Inicios de la educación rural en México

Inicios de la educación rural en México

Francisco Larroyo en su libro Historia Comparada de la Educación en México, menciona a grandes rasgos que el primer personaje en la historia de México con el que la pedagogía alcanzó un enfoque social fue Abraham Castellanos quien en 1909 mencionó por primera vez que para formar la patria, se debía empezar por la educación de las masas populares. Para él, uno de los objetivos de la educación en nuestro país era la educación integral de los “indios” por medio de la escuela rural. Castellanos fue el primer intelectual mexicano que mencionó esta institución, pero es importante recalcar que en ese tiempo para poder lograr los objetivos resultaba necesaria una nueva educación, nuevos maestros y nuevos tipos de escuelas. Lamentablemente murió demasiado pronto para poder haber realizados sus propósitos, que más tarde algunos gobiernos revolucionarios se encargarían de promover, por ejemplo el de Álvaro Obregón.

Contenido

Revolución Mexicana

Durante el movimiento revolucionario, la primera obra educativa de importancia que se llevó a cabo es la aparición de las escuelas rudimentarias establecidas por el presidente Francisco León de la Barra el 1º de junio de 1911. La finalidad de dichas instituciones era el enseñar principalmente a los individuos de raza indígena a hablar, escribir y leer en castellano; así como a ejecutar las operaciones de cálculo más usuales. Su duración era de dos cursos anuales; pero no era de carácter obligatorio. Estos centros escolares aparecieron en los tiempos más agitados del movimiento de Revolución, pero las circunstancias permitieron que poco a poco fueran llamadas “fábricas de zapatistas”.


Con la municipalización de la enseñanza durante el periodo presidencial de Don Venustiano Carranza, la atención a estas escuelas disminuyó considerablemente. No es sino hasta el gobierno de Álvaro Obregón cuando se restablece dicha atención, brindándole la importancia merecida a las escuelas localizadas en las comunidades rurales. Uno de los personajes que hacen su aparición en la obra educativa más relevante de este tiempo es José Vasconcelos, quien ha sido considerado como una de las grandes figuras de la educación pública en México. Para poder determinar su influencia en la aparición de la llamada escuela rural mexicana, es necesario recordar algunos de los acontecimientos más importantes de su vida política, antes de adentrarnos en su obra educativa.

José Vasconcelos

En el año de 1908, Vasconcelos formó parte del Ateneo de la Juventud. Junto con algunos amigos de ese movimiento filosófico, se siente llamado por la campaña de Francisco I. Madero, opositor de Porfirio Díaz. En 1909, ingresa al movimiento revolucionario formando parte del Partido Antirreeleccionista, al ser nombrado primer director de ese órgano maderista. Cuando Porfirio Díaz clausura tal partido, escapa de ser aprehendido y no le queda más que marchar a su primer destierro.

Al triunfar Madero, regresa al país y sin beneficiarse con cargos públicos, presta sus servicios a dicho régimen aumentando su prestigio ante los ojos de la sociedad. A raíz de la caída y muerte del entonces presidente, fue aprehendido pero nuevamente logró escapar e irse del país. A su regreso se acercó a las fuerzas carrancistas pero no simpatizaba con el primer jefe, en cambio Obregón le parecía simpático e inteligente. Finalmente a la hora del triunfo de Carranza sobre Huerta, acompañó a Antonio I. Villarreal como mejor candidato de la presidencia y cuando éste se retiró, aconsejó a Eulalio Gutiérrez quien le ofreció la Secretaría de Instrucción Pública desde donde Vasconcelos prácticamente manejaba las relaciones exteriores y muchos asuntos internos. Por razones políticas tuvo que abandonar nuevamente el país, pero a la caída de Carranza, para ser exactos en 1920, es incorporado al régimen de De la Huerta como Rector de la Universidad desde donde se dedicara a estructurar la política educativa de la Revolución. Debido a lo anterior, Vasconcelos tenía atribuciones legales y educativas más allá del límite universitario, ya que el departamento legislaba para el Distrito Federal y los territorios federales. Al ser electo Álvaro Obregón como sucesor de Adolfo de la Huerta, lo reafirmó en su puesto apoyándolo para llevar a cabo sus proyectos y tareas. Inició con la difícil tarea de convencimiento en cada uno de los estados sobre la reaparición de un órgano encargado de la educación en México.

En las sesiones parlamentarias de fines de 1920 y principios de 1921, destinadas a discutir la iniciativa para reformar la educación e introducir la Secretaría de Educación Pública a la Ley Orgánica de Secretarías de Estado aparece la primera oposición:

“El diputado Luis Espinosa, el opositor más enconado a la federalización de la enseñanza, alegaba que el verdadero objetivo de la nueva Secretaría de Estado, consistía en exaltar la figura de Vasconcelos o de premiarlo, tal como se había hecho con Justo Sierra al crearse la porfiriana Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes. Y añadía, en otras de sus intervenciones, apoyado en la relación del diputado constituyente Fulgencio Palavicini cuando en 1917 éste –en el seno del Congreso de Querétaro- aseguró que la creación de la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes durante el gobierno de Porfirio Díaz en 1903 había servido para endiosar a Justo Sierra y que con la nueva Secretaría de Educación se trataba de hacer lo propio con Vasconcelos, no sin sostener, en forma un tanto peregrina que la nueva dependencia del Ejecutivo habría de engrosar la empleomanía, plaga antigua del aparato administrativo de México”.

Mientras Vasconcelos se encuentra de gira por los Estados, continúa la discusión para aprobar la reforma. El 3 de marzo de 1921, la Cámara de Senadores aclara que cada una de las entidades debía aprobarla primero y entonces proceder a la creación de la Secretaría.

Algunos diputados, entre ellos Juan P. Salazar y José Siurob argumentaron que se debía crear el Departamento de Educación y Cultura para la Raza Indígena con el fin de mejorar la vida del indio destacando que hasta ese momento ningún gobierno había incluido ese sector en sus programas educativos.

A pesar de los puntos de vista en contra de esta acción y después de que el proyecto de ley se discutió en las cámaras, el 20 de julio de 1921 fue decretada la reforma constitucional. Pero el proyecto aprobado no fue el que Vasconcelos había propuesto originalmente ya que él consideraba “transitorios” los departamentos de Educación y Cultura Indígena y el de Alfabetización que fueron propuestos por los diputados y senadores. Días más tarde, el 25 de ese mes, se decreta la Secretaría de Educación Pública, pero se promulga hasta el 29 de septiembre del mismo año. En octubre, José Vasconcelos protesta como titular de la nueva dependencia. En su periodo de julio de 1921 a julio de 1924 se encuentra el origen de lo que abría de ser la Educación Pública en México, además del surgimiento de la lucha en contra del analfabetismo, la escuela rural, la difusión de bibliotecas, el impulso a las bellas artes; el intercambio cultural con el extranjero y la investigación científica. Es importante mencionar que la federalización de la enseñanza en el país no se había podido realizar si no hubiera existido un marco económico favorable (25% del erario público).

Vasconcelos en la Secretaría de Educación

Ya al frente de la Secretaría de Educación Pública, Vasconcelos divide su acción en tres grandes ramas o departamentos: el Escolar, el de Bibliotecas y Archivo y el de Bellas Artes. Las tareas del departamento escolar eran fundar escuelas especiales para la educación de los indios; escuelas rurales en todo el territorio nacional y, escuelas de educación primaria y superior en todas las ciudades de la República. Pero se estaba olvidando de la educación de grandes masas, las más propensas, los retirados grupos indígenas.

No solamente colaboradores de Vasconcelos y otros profesores se preocuparon por la creación de la educación de la nación, sino también políticos como los licenciados Lauro G. Caloca, Soto y Gama y Manrique, integrantes de la Cámara de diputados quienes continuamente abordaban temas sobre la educación rural con el presidente Obregón como nos maneja Ramón G. Bonfil:

Caloca, que junto con Soto y Gama y Manrique le hablaban constantemente al general Obregón de la Escuela Rural, le dijo: Hay dos clases de escuela: la urbana y la rural. La Escuela Urbana, desde le año de 1833 que don Valentín Gómez Farías se la quitó al clero para incorporarla al Estado, ha venido más o menos siendo atendida… en cambio la Escuela Rural no tiene ni una puerta donde tocar, y por lo tanto si usted quiere ser realmente un Secretario de Educación Pública debe consagrarse por entero a la Escuela Rural…

Una discusión entre Vasconcelos y el presidente Obregón, platicada por el entonces diputado Lauro G. Caloca , narra la falta de disposición del primero para la creación de la dependencia que se encargaría de la educación en el medio rural:

“…siendo diputado recibí una carta de un sedicente ex miembro del estado mayor del presidente Obregón, en que afirmaba haber sido testigo, estando en servicio, de una discusión entre éste y Vasconcelos motivada por la propuesta para crear el nuevo departamento, discusión que terminó, según el espontáneo informante, con la aclaración del presidente de que no se pedía una opinión, sino que se daba una orden. El secretario Vasconcelos la acató…”

Como se observa Vasconcelos no quería formar el Departamento que se encargaría de la educación indígena. Pero el presidente Obregón y la Cámara de Diputados lo obligaron a llevarla a cabo, siendo el diputado Caloca uno de los más fervientes, convincentes defensores de la creación de dicho departamento.

Después de acatar la orden de Obregón, Vasconcelos ordenó que los asuntos de las escuelas rurales primarias y foráneas fueran tratados y resueltos por dependencia llamada Departamento de Cultura de Educación Indígena, que era libre de implantar las mejores iniciativas y proyectos par cumplir con las tareas anteriormente mencionadas.

Fue entonces cuando se concedió y realizó la idea de enviar maestros misioneros en calidad de ambulantes a reconocer el país, para localizar comunidades indígenas y estudiar las condiciones de la región. Pero al parecer, lo anterior se realizó cuando el secretario de educación no se encontraba en el país:

Aprovechando una ausencia de Vasconcelos, que sale a Brasil en una misión diplomática, Caloca reúne a sus 100 “misioneros laicos”, como los llamó y a los que suma la presencia y contribución técnica de Palma Guillén, doctora en filosofía, Luz Vera, Gabriela Mistral, y los educadores Jounée y Ozuño, así, como de miembros destacados del congreso como Soto y Gama y Manrique. En otras demandas, Caloca postula la inclusión de 300 misioneros y 3000 maestros rurales en el nuevo presupuesto de la secretaría. Este congreso permite, por primera vez, la aportación de los ejecutores de la tarea ejecutiva a su planeación y programación.

A su regreso a México, Vasconcelos recibe con asombro el presupuesto formulado por su jefe de Educación y Cultura Indígena y lo rechaza, considerándolo exagerado, pero a poco andar, se asombra ante el respaldo unánime de la Cámara de Diputados a la protesta de Caloca que, además, propicia un memorable debate… Al terminar aquella sesión, Vasconcelos felicita efusivamente a Caloca por su triunfo.

A raíz de ese altercado, Vasconcelos destituye a Lauro G. Caloca y nombra como nuevo jefe del Departamento de Educación y Cultura Indígena, al profesor Enrique Corona Morfín, quien para el 15 de abril de 1923 firmaba con él las bases para el funcionamiento de las escuelas rurales de Caloca dándolas una nueva designación. Hasta entonces comprendieron las ventajas de instruir a jóvenes para dejar maestros rurales fijos, a quienes se denominaron monitores. Las instituciones que fueron estableciéndose bajo la dirección de estos nuevos maestros llevaron el nombre de “Casas del Pueblo”, cuyas finalidades eran las siguientes:

  • Sociales: construir la escuela para la comunidad y la escuela.
    • Se pretende que la escuela rural indígena, a sean niños, niñas, hombres o mujeres adultos; que se considerara como algo absolutamente propio de la localidad y que se desarrolle sus actividades teniendo siempre los intereses colectivos.
    • La casa del pueblo no sólo será centro donde se impartan determinadas enseñanzas, sino institución de raigambre bien distribuida que congregue a todos los individuos sin distinción de categorías ni credos políticos o religiosos, establezca vínculos de solidaridad y fraternidad depara para las lides cívicas y patrióticas, y derrame ampliamente la influencia civilizadora de los maestros misioneros y rurales.
  • Económicos: Acreditar con menor esfuerzo la producción, cultivar hábitos de asociación y cooperación y promover el bienestar de cada uno de los asociados: Conversación; desarrollo y perfeccionamiento de las industrias locales características.
  • Morales: Formar hombres libres, de iniciativa, prácticos, pero con vista hacia el ideal, con un sentimiento de responsabilidad bien definida, para que lleguen a obtener el dominio de sí mismos y la firme voluntad de labrar una existencia placentera para sí propios y para los otros miembros de la sociedad. Asimismo, será finalidad fundamental, la de afirmar el amor a la patria y sus instituciones.
  • Intelectuales: Proporcionar los conocimientos generales de acuerdo con los diversos grados de enseñanza, sin pretender preparar a los alumnos para un brillante examen donde se distingan por un enciclopedismo indigesto. Por el contrario, limitará la extensión de sus programas, de tal manera, que ganando en intensidad de la enseñanza deje huella perdurable y dé por resultado un acervo reducido de conocimientos, sólidamente asimilados y que realmente preparen para las actividades de la vida y para una lucha fácil por la existencia. Sin olvidar el desarrollo integral y armónico del alumnado, perseguirá tenazmente el fin utilitario en todas las materias de enseñanza y especialmente por medio de prácticas agrícolas industriales o domésticas propias de la localidad.
  • Físicas y Estéticas: Desarrollar hábitos de higiene, formar hombres físicamente fuertes y vigorosos, dulcificando su carácter por medio de manifestaciones artísticas relacionadas con el medio.

Las casas del pueblo eran escuelas unitarias en virtud de que un solo maestro impartía la enseñanza a todos los alumnos.

Vasconcelos no pudo llevar a cabo todo su proyecto educativo; no fue sino hasta que estuvo al frente de la SEP Manuel Puig Cassauranc cuando se trató de afianzar y superar los planes de Vasconcelos con la colaboración de Moisés Sáenz (Subsecretario de Educación Pública). En 1925, el Departamento de Cultura Indígena, fue designado Departamento de Escuela Rural, Primarias Foráneas e Incorporación cultural Indígena. También las llamadas Casas del Pueblo mudaron su nombre a Escuelas Rurales. Los maestros misioneros se convirtieron en inspectores e instructores.

A mediados del año de 1926, se realizó una Junta de Directores de Educación Federal en la cual se determinó la estructura pedagógica de las escuelas rurales. En su plan de enseñanza iban implícitos los principios de la escuela activa y del trabajo. La ponencia aprobada fue redactada casi en su totalidad por el profesor José María Bonilla, Subjefe del Departamento de Escuelas Rurales; misma que quedó de esta forma:

  • La escuela rural es una institución educativa que tiene por objeto capacitar a los campesinos (niños y adultos) para mejorar sus condiciones de vida mediante la explotación racional del subsuelo y de las pequeñas industrias conexas, a la vez que desanalfabetizarlos.
  • Enseñar menos dentro de las aulas y cada vez más fuera de los salones de clase, a través de la experiencia.
  • Seguir su programa práctico de estudios, en el que las asignaturas y actividades comprendidas sean la expresión fiel de las necesidades y aspiraciones de la comunidad rural y de las diversas fases de la vida del campo. Las escuelas de cada región deben tener su programa particular.
  • La escuela rural es la institución educativa por excelencia señalada para los pueblos como el nuestro, cuyo programa económico radica, fundamentalmente, en el cultivo inteligente de la tierra y en la explotación racional de las industrias que con la vida rural tienen conexión.
  • La escuela rural es la más indicada para un país que, como México, aspira a llegar a un estado social de mayor equidad y de mayor justicia. Es la institución educativa más democrática: primero, porque se dirige al mayor número, y segundo porque está llamada a corregir el error en que hemos incurrido durante más de un siglo, de fomentar, mediante la educación, unos cuantos sabios en medio de millones de analfabetos.
  • Desde el punto de vista ético, ha de combatir, por todos los medios que estén a su alcance, los siguientes factores de degeneración de la raza: fanatismo, alcoholismo y uniones sexuales prematuras.
  • Tiene como fin el uso del idioma castellano como base de la incorporación del indio y del vínculo de solidaridad entre indios y mestizos, piedra angular del ideal nacionalista.
  • La escuela rural debe comprender todos los grados de la enseñanza desde el más modesto hasta el más elevado, no debe ser sinónimo de escuela rudimentaria.
  • La escuela rural es mixta, con el fin de lograr, simultáneamente, la cultura de hombres y mujeres, y hacer que desaparezcan las desigualdades que hayan perdurado a través de los tiempos, convirtiendo a la mujer en una esclava del hombre.
  • Los programas que formulamos para las escuelas rurales, tienden, fundamentalmente, a levantar el nivel social, moral y económico de los conglomerados indígenas, así como de los grupos desheredados que formaban la peonada de las haciendas y que en la actualidad constituyen para el país serio problema social y económico.

En el Estado de Durango también se llevó a cabo la campaña contra el analfabetismo. A continuación se presenta los datos de la población de 10 años o más que eran alfabetas y analfabetas en 1921:

- Hombres Mujeres Total Porcentaje
Durango 123 746 129 210 252 956 100
Alfabetas 45 543 46 442 91 985 36.4
Analfabetas 78 203 82 768 160 971 63.6

No se conoce el número de profesores honorarios que participaron en esa cruzada, ni la población que se alfabetizó a raíz de esa campaña en el Estado. Las escuelas rurales establecidas para 1925 eran las siguientes:

- Esuela Municipio
Rural de San Pedro Guanaceví
Rural de San Bernardo San Bernardo
Rural de San José de la Boca Tepehuanes
Rural de San Nicolás de Presidio Tepehuanes
De la Soledad Canatlán

Los profesores eran mal pagados y no tenían la preparación necesaria; la asistencia de los alumnos era menor comparada con la cantidad de los que se habían inscrito. Las instalaciones de la escuela estaban en muy malas condiciones, carecían de campos de cultivo y de pequeñas industrias.

De acuerdo a un Boletín publicado por la Secretaría de Educación Pública en junio de 1926, los poblados en que se fundaron escuelas rurales son:

El arenal, Atotonilco, Las Auras, Bellavista, Canutillo, Ciénega de Escobar, Contreras, Corrales, Coscomate, La Gallega, Graseros, Herreros, Llanos, Las Nieves, Pánuco de Coronado, La parrilla, Paso Nacional, Pinos, Presidios, Providencia, El Refugio, San Bernardo, San Francisco, San José de Gracia, San José de la Boca, San Luis del Cordero, San Miguel Papasquiaro (sic), San Pedro, Santa Teresa de la Uña, La Soledad, Tuitlán y Villa Madero. Las escuelas rurales ascendieron a 68 y laboraron con una asistencia máxima de 2 103 niños, 1 896 niñas y 1 153 adultos.

Durante la administración del Gral. Calles se da un incremento al presupuesto destinado a la educación, se hacen mejoras considerables a las instalaciones, tomando en cuenta ubicación de los planteles.

  “A fines del año 1926, existían en el país 2,000 escuelas rurales, con una asistencia de 183, 861 alumnos, 2,968 maestros y 85 inspectores. En 1934 ascendía el número de ellas a 8,000”. 

Con la labor educativa que estaban realizando todos los implicados en ellas como son: la Secretaría de Educación Pública, inspectores y misioneros docentes de cada pueblo; fue así como se comenzó a pensar en que los profesores rurales debía tener una mejor preparación para desarrollar su trabajo. Por tal razón se comenzó a gestar la idea de impulsar la profesionalización de los maestros misioneros; fundando centros con equipos de docentes y profesionales de diferentes ramas, denominándolas misiones culturales, cuyos propósitos fueron inicialmente:

  1. Mejoramiento cultural y profesional de los maestros en servicio.
  2. Mejoramiento de las prácticas domésticas.
  3. Mejoramiento económico de la comunidad, mediante la enseñanza agrícola y de pequeñas industrias.
  4. Saneamiento del poblado.

Las misiones culturales fueron creadas en 1923, siendo en Zacualtipán, Hidalgo la primera que se tomó como experimental, dando cursos a maestros de comunidades y habitantes del pueblo.
Esta primera misión tuvo como trabajadores a los siguientes profesores: Roberto Medellín, Rafael Ramírez, Isaías Barcenas, Rafael Rangel, Fernando Galbiati, Alfredo Tamayo y el doctor Arnulfo Bravo, quienes por su labor tan acertada lograron atraer la atención de los altos funcionarios de la Secretaría de Educación para que no quedara allí el proyecto y se realizaran más centros o misiones. También en ese lugar se reconoció la labor de algunos profesores como la de Rafael Ramírez con la entrega del siguiente reconocimiento:

“La Secretaría de Educación Pública Federal expide la presente MENCIÓN HONORÍFICA al ciudadano profesor RAFAEL RAMIREZ por la brillante labor que llevó a cabo como miembro de la MISIÓN CULTURAL efectuada en ZACUALTIPAN, HIDALGO, durante la segunda quincena del mes de octubre próximo pasado, en beneficio de los maestros rurales de la sierra y presidida por el ciudadano profesor ROBERTO MEDELLIN, Oficial Mayor de esta secretaría."[1]

En el documento que se expidió por el secretario de educación se puede observar la fecha de realización de esa misión y el lugar donde se asentó.

En mayo de 1924 aprovechando un receso de clases, se organizó y creó el segundo experimento en Cuernavaca, Morelos, en donde ya se llevaba pensado ayudar en la economía del pueblo donde prestaron el servicio. En esta ocasión el personal fue el siguiente: Rafael Ramírez como jefe de la misión y maestro de enseñanza, Isaías Barcenas, Rafael Rangel, Severa Quintana, además de dos agrónomos en clases de agricultura y crianza de animales y un maestro carpintero.

Después de la renuncia de Vasconcelos y al ver el éxito alcanzado en las dos misiones de experimento, los altos funcionarios se plantearon la idea de realizar más instituciones con trabajos semejantes, creándose siete misiones más en ese mismo año en: Puebla, Pue.; Iguala, Gro.; Colima, Col.; otra misión recorrió las ciudades de Mazatlán, Culiacán y Hermosillo; Monterrey, N. L.; Pachuca, Hgo. y San Luis Potosí, S.L.P. El programa que llevaron a cabo en esos cursos fue:

  1. Educación y Técnica de Enseñanza, para los maestros de escuelas primarias urbanas y rurales.
  2. Organización Escolar.
  3. Jabonerías y Perfumería.
  4. Dibujo y Pintura.
  5. Trabajos de Batik.
  6. Industria del Ixtle.
  7. Corte y Confección de ropa.
  8. Cocina y Repostería.
  9. Educación Física y Deportes.
  10. Canciones Populares y Orfeones.
  11. Encuadernación Artística.

Para 1925, los lugares escogidos con anticipación para que actuaran las misiones eran: Aguascalientes, Ags.; La Paz, B.C.; Tepehuanes, Dgo.; Iguala, Gro.; Tianguistengo, Hgo.; Metepec, Edo. de México; Monterrey, N. L.; Tepic, Nay.; Yolomecatl, Oax.; Oaxaca, Oax. y Puebla, Pue.

En el periodo vacacional de invierno de ese mismo año, partieron las misiones integradas de la siguiente manera:

  • Un profesor de organización escolar y Técnica de Enseñanza
  • Un profesor de Servicio Sanitario.
  • Un profesor de Cultura Física.
  • Un profesor de Música y Orfeones.
  • Un profesor de Pequeñas Industrias.
  • Una profesora de Economía Doméstica.
  • Un profesor de Prácticas Agrícolas.

El profesor que asumió la jefatura de la misión en Tepehuanes, Durango, fue Luis Hidalgo Monroy.

En 1926, se creó el Departamento de Misiones Culturales para coordinar los trabajos de esas instituciones. La encargada de organizar y dirigir la recién creada dirección fue la maestra Elena Torres; se dejó de tener cursos en vacaciones y se comenzó a planear un proyecto con detenimiento y cuidado, es decir un programa definido para esas instancias.

En 1927, la Secretaría ordenó crear seis misiones que recorrieran los estados en los que no habían trabajado el año anterior. Durango formó parte de la Cuarta Misión junto con Chihuahua y Jalisco. Los misioneros trabajaron en: el Instituto de Tepehuanes y el Instituto Villa Juárez. El personal que participó en esa operación fue el siguiente:

  • Jefe de la misión, profesor Bartola Gómez.
  • Trabajadora Social, señora María Q. Vda. de Peralta.
  • Profesor de Educación Física, señor Luis Felipe Obregón.
  • Profesor de Agricultura, señor Agapito Hernández.
  • Profesor de Pequeñas Industrias, señor Julio Paczka.

En 1928 se busca la forma de que las misiones ya no sean ambulantes, se propuso que se crearan las misiones culturales permanentes, realizando ensayos en El Mexe, Hgo., Xocayucan, Tlax. y, se establecieron en Actopan, Hgo. y Paracho, Mich.

Estas misiones se organizaron con las normales rurales de la región para apoyarse en su labor social. Funcionaron así hasta 1932 cuando las Misiones Culturales viajeras se convierten en Institutos de Acción Social de las Regiones Campesinas, y adscritas a Normales Rurales y Centrales Agrícolas con un mismo nombre: Escuela Regional Campesina.

En 1942, siendo presidente de la república el general Manuel Ávila Camacho, se ordenó la reposición de las misiones culturales aumentando en número y atendiendo en la zona urbana y rural cambiando su estructura y basándose en las campañas nacionales de alfabetización.

En 1958, las misiones eran de dos tipos: rurales y urbanas. En el mismo año pasaban de 70 instituciones de ese tipo en el país. Poco a poco se fueron fundando más misiones y en 1983 se impulsó su modernización existiendo en ese entonces 217 instituciones.

Los objetivos actuales de las Misiones Culturales son primordialmente capacitar para el trabajo a los integrantes de la comunidad, alfabetizar, brindar educación básica, recreación y cultura. Hasta el año 2003, según el libro 80 aniversario de las Historias Culturales editado por la Secretaría de Educación del Estado de Durango, operaban 10 Misiones Culturales Rurales, y 3 Salas Populares de Lectura en las comunidades de :

  • Ejido Severino Ceniceros, Cuencamé, Dgo.
  • El Salto, Pueblo Nuevo, Dgo.
  • Santa Catarina de Tepehuanes, Dgo.
  • Ignacio Ramírez, Guadalupe Victoria, Dgo.
  • Ejido 6 de Enero, Lerdo, Dgo.
  • Los Ángeles, Poanas, Dgo.
  • Pánuco de Coronado, Dgo.
  • San José de Gracia, Canatlán, Dgo.
  • Ejido Esmeralda, Gómez Palacio, Dgo.
  • San Nicolás, Santiago Papasquiaro, Dgo.


Las salas de lectura que existían en ese año eran:

  • Sapioriz, Lerdo, Dgo.
  • Ejido 10 de Abril, Santiago Papasquiaro, Dgo.
  • Velardeña, Cuencamé, Dgo.

Después de haber abordado todo lo referente a la escuela rural que presentan los diferentes autores que han sido analizados, cabe recalcar que la obra educativa emprendida en México, a raíz de la Revolución, fue considerada por filósofos, periodistas y profesores extranjeros como la obra o el experimento cultural más importante que se llevó a cabo en el mundo de esa época.

En el hecho educativo, lo ideal es que todas las personas tengan acceso a la información del nacimiento de la Escuela Rural a partir del movimiento armado de 1910. Se debe recordar que su objetivo era el ser portadora de los programas de igualdad y justicia social llevándolos a todos los rincones de la creciente patria, sin importar las condiciones o los percances que los participantes de este nuevo proyecto pudieran enfrentar.

Durante el periodo de José Vasconcelos al frente de la Secretaría de Educación, se le da un auge a este tipo de escuelas, pero sería erróneo atribuirle a este personaje todo el crédito, ya que no actuaba solo y además las ideas surgieron de personas realmente interesadas en el desarrollo del campo para sacar adelante al país. El único reconocimiento que se le debe a Vasconcelos es que haya estado en el lugar, fecha y puesto correctos, y lo menos que podía hacer era apoyar, aunque fuera a regañadientes, los proyectos que surgieron a raíz de la necesidad del país en ese tiempo.

Se debe enaltecer la labor emprendida por los maestros voluntarios de ese entonces, cuyos únicos requisitos para formar parte del ejército del saber fue su fuerza de voluntad, de servicio y sobre todo de un alto patriotismo. Así pues, los jóvenes entusiastas recibieron merecidamente el nombre de maestros rurales, lo cual les daba una dosis de responsabilidad, a la vez que sabían que tenían en su haber una labor difícil: formar escuelas desde sus cimientos y llevar el sentimiento de la nación a cada uno de sus pobladores.

En su mayoría, aquellas escuelas surgidas de la Revolución, actualmente se encuentran carentes de apoyo económico por parte del órgano encargado de la educación. No se sabe en qué fecha su importancia se volvió obsoleta, pero es necesario confiar en que los nuevos jóvenes egresados de las normales tanto urbanas como rurales “dignifiquen” de nueva cuenta a estas instituciones que históricamente han logrado su cometido: preparar, concienciar y sacar a la ciudadanía de su ignorancia, por lo que todo el pueblo merece tener la oportunidad de superarse y así mismo engrandecer a su patria.

Fuentes consultadas

  1. Sufragio efectivo. No reelección. México, 9 de noviembre de 1923. El Secretario de Educación, J. VASCONCELOS.
  • AGUIRRE Beltrán, Gonzalo. Teoría y Práctica de la Educación Indígena. México: SEPSETENTAS, 1973.
  • ARREOLA Valenzuela, José Luis (coordinador). Escuela Nueva y Pedagogía. Estudiantes de Maestría en Pedagogía. IMCED. Durango: Intensivo 2ª generación 2002 – 2004.
  • BLANCO, Joaquín. Se llamaba Vasconcelos. México: Fondo de Cultura Económica, 1993. 213 pp.
  • BONFIL, Ramón G. La revolución agraria y la educación en México. México: Consejo Nacional para la Cultura y la Artes/Instituto Nacional Indigenista, 1992. 314 pp.
  • CANTÓN Arjona, Valentina y Mario José Aguirre Beltrán. Revista “El Maestro” (1921-1923). México:
  • DURANGO, GOBIERNO DEL ESTADO. Secretaría de Educación. 80 Aniversario de las Misiones Culturales. Durango, México: SEED, 2003.
  • JIMENEZ Alarcón, Concepción. Rafael Ramírez y la Escuela Rural Mexicana. 2ª Edición. México: El Caballito/SEP, 1998.
  • LARROYO, Francisco. Historia Comparada de la Educación en México. 11ª Edición. México: Porrúa, 1977. 589 pp.
  • Misiones culturales en 1927. México: SEP. 1928.
  • LEÓN Perea, Ana María. Historia de las Bibliotecas en Durango. México: CONACULTA/Dirección General de Bibliotecas, 1993. 378 pp.
  • LOYO Bravo, Engracia. La casa del pueblo y el maestro rural mexicano. 2ª Edición. México: El caballito, 1998. 157 pp.
  • REYES Rocha, José (coord.). El mundo de la docencia: José Vasconcelos, vida y obra (1882 – 1959). De los estudiantes de Maestría en Pedagogía IMCED–Central. Morelia, Mich. Generación 2000 – 2002. colección el valor de leer Nº 55 Morelia 2001. 115 pp.

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