Otros cultivos leñosos 59.940
Hortalizas 199.668 Viveros 16.218
Flores y ornamentales 1.707
Total cultivos herbáceos (A) 9.107.038 Total cultivos leñosos (D) 5.051.325
Superficie en invernadero 65.218
Barbecho 3.319.193 Huertos familiares 100.904
Otras tierras de labor (B) 3.319.193 Otras tierras de cultivo (E) 166.122
Total tierras de labor (C=A+B) 12.426.231 Total tierras de cultivo (C+D+E) 17.643.678
Prados y pastizales 7.329.335
Superficie forestal arbolada 11.546.276
Otras superficies 13.968.521
Superficie geográfica 50.487.836'

Los grupos de cultivos agrícolas

Los cereales

  • El trigo, la cebada, y en menor medida la avena y el centeno son los cereales que se cultivan en el secano de casi toda España. Dominan en las dos Mesetas, en ambas Depresiones y en las zonas del litoral mediterráneo hasta donde no llega el riego. Hay comarcas en las que todavía se mantiene el sistema de año y vez, que consiste en dejar descansar la tierra, labrándola pero no cultivándola, el año que precede al del cultivo del cereal. Esta técnica del barbecho era, hace años, casi una necesidad por la poca o nula utilización de abonos, naturales o químicos, que se hacía, comúnmente por falta de capitalización. Actualmente el barbecho está disminuyendo mucho. Los agricultores utilizan todo el terreno cultivable cada año, añadiendo los fertilizantes necesarios para el desarrollo de los cultivos.[6] Tradicionalmente el trigo duplicaba con creces la superficie sembrada de la cebada, pero desde finales de los años setenta, la cebada inicia un crecimiento que la ha llevado a duplicar la superficie triguera actual.
  • El maíz, planta de origen americano que a lo largo del siglo XVIII fue desplazando al mijo y al centeno, es un cereal que se cultiva en el regadío de las zonas cerealistas del país y en las regiones de la España atlántica como cultivo de secano. Galicia es la región de mayor producción maicera del país.
  • El arroz, debido a sus grandes exigencias de agua, está por completo ausente en los secanos. Su área se limita a las zonas bajas y de fácil encharcamiento del litoral valenciano, el delta del Ebro y las Marismas del Guadalquivir, que suman el 86 por ciento del total nacional. Mención especial podemos hacer a los regadios de la vega del Guadiana, en la provincia de Badajoz, como principal productora a nivel nacional de este cereal.

Hortalizas y patatas

La patata, base de muchos platos en la alimentación humana.
  • Las hortalizas han tenido una gran expansión, paralela a la del regadío y los cultivos bajo plástico y enarenados. Casi el 80 % son de regadío y aparecen por todo el espacio español, pero sin duda existe una especialización provincial: Navarra y La Rioja en espárragos; Ciudad Real y Toledo en melón; Murcia, Badajoz y Almería en tomate; ajo en Cuenca; cebolla y judía verde en Valencia; fresón en Huelva. etc., zonas en donde esos cultivos tienen una tradición.
  • La patata ha sufrido una disminución de su superficie de cultivo pero un aumento de su producción. La cosecha mayor corresponde a las patatas de media estación (de junio a septiembre) y a las tardías o de otoño y principios de enero, pero también se obtienen tempranas o de primavera y extratempranas desede mediados de enero a mediados de abril. Las tempranas y extratempranas se obtienen en Canarias, Baleares y en el este y sureste peninsular, y las tardías y de media estación en los regadíos del interior y en los secanos de la España atlántica, donde rotan con maíz o con alubias.

Los frutales

Los frutales vienen conociendo un crecimiento muy elevado con casi 1,5 millones de hectáreas en 2005.[5] Se suelen dividir a tenor de las estadísticas en cítricos y no cítricos. Son cultivos localizados en el litoral de mediterráneo, penetrando en el interior de los valles regados, pues son, en efecto, en muchos casos, cultivos de regadío, con la excepción del almendro y avellano. Son cultivos típicos de exportación, constituyendo algunos de ellos -los cítricos- un pilar fundamental en la balanza comercial española

  • Los cítricos necesitan agua y ausencia de heladas, por lo que se producen sobre todo en el litoral mediterráneo. La mayor parte del cultivo de cítricos se reserva a las naranjas, a las que siguen en importancia las mandarinas, los limones y los pomelos. El núcleo fundamental se halla en Valencia y desde allí se extiende el cultivo por todo el litoral hasta Tortosa por el norte y hasta Huelva por el sur y remonta la depresión bética hasta Jaén. También se encuentra en los dos archipiélagos. Entre un 40 y 60% de la producción nacional se destina a exportación.
Distribución de la producción citrícola en España (Miles de Tm.). Campaña 2007/08
Especie Total España Cataluña Baleares Comunidad Valenciana Murcia Andalucía Otras
Naranjo 2.696,3 43,5 19,0 1.425,2 160,3 1.021,8 26,5
Mandarino 2.076,7 127,9 2,1 1.628,5 66,8 250,8 0,6
Limonero 550,8 0,9 2,0 131,5 267,2 138,3 10,9
Pomelo 40,9 0,0 0,0 4,8 21,7 14,3 0,1
Naranjo amargo 10,8 0,0 0,0 0,0 0,0 10,8 0,0
Otros 5,9 0,0 0,0 0,0 0,0 5,8 0,1
Total 5.381,5 172,3 23,1 3.190,0 516,0 1.441,8 38,3
Fuente: Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino [7]
  • Los frutales no cítricos ocupan una superficie muy superior a los anteriores, debido fundamentalmente al almendro: 1 millón de hectáreas en el 2.005. Ofrecen una gama muy variada. Son importantes las plantaciones de peral, manzano, melocotonero, y albaricoque en regadío. En secano se prefiere el cerezo, sobre todo en Extremadura y Aragón. Los frutos secos como la almendra y la avellana se cultivan en todo en el secano del litoral levantino, hasta la costa bética y en Baleares.

Es muy importante también la producción de uva de mesa, de la que gran parte se exporta, se obtiene en el litoral de Valencia y en los parrales de Almería y Murcia. En Canarias es de gran importancia el cultivo de la platanera, donde tropieza con la dificultad de la falta de agua, de la que la planta es muy consumidora.

Vid y Olivo

  • El olivar y el viñedo forman la esencia de los cultivos leñosos españoles, ocupando en el año 2.005, 3,5 millones de hectáreas. Los dos son cultivos en retroceso. La producción del viñedo español de destina en su mayor parte a la transformación, con una producción de 39,7 millones de Hl de vino en el año 2.005. Castilla-La Mancha concentra el 46 % del viñedo español. Las zonas más productoras en cantidad y por la calidad de sus caldos derivados son, en Andalucía, las de Jerez, El Puerto de Santa María y Sanlúcar. En la Meseta Sur, Valdepeñas. En Levante, Utiel-Requena y Jumilla. En Cataluña, Penedés, Ampurdán y Priorato. En el Ebro, Rioja y Cariñena. En el sur de Galicia, Ribeiro. En la Meseta Norte predominan Rueda en blancos y Ribera del Duero en tintos
  • El olivar es, junto a la cebada, el segundo cultivo en importancia en España. Es un cultivo de secano que aguanta mal las heladas, por lo que se encuentra en la Meseta Sur, Andalucía y Extremadura; sube por el litoral mediterráneo y se introduce en el valle del Ebro. La mayoría de su producción se destina a la transformación en aceite. En algunas provincias como Jaén llega a ser casi un monocultivo (63%) de la superficie cultivada. Sufre la competencia que le hace el aceite de girasol, más barato, ya que los gastos de cultivo de este último son mucho más reducidos, aunque el olivo tiene la ventaja de su aceite de excepcional calidad.

Los cultivos industriales

El cultivo del girasol ha experimentado un gran crecimiento en el campo español.

Son plantas industriales aquellas cuyo producto no admite consumo directo o para el que su transformación resulta mucho más provechosa. Tal es el caso del girasol, la remolacha azucarera, el algodón y el tabaco. Este grupo de cultivos está aumentando mucho actualmente, sobre todo el cultivo del girasol. El girasol se adapta bien a los secanos españoles, entra en la rotación con los cereales y debido al aumento del uso de los fertilizantes, ha hecho disminuir de manera notable la extensión de los barbechos. Se cultiva fundamentalmente en Andalucía, Castilla-La Mancha y Castilla y León.

La remolacha azucarera es el segundo cultivo industrial en importancia. Se cultiva sobre todo en el valle del Duero, donde rota con los cereales en los regadíos y en Andalucía. El algodón se cultiva los regadíos de Murcia y Alicante y en los regadíos y secanos de la Baja Extremadura y de la Bética. El tabaco se cultiva en la vega de Granada, que es donde mayor rendimiento produce y en Cáceres, sobre todo en la vega del Tiétar, en todo caso en regadío.

También se consideran cultivos industriales los dedicados a condimentos, entre los que se encuentran los pimientos, para el pimentón y el azafrán. El primero en los regadíos murcianos y en los de la Vera de Gredos. El azafrán se da en los secanos manchegos y en la provincia de Teruel.

Forrajes

Son los cultivos de plantas que se dedican de forma directa o exclusiva a alimento del ganado. Según se ha ido incrementando la cabaña ganadera, ha aumentado su área de cultivo hasta las 852.630 hectáreas del año 2.005. La que más se emplea con tal finalidad forrajera es la alfalfa, de la que se obtuvieron 10 millones de toneladas en verde durante el año 2.005. Los alfalfares de Castilla y León, Aragón y Cataluña son los que más contribuyen en esa producción total. La planta permanece en la parcela cuatro o más años seguidos, y en cada año se le dan varios cortes; en el regadío cuatro o cinco cada temporada.

La superficie forestal

Corcho recolectado en un bosque de alcornoques.

La superficie forestal asciende a 26.273.235 hectáreas, equivalentes al 51,93% del territorio español.[8]

A los pinos de generación espontánea se ha sumado la acción del hombre, y el pinar ocupa ya más extensión que la que reúnen encinares, robledales y alcornocales. Y los eucaliptos, de introducción humana por completo, ocupan casi tanto como las hayas y más que el conjunto de sabinas y enebros. En la España húmeda domina el pino pinaster o resinero, pero explotado por su madera. Este mismo, acompañado del pino silvestre, más maderero, son los que ocupan las montañas de la España seca.

Entre las frondosas es el carvallo el árbol más característico de la España húmeda, al que en Galicia se suma el castaño y en el norte las hayas. Al bajar en latitud, y por tanto en precipitaciones, rebollos y quejigos sustituyen al carvallo, y con ellos la encina. En el nordeste peninsular y en Extremadura se les une el alcornoque. Los enebros se asientan sobre los suelos ácidos y áridos y en los mismos suelos áridos pero de constitución básica, se asienta la sabina. Este es el cuadro arbóreo fundamental de nuestros montes. El alcornocal se explota por el corcho, que se exporta sin elaborar en casi su mitad. Las áreas de mayor extensión son la Costa Brava en Gerona, Extremadura y Andalucía. El rendimiento forestal en general es pobre sabiendo que la producción media en madera es de 1,15 m³/ha, muy inferior a la del resto de países comunitarios.

El regadío

Canal de regadío cerca de la ciudad romana de Lancia en León.

El regadío ha representado y representa hoy día un papel fundamental en el proceso de modernización de la agricultura y de la vertebración de la población rural española. El regadío está presente, en el 96% de los municipios españoles, lo que significa la totalidad de las comarcas agrarias españolas y consume algo más del 68% de los recursos hídricos de España, si bien la creciente mejora de los sistemas de organización y aplicación riego, facilita la máxima eficiencia en la utilización del agua.

La aportación de las producciones de las tierras en regadío a la Producción Final Agrícola suponen más del 50% de ésta; mientras que la superficie ocupada por las mismas sólo representa el 15,01% de la superficie agrícola útil.[9]

El significado económico del regadío, a nivel de las explotaciones agrarias, se manifiesta en el hecho de que una hectárea regada produce seis veces más que una de secano y genera una renta cuatro veces superior, relación que se incrementa especialmente en el caso de los cultivos de invernadero y bajo plástico.

La mayor capacidad productiva de las zonas irrigadas resulta básica, no sólo para las explotaciones agrarias y para la mejora de las rentas de los agricultores, sino también para atender la creciente demanda del mercado exterior, en el que las producciones de regadío del Arco Mediterráneo y Sur Atlántico son muy demandadas.

También resulta muy significativa la aportación del regadío para el desarrollo rural: mantiene la población, genera empleo, tanto en el propio sector agrario como en los relacionados con el mismo, diversifica la estructura ocupacional y vertebra el territorio.

La larga tradición del uso del agua en la agricultura española se manifiesta en la distribución actual de los regadíos: un 28,6% de la superficie regada tiene carácter histórico, por ser anterior al siglo XX; otro 37,4% corresponde a las transformaciones acometidas por iniciativa pública (Administración General del Estado y Administraciones Autonómicas) y el 34% restante corresponde a las superficies puestas en riego por la iniciativa privada.[10]

El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, ha establecido el Plan Nacional de Regadíos (PNR) que tiene como actuación prioritaria la mejora y consolidación de las infraestructuras de la distribución y aplicación del agua de riego de 1,13 millones de ha., con un ahorro de agua estimado de 1.375 hm3 anuales. Desde el inicio del plan se ha producido un efecto evidente en los sistemas de riego, reduciéndose los sistemas menos ahorradores y dándose una extraordinaria expansión de los sistemas de riego localizado, que han crecido un 434% entre 1989 y 2005, pasando a ser el sistema de riego más significativo de la agricultura española y el dominante en algunas Comunidades Autónomas.


Distribución del riego localizado (%) por Comunidades Autónomas

Cultivo de flores en invernadero y con riego localizado.
Comunidades Autónomas % Localizado Comunidades Autónomas % Localizado
Región de Murcia 76,0 País Vasco 15.9
Canarias 63,9 Aragón 9.6
Andalucía 61 Comunidad Foral de Navarra 8.1
Islas Baleares 51.8 Comunidad de Madrid 4.5
Comunidad Valenciana 49.7 Castilla y León 2.6
Castilla-La Mancha 48.9 Principado de Asturias 0.8
Cataluña 28.3 Galicia 0.3
La Rioja 27.8 Cantabria 0.0
Extremadura 23.1

Las estructuras agrarias

El proceso de ajuste en el que está inmersa la agricultura española desde mediados del siglo XX se aceleró fuertemente a partir de nuestra integración en la Unión Europea, de tal modo que en la última década se registra una intensa desaparición y concentración de explotaciones. Según podemos observar en los Censos agrarios, la desaparición de explotaciones alcanzó en el decenio 1989-1999 una tasa anual (–2,4%), acompañándose esto de una aceleración paralela de incremento de su superficie media (2,3% anual, frente a 0,8%). A esa reestructuración en términos físicos se sumó una mejora notable del rendimiento generado por hectárea de tierra.

Esas tendencias no son iguales en todo el territorio sino que existen diferencias acusadas a nivel regional, que parecen ligadas a la especialización productiva. A pesar de las transformaciones de la última década, y de que éstas han permitido una cierta convergencia con la UE, la agricultura española sigue arrastrando todavía un notable retraso estructural, que se refleja en la baja dimensión económica de las explotaciones. Esa reducida dimensión media se debe a la existencia en España de un gran número de pequeñas explotaciones, un conjunto muy relevante en términos sociales por las funciones que cumplen desde el punto de vista ambiental y territorial, y donde el trabajo femenino resulta especialmente significativo.

La inmensa mayoría de las explotaciones agrarias en España, corresponden a un titular que es una persona física. Por lo que, aunque un porcentaje creciente de estos titulares recurre en mayor o menor medida a la contratación de mano de obra asalariada. También se mantiene un claro predominio numérico de las explotaciones familiares: las unidades productivas en las que más del 90% del trabajo es aportado por la familia suponen en torno a los 3/4 del total.

Sin embargo, en las décadas recientes las explotaciones con titular persona jurídica se han incrementado de forma muy significativa, y sobre todo su importancia territorial. Dentro de este conjunto, hay que mencionar el peso creciente de las fórmulas societarias y cooperativas, que evidencia el destacado papel social y económico que éstas han jugado en la reestructuración de nuestra agricultura.

Los datos relativos a los regímenes de tenencia ponen de manifiesto que la agricultura española continúa siendo de forma predominante una agricultura de propietarios. No obstante, hay que resaltar la fuerte expansión registrada en la última década por el arrendamiento: la superficie arrendada se incrementó durante el período 1989-1999 en 2,2 millones de hectáreas, pasando del 20% al 27%. Una expansión muy relacionada con la aceleración del ajuste estructural en nuestra agricultura, pudiendo afirmar en este sentido que el arrendamiento ha constituido durante los años 90 la vía esencial de movilidad de la tierra y de ampliación de la base territorial de las explotaciones.[11]

Agroenergética

La Agroenergética, se puede definir como «una nueva faceta de la agricultura en la que se pretende la producción de biomasa mediante cultivos específicos (cultivos energéticos) y la transformación de ésta en productos energéticos de fácil utilización en los sistemas convencionales en sustitución de los combustibles tradicionales».[12]

El desarrollo de esta nueva actividad agrícola se está viendo favorecido por las siguientes circunstancias, que hoy en día constituyen una preocupación creciente de la sociedad: Necesidad, ante el alza de los precios del petróleo, de búsqueda de una seguridad en el aprovisionamiento energético mediante la producción de combustibles alternativos a los fósiles, reducir el incremento de gases de efecto invernadero en la atmósfera y potenciar el desarrollo del medio rural de forma sostenible.

Consecuentemente, la energía se ha convertido en esta primera década del siglo XXI en uno de los principales retos a los que las sociedades tienen que enfrentarse. El actual modelo energético de nuestro mundo, basado en el uso de combustibles fósiles, debe ser cambiado por otro menos agresivo con el medio ambiente.

La agricultura española está comenzando a figurar como productora de energías renovables (biocarburantes, biomasa).

El uso de biocarburantes como carburantes alternativos a los procedentes del petróleo es una clara prioridad política para la Unión Europea, por entender que suponen una evidente contribución al cumplimiento del compromiso de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) derivado del Protocolo de Kyoto

En el caso de España, en 2006 ha habido en nuestro país un considerable aumento de la contratación de cultivos energéticos, especialmente en comarcas de bajos rendimientos de cereales, que podría triplicarse respecto a la campaña anterior, pasando en producción del equivalente de unas 80.000 t a más de 200.000 t.

Se plantea a medio plazo, desde el Ministerio de Agricultura,[10] que la superficie destinada al cultivo de colza se incremente en España en 500.000 hectáreas, llegando al millón de toneladas. Se espera cubrir así la demanda de aceite para biodiesel con un 50% de importaciones y otro 50% de producción nacional (a su vez, 50% de aceite de colza y 50% de aceite de soja), y que para la producción de bioetanol se destinen 500.000 toneladas de trigo, 250.000 de cebada, 50.000 de maíz y 50.000 de remolacha, con lo que se cumplirían las previsiones del Plan Español de Energías Renovables (PER).

Durante 2005 se ha producido alguno avance en el sector de las energías renovables en España, y que afectan a la producción agrícola como es la evolución de los cultivos energéticos en España, donde se ha pasado de una superficie de 5.000 hectáreas en 2004, a un total de 220.000 hectáreas en 2006, si bien será necesario dedicar en torno al millón de hectáreas para poder abastecer con materia prima vegetal de origen español el total de las necesidades de bioetanol y biodiesel.

Agricultura Ecológica

Artículo principal: Agricultura ecológica

La agricultura ecológica define un sistema agrario cuyo objetivo fundamental es la obtención de alimentos de máxima calidad, respetando el medio ambiente y conservando la fertilidad de la tierra, mediante la utilización óptima de los recursos naturales, excluyendo el empleo de productos químicos de síntesis y procurando un desarrollo agrario y ganadero sostenible. [13]

El Reglamento CEE n.º 2092/91 del Consejo, sobre la producción ecológica y su indicación en los productos agrarios y alimenticios completado por el Reglamento (CE) n.º 1804/1999, por el que se fijaron las normas comunitarias relativas a la producción de productos ecológicos de origen animal, conforman el marco legal de este modelo productivo, que se inscribe dentro de la política de calidad alimentaria. En España se encuentra regulado desde 1989, año en que se aprobó el Reglamento de la Denominación Genérica Agricultura Ecológica.

La práctica de la agricultura ecológica comenzó en España a finales de los años 80; inicialmente, el crecimiento del sector fue exponencial, y más recientemente se ha producido una desaceleración. A finales de 2005, en España: había 15.693 explotaciones agrarias y ganaderas, gestionando una superficie de 807.000 hectáreas. Los cultivos, prados y pastizales ecológicos ocupan un 2,48% de la Superficie Agraria Útil española. Unas producciones que alcanzaban en 2004 un valor estimado de 250 millones de euros y algo más de 1.700 industrias de transformación. Se estima que cerca del 80% de la producción española de productos ecológicos se exporta mayoritariamente a Europa, en especial a Alemania, Holanda, Francia y Reino Unido, a donde llegan sobre todo productos frescos.


Resultados de una Encuesta realizada en Almería (Roquetas de Mar), abril 2011.

Almería es la comunidad que más productores de agricultura ecológica tiene de toda Andalucía. Sin embargo, son pocos los que conocen esta práctica y se benefician de ella.

1. Hay un gran desconocimiento sobre agricultura ecológica. Muchos de los encuestados no sabían qué era exactamente este tipo de actividad y no conocían su existencia.

2. No hay puntos de venta oficiales para adquirir estos productos ecológicos y no hay ningún tipo de publicidad para su promoción.

3. La predisposición no es muy positiva hacia el consumo de productos ecológicos, debido a que el precio es superior al de los géneros tratados con productos químicos y son más difíciles de encontrar que estos últimos.

4. Algunos de los agricultores no disponían de los mecanismos de formación e información necesarios para llevar a cabo este tipo de agricultura.

5. Falta de apoyo tanto en materias de ayudas y subvenciones a la práctica agrícola ecológica, por lo que algunos agricultores no apuestan por esta práctica.

6. Los agricultores que desarrollan esta práctica encontraban dificultades en la localización de materias primas ecológicas además de tener un coste más elevado.

A pesar de estos inconvenientes, los agricultores que practican esta agricultura dicen sentirse muy contentos con el resultado y que una vez que prueban el sabor de las verduras ecológicas no pueden volver a cultivar utilizando fitosanitarios. Notan la diferencia en la calidad de las verduras y optan por continuar explotándolas y comercializándolas.

Las personas que conocían este tipo de actividad afirmaban haber comprado alguna vez sus productos pero que no era fácil encontrarlos. En la mayoría de los casos, habían sido regalos de amigos agricultores.

Hay buena predisposición al avance de esta actividad ecológica pero no hay suficientes medios ni información para poder desarrollarlo como sería conveniente. Además, prima más el boca a boca que la publicidad de los productos, aunque afortunadamente su calidad habla por sí sola.

Véase también

Referencias

  1. Actividad, ocupación y paro en la agricultura y pesca [1]
  2. Rayo Romero, Antonio; Guzmán Cuevas Joaquín; Santos Cumplido Francisco Javier. Curso de estructura económica española. Ediciones Pirámide. ISBN 84-368-1536-X. 
  3. Usos del territorio (mapa.es) [2]
  4. Superficies y producciones agrícolas, pag 64 [3]
  5. a b Superficies y producciones agrícolas, pág 61 [4]
  6. Geografía Agraria. Manuel Saenz Lorite. Editorial Síntesis. pag 26. ISBN 84-7738-042-2
  7. Server Izquierdo, Ricardo J.. Cuestiones referentes al sector citrícola más relevantes para la definición de la política de seguros agrarios: situación actual y tendencias a corto y medio plazo. http://aplicaciones.mapya.es/documentos_pwe/seminarios/informe_citricos%20_upv.pdf. Consultado el 21 de agosto de 2011. 
  8. Fuente: TBFRA 2000 (Evaluación de recursos forestales de las zonas templada y boreal) (UNECE/FAO).
  9. La totalidad de la superficie agraria útil en España (SAU)es de: 25.074.838 ha; la superficie regada son 3.771.533 ha. Lo que representa el 15% del total.[5]
  10. El sector forestal, pág 69[6]
  11. Hábitat y población rural, pag 25[7]
  12. Agroenergética, pag 58[8]
  13. Agricultura y ganadería ecológica, pag 119[9]

Bibliografía

  • Geografía General de España. Manuel de Terán/ L.Solé Sabarís/ J. Vilá Valentí. Editorial: Ariel / ISBN 84-344-3444-X
  • Geografía Agraria. Manuel Sáenz Lorite./Editorial: Síntesis / ISBN 84-7738-042-2
  • Hechos y Cifras de la Agricultura, la Pesca y la Alimentación en España / Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación/ NIPO: 251-06-115-0 / Reproducción autorizada, con indicación de la fuente bibliográfica. / Texto íntegro de la publicación en español e inglés en Internet: Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.

Enlaces externos


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